Sucesos ( Vanquishers ) 12-11-2018

OOC:

Dalae había estado a punto de morir varias veces a lo largo de su (para ella corta) vida. Más que varias, muchas. Pero sabía que lo que Loki le daría sería cualquier cosa menos una muerte rápida e indolora. No, eso era todo un privilegio, uno al que no tenía derecho en ese momento. Si por algo se preciaba su maestro, aparte de por su afilada lengua y su magia, era por su vasta creatividad, siempre paralela a la crueldad de sus acciones en esos casos. Si sobrevivía a aquella noche, seguiría siendo útil para continuar el juego del dios, aunque el castigo sería doloroso. La visible satisfacción que Loki había sentido momentos antes se había disuelto en una expresión de ira. Ya daba lo mismo lo que hubiera descubierto, el plan de el Mentiroso se había visto distorsionado, por su culpa. Y eso, por lo que sabía Dalae de su señor, era algo intolerable. El ambiente se cargó de magia, como la electricidad que se nota en el aire cuando está a punto de desatarse una tomenta. En un parpadeo, la joven y el encolerizado príncipe quedaron a un palmo de distancia el uno del otro.

Ella se mordió el labio, nerviosa. No iba a gritar, se prometió a sí misma. Pero no ocurrió nada. Loki se apartó, relajándose de nuevo, pero ahora sus facciones se habían tornado serias y pensativas. Por su parte, la cabeza de Dalae trabajaba a toda velocidad, buscando el modo de adivinar lo que pasaría a continuación. ¿Tendría que ir a dar caza a quienes la habían visto? Eso sólo podía dar problemas, más que soluciones.

-Esa estúpida organización Omega puede ponerte en peligro...

Ella prefirió no responder a aquello. Si cumplía los encargos de Omega era por hacer honor al acuerdo al que habían llegado ese grupo de villanos y Loki. Lo cual no significaba ni muchísimo menos que ella sintiera la menor simpatía por ellos o sus "ideales". O intento de ideales: Conquistar el mísero mundo de Midgard era una meta pobre bajo su punto de vista. No era nada comparado con los mundos que se extendían más allá. Pero un trato era un trato: Ella simplemente estaba allí donde se la necesitaba, y además se beneficiaba de tener a unos aliados poderosos cubriéndole las espaldas. Era toda una pena que esa misma Omega no tuviera las espaldas cubiertas contra su supuesto aliado.

Dalae pudo sentir como la realidad se convulsionaba ligeramente sobre la mano derecha del dios, quien usó sus poderes para crear una pulsera de dos vueltas de cuentas verdes. Brillaba, con esa luz especial que tienen todos los objetos mágicos a los ojos de quien sabe apreciarlos. Ya sabía lo que tenía que hacer: Extendió mansamente la mano, para que él pudiera colocarle la joya con comodidad.

-Mientras lleves esto podrás cambiar tu aspecto. La próxima vez que te vean esos dos hombres serás alguien totalmente diferente para ellos... Pero ten cuidado, la pulsera es frágil y alguien podría quitártela si no vigilas.

-Le daré buen uso. -Deslizó sus dedos sobre las pequeñas esferas del color del jade. Aún estaba calientes al tacto, recién forjadas. Miles de planes diferentes bullían dentro de su mente. Ahora, podía ser cualquiera. Eran tantas las posibilidades... Y así podría pasar ante las narices del mismísimo Thor con total tranquilidad. Por último, dirigió su mirada hacia el lugar nde se encontraba el embaucador. Suspiraba, como meditando sobre las últimas noticias que habían llegado a su conocimiento. Nuevos soldados con una nueva misión, nuevos detalles de ese nuevo mundo... Todo tenía que ser tenido en cuenta para predecir y cambiar el destino.

-Espero que no vuelvas a fallarme, Dalae.

-No lo haré, mestro."...por la cuenta que me trae", pensó.-Por otra parte, no es lo único que ha hecho Omega en este tiempo. También han estado bastante interesados en la zona conocida como Estados Unidos. Hace no demasiado, tuvimos una pequeña misión en su capital, Whasington.-Dalae procedió a contar con todo lujo de detalles lo sucedido el día en que Lex Luthor dio su discurso en la capital de su país. País al que trataba de convencer para que se le permitiera gobernar durante unos pocos años. Pero en poco tiempo, las cosas podían cambiar, y mucho.

- A partir de ahora vas a informarme de cualquier cosa que hagas para esa organización Omega. Quiero saber dónde estás y qué haces en cualquier momento, así que dejaré nuestro vínculo telepático abierto. Pero ni se te ocurra llamarme para tonterías, ¿de acuerdo? No toleraré ningún pequeño fallo más... - dijo el viejo dios de las mentiras, con la cólera aún retumbando en su voz.
 
La furia de Loki se apaciguó, y Dalae pudo sentirse algo más tranquila. A pesar de lo molesta que había resultado para su maestro, no lograba entender si en realidad hacía todo aquello porqué se preocupaba por ella o porqué un trato mantenía su peligrosa alianza. Loki era el rey de las mentiras, y fuera cual fuera la verdadera razón, nadie jamás la sabría. Ni siquiera él mismo.
 
Cuando la aprendiz le explicó los acontecimientos políticos que ocurrieron en Washington, Loki Laufeyson no pudo evitar soltar una carcajada.
 
- Entiendo... - dijo para sí mismo - al parecer a la organización Omega también le gusta jugar un poco con sus aliados... Bien, continúa con tu labor con ellos, estaré esperando a que den el siguiente paso...
 
- Si no necesitas nada más, me marcharé a seguir con mis asuntos. Buenas noches, Dalae...
 

Y tras aparecer la singular humareda verde que siempre acompañaba a Loki, éste desapareció entre el humo y la magia. Dalae se quedó sola en la base de los Vanquishers, a tiempo para meditar todo cuanto había sucedido aquella noche...

Tener el vínculo siempre abierto era algo realmente incómodo para Dalae. Significaba que en cualquier momento y lugar, su mente podía ser leída como un libro por ese ¿hombre o dios? Ya era difícil decirlo, pues tenía un poco de ambos, y a la vez no era ninguno de ellos. La cabeza de la chica era un lugar muy frecuentado,  por desgracia para ella. Entre las constantes intrusiones de Raden, y ahora esto, la privacidad de la aprendiz de Loki había quedado tirada por tierra. O más abajo aún, por el sótano o así. Suerte que no tenía nada que ocultar, de momento.

-No habrá más fallos, Loki.-Apenas un susurro brotó de de los labios de Dalae. No hacía falta alzar la voz para oírse entre ellos. De hecho, a veces la hechicera pensaba que hablaban en voz alta por pura costumbre, pudiendo comunicarse en silencio. Podía resultar inquietante, pero sin duda era más práctico para mantener secretos. Aunque si su maestro gritaba, ella podía pasarse un rato con dolor de cabeza, lo cual no era demasiado agradable.

Sin embargo, cuando mencionó a Omega, su actitud cambió radicalmente a una especie de híbrido entre cautela, meditación y... ¿Preocupación por ella? Las dos veces que la organización terrorista había sido nombrada, el embaucador había reaccionado de manera extraña. Por una parte, le pedía que siguiera en su posición, como si no le importara; pero por otra, le aconsejaba que tuviera cuidado.

-Nada más de momento. Las cosas van lentas en Midgard para ser un mundo tan vivo... Buenas noches.-Sabía de sobras que preferiría por encima de todo algún trabajo en otra dimensión, pero si la necesitaba allí, por algo sería. Normalmente, Dalae era puesta al corriente de esa clase de planes pocos días antes de su ejecución, cuando no unos minutos: Por supuesto que no sabía todo lo que le gustaría. Cuando el humo disipado, una neblina blanca ocupó su lugar. Raden salió de ella, bajo la mirada de odio que Dalae le dedicaba. El maldito cobarde.

-¿Qué? Siempre me dices que te dé algo de intimidad.

-Te dije eso, no que huyeras como un gallina en cuanto vieras algo serio.-Respondió ella, con un bufido. Con amigos así, quién necesita enemigos...