¿”Akumatokami”? [05/02/19] (Daredevil)

No soy alguien que tome las mejores decisiones, cosa que afirmo por diversas razones. Primero,  porque si no hubiera salido con Tomoko aquella tarde, mamá seguiría con vida. Segundo, mi pequeña perdió años de su vida encerrada y aunque jamás se quejó, siento que de haberla dejado con las autoridades su vivir actual sería más satisfactorio.  Tercero, pude  negarme a ir con mi maestro esa trágica noche, decirle que no estaba preparado todavía, pero terminé con mi siniestra fracturada.  Cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo y… Lo bueno de los números es que son infinitos.

Hells Kitchen, Manhattan, Estados Unidos, 3:00 AM.

Los latidos de mi corazón eran imparables, casi podría presumirle a un colibrí que sus latidos son un chiste, pero por desgracia ese animalito logra volar y yo ni en mis sueños lo hago. Habilidad que necesitaba llevar a la práctica en ese miserable momento, evitando así una muerte segura o en un caso rarísimo heridas graves. Mi situación era grave: ingrávido, mi cuerpo  se desplomaba boca arriba, rodeado por minúsculos trocitos de cristal, a una altura de aproximadamente 8 metros.

La verdad es que no tardaría más de 6 segundos para estamparme, no tuve tiempo de pensar en absolutamente nada. Era inútil buscar una solución; no había solución, solo esperar el mortífero impacto.  Lograba ver el cielo negro y repleto de brillantes estrellas, escuchaba gritos de dolor entretejidos con disparos  fugaces, que apenas percibía pues, el brusco viento que se deslizaba por mi cuerpo resultaba ensordecedor.

Era el fin, no obstante, algo se estrelló violentamente contra mi costado derecho, tan fuerte fue el golpe que giré un poco en el vacío, azotando en el friolento suelo con mi hombro, muslo y cabeza, sí, “cabeza” olvidé decir que mi fiel casco no me acompañaba, yacía en pedazos dentro del gran almacén del que había caído o… me habían aventado.  Tras rodar una distancia no muy larga, finalmente me detuve, con la mirada apagándoseme y las extremidades temblándome.  En esos ínfimos segundos de conciencia alcancé a ver al que evitó que terminara como puré de tomate, un viejo “amigo”, el vigilante de esos lares… Daredevil.

- Ayú… dalos…

En ese punto, los parpados me pesaron demasiado y caí en un profundo sueño.


Desperté algo atontado,  me sentía bastante cómodo, sin tennis, sin espadas, cubierto con una delgada manta,  fresco, al tener un trapo húmedo sobre la frente. Recordaba qué había pasado ayer, mi metida de pata estaba muy clara que ni el golpe en la cabeza fue suficiente como para olvidarla, pero estaba agotado y no tenía ni la más remota de en dónde me encontraba ¿los de A.I.M me secuestraron? ¿Mi sensei  se preocupó, logró encontrarme y me salvó? No. Al alzar la mirada, sentándome mientras soltaba quejidos, analicé el lugar, la habitación no era pequeña, pero tampoco tenía muchas cosas dentro, pude ver solo unos cuantos muebles con típicas cosas sobre ellas, como una lámpara, medicamentos,  libros, papeles, etcétera, etcétera. Algo que llamó mi atención particularmente fue el hecho de que todo estaba muy obscuro, las cortinas privaban a la luz de entrar, aunque parecía ser de día y parecían ser cortinas algo obsoletas. Una tenue luz bañaba la habitación. Entonces, alguien me observaba, pude sentir su mirada en mí, una mirada no hostil. Mi rostro pálido y apagado volteó con suavidad, muy serio como de costumbre.

- ¿No me odias?

Sabía de quién se trataba, tampoco soy tan tonto. Tal vez había muchas cosas que dialogar de muchísima más importancia, sin embargo, nuestro primer encuentro  fue feroz y, a decir verdad, mis planes para él eran una paliza, sí, la fractura no fue un gusto, todo lo contrario, en verdad me sorprendía que me hubiera ayudado, por ello mi sencilla pregunta… ¿Qué contestaría el de rojo?

La madrugada era fría y solitaria, vagamente se escuchaba el motor de algún auto ocasional o los gritos de diversión de algunos adolescentes, arriba de algunas motos, cuyos escapes tronaban repetidamente como si fuesen de esos fuegos artificiales que usan los niños para divertirse en los parques, eso lo acompasaba las ligeras olas que golpeaban el duro concreto que separaba  a la gran manzana con el agua salada. Todo aquello tenía una pinta de ser una noche tranquila, claro, si fueses uno de los tantos neoyorquinos que dormitaban con tranquilidad debajo de sus suaves cobijas de algodón, respirando de manera suave con todos los músculos relajados.

Pero en las sucias callejuelas de la ciudad, donde el pecado y el libertinaje se desata bajo el manto oscuro, creyendo que así estarían a salvo de cometer sus mas bajos instintos, asi como llevando acabo diferentes fechorías; pero no siempre salia indemnes, pues Daredevil siempre recorría esas calles, de diez de la noche hasta el amanecer, la justicia le pertenecía, el era juez y jurado, imponiendo el orden natural de las cosas, rebajando la maldad, deteniendo la oscuridad que lentamente se cernía por aquellos lares, después de todo, Hell´s Kitchen se había ganado ese nombre por algo, y no era solo por albergar a los grandes del crimen, la suciedad, si no por la sangre derramada, el llanto de miles de mujeres que sostenían en brazos a sus seres queridos, perdidos por una guerra que ellos no pidieron, una guerra que solo buscaba la egoísta satisfacción monetaria o del poder, pero ya no mas, no desde que el había regresado.

Ahora, el mismo llamado Vigilante de Hell´s Kitchen, rondaba sus rumbos cual rey entre sus tierras, velando por el sueño de los que consideraba su gente, aquellos que cada que le veían, se daban el tiempo de animarle a seguir adelante con ello y si tuviesen la oportunidad de preguntarle si todo aquello valía la pena, el solo sonreiría para responder que vale cada minuto.

Pero este relato no es uno de superación personal, ni si quiera para los jóvenes talentos que crecían donde el grande ya triunfó, ahora mismo, Daredevil, se acercaba a  una escena ya relatada, donde un chico de aproximadamente veinte años caía boca arriba, el corazón palpitaba a tal grado que parecía como si este fuese a reventarse de un segundo a otro, los músculos tan tensos que si en este mismo instante alguien se atreviese a golpearlo con algo, el chico no resentiría tan golpe ante la inminente explosión de adrenalina por el momento. Las balas salían de todos lados de aquel edificio por lo que haberlo alcanzado a pillar con un brazo, mientras el otro se mantenía firme ante el agarre del bastón y columpiarse así, a una azotea cercana fue de suerte, claro, su una bala no hubiese alcanzado a rozarle la pierna, la caida hubiese sido mas suave para ambos, el chico rodó un par de metros mientras el cuernudo solo caía de lado soltando una ronca maldición por debajo.

Como pudo se levantó, acercándose preocupado al chico ,trató de ayudarlo a levantarse, tontamente ignorando los demás latidos de aquel edificio ¿Estas bien chico?- sabía su nacionalidad, por lo que aquella pregunta la dijo con un japones fluido, pero denotando preocupación, no fue si no hasta que el mismo Daika, en un esfuerzo soltaba un suave "Ayudalos" para caer inconsciente por el esfuerzo de lo que fue un enfrentamiento. El hombre de rojo se levantó, no esperó ni un segundo más para dirigirse de donde había caído el chico, solo para encontrarse con una escena que era, sumamente impactante, pero aquellas calles siempre se vivía una guerra, y su maestro siempre trató de enseñarle a no meter sentimientos cuando se luchaba en una, pero aquellos cuerpos sin vida, ensangrentados con sus débiles latidos y sus cuerpos enfriándose lentamente, era lo que le desataba. Empuñó su arma con rabia, aspiraba con fuerza una y otra vez enfrentándose a los hombres.

Veinte jóvenes... susurra atacándoles Entre ellos mujeres...  sus ataques eran rápidos, como es esperaba que fuesen de el, las balas eran disparadas de muchas direcciones, pero no alcanzaban a dar al objetivo; ahora mismo el diablo, se había desatado. Y si tal vez, los ciudadanos de los alrededores, no estuviesen tan sumidos en sus temores, ignorando las balas, podrían haber escuchado como lentamente, las armas dejaban de sonar, dándole paso a gritos y alaridos de dolor, claro, para en la mañana ellos estarían vivos, tal vez con los huesos de sus manos rotas, y algunas piernas dislocadas, pero lo único que dirían los vecinos, es que solo lograron escuchar un fuerte grito, uno lleno de ira desatada que profesaba "¿Porque ellos?".

Departamento de Matt Murdock

La noche fue pesada, Daredevil había logrado llevar con el cuerpo del único sobreviviente de aquella matanza sobre su espalda a su humilde departamento que tenía por el momento cerca de su despacho legal. Sin perder tiempo, quitó de su calzado al herido, asi como las armas y la camisa para asi al menos desinfectar los raspones y heridas abiertas por el cristal, por dentro, se sorprendía que no tuviese ningún impacto de bala, por lo que dedujo que aquello era por el entrenamiento con el demente de Deadpool.

Sin ninguna preocupación, le acomodó en su cama para que descansara, le cubrió con una de sus sábanas de seda, asi como poniéndole a su vez un paño en la frente para que se relajase, mientras Matthew, aun con el traje dejaba una silla frente a la cama para estar al pendiente, eso si, se encargó de esconder cualquier foto que delatara su identidad y las armas de este; el tiempo pasó y al poco rato Daika daba señales de despertar, y el por su parte solo mantenía su cabeza recta a donde el, con un semblante serio, el mismo con el que se presentó ante el, después de todo, su primer encuentro no fue el mejor.

Odiar es una palabra muy fuerte, pero no, no te odio respondió  con una voz ronca, tomó un poco de aire, a la vez que se levantaba¿Que estabas haciendo en ese edificio?. soltó de repente caminando a donde el Y será mejor que me digas la verdad, o sabré que mientes se detuvo a su lado.

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