[Mini-Evento] La muerte no es el final. (Epílogo) Más allá del cosmos. (Autoconclusivo). 30 de marzo de 2019.

30 de marzo de 2019.
Imposible determinar la hora.
Superficie de un gigantesco asteroide en mitad del cosmos.
Nombre: Desconocido.


Todo es oscuridad. Mires hacia donde mires en ese interminable cosmos solo hay vacío, una negrura tan profunda que impregnaría el corazón de cualquier ser que osase asomarse a ella. Millones de estrellas decoran el firmamento, titilando con debilidad, como si conociesen la gravedad de la situación, como si hubiesen sido advertidas del horror que se avecina. Un golpe seco, fuerte, impactante. El sonido que le sigue es similar al de una montaña partiéndose. El suelo está teñido de sangre, tanto húmeda como seca. Toda roca o cráter que en aquel lugar hay está manchada o partida, describiendo mejor que las palabras el escenario de una violenta pelea. Una estrella fugaz cruza el cielo, brillante como un amanecer para después consumirse en sus propias llamas. Todo está quieto, solo se mueven dos enormes figuras, anchas y musculosas sobre la enorme roca. Una nave se ve a lo lejos, demasiado como para distinguir qué tipo de nave es. Podría ser un caza, podría ser un destructor, podría ser una nave mercante... Pero no es hasta tiempo después que puede distinguirse por fin los rasgos de aquel vehículo. Es fina y pequeña, preparada para maniobrar con agilidad y rapidez. Se dirige hacia el asteroide rápidamente, consciente el piloto de que el tiempo apremia. Una pequeña figura emerge de detrás de una roca. No es ninguna de las dos que pelean. Se trata de un espectador, un juez que observa la batalla desde una distancia prudencial. No desea inmiscuirse en esa clase de asuntos. Tan solo está ahí para declarar al vencedor. Puede que pronto se sepa quién es. Se vuelve para recibir a la nave que aminora su velocidad. Unas pequeñas patas se asoman por la parte inferior y comienza el descenso vertical. Apoya todo el peso de esta en el suelo, levantando una pequeña nube de polvo. La compuerta se abre y una figura de tamaño medio sale de ella. No se le puede ver el rostro pues una capucha se lo tapa. Tan solo dos brillantes ojos verdes iluminan la cara. Se acerca hasta la otra figura, cuyo aspecto es similar, salvo por que esta tiene la capucha bajada. Su cara es de un tono oscuro, con dientes afilados y una barbilla curvada hacia el pecho. Largas orejas puntiagudas y dedos delgados y huesudos permanecen cruzados a la altura del vientre. Sonríe al ver al nuevo invitado y abre las manos en señal de bienvenida.

- Os esperábamos... ¿Qué nuevas traéis, mi señor?- La recién llegada figura se acerca hasta él y destapa su cara echando la capucha hacia atrás. No hay duda de que son seres de la misma especie, aunque el nuevo es más alto y delgado que el vigilante del asteroide. Aún lleva puesto un intercomunicador que cubre su oreja derecha y el mismo ojo con una pantalla naranja. Presiona un botón en mitad del aparato y este se encoge hasta quedar oculto a la vista, convirtiéndose en un pequeño tapón de oído.

- ¿Dónde está?-

- Sigue ocupado. Pero no os preocupéis, pronto terminará... Si deseáis acompañarme...- Muestra unas largas escaleras talladas en la piedra que suben hacia donde se encuentran los dos seres peleando. La nueva figura comienza a ascender, seguida de cerca por la otra. Cuando llega al punto más alto puede ver un gran ring improvisado. En realidad no era un ring, sino un enorme cráter usado con tal propósito. Una de las dos figuras cogió a la otra por el pecho y comenzó a descargar poderosos puñetazos contra su rostro. Esta intentó protegerse de los impactos levantando ambos brazos y cruzándolos frente a su cara, pero los golpes son implacables, y con un rápido movimiento quita la protección y vuelve a golpear el ahora deformado rostro. La nariz está totalmente partida, y algunos dientes caen de la boca. La sangre emana a borbotones de los cortes y heridas provocadas por la pelea, para después caer pesadamente sobre lo que pelean. Apenas puede moverse. Se gira sobre sí mismo y se arrastra unos pocos pasos antes de que el vencedor se acerque hasta él y apoye su enorme pie en la espalda, entre los dos omóplatos. La respiración de ambos es agitada, producto del cansancio por la dura pelea, mas la del que tiene la posición ganadora es más tranquila, y la del otro más rápida, sabedor del destino que le espera. Un aplauso rompe ligeramente el ambiente, y la figura que se mantiene en pié con el puño en alto se gira para ver de dónde provienen. El ser alto sonríe y mira el combate que ya parece estar sentenciado.

- Me alegra enormemente haber llegado para ver el final de todo esto. Siento haberme perdido la... Fiesta, pero por lo menos no me pierdo el final... Oh, para que lo sepáis, mi señor, ella ha aparecido. Estaba en la tierra... Pero hay algo que debéis saber... Ya no está sola... Es decir... Ya no hay una única muerte... Ahora al parecer hay... Dos.- La figura traga saliva, muy consciente de que lo que acaba de decir puede significar su muerte. Mas no es eso lo que sucede. En cambio, la enorme figura que está de pie sonríe, y comienza a reír. Una risa profunda y cruel, despiadada, una de esas risas que llenan las pesadillas de la gente a diario. Agarra la cabeza de la otra figura con ambas manos y, con un fuerte y violento tirón le arranca la cabeza, manchándose todavía más el rostro y el pecho de sangre. Mira el rostro de su contrincante, ahora en su mano y luego lo tira lejos de él. Se acerca al centro del cráter, y la nueva figura puede ver mejor la situación. El enorme agujero está repleto de cadáveres. Cientos, miles de ellos, mutilados y ensangrentados. Una montaña de casi diez metros de alto, sobre la que un enorme trono descansa. El ser llega hasta él y se deja caer pesadamente, pero con una sonrisa triunfal en la cara. Todos los cadáveres que hay apilados en el suelo son el mismo ser que está sentado.

- Así que la Tierra, ¿eh? Vaya, veo que nuestra querida amiga sabe cómo captar mi atención... Llevo mucho tiempo preparándome para esto... Y siento que ya va siendo hora de entrar en escena... No deben olvidar quién soy... Y un poco de diversión nunca viene mal...- El trono fue girando lentamente hacia ellos, y la nueva figura pudo ver aquella mole musculosa de color morado cuya dorada armadura estaba impregnada con una brillante sangre verde. Cogió un casco que había apoyado junto al asiento y se lo colocó en la cabeza. Después se reclinó hacia adelante, observando los miles de cadáveres que se amontonaban a sus pies.- Es hora de recodar al universo cuál es su sitio...-

Y a medida que amanecían en aquel inhóspito lugar, pudieron observar a aquel ser deleitarse de su victoria. Pues durante meses había recorrido el universo enfrentándose a todos los otros Thanos que ahora yacían a sus pies, proclamándose así el único y señor de todos ellos..