Los colores más preponderantes en ambas armaduras surcaban el cielo como una exhalación, dejando tras de sí una estela plateada que se diluía a medida que se adentraban en el espacio aéreo Afgano.
-Agradezco que hayas venido, Tony-escuché sirviéndome de los transmisores alojados en el equipamiento existente en ambos cascos.
–Entiendo que eres un civil y que para ti esta zona…-titubeó deteniéndose sabiamente antes de reanudar aquella intervención fundamentada sobre los recientes acontecimientos.
–De hecho, ignoraba todo el equipamiento armamentístico del que disponían en la base terrorista de Uzbekistán-musitó haciendo omisión a la información sesgada que lograba reunir el ejército de estados unidos de las zonas bélicas y conflictivas del país.
-¿Qué dices?-inquirí con un deje de ofensa en mi voz.
–Es un honor sobrevolar los cielos junto a War Machine-añadí desviando el rumbo de vuelo del basto banco de nubes que entorpecían la visión.
El sonido de una carcajada retumbó en mis pabellones auditivos invitándome a sonreír al anteponerme a su próxima intervención.
–Ya hemos hablado del tema, Tony. Ahora soy Iron Patriot-me corrigió con un valor tonal monocorde característico del ejército.
-War Machine molaba más…-protesté con celeridad.
–¡No sé cómo has dejado que esos pirados del ejército te coman la cabeza!-mascullé continuando con la dilatada discusión que jamás había hallado una resolución definitoria.
-Esos “pirados del ejército” son mis superiores, Tony-replicó Rhodey.
-Ahora me recuerdas a Steve Rogers, los dos lleváis la misma estrellita brillante en el torso-le satiricé.
-Habló el Señor Discreción. ¿En serio, rojo y dorado? ¿Quién demonios es tu sastre?-cuestionó dejándose influir por el juego.
-Jarvis, envía gran parte de la potencia a los propulsores traseros. Hagamos que Rhodey se trague mi estela…-dije ávido después de poner fin a la comunicación con el Patriot.
-Señor, recuerde que no dispone de armas, utilizó todo su arsenal en la base de Uzbekistán…-me advirtió Jarvis actuando como cortafuegos entre mis impulsivos pensamientos y las consiguientes acciones.
-En ningún momento he dicho que quiera volarle la cabeza a Rhodey, sólo quiero dejarle atrás. Obedece Jarvis-ordené. Aquella actitud defensiva hizo mella en mi mayordomo virtual, el cual derivó toda la potencia del traje a los propulsores traseros.
-¡Eres un cabrón, Stark!-se quejó Rhodey antes de imitar mi gesto tratando de ponerse a la cabeza.
Fue entonces, cuando un proyectil enemigo impactó a escasos metros de nosotros. La potente explosión atrajo nuestra atención, obligándonos a girar la mirada con una mueca plagada de desconcierto. La onda expansiva nos derribó a ambos, haciéndonos caer sin control a una velocidad desproporcionada, ya que la explosión parecía haber arrasado ciertos dispositivos indispensables para retomar el vuelo.
-¡Joder!-grité con desesperación intentando activar intermitentemente los reactores colocados en mis miembros superiores e inferiores con el fin de reducir el impacto de la caída. Lo que surtió efecto hasta alcanzar aproximadamente unos tres metros respecto al suelo, altura de la que caí propinándome un duro golpe. Las piezas metálicas me oprimieron las costillas, haciéndome emitir un grito gutural que fue aplacado por el zumbido característico de un proyectil de corto alcance.
La sombra del explosivo trazó una curva perfecta sobre los cegadores rayos del sol amenazando nuestra situación, ya que Rhodey yacía inconsciente a mi lado.
-¡Rhodey!-grité aferrándome a su armadura antes de hacernos girar sobre un mismo eje aprovechando así, la inclinación de una de las dunas. Aunque nos libramos del impacto, la altura de la duna nos hizo caer de manera desordenada a sus faldas. Traté de ponerme en pie, tambaleándome inestablemente al tratar de encarar el tanque enemigo que se acercaba peligrosamente a nosotros.
–¡Jarvis, envía toda la potencia residual de la armadura al reactor ARC!-dictaminé con desesperación, distinguiendo el arma principal del vehículo.
-Señor, eso podría provocarle un infarto-me advirtió.
-¡Jarvis, ahora, activa el unirayo!-exclamé motivando la liberación de una potente carga de energía a través de mi pecho que volatilizó el tanque. Una opresiva sensación me paralizó, obligándome a arrodillarme sin aliento sobre la candente arena del desierto.
-¡Tony, Tony!-gritó Rhodes apartando la asfixiante máscara de mi rostro. Respiré con dificultad en un intento desesperado por mantenerme atado a la consciencia.
Grite, grite y grité durante el transcurso de la pesadilla aunque no fui consciente de ello.
En el momentos que mis párpados se entreabrieron, me límite a recorrer con la mirada cada recóndito lugar de la estancia. El eco lejano de unos tacones se fue afirmando progresivamente, haciéndome entender que mis gritos habían alertado a Pepper. La culpabilidad me asaltó: ¿Por qué continuaba Pepper en mi casa?
Traté de incorporarme, en un intento desesperado por no seguir alimentado la inminente preocupación de la pelirroja. Aquel movimiento brusco, en contra de las indicaciones médicas, me obligo a colocar mi mano sobre la venda que actuaba como reten en la zona de mis costillas.
Cuando Virginia traspasó el umbral de la puerta de la habitación solo pude limitarme a bajar la mirada cabizbajo. Pese a ser enormemente atractiva, las marcadas ojeras eran el indicio que necesitaba para saber que había descuidado su descanso al velar incansablemente por mí.
–He visto una araña…-mentí en pleno intento por hacerla sonreír.