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Entonces... ¿Qué es lo que estáis queriendo decirme, exactamente?La pregunta del Profesor Xavier rompió por fin el silencio que parecía haberse instalado en su despacho durante los últimos minutos.
Bestia intercambió una mirada con Eclipse, que estaba sentado a su lado con los brazos cruzados, antes de volver a mirar a su interlocutor.
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Justo lo que le he dicho, Profesor. Se ha negado a proporcionar una muestra de sangre bajo la premisa moral de que podría resultar adictiva y peligrosa para una persona normal, pero se ha dejado efectuar los análisis médicos, los cuales no han hecho más que confirmar sus palabras y las de Drago.-
Que es un vampiro -replicó el hombre enarcando una ceja.
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Llámelo como quiera, Profesor. La única realidad científica que puedo constatar es que la chica no tiene pulso, no respira, y su temperatura corporal es la propia de un cadáver, además de presentar unos caninos anormalmente desarrollados y puntiagudos. Lamento decirle que no tengo ninguna explicación científica que darle.Un nuevo silencio se instauró en la habitación mientras Xavier terminaba de asimilar lo que los dos hombres acababan de relatarle.
Siempre se había enorgullecido de considerarse a sí mismo un hombre de ciencia. No en vano tenía un doctorado en genética, biofísica y psicología por la universidad de Harvard, y llevaba ejerciendo de profesor desde que había iniciado su carrera en la Universidad de Columbia.
No era infrecuente, por tanto, que chocara con Drago, el cual poseía un mundo simbólico extremadamente rico e influido por sus creencias religiosas, facilitando que tendiera a otorgar explicaciones imaginativas y fantasiosas a hechos que podían ser perfectamente explicados de manera racional. Por ello, su primera reacción al verse despertado antes del amanecer por un nervioso Drago para escuchar lo que le había ocurrido aquella madrugada había sido de escepticismo. Honestamente, que Bestia, que podría considerarse perfectamente como el opuesto de Eclipse en todo, coincidiera con su perspectiva de los hechos era lo último que podría haber esperado.
Sin embargo... ¿realmente era tan descabellado? Desde la Colisión habían vivido todo tipo de situaciones imposibles, la más significativa de las cuales posiblemente fuera la alianza establecida con los personajes de las fábulas y cuentos tradicionales, que inexplicablemente parecían haber cobrado vida, pero eso ni siquiera era lo más chocante. En el laboratorio aún tenían encerrado en una jaula al Warren Kenneth zombie procedente de la dimensión donde toda la humanidad había perecido bajo el virus Z que había aparecido el mismo día de la Colisión junto con el resto de la Patrulla X original, todos ellos muertos vivientes. Que después de haber vivido algo así aún tuviera dudas tenía delito. Los viejos habitos tardan en morir, supuso.
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Está bien. Llevadme con ella. * * * *
Mallory aguardaba sentada en una de las estancias más agradables y acogedoras en las que posiblemente había estado jamás, y contaba con una larga vida a sus espaldas.
Se trataba de una luminosa sala de estar decorada con motivos cálidos: cojines del color de la tierra sobre cómodos sofás blancos con chaise longe, cuadros pintados al óleo en tonos marrones y ocres, paredes de ladrillo visto con elegantes farolillos, columnas de granito, tejados de madera con lámparas alumbradas por velas, suelo con baldosas de barro cocido, una chimenea que se mantenía apagada por las suaves temperaturas veraniegas y plantas por todas partes. Pero lo más sorprendente no era eso, sino la arcada revestida de parra virgen que conducía a un hermoso y vivo paraje que Mallory conocía muy bien: los campos de viñedos tan característicos del sur de Francia. Incluso podía notar el canto de los pájaros, la caricia de la brisa y el olor de las rosas que acompañaban los cultivos desde la plaga del hongo Oidium Tuckeri que había devastado las plantaciones a finales del siglo XIX, cuando los monjes cistercienses descubrieron que los rosales bloqueaban la enfermedad.
Si alguien la hubiera dejado inconsciente y hubiera despertado allí, no habría tenido la menor duda de que se encontraba en alguna región de la Borgoña francesa. Pero no había sido así. Nadie la había tocado en ningún momento más que para quitarle la molesta pieza de hierro que la aprisionaba con la mayor delicadeza posible dadas las circunstancias adversas en las que se le había pegado a la piel, y el breve examen médico que le había procurado el hombre bestia.
De hecho sabía, porque lo había visto con sus propios ojos, que se encontraba a unos diez metros por debajo de la escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos, en un lugar extraordinariamente bien protegido (según le habían dicho, para salvaguardar la seguridad de quienes, de otra manera, quizá se aventurarían allí por accidente, aunque a la francesa no le cabía la menor duda de que había motivos específicos por los que habían escogido mantenerla allí mientras aguardaba) al que se referían como "La Sala del Peligro", la zona de entrenamiento en donde los residentes de aquellas instalaciones entrenaban, practicaban el trabajo en equipo o aprendían a controlar sus poderes.
Según le habían explicado brevemente antes de dejarla allí, aunque saliera de la arcada no podría llegar muy lejos, ya que en realidad la situación y la forma de la Sala del Peligro nunca cambiaba; era el holoproyector alienígena Shi'ar adherido a los muros lo que conseguía engañar de aquella manera los sentidos.
Después de algún tiempo una de las puertas se abrió y aparecieron Xavier, Eclipse, Bestia y un mutante enorme de piel metalizada que se quedó en una esquina con los brazos cruzados.
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Bueno, le ruego que disculpe todo esto -dijo el Profesor, sentándose ante ella con una amable sonrisa en el rostro-
. Pero antes de dejarla salir necesitamos estar seguros de comprender qué fue lo que le hizo perder el control la pasada madrugada, así como los mecanismos para evitarlo. Hemos intentado que se sintiera cómoda, pero no es mucho lo que sabemos de usted, sólo que es francesa. Esperemos que el encargado de programar ésta localización haya dado en el blanco. Ya conoce a Hank y a Drago; aquél de allí es Coloso. Está aquí por si volviera a perder el control. Sus colmillos no podrían penetrar su piel.Lo decía como algo tranquilizador, para que no se preocupara si llegaba a ocurrir. Nada en su rostro, su tono o su actitud transmitía a Mallory la menor impresión de amenaza.
El Profesor miró hacia Eclipse, que se había sentado a su lado en el sofá.
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Drago me ha contado lo que pasó. Dice que es usted... un vampiro -se reclinó en el asiento, mirándola con verdadero interés-
. En situaciones normales habría pensado que el problema que la aqueja no es más que una forma distinta de mutación con capacidad de afectar a un nivel tanto físico como biológico. Los poderes de la Bruja Escarlata, por ejemplo, no proceden de magia real, sino de su naturaleza como mutante, y creo que el doctor McCoy aquí presente podrá certificar que en ocasiones los cambios físicos pueden llegar a ser aparatosos. Lo ideal habría sido poder contar con una muestra de sangre suya para analizar el ADN, pero ya me han contado los motivos de su negativa. No obstante, es cierto que Cerebro no la identifica como mutante, así como el hecho de que me ha sido imposible entrar en su mente. Por no hablar de... los resultados médicos -cruzó las piernas y apoyó una mano sobre la rodilla-
. Antes que nada, le informo de que el señor Spiguelman se encuentra bien. Ahora mismo está en la cafetería, recuperándose de la pérdida de sangre, pero hemos dejado instrucciones para que lo traigan aquí, si él así lo desea, una vez se encuentre mejor. >>
Bueno... como le digo, Drago ya me habló del... accidente, pero me gustaría que me lo contara usted misma. ¿Qué ha ocurrido ésta noche... y por qué ha ocurrido? ¿Qué se podría hacer para evitar que vuelva a ocurrir? ¿Desea que nos pongamos en contacto con Blackagar Boltagon para que acuda a recogerla?Según todo lo que sabían, ella trabajaba con los Inhumanos, y, si bien no podían permitirse dejarla ir libre sin saber si podía volver a repetirse lo de aquella madrugada, siempre sería una garantía y una tranquilidad saber que Blackagar respondía por ella.