"Si quieres dirigirte a mí, solo podrás hacerlo de un modo, llámame.. Arcade."
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- ¡Estúpidos villanos, siempre queriendo hablar de sus estúpidos logros! - Me quejé con rabia mientras observaba con atención desde mis cámaras de seguridad todas y cada una de las habitaciones de mi mansión, pues hoy era una noche especial, la noche de mi cumpleaños, donde las sorpresas y las felicitaciones vienen de la mano. Todos esos villanos habían venido para celebrar este día especial conmigo, pero les conocía demasiado bien y sabía como me consideraban, sabía que todos ellos me creían inferior tan solo por crear un juego donde la supervivencia era la base y la inteligencia el motor. No tenía superfuerza, ni era superveloz, no necesitaba esas tonterías cuando me bastaba con mi gran ingenio para aplacar y destrozar los sueños y esperanzas de todos los superhéroes. Pero fallaba, siempre lo hacía, esa era mi cruz durante toda mi vida. Por más ingenio que pusiera, por más empeño que le diese a las cosas, todo fallaba porque averiguaban el modo de salir de mi MurderWorld, y eso me desquiciaba.
- Pero que le voy a hacer, he de ocuparme de toda esa chusma como anfitrión que soy. Hoy podré escucharlo todo, saber que piensan de mí, que hablan a mis espaldas esos desagradecidos. - Sonreí con ganas mientras tomaba aquel último café con hielo que uno de mis drones me había portado hasta mi butaca de visualización de cámaras. La mansión era un lugar heredado por mi, por un hombre que nunca se lo mereció, que nunca debió tener todo esto, pero que mas da.. mi padre me lo dejó en herencia en su día, y ahora ya no podría reclamármelo. Tan solo si tuviese la habilidad de resucitar y salir de su propia tumba. Terminé de acomodarme la pajarita y salí a escena, causando estallidos de pirotecnia y sonidos estrambóticos. La gente rápidamente suspiró, en una queja generalizada por tener que aguantarme. Los odiaba, igual que ellos me odiaban a mí. Sus burlas, sus gestos, sus opiniones.. todo ello me asqueaba de cada una de esas personas, ninguno se podía comparar mentalmente conmigo. Una panda de brutos de medio pelo, calaña que no valía nada y.. ¿me ridiculizaban por el hecho de que perdía siempre?. No podía permitirlo.
- ¡Bienvenidos a mi aniversario, una noche de júbilo y festejos, una noche para no olvidar! - Por supesto que no lo harían, estaba claro que no pasaría ni un solo día en el que no olvidasen aquel aniversario por mi parte. Las luces de neón se iluminaban por completo, todo el mundo parecía aburrido y agotado cuando tan solo habían pasado 5 minutos desde mi aparición. - ¿Os aburrís? ¿Cansados de estar aquí? Tranquilos, tengo la solución para ese problema en tan solo un sencillo paso. - Mi cara cambió por completo y la sonrisa que esbozaba con motivo de una felicidad por un cumpleaños, se transformó en una mueca de sonrisa malvada, siniestra y horrible. Saqué de mi bolsillo un botón, rojo y brillante como la sangre y acto seguido lo presioné, accionando lo que vendría justo a continuación.
Todos los drones que controlaba, todos los robots a mi servicio que estaban actuando de agentes de seguridad, de cámaras de vigilancia, de sirvientes para las copas y los canapés, se accionaron con una mirada roja y penetrante, activando sus comando y lanzándose por completo contra aquellos villanos de medio pelo que se encontraban en mi velada. Mi sonrisa se convirtió en una carcajada que casi bien parecía eterna ante la atenta mirada de todos ellos. No hice ningún gesto más, tan solo me dí la vuelta y desaparecí entre las cortinas del escenario principal, mientras mis robots se encargaban de tapar las cabezas de todos aquellos invitados a mi cumpleaños.
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Sentado en mi butaca observaba la situación. Un lugar nuevo para todos ellos, un lugar que no podrían lograr entender en su total extensión, pero que a simple vista les sería fácilmente reconocible, un simple y asqueante bar de carretera. Un motel de los que no valen nada, eso era lo que todos ellos podían ver. Apreté el botón de mi intercomunicador desde la base donde me encontraba, dirigiéndome a todos ellos por las cámaras que les enfocaban. - Damas y caballeros, jóvenes de todas las edades, sean bienvenidos a mi espectáculo, a mi show, donde nadie sale con vida. - Mi risa se entremezcló con mis palabras mientras aquellos tipos me increpaban e insultaban como habían hecho durante todo este tiempo a mis espaldas, tan solo que ahora lo hacían de frente, demostrando que no eran más que escoria. - Decíais que no era capaz de ganar nunca, no? Veremos si vosotros me hacéis perder esta vez. El juego amigos míos, no importa lo más mínimo. Lo que importa siempre.. es ganar, no importa el método o el modo. - Apagué el intercomunicador, dejándolos por unos segundos a libertad de sus pensamientos mientras yo les miraba, moviendo la cucharilla en el nuevo café que me había traído mi dron. Parecían buscar el modo de entender todo aquello, buscando la forma de salir de allí. Era una buena opción, así que quise ser benevolente, echándoles lo que para ellos creían que era una ayuda.
- Buscáis salir, pequeños perdedores? Os daré una pista. En esta habitación, hallareis un botón que os abrirá una puerta que da al segundo nivel. ¿Conseguiréis hallarlo? Buena suerte. - Apagué el botón de comunicación y permanecí expectante, para ver si caerían en mis palabras. Uno de ellos lo hizo, dando de lleno y con increíble facilidad con el botón que yo había citado. Rápidamente presionó el botón con rabia, mirando el suelo y esperando que aquella puerta se abriese. Lo que no se dio cuenta, fue como una inmensa bola de hierro caía a toda velocidad directamente contra su cabeza, estampando su cuerpo de lleno contra la pared, causándole una muerte instantánea. Me puse a reír, golpeando los reposabrazos de la butaca de una forma casi bien enfermiza. Me agarré el cabello con mis manos, con mis guantes y encendí de nuevo el comunicador, mientras la gente se encontraba atónita. - ¿No os lo había dicho? Lo importante es ganar, no importa el método. Las trampas, amigos míos, siempre están permitidas. - Por unos segundos no dije nada más, pues mis risas se oían de una forma casi bien estridentes mientras la gente buscaba quitar la bola de entre aquel tonto, o lo que quedaba de aquel cuerpo machacado por el golpe. Volví de nuevo a hablar. - Damas y caballeros, es un honor para mí presentar, mi nueva y mejorada, MurderWorld. El único lugar donde nadie, absolutamente nadie, sale con vida. ¿Vosotros seréis los vencedores? ¿O lo seré yo? Veremos a ver como salís de esta. Os veo en el nivel 2, si es que llegais con vida allí... - Y tras aquello, apagué el botón, cerrando aquel ciclo de frases y esperando ver que harían de ahora en adelante. Tenía todo por la mano y ninguno de ellos volvería a ver la luz del sol con vida. Era sumamente excitante, demasiado incluso. Me encantaba vivir así.