Biohazard [20/06/2019] (Jese)

El sonido insistente del timbre penetró en su cabeza como un taladro, despertándole del estado cuasi comatoso en el que le había sumido la bebida. Al principio estaba extremadamente desconcertado. No sabía dónde estaba, ni en qué posición, ni por qué experimentó ése vértigo tan extraño al levantar la cabeza. Lo primero que averiguó fue ésto último. Se había quedado dormido a los pies de la cama con la cabeza medio colgando por el borde. Bien. Seguida a ésta vino la segunda revelación: se había quedado dormido boca abajo, claro, y, al incorporarse pudo ver también que estaba completamente desnudo. Por lo que se veía la noche anterior se había quitado la ropa de cualquier manera antes de derrumbarse sobre la cama, y ésta yacía desparramada por todo el suelo y por encima de los muebles de la habitación. Lo siguiente que descubrió fue que le dolía la cabeza. Mucho. Aunque esto casi que lo había descubierto ya cuando el timbre empezó a sonar, sólo que no lo había registrado hasta ahora.

Que, por cierto, el timbre seguía sonando, y una sensación de apremio se unió al intenso dolor que le taladraba la cabeza. No tenía tiempo de buscar los pantalones, así que se envolvió como pudo en la sábana, casi tropezando en el proceso y a punto de abrirse la crisma contra el suelo (lo cual no habría contribuido en nada a mejorar su jaqueca), y, a trompicones, llegó frente a la puerta y la abrió.

- ¿Ha pedido una pizza familiar extra grande de piña con aceitunas negras y masa quemada? -inquirió el repartidor que había al otro lado.

- ¿Piña con...? -repitió el predicador, tratando de procesar la pregunta como buenamente podía-. ¿Y la masa... quemada...?

- Oiga, ¿ha pedido la pizza o no? No tengo todo el día -le espetó de malas formas el repartidor.

- ¡No! O sea... -se rascó la cabeza, dubitativo-. ¿Sí? No lo sé, no me acuerdo... Eh... -ante el olor que procedía de la pizza, el estómago le rugió dolorosamente-. Oh, qué diablos... pase, voy a buscar el dinero, pero antes tengo que encontrar los pantalones... -dejando la puerta abierta se adentró en la habitación y empezó a buscar, pero no era fácil porque toda su ropa era negra, y cuando estaba toda hecha un gurruño era difícil de diferenciar-. ¿Dónde diablos los habré puesto? Joder, espero que no me hayan robado... -musitó para sus adentros agachándose para mirar debajo de la cama.

El repartidor emitió un silbidito por lo bajo al observar el desastre y la nada desdeñosa cantidad de botellas de alcohol vacías que había tiradas entre la cama y el suelo.

- Caray, amigo. Se ha debido montar una buena fiesta. ¿Cuál fue la ocasión?

- Una amiga murió hace unos días -replicó el predicador con aire ausente. Acababa de encontrar los pantalones y estaba hurgando en el bolsillo trasero para pescar la cartera.

- Oh, vaya, lo siento -respondió el chico-. Son 20 con 50, amigo.

- ¿20 con...? Está bien, está bien... Perdona, no suelo pedirme pizzas familiares para mí solo, supongo que estaría muy borracho cuando la pedí. Aquí tiene.

- Vale, perfecto, que la disfrute. Y mi pésame una vez más por lo de su amiga. ¿De qué murió? Si no le molesta que pregunte...

- Oh, no, para nada... Murió asesinada. Le pegaron una paliza y la dejaron para que se la comieran los animales salvajes.

¿Qué coño estaba pasando? Una de dos, o el alcohol le soltaba la lengua que lo flipas, o más bien hacía que todo le importara un carajo. Se inclinaba más a pensar lo segundo. Lógicamente el chico abrió mucho los ojos, pero Jesse tardó unos segundos en darse cuenta de que no le estaba mirando a él... sino a algún punto a su espalda.

Una desagradable sensación de tensión y alerta le trepó por la espina dorsal erizándole los pelos de la nuca. ¿Eran los hombres del gobierno? ¿Habían averiguado que él también tenía poderes y ahora venían a por él? En situación normal se habría vuelto con suma presteza, pero, aunque lo intentó, fue como intentar moverse en el fondo de una piscina. Pero no sólo su cuerpo estaba demasiado aletargado para reaccionar, sino que también su cerebro estaba todavía demasiado confundido por el alcohol como para procesar lo que veía a un ritmo normal.

¿Quién o qué era aquél tipo? ¿Por qué llevaba un traje tan hortera? ¿Qué hacía en su habitación? ¿Por dónde y cuándo había entrado?

Y, por encima de todo...

¿Por qué emanaba una peste tan espantosa del baño?

El aturdido cerebro de Jesse había sacado una conclusión en claro: el tipo del disfraz de payaso no iba a por él, pero aún no sabía quién narices era ni qué cojones quería. Una vez constatado que él no parecía estar en peligro y que al tipo le encantaba el sonido de su propia voz, decidió dejarle hablar para ver si sacaba algo más en claro, y, aprovechando que ninguno de los dos le estaba prestando atención, sacó unos calzoncillos limpios de la maleta de viaje y se los puso junto con los pantalones.

- Epa, un momento -le hizo un gesto al repartidor antes de que sentara en la silla para retirar el resto de su ropa de allí-. Perdona, colega, pero no tengo plancha y cuando se arrugan las camisas es una jodienda. Además, sólo tengo una chaqueta. Vale, ya está, podéis continuar, no os cortéis por mí...

El repartidor se sentó y el mercenario continuó su monólogo mientras Jesse se abotonaba la camisa negra y se ajustaba el alzacuellos, sin darse por aludido con lo de la sensibilidad millennial. Tampoco contestó cuando le ofreció quedarse, limitándose a mirarle con expresión neutra mientras se colocaba la chaqueta y se tomaba unos segundos para quitarle las arrugas resultado del mal trato que le había dispensado la noche anterior. Deadpool se dio la vuelta entonces, seguramente asumiendo que el sacerdote no supondría ningún peligro, pero justo cuando estaba sacando un gigantesco cuchillo del cinturón, Jesse le atacó por detrás con una de las botellas vacías, estrellándosela inclementemente en la cabeza.

- ¿Qué os pasa en éste jodido universo que andáis todo el tiempo matándoos entre vosotros? Y yo me quejaba de lo podrido que estaba el mío. ¿Es que no has oído hablar del quinto mandamiento? -viendo que el mercenario aún se retorcía tratando de levantarse volvió a atizarle de nuevo con la tranquilidad de quien azuza leña en la chimenea-. «Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal»´. Mateo, capítulo 5, versículos 21 al 22.

El tipo aún se removía en el suelo. El predicador consideró la posibilidad de rematarlo clavándole los restos de la botella rota en el cráneo, pero no podía matarlo sin tener antes suficientemente claro lo que estaba ocurriendo. Dudaba mucho que el asesino de la cara tapada y el uniforme repleto de armas fuese inocente, pero después de ser el mejor amigo de un vampiro había aprendido a no juzgar a nadie por las apariencias. Sin embargo lo que no estaba dispuesto a permitir, ante la duda, era la muerte de otro inocente, así que se volvió hacia el repartidor y le instó a que se marchara.

- Vamos, lárgate de aquí, corre. Yo le entretendré. ¡Vamos, vamos!

No tuvo que decírselo dos veces. El asustado chaval se puso de pie como un resorte y salió corriendo y aullando por el pasillo. Jesse cerró la puerta tras él y se interpuso en el camino de Deadpool con los restos de la botella rota en la mano y una expresión muy seria en el rostro.

- Muy bien, "Santa"... No sé cómo serán las costumbres en tu casa, pero en la mía, cuando alguien entra de repente a matar a otro sin motivo aparente no se le permite hacerlo como si nada... -se detuvo un momento, pensativo-. Bueno, no quería decir en mi casa, casa, ¿sabes? Era una forma de hablar. En mi casa en realidad sería justo lo que habrían hecho. Menuda zorra era la abuela... Pero ya me entiendes, ¿no? -elevó la botella rota adoptando una postura de combate que parecía dejar claro que sabía lo que se hacía-. ¿Qué clase de cura sería yo si dejara que cualquier chiflado fuera por ahí matando inocentes? Uno no demasiado bueno, ¿no crees?

No tenía miedo a la pistola. Estaba mentalmente preparado para activar Génesis en el momento en que le viera realizar cualquier amago de utilizarla.

Algo iba terriblemente mal.

Por lo general, cuando alguien recibía una herida tan espantosa como la que el mercenario acababa de obtener, la reacción normal y lógica era aullar de dolor, soltar la pistola y caer al suelo sujetándose el miembro herido.

Pero el tipo que tenía delante no hizo ninguna de esas cosas. Se quedó mirándose el muñón con cara de gilipollas (o lo que habría sido cara de gilipollas de no tener la máscara puesta, ya me entendéis). Ésto Jesse lo habría podido entender achacándolo al shock del momento, pero lo que ya no podía entender fue que su primera reacción fuera volver a tratar de dispararle.

Jesse repitió la misma orden. No le gustaba recurrir a Génesis, pero no le quedaba otra si su vida corría peligro, y, hasta donde sabía, aún no podía esquivar balas. Tampoco le gustaba recurrir a medidas así de extremas sin estar seguro de la inocencia o culpabilidad de la otra persona, pero su máxima solía ser que si el de delante estaba tratando de matarle, entonces cualquier reacción por su parte estaba justificada. Su vida o la suya, era así de simple.

Pero entonces sucedió algo que aún era más extraño. No sólo volvió a dispararse en un pie que había empezado a... ¿regenerarse? Sino que sacó la otra pistola para apuntarle de nuevo.

- ¿Pero es que eres imbécil o qué? -exclamó, frustrado, antes de repetir la misma orden.

Y, como si quisiera confirmar dicha teoría, en ésta ocasión elevó las dos armas hacia él.

- Tira las pistolas por la ventana -exclamó, exasperado-. Tal vez así dejes de intentar automutilarte.

El tipo obedeció, pero, entonces, se llevó la mano a la katana que llevaba a la espalda.

- ¿De verdad? Ok, ya me he hartado, vas a meterte esa espada por el...

Las palabras murieron en su garganta cuando la hoja se detuvo a escasos milímetros de la misma. Jesse se alegró de no haber tenido tiempo de encenderse un cigarro, porque, de haberlo hecho, ahora mismo estaría en el suelo por la impresión. Escuchó las palabras del mercenario con ojos desorbitados, pero, si bien él había cometido un error, el de Deadpool fue, como era habitual, hablar demasiado. Quizás una experiencia así habría bastado para impresionar a cualquier otro, pero el predicador se había visto en situaciones al borde de la muerte tantas veces que se recuperaba muchísimo más rápido de lo que era de esperar. Deadpool no había terminado de formular la última frase cuando ya Jesse se había echado instintivamente hacia atrás para apartarse del rango de alcance de la espada, agachándose por debajo para desviar el antebrazo que sujetaba el arma, y, mientras con la mano izquierda le sujetaba el triceps hacia abajo, con la derecha empezó a asestarle un puñetazo tras otro en el mentón al mercenario, sin cuartel, finalizando con una brutal patada en la entrepierna que le hizo desprenderse de la espada, que cayó al suelo con un tintineo metálico. Jesse la apartó de una patada y volvió a adoptar postura de combate, interponiéndose entre el mercenario y la puerta de salida.

Sus movimientos habían sido increíblemente rápidos y precisos. Estaba claro que sabía utilizar sus puños y que tenía alguna clase de formación de combate, bastante rudimentaria en apariencia, pero, si tenía que juzgar en base al dolor de huevos que tenía en aquél momento, altamente efectiva también.

- No sé qué es lo que eres -musitó con actitud muy seria-. Al principio de mi llegada a éste mundo habría pensado que eras un vampiro, pero he conocido suficientes bichos raros en Omega como para no sacar conclusiones. Seas lo que seas, si piensas que voy a permitir que le hagas daño a un inocente sin motivo, estás muy equivocado. Me he pasado la vida combatiendo abusones como tú. Si quieres seguir luchando, adelante, pero pórtate como un hombre y usa los puños para que podamos estar al mismo nivel.

Jesse había ido acumulando niveles de frustración bastante elevados desde la muerte de Gray, y no le vendría mal una buena pelea para desfogar.

Quizá era justo lo que necesitaba.

Para ser sinceros, Jesse había reaccionado antes de notar que Deadpool estaba empezando a apartar la espada. Para continuar con la sinceridad, era cierto que el mercenario de todos modos se había detenido antes de cortarle la garganta, por lo que asumir que no pretendía matarle habría sido algo coherente. Pero para ser completamente sinceros, todavía tenía la cabeza algo aturdida por la resaca y por el festival de detonaciones que había tenido lugar justo antes, que no le habían ayudado en nada. Y, para qué engañarnos, Jesse no se fiaba de nadie y, aunque hubiera sido capaz de hilar todo lo anterior posiblemente su respuesta habría seguido siendo la misma. Es lo que tiene cuando te crían tres psicópatas como Jody, T.C. y la jodida abuela, que terminas asumiendo lo peor de todo el mundo, y posiblemente era la razón de que siguiera vivo porque, por desgracia, el universo no solía demostrarle que se equivocaba.

Excepto cuando se presentaba ante él en la forma de un tipo rarísimo vestido de condón gigante en un día de regla que se retorcía en el suelo sujetándose los cojones mientras gritaba no sé qué acerca de un pederasta.

Y, entonces, dijo algo que fue capaz de atravesar la capa niebla y estupor que enturbiaba su cerebro.

- ¡Hey! No estas solo ahí dentro, yo se bien lo que es eso.

Jesse se quedó petrificado, temiendo durante un tiempo absurdamente largo que se estuviese refiriendo a John Wayne. Después cayó en que debía de estar refiriéndose a Génesis... ¿verdad? Tenía que ser Génesis, porque nadie más que él podía escuchar o ver a John Wayne. Bueno, antes sí, cuando estaba vivo y eso... Y bueno, ahora también en las películas de la tele, pero ya me entendéis... Desde que se murió y tal venía a ser como algo suyo bastante particular, y no se lo había contado jamás a nadie, ni a Tulip, ni a su madre, ni a Sasha, ni a Gray, por lo que era total y absolutamente imposible que aquél perfecto desconocido lo supiera.

Pero... tampoco debería ser capaz de saber lo de Génesis... ¿o sí?

Jesse no sabía qué le daba más miedo, si que se revelara la verdadera naturaleza de su poder o que alguien descubriera finalmente lo que llevaba toda la vida temiendo y le confirmara que, efectivamente, estaba como un cencerro.

Lo que dijo después ayudó a hacerle salir de su ensimismamiento. Hasta tal punto que después de lo de Angie More una neblina roja muy diferente a la anterior enturbió su visión y ya no escuchó nada más.

- Podrías haber empezado por ahí -dijo en tono gélido-. Por lo que he podido deducir te regeneras rápido, ¿verdad? Como un vampiro. Salta por la ventana; podrás pillar al cabrón antes de que se escape, y así de paso recuperas las pistolas. Yo le seguiré por las escaleras y le cortaré la retirada. ¡Vamos, vamos! Ya habrá tiempo para formalidades -dijo, recogiendo la katana de Wade del suelo y abriendo la puerta de la habitación-. ¡No creas que voy a olvidar eso que has dicho de que sabes que tengo algo dentro!

Por alguna razón sonó un poco a amenaza, pero tanto si se refería a John Wayne como a Génesis, las dos perspectivas eran aterradoras. Pero no había tiempo ahora; las prioridades eran las prioridades, y si lo que había dicho aquél chiflado era cierto, entonces había una niña pequeña que necesitaba ayuda y un hijo de puta que necesitaba que le metieran una espada por el culo. Así que echó a correr por el pasillo tras los pasos del pizzero.

Afuera se escuchaban sirenas. Los numerosos disparos que habían sonado minutos antes en la habitación debían haber alarmado a los inquilinos, que habrían terminado llamando a la policía.

Mierda. Jesse no podía permitirse que el conocimiento de su poder llegara a oídos del gobierno. Se estremecía sólo de pensar lo que alguien como Luthor podría hacer con él.

De no llevar una katana en la mano, y de no haber un pederasta a la fuga, posiblemente se habría hecho un facepalm, pero en aquellas circunstancias simplemente se limitó a poner los ojos en blanco antes de echar a correr cuando el mercenario decidió atravesar la pared en lugar de la ventana.

Llegó a la planta baja del hostal justo en el momento en el que el repartidor trataba de retroceder para escapar del supuesto zombie, chocándose con él y su katana.

Jesse podía entender la reacción del pobre desgraciado ante la apariencia de Deadpool, pero él estaba demasiado acostumbrado a lidiar con situaciones semejantes como para que le afectara. Una vez había quedado establecido que el tipo se regeneraba, ya era algo con lo que estaba muy familiarizado. Jesse había tenido que cargar con los restos destrozados de Cassidy en infinidad de ocasiones, y en cierto momento había tenido incluso que coserle la cabeza al cuerpo con aguja e hilo él mismo cuando la loca de la secta de Nueva Orléans le había decapitado con una katana muy parecida a la que acababa de caérsele de la mano. Deadpool no le había confirmado si era o no un vampiro, pero debía deducir que no, porque el sol brillaba en el cielo y no estaba ardiendo. En cualquier caso, desde luego fuera lo que fuese tenía que tratarse de una mierda muy similar.

Jesse no era tan estúpido, o tan ingenuo, como para tragarse de primeras lo que un desconocido cualquiera le contaba, pero tampoco podía permitirse poner en riesgo la vida de un niño ante la menor sospecha de que pudiera haber algo de verdad en la acusación del mercenario. Por lo general evitaba usar siempre Génesis, recurriendo a ella sólo en casos de extrema necesidad. La vida de un niño era algo sumamente importante, pero Jesse creía ser capaz de sonsacarle al tipo la información que necesitaba sin tener que activarlo.

Ignorando las tonterías de Deadpool, se puso de pie y, sin el menor signo o palabra de advertencia, clavó la katana en la pierna del repartidor. Éste empezó a aullar, pero Jesse rápidamente se inclinó sobre él, cubriéndole la boca con la mano para impedirle emitir sonido alguno. Una mano callosa y endurecida por el trabajo en el campo, y condenadamente fuerte para un tipo de su constitución.

- Vigila que no venga nadie -le dijo a Deadpool antes de volverse de nuevo hacia el pizzero, que tenía el rostro contraído por el dolor-. Voy a hacerte una pregunta, y la voy a hacer una vez. Si la respuesta no me satisface, volveré a clavarte la espada, pero ésta vez en las pelotas, ¿lo has comprendido?

El chaval asintió, con los ojos desorbitados por el terror y la cara cubierta de sudor frío.

- ¿Tienes a Angie? -nuevo asentimiento de cabeza-. ¿Dónde? Voy a apartar la mano, pero más te vale no gritar o te meto la katana por el culo, ¿entiendes? Asiente si has entendido.

Al recibir el gesto esperado, el predicador apartó lentamente la mano y esperó a que el delincuente hablara.

- Está en... en... mi casa... A las afueras del pueblo... Puedo llevaros hasta allí...

Jesse desclavó la katana y se incorporó de nuevo, agarrando al pederasta del cuello para levantarle también. Con un gesto brusco se lo lanzó a Deadpool para que lo sujetara.

- Tengo la pick up aquí al lado. Puedo llevaros -ofreció-. Así después podemos llevar a la niña a donde haga falta.

Jesse pasó en rápida sucesión de la incomprensión a la incredulidad, de la incredulidad a la lividez más absoluta, y después, en un extraño mecanismo de defensa, a la ira más absurda.

- ¿Pero de qué estás hablando? ¿De qué...? -pero Wade no sólo no se callaba sino que se acercó para seguir susurrándole en el oído, trayendo al sacerdote al borde de la exasperación-. ¡No lo puede ver nadie! -exclamó para que se callara-. No lo puede ver nadie, ¿de acuerdo? -repitió, mirando ansiosamente a su alrededor para asegurarse de que no estuviera realmente allí y se hubiera vuelto loco del todo-. No está, ¿de acuerdo? Nunca aparece si hay más personas.

Pero qué... ¿ahora lo estaba admitiendo? ¡Arg! Se llevó una mano a los rizos de la frente, exasperado. Se había puesto nerviosísimo de repente, pero aquello era... Era la primera vez que... Se dio un disimulado pellizco para asegurarse de que todo aquello era real y que no se encontraba todavía en la cama del motel durmiendo la mona de la borrachera. Tras asegurarse de que efectivamente estaba despierto, apoyó las manos sobre los hombros de Deadpool y le miró fijamente para atraer su atención y que se callara un instante.

- No sé cómo demonios... Cómo has sabido... ¿Quién te ha contado...? -no. mal. No podían habérselo contado porque no lo sabía nadie. Cerró los ojos un momento para recuperar la compostura y tomó aire, serenándose-. No vamos a volver a hablar de ésto mientras esté este tipo aquí -dijo señalando al pederasta-. Y, oh, créeme... No soy la clase de cura que inspira a nadie a ir a misa... Más bien todo lo contrario. Dios... -empezó, soltando al mercenario para abrir la portezuela de la furgoneta-. Dios es un verdadero y auténtico cabronazo. Y sé lo que digo, le he conocido en persona -dictaminó justo antes de desaparecer dentro del coche y cerrar con un portazo.

Aguardó a que el mercenario terminara de "instalar" al pederasta en la caja del vehículo tamborileando con nerviosismo sobre el volante, y lo único que hizo al escuchar los berridos de Andrew fue ajustar bien el espejo para ver lo que estaba haciendo y gritar:

- ¡Eh! ¡Cuidado con la carrocería que no gano para reparaciones! ¡Y me lo vas a llenar todo de sangre, tío!

- Sabes que ese John Wayne no es él ¿verdad? -continuó el mercenario una vez se hubo sentado a su lado en la furgoneta, señalando con el pulgar por encima de su hombro-. Es algo así como una representación antropomórfica creada por tu mente.

- ¿Pero de qué cojones estás hablando? ¿Cómo...?

Por pura inercia miró por encima de su hombro y se quedó helado al descubrir allí al Duque recostado sobre el asiento trasero de la pickup, con los brazos cruzados sobre el pecho y el sombrero sobre los ojos para que no le llegara la luz del mediodía. Como si pudiera distinguir su expresión de espanto a través del recio material, alzó levemente el extremo inferior, lo justo para guiñarle un ojo y hacerle un gesto de que todo estaba bien con el dedo pulgar hacia arriba antes de retornar a su siesta. Jesse volvió a mirar hacia el frente, pálido como la nieve y con los ojos desencajados. El mercenario, a su lado, seguía hablando, y aunque lo escuchaba como algo muy lejano, fue capaz de registrarlo todo.

- Mi padre -musitó en voz muy baja cuando finalmente arrancó el coche, interrumpiéndole-. Las veía con mi padre cuando tenía dos años. Siempre se las arreglaba para colarme en el cine del centro, el que hacía reposiciones de películas antiguas. A mi padre le encantaba John Wayne... -le ardían los ojos. Dios, ¿qué estaba haciendo? Nunca le había contado eso a nadie... Espera... eso tenía que ser... Miró de reojo al mercenario con expresión amenazadora-. ¿Te estás metiendo en mi mente?

Volvió a mirar a la carretera cuando le dijo que girara a la izquierda, pero justo en ese preciso instante mencionó a Génesis y dio un volantazo. Deadpool tuvo que reaccionar rápidamente para volver a enderezar el vehículo y enfilarlo en la dirección correcta.

- A ver, no me puedo creer que te extrañe lo que te digo tío, al fin y al cabo están en tu cabeza no en la mía, en la mía ya somos demasiados así que ni pienses por un momento pasármelos ¿entendido? ¿ahora te importaría seguir conduciendo con normalidad y sin derrapes? O si ha de haber derrapes ¿te importa si grito ¡¡YIIIIIIIHAAAAA!! y disparo unos tiros al aire?

Ya estaban a las afueras del pueblo, y Jesse se salió de la carretera y aparcó en el arcén.

- Muy bien -dijo, haciendo un gran esfuerzo para mantener la calma al tiempo que ignoraba por completo los alaridos de Andrew-. Me vas a decir ahora mismo cómo estás haciendo lo que estás haciendo, y como me entere de que me estás leyendo la mente voy a...

El sonido de las sirenas de policía tras ellos le hizo enmudecer. Las luces parpadeantes se acercaban a toda velocidad. Evidentemente, lo de llevar a un tío claveteado a la caja abierta de una pickup pegando gritos mientras cruzaban el pueblo a toda leche haciendo eses a pleno día no había sido la más discreta de las opciones. Jesse maldijo para sus adentros y volvió a arrancar la furgoneta.

Podría usar Génesis sobre los agentes para que hicieran la vista gorda, pero si ya de normal no le gustaba hacer uso de su poder, especialmente ahora, con la ley de Luthor, debía ser especialmente cuidadoso. La gente siempre recordaba cuando usaba Génesis sobre ellos y no era difícil darse cuenta de que no era algo natural. Si quería vengar a Gray no podía aparecer en el radar tan pronto. Aún nadie le estaba buscando y necesitaba que continuara siendo así.

- ¡Espero que te guste Fast and Furious! -exclamó con una sonrisa salvaje apretando el pedal de aceleración a toda mecha-. ¡Tienes permiso para gritar y disparar al aire si quieres! ¡YUHUUUUUUUU!

Jesse apretó firmemente los labios al escuchar la sentencia del mercenario. Si el tipo realmente era un pedófilo... si realmente tenía a una niña indefensa encerrada en su casa... sería él mismo quien arrojaría la cerilla para prender fuego al vehículo. Y dependiendo del estado en el que encontraran a la niña, se quemaría con más o menos miembros encima.

A decir verdad lo sentía bastante más por el vehículo. No es que le tuviera especial cariño, pero no hacía ni tres meses desde que había tenido que comprárselo de segunda mano después de que el que había estado usando desde su llegada a Omega se había despeñado por el barranco tras su primer encuentro con el Ghost Rider. Joder, todavía no había terminado de pagarlo siquiera, y no podía decirse que le sobrara el dinero, precisamente.

- ¿De verdad es absolutamente necesario deshacerse de la furgo? -preguntó, alzando la voz para que se le escuchara entre el zumbido del viento y el estruendo de las sirenas-. Todavía la estoy pagando, tío. ¿No podemos, no sé, cambiarle la matrícula y pintarla de otro color como hacen las personas normales?

En sus años mozos, Jesse había sobrevivido robando coches de lujo para las mafias, así que sabía una cosa o dos acerca de mecanismos para hacer desaparecer automóviles. El problema era encontrar un garaje donde poder tunearlo, pero todo era posible con el suficiente tiempo y las suficientes ganas de partir mandíbulas en los entornos adecuados.

El mercenario continuó hablando y Jesse confirmó que no se trataba de ningún vampiro (cosa medio evidente por el hecho de estar por ahí de día y tal) sino, efectivamente, un mutante con poderes regenerativos como Gray. Bastante más bestias que los de Gray, a juzgar por lo que había visto. Y con cáncer inmortal. Vaya... a aquél tipo la vida parecía haberle jodido bastante más que a él...

- ¿Me estás diciendo que es el cáncer cerebral el que te hace ver al Duque? ¿Pero cómo puede ser si está en mi cabeza? Ni siquiera se había manifestado antes delante de nadie que no fuera yo... Ya no sabía si estaba loco, si era un fantasma, o qué...

No podía ver lo que estaba haciendo en el techo, pero cuando la katana atravesó la cubierta salpicó a Jesse de sangre en la cara. Además de terminar peligrosamente cerca de su cabeza.

- ¡Eh! ¡Un poco más de cuidado ahí arriba! -exclamó dando un volantazo con la esperanza de perder a los perseguidores.

Desde su posición privilegiada Deadpool podría ver que el tipo era todo un experto conduciendo, y que además parecía contar con una sorprendente experiencia en el tema de las persecuciones de coches.

Jesse sabía que, con el tiempo suficiente, sería capaz de burlar a los polis, pero Deadpool les ahorró una considerable cantidad del mismo al arrojar una cosa que explotó en la carretera, atrapando e inmovilizando los vehículos que les perseguían.

- Eso ha estado genial -dijo con aprobación cuando el mercenario regresó al interior de la cabina-. No me gusta matar polis si no es estrictamente necesario. ¿De dónde sacas esos juguetes? ¿Trabajas para el gobierno o para alguna entidad privada?

Si era lo primero estaba bastante jodido...

Volvió a hablarle de lo de prenderle fuego a la pickup, pero cuando iba a responder con nuevas objeciones le soltó el bombazo. ¿Qué clase de persona estaba dispuesta a pagarle un vehículo nuevo a alguien a quien acababa de conocer, le había obstaculizado la persecución y le había obligado en el proceso a meterse varios tiros?

La respuesta apareció en la forma de la radiante tarjeta blanca. No hacía mucho que el grupo había salido por televisión, así que el predicador reconoció de inmediato tanto el logo como el emblema del gobierno.

Joder, ¡los Thunderbolts! Los Thunderbolts eran la puta policía de Luthor en Nueva York. Estaba sentado en el coche al lado de un nazi. Un nazi que le había visto usar sus poderes y que de alguna forma incomprensible sabía de la existencia de Génesis.

De un súbito volantazo estrelló la pickup contra un árbol en el lado de la carretera que estaba junto a la portezuela de Wade, aplastándole. El impacto fue brutal; la luna delantera reventó llenándole de cortes la cara y los brazos, y la súbita explosión del airbag le dejó sin respiración, pero se las ingenió para cogerle al mercenario la pistola del cinto y apuntarle a la cabeza.

- ¿Te han enviado a por mí? Dí la verdad. Aunque puedas regenerarte, te aseguro que me bastaría una orden de Génesis para dejarte completamente muerto del todo.

- No sé de qué me hablas, colega -respondió Jesse sin dejar de conducir-. Pero créeme, si hay un gilipollas que nos observa desde lo alto para reírse de nuestras desgracias, ése es Dios. ¿Sabías que el muy capullo nos pone a propósito en situaciones de mierda para que la humanidad tenga que rezarle y recurrir a él? De esa manera se asegura de permanecer siempre vigente. Menudo hijo de puta, ¿a que sí? Y las únicas presencias que yo tengo en mi mente son las que incomprensiblemente ya conoces, y gracias al cielo. No tiene pinta de que lo tuyo sea muy saludable.

Después de la parada forzosa no parecía preocupado en lo más mínimo, ni por la amenaza ni por la situación en la que se encontraban. Jesse dudaba mucho que su poder no fuese a funcionar en su caso, considerando que podía afectar incluso a Dios y que había sido capaz de enviar a personas al infierno con él, pero no iba a entrar en discusiones de ése tipo con el agente del gobierno que podría considerarlo como una amenaza según las nuevas leyes. Si pensaba que Génesis era menos peligroso de lo que realmente era, mejor que mejor.

En cuanto a todo lo demás que dijo... sorprendentemente tenía bastante sentido.

Apartó ligeramente la pistola.

- Vale, te creo. Sé que tiendo a buscar siempre lo mejor en las personas, y he salido escaldado por eso en más de una ocasión, pero no puedo evitar pensar que eres un buen tipo. Quizá sea porque me recuerdas a un amigo que...

La súbita imprecación del mercenario le hizo mirar hacia donde el supuesto pedófilo intentaba escaparse cojeando. Jesse iba a lanzarse corriendo tras él, pero un súbito siseo pasó por su lado, peligrosamente cerca de su cara, y, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, Wade estaba sobre él, protegiéndolo con su cuerpo de la explosión repentina que había reducido a Andrew a cenizas.

Jesse miraba con ojos como platos lo que había quedado de la parte trasera de la pickup, el árbol y el desgraciado que había tratado de huir. Jesse tenía alguna que otra quemadura leve, pero la peor parte, con diferencia, se la había llevado Wade. Jesse observó cómo la piel quemada se regeneraba, recordando la vez en la que Cassidy había estado a punto de morir calcinado por intentar salvarle de la caída del avión en pleno día. Deadpool había hecho lo mismo... pero sin conocerle de nada y después de que él le hubiera amenazado varias veces.

Sumido en sus pensamientos, apenas escuchó lo último que le dijo.

- Mira, me caes bien -dijo mientras se incorporaba-. Sorprendentemente bien, a decir verdad. Mi padre me dijo antes de morir que no había que juzgar a la gente por su apariencia, sino por sus acciones. Y las tuyas hasta ahora parecen orientarse en la dirección correcta, pero no puedo correr riesgos. Lo que tengo dentro de mí... Es demasiado peligroso como para caer en las manos equivocadas. Nadie puede enterarse de que Génesis existe, ¿lo comprendes? -inquirió, mirándole seriamente a los ojos-. Nadie. Oye, una vez me estuvo persiguiendo una especie de culto de chiflados que pretendían convertirme en el nuevo mesías para establecer no sé qué mierdas del orden mundial. En las manos equivocadas, Génesis podría hacer mucho, mucho daño -volvió a levantar la pistola para apuntar al mercenario-. Necesito tu consentimiento para usarlo sobre ti y ordenarte que no le hables de ésto a nadie. Bueno... voy a hacerlo de todas formas porque el riesgo de no hacerlo excede las consideraciones morales, pero... bueno, me gustaría contar con tu permiso aún así, por eso del libre albedrío y tal. Verás, no me gusta obligar a la gente a hacer nada en contra de su voluntad, así que procuro no usarlo nunca, pero en ésto no puedo arriesgarme, así que... ¿cuento con tu permiso? Cuando me haya asegurado de eso podremos ir a rescatar a la niña, y puede que hasta te invite a tomar unas cervezas para celebrarlo después, ¿qué te parece?

Jesse le escuchó soltar el interminable discurso con una divertida y serena sonrisa en el rostro.

- ¿Te han dicho alguna vez que eres un tío súper raro? -inquirió-. Pero me caes bien, no sé por qué. Nosotros, los inadaptados, tenemos que permanecer unidos, ¿no? Sí, sí, lo pillo -añadió mientras se dirigían a la casa-. Créeme, conozco bien mi poder. Una vez me enfadé mucho con un gilipollas, le dije que se jodiera, se activó Génesis sin querer y se cortó la polla para metérsela por el culo. Otra vez le dije a un feligrés que estaba teniendo problemas con su madre que le abriera su corazón, y el muy animal se lo sacó del pecho. Tengo que decir que en ese momento ni siquiera sabía lo que era Génesis y lo que podía hacer, no hablemos ya de controlarlo. No ha sido fácil. Está bien, veamos... ¿qué te parece...? "No revelarás la naturaleza de mis poderes ni la existencia de Génesis ante nadie y sólo podrás hablar de ellos conmigo". ¿Bien?

La casa era bastante grande, una casa de verano a las afueras del pueblo. Jesse echó la puerta abajo sin mucha ceremonia y, tras un rápido registro, encontraron a la niña perdida encerrada en el baño. Estaba completamente desnuda y se tapaba con una toalla. Jesse estaba tan furioso que agradeció que el pizzero ya estuviera muerto, porque si lo hubieran llegado a arrastrar hasta allí no habría podido contenerse y habría terminado traumatizando aún más a la niña.

- Tranquila, la policía está de camino. Ellos se ocuparán de ti -le dijo a la pequeña, y, tras dejarla fuera al cuidado de Wade, cogió todo el alcohol que pudo encontrar en la casa y lo utilizó para prenderle fuego a la vivienda.

Fuera, Wade y la niña esperaban sentados sobre una piedra mientras las llamas se iban alzando más y más en el cielo.

- La policía anda cerca y no tardarán en venir cuando vean las llamas -le explicó a la pequeña-. Tienes que decirles lo que te ha pasado y que éste hombre te tenía prisionera -añadió, entregándole el DNI que había sacado de la cartera del tipo luego de interrogarlo-. Pero es muy importante que no les digas nada de nosotros, ¿de acuerdo? Nunca nos has visto.

El mercenario y él se quedaron vigilando desde una distancia prudencial hasta que llegó la policía, y, tras asegurarse de que la niña quedaría bien atendida y que no había absolutamente nada que pudiera conducir hasta ellos, dado que la furgoneta de Jesse había quedado reducida a cenizas, decidieron marcharse.

- Bueno, vámonos a ese bar. Te prometí una cerveza y yo necesito quitarme éste mal sabor de la boca. Quizá así podamos conocernos un poco mejor y me explicas lo de que no puedes morirte y eso.

Jesse fue repasando mentalmente en su cabeza cada nueva pregunta que le hacía Deadpool.

- Sí, puedo deshacer órdenes... formulando una orden nueva que impida a la persona hacer lo que estaba haciendo o realizar la tarea contraria. Lo segundo, la verdad, no lo tengo muy claro... pero antes de empezar a desvelarte todos mis secretos más profundos preferiría que nos conociéramos un poco más. Ya sabes, invitarme a una copa o algo primero -bromeó con un guiño.

Cuando Jesse volvió a salir de la casa, se quedó observando por unos minutos la actuación del mercenario ante la niña sin hacer ruido ni revelar su presencia. No sabía de dónde diablos se había sacado aquél disfraz o el gigantesco peluche, pero no cabía duda que estaba surtiendo efecto. Al escuchar las carcajadas de la niña, algo se removió en su interior. Estaba tan acostumbrado a lidiar con la violencia y con monstruos que casi había olvidado lo que era ser humano. Especialmente desde que había muerto Gray, era como si su corazón se hubiera vuelto de piedra, pero notó cómo se ablandaba al presenciar la escena. Y recordó que no todo era violencia. No todo era venganza.

Aquél condenado poder tenía que servir para algo bueno.

Se acercó hacia ellos y se arrodilló de nuevo ante la niña, acariciándole el cabello para tranquilizarla.

- Hey -dijo, mirándola a los ojos, y su voz comenzó a reverberar de aquella forma tan particular-. Cuando llegue la policía les contarás que Andrew Feen te tenía prisionera, pero que nunca llegó a hacerte nada. No te dejaba salir ni volver con papá y mamá, y sospechas que quería hacerte algo muy malo, pero has tenido mucha suerte porque conseguiste escapar antes. Lo que ha sucedido aquí no te afectará en tu vida, y jamás tendrás pesadillas ni con Andrew Feen ni con ésta cabaña, ¿de acuerdo?

La niña sonrió ampliamente, y Deadpool pudo ver cómo la sombra que había estado acechando en sus ojos desaparecía por completo, siendo reemplazada por auténtico alivio y completa alegría. La niña estaba mucho más tranquila cuando se marcharon, y Jesse sentía que había recuperado una parte del alma que creyó haber perdido tras la muerte de Gray. No le gustaba emplear Génesis sin permiso, y había aprendido que a las personas, por lo general, no les gustaba que les hicieran olvidar sus traumas, pues formaban parte de las experiencias que les habían convertido en quiénes eran. Pero aquella niña era demasiado joven, su viaje apenas comenzaba. Aún no tenía experiencias. No había tenido ocasión de disfrutar de la vida y Andrew no le había dejado elección tampoco. Tenía derecho a tener un desarrollo sano, a enamorarse, tener una relación normal, y, en definitiva, todas las oportunidades que a él le habían sido negadas.

Tenía derecho a ser feliz.

Pensaba en todas éstas cosas mientras se dirigían hacia el bar. No prestaba verdadera atención a las tonterías de Wade, pero tampoco le molestaban. De hecho, escucharle le hacía sentirse reconfortado en cierta forma. Un poquito menos solo.

- No sé quién es Thanos -respondió, sonriendo, acodado en la barra del bar mientras se llevaba la jarra de cerveza a los labios-. En el universo del que procedo no existían los mutantes, ni los metahumanos, ni los alienígenas, ni los supervillanos, y el único Dios que había era... bueno... Dios... Hasta donde sé, soy el único de mi universo atrapado en Omega. La Colisión no nos afectó a nosotros, simplemente, por lo que he podido deducir, Dios quiso deshacerse de mí y me arrojó aquí. He tenido que asimilar muchas cosas desde que llegué hace un año. Lo perdí prácticamente todo, aunque tampoco tenía mucho... Una chica maravillosa que me quería... A mi mejor amigo... Mi madre, a la que acababa de reencontrar después de pensar durante años que estaba muerta, e incluso mi perro -se encogió de hombros-. Háblame más de ti. ¿Quién eres y cómo acabaste al servicio del calvo? Ésto que estabas haciendo... Lo de cargarte al criminal sin juicio ni nada... -hizo un gesto con el dedo-. Es altamente ilegal. Pero trabajas para el gobierno, ¿no? -enarcó una ceja.