Alea Jacta Est (Autoconclusivo)

Bar Oblivion.
El Pasado.


La reunión era a puerta cerrada, lejos de ojos y oídos indiscretos. En la sala reinaba una pesada atmósfera, cargada de presagios; y ninguna de las figuras presentes era ajena a ella. Todos y cada uno de ellos podían sentir el peso del destino sobre sus hombros.

- Lo he visto... - susurró uno de ellos. Como si quisiera velar la imagen que su mirada inmortal le había mostrado, la mujer había cerrado con fuerza los ojos y ahora agachaba la cabeza, cansada. Ella, más que ninguna otra, conocía el temor a lo inevitable.

- Así pues, Damas y Caballeros, la situación sigue siendo desesperada... - el hombre a su derecha tomó la palabra, en un tono calmado que contradecía sus verdaderos sentimientos. - Soy de la opinión de que se requiere nuestra intervención inmediata.

- ¿Meternos en esto? ¿Estáis todos locos? - intervino un tercero, con la voz llena de incredulidad - Habéis perdido el jodido juicio. No contéis conmigo para esto. Se me ocurren otras formas de suicidarme.

La declaración del hombre despertó varias voces a su alrededor; algunas abiertamente en contra de sus palabras, otras expresando su apoyo. El rumor creció, hasta que otro de los reunidos atrajo la atención de los presentes, que guardaron silencio.

- ...ine tiene razón. No conocemos las implicaciones de inmiscuirnos en esto. - el cuarto no hablaba con la vehemencia de su compañero y parecía contrariado por tener que compartir su punto de vista. Sin embargo, sus palabras dejaban entrever la misma duda. Pese a la magnitud del peligro que se avecinaba, jugar con el futuro podía tener peligrosas consecuencias.

- Pero sí las de no intervenir. - señaló una nueva voz, invocando con estas palabras un pesado silencio.  

Trascurrieron unos segundos que se hicieron eternos.

- ¿Y qué seguridad tenemos? ¿Las palabras de una vidente? ¿Qué hay de esa mierda del futuro en continua evolución? ¿Qué pasa si lo jodemos todo interviniendo?

- ¿Y qué pasa si damos la espalda al mundo cuando más nos necesita?

- Estamos olvidando por qué nos reunimos por primera vez. Nacimos con el propósito de evitar que este tipo de cosas sucedieran... - la voz de la vidente sonó débil, pero no por la incertidumbre, sino por el temor.

- Hay puntos de vista opuestos. Debemos someterlo a votación - el hombre miró en silencio los rostros de sus compañeros, leyendo las emociones que reflejaba cada uno de ellos. Miedo. Duda. Indecisión. - Los que estén a favor de nuestra intervención, que den un paso al frente.

Varias figuras se movieron en la penumbra de la estancia. La decisión había sido tomada.