[Mini-evento] - Esto hace que Vietnam parezca Kansas - La caza del Dragón (Arturo) [16-08-18]

La nave llevaba en orbita varios meses, desde que había sido arrastrada allí desde la colisión, algunos estaban preocupados por lo ocurrido, pero la mayoría solo vieron nuevos horizontes de caza, la raza humana solo había servido como entretenimiento o como preparación para los más jóvenes, era cierto que en ocasiones había habido accidentes y el cazador había muerto, pero el riesgo era insignificante... hasta ahora.

Unos cuantos incluso hablaron a favor de partidas de caza, pero los ancianos lo consideraron excesivo, finalmente se acordó una decisión entre los ancianos, se tomarían algunas presas y regresarían para informar de los cambios en este sector.

El más viejo eligió primero, de todas las presas disponibles eligió la que consideró más peligrosa, como era habitual en estas reuniones hubo conflicto, algún comentario hiriente acerca de la virilidad por la elección de una presa demasiado débil, o incluso acerca del orden de elección ya que había varios aspirantes a una posición superior a la que ostentaban.

Uno de los aspirantes eligió al Dragón como su presa, algunos pensaban que estaría por encima de sus posibilidades, pero el aspirante confiaba en sus habilidades y en las armas que usaría en esa caza, era uno de los mejor equipados de su categoría y demostraría que podía pertenecer a una superior.


Su sistema de camuflaje le ocultaba de la vista de su presa, que caminaba sin tener ni idea de lo que se le venía encima, preparó el dardo tal como lo había hecho muchas veces mientras aprendía las técnicas a usar contra este tipo de bípedos, si le inutilizaba una de las piernas no podría huir de él y podría prolongar la caza tanto como desease, la mayoría pensaban que no estaba bien disfrutar con el dolor de las presas, él pensaba muy diferente, disfrutaba cada golpe, cada corte y cada gota de sangre que les arrancaba antes de que finalmente se convirtieran en trofeos.

El dardo voló con precisión milimétrica y se incrustó profundamente en el gemelo de la pierna izquierda de Arturo, que casi cae derribado al sentir el pinchazo, instantes después el pequeño dardo detonó destrozando el músculo y los tendones del mutante, que no pudo evitar caer en esta ocasión mientras se sujetaba la pierna malherida.

Mirara donde mirara Arturo no veía rastro de su atacante, pero se sentía observado, vigilado, ¿cuanto tardaría en llegar el próximo ataque?

En el mediodía

El Depredador vio el vano intento de ocultarse de su presa mientras se acercaba a ella a través de la jungla, el anticuado dispositivo no tenía apenas efecto sobre la visión del cazador que dejo que su presa se refugiara en aquella construcción de piedra antes de su siguiente movimiento, se acercaría a él por otra entrada y … dolor, el joven Yautja casi cae del árbol al quedarse cegado por la pared de fuego que había aparecido de la nada.

Había sido un estúpido subestimando así a su presa, por suerte todos estarían en su propia cacería en este momento y difícilmente se percatarían de este pequeño error, de todos modos esto no alteraba sus planes, si una salida estaba bloqueada solo tenia que esperar que su presa intentara salir por otra, por lo que se desplazó rápidamente al otro lado del extraño edificio y esperó, ningún sistema de comunicación humano podría atravesar sus interferencias, luego su presa herida no tenía más opción que salir.

Siguió esperando y cometió su segundo error, al ver que su presa no salía se dispuso a buscarla, encontrándose demasiado cerca de su objetivo para un disparo limpio, disparó la pequeña ballesta revelando su posición a la presa, que consiguió evitar el impacto del dardo con facilidad, el cazador se retiró inmediatamente volviendo a la seguridad de los árboles, pero la presa ya estaría prevenida ante su camuflaje, con un fuerte gruñido se lamentó desde la espesura, le haría pagar a esta presa por humillarlo de este modo.

El joven Depredador comprobó el estado de su armadura, increíblemente ese humano había conseguido varios impactos, por suerte para él era muy difícil que una tecnología tan antigua perforase su coraza y aunque de cerca perdía efectividad su camuflaje le había puesto difícil al humano dispararle bien, si su presa se quedaba allí dentro la caza se alargaría innecesariamente y quedaría fatal ante el resto, estaba furioso y la presa pagaría.

Pero de nuevo había calculado mal, gorgojeó de placer al ver como su blanco salía cautelosamente de la edificación, amplió la imagen hasta tener en su campo de visión al humano, había guardado sus armas y sacado otra, de nuevo estaba preparado para el combate a corta distancia, pero aún era pronto para eso, si tuviera un lanzador de plasma la presa sería historia a estas alturas, pero su ballesta tendría que ser suficiente.

Analizó su ruta y lo esperó en un punto con buena visibilidad por donde el humano pasaría, lo dejo pasar bajo el y alejarse casi un centenar de metros, el limite del alcance efectivo de su arma, entonces disparo contra su brazo derecho, en el que portaba su arma, quizás había esperado demasiado, quizás el hecho de que la presa estuviera prevenida le había ayudado a evitar el ataque o podía ser simplemente que había subestimado la capacidad perceptiva de su blanco, el caso es que en el momento del disparo su presa se arrojó al suelo rodando y evitando su ataque, sacando sus pistolas en un rápido movimiento y disparando contra su posición.

De nuevo sus reflejos y agilidad aumentados por su armadura le evitaron recibir demasiados impactos y su armadura le protegió de los pocos que consiguieron acertarle, esta maldita presa le estaba dejando en ridículo... se acabó el juego, debía matarla entes de que la situación empeorase más, quizás no pudiera darle todo el dolor que se merecía pero no podía arriesgarse a fracasar en la caza.

El humano había agotado su paciencia, no parecía saber de donde le vendría el próximo ataque pero se movía erráticamente para evitar que pudiera trazar su ruta como antes, ademas había empezado a buscar cobertura de manera que cada vez era un blanco mas difícil para su ballesta, tomó el pequeño cilindro de metal que era su lanza y lo armó, recuperando su tamaño de combate de casi dos metros, esa presa sabría lo que es el dolor, él personalmente la había modificado para ser un arma aún mas temible de lo que ya era el diseño original.

Se aproximó de nuevo a su presa con facilidad, haciendo amagos para ponerlo más nervioso y provocarlo, para que cometiera un error, la presa derriba con facilidad dos arboles y los prende en llamas, cegándolo momentáneamente, pero esta vez el Yautja estaba preparado y cambió el modo de visión, las llamas apenas distorsionaban ahora y su blanco se veía bien definido tras ellas, lo que su presa creía que le protegería seria su perdición.

El Cazador descendió al suelo y se acerco siempre a cubierto por las llamas, sin hacer apenas ruido, cuando se encontraba tan cerca de los troncos que podía sentir el agradable calor del fuego calentándole se preparó para saltar, su presa vigilaba los arboles, pero no se esperaba un ataque desde esa posición, saltó a través del fuego y golpeó con la base de la lanza la pierna que le quedaba sana a su presa, quebrandola, y dándole una poderosa descarga de energía que hizo agonizar al humano de dolor y lo derribó al suelo, volvía a tener el control, no sería necesario matarlo rápido, de un nuevo salto desapareció de la vista y se internó en la jungla mientras su camuflaje se activaba de nuevo.

El entrenamiento de Arturo le permitió disparar de nuevo a la criatura a pesar del dolor y un gruñido le indicó que por una vez parecía haberle hecho algo, en estas condiciones no podría caminar, pero algo tendría que hacer si quería sobrevivir.

¿Qué hace  el lobo cuando está acorralado? Muestra sus colmillos y su agresividad aumenta, por lo tanto es más peligroso, entonces, ¿Qué hace un dragón acorralado? Muestra sus mejores trucos y su fuego se vuelve más intenso.

Su presa no reconocía la derrota, no tenía ya ninguna posibilidad pero aún así seguía resistiéndose a morir, estaba creando un infierno de llamas a su alrededor lo que impedía la visión normal del Cazador, y si cambiaba el sistema de su máscara podía lanzarse por error hacia el fuego, una cosa era atravesar algo de fuego y otra muy distinta abrazarse a un tronco ardiendo, el joven Depredador no sabía como actuar, normalmente las presas en ese estado solo deseaban que todo acabara rápido y él podía disfrutar alargándolo, pero en este caso era al revés, quería terminarlo cuanto antes y el humano se resistía, dejándolo en ridículo, su grito de frustración recorrió el bosque.

Cambiar secuencialmente de visión le permitía ver a su blanco y no arriesgarse con el fuego, aunque era algo lento y mareante no tenía muchas más opciones, así se acerco a su presa, quedándose muy quieto, comprobando todo antes de cada movimiento, confiando en su sistema de camuflaje para mantenerle oculto... un nuevo error.

Caminando despacio se acercó a su presa con la lanza preparada para asestar un golpe mortal, pero no tuvo en cuenta el humo, su camuflaje le volvía transparente pero el humo destacaba contra su silueta, Arturo concentró entonces lo que le quedaba de energía en una poderosa llama azul que golpeo en el pecho al alienígena, derribándolo cuando estaba lanzando su terrible arma, el Depredador cayo al suelo en llamas y huyó a toda velocidad de allí, temiendo por su vida, había quedado deshonrado, tendría que soportar las burlas de sus superiores, descendería de posición, pero en esos momentos solo quería huir, solo le preocupaba su supervivencia.

Arturo mientras tanto yacía apoyado junto a la roca, con la lanza de la criatura atravesándole el hombro izquierdo profundamente incrustada en la piedra tras él, sin fuerzas casi para moverse, perdiendo sangre por sus múltiples heridas, al borde de la inconsciencia, pensando que iba a morir, una pequeña vibración en su bolsillo le trajo de nuevo a la realidad, sin apenas fuerzas para otra cosa sacó su comunicador, transmitiendo una señal de auxilio a cualquiera que pudiera recibirle, sumiéndose después en el olvido.

OFF:

Dalae salió del laboratorio, decepcionada. Había seguido el rastro de los científicos que habían creado a Superpredador, pero todas las pistas conducían a ese edificio perdido en la selva birmana. Estaba todo destrozado, y se habían llevado todos los documentos sobre el proyecto que desarrollaban ahí. Aparte de las mesas y sillas viejas, los archivos llenos de telarañas y los instrumentos de laboratorio rotos, no había nada de interés. La selva había reconquistado el territorio que los midgardianos le habían quitado al construir allí, y las lianas y plantas trepadoras pujaban por demoler las paredes: Los muros estaban agrietados, y no tardarían en venirse abajo. Pero Dalae no estaría ahí para verlo. Una vez fuera, volvió al estrecho camino que se abría paso por la maraña de árboles. Seguramente lo habría abierto un animal salvaje, porque salvo ese edificio, esa zona seguía aún virgen. Fuera como fuera, las fieras no eran un problema para ella, precisamente.

Tendría que volver con las manos vacías a la Base, y Superpredador seguiría siendo un misterio viviente. Habían averiguado más cosas sobre él, pero aún quedaba mucho por descubrir. Tantas cosas por hacer, y tan poco tiempo para todo... Dalae podía vivir muchísimo más que cualquier mortal, pero a veces parecía que el tiempo se aceleraba. De un día para otro, ese mundo cambiaba completamente sin que nadie pudiera controlarlo. Era otro ritmo de vida.

Pero ella tenía que centrarse en el aquí y en el ahora. Oía con claridad los cantos de los pájaros de la jungla, volando entre los árboles altos como edificios. Estaba sumida en la penumbra que sus copas creaban, atrapando la luz del sol antes de que siquiera rozara el suelo desnudo. Sabía por donde debía volver a la ciudad para salir del país son dejar rastro de su presencia, así se encaminó hacia allí en silencio.

De hecho,había demasiado silencio. Ya no se oía a los pájaros, y el viento le trajo el olor del humo. Fuego. Ese concepto la sacó de sus pensamientos de inmediato. Un bosque en llamas siempre era un lugar peligroso, y más para alguien como ella. Iba a dar media vuelta para dar un rodeo y evitarlo, pero entre el crepitar de las llamas escuchó un sonido extraño. Era un ruido penetrante y desagradable, como de interferencias en un comunicador. Podía ir a investigar, pero... No quería arriesgarse para nada. Llevaba el mínimo de ropa imprescindible sobre el cuerpo para evitar el calor de la zona, así que podría soportar mejor el ambiente del incendio. Además, no le costaba nada echar un vistazo aéreo, por si acaso. Con un ruido como de cristales rompiéndose, formó un par de alas de pájaro sobre su espalda y se elevó en el aire. Tuvo que dar unas cuantas piruetas para esquivar las ramas y las lianas, pero al final llegó a una zona donde la maleza no era tan tupida.

Un buen trozo del terreno ya había sido pasto de las llamas, que rugían hacia el cielo, aún hambrientas. Entre el mar rojo, amarillo y dorado, sin embargo, pudo distinguir algunas lenguas de fuego azul. ¿Serían fuegos fatuos? Era poco posible, pero podía ser. Cuando se acercó algo más, observó que había una zona donde y no había fuego. Debía de ser el origen, porque todas las plantas estaban ya devoradas por el incendio, que se había propagado tras quemar esa zona. Planeó por encima, sin dar crédito a sus ojos. Había un cadáver. Estaba apoyado en una piedra, y estaba atravesado por un objeto alargado. Como un buitre, pasó por encima, dudando si descender, cosa que finalmente hizo.

Apenas levantó polvo al posarse sobre la hierba carbonizada. Y cuál fue su sorpresa al acercarse al cadáver, que parecía que había sido despedazado por una fiera salvaje. La lanza no lo había atravesado totalmente, como Dalae había pensado en un principio, sino que había destrozado su hombro. A un par de metros, lo reconoció: Era Arturo, el mutante con el que se había cruzado un par de veces. Habían sido aliados cuando los dioses hindúes los convocaron, y se habían visto de vez en cuando. ¿Qué le había pasado?

Pero lo primero es lo primero: El chico había perdido mucha sangre, no tardaría en morir si nadie se lo impedía. La hechicera examinó con cuidado el arma que sobresalía algo menos de dos metros del cuerpo del mutante. No parecía algo creado por las personas, ni mucho menos, o eso parecían indicar los relieves del asta. No podía desincrustarla de la roca así como así: Quizás lo lograra, pero tardaría demasiado. Tenía que haber alguna manera de quitarla. Los símbolos no eran runas, sin embargo, pasó la mano sobre ellos, por si reaccionaban a la magia. No reaccionaron, pero lo que si descubrió fue que si tocaba uno de ellos, la lanza se transformaba en un cilindro metálico de unos 30 centímetros de largo.
Arturo se derrumbó en el suelo, totalmente inconsciente, salpicando aún más el suelo de sangre. De fondo, se oía el crepitar de las llamas que se alejaban, empujadas por el viento. No dejaba de ser irónico encontrar a un dragón a punto de morir entre su propio fuego, pensó mientras se sentaba en el suelo. Apoyó con cuidado la cabeza de Arturo sobre su regazo, y extrajo de su cinturón un pequeño frasco de cristal.

En el interior se podía ver un líquido dorado, brillante como el sol. Le había costado bastante reproducir artificialmente la poción de la cueva de los elementales de Washington, pero merecía la pena. Aunque seguía actuando más lentamente de lo que debería, por supuesto. Destapó la botella, y vertió su contenido entre los labios del tuerto que palidecía por momentos. Al cabo de unos segundos, sus heridas dejaron de llorar sangre. En contra de toda lógica, el fluido vital empezó a retroceder. Los ríos escarlata volvieron a las heridas de donde habían salido, incluso la sangre que había manchado la ropa de Dalae o se había perdido en la tierra. Las lesiones se cerraron, muy lentamente, y Arturo tardó varios minutos en empezar a respirar con regularidad. Estaría varios días inconsciente todavía, y puede que tardara mucho más en encontrarse totalmente repuesto. Claro que, cuando despertase, ella ya no estaría allí. Aunque ya no había peligro en esa zona, el calor seguía siendo demasiado para ella, y no podía permitirse quedarse con él hasta que abriera los ojos de nuevo. Bueno, el ojo, mejor dicho. Pero la cuestión es que creó una figura de hielo para que lo llevara a una construcción cercana, que también había resultado dañada en el combate. Dejó junto al herido una bolsa con comida y agua para que tomara algo cuando recuperara la consciencia. No sería capaz de cazar por sí mismo, y solo faltaría que muriera de hambre. Cuando terminó, firmó su obra: Se quitó un flor del pelo y la dejó sobre el pecho de Arturo. Los pétalos, de color blanco inmaculado, se mancharon un poco de sangre. Volviendo a crear unas alas sobre su espalda, caminó hacia el exterior para alzar el vuelo de nuevo.

OOC::