Minievento: El Culto De el de Las Mil Formas: El Corazón de Naparvat (Sloan Jenkins, Spawn, Reed Richards) [30-06-2018]

A Arión no le hizo mucha gracia que le separaran de las únicas dos personas a las que conocía en aquél grupo. Hacía poco más de tres meses desde que había llegado a aquél tiempo, y prácticamente había pasado el primero encerrado en la Atlántida por culpa del asedio de Namor. Si a eso se le sumaba que se había pasado el mes de junio de retiro espiritual en Japón, realmente sólo había tenido un mes para relacionarse con otras personas, y en su mayoría había sido con compañeros de la Liga de la Justicia. Había pasado los últimos seis días con Razor y Tony en Nueva York, y ahora le dejaban con un tipo raro con la espalda cubierta de extrañas runas de contención y que le transmitía sensaciones perturbadoras cuando estaba en su presencia y un demonio que, si bien no tenía el alma negra de los de su raza, tampoco le transmitía las buenas vibraciones que le había transmitido Hellboy el día que lo conoció. Al que había llegado al final no le conocía, pero al menos parecía humano. En fin, los designios de los dioses eran los designios de los dioses... Estaba acostumbrado a obedecer a Gemimn y ésta vez no sería diferente.

Trykhun aguardaba a los mandos del vuelo chárter que le había reservado para llegar hasta allí, y que ahora habría de conducirles hasta su nuevo destino en Sudáfrica. No sabía si sus nuevos compañeros dispondrían de los medios para llegar por su propio pie hasta Johannesburgo, pero él tenía la obligación de ofrecerles el avión y así lo hizo, para todo aquél que estuviera dispuesto a acompañarle.

Desde donde se encontraban hasta Johannesburgo había 7.716 kilómetros, pero el avión tenía la capacidad de alcanzar los 9.700 km/h a velocidad máxima, por lo que no les llevaría demasiado llegar a su destino. En cualquier caso, se trataba de un avión grande, por lo que podrían realizar el recorrido cómodamente, e incluso disponía de dos camas en la parte trasera por si alguno deseaba descansar un poco.

Arión era de naturaleza callada e introspectiva, especialmente con gente con la que no tenía confianza, por lo que se pasó la mayor parte del viaje sentado en uno de los cómodos sillones mirando con expresión pensativa y melancólica por la ventana, recordando otros tiempos en los que había surcado los cielos en compañía de su amada Chian y su fiel amigo Wyynde...

Cuando llegaron a Johannesburgo hacía una temperatura de unos 20º, bastante suave, ya que los meses de verano allí eran los menos calurosos de todo el año. El cielo estaba despejado, con unas pocas nubes blancas como el algodón. Aterrizaron en el Grand Central Airport en Midrand. Trykhun se ocupó de resolver los papeleos, aunque no les pusieron las cosas demasiado difíciles, ya que Johannesburgo era una ciudad con un contraste muy fuerte entre una minoría blanca que vivía en la riqueza (17%) y una mayoría de población negra que vivía en condiciones de pobreza extrema (73%). Tanto Arión como Reed y Sloan se caracterizaban por tener la piel clara, por no hablar del hecho de que habían aterrizado en un avión privado, lo cual ya los situaba automáticamente como miembros de la élite según los estándares de aquél país.

Arión, como siempre, no fue apenas consciente de ello, ya que estaba acostumbrado a que lo trataran con deferencia, tanto cuando vivía en el palacio del rey D'Tilluh como en su actual residencia y en la ciudadela de la Atlántida. Además, estaba demasiado concentrado tratando de localizar las energías mágicas residuales que pudieran señalar la presencia del Corazón de Naparvat, pero iba a ser difícil, ya que se trataba de la ciudad más grande de Sudáfrica y la tercera más grande de toda África, y él no había estado nunca allí, por lo que no tenía la menor idea de por dónde empezar. Iba a ser como buscar una aguja en un pajar, a menos...

El mago se concentró en la información que les había proporcionado Juri sobre el objeto que tenían que buscar y pronunció en su mente las palabras de un hechizo de localización. Inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás, abrió la boca y un tenue rastro de humo verdoso brotó de sus labios dibujando una forma esférica en el aire con lo que parecía ser una flecha en su interior. La esfera se definió formando una etérea brújula, y la flecha de su interior se movió señalando hacia el sur.

- Ésta es la dirección que tenemos que seguir -dijo el mago antes de empezar a caminar con paso seguro y sin mirar atrás para comprobar si le seguían o no.

Dioses Exteriores... Nyarlathotep... Eso ya eran palabras mayores, y lo más seguro era que la gran mayoría de los que se habían presentado ante la llamada de la joven Juri (joven en apariencia, a saber cuántos años debía tener si era hija de unos dioses) no supiera a lo que estaban a punto de enfrentarse... En cambio Sloan lo llevaba en la sangre, como se podría decir. Con esos pensamientos en la cabeza se sentó en uno de los sillones y guardó silencio durante todo el viaje, devanándose los sesos con mil y una preguntas, las cuales todas tenían la misma pregunta final: ¿iba a influenciar eso la vida que estaba teniendo en la Tierra?

Con esos pensamientos en la cabeza se pasó todo el santo viaje sentado, mirando por la ventana como si mirara de imitar al mago de cabellos castaños, en cuyo avión volaban en dirección hacia la situación (mejor dicho, posible situación) del artefacto que les había mandado buscar Juri.

El avión aterrizó sin ningún problema, y el grupito que había formado la "pequeña" diosa salió bajo aquel sol característico de la ciudad y su zona. El moreno por su parte no se había puesto la armadura ni que le pegaran cuatro tiros: no quería sofocarse si subían mucho las temperaturas además que llamaría mucho la atención que bajara con la armadura puesta... claro que no llamaría tanto como aquí el amigo Spawn...
Cuando vio que el ayudante del mago estaba pasando los pasaportes, le llamó la atención con una mano en el hombro indicándole que él no tenía papel alguno en regla. Por suerte aquel tipo era habilidoso y se las ingenió para que pasara sin más junto a los demás. Una vez ya "libres", el mago de pelo castaño creó una especie de brújula con la boca... Un truco curioso, si señor, pero efectivo según pudo ver.

La misión en si era encontrar uno de los artefactos, y Sloan puso todo su empeño en ello: no tenía trucos mágicos como el mago, ni era bueno con la burocracia, pero de alguna forma u otra estaba ligado con la existencia de aquel ser que intentaban invocar, y su instinto podría ponerse como una maruja en plenas rebajas si sentía la presencia de sus "iguales" cerca. Tan solo necesitaba tener la mente clara y eso lo conseguía casi las 24 horas del día...

La brújula indicaba la dirección hacia Johannesburgo. Resultaba que el Grand Central Terminal se encontraba en Midrand, una ciudad que estaba a 50 minutos de la capital si se iba en transporte público, 20 minutos si se iba en coche y 5 horas andando. La opción del coche resultaba, pues, la más aconsejable.

Trykhun se había alejado para ver si encontraba algún taxi o, mejor aún, un coche de alquiler, cuando Arión detectó una súbita y poderosa concentración de energías mágicas junto con una clara impresión de peligro.

- Tenemos visita -informó con calma al tiempo que susurraba las palabras que llamaban al Escudo de Attatak y se cubría a sí mismo y a sus compañeros con una esfera de energía verde que bloquearía cualquier agresión externa sin impedir sus propios ataques-. Allí -anunció, señalando a un grupo de figuras embozadas que se aproximaban hacia ellos por la soleada y desierta carretera-. ¿Quiénes sois y qué buscáis? -inquirió mientras sus manos se cubrían de fuego-. Apartaos de nuestro camino y no sufriréis daño -advirtió.

- ¿Con sensibilidad a la magia? ¿Un satélite puede hacer eso?........... Menudas cosas tenéis hoy en día. - El que tenga la sensación que ese comentario era más de viejo que otra cosa, por favor que levante la mano desde la seguridad de su casa. Gracias.

Sloan miró la dirección hacia donde apuntaba la flecha del mago. Supo que se movía en dirección a Johannesburgo por el cartel indicativo que tenían a mano izquierda. Entonces, ¿dónde estaban? En el cartel ponía los kilómetros que separaban la susodicha ciudad de donde estaban, y al ver las distancias se quedó... bueno, como se suele quedar alguien que se da cuenta lo lejos que están del punto de aterrizaje, por decirlo de algún modo. ¿Y tendrían que patearse todo el camino andando? No parecía que hubieran muchos taxis alrededor, y si los había tan solo cabía rezar para que alguno de sus nuevos compañeros tuvieran cambio (de Spawn... estaba seguro que no llevaba mucho más que él encima).
Como si le leyeran la mente, el tipo que seguía siempre de cerca al mago se largó, anunciando que iría a buscar algún transporte para la cuadrilla.
Arión anunció entonces que no estaban solos, y de la forma más espectacular: creando una burbuja alrededor del grupo, supuestamente un escudo de protección. Si era agresivo o no, Sloan se quedaría con las ganas de saberlo. Entonces el mago señaló hacia una dirección, por la cual se acercaban un grupo de encapuchados. Arión se puso en guardia, pero no Sloan.

- Oye, igual son un grupito de sacerdotes o de gente que se va a una procesión. ¿No has visto la Semana Santa en España? Si con esos te pones tenso... - pero aunque estuviese de broma, si el brujo se puso alerta, debería ser por algo. De cualquier forma Sloan esperó a ver qué pasaba, confiando en que si les atacaban, el escudo les protegería.

No hizo ningún comentario ante la afirmación de Reed. Ciertamente, aquel nuevo mundo estaba plagado de maravillas tecnológicas de las que Arturo había podido explicarle tan sólo una mínima parte, pero ya con eso había bastado para dejarle impresionado, así que no tenía motivos para cuestionar las palabras del científico.

- No, no lo entiendes -repuso ante el comentario de Sloan, un comentario que no había comprendido en su totalidad, pero sí lo suficiente como para entender lo que había querido decir-. Poseo una especie de sentido del peligro que me avisa cuando algo va mal. No puedo explicarlo mejor, pero... ¡arg!

Un gran dolor le atravesó cuando el sacerdote hundió sus dedos místicos en su magia y comenzó a retorcerla y moldearla como si se tratara de arcilla, tratando de arrebatarle el control. Podía sentir su presencia en su interior, su odio, corrompiendo la esencia de su magia y haciendo que se volviera en su contra, como tentáculos ávidos por aplastarle a él y a sus compañeros entre sus zarcillos demoníacos. Dolía, dolía terriblemente mientras se esforzaba por luchar contra él, por impedir que continuara corrompiendo su magia, por salvar a los demás.

Desde algún lugar le llegó la voz del sacerdote, un sonido tan frío que era capaz de helarle el alma. Le hablaba de su señor y ponía de manifiesto la maldad que habitaba en él. La esencia demoníaca destacaba ahora claramente para el mago mientras aquella voz sibilante dibujaba ecos en su mente.

Arión gritó cuando la oscuridad logró abatirse sobre él y engullir su magia, pervirtiéndola por completo. No había podido resistir el poderoso embite de las energías místicas de aquél enemigo y había perdido el control sobre su poder. El escudo se había vuelto negro, y ahora que había sido vencido les aplastaría sin remedio a menos que deshiciera el hechizo, cosa que hizo, quedando de rodillas en el suelo, conmocionado por el dolor y con el rostro cubierto de sudor por el esfuerzo realizado.

- Nunca... había sentido algo así -musitó, alzando la mirada para clavarla en el hombre que había hablado-. Nunca nadie había utilizado mi magia en mi contra. Tu señor es poderoso... eso tengo que admitirlo. Pero no volveré a cometer el mismo error.

Y poniéndose de pie, descargó un rayo de energía plateada contra el que parecía ser el líder del grupo, arrojándolo hacia atrás. Podría haber utilizado el hechizo de "misil mágico", que afectaba a varios blancos a la vez, pero habría necesitado de más tiempo para pronunciar las palabras del conjuro, y quería asegurarse de que el hechicero no tenía tiempo de reaccionar ante su ataque. No pudo comprobar si lo había matado o no, porque de repente, uno de los cultistas dio un paso al frente y desapareció en su propia sombra. Sólo gracias a su sentido del peligro pudo reaccionar a tiempo arrojándose al suelo cuando reapareció detrás de él y trató de decapitarle con una espada que había aparecido de repente en su mano, logrando únicamente cortar una parte de su capa. Arión rodó sobre sí mismo en el polvoriento suelo, extrajo de la funda la katana que le había regalado Chian, se incorporó aprovechando el impulso, y atravesó a su enemigo hasta que la punta de la espada emergió por detrás. De una patada en el cuerpo de su víctima liberó el arma y se volvió, describiendo un sesgo horizontal que destripó a un segundo cultista que se había aproximado con las manos imbuidas en alguna clase de energía oscura. Las habilidades de Arión con la espada eran espectaculares; no en vano había tenido como maestra a la mejor guerrera de toda la Atlántida: su mujer.

Por desgracia, la fuerza bruta no era algo en lo que destacara especialmente, como quedó demostrado cuando un nuevo cultista reapareció en el lugar dejado por su compañero, trazando un arco descendente con la espada en que se había convertido su brazo y golpeando con increíble potencia el acero que sostenía el mago, que no fue capaz de sostenerlo y terminó en el suelo. El cultista atacó de nuevo con implacable velocidad, y a Arión no le dio tiempo más que a apartarse para evitar una herida fatal, pero la espada le dejó un surco sangriento en el pecho, haciéndole tropezar y caer.

El cultista alzó de nuevo la espada, dispuesto a terminar el trabajo. Tiempo. Era lo que el hechicero necesitaba para lanzar sus conjuros. Y sus enemigos no parecían dispuestos a proporcionárselo.

- Vamos, una especie de instinto animal que te dice si alguien te mira mal mientras sostiene una arma oculta por ejemplo, lo tengo... hey, ¿te pasa algo?

Obviamente, le pasaba algo, porque se dobló del dolor (¿gases?) y la esfera de magia que les rodeaba y les protegía se tornó de un color oscuro (¿algo más que gases?). Una extraña voz les habló desde nadie sabe donde, pero les advertía de dos cosas: la primera que serían incapaces de pararles a ellos o a su dios, lo cual seguramente sería muy posible si éste llegara a despertarse (Sloan conocía demasiado bien lo que eran capaces de hacer esos Dioses Exteriores, aunque no lo recordara). La segunda, y por ello menos importante, que podía manipular la magia del mago a su voluntad (¿de verdad era menos importante?).
El escudo cayó, y se vieron desprovistos de defensa. Por ello, y antes de que los tipos con túnica se les lanzaran encima y los envolvieran en alguna especie de táctica rollo "la pinza" o "el macarrón", Sloan se separó del grupo y esperó que el resto se dispersara también. No estaba atento a lo que iban a hacer sus actuales compañeros ya que él mismo tenía sus propios problemas en forma de sectarios armados. Uno de ellos cargó contra el imperturbable Sloan con un cuchillo. El moreno puso la mano en medio, y la hoja traspasó la carne y los cartílagos, provocando una mueca de dolor en su rostro.

- Tío, ¿en serio? ¿Un puñal? ¿Estás de broma? - El sectario aprovechó el momento para sacar de debajo su túnica un brazo convertido en algo parecido a una hacha con cadena cárnica. - Estás de coña. - Lanzó la susodicha arma contra la cabeza de Sloan, el cual se agachó, levantó la diestra y el sectario gritó de dolor cuando su carne fue cortada por las garras que había hecho crecer el moreno con sus propios dedos. - Éste truco también me lo sé.

El sectario soltó el cuchillo, regenerando su miembro amputado. Sloan se quitó el cuchillo de la mano, tejiendo la herida cuando algo le chocó contra la espalda. Notó un fuerte golpe, y luego como ésta le picaba. Por encima de sus ropas, durante un momento sus runas brillaron con una tenue luz verde parduzca. Tan solo fue un instante pero lo suficiente como para que el sectario que le había lanzado una descarga de energía oscura se quedara atónito al reconocer un simbolismo parecido a los símbolos de su propio dios. Habló en una lengua extraña con una voz para nada humana. Sloan le entendió.

- Vaya... así que sabes de donde vengo, ¿eh? - El sectario desapareció en su propia sombra, así como el del brazo amputado. No parecían tener ganas de enfrentarse a él. En eso que aprovechó el momento para dar un vistazo a la situación, y vio al mago en problemas. Corrió hacia su dirección, saltó y cargó una patada doble contra la espalda del sectario, doblándolo de forma antinatural y cayendo ambos contra el suelo. - ¡Ouch!... vale, eso ha dolido... Ayyyy.... mi espalda....

Arión aprovechó la oportuna intervención de Sloan para recoger su espada y seccionar la cabeza del sectario moribundo mientras se encontraba en el suelo, haciendo que una lluvia de sangre salpicara el rostro del moreno, que se encontraba a su lado. La cosa se complicó cuando el cuerpo de Richards los envolvió a los dos junto con el cadáver decapitado y comenzó a saltar por la zona, tiñendo de rojo las paredes de la improvisada esfera y haciendo que sus involuntarios pasajeros perdieran el equilibrio y rebotaran descontroladamente en el interior como si se trataran del contenido de un vaso de cocktail.

Arión estaba muy sorprendido. No había detectado poder mágico alguno en aquél hombre, y de hecho, de sus palabras había podido deducir que se trataba de un científico, como Tony Stark. ¿Cómo demonios había conseguido transformar de esa manera su cuerpo? Se trataría de algo que tendría que preguntarle más adelante, porque de momento, tenían asuntos más graves con los que lidiar: un terrible monstruo que parecía surgido de la peor de las pesadillas se dirigía hacia ellos, con unos tentáculos que le recordaban a los de la criatura demoníaca a la que había tenido que enfrentarse en la Atlántida, y con decenas de gimientes rostros humanos distribuidos alrededor del tronco. Era una visión horrible.

Arión no lo dudó un segundo; aprovechando que el ser se encontraba aún a cierta distancia de ellos, realizó una serie de gestos en el aire y de sus manos surgió una columna de fuego que impactó de lleno en el tronco de la criatura, prendiéndola en llamas. Las bocas de los rostros se abrieron en estridentes chillidos cuando el fuego se extendió hasta ellos, y los tentáculos se arrojaron para atraparlo y descuartizarlo. Arión los sorteó, no obstante, haciendo una vez más gala de su increíble rapidez. Con la espada en ristre, corrió hacia la criatura, cortando o esquivando los tentáculos que trataban de impedirle el paso, y clavó profundamente la katana en el mar de rostros ardientes.

¿Agitar las cosas? Las bolas de los dispensadores de llaveros se agitan menos que el dúo formado por Arión y Sloan, sin contar al tío muerto que tenían entre los dos. Como una coctelera los tres (contando el muerto) se convirtieron inevitablemente en un batido de cuerpos, sangre y trocitos pequeños y asquerosos que salían del cadáver y se le pegaban a uno en la ropa. ¡DIOS, QUÉ ASCO! Aunque peores cosas se han visto, y en eso Sloan puede sacarse una buena lista de "cositas asquerosas que le alegran el día a uno".
Reed dejó de rebotar y abrió la jaula de goma. Sloan, mareado como seguramente estaría Arión, se levantó como pudo y se miró de arriba a abajo, cubierto de sangre. Ni que se hubiera acercado a una T-Rex con la regla. Se sacudió las manos, las piernas... incluso la cabeza para quitarse la mayor cantidad posible de sangre antes de que se secara.

Pero podría ser peor: podría ser el único cubierto de sangre y, no era el caso.

Y hablando de situaciones peores... al parecer le habían tocado la gaita al amo de un zoológico monstruoso porque de repente apareció ante sus narices una criatura que de adorable no tenía nada. El moreno levantó la mirada según la criatura se alzaba ante ellos y agitaba los tentáculos como uno de esos muñecos hinchables que bailan y saludan como idiotas.

- No me lo digáis: viene a por nosotros, ¿no? Parece que somos... importantes - bromeó el moreno antes de que la criatura volviera a agitar los tentáculos, pero ésta vez hacia ellos.

Sloan saltó a un lado, volvió a saltar para esquivar un tentáculo que le venía de atrás, y se agachó para evitar que su cabeza se convirtiera en una bola de bolos. Aquella criatura era gigantesca, pero rapidísima. En un despiste uno de los tentáculos le hizo volar varios metros a la izquierda, cayendo con fuerza contra el suelo. Tenía el brazo izquierdo roto y varias costillas, pero las tejió rápidamente para volver al ring. Ese golpe le valió para que su cuerpo calculara la fuerza del bicho, con lo que sus músculos se reprodujeron de forma interna, se endurecieron. Necesitaba un cuerpo que pudiera resistir los embistes mientras Arión hacía su magi..... ¡ARIÓN!
El moreno corrió hacia el mago al ver que unos cuantos tentáculos iban a por él desde atrás. Saltó, agarró uno, agarró otro y pisó un tercero, evitando así que le atacaran por la espalda.

- ¡Quieto, bicho! ¡Deja que te destrocemos con calmaaAAAAAAAAAAAAAAH! - Al parecer, la fuerza no era suficiente porque los tentáculos que tenía agarrados lo alzaron por los aires. El tercero quedó libro y volvió a atacar al mago, mientras que el moreno volaba de una punta a otra sin soltar los tentáculos.

El súbito ruido a su espalda le hizo mirar tras él a tiempo para ver cómo el moreno le salvaba la vida... por segunda vez, arriesgando la suya en el proceso.

- ¡Quieto, bicho! ¡Deja que te destrocemos con calmaaAAAAAAAAAAAAAAH!

Los dos tentáculos que había tenido sujetos lo elevaron por los aires mientras el tercero se dirigía velozmente hacia él. Arión lo cortó sin esfuerzo y, volviéndose rápidamente hacia Sloan, lanzó dos proyectiles mágicos que sesgaron limpiamente los apéndices que lo sujetaban. El moreno empezó a caer, pero Arión cruzó las dos manos por encima de la cabeza y creó un lazo místico de color verde que lo recogió en el aire, depositándolo con suavidad en el suelo. Para entonces, ya Reed había terminado de inmovilizar a la criatura, que no pudo hacer más que consumirse en las llamas entre chillidos escalofriantes hasta que por fin no quedó nada...

- Parece que me equivoqué al juzgarte -le dijo a Sloan ofreciéndole su mano-. La primera vez que te vi creí percibir en ti una inexplicable sensación de malestar, pero ahora veo que tu alma es noble, y me harías un gran honor si me aceptaras como amigo. También usted, señor Richards... -añadió volviéndose hacia el científico-. Su ayuda ha sido incalculable, y realmente me gustaría saber...

Una voz de tinieblas comenzó a oírse entonces, recitando unos extraños salmos extraídos de algún libro olvidado en el albor de los tiempos, y una densa oscuridad se materializó finalmente ante ellos. Arión descargó sus rayos, uno tras otro, sin conseguir el menor efecto, así que decidió probar con otra cosa. Si el ser que les atacaba estaba hecho de oscuridad, quizá su Némesis pudiera hacerle frente, de manera que invocó un hechizo de luz y su cuerpo entero comenzó a resplandecer con fuerza, ahuyentando las tinieblas.

¡FIUUUUUUUUUU! ¡SLASH! ¡CHACK! ¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!

Sloan cayó y cayó cuando los tentáculos de la criatura fueron cercenados, pero algo parecido a un lazo verde lo rodeó y lo sujetó en el aire, haciendo que cayera con menor velocidad hasta tocar el suelo. Le sorprendió que alguien lo salvara ya que siempre se había valido por si mismo para sobrevivir a una caída como esa (lógico, siendo un ser que se tejía a si mismo cuando lo herían). Más se sorprendió cuando el tipo que lo ayudó, el mago en cuestión de melena castaña le dijo que "tenía el alma noble".

...

..

¿Se puede tener el alma noble? Es más, ¿alma, él? Bueno tal vez sí al tomarse la explicación de "alma" de otra forma que no fuera la parte espiritual de una persona, sino aquello que compone su personalidad. Si fuera así, vale. Había escuchado que uno podía ser noble, y también el metal podía ser noble. Ahora resulta que también el alma.

- ¿Amigos? Por mí vale pero yo de tú no me desprendería tan deprisa de esa sensación de malestar: te podrías llevar una desagradable sorpresa - guiño, brazos en jarra y plano hacia su sombra. Eso habría quedado bien en una película, ¿ves?

Cuando la criatura desapareció el que vino a decirles hola resultó ser aquel que estaba tras las sombras, manejando los hilos: el sacerdote supremo auguró el moreno al verle y escucharle, recitando unos augurios que había escuchado mil y una vez dentro de su cabeza y allá donde la luz no llegaba. Sloan sonrió como si acabara de encontrar la llave que abre la puerta de su casa, la cual permanecía cerrada durante muuucho, mucho tiempo. Se acercó al sacerdote, y éste se convirtió en sombras.

- Otra vez con esas... - Cuando al fin había encontrado a alguien que... en fin... Sloan se puso en guardia, esperando el ataque del sacerdote que vendría en cualquier momento y desde cualquier lado. El mago de cabellos castaños se cubrió de luz, o eso parecía. ¿Intentaría hacer desaparecer las sombras?

¿La llave? ¿Eras? Arión miró a Sloan. Había notado algo extraño en él desde el principio, un asomo de inquietud, un halo de malestar que no se podía explicar, y ahora empezaba a entender por qué. Los sellos de su espalda debían de servir para mantener a buen recaudo lo que fuera que albergara en su interior. Arión había tenido experiencias similares en el pasado, y había aprendido a las malas que lo que había sido sellado no debía ser liberado bajo ningún concepto. Él se encargaría de eso.

Se acercaba la prueba final, aquella que pondría a prueba sus poderes y habilidades, y no podían fracasar, de modo que decidió utilizar uno de sus conjuros más poderosos.

- ¡Cubridme! -gritó una vez más a sus compañeros mientras él se recubría con un conjuro de protección y se concentraba en el Sello de Sigmar, un pequeño anillo que estaba continuamente cambiando de forma y le permitiría cambiar la suya a voluntad, siempre y cuando le dieran el tiempo suficiente para ello.

El fragor de la batalla se desarrolló a su alrededor mientras sus compañeros se enzarzaban con la criatura, hasta que logró reunir el poder suficiente para comenzar el cambio y su cuerpo comenzó a crecer y a crecer hasta adoptar la forma de uno de los dioses primigenios, tan alto o más que aquél ser.

Arión se lanzó entonces a por la criatura, avanzando por el terreno devastado por el fuego de sus anteriores conjuros, utilizando los tentáculos para inmovilizar la lengua del ser y sus extremidades y midiendo su fuerza con la suya.

Vale, eso SI que no se lo esperaba. Habría soportado cualquier cosa como un ataque por la espalda, que le apuñalaran mil veces, que le insultaran en mil idiomas... pero ver como la sombra de aquel tipo se alzaba con la forma de la Bestia de la Lengua Sangrante... Eso le descolocó, en más de un sentido. Dejó a un lado su posición defensiva y se quedó de pie, absorto, observando aquella figura magnífica y familiar. Una sonrisa se dibujó en una de sus comisuras. Sus ojos verdes chisporroteaban de emoción y añoranza, una sensación que hasta que no llegó a éste mundo no supo lo que era.

Fuera de todo pronóstico, la parte humana de Sloan quedó a un lado, oprimida por el ser exterior que era. Escuchó al mago decir algo pero no le entendió. Todos sus sentidos estaban puestos en aquella mole y avanzó. Avanzó dos y tres pasos. Avanzó hasta quedarse a una distancia poco recomendable, pero no le importaba. Sentía su total atención, aunque no fuera con buenas intenciones.

La sonrisa de Sloan se intensificó, hasta un punto fuera de lo común, retorciéndose hasta llegar a la sien. Su espalda brilló con un tono verde parduzco, y su cuerpo cambió sin que él lo dispusiera. Un manto sombrío cubrió su cuerpo. Una ola de oscuridad. Una voz, ronca, arrebatadora, terrorífica surgió de la garganta del moreno el cual ya no era el moreno: el manto se retiró y ante la bestia apareció un ser que representaba su actual yo.
La voz seguía hablando en un idioma totalmente imposible de descifrar. Era una lengua extraña y profunda, con el eco de mil voces. Sloan estaba retando a la gran bestia. Era una pelea más allá de lo físico, de lo astral. Era una pelea que tan sólo la ganaría aquel que pudiera elevarse por encima del otro.

Arión, con el tiempo de la pelea, tendría suficiente para terminar su hechizo, pero cuando lo terminara, ¿serían uno o dos los enemigos a los que tendría que enfrentarse?  

Siempre la misma sensación cuando se transformaba, como si estuviera hundiéndose en alguna especie de vacío sin fondo, alejándose de la luz para sumirse más y más en una oscuridad ingrávida. Y siempre la misma sensación de pánico al principio, cuando no era capaz de identificar su propio cuerpo. Se hundía cada vez más... al fondo... No sentía nada... y se hundía...

Finalmente la transformación se completó, y Arión surgió de la crisálida de magia que le había mantenido envuelto para encontrarse con un panorama perturbador... No había sólo un monstruo ante él, sino dos... Y se enfrentaban entre sí. No le costó demasiado localizar la peculiar firma energética de Sloan en uno de los monstruos, pero parecía diferente, cambiada, más... poderosa y salvaje... ¿Se habrían roto los sellos de contención? Esperaba por todo lo sagrado que no, pues no sabía si sería capaz de enfrentar a dos criaturas de semejante poder a la vez. ¿Dónde estaba Richards? La visión de semejante espectáculo debía haber supuesto todo un reto para una mente científica como la suya, que quizás tardara algún tiempo en asimilar, si es que no le enloquecía primero.

Trató de buscarle con la mirada para protegerlo de los efectos de la batalla entre los dos leviatanes, pero antes de que pudiera localizar su escondrijo, un torbellino surgió inesperadamente en el desierto, engulléndolos en aquél vórtice de energías mágicas desencadenadas hasta aterrizar en un lugar extraño y desconocido que se encontraba imbuido de la poderosa energía de los dioses y algo que conocía muy bien... Caos.


Un sinfín de criaturas indescriptibles les rodeaban; mujeres con cola de serpiente, seres que parecían hechos enteramente de humo, otros de rasgos reptilianos, algunos de extremidades tan finas que parecían arañas, figuras humanoides de cuyos cuerpos brotaban extraños apéndices, y un sinfín de otras aberraciones que parecían sacadas de la peor de las pesadillas. Sin embargo, no detectaba peligro, y habían vuelto a reunirse con el otro grupo. Al parecer, la situación estaba bajo control...