Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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Martha R.
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Martha R.


Bando : Neutral / Anti-Héroe

Insignia de Fidelidad : Año 4

Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 08/06/2017
Humor : Tan oscuro que absorbe luz

Ficha de Personaje
Alias: Dead eyes
Nombre real: Martha R.
Universo: Marvel

KOTSKA{Autoconclusivo} Empty
MensajeTema: KOTSKA{Autoconclusivo}   KOTSKA{Autoconclusivo} Icon_minitime3rd Noviembre 2020, 10:54

Ausencia:

22 de Marzo, 1963


Las luces estaban apagadas esa noche salvo en una habitación, la de mayor tamaño en la que se encontraban una matrona rechoncha, un hombre con un traje de pana marrón de aspecto amenazador y… una mujer dando a luz. Los Kotska siempre fueron muy recatados cuando se trataba de dar información sobre su vida, todo debido a que desde tiempos inmemoriales habían sido la mayor basura que ha pisado la faz de la tierra; se aprovechaban de las desgracias de los demás para sacar beneficio y si no habia desgracia, la provocaban. Aquel mismo hombre que estaba de pie, con los brazos cruzados y un puro debajo del bigote, había hecho tratos y jugarretas en la segunda guerra mundial, tanto a los nazis como a los rusos y los aliados, no le importaba de qué bando eran si podía sacar beneficio.

Por eso estaba ahí, en una mansión construida por su padre viendo como su mujer daba a luz a su tercer hijo, los otros dos se encontraban en el salón de abajo, el mayor que tenía veinte años nació cuando la madre era muy joven y ahora cuidaba de su hermana pequeña, de tan solo tres años. Cuando el primero nació, la madre le llamó como su abuelo que fue un héroe de guerra en su ciudad natal llegando a tener una gran tumba en el cementerio local, aquel joven pasaría a llamarse Marek Kotska, la niña de la que estaba cuidando le pusieron Amálie, como su madre. A diferencia del padre, la madre venía de una familia más normal podría decirse; su abuelo fue un héroe de guerra, su madre fue una florista y, por lo que ella sabía de sus antepasados, no fueron nada especial.

Sobre la cama y el suelo habían extendido varias toallas blancas para evitar las manchas en sus muebles, que tenían un aspecto bastante caro, durante el parto. Ya era la tercera vez que la mujer daba a luz en la casa, ninguna de las otras veces fue al hospital ni tuvo más ayuda que la matrona que ahora les acompañaba y de hecho no era ni la misma matrona, cada vez tuvo una diferente, el marido le decía que las despedida por miedo a que fuesen contando cosas por ahí y ella, como buena esposa, le creía. A veces era mejor creerse una mentira que encontrar los cadáveres enterrados en el bosque.

Fueron varias horas de empuje, de gritos, de gemidos y, al fin, de lloros. La matrona tomó en sus manos la pequeña cabeza del niño, elevándola a la altura de la madre después de haberle cortado el cordón umbilical y se lo enseño, la mujer, exhausta y agotada por todo el esfuerzo, sonrió; tenía pensado el nombre perfecto para su tercer hijo.

10 de Diciembre, 1968


Desde muy pequeño el chiquillo mostró tener una mente muy superior a la de sus hermanos; aprendió a hablar mucho antes que su hermana y con cinco años ya sabía leer como un adulto, de hecho su educación fue mayoritariamente autodidacta ya que el mismo se leía y estudiaba los libros de la extensa librería de su padre. Así se pasaba los días el pequeño de la familia Kotska, entre libros y escritos que él mismo hacía, aunque a veces disfrutaba de la compañia de su hermana, que se pasaba sus días ayudando a la madre con las flores que tenía por toda la casa, sobretodo mientras la mujer se dedicaba a pintar aquellas mismas flores que las dos cuidaban. Su favorita era un macetero enorme de jazmín que tenían en la terraza del segundo piso, le gustaba coger algunos jazmines y hacer coronas con ellas, siempre le decía lo mismo a su hermano cada vez que le ponía una en la cabeza “Tú serás bueno con los libros, pero yo soy buena con las flores” y le sonreía de oreja a oreja. Estaban muy unidos y eso que eran bastante diferentes el uno del otro; uno era algo frío, reservado, callado, le gustaba estar solo con sus libros y sus escritos, a la otra le gustaba la compañía, era extrovertida, amigable y odiaba la soledad y, sin embargo, era uña y carne.

No se podría decir lo mismo de la relación que tenían con su hermano mayor. Por aquel entonces él ya era un hombre hecho y derecho que trabajaba en la “empresa” de su padre y ayudaba a traer comida a la casa, justo esa misma tarde, mientras la madre terminaba de pintar uno de sus cuadros, que el padre volvió de un dia de caza con su primer hijo trayendo un ciervo listo para despellejarlo, sacarle las tripas y cocinarlo. Ambos hermanos no tenían ni idea de en qué trabajaban su padre y su hermano; cada vez que tenían que hablar de trabajo el padre se rascaba el bigote y se subían a su despacho. Claro que, por aquel entonces a ninguno de los dos les importaba, la pequeña Amálie ni siquiera notaba esas cosas, no como su hermano que era mucho más observador. Por la noche la madre terminó de pintar el cuadro; era un retrato de su familia pintado a partir de una foto que se tomaron hace unos meses, al padre le gusto tanto el trabajo de su mujer que no dudó en colgar el cuadro en la entrada, justo al lado del salón, para que siempre lo vieran cada vez que entraban por la puerta.

Tenían una buena vida, tranquila; el pequeño escribía, la mediana ayudaba a su madre y se entretenía haciendo manualidades con las flores y el mayor… bueno, él ayudaba a su padre. Si hubiera seguido así, puede que su historia hubiera tenido un final diferente, un final feliz… pero la vida no es un cuento de hadas y si tu familia se pasa toda la vida jodiendo a los demás en algún momento te encontrarás con alguien que venga en busca de venganza.


22 de Marzo, 1970


Hoy era el cumpleaños del mas pequeño, cumplía siete añitos lo cual no era nada especial para él no solo porque eso de celebrar el cumplimiento de años era algo que no iba con él en absoluto, sino porque siete años… tampoco es que fueran dieciocho o veinte. De hecho, pasó una muy mala noche plagada de terrores nocturnos, sudores fríos y despertares nocturnos casi como si su mente le estuviese intentando avisar de que sería mejor si se quedaba en la cama todo el día. A pesar de esto, se levantó y bajó las escaleras corriendo a fin de encontrarse con su madre preparando el desayuno y darle un fuerte abrazo, era un niño de mamá eso estaba claro. Su hermana ya estaba desayunando junto a su padre: unos huevos fritos y algunas tostadas, un buen desayuno checo preparado por la madre que, sorpresa, era Checa. El pequeño se dio cuenta de que no veía a su hermano por ninguna parte, seguramente estaría haciendo algún trabajo por ahí afuera, así que no le dio más importancia al asunto. Se sentó junto a su hermana y se pilló una tostada, él nunca fue de desayunar fuerte, indicado por su pequeño y delgado cuerpo, pero ya que su madre se había tomado la molestia de preparar todo eso… siempre acababa comiendo algo más.

El día siguió con normalidad; sentado en la mesita del salón el pequeño copiaba los bocetos de un libro de biología animal de la biblioteca mientras, a su lado, su hermana tejía un tapete decorado con flores. Tanto la madre como el padre estaban sentados en sus respectivos sillones escuchando las noticias en la radio, de los pocos aparatos electrónicos de toda la casa, relajados ante una taza de café. El padre esperaba la llegada de su hijo mayor, con lo que esperaba que fueran buenas noticias, por eso no le dijo a su mujer que fuera a abrir la puerta cuando escuchó los tres toques en la puerta, quería subir directamente con su hijo a discutir su trabajo. Si se hubiera asomado por la ventana, si se hubiera detenido al menos un segundo en darse cuenta de que su hijo jamás llamaría a la puerta teniendo una llave de la casa y… si hubiera mirado por la mirilla puede que no se hubiera encontrado con el revólver que le apuntaba directamente a la cara. El sonido fue fuerte, al pequeño se le rasgó el papel y Amálie casi se clavó la aguja. Cuando se giraron a ver lo que había pasado vieron el cadáver de su padre tendido en el suelo, le faltaba la mitad de la cabeza tras el fatal disparo del revólver de su asesino. Varios hombres, cinco al menos, entraron en la casa con armas y cuerdas, la familia estaba paralizada, no sabia que hacer, ni siquiera ese pequeño tan listo tenía ni la mas mínima idea de como escapar de esa situación

-Bueno- musitó el hombre del revólver, que apuntaba sin cuidado a los dos niños con una horrible sonrisa en el rostro -Esto será más fácil de lo que yo pensaba.

Incluso después de tanto tiempo, aun le resultaba explicar lo que sintió en esos momentos. Desde que los hombres entraron lo tenía todo borroso; se acordaba de que los ataron y le dieron una paliza hasta dejarlo inconsciente, pero después… nada, negro, eso es de lo unico que recordaba. Abrió los ojos, estaba mareado y tenía ansiedad provocada por las cuerdas que le ataban con fuerza al cuerpo, lo habían dejado tirado en el suelo apoyado en una pared, su boca le sangraba y tenía la nariz totalmente rota, la sangre manchaba gran parte del salón y sin embargo, lo peor le vino cuando alzó la vista. Delante de sus ojos, de sus pobres ojos de niño, se encontraba su madre siendo violentamente violada por uno de los asesinos de su padre; tenía heridas de arma blanca por todo el cuerpo y la cara, que apoyaba en el suelo como si estuviera muerta, destrozada de todos los golpes que le habían dado, sus ojos parecían vacíos de la vida que una vez hubo en ellos, la hermosa mujer que le gustaba pintar , que regaba las flores y siempre les cantaba una nana para dormir… había sido reducida a un trozo de carne con el que aquellos horribles hombres se divertían.

La mujer no tenía fuerzas para luchar, fue maltratada, torturada, ya no podía hacer nada más que esperar a la muerte, mas al darse cuenta de que su hijo estaba viéndolo todo sacó fuerzas de donde no las tenía. Levantó la cabeza y le mostró una sonrisa maternal a su hijo “Mi pequeñín… cierra los ojos” eso fueron las últimas palabras que escucho salir de la boca de su madre antes de cerrar los ojos, los cerró con fuerza intentando quitarse de la mente esas imágenes, lo que acababa de ver y lo que estaba escuchando. Unos gemidos, un golpe y el sonido de un cuchillo cortando la carne y todo había acabado, al menos eso pensó el pobre niño que abrió los ojos, en su inocencia pensaba que su madre consiguió zafarse de su violador y salvarse… claro que no fue eso lo que vio… del cuello de su madre brotaba un enorme charco de sangre que se hacía cada vez más grande, llegando a acercarse a sus pies teniendo el que desesperadamente echarse hacia atrás a fin de que no manchara sus pies, pero al estar apoyado en la pared no pudo echarse para atrás y acabó cayendo a un lado, atrayendo la atención de los hombres que estaban echando gasolina por toda la casa, uno de ellos preguntando qué iban a hacer con ellos. El líder del grupo, el hombre que disparó a su padre, sonrió, una sonrisa diabólica que helaba la sangre

-Ya nos llevamos a la niña, alguien nos dará una buena cantidad de dinero para que sea su pequeña esclava… que este se queme con la casa- el hombre se acercó hacia el pobre niño que sollozaba mientras seguía intentando apartarse de la sangre de su madre, ahora también intentando alejarse del hombre que venía hacia él, aunque como no tenía mucha movilidad este último acabó agarrándolo, sujetándolo por la cuerda y levantándolo en el aire -Lo siento chico, eso te pasa por haber nacido en la familia equivocada

Y con eso último, le lanzó por la pared. Sus ojos volvían a cerrarse, la vida parecía estar dejando su cuerpo, la imagen del hombre marchándose de la casa, dejando tras de sí un rastro de la sangre de su madre que había pisado al ir a por el chico, se le difuminaba ata ya no ver nada, sus ojos se quedaron sin vida y ahí, al lado de un charco de sangre de su propia madre, después de haber visto cómo asesinaban a su madre y sin no poder hacer nada para que no se llevasen a su madre, el más pequeño de los Kotska...murió… por primera vez.

La primera vez que volvió a la vida después de la muerte fue… una experiencia que jamás podría olvidar.  Todo estaba negro y, de repente, se despertó flotando en un mar oscuro como la noche, no había sol, no había estrellas ni siquiera luna, el cielo estaba igual de sombrío que el mar sobre el que flotaba, miro a sus lados; nada, no había nada ahí, solo el y aquel agua fría como el hielo. Pensaba que se estaba volviendo loco, que era un sueño o una alucinación hasta que unas manos esqueléticas le sujetaron por la cintura lo hundieron en el agua y empezaron a arrastrarlo bajo el agua, el intento luchar por salir de su agarre sin mucho éxito, cada vez veía más y más oscuridad hasta que… no vio nada. Se hizo la luz, la luz del incendio que le rodeaba, el fuego que le estaba quemando la carne y le carbonizaba los huesos, el dolor era indescriptible, ni siquiera pudo gritar su dolor ya que la lengua se le había quemado, su visión volvió a deteriorarse al estar empezando a derretirse sus ojos en las córneas, era lo más doloroso que sintió en toda su corta vida y le estaba volviendo loco; se levantó del suelo, las cuerdas que antes le sujetaban se quemaron, dejando que sus ahora esqueléticas y carbonizadas piernas echasen a correr, escapando por la puerta que se vino abajo en el incendio.  Se dejó caer en la nieve, su piel negra y chamuscada fundió gran parte de ella y se hundió, dejando que el frío le rodeará y le calmara… si tenía que morir aquel día, lo haría rodeado del frescor de la nieve.

Sus ojos parpadearon, no sabía cuánto tiempo había pasado pero, por la posición del sol y por el fuego que aún crepitaba a su lado, no llevaba mucho tiempo inconsciente. La luz fue tapada por la visión de un rostro que no era capaz de identificar, le costó un poco entender lo que le estaba intentando decir y quién era, tanto el oído como los ojos los seguía teniendo un poco tocados… “¿Qu… que?” pensó para sí mismo cuando miró sus manos; estaban perfectamente, limpias, sin ninguna herida, como si nada del incendio hubiera sido real, pero el dolor seguía en su cabeza, eso no lo olvidara jamas. Alvo la mirada y vio a su hermano, tenía en un rostro preocupado y le tenía agarrado del hombro

-¡Hermanito, estás bien, gracias a dios!

Le dio un fuerte abrazo, el pobre pequeño no le respondió al seguir confuso por todo lo que estaba pasando, no entendía nada de lo que acababa de suceder al igual que no entendía cómo es que estaba ahí, siendo abrazado por un preocupado Marek cuando hace unos segundos estaba quemándose vivo dentro de la casa. Su hermano dejó de abrazarle y vio que su hermano estaba desnudo, por lo que se quitó su chaqueta y se la dejo para que se resguarda del frío

-No… no lo entiendo yo me… me estaba quemando y ahora estoy... ¿Bien?

Se volvió a mirar el cuerpo para comprobarlo; efectivamente, estaba totalmente sano. Su hermano le miro también algo confundido, pensando que le habían dado un golpe bastante fuerte y le dejaron tonto, claro que no tardo en atar cabos y darse cuenta de lo que estaba pasando

-Eres… eres especial ¡Como yo!- el mayor parecía estar entre emocionado y orgulloso de que su hermano también tuviese poderes como él, sin embargo, el chico siguió mirándole muy confundido -Bueno, no importa ahora, dime ¿Donde esta Amálie? ¿Se la han llevado?

Asintió temblorosamente con la cabeza y señaló la carretera de tierra que conducía a la casa, un rastro de ruedas de varios vehículos se podía ver a la lejanía. Marek frunció el ceño, apretó el puño izquierdo y ayudó a su hermano a levantarse, indicandole que se subiera en el coche; iban a rescatar a su hermana. En ese entonces no le dio mucha importancia, puede que fuera por la confusión, por la tensión de todo lo que sucedia a su alrededor, puede que era fuese una de las razonas por las que, al ver la gema azul que ahora tenía su hermano incrustada en la mano, no hizo ninguna pregunta.

Los hombres que se llevaron a su hermana no llegaron muy lejos, su coche era viejo y no le iban bien las marchas por lo que a la camioneta de Marek no le costó en absoluto darles alcance. El mayor sacó su mano izquierda por la ventanilla, un brillo azul pareció salir de ella y, como por arte de magia, los coches que estaban delante suya frenaron en seco a unos cien metros de ellos. El mayor se bajó del coche y le indico al pequeño que se quedara junto al coche y que, a su señal, se metiera dentro de él ¿Que pensaba hacer? No tenía ni idea de cómo su hermano pensaba enfrentar a tantos hombres armados; la preocupación llenaban sus ojos al igual que la curiosidad, mientras miraba con curiosidad la tensa situación que se desarrollaba delante de sus ojos. Reconoció al hombre que salió de uno de los coches; el asesino de su padre.

-Vaya, vaya- sonrio sarcasticamente, mirando a Marek con unos ojos desafiantes -Pero si es el hermanito mayor y yo que pensaba que nuestro jefe ya te habia liquidado

Marek bufo

-Tu jefe está muerto, como vais a estar vosotros dentro de poco

El hombre arqueó una ceja y, junto a todos sus secuaces, se echó a reír sacando de su cinturón su revólver al mismo tiempo que los demás sacaban sus armas. El hombre al mando se acerco confiadamente a su maletero y lo abrió, sacando de su interior una pequeña niña atacado con fuerza, sujetándola por una de las cuerdas se la mostró a Marek

-Mira pequeña, dile adios a tu hermano, a lo mejor cuando tu nuevo amo se harte de ti te reencuentres con él en el infierno

Volvieron a carcajearse, la pobre niña sollozaba y miraba temblorosamente a su hermano, no entendía porque en su rostro no vio una expresión de temor ni de tristeza vio… una sonrisa. Como si una cuerda invisible tirara de ella, se zafo del agarre del hombre del arma y fue a parar a los brazos de su hermano, no como si la hubieran lanzado sino más bien como si la hubieran depositado con delicadeza en su palma, Amálie no era la única confusa por lo que acababa de pasar

-¿Pero qué cojones? ¿Que clase de brujería es esta?- pregunto furioso, Marek solo le respondió con una sonrisa desafiante que le enfureció aún más -Puto bastardo, matadle, matadlos a todos

Los hombres apuntaron sus armas pero, de nuevo, como si hubiera una fuerza invisible, sus armas fueron todas hechas pedazos con un simple movimiento de la mano que Marek seguía teniendo libre. Su hermana volvió a flotar, ahora esta vez con más delicadeza, hacia el hermano pequeño que la agarro con fuerza cuando llego hacia el y la abrazo, ambos compartiendo unas lágrimas de alegría al volver a estar juntos

-¡Meteros en el coche!- les gritó desde lejos su hermano mientras veían cómo alzaba una de sus manos, era en la que minutos atrás había visto la gema incrustada -¡Meteros ya!

No dudaron ni un segundo en hacerle caso. Se subieron en la parte delantera y el pequeñín aprovechó para buscar en la guantera del coche la navaja que su hermanos solía dejar ahí siempre, bingo, la encontró bajo unos papeles. Con cuidado y con mucho esfuerzo empezó a cortar la cuerda poco a poco, casi había terminado cuando un flash cegador de luz azul le cegó la vista por unos segundos. Corto la ultima cuerda y los dos se alzaron en los asiento para ver que acababa de pasar y… tampoco es que entendieran lo que veían sus ojos; una nube de polvo se levantaba de donde antes habían estado los hombres con sus coches y, al retirarse la humareda, no vieron más que un enorme cráter en cuyo centro se encontraba su hermano con toda su parte izquierda completamente chamuscada con unas quemaduras…. azules, no solo eso; parecían estar regenerandose. Cuando se retiró el humo por completo y su cuerpo se regenero por completo, Marek volvió junto a sus hermanos y les abrazo con fuerza, los dos más jóvenes volvieron a echarse a llorar en los brazos de su hermano mientras este les acariciaba con delicadeza

-Tranquilos, tranquilos, todo ha pasado, vuestro hermano mayor está aquí con vosotros, tranquilos- se separaron y el mayor les ayudó a secarse las lágrimas con las mangas de su camisa, miraron al horizonte; desde lejos aun se podía ver el humo del incendio de lo que una vez fue su hogar, el mayor les dio una palmada a ambos en el hombro, hablando con un tono esperanzador -No se acaba tan fácilmente con los Kotska- alzaron la mirada y miraron a su hermano, que se la devolvió añadiendo una sonrisa -estad seguros de que volveremos a reconstruirla, volveremos a ser los Kotska.

19 de Febrero, 1975


Tras el incidente, los hermanos Kotska tuvieron que mudarse una temporada a la capital mientras su casa estaba siendo reconstruida, lo que le dio al pequeño de los tres la oportunidad que siempre deseo tener para estudiar fuera de su casa. Junto a su hermana se inscribe en el 74 en el instituto, claro que tras las demostraciones de su intelecto, se le permitió ascender directamente a la universidad, en la facultad de Ciencias, terminando el curso en tan solo un año ya que, según las palabras que le dijo al director de la universidad que tan impresionado estaba con sus resultados, la universidad le aburría. Fue por esa época cuando le vino su primer “mote”; los compañeros lo veían como un ser extraño, algo ajeno a ellos que no hablaba con nadie y se limitaba a asistir a clases y aprobar exámenes, por eso pasaron a llamarle “Bytost”. El sabia de este mote y la verdad es que le importaba bien poco, para él esas personas no eran nada y lo que dijeran o pensaran de él no tenía importancia alguna.

Cuando terminó la universidad, su casa ya había sido reconstruida por lo que pudieron volver a vivir en ella como antes, su hermana tuvo que dejar los estudios para volver a su vida de siempre, alejados de todos escondidos en su enorme mansión. Su hermano mayor se aseguro de que la casa quedaba igual que antes con algunos añadidos modernos; conexión telefónica, una televisión y, para el más pequeño, modificó el sótano convirtiéndolo en una especie de laboratorio en el que pudiera llevar a cabo todas las invenciones que se le vinieran a la cabeza. Eso hizo ese mismo año cuando creo una maquina diseñada específicamente para la mano de su hermano ya que desde que vio la gema quería llegar a descubrir cómo es que la gema tenía tanta energía; la máquina consistia en un agujero por el que su hermano debía de meter la mano y en una pantalla azul a uno de los lados de la máquina saldrían los resultados del análisis, de esta manera vieron que esa gema tenía una energía incalculable y, de momento, inagotable. Marek sacó la mano de la máquina y se quedó mirando a la gema, en silencio, mientras su hermano pequeño anotaba los resultados en un bloc de notas con mucha destreza

-Hermano… estoy creando un grupo, un equipo más bien, para llevar a cabo algunos trabajos y, bueno, una mente como la tuya nos haría mucho bien- se puso de cuclillas delante de su hermano y le sonrió -¿Qué me dices, bratříček?

En el piso de arriba, su hermana estaba empezando a preparar la comida cuando, mientras el hermano pequeño, con una fiera decisión en sus ojos, aceptaba la proposición de su hermano con un apretón de manos; ya era hora de poner su mente a trabajar.

25 de Septiembre, 1979


Ya llevaba cuatro años trabajando con su hermano, o mejor dicho para él y a la joven edad de dieciséis años el más pequeño de los kotska ya se había convertido en todo un hombre, o, de nuevo, mejor dicho en todo un criminal: si necesitaban armas, el las conseguía, necesitaban entrar en algún sitio, el lo hacia posible, que necesitaban hacer desaparecer a alguien pero tenían otro trabajo en otra parte… él llevaba a cabo la desaparición. Asesino familias enteras, arruino vidas y jamás tuvo el más mínimo remordimiento ante estos actos de crueldad, él no veía a las demás personas como seres humanos, como seres inteligentes con sentimientos, no, el los veía como animales estúpidos que debían de ser controlados por él y su hermano, controlados por los seres superiores. Llegó incluso a hacer otros trabajitos para otros jefes criminales alejados del grupo de su hermano, creciendo así su reputación por toda la república Checa. Pero él tenía una mente muy abierta y veía más allá de su país, más allá de su continente; veía un mundo entero lleno de posibilidades, de ganancias y de fortunas, por eso no se le ocurrió otra cosa que empezar a crear un sistema para teletransportarse a cualquier punto del planeta.

Tuvo que pedirle a su hermano que le trajera muchas cosas, otras las consiguió él, todas las necesarias para empezar a construir la máquina de teletransporte. Empezó con los cálculos, estudió su composición y se dio cuenta de que, gracias a su poder regenerativo, podría simplemente separar sus átomos y volver a juntarlos en otra parte del planeta, pero para eso debería en primer lugar encontrar la forma de que esos átomos llegaran a esa otra parte del mundo; la primera máquina fue un mastodonte que no era posible sacar del laboratorio y las primeras prácticas fueron… bueno, no tuvieron los resultados que él esperaba; el primer intento el carbonizo por completo y el segundo la máquina se prendió fuego. Estaba claro que esto iba a ser un reto y no sería tanto si no tuviera que seguir trabajando mientras ponía a punto su creación, su reputación grecia con cada trabajo que hacía y empezó a, junto a su hermano, llevar a cabo trabajos en otros países cercanos al suyo. Todas las noches, después de terminar los trabajos, se iba con su hermano a un bar especial de la capital a emborracharse y drogarse, disfrutando del descanso de “un trabajo bien hecho”... pero no todos los Kotska se lo estaban pasando igual de bien.

Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer y detrás de dos horribles hermanos había una buena mujer. Amálie seguía llevando a cabo sus “tareas de mujer” en la casa, ajena  a todo lo que sus hermanos se traían entre manos… o eso pensaban ellos; años atrás, en el dia en el que Marek le ofreció al pequeño trabajar con él, ella había acabado de preparar la comida y se dirigió al laboratorio a avisarles, más al llegar escuchó la conversación y, por una rendija de la puerta, vio como se estrecharon la mano. Desde entonces estuvo en las sombras, viendo como su hermano descendía más y más en una espiral de violencia y maldad, de un pozo oscuro en el cual, si seguía así, no podría salir nunca o peor, moriría antes de poder salir; al igual que su padre. Fue aquella noche, la del diecinueve de septiembre del setenta y nueve, en la que Amálie no pudo soportarlo más; todo empezó cuando estaba en la cama leyendo un libro con la luz de su mesita de noche, esperando a que los dos hermanos volvieran de una de sus fiestas después del trabajo. Eran casi las una de la mañana cuando escuchó el coche de su hermano y las luces iluminaron su cuarto, sin embargo, la única persona que se bajó de él fue Marek. Preocupada, se vistio rapidamente y confronto a su hermano mayor

-¿Donde esta?

Preguntó refiriéndose al pequeño, Marek explicándole que había preferido quedarse en el bar aquella noche en vez de venirse a casa. La joven de no más de diecinueve años frunció el ceño y tendió la mano hacia su hermano, pidiéndole las llaves del coche a lo que Marek respondió con una sonrisa pícara antes de entregarleselas. Sin perder ni un segundo más, la joven se subió al coche y condujo hasta llegar al bar en el que sus hermanos pasaban las noches, al entrar el camarero le hizo una seña con la cabeza al reconocer su coche y le dirigió a la habitación en la que estaba su hermano, cuando entró lo que vio le llenó de tristeza, hacia su hermano y hacia ella misma; en un sofá de colores pardos, rodeado de botellines, de manchas sin identificar y de rastros de diversas drogas, estaba su hermano junto a varias prostitutas que intentaban mirar hacia otro lado, como intentando huir de él, mientras el joven, de tan solo dieciséis años, farfullaba asquerosidades por la boca. Le agarró del brazo y le arrastró del brazo, mientras su hermano le gritaba y le exigía que le dejase donde estaba, tuvo que pedirle ayuda al camarero para poder meterle en el coche.

A duras penas lo volvió a sacar del vehículo uno vez volvieron a su hogar, su hermano ya ni siquiera luchaba simplemente se dejaba arrastrar por su hermana que usó todas sus fuerzas para llevarlo a la segunda planta de su casa, quitarle parte de la ropa y meterlo en la ducha con el agua fría para despejarle. Mientras su hermano se duchaba, Amálie se sentó en una esquina del baño, a su brazo derecho le empezaron a entrar temblores que tuvo que calmar sujetándolo con el otro brazo, las lágrimas corrían con libertad por sus mejillas, sus agotados y cansados ojos luchaban por detenerlas mientras se balanceaba, acurrucada en el suelo del baño; ya no podia mas… tenia que hacer algo. A la mañana siguiente, el hermano menor se despertó en su cama como si nada de la noche anterior hubiera sucedido en realidad, sin embargo le vino a la cabeza la imagen de su hermana luchando para sacarle del bar y fue a su cuarto a pedirle disculpas pero… no tuvo que abrir la puerta; pegado con un esparadrapo a la puerta se encontró una nota de su hermana, en el sobre había escrito “Adios” y  cuando abrió su puerta descubrió a que se estaba refiriendo sin ni siquiera leer la carta en su interior; su hermana se había marchado.

1 de Mayo, 1983


Los maderos del puerto pesquero chirriaban bajo el movimiento de los pies de los rudos marineros que cargaban y limpiaban sus barcos de cualquier desperfecto. En uno de ellos, un marinero vestido con un impermeable amarillo y un abrigo que hacia imposible verle la cara sacaba de un gran barco cajas y mas cajas de cangrejos, siendo recogidos por otro marinero mas que los transportaba para ser vendidos en la lonja del pueblo. El marinero, tras acabar su trabajo, suspiro y se sentó en un poste cercano a su barco, esa noche había lluvia, entre eso y que el impermeable más el abrigo le quitaba gran parte de su capacidad auditiva, por lo que no escuchó al hombre que se paro detrás de el, pero si que escucho la pregunta que le hizo

-¿Cómo ha ido la pesca, “amigo”?

El marinero se paralizó, ni siquiera pudo girarse a dar la cara al hombre que le estaba llamando. Reconoció su voz, sabia quien era y lo único que deseaba hacer ahora era escapar; se levantó del poste y carraspeo un poco, fingiendo no haber escuchando a la persona que estaba detrás suya, más un suspiro reveló que su intento de huida no dio resultados

-¿En serio vas a seguir con esta fachada?- el hombre se acercó al marinero con una sonrisa picara en el rostro -Sabes que no puedes engañarme, Amálie

El hombre le quitó la capucha del impermeable y reveló el rostro femenino de su hermana, que se escondía bajos esos ropajes de marino. Empezó una discusión, la hermana diciéndole que le dejara en paz con su nueva vida y el hermano exigiendo volver a casa, que llevaban mucho tiempo preocupados por ella, cosa que ella puso en duda al ver lo mucho que tardaron en dar con ella. En el punto álgido de la discusión, el hermano la cogió de la muñeca y empezó a tirar de ella para llevarla por la fuerza, pero fue detenido por el puñetazo que le dio un hombre desconocido, partiéndole la nariz y dejandole inconsciente.

Se despertó en el hospital del pueblo, tenía una venda en la nariz y se encontraba tumbado en una camilla, por si había recibido algún otro golpe cuando cayó al suelo. Confundido por haberse despertado en un hospital desconocido, empezó a mirar hacia todos los lados hasta que, a su izquierda, se encontró con una persona desconocida; en una silla de madera algo rustica había una mujer de cabellos dorados, algo entrada en años, que le miraba con una sonrisa mientras se fumaba un gran puro

-¿Así que tú eres el capullo que ha intentado llevarse a su hermana de mi barco, no?

Frunció el ceño; poca gente le había insultado durante toda su vida y aquellos que lo hicieron… pagaron un alto precio

-No lo estoy intentando, me la voy a llevar de vuelta a casa

La mujer se cruzó de piernas y se pasó el puro de un lado de la boca a otro, sujetándolo con los dientes mientras echaba el humo por la boca, teniendo el hermano que sacudir la mano enfrente suya para no ahogarse con el

-¿Por que? ¿Es que la quieres demasiado como para dejarla crecer?- no supo muy bien porqué, pero las sencillas palabras de la mujer que por su apariencia no había acabado ni los estudios más básicos, le dejó sin palabras -Las experiencias nos hacen crecer, amigo y si dejas a tu hermana encerrada en una habitación ¿Crees que llegará a ser una persona hecha y derecha?

El ceño fruncido del hermano pasó a ser… una expresión de entendimiento; pocas veces había cambiado de parecer en algo y esa mujer que conocio hace apenas unos segundos le dio la vuelta a todo su mundo. La mujer, capitana del barco en el que Amálie trabajaba, se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta, tomo el pomo en sus manos y antes de marcharse se volvió a girar hacia el hombre encamillado

-Oh, me llamo Martha Rey, espero que volvamos a vernos y, ya sabes- fumo lo que le quedaba de puro y lo tiró a la papelera -Si amas algo, tienes que aprender a decirle adiós

La mujer salió por la puerta y, sin pasar siquiera un minuto, entraron de sopetón otras dos personas; su hermana y un hombre moreno con bigote, un español. La hermana estaba algo afligida por el puñetazo que le dio su compañero y le trajo hasta ahí para que pudiera pedirle perdón

-Lo siento compañero, no sabia que eras su hermano, es que pensaba que estabas intentando hacerle perrerías a mi mujer, que ya sabes cómo son estos muelles, están llenos de malajes

Le costó entender su inglés por el claro acento andaluz del hombre, sin embargo, sí que entendió una de las cosas que dijo; “mi mujer”. Atónito y con la boca abierta de par en par, dirijo su mirada hacia su hermana que, algo sonrojada, levantó su mano izquierda revelando la sortija que llevaba en su dedo anular. No se lo podía creer; su hermana se había casado sin decírselo a sus hermanos y encima con un español, UN ESPAÑOL. Suspiro, pensó en el consejo que le dio la mujer y miró a su hermana a los ojos; ella era feliz y eso era lo único que debía importarle

-Felicidades por la boda- les dijo sonriendo -Y siento haber intentado llevarte de vuelta a casa- se levantó de las camilla y se puso en pie, no tenia nada mas aparte de la nariz rota -Se que he hecho las cosas muy mal a lo largo de mi vida y... si alguna vez me perdonas y te apetece volver a hablar conmigo, llama a este número

Mientras pasaba al lado de su hermana, le dejó una tarjeta con su número de teléfono. Amálie estaba atónita, jamás pensó que su hermano aceptaría a su pareja y mucho menos que le diera sus felicidades por la boda. Se quedó en silencio, pensando mientras miraba la tarjeta; puede que su hermano estuviera empezando a cambiar… puede que mereciera una segunda oportunidad.

7 de Julio, 1995


Hermana y hermano se mantuvieron en contacto durante esos doce años que pasaron alejados el uno del otro, al fin y al cabo el pequeño seguía teniendo que trabajar. En cada una de esas llamada se contaban una cosa, como por ejemplo que la capitana del barco lo vendió y despidió a sus empleando dándoles a cada uno una gran suma de dinero para que pudieran empezar una vida nueva y como con ese mismo dinero, Amalie y su marido, Jesus Diaz Escribano, se mudaron a la ciudad natal de este, a la antigua casa de sus padres. La hermana se explayaba más en sus conversaciones que el hermano, que solía dejar detalles en la sombra como un trabajo que tuvo que hacer en el 91 en el que un hombre se negaba a pagar sus deudas y él fue el encargado de hacérselo pagar… a él y a toda su familia, era extraño cómo es que un hombre que vio a su padre asesinado y a su madre violada delante de sus ojos fuera capaz de llevar a cabo tales horribles acciones, aunque claro, desde su punto de vista esas personas seguían sin ser seres humanos para él.

Por ejemplo, la conversación que tuvieron ese mes de julio el hermano tuvo la precaución de ocultar que, hace poco, Marek le había pedido conseguir un montón de armas de grado militar y vehículos, al parecer su formación, que ahora había pasado a llamarse “Los Escorpiones” estaban preparando un movimiento paramilitar por Europa del Este, a él todas esas operaciones le daban igual, a él solo le importaba el dinero que pudiera sacar de todo aquello y, para qué mentirnos, la excitación de esas actividades peligrosas y criminales; la vida de una persona que no podía morir, por ende no temía a nada ni nadie, podía llegar a resultar muy aburrida y monótona si no se encontraba algo de emoción en ella. Esa llamada tuvo una conversación con su hermana algo diferente y es que ella le pidió que viniera a verla, dándole la dirección de su casa en Jaén.

Al principio esto confundió al hermano, pensaba que su hermana Amálie estaba mejor sin ellos, que quería alejarse de todo lo que eran los Kotska y, a pesar de todo, ahora le llamaba para venir a verla a su hogar. Como no quería dejar tirada a su hermana, aceptó su invitación y ese mismo día de Julio se teletransporto usando su nueva pulsera de teletransporte, la versión mejorada y más útil de aquel mastodonte que creó hace ya unos años, a fin de llegar ahí mas rápido. La casa de su hermana, al igual que la de su infancia, estaba alejada de la ciudad encontrándose en un bosquecillo apartado de la sociedad, la casa, de madera, parecía tener casi unos cien años pero había sido reformada a fin de poder vivir en ella. Un todoterreno aparcado a lo lejos en un terreno arenoso daba la impresión de que no estaban aislados del todo; las marcas de tierra en el vehículo y el rastro de ruedas por el camino mostraban que iban a la ciudad muy a menudo. En el porche de la casa, apoyado en una de las barandillas, vio al marido de su hermana, Jesus, tomándose una cerveza, el cual le saludo con la misma mano en la que tenía el botellín

-¿Que pasa cuñado?- le saludo sonriendo, ahora su bigote adornaba una barba bien recortada en su tez morena -Amálie ahora baja, está en la ducha, ya le he dicho que has llegado

Se apoyó en la otra parte de la barandilla, la que estaba fuera del porche, junto a su cuñado. Esa palabra aún le resultaba extraña en sus oídos era casi como si pensara que jamás vería a su hermana casarse o, por regla de tres, tener siquiera un novio. Sin embargo ahí estaba, casada, con su propio marido, su propia casa y su propio trabajo, aunque seguía siendo ama de casa por lo que le había contado ahora estaba feliz, él detectó que era por algo que no le quería contar aunque puede que hoy fuera el dia que le contase el secreto de su felicidad. Mientras el miraba las nubes pasar ese despejado día de verano, el marido anunció su llegada

-Oh, aquí llegan mis dos personas favoritas

¿Dos? El hermano arqueo una ceja y se giró hacia su hermana, a lo mejor la razón de su felicidad es que había adoptado un perro o algo… pero no. Cogida de la mano de su hermana había una niña pequeña, de unos dos años de edad, con zapatitos rosas, un peto azul con una flor en el centro y una camiseta rosa. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos; tenía una sobrina. Amalie se arrodillo junto a ella y le dio una caricia suave por el cabello castaño de la pequeña

-Venga, ve a saludar a tu tío

Con la energía propia de una niña de dos años, la pequeña bajo los escalones del porche y se pegó a su tío, agarrándose de él por el pantalón y miró hacia arriba, directamente a los ojos del hombre que la miraba con un rostro mezcla de la confusión y la ternura

-Ti.. ¡Tito!

Exclamó la pequeña con una sonrisa acompañada de una carcajada. Fue en ese preciso instante en el que, aquel hombre que tuvo a tantas personas bajo sus pies, que tantas vidas había arrebatado y destrozado, se rompió por completo. Lágrimas de felicidad empezaron a llenar su rostro, su hermana esbozando una sonrisa enternecedora ante la escena, viendo como su hermano pequeño se ponía en cuclillas delante de su hija y le acariciaba la cabeza

-Si, pequeña- le dijo a la niñita, secándose las lágrimas con la mano -Yo soy tu tito

Al parecer la tuvieron poco después de haber llegado a Jaén y, como coinciden las fechas, se dieron cuenta de que fue engendrada cuando estaban en el barco pesquero de su capitana, aunque esa no era la razón de que hubieran puesto a su niña el nombre de esa mujer, no; a esa mujer le debían todo aquello, le debían haberse encontrado y le debían la oportunidad que les dio a ambos cuando, respectivamente, nadie más se la quiso dar. Aquel dia, hermano y hermana compartieron conversaciones más haya del teléfono, incluso pudo conocer más a su cuñado y, como no, a su sobrina, todo esto le dio a entender porque su hermana era tan feliz; la felicidad no venia por ser mejor que los demás o por tener mucho poderío, la felicidad venía por tener personas que te quieren, que les importas y que tu les importas a ellos. Cuando salió de la casa por la noche, le quedó claro lo que tenía que hacer; dejar de comportarse como un Kotska y comportarse como una persona normal, como una buena persona.

12 de Septiembre, 2007


El mismo año que conoció por primera vez a su sobrina fue el año en el que empezó a cambiar las cosas; se mudo a un piso en Praga y comenzó a trabajar como profesor en la universidad, en la facultad de ciencias.  Que se hubiera alejado tanto de su hermana no significaba que no la quisiera seguir viendo, de hecho estaba con ellos cada fin de semana compartiendo comidas, cenas y festividades; estuvo con su hermana cuando dio a luz a su segunda hija, Rosa y estuvo en todos los cumpleaños de ambas hermanas haciéndoles regalos que muchas veces fabricaba él mismo como, por ejemplo, un oso con un esqueleto cibernético que se movía y hablaba, viendo como la relación entre las dos hermanas crecía rápidamente; Martha era muy protectora de Rosa, eso mezclado con la buena forma física en la que se encontraba la adolescente, la cual disfrutaba entrenando cada día y aprendió a conducir el todoterreno de su padre, provocaba algunas situaciones algo “tensas”, como aquella que tuvieron con un chico que se metió con su hermana.

Y hablando de Rosa, la niña era increíblemente inteligente; cuando los demás niños tendrán que estar en párvulos para pasar al colegio ella casi ya estaba preparada para pasar al instituto y, de hecho, cuando llegó al instituto se le comento que, si seguía con ese nivel, podría llegar a la universidad en cuestión de años. Curiosamente, después de decirle eso a la chiquilla, su rendimiento escolar comenzó a bajar poniéndose casi al mismo nivel que los demás o, al menos, una persona inteligente normal. Nadie supo muy bien porqué pasó esto, salvo su tío; sabía que no quería dejar atrás a su querida hermana.

Se podía decir con facilidad que estos años fueron los mejores de toda su vida; disfrutaba de dar clases, incluso si le hacían preguntas estúpidas que respondió en la clase anterior el las volvía a responder sin problema,  ayudando a sus alumnos en todo lo que pudiera para convertirles en unos buenos futuros científicos y unas buenas personas. También disfrutaba de la compañía de su familia, de sus sobrinas, de su hermana e incluso de su cuñado, al que llevaba conociendo todos estos años más y más, formando con él una relación de amistad, casi como si fuera su propio hermano. Y hablando de su propio hermano, llevaba años sin hablar con él; las llamadas que recibía de él las ignoraba, cada mes recibía al menos dos hasta que, un año, dejó de recibirlas, tuvo que asumir que su hermano se dio por vencido, que se dio cuenta de que había cambiado y le dejó en paz… al menos hasta aquella mañana de 2007 cuando al buzón de su puerta le llegó en un sobre una carta de su hermano, con su propia firma y todo que ponía “Ven a estas coordenadas, AHORA MISMO en letras grandes, en el reverso de la carta habían escritas unas coordenadas. Puede que fuera por la curiosidad, o puede que fuera por tener ganas de volver a ver a su hermano, que aceptó la carta y, escribiendo esas coordenadas en su pulsera de teletransporte, apareció en mitad de una jungla delante de su hermano, que tenía puesta ropa de camuflaje militar, con una pistola colgando de un lado de su cinturón y un gran cuchillo colgando del otro

-¡Hermano!- exclamó Marek sonriente, acercándose a él dándole unas palmadas en el hombro -¿Como has estado? Veo que has cambiado de vida, me alegro de ti

Esa felicitación de su hermano la noto algo… falsa, como si de verdad no se alegrara de que su hermano pequeño hubiera buscando una vida propia alejada de tanta maldad. A pesar de esto, los dos hermanos continuaron con la fachada que era su “reunión feliz”; se saludaron entre risas el uno al otro y hablaron de lo que habían estado haciendo estos años, Marek le llevó hasta su campamento agarrándole por el hombro, en el muchos hombres armados se paseaban moviendo cajas llenas de armas y otros cargamentos

-Hemos tenido problemas con un tío, un cabronazo bien gordo que nos a estado jodiendo la vida, pero ya sabes que tu hermano tiene sus recursos y le hemos podido dar caza ¿Quieres verlo?

Arqueo una ceja, que él supiera que su hermano no solía tomar prisioneros sino que era como él, al menos como él era antes; más de matar a sus enemigos directamente sin más. Jamas pudo prevenir lo que se encontraría aquel día, esa imagen que le torturaría durante años y que le trajo  ala mente las imágenes de su madre, torturada y destrozada en el suelo, sangrando mientras era violada por el hombre que asesino a su padre; en un almacén cerrado, atado con unas cadenas, se encontraba un joven de apenas 23 años lleno de sangre y heridas provocadas por la tortura que parecía haber estado sufriendo todos los días, donde ante estuvieron sus ojos ahora no había mas que unos recipientes de carne quemada y sangre seca. Incluso después de haber visto todo lo que vio a lo largo de su vida, esa fue la imagen que mas le afecto de todas

-¿Qué cojones has hecho?- se giró hacia su hermano, encarándose con él, su ceño fruncido a más no poder -¿No podias matarle sin más? ¿Tenias que torturarle?

Su hermano negó con la cabeza, por lo que le contó aquel joven llevaba meses jodiendole y estaba harto de el, es por esa razón que decidió no matarle sin mas, decidió torturarle, satisfacer sus ansias de matar y toda la agresión que llevaba dentro con su cuerpo. Estaba horrorizado, ahora se daba cuenta del monstruo que era su hermano mayor, todos esos años hizo tantas cosas horribles y jamás sintió arrepentimiento alguno y ahora, con tan solo ver esa imagen… el arrepentimiento llenó su mente. Frunció aún más el ceño y se giro de la l horrible escena, preparándose para marcharse cuando una cosa que dijo Marek le hizo detenerse en seco

-Veo que la vida en familia te está reblandeciendo

Se detuvo al instante y se giró lentamente a su hermano, que sonreía diabólicamente ante la cara incrédula de su hermano pequeño. Este último apretó con fuerza los puños y, con pasos decisivos, se acercó a su Marek y le agarró de la solapa de su camisa, su rostro mostraba la furia que sentía en aquel momento y la preocupación por el bienestar de la familia de Amálie; no podía permitir que un monstruo como era su hermano conociera ni a Martha ni a Rosa

-Ni se te ocurra acercarte de ellos o te juro por dios que desearás no haber nacido

El rostro impasible de su hermano no mostró en ningún momento que las amenazas de su hermano le afectaran, lo que enfureció al primero aun mas. Miro detrás de Marek y volvió a ver aquel hombre, encerrado en ese habitáculo muriendo poco a poco a causa de sus heridas… no podía dejarle ahí, tenia que hacer una cosa que jamas hizo antes en su vida; salvar una vida

-Aparta- le dijo con fiereza a Marek -Voy a sacar a ese pobre hombre de aquí

Como no, su hermano se negó a dejar al tío que le estuvo jodiendo durante meses libre sin más, por lo que tuvo que pasar a la ofensiva. A sus espaldas, sacó su pulsera de teletransporte y escribió unas coordenadas aleatorias, llevando su mano con un gesto rápido hacia Marek con el fin de teletransportarse lejos de ahí para que pudiera sacar a aquel joven de ahí, sin embargo su hermano vio a través de él y pudo anticipar su ataque, parando su brazo con su mano y empezando a pegarle repetidos puñetazos en la cara. Lo malo de que alguien supiera que no podías morir es que no tenia por que controlarse; puñetazo tras puñetazo le rompió la mandíbula, la nariz, le destrozó la cara dejandosela hecha casi una masa sanguinolenta, acabando todo con un navajazo de su gran navaja en todo el estómago de su hermano, que se tambaleó y cayó de rodillas en el suelo

-Creía que podríamos volver a ser como antes, un equipo… pero ya veo que no- se acercó a su hermano, tirando el cuchillo que le clavó a su lado y se agacho a su lado -Cuando te vuelvas a despertar, recuerda esto- le sujetó con fuerza de los pelos y le susurro al oído -Nadie se enfrenta a los Kotska

Despertó horas después, sus heridas se curaron por completo después de regenerarse tras su muerte. Estaba en mitad de la jungla, pero aún tenía las coordenadas que le envió su hermano por correo así que pudo volver al lugar donde se encontraba el joven encerrado, seguía decidido a sacarle de ese sitio, de hacer algo bueno por una vez en su vida… aunque lo que se encontró no era en absoluto lo que se esperaba; todos los mercenarios de su hermano estaba muertos y el no se le veía por ninguna parte, las heridas de los hombres parecían como quemaduras y, viendo que el joven escapó dejando unas marcas parecidas en el habitáculo descifró que ese chico era uno de esos “mutantes” con poderes increíbles, algo así como el suyo, que consiguió escapar haciendo uso de sus poderes. En ese momento suspiró con tranquilidad, no pudo salvar al joven pero se alegró de que se pudiera salvar el mismo… lo malo es que aquello le recordó todas las cosas horribles que hizo a lo largo de su vida… tenía que hacer algo, tenía que redimirse de alguna manera y… una manera encontró.

Empezó a trabajar en varios proyectos, moviéndose al laboratorio en el sótano de su antigua casa para trabajar en diversas máquinas que podrían resultar en un avance increíble para la humanidad. Pasó meses trabajando en estos proyectos, estaba decidido a hacer algo por la humanidad, tanto que se le olvidó hablar con su hermana durante todo ese tiempo dejando que el contestador automático de su casa en Praga tomará las llamadas por él, hasta que un dia, el 12 de septiembre de 2007, fecha que jamas olvidará, la llamada la recibió en el teléfono móvil que siempre tenía en el bolsillo, aun así no la cògio al estar ocupado con uno de sus proyectos. Por la tarde pudo descansar un rato, haciéndose un café y sacando su teléfono, viendo la llamada pérdida de su hermana “Hermanito ¿Te apetece venir a comer? Llevamos mucho sin verte y las niñas te echan de menos… ains, de verdad, eres un hombre imposible” sonrió ante la llamada de su hermana, la verdad es que tenía razón y llevaba mucho tiempo sin verlos al estar tan centrado en todos los proyectos que estaba intentando llevar a cabo. Decidió llamar a su Amalie, pedirle perdón y decirle que esa misma noche iría a cenar con ellos pero… la llamada nunca llegó a ninguna parte, lo intentó otra vez y nada, otra, otra y otra más, ninguna fue recibida, ni al fijo ni al móvil… algo estaba pasando. Decidió teletransportarse hasta la casa de su hermana para comprobar que todo iba bien, seguramente estaban dando una vuelta y su hermana dejó el teléfono en la casa, que solía pasar… pero no fue eso lo que se encontró; ambulancia, policías y bomberos rodeaban la casa de su hermana… o de lo que quedaba que ella; nada más que cenizas.

Horrorizado y casi sin creerse lo que veían sus ojos, se intentó acercar a la escena pero fue detenido por un policía nacional que le dijo que esta era la escena de un crimen. Le preguntó qué había sucedido; al parecer fue un incendio provocado, aunque no sabían aún por quién y toda la familia pereció en el incendio, sus cuerpos fueron cargados en unas bolsas negras para ser identificados más tarde, todos menos… Martha, su sobrina. Al comentarle que era familia de la niña, ese mismo policía lo llevó en el coche al hospital al que habían llevado a la adolescente… ese viaje se le hizo eterno, como si cada segundo que pasara mirando los edificios pasar por la ventanilla se le fueran años de vida. Llegó a la habitación donde estaba Martha, sentada en una camilla con gran parte de la cara; al parecer increíblemente se libró de heridas mayores y solo sufrió pérdidas en sus labios y su nariz, ahora tenía que recuperarse y cuando su tío la miró a sus ojos… vio como ahora estaban vacíos, como si hubiera perdido toda esa energía, toda esa alegría que tenía antes… todo eso se marchó cuando su familia se quemó en aquel incendio y ahora sus ojos estaban muertos. Cogió una silla y, con cuidado, la cogió de la mano, dejando que las lágrimas fluyeran por sus mejillas mientras intentaba consolar a su pobre sobrina, sobreviviente, como una vez lo fue él, de la muerte de sus padres… aunque ella perdió algo más; ella también perdió a su hermana.

Pasó todo el día con ellas hasta que llegó la noche y, con mucho esfuerzo debido al shock emocional en el que se encontraba, su sobrina se pudo dormir en aquella camilla del hospital. Se levantó con sumo cuidado para no hacer ningún ruido y, con los brazos cruzados a su espalda se dirigió a la gran ventana de la habitación, mirando las luces de los edificios de la pequeña ciudad de Jaén. Quien no le conociera podría decir que parecía tranquilo, pero no era así en absoluto; sacó su pulsera de teletransporte, que tenía ahora algunas marcas de su pelea con Marek y se teletransporto a su laboratorio, en el que tenía todos esos proyectos sin terminar. En un espiral de ira, cogió una llave inglés y empezó a destrozar todos los proyectos, tirándolos al suelo, pisotenadolos, dejándolos arder hasta que el detector de incendios se activó, lloviendo sobre el agua que apagó los pequeños incendios de las máquinas que acababa de destrozar. Sus manos le sangraba, se cortó mientras llevaba a cabo el destrozo y su sangre goteaba junto al agua que corría por sus brazos, mezclados con los charcos del suelo; había intentando cambiar, intento hacer algo bueno por el mundo, arrepentido de todos los crímenes que cometió durante su vida y, aun si, el mundo se lo arrebató todo, dejandole a él y a su sobrina sin nada… si el mundo quería a un Kotska, tendría a un Kotska… tendría a

Javis Kotska

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