Prueba (muy atrasada) de Jason Todd

— ¡Tsk! Mierda... — bajé la taza de nuevo a la encimera y saqué la lengua como un gilipollas. No, si llevaba una tardecita...

Aquel día me había levantado con el pie izquierdo, y a cada segundo que iba pasando, me daba cuenta de que, quizás, no era una mala idea el volver a meterme en la cama y que le dieran, como que mucho, al puto mundo. Saqué un vaso del armario de arriba y me serví algo de agua del grifo. Me había quemado la lengua con el café a base de bien, y, o bebía algo fresco, o poco a poco la lengua se me pondría más rasposa. Y pasaba muchísimo de parecerme a un gato en esos momentos.

Pues no me quedaba otra que esperar a que el jodido café se enfriara un poco más. Había que joderse...

Abrí uno de los cajones y saqué un cepillo de dientes rojo. Levanté la corredera del plato con disolvente y me puse a frotarlo un poco, quitando todos los restos de pólvora que pude. En cuanto estuvo reluciente, a repetir el proceso con el muelle recuperador. Siendo sinceros, este trabajo era una mierda. Sí, es muy necesario desarmar y limpiar las armas asiduamente. Pero cuando tienes una 18, o una CZ 75 automática, pues es coser y cantar, no tardas realmente nada en terminar. Y si, por algun despiste, se te queda algo no del todo limpio, no pasa absolutamente nada. Se te calentará el cargador antes y listo. El problema es cuando, como es mi caso, te gusta hacer el gilipollas saliendo de patrulla con una Lorcin 380 del año de la polca. Que si, que tiene muy poca reverberación y para disparar a quema ropa es lo mejor, ya que practicamente no salpica. Por no hablar de lo suave que tiene el gatillo, que tras varias horas en una moto, tus manos lo agradecen. Pero claro, o la limpias una vez a la semana y te encargas de que quede como salida de fábrica, o se te encasquilla.

Vamos, que era perder el tiempo haciendo el tonto con una pistolita de película a la que había que tener un mantenimiento aburridísimo y muy seguido. Pero allí estaba, frotando el jodido muelle.

La pistola me encantaba, y encima era un regalo de Thalia. Así que no tenía derecho a quejarme en absoluto. Sarna con gusto no pica.

— How was I supposed to know... that she'd been sent away? — no pude evitar ponerme a canturrear al mismo tiempo que la canción de la radio. Me giré y le subí un poco el volumen —. For breakin' lover's hearts here now? I live in this to say, oh oh oh oooooooh.

Tiré el cepillo de dientes a la pila, y cogí del mismo cajón de antes el cepillo de punta de alambre para poder limpiar el cañón.

El sol practicamente ya estaba oculto, y las sombras comenzaban a poblar todo mi apartamento. ¿Cuánto me quedaría para tener que salir? ¿Media hora a lo sumo? Si era así, llevaba un atraso de lo más bonito. Esta noche tampoco cenaría en casa. Por suerte, la cafetería que hacía esquina entre la 15 y la 32 estaba abierta 24 horas, y preparaba las hamburguesas con curry más ricas de todo Gotham. Era una verdadera pena, ya que había puesto a descongelar unas alitas de pollo, pero la vida es dura, chaval.

La radio cambió de canción, y mi canturreo cambió con ella. Nick Curran era uno de los grandes de la música. Qué ritmo, que voz, que cadencias... y qué chulada de letras. Quizás algunas algo machistas, o muy bastas. No se podía pedir de todo, y la perfección no existe, aunque este tío estuviera jodidamente cerca.

Fuí a buscar el paño para terminar de limpiar la pistola y poder montarla, y, en un impulso suicida y muy valiente, cogí de nuevo la taza de café y le pegué un buen trago. Dios, menos mal, ya se había enfriado. Y estaba de putísima madre.

— She told me she love me she told me a lie. All about the way that she kiss or fight. If you don’t stop doing me the way...espera, ¿qué? — me callé al completo y bajé el volumen de la radio antes de asomarme a la ventana.

Y, efectivamente, mis oídos no me habían engañado. Aquellos eran gritos de socorro. Gritos de socorro de una chica. Y una chica menor, por lo que podía ver en la esquina de la calle. Lo poco que me dejaba la distancia, y el cuerpo del gilipollas ese que intentaba bajarse los pantalones para follársela.

— Estos son gilipollas. ¿Qué parte de no tocar a las tías no han entendido? Y encima practicamente en mi calle. Si es que lo piden a gritos — murmuré mientras me giraba corriendo a por mi casco y las armas. Las que estaban limpias y listas para usar, claro.

Definitivamente, aquel día me había levantado con el pie izquierdo. Salir antes de patrulla, no dejarme terminar de cantar mi canción favorita, y encima, cuando por fin se había enfriado mi café, no podría tomarmelo. Ese tío se iba a llevar un balazo en toda la polla. Por tocarme la mía.

De manera metafórica, no literal. Ew.

¡Prueba de rol superada!

Tienes hasta el día 15 de junio para subir la ficha

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