[Introducción] Prisionera [Libre hasta 2 Personas]

Apenas queda la mitad del sueño para cubrirme, pero la energía de Sueño estaba concentrada en el centro, justo en el banco de piedra con la grava y las palomas. Lo sentia, podia sentir la energía de las billones de vidas en el universo, por fin estaba acercándome al final de esta especie de túnel en el que estaba. Me puse de pie, las palomas se desvanecieron, apenas si quede suficiente energia para el último tramo y yo no puedo mantener un sueño, asique mejor ponerme lo mas al centro que pueda. Un paso, dos, no estoy demasiado lejos del banco, el centro exacto del sueño, solo tengo que sentarme ahi y...



Unas patitas en mi nariz son lo primero que me despierta. El pecho aun arde, y abro muy lentamente los ojos. Todo se ve borroso, el escarabajo abre sus alas y vuela de mi. Trato de desplazarme de alli, pero no puedo romper mi forma fisica, asique cuando siento más claridad, muevo mi brazo, pero no lo hace, aunque al menos la herida en mi pecho ha cerrado. Una cadena con un grillete repleto de símbolos retiene se brazo, muevo el otro, mis piernas, nada se mueve, solo mi cuello esta libre, y levanto mi mirada mientras veo a unas figuras debajo mio, mortales, humanos, me miran con morbo.

- Bienvenida a Ubar...¿O la conociste como Iram la de las Columnas? - Me habla el hombre con la túnica verde, lleva una capucha que me impide verlo, y no sé quién es, por primera vez, no lo se. Estoy aturdida, me tomara un tiempo recuperarme y saberlo. A su lado, un hombre de unos cuarenta, rifle en mano, uniforme color arena, no es el único militar alli presente, pero claramente es su lider, hay al menos seis soldados en la enorme cueva en la que estoy. La iluminan reflectores portátiles. Casas, calles, y columnas, decenas de ellas, todas en ruinas. Miro a mis lados, las cadenas que me atan terminan en dos grandes columnas, las mejor preservadas.

- ¿Como lo conseguiste? - Aun recuerdo Ubar. Discuti largo y tendido con la Ciudad de Plata cuando supe que se había decidido algo asi. El exterminio de toda una ciudad, y como siempre, yo tenía que llevármelos a todos una vez ocurrido. "Pecado", recuerdo que me dijeron los ángeles, pero para mí el concepto es ridículo, ¿Cómo vas a castigar a los mortales solo por hacer cosas malas? ¿Y si yo decidiera hacer las cosas mal? ¿Quien castiga al que castiga? Pensé que nadie encontraría jamás estas ruinas.  Alá, o como quieran llamarlo, la sepulto bien debajo de la arena para que nadie jamás la recordara.

- No es lo importante, lo único que importa ahora es que estás bajo mi poder...- Arqueé una ceja, aunque tenía toda la razón, no habia forma de soltarme de esto y me sentia...débil. - Es muy especifico como para un mortal...- -...Como dije, no es lo importante, lo que si importa es que estas en mis manos, y si quieres sobrevivir, vas a tener que...que...¡Silencio!- No me quedan fuerzas, pero claro que puedo reírmele en la cara, una risa que inunda toda la enorme caverna que seguro les tomo años excavar de entre arena y roca. Vaya, necesitaba algo de humor para comenzar esta noche de cautiverio.

- ¿Sobrevivir? ¿Sabes quién soy? - - De hecho, si, y tú bien sabes cuál es tu situación...- Me removi un poco, el ardor en el pecho realmente era intenso, pero me sentia un poco mejor que hacia unos momentos. No entiendo por qué estoy sintiendo como si fuese mortal, con mareo y todo, pero seguramente no puedo proyectarme por las cadenas ni utilizar mi poder. Mejor me lo tomo con calma. - Tienes razón, pero si esperas que muera...digamos que vas a llevarte una decepción...- Negó con la cabeza, lentamente, se le fue el temperamento por unos instantes, pero ahora lo recuperaba. - Hablas muy altaneramente para ser una prisionera...- - No soy tu prisionera...- Eso toco mi fibra sensible. ¿Prisionera? - ¿Te has vuelto loco? ¿Entiendes la magnitud de lo que estas haciendo? - - Si, si la entiendo...- Llevó sus manos a su capucha y lentamente la removió.

Reconocí las facciones enseguida. No era él, pero era de su sangre. Mis ojos se tornaron de un rojo furioso, me removi contra las cadenas, con fuerza, pero sin éxito.

- Burgess....- El hombre sonrió de oreja a oreja, con suerte y tenia unos treinta. - James, bisnieto de Roderick...- ¿Que? ¿Un cuarto Burgess? Pensé...pensé que sería alguno de los que conozco pero con el aspecto alterado, o demasiado joven. Que no pueda saber inmediatamente su identidad es una cosa, con las cadenas y todo, ¿Pero que no le conozca? ¿Que sea alguien totalmente nuevo...para mi? ¿Que me esta sucediendo? -...Y por fin he conseguido lo que mi antepasado no pudo, lo que la Orden de los Antiguos Misterios no pudo...te atrape...- Me removí denuevo, mordiéndome el labio inferior de rabia, mirándolo como si pudiese echar fuego por los ojos. Si no tuviese estas cadenas, quizás y podría hacerlo. - Al fin, la Muerte, bajo mi poder...- - Estas loco...- Me sostenia la mirada con calma, el otro hombre hacia silencio, mirandome largamente, mas como para saber dónde ponerme una bala si me soltaba que para entender de lo que hablábamos.

Me removi una vez mas, ahora con violencia. - ¡Sueltame, Burgess! - - ¿Por que lo haria? - - No entiendes lo que puede llegar a suceder si no lo haces, no soy el anterior ser que atrapaste, sin mi, todo el universo perdería el balance...- - Interesante...traigan al prisionero...- El otro hombre hizo unas señales y de una de las casas arruinadas salieron dos soldados llevando a otro hombre, atado de mano y vendado, arrojándolo al suelo. Oraba en árabe, pidiendo la gloria de los cielos. No podia saber si sucederia por las cadenas que retenían mis poderes, pero era fijarse con detenimiento para saberlo. Apuntaron a su cabeza, no habia problema, seguramente era su hora, cuando me liberara podria acudir con su alma y...

...el disparo acabó con el silencio. El hombre se desplomó sin vida. Vi su alma de pie a su lado, cofundida, mirando a su cuerpo y a mi alternativamente. Me serené y le sonreí para que supiera que todo estaria bien, pero esa expresión se deshizo por completo cuando su alma se desvaneció ahi mismo. No estaba ya más entre nosotros. Se habia ido sin mi guia, sin mi mano...

- ¿Lo ves? - Seguro que notó mi expresión consternada. Mis ojos volvian a la normalidad, estaba boquiabierta. Por primera vez desde que el tiempo existia, desde que los seres vivian y respiraban, un alma se habia ido del plano terrenal sin mi. Alguien la habia llamado, la habia ayudado a irse, y habia una sola entidad que podia hacer eso, pero estoy atada a las cadenas. Alguien se ha llevado un alma, y no he sido yo.

- Aun puedes darme poder, ayudarme a convertirme en el ser más poderoso de esta Tierra, y te liberaria de tus ataduras...- Volvi a caer en la cuenta de mi realidad recién cuando acabó de decir eso, estaba estupefacta por lo que habia visto. -...No vas a recibir nada de mi, Burgess, asique puedes sentarte y esperar...- Frunció el ceño. - Vigilenla...- Musitó al otro hombre, dandose la vuelta y retirandose a paso lento del centro de la ciudad hacia unas tarimas lejanas que conducian a la superficie. El que lo acompañaba ordenó con gestos a sus soldados que cubrieran la avenida principal de la pequeña parte de Ubar que habían excavado en aquella caverna y se fue también.

No se que esta pasando, ni que esta sucediéndome. No puedo hacer nada. Estoy atrapada.





¡Hola!

Esta es una introducción participativa. Hasta dos personas pueden entrar y rolear siempre y cuando tengan un motivo razonable para estar en Africa en las cercanias del lugar y se puedan dar cuenta de que algo raro sucede. La manera la dejo a su criterio, y claro, una vez posteen dos personas asi quedara el orden de las rondas.

No será un rol muy largo, pero si interactivo.

Cualquier cosa, me dicen

El mundo está lleno de lugares secretos y misteriosos. Localizaciones que muchos tacharían de leyendas, mitos, simples espejismos. Cada vez que alguien asegura haber encontrado uno de esos místicos lugares acaba demostrándose que no es más que una farsa o un montaje para promocionar una película, un libro o simplemente ese afán del ser humano por darse a conocer, tanto por su estupidez como su valentía o bravura. Lugares como la Atlántida, Shambhala, El Dorado... Todos esos lugares que muchos afirman haber pisado al menos una vez en la vida o haber gozado de los poderes sobrenaturales que en esas ciudades viven. Pero al final, una vez tras otra, se termina demostrando que no eran más que falacias de algún loco con mucho tiempo libre o que tras demasiados años de investigación terminó perdiendo la razón. A pesar de esto, sigue existiendo ese misterio, esa falta de pruebas irrefutables de que los lugares no existen con total seguridad. Y de vez en cuando, puede verse en alguna foto o grabación una pequeña muestra. Una piedra, una joya, una moneda, que provoca las dudas y una nueva oleada de investigadores que intentan encontrar esas ciudades perdidas para ver sus nombres en los anales de la historia. Y es que amigos míos, al final, todos esos lugares tienden a aparecer cuando menos te lo esperas.

Así fue como el demonio encontró la perdida y misteriosa ciudad conocida como Ubar. La Sodoma y Gomorra del Corán, fue condenada por los dioses debido al pecado que en sus paredes se respiraba. Sin embargo, esta vez el pecado había sido demasiado para pasarlo por alto. Hellboy sabía que los humanos a veces tendían a ser estúpidos, hipócritas, y que constantemente intentaban refutar la existencia de un dios superior a ellos, o intentar convertirse ellos mismos en uno por medio de las investigaciones. Lo que muchos no saben es que en este mundo existe un equilibrio, un equilibrio mucho más antiguo que ellos y que no puede ser roto así como así, a pesar de sus constantes esfuerzos. Crear vida, convertirse en un dios, aspiración de cientos y cientos de visionarios o locos, dependiendo del cristal desde donde se mire. Cuando el B.P.R.D descubrió que un hombre conocido como Burgess pretendía capturar y aprovecharse de nada más y nada menos que la muerte pensaron que era una broma. Nadie podría hacer eso. Y sin embargo, al parecer habían dado con la ubicación de un ser que resultó ser nada más y nada menos que la propia muerte, encargada de acompañar al otro lado a las almas que abandonaban sus cuerpos en el día a día. Las alarmas saltaron aquí y allá, y como siempre mandaron al mejor agente del que disponía la organización: Hellboy. Su misión: detener la locura que intentaban llevar a cabo y hablar con la criatura, para ver si, en efecto, era la muerte tal y como se había anunciado.

Infiltrarse en la ciudad no fue fácil, pero cuando has aprendido a evitar maldiciones y trampas mágicas dejar fuera de combate a un par de guardias armados era hasta fácil. Los rayos de sol se colaban por las enormes grietas que permitían ver el cielo azul al otro lado. Los edificios, totalmente en ruinas debido al paso del tiempo decoraban la gigantesca caverna que alcanzaba hasta donde la vista permitía. Los movimientos del demonio eran precisos y sigilosos. Mientras no tuviese que usar las armas de fuego todo iría bien. Al fin y al cabo, era un pésimo tirador, y tampoco era un asesino. No mataría a un humano normal y corriente si pudiese evitarlo. Generalmente solía bastar con un par de puñetazos o su simple presencia para que estos huyesen de la escena despavoridos. Ahora quedaba la parte más complicada. Encontrar a la criatura en aquel inmenso lugar sin hacer saltar la alarma ni levantar sospechas. Uno dispone de un tiempo determinado entre que deja a los primeros guardias fuera de juego antes de que alguien se percate de ello y todo el sigilo se vaya a pique. Así que en cuanto el demonio vio a un soldado solitario, paseando absorto en sus pensamientos lo cogió por la espalda, llevándole la mano a la boca y lo metió en una pequeña habitación de una de las casas que había allí. Partió su arma como si fuese un frágil palito de madera y acercó sus ojos al rostro del tipo.

- Si quieres salir con vida más te vale hacer lo que te diga. Primero, ni un solo grito o será lo último que salga de tu boca. Y segundo, ¿dónde la tienen encerrada? Y más te vale ser preciso si valoras un mínimo tu vida.- Hellboy sabía que no necesitaba preguntar más para que el hombre supiese a quién se refería. No iba a ser el Hada de los dientes, eso estaba claro. Si gritaba o llamaba al resto le propinaría un puñetazo en toda la cabeza que lo dejaría inconsciente, pero si podía evitarlo mejor.

No se cuantas horas llevo aqui. Entre que me duelen las muñecas, tengo el cuerpo entumecido, y no termino de entender por que es que estoy sintiendo las cosas como si fuera una mortal, tengo bastante en que pensar. Dos soldados me custodian, o al menos eso creen, con sus armas, pero no son las balas las que me detienen, sino estas cadenas. En el fondo no los culpo, es su trabajo, seguramente tienen preocupaciones, cosas que atender en sus vidas, y necesitan este trabajo, tener que custodiar a una chica flacucha que su jefe les asegura que es la Muerte una y otra vez, al que realmente quisiera golpear es a Burgess. Habiamos tenido un cruce con su familia antes, cuando su antepasado logró atrapar a mi hermano, pero de ahi en mas, nada, nunca habian podido volver a hacerlo, Sueño se habia asegurado de que estuvieran...ocupados de ahi en mas y por mi parte, nunca me habia preocupado, no es que sea confiada o engreida, es solo que nadie sabe realmente como atraparme a mi, ¿Que extraño, no? Hay tantisimos ritos fúnebres en todas las culturas del universo, pero nadie sabe exactamente que hacer para atraparme a mi. En fin, son algunas de las cosas que llevo todo este tiempo pensadome, no es como si fuera a poder liberarme de estas cadenas pronto.

- Pssst...ey...oye...- Le susurro al guardia mas cercano, pero con el eco que hay, nada que salga de mis labios acaba sonando bajo. No se da la vuelta es como la quinta vez que fallo en llamarle la atención. Si no voy a poder hacer nada creo que al menos podria dedicarme a escucharlos, a entender que los trajo hasta aqui, medio por curiosidad mia, medio para hacerlos sentir escuchados, todos necesitan sentirse asi, una verdadera lástima. En cuanto a la herida en el pecho, lo que pensaba de que estaba cerrada resultó estar un poco mal, en verdad se cerro bastante, pero aun tengo un pequeño resquicio en el centro de mi pecho por donde se esta escapando mi poder poco a poco. Ellos no pueden ver eso, nadie puede, no si no puedes ver la magia, pero yo lo veo claro como el dia: un hilo de oscuridad perdiendose en el ambiente en cuanto se aleja mas de medio metro de mi. La herida duele un poco, menos que antes, pero aunque no duela, estoy preocupada, demasiado depende de que yo siga existiendo, y aunque no pierdo tanto poder como podria estar perdiendo, no deja de escaparseme. Tengo que averiguar en quien sabe cuanto tiempo mortal que es lo que me esta sucediendo como lo detengo, y hacerlo, y ademas de todo eso, estoy atrapada en estas ruinas. A estas alturas, no se si la bola en la que capturaron a mi hermano no es una mejor opción que esta.

Es curioso como algunas cosas cambian en su significado según quien las esté viendo. Para los dos soldados, lo unico que sucedio es que una ligra brisa removió un poco de arena y la dejo sobre sus ya de por si sucias botas, pero para mi tenia todo otro significado. Aun podia ver los rastros en aquellos granos de arena, y no era una simple brisa lo que estaba soplando en aquel lugar.

- ¡Oye! -- Callate, no voy a hablarte...- Me removi un poco contra las cadenas, el tintineo de los grilletes hizo que al menos se dieran la vuelta...y me apuntaran con sus armas. - Oigan, no quiero enfadarlos, solo quiero pedirles que se vayan...- Los dos hombres se miraron, casi incredulos, tentandose de reir. - ¡Esto es...! Escuchen, esto es serio, tienen que irse de aqui y llevarse a todos sus compañeros, nada que Burgess les este dando lo vale, este lugar va a ponerse muy peligroso dentro de poco tiempo...- Uno arqueo una ceja, el otro le golpeo el brazo, como diciendole si se podia creer lo que estaba diciendole. Fruncí el ceño pero hice el esfuerzo de mantenerme en calma. Es que se ponen tan obtusos a veces...-...Por favor, no se arriesguen, vayanse...- Ambos dos se rieron y se dieron la vuelta. Dejé caer la mirada, abatida. Espero que puedan escapar cuando todo ocurra, nunca pensé que ellos notarian mi ausencia tan pronto, menos que comenzarian a movilizarse tan rapido, deben estar muy desesperados...


El soldado traga saliva cuando ve los ojos de lo que él considera un demonio mirandolo fijamente. Es lo suficientemente experimentado como para tener claro que si abre la boca, efectivamente le van a partir el cuello, mas aun con ese puño enorme que posee la criatura roja. Su arma esta rota, no tienen ninguna chance de combatirlo, es hablar o morir, y Burgess no le paga tan bien como para lo segundo.

- No esta...no esta encerrada...- Jadea de los nervios, pero lo contiene con esfuerzo, no sabe que tanto ruido podria provocar que el demonio enloquezca. -...Burgess nos contrató, se cree que es una especie de hechicero, y que tiene a la Muerte atrapada, pero todo lo que veras es una chica atada con cadenas a un par de columnas, no tienes mas que llegar al centro...- Trata de sonar sincero, esta siendolo, pero cuando se esta nervioso, hasta la verdad puede parecerlo menos. -...Son todas casas, hay algunos lugares que eran templos y mercados, son masomenos dos kilometros a la redonde de ciudad, una parte pequeña, todos los edificios grandes son rocas en el suelo, no queda nada, solamente casas y esas dos jodidas columnas...- Traga saliva denuevo, mencionar las columnas parece molestarle, dificil que no lo hagan, él es uno de los que cada tanto tiene que pararse alli a vigilar a la chica.

- En cada cruce de calles hay apostado un par de nosotros, rifles de asalto, nada de explosivos, Burgess no quiere destruir nada aqui, dice que tiene energia magica o alguna tonteria de esas...- Poco a poco, se va calmando al ver que no ha muerto. - Estas a unas diez calles de ella hay francotiradores en algunas de las casas, pero no se en cuales, aunque solo en la avenida central...es el camino mas rápido a la chica, pero es suicidio, si tomas esta misma calle un kilometro y giras a la derecha, a dos calles saldrás justo frente a las columnas, menos soldados, menos problemas...- Si hay una forma de comprarse la supervivencia, está totalmente seguro de que es esa, delatarlos a todos.

- Eso es todo lo que se, orden de disparar a matar, nada de juegos, parece que la chica es valiosa para él...- Lo mira fijamente a los ojos, dubitativo. - ¿Puedo irme? Toma..- Arroja su radio a los pies del demonio. - Destruyela, no quiero saber mas de todo esto, solo quiero tomar mis cosas e irme...- Espera su respuesta, aunque no sabe que sucedera hizo todo lo que estaba en sus manos.

Arturo:

La ventaja de ser un demonio de más de dos metros rojo, con una enorme mano de piedra y unos ojos amarillos brillantes como dos faros es que a pesar de que vaya de farol la gente suele tomarte en serio. Hellboy jamás habría matado ni hecho daño irreparable a aquel soldado. Como mucho le habría dejado inconsciente con un rápido movimiento, pero eso el hombre no lo sabía, y cantó como un canario enamorado. Sin embargo, el demonio siguió manteniendo esa mirada desafiante y aterradora que habría helado la sangre a más de uno. El hombre parecía decir la verdad, llevado sobre todo por el miedo que sentía en esos momentos. A medida que avanzó la conversación pareció calmarse un poco, pero no varió su relato. Cuando finalizó el demonio entrecerró los ojos más, volviéndolos casi dos líneas diagonales amarillas. Si había tantos soldados como había dicho tendrí aque ser muy cuidadoso, especialmente con los francotiradores. No peligraba realmente, ya que había sobrevivido a cosas mucho peores que unos tiros en el pecho, pero no era agradable tampoco llevártelos. Acercó al hombre más hacia su rostro hasta que ambas narices casi se tocaron. Pudo ver sus brillantes ojos reflejados en los de él como dos linternas en la noche.

- Si me has mentido o das la alarma volveré a por ti.- Cogió la radio y la guardó en el bolsillo de la gabardina y, tras dejar caer al hombre sobre su espalda, se ocultó en las sombras, dispuesto a encontrar lo que le había dicho. Ir por los tejados de las casas sería más seguro y sería más complicado que le viesen. Cada vez que llegaba a un cruce se asomaba con cuidado, viendo muchas veces a los guardias allí abajo, atentos a los largos pasillos. Con una agilidad que nadie habría unido al enorme demonio. Para su tamaño y peso era rápido y silencioso, tanto como un gato si lo deseaba. Sus sospechas habían sido corroboradas por el soldado. Ese tal Burguess quería atrapar a la muerte y usar su poder en su beneficio o algo así. La estupidez humana y su orgullo muchas veces no parecía tener límites. El plano sobrenatural podía irse entero al traste y provocar un desgarro en la magia que destruyese el universo. Privar a este de la muerte, de que los seres abandonasen sus cuerpos físicos y llegasen al plano sobrenatural crearía un desequilibrio tal que las propias fuerzas del universo se destruirían. Debía sacarla de allí como pudiese y lo antes posible. Aunque no dejaba de rondarle la cabeza por qué ella no se había liberado sola. ¿Acaso habían encontrado unas cadenas que la apresaban sin remedio? A él le había pasado una cosa parecida muchos años atrás, cuando Rasputín le encadenó a unos grilletes con su nombre real grabado en rúnico. Le fue imposible librarse de ellas hasta que pronunció su nombre y se preparó para abrir la puerta del infierno, cosa que finalmente no cumplió. Fuera como fuese se le acababa el tiempo, y podía notarlo.

Tuvo que dejar fuera de juego a un par de soldados ya que no le quedaba otra. Un rápido movimiento y ambas cabezas chocándose entre sí para dejarlos durmiendo como dos bebés. En la oscuridad solo podía verse una enorme sombra saltar y correr, y unida a ella dos pequeños y brillantes puntos amarillos. De vez en cuando escuchaba cosas por la radio, a la cual había reducido el volumen hasta casi apagarla para evitar que le descubriesen. Finalmente, tras unos diez minutos dando saltos y corriendo sobre los edificios vio a lo lejos dos enormes columnas. Analizó la situación en busca de los francotiradores de los que le había hablado el hombre. Encontró dos. Tal y como le había indicado el soldado, parecían no tener visión sobre la calle lateral de la que habló, así que se dirigió a ella. Tenía que evitar llamar la atención, más aún ahí, al menos hasta que Muerte estuviese a salvo y libre. El rodeo fue un poco molesto, pero agradeció ver muchos menos guardias. Cuando por fin alcanzó las dos columnas miró con cuidado para no ser visto. Allí, entre ellas, tal y como tenía en mente, una joven que no aparentaba más de treinta años de piel blanca y ropas negras descansaba, aparentemente abatida. Había algo que le escamó al mirarla, como si hubiese visto a la propia muerte estar muriendo, perdiendo su esencia. El demonio era sensible a la magia y era capaz de detectarla, pero no de verla. Podía saber si en un sitio alguien estaba trasteando con ella, sentir una perturbación sobrenatural o mágica, y alrededor de la mujer parecía haber una. Tal vez fuese solo su aura. Era cierto que allí parecía haber menos soldados, pero mientras hubiese dos o tres ya le molestaban al demonio. No le gustaba tener que golpear a humanos, a menos que fuesen nazis o algo por el estilo. Él estaba entrenado para vapulear criaturas sobrenaturales y mágicas, no personas que seguramente solo se habrían involucrado allí por miedo o cualquier otra razón. Si al menos consiguiese captar la atención de los soldados desde el otro extremo del lugar... Tenía un par de granadas y la suficiente fuerza como para mandarla a cien metros de distancia si quería. Parecía que iba a ser la mejor opción. Quitó la anilla y, tras cargar con fuerza el brazo, la lanzó por encima de los edificios y las columnas. Era una granada de humo de manera que no dañaría a nadie la explosión. Ahora sólo quedaba cruzar los dedos y en cuanto viese movimiento hacia el lugar correr a salvar a Muerte.

Funcionó a la perfección. Los soldados entraron en pánico y comenzaron a disparar en todas direcciones como idiotas. Hellboy se acercó a ellos con sigilo y los dejó fuera de combate en un momento. Cuando la nube se disipó, las dos gigantescas columnas estaban ante él, y miró hacia arriba de donde colgaba la joven muchacha de piel blanca y cabellos negros. Ella le llamó pidiéndole que la liberase. Sabía de sobra el peligro que corría el mundo si no dejaba que la muerte volviese a su lugar, lo que le extraño fue una presencia tan humana por llamarlo de algún modo. La muerte puede tomar muchas formas, pero de algún modo siempre sabías quién o qué era por el aura fantasmagórica que emitía a su alrededor. Pero aquella chica era tan humana que de no haber sentido su presencia y no haberla encontrado el B.P.R.D el demonio no lo habría creído. Buscó a lo largo de las columnas una manera de bajarla, pero un crujido proveniente de su espalda captó su atención, obligándole a girarse para ver el origen de este. El suelo comenzó a abrirse, y manos esqueléticas salieron de él. En cuestión de segundos decenas de esqueletos armados como en la antigüedad fueron emergiendo del suelo, acercándose a las columnas.

Hellboy apretó los dientes gruñendo para sí. Sacó su enorme revolver y comenzó a disparar contra ellos. Falló un par de tiros, pero los que acertó destrozaban por completo a los soldados como si fuesen de arena. Un disparo que no fue suyo voló la cabeza de uno de ellos. Y de otro... Y de otro más. Rojo buscó el origen de aquellos disparos, pero no lo vio. Alguien parecía estar echándole una mano, y al no disponer de demasiado tiempo eligió aprovechar aquella suerte en su beneficio. Quién sabía cuándo volvería a venir otro nuevo terremoto. Envainó su arma y comenzó a trepar por una de las columnas. La joven colgaba a mitad de estas, de manera que debía escalar un poco antes de alcanzar las cadenas. Llegó a la primera rápidamente y la chica le dijo que nadie estaba seguro y que si le liberaba controlaría a los esqueletos.

- Ya va, ¡ya va!- Se sujetó de la columna con la mano izquierda y con la derecha arrancó de cuajo la cadena de la columna con un potente chasquido. Cambió su sujeción por la cola y tiró de la cadena con ambas manos, rompiéndola más y dejando un pequeño trozo colgando de la muñeca de la chica. Miró al suelo y de un salto se precipitó hacia él, aplastando a un par de esqueletos en el proceso. Con sus puños se abrió camino hasta la otra columna, convirtiéndolos en polvo al usar su mano de piedra.- ¡Como odio estas cosas!-

Un silbido atravesó la cabeza de uno de los esqueletos, dejando su cráneo incrustado en la columna por una espada. Hellboy frunció el ceño y vio a un hombre de pelo cano y parche entrar en escena para enfrentarse a los esqueletos, pidiendo explicaciones a la chica que aún colgaba en lo alto. Ese debía ser quien le había ayudado antes con los soldados. Arrancó la espada del hombre de la columna y se la lanzó para que la cogiese.

- Si sabes pelear, cúbreme. ¡Tú! ¡Súbete a mi espalda!- Dijo a la chica que colgaba del otro brazo. De nuevo volvió a escalar la columna, ofreciendo su espalda a la joven antes de subir hasta la cadena y arrancarla de nuevo. De un salto llegó al suelo y terminó rompiendo ambas partes de esta para liberar del todo a la Muerte, y que ella se encargase de los esqueletos, no sin antes dar un par de mamporrazos a estos.

Los esqueletos cerraban el paso a los héroes que intentaban sacar de allí a la muerte. Estos no duraban mucho. Un fuerte golpe, un hábil y rápido espadazo, un disparo en sus cuerpos y se convertían en polvo. Sin embargo, el verdadero peligro no eran aquellas criaturas, sino quiénes las habían mandado y la propia estructura de aquel lugar. La mujer les dijo que había seres que la buscaban, ansiosos por hacerse con ella al igual que lo había intentado ese tal Burgues, que el demonio dedujo ser el tío que la había encadenado en un vano intento de hacerse con sus poderes u obligarla a hacer su voluntad. Menudo imbécil, pensó Rojo. Disparó contra aquellos seres y comenzaron a andar en dirección al centro del lugar. La mujer estiró la mano en dirección a un enorme esqueleto, intentando controlarlo, en vano, lo cual casi le cuesta el brazo. Lo destruyó al instante y, tras intentarlo de nuevo con otros y llevarse un puñetazo, Hellboy comenzó a perder la paciencia y, tras un bufido, arrancó del suelo una enorme piedra que lanzó calle abajo, arrollando a todos los esqueletos que allí había.

- ¡Vas a conseguir que te maten al final! ¿De qué sirve rescatarte si te pones en peligro tú sola? ¡Déjanos a nosotros ocuparnos de esto! Ya tendrás tiempo de recuperarte...- Más que como una bronca, el demonio se lo dijo con preocupación, pero a su modo claro. No era difícil ver que, cada vez que usaba esa especie de poder que destruía al instante a todos los esqueletos apretaba ligeramente los dientes. Estaba herida de algún modo e intentaba forzarse a sí misma. Qué testarudas son a veces las criaturas mágicas. Los disparos y espadazos se acompañaban mientras los soldados caían alrededor de los héroes. La plaza del mercado parecía ser un buen lugar por donde escapar, o así lo sugirió la mujer. El tal Arturo se dirigió entonces a Hellboy, preguntándole de qué circo se había escapado. El demonio falló tres disparos antes de acertar a un esqueleto y comenzó a recargar su arma con el ceño fruncido.- ¿Y tú de qué tienda de Navidad vienes, con tanta luz y tanta historia? Puedes llamarme Hellboy si te sientes más cómodo, pero eso ahora da igual. Yo puedo ponerme el primero, sí. Pero no dejes que le pase nada malo a ella.-

Destrozó un soldado que apareció a su lado de un rápido puñetazo, y con un fuerte sonido metálico cerró el tambor de su arma y volvieron los disparos. A quemarropa era más difícil que fallase, pero en cuanto los seres estaban a cinco metros de distancia o más acertaba uno de cada tres tiros. Estaba acostumbrado a ser el "tanque", como había dicho Arturo, en las misiones del B.P.R.D. Lo bueno es que siendo el primero acertar con su arma resultaría mucho más sencillo, y evitaría perder tanta munición. Además, seguramente fuese el más resistente de los tres, y si había alguien allí capaz de resistir ser atravesado con una espada era él. Habría preferido no llegar a eso, pero tampoco estaban como para elegir dada la situación. Poco a poco fueron avanzando hasta el mercado, observando como los soldados se enfrentaban a los humanos que habían capturado a la mujer. Hellboy lo agradeció. No le gustaba la idea de tener que atacarlos. No era su estilo, a menos claro que estos le atacasen primero o fuesen hechiceros o seres con poderes. Al cabo de unos minutos consiguieron llegar al mercado y miraron a su alrededor. Rojo valoró la situación y, tras mascullar un poco, se volvió a sus dos acompañantes.

- Yo puedo trepar la pared hasta arriba y sacarnos de aquí, siempre que podáis agarraros a mi espalda y aguantar la subida. A menos claro que se os ocurra otra idea mejor, en cuyo caso soy todo oídos.-

- Es posible que tú no puedas morir, ¿pero qué me dices de tu cuerpo? ¿Tampoco morirá?- El demonio sabía de sobra que no se puede matar a la muerte. Eso está claro. Es una ley no escrita pero obvia cuanto menos. Sin embargo, los llamados eternos solían usar un avatar para moverse, un cuerpo humano o de apariencia humana para poder existir en el plan terrenal, y ese cuerpo sí podía ser destruído, y a juzgar por la herida que intentaba en vano ocultar estaba sintiendo dolor, y bastante. El demonio apretó los dientes al tiempo que descargaba varios disparos contra unos esqueletos que se habían acercado demasiado, errando los dos primeros tiros, acertando el tercero. Los otros fueron aplastados con su puño de piedra. La mujer usó de nuevo sus poderes, dejando el claro aislado excepto por un largo pasillo que se perdía en la oscuridad. Bueno, al menos eso frenaría a los esqueletos que intentaban llegar a ellos. Los tres corrieron en dirección al callejón, pero Muerte los cogió casi en el aire, teletransportándolos al instante a varios metros de distancia. Antes de que Rojo pudiese preguntar qué había pasado, comprobó que en el sitio donde instantes antes estaban una enorme roca descansaba, rodando ligeramente por la inercia que traía. Un chillido obligó a los tres a mirar al cielo, donde pudieron ver que unas nuevas criaturas se habían unido a la fiesta. El demonio sabía lo que eran, pero por si acaso la mujer corroboró sus temores. Lilins. Demonios alados que siempre atacan en enjambres dispuestos a destrozar todo a su paso, como una especie de bandada de langostas. Ante la opción de correr y no enfrentarse a ellos que Muerte sugirió, el demonio se giró y, tras ofrecerle la espalda, asintió.

Se metieron por el largo callejón, corriendo mientras los gritos y nuevas piedras voladoras les rodeaban y retumbaban por toda la gigantesca caverna. Aquellos seres eran molestos como pocas criaturas a las que se hubiese enfrentado el demonio, y su velocidad las volvía todavía más peligrosas, especialmente teniendo en cuenta la mala puntería que tenía. Correr no solía ser el plan favorito de este, pero estaban en una misión de rescate y la mujer se encontraba algo débil, confusa por el dolor que no llegaba a entender seguramente. Una de las criaturas intentó atacarles pero rápidamente Arturo se encargó de ella. Un rápido gesto de aprobación por parte de Hellboy y vuelta a la carrera. Cualquier esqueleto que apareciese se llevaba un sonoro golpe de mano derecha que lo convertía en fosfatina, o simplemente los apartaba con un rápido movimiento que los aplastaba contra las paredes o el suelo. Alguno que otro salió volando por encima de ellos, cayendo por detrás entre todo el bullicio y caos que se había generado en apenas unos minutos. Sin duda había alguien que no quería que la muerte saliese de allí. Lo que el demonio no tenía muy claro era cuánto más tendrían que correr antes de encontrar la posición segura desde la que podría teletransportarlos y sacarlos de allí. Su marcha era rápida pero al mismo tiempo iba con cuidado de no hacer daño a la mujer. En comparación con él era delgada, frágil y pequeña. Un movimiento en falso que le desequilibrase contra un muro o que le hiciera caer de espaldas y habría quedado aplastada. La rapidez de Arturo les protegía de las criaturas aladas que intentaban alcanzarles. El demonio disparó un par de veces contra ellas pero falló los disparos, excepto uno al que acompañó un fuerte y desagradable chillido de dolor y odio que se perdió al otro lado de los edificios. Una fuera de combate, pero no podían contar con su puntería. Era demasiado mala como para ser de utilidad contra aquellas rápidas criaturas.

Una bola de fuego impresionante y un movimiento de su katana son suficiente para que una de las Lilins caiga abatida chillando. Hellboy la ignora por completo y sguimos calle adentro, apartando y destruyendo esqueletos. me llevo una mano a la herida instintivamente, esta volviendo a su tamaño normal, y solo nos quedan unos metros hasta salir a la explanada principal y de alli a la libertad. No puedo creerme a lo que se atrevió Burgess, sabia que era ambicioso, capaz de cualquier cosa, pero esto es demasiado, no puede haber conseguido esas cadenas solo, ni siquiera tenia el ritual adecuado para atraerme hacia aqui y poder capturarme en primer lugar. Tengo que salir de aqui y averiguar quien le dio todas estas cosas.

- No se que sucederia si destruyeran este cuerpo por completo...- Le susurro al rojo, aferrandome un poco mas a su espalda, la calle ya se está terminando, estamos cerca, demasiado cerca de poder escaparnos. - ¡Alli están las escaleras! - Decenas de soldados luchan una batalla perdida contra las Lilins y los esqueletos, que enseguida acaban de rematarlos y se giran hacia nosotros, pero cuando están en ello, la arena comienza a arremolinarse lentamente, forman a ambos lados de lo que ahora es un remolino violento que comienza a elevarse y sacude mi melena azabache por su velocidad. Me aferro un poco mas a la espalda de rojo, sabia que esto sucederia, fui una ingenua al creer que podriamos escaparnos antes.

- Cuando se distraiga, corre, levantame y crucemos el umbral...- Y ese umbral estaba a menos de cien metros justo detrás del remolino de arena que poco a poco comenzaba a tomar una forma humanoide, desplegando enormes brazos y una cabeza que poco a poco se fueron cubriendo de un metal que parecia salir de la nada misma formado por la propia arena. Sus ojos rojos se encendieron y el filo de su espada toco con pesadez el suelo de aquellas ruinas, habia llegado un Djinni. Me bajé de la espalda de Hellboy y me acerqué caminando con toda la calma que pude hasta la enorme entidad mirandola fijamente. Por primera vez no parecia amedrentada.

- ¡Apartate! - Entrecerró sus ojos. - Los mortales han encontrado una manera de atraparte...- Sentenció, con una voz gutural que llenó todo el lugar al instante, cerré un poco los puños. -...No es asunto tuyo ni de tu señor, detén esta matanza, retírate, no tengo pleitos con los moradores del desierto...- -...Pero ellos si contigo, les interesas, tu poder nos convertiría en señores entre los que miran el mundo de los mortales desde la distancia, transformaríamos nuestra miseria en grandeza, volveríamos a ser dioses entre mortales, no mas leyendas antiguas...- Fruncí el ceño, quizas si me pongo mas dura...- Los mortales dejaron de creer en ustedes, no pueden cambiar eso...Todo tiene un principio y un final, no alces tu espada contra nosotros, déjanos pasar...- Todo ocurrió en un solo instante: Se lanzó hacia mi, desaparecí, reaparecí a un costado y levanté mi indice en dirección de la entidad. - ¡A él! - Todos los esqueletos reaccionaron enseguida a mi orden, corriendo con renovada fuerza hacia el Djinni y las Lilins que quedaban tratando de bloquearme la entrada. A la pesada entidad le tomó un momento demasiado largo recuperarse, para ese entonces, yo ya habia caido de rodillas al suelo, me habia llevado la mano al pecho, y mis acompañantes me habian levantado y llevado tras el umbral. Apenas sentí que los sellos ya no me retenian, me concentré y nos deshicimos en una voluta de humo negro...


New York, 10 de Julio de 2018, 1:00 Am hora local.


...El callejón estaba muy quieto, apenas un gato tratando de atrapar a una ratita que se habia escabullido hasta ahi para mordisquear el pan de una hamburguesa que alguien habia tirado a medio comer. Como si lo pudiesen sentir en lo mas intimo de sus almas, ambos se detuvieron miraron hacia un punto fijo, y salieron corriendo a esconderse en un hueco y a la calle respectivamente. Un remolino de humo colmó enseguida aquel lugar y aparecimos los tres en medio. Traté de mantenerme de pie, pero el dolor era tanto que cai en mis cuatro extremidades al suelo y gateé hasta quedar sentada contra la pared, respirando algo agitada.

- Gr...gracias...- Dije, entre medio de los espasmos de dolor, mirandolos y dando todo de mi para componer una amable sonrisa. - Si no hubiera sido por ustedes, quizás me habrian...- ...¿Matado? Creo que eso seria mejor que decirles la verdad de lo que podria haberme pasado. Habria sido drenada hasta quedarvacia, y alli mismo habria desaparecido por completo, sin dejar rastro alguno. Nada de una memoria que venerar, no existiria ya mas, no quedaria nada de mi, y el universo se convertiria en un caos mayor del que ya es. - Estoy algo confundida, perdonen si parezco tan...ignorante es solo que...nunca me habia pasado algo como esto...- Era demasiado extraño estar asi, tan vulnerable, débil, sensible a cosas como el dolor o la angustia. - Alguien le dio todo eso a Burgess para que pudiera encadenarme...eso lo se...- Los miro a ambos segura, no tengo ninguna duda de ese detalle. -...pero...- Me concentré, lo intenté denuevo una única vez solo para comprobar con amargura que era cierto, no podia irme del plano terrenal era como si todo mas alla de lo que podia verse y tocarse fuese una nebulosa para mi, una nebulosa tan sólida como una pared. -...no entiendo por que estoy anclada al plano terrenal, no puedo irme a mi reino, no puedo hacerme presente en todo el universo como antes, estoy...atada a estar en un solo lugar, a este cuerpo que se cansa, y que siente...todo tipo de sensaciones...- Suspiré, estaba dandole demasiadas vueltas y este cuerpo estaba demasiado adolorido y cansado como para eso.

- No se preocupen, tengo un lugar donde quedarme aqui, ¿Si? - Les sonreí un poco mas ancho, para que se sintieran tranquilos, no queria preocuparlos ya mas. - ¿Están bien? ¿Hay algo que quieran preguntarme antes de despedirnos? - Ya escapamos, ¿Que sentido tiene darle mas vueltas?.


¡Ultima Ronda! Pregunten cuanto gusten, y no se retiren que en el último post de cierre de Muerte habrá un regalito

Estaban a punto de llegar. Ya podían ver la pequeña apertura a la que se refería Muerte a algo más de cien metros por delante de ellos. Sin embargo, un enorme remolino de arena comenzó a formarse lentamente, cortándoles el paso. Hizo unos giros extraños, y antes de que el demonio pudiese darse cuenta, de los granitos de arena surgió una mano. Un brazo cubierto por una brillante y dorada armadura. Y luego otro brazo, que empuñaba lo que parecía una enorme espada. Y un cuerpo, y unas piernas... Y al cabo de unos pocos segundos, un soldado de brillante armadura se interponía en el camino que intentaban seguir. Demasiado típico como para que sorprendiese al demonio. Tenía otras cosas en mente en ese momento, como cuánta munición le quedaba y si conseguiría acertar en algún momento con sus disparos a alguno de los enemigos que les amenazaban y rodeaban. Haciendo un rápido repaso mental, al menos le quedaban un par de balas en la recámara, pero ningún cargador más. Era todo de lo que disponía. Demasiados disparos a la nada. Tendría que apuntar muy bien esta vez si quería acertar.

Muerte bajó de sus hombros, y antes de que pudiese replicar algo, ella mostró con su actitud seguridad, templanza, aquello era algo que debía hacer. No sin apretar los dientes la dejó bajar, sin quitar el ojo a la armadura que tenían delante. Los gritos y chasquidos metálicos seguían sonando alrededor de ellos, pero ahora casi era un ruido de fondo ante la nueva amenaza. El enorme revolver estaba preparado para vomitar sus dos últimos tiros, descansando paralelamente al cuerpo del demonio, atento, severo.

La conversación no duró mucho. El enorme ser lanzó un rápido y fuerte ataque contra ella. Lo esquivó con agilidad y lanzando una fuerte orden al aire. En ese momento todos los esqueletos que habían intentado atacarles se pusieron de parte de los rescatadores y la mujer, y se lanzaron a por el tipo de la armadura. Ella trastabilló y cayó sobre sus rodillas, obligando tanto a Rojo como a Arturo a cogerla y arrastrarla hasta el umbral. Se giró y disparó una vez, acertando al tipo de lleno. Apuntó con cuidado para asestar el segundo tiro...

Resonó como una explosión en el callejón. La teletransportación fue tan repentina que le pilló en mitad del disparo. La pared contra la que se estrelló mostró una marca brillante y humeante en los ladrillos. Hellboy se levantó del suelo sacudiéndose la gabardina y mirando a su alrededor. Aquellos edificios, el ruido el olor. Enfundó su arma y se asomó con cautela entre los dos edificios que les encerraban, intentando vislumbrar algo que le ayudase a situarse en el mapa. A lo lejos pudo ver el Empire State tan brillante y colorido como un árbol de Navidad. Metió la mano en el bolsillo y sacó un puro que se llevó a la boca y encendió con cuidado. Dio una larga calada y luego expulsó una densa nube gris que le envolvió el rostro hasta perderse en la noche.

- Estamos en Nueva York... Yo sólo tengo una pregunta. ¿Quién demonios es ese tal Burges y cómo había conseguido capturarte?- No le gustaba ni un pelo la idea de que hubiese un loco por ahí con la capacidad de retener entidades como si nada. Él mismo se había enfrentado a eso muchos años atrás cuando Rasputín le retuvo con unas cadenas que llevaban su verdadero nombre escritas. No importaba cuánta fuerza usase, estas no se movieron ni lo más mínimo. Si había otro tío con esas capacidades tenían trabajo para rato. Desde luego a él no iban a volver a pillarle desprevenido en una mierda de esas. Suficiente con una vez, gracias. Además no estaba dispuesto a acabar con el mundo cumpliendo su cometido. Antes muerto. Las palabras de Arturo captaron su atención, obligándole a fruncir el ceño.- ¿Qué insinuas, chaval? Estoy tremendo, y por mí no te preocupes, sino por nuestra amiguita.-

Se acercó lentamente hasta ella, acompañado por una nube que salía de su boca y nariz. Los brillantes ojos amarillos relucían como dos pequeñas luciérnagas sobre una roca. Les acompañaba una tercera luz rojiza, cuyo origen era la punta del puro.

P.D:

¿Me está ofreciendo Arturo su mano? Es...extraño, la gente no suele tocarme salvo que ya este muerta, o que este en un sueño, el principio es sencillo: Si no se creen del todo que soy yo, están dispuestos a acercarse, ¿Pero que alguien que sabe perfectamente quien soy lo haga luego de haber sentido el frio de tocarme? Tomé su mano con renovados animos, pero igualmente me costó mucho ponerme de pie, no me tomaba tanto recuperarme, pero habia una sensación de agotamiento permanente, este cuerpo fisico no puede seguirle el ritmo a mi esencia, gasta sus energias demasiado rápido y me deja incapaz de hacer mucha cosa. - Ni que lo digas, la cabeza me da vueltas...- Acompañé eso con una risa suave, mientras Hellboy me pasaba por un lado y se iba a observar los edificios al final del callejón, seguramente tratando de ubicarse. - Estamos en Nueva York, en Estados Unidos, y no se que es un "Jetlag", pero suena a algo malo...- Esta ciudad albergaba un pequeño pero acogedor apartamento en el que me habia quedado la última vez que habia decidido tener un dia como mortal. Antes, lo hacia una vez por siglo, pero este cuerpo se siente aterradoramente mortal, ¿Y si...? No, no...

- Bueno, capturarme a mi no es igual que capturar a una entidad abstracta cualquiera...- Anung acababa de hacer la misma pregunta y ambos me estaban mirando fruncí un poco el ceño, pensativa, mientras cruzaba mis brazos distraidamente. -...se requeriria un ritual, pero la forma de realizarlo no está escrita, o al menos no deberia, y han pasado siglos desde el último hombre que supo realizarlo...es conocimiento que deberia estar muerto, pero eso no es lo que deberia preocuparles...- Me distendi un poco y relaje mis brazos a mis lados pero suspiré y mis ojos se llenaron de preocupación, hay mucho mas de lo que se ve a simple vista - Las cadenas que uso tenian un hechizo, magia muy especifica, magia capaz de atarme a ese lugar, pero no de aprisionarme, y aun asi, tienen que comprender que aunque se lograra aprisionarme o retenerme, hacerlo tiee graves consecuencias...por explicarlo con sencillez, privas al universo entero de mi, los efectos de mi presencia, las consecuencias ordenadoras del trabajo que hago, dejarán de darse, pero...esta vez no fue asi, vi un alma transicionar sin mi ayuda...- Aun la tengo grabada en la memoria, aun me asusta, no se que pensar de aquello. - No tengo idea de como sucedió, pero el ciclo de la vida y de la muerte está siguiendo su curso, aun en mi ausencia y yo no puedo acceder a él...- Esa es la dura verdad. - Algo me ata a este plano terrenal, como si me hubiesen echado por la fuerza de mi casa...- Me di la vuelta y miré hacia la salida, la noche era preciosa calmada, nunca imaginarias que algo como lo que acabamos de vivir sucedio en verdad.

- ¿Burgess? - Me di la vuelta, ahora si sonreí animada. - Es un tonto insignificante, este es James, la generación mas nueva de la familia que atrapó durante un siglo a mi hermano Sueño, hechiceros bastante incompetentes que se cruzaron de casualidad con el libro indicado, bastante irrelevantes, nada que te preocuparias de anotar en un grimorio para que alguien los recuerde, pero son ambiciosos, quieren poder mágico a toda costa, labrarse un nombre recuerriedo a cualquier magia, por mas oscura que sea...- No es que me preocuparan, al menos, hasta hoy. - Mi hermano logró liberarse y castigo duramente al padre de James, fue horrible, despertarse de una pesadilla y estar en otra durante el resto de su vida, les digo que mi hermano a veces se pasa con los mortales...- Pero no podia arrugar mi expresión para componer mi tipica cara de regaño in absentia, no podia quejarme del hermano al que ahora extrañaba con intensidad. - Lo unico que se me ocurre pensar es que Burgess recibió estas cadenas de alguna entidad que tiene entre sus intereses hacerse de mi poder, y que es la que se aseguró de estar atenta a cuando apareciera en esta dimensión, pero no puedo poner mi dedo sobre cual entidad podria haber sido...- Nombres hay cientos, pero motivos ninguno, puede que me detesten, pero nunca se meterian conmigo, me respetan tanto como respetas al cirujano que está por arriesgar tu vida para salvarte, soy triste, inoportuna, y muchas otras cosas según los demás, pero saben que soy necesaria.

- Denuevo, no se preocupen por mi, sabré esconderme, solo necesito hallar la manera de cerrar una herida que me hice cuando caí aqui, recuperar algo que perdi, y ponerme en contacto con mis hermanos para entender que me está sucediendo...- Aunque el Djinn sigue dandome vueltas e la cabeza. ¿Por que querrian los seres del desierto atraparme? Las Lilims no eran casualidad, habia hasta Dioses antiguos enviando agentes a tratar de sacarme de alli y llevarme ante ellos con sabe quien que fin. Si antes lo imaginaba, ahora estaba empezando a hacerme a la idea: Este no es mi universo, y no esta en orden. - Me encantaria quedarme chicos, pero tengo que descansar este cuerpo, esta al borde de su capacidad y se desplomará si no hago algo al respecto...- No puedo creer que voy a tener que dormir, hay demasiadas cosas de este tiempo que no estoy pudiendo creerme.

- Antes de irme, queria agradecerles, nadie habria hecho por mi lo que hicieron hoy ustedes y arriesgaron todo solo para sacarme de alli, aun si no tenian mucha idea de quien era...- Abracé a ambos uno con cada brazo, o al menos hasta donde mis brazos alcanzaban, era poco mas que una muñequita de porcelana entre esos dos. - Quisiera poder devolverles el favor...- Con cuidado, metí mi mano derecha en el bolsillo de mi chaqueta y fingí que buscaba, a veces los mortales se sorprendian de mala manera cuando materializaba algo, asique siempre trataba de hacerlo discretamente. Finalmente, abri mi mano frente a ellos, mostrandoles sendos Pines amarillos, como el que llevaba yo en mi chaqueta. Con mucho cuidado, les puse a cada uno los pines en sus abrigos, en algún lugar donde me pareciera que les agradaria llevarlos.

- No los pierdan, ¿Si? - Sonreí sincera.






Terminé de recitar esas breves palabras con cierto garbo, hay cosas que es necesario tomarlas enserio.

- Sostenganlo en cualquiera de sus manos cuando digan esas palabras, y si puedo hacerlo, acudiré a ustedes para ayudarlos en lo que pueda...- Los miré con un poco de firmeza. - No pueden darselo a nadie más, es un regalo que yo les he dado a ustedes...- Miré a cada uno unos instantes y volví a sonreirles con la misma amabilidad que ya me habian conocido. - También pueden llamarme para una charla, no necesita ser algo peligroso, estaria encantada de volver a verlos alguna vez...es más estoy segura de que cruzaremos caminos denuevo...- Asentí con confianza las luces del callejon comenzaban a opacarse poco a poco, nada tenido que ver con que fuera de noche o con el suministro electrico. - Recuerden las palabras, y si se les pasa por enfrente algo relacionado con esto que les comenté, no duden en llamarme...- Una ventizca antinatural pero suave comienza a soplar en el callejon, para cuando han dejado de mirar a sus lados, todo se ha disipado y yo ya no estoy alli.






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¡Tema Terminado!

El pin básicamente hace exactamente lo que dijo Muerte. Por favor, tengan en cuenta que si van a llamarla en un rol ajeno tiene que consultarse con el que está llevando ese rol previamente y tendrán que darme aviso para que vea si puedo hacer aparecer a Muerte, que solamente los ayudaría de manera parcial y especifica, la idea es mas generar situaciones interesantes de rol, no lo piensen como un artefacto con poder verdadero.

El Pin ha sido previamente conversado con las admins y aprobado para que se los diera, no se preocupen.


¡Gracias por participar! ¡Me lo pase genial con los dos!