Casting para Pícara

Sentada en una banquita de madera, con un sol hermoso y los ruidos alegres de las personas que vienen a disfrutar de lo que queda del fin de semana. Aquí se ve gente de todo tipo y de todas edades, aquellos niños que apenas comienzan a descubrir el mundo, se les ve curiosos y llenos de ansia de conocimiento; por otro lado están las personas mayores que se sientan a meditar y algunas de ellos le daban de comer a las aves. Lo que tenían en común todos ellos eran sus atuendos primaverales; poca ropa (por decirlo de alguna manera; y yo, cubierta hasta los dientes - bendita suerte - pensé sarcásticamente, aunque, después de todo el salir a "dar una vuelta" había sido todo idea mía, suspire y me levante de mi asiento, no podía seguir fingiendo algo que nunca podría ser.


    Comencé a caminar y observe a los transeúntes que iban en dirección contraria a la mía, por más que quise no pude dejar de notar a aquellas parejas de jóvenes que se paseaban melosamente por el parque tomados de la mano, acariciándose e incluso besándose – ¡Carajo!- pensé resentida, el profesor X me habría dicho algo inteligente para que mi autoestima subiera, pero él nunca sabría cómo se sentía estar en mi situación, ni aunque leyera mi mente. Como sea ya estaba harta de que se compadecieran de mí, había ocultado esos pesares de todo el mundo, incluso en algún momento de mi vida había olvidado aquellos “traumas”; ahora era fuerte, poderosa, había derrotado a innumerables villanos y hasta había conocido el amor.


    Llegando a la calzada gire hacia la izquierda, tomado así, el camino largo para llegar a la mansión X, entre por un callejón sumida en mis pensamientos y ajena a lo que pasaba por mi alrededor, grave error. Tres sujetos con chamarras de cuero me abordaron –Eh preciosa, no te había visto por acá, ¿No quieres dar un paseo conmigo?-los otros se rieron y comenzaron a chiflarme y decirme de cosas –Vamos a jugar un rato, no seas tímida- yo seguí como si no estuvieran hablando conmigo pero me detuve, gire hacia ellos y me observaron algo sorprendidos – ¿Porque no? –mire hacia el que tenía más cerca con una sonrisita, parecía ser el líder. Él se quedó perplejo pero compuso su expresión rápidamente y avanzó más hacia mí, lentamente, con aire de suficiencia. Mientras el sujeto hacía eso, yo fui deslizando la tela del guante por mis brazos hasta llegar a mis dedos, de un jalón lo tire y procedí a hacer lo mismo con el del otro brazo, espere a que estuviera los suficientemente cerca, mi rostro seguía sonriendo, retándolo a seguir. –Así me gusta- contestó con voz ronca el agresor –Que sean cooperativas-completó. Justo cuando estaba a un palmo de mí y su brazo se estiro hasta casi tocar mi rostro, lo detuve, sujete su brazo con fuerza y observé como comenzaba a perder fuerza, mientras yo ganaba toda esa energía, pero por desgracia no solo eso.


    Comencé a ver y a sentirme diferente, ya no era yo, ahora era solo un niño de 10 años al que molestaban y golpeaban. Después fui un muchacho de unos 14 años que hacía su primer atracó, robando unos dulces y otras porquerías de una tienda, sentí su satisfacción, sentí como se sentía parte del grupo y como todos sus “amigos” le aplaudían y repartían el botín. La escena desapareció y sentí la más pura tristeza, de esas que solo sientes cuando pierdes un ser querido, una mujer bañada en sangre, el agresor riendo y volteando su vista hacia mí. -Suficiente de recuerdos-solté al tipo que cayo inconsciente ante mí, mientras sus secuaces huían de escena. Como dije, grave error, para ellos.