Un nuevo hogar (Alice Delaney, libre) [17/10/18]

Xavier me dijo que hoy llegaría una alumna nueva. Eso siempre me emocionaba. Era imposible que no me emocionara conocer a nuevos alumnos que, como yo, estaban perdidos y sin rumbo y que con la ayuda adecuada llegamos lejos en la vida.
Yo aún estaba recuperándome, al principio pensábamos que sería cuestión de un mes como mucho, pero es algo más. Fénix por su parte se muestra cada día más fuerte y está cada vez más presente y, del  mismo modo, yo soy capaz de mantenerla a raya cada día mejor. Además, mi humor mejoraba a cada día que pasaba y eso se notaba.  

Cuando sentí a la nueva alumna llegar bajé de la Torre del Observatorio hasta la entrada y fui a recibirla a la puerta, abriéndola antes de que pudiera llamar.

-Buenos días, Alice- le dije usando mi telepatía con una sonrisa acogedora. -Soy Jean Grey, encantada. Por favor, pasa- le dije, invitándola a entrar abriendo más la puerta y con un gesto de la mano. Esperé a que entrara del todo y cerré la puerta después. -¿Has tenido un buen viaje?- le pregunté mientras la guiaba hacia las habitaciones, que en ese momento estaban vacías ya que los alumnos estaban todos en sus clases. Le dediqué una sonrisa amistosa y cuando llegamos a la zona de las habitaciones femeninas me paré.

-Tenemos varias habitaciones disponibles, ¿prefieres tener tu cuarto para ti sola o prefieres compartir?- dependiendo de su respuesta la llevaría a una habitación u otra, y para entonces empezaría el descanso y podría proceder a presentarle a algunos profesores y alumnos.

Había llegado el momento. Llevaba varios minutos ahí, de pie ante las puertas del que, durante los próximos años podía ser su hogar, y era tan o más fantástico de lo que había llegado a imaginar.
Suspiró y se mordió levemente el labio inferior, haciendo acopio de valor para efectuar los últimos pasos que la separaban del interior.
Antes de que su mano rozara la madera de la puerta, ésta se abrió y en su interior se encontraba una hermosa mujer, sonriéndole acogedoramente. Alice le devolvió la sonrisa sin proponérselo y entonces escuchó su voz, dentro de su propia mente. Por un instante se olvió de parpadear y sus labios quedaron entreabiertos de la sorpresa, aunque pronto se recompuso y rió tímidamente.

"¡Qué sorpresa!" pensó, insegura de si Jean, que así se había presentado, todavía podía leer su mente. Alice alzó el brazo, agitando la mano en el aire a modo de saludo y siguió sus pasos al interior de la mansión. Era más grande de lo que había imaginado y muchísimo más bonita. Incapaz de dejar de sonreír, Alice seguía a Jean por pasillos y escaleras, a menudo parándose a observar su alrededor y luego volviendo a alcanzar a la señorita Grey dándo un pequeño trote, presa del júbilo.

Cuando Jean le ofrece habitación individual o doble, Alice hace un gesto a medio camino entre negar la cabeza y encoger los hombros, juntando ambos puños con el índice extendido y separándolos. "Tanto me da sola o compartida..."

-Estupendo- le dije, contestando a su pensamiento. -Perdona, no quiero incomodarte. Soy telépata, entre otras cosas. Te llevaré a un cuarto compartido para que te sea más fácil trabar amistad con alguien. Si por el contrario tienes algún problema comunícamelo y le pondremos solución. ¿De acuerdo?- le expliqué llevándola a la que sería su nueva "casa". Abrí la puerta y dejé que entrara, y dejara sus cosas en el colchón que estaba libre. -Deja tus cosas aquí, ahora te llevaré a que conozcas a algunos profesores a los que podrás acudir al igual que a mí, e iremos a la cafetería a que conozcas el ambiente.

Sonó entonces la campana, indicando que podíamos ir a hablar con gente o comer. -Vamos.

"No me incomodas, al contrario, me lo haces más fácil." Alice, se relaja dejando su pequeña mochila sobre el colchón, y sonriéndo afablemente. "Precisamente comunicarme es la peor parte, será difícil porque no creo que haya mucha gente que hable como yo". La chica gesticula con ambas manos como si estuviera traduciendo para una persona sordomuda, en parte por costumbre, en parte para enfatizar el significado de sus pensamientos.

Cuando Jean menciona a los profesores, Alice ladea levemente la cabeza. "Cierto, no tuve oportunidad de preguntarle al profesor... He estudiado mucho tiempo en casa y no estoy muy convencida de cómo son las clases en otras... Universidades. ¿Qué tipo de materias dais en este colegio? A parte de..." Sonríe timidamente, mientras juguetea con las mangas del jersei escondiéndo los dedos. "Bueno, a parte de control de poderes y genes y estas cosas 'sobrenaturales' tan interesantes."

Al sonar la campana, Alice abandona la habitación y una vez en el pasillo vuelve a mirar nerviosa a todos lados, esperando ver aparecer a gente saliendo de las clases o las habitaciones o donde quiera que estuvieran. Al volver a mirar a la señorita Grey sonríe de nuevo con timidez, apartando un mechón de su propio cabello y colocándolo tras su oreja, esperando obedientemente a que Jean le indique el camino hacia la cafetería.

Sonrío al ver su reacción al sonido de la campana. -Tranquila, los verás cuando bajemos al piso de abajo...- le comento, sabiendo que busca a otros estudiantes como ella. -La mayoría seguramente se dirijan a la cafetería o al jardín, a aprovechar el día soleado de hoy. ¿Tienes hambre? Podemos aprovechar para dar un paseo por el sol y hacer un poco de hambre- le digo con amabilidad.

-¿Sabes quién soy? Te llevaré a la estatua del Fénix de la entrada, así haremos tiempo- le dije, como si fuera amiga suya de toda la vida, intentando evitar que notara el cambio en mi actitud entre Fénix y Jean.

Una vez abajo Alice pudo ver todo el alboroto y a todos los estudiantes correr de aquí para allá, gritarse, jugar, hablar sin más... Varios salieron directamente al jardín y otros a la cafetería, otros subieron las escaleras para ir a sus cuartos... -Vamos, es por aquí- le dije mentalmente, saliendo por la puerta principal hacia mi estatua. Es preciosa. -La levantaron por mí, en mi honor, cuando... Bueno, aquí está la estatua del Fénix, recordándonos lo importante que es la familia. La de verdad. La que eliges. La que te elige y cuida- le susurro por telepatía. -Aquí todo el mundo me conoce. Bueno, casi todo el mundo.

El ambiente era tranquilo ese día. Pese a ser Octubre (casi Noviembre) el sol no daba tregua y calentaba la Mansión, dando ganas de salir y disfrutar del buen tiempo. La mayoría de los alumnos estaban fuera, incluso algún profesor, lo cual me hizo reírme. Miré a la chica nueva: era todo emoción e ilusión, ganas de aprender, ganas de conocer a gente... -¿Te gusta este lugar? Aún no has visto nada, pero estoy segura de que te encantará. En cuanto a las clases: no te preocupes, te adaptarás rápido y aprenderás de todo un poco, desde deporte hasta física. Es más o menos como una Universidad cualquiera, pero con gente no tan cualquiera. Los chicos de aquí son como tú y como yo... Nos cuidamos los unos a los otros...- le guiñé el ojo.

Jean sonríe al ver la reacción de Alice y ésta automáticamente devuelve la sonrisa, nuevamente jugueteando con las mangas del jersei. Todo el trayecto hacia el exterior de la mansión es tan emocionante como lo ha sido el camino a las habitaciones. Cada cuadro, cada mueble distrae la atención de Alice quien los mira como si fueran piezas de arte en un museo.

En su mente se arremolínan todos los sentimientos embotellados durante los últimos meses. Los nervios de una nueva vida, la emoción y las ganas de volver a estudiar el temor a su própio poder y la falta de comprensión para con el mismo, el anhelo de aprender a controlarlo y poder convivir con gente sin miedo a herirles... Para colmo el lugar es precioso añadiendo a todo lo anterior nombrado la alegría y la emoción propias de imaginarse viviendo en semejante lugar... Casi como si se tratara de un sueño.

Entonces Grey le ofrece de ir a dar un paseo para abrir el apetito y asiente sin pensar, sonriendo. Si tenía hambre, la emoción la había dejado atrás y en ese momento sólo tenía ganas de caminar y descubrir el lugar. ¿Sabes quién soy? Pregunta ella, y Alice inclina la cabeza, insegura. "Jean Grey, ¿no?" Cuando ofrece ir a visitar la estatua del Fénix, sonríe con dulzura, dispuesta a seguirla a donde haga falta.
Al llegar abajo y cruzarse con la multitud Alice se abraza los codos. "¿Cuánta gente debe vive aquí?" se pregunta levemente sobrecogida por todos los alumnos, profesores o visitantes que hay allá donde lleve la mirada. Sintiéndose algo insegura, acelera el paso, abrazándose los codos y siguiendo de cerca a Jean. Pese a todo, su mirada sigue volando de un lado a otro, posándose en cada elemento con curiosidad y sin dejar de sonreír.

Jean vuelve a hablarle telepáticamente y Alice busca su mirada, como si quisiera confirmar que sigue ahí y es ella quien lo ha hecho. Al salir por la puerta principal, la estatua se alza ante ella, bella y orgullosa.

- ¡Oh...!

Alice se cubre los labios con ambas manos, sin apartar su mirada de la figura de Fénix. Sin retirar las manos se le escpa un susurro.

- ¿Cuando...?

Antes de terminar la frase, se queda en silencio, consciente de las implicaciones que puede tener pedir una respuesta directa. "No es asunto mío. Era obvio que has evitado explicar el porqué, lamento la indiscreción." Al escuchar en mi mente lo que Jean menciona de las famílias me percato de algo que hasta entonces no había cruzado mi mente. "¿Cómo no se me ha ocurrido, que no todos los padres, hermano e hijos deben reaccionar correctamente ante nuestras rarezas?" Intenta sonreír a Jean, gesticulando una disculpa, pese a saber que no puede entender sus gestos... Pero sabiendo que tal vez si entiende cómo se siente. Casi queriendo redimirse por lo que ha hecho anteriormente, Alice susurra en voz muy baja.

- Me encanta. Y estoy deseando empezar las clases. Hace tanto que no estudio con otras personas que no sean mis padres...

Cuando Jean le guiña el ojo, desvía la mirada y se sonroja, aun sonriendo. "Por eso estoy aquí" se repite a sí misma. "Para aprender a controlar este 'don' y usarlo para ayudar y cuidar a la gente..."

- ... Y por ello podemos afirmar que el teorema de las fuerzas vivas puede aplicarse a cualquier espacio newtoniano, acordándonos de añadir el trabajo de la fuerza de rozamiento, de manera que diríamos que la energía mecánica total es igual a la suma de la energía cinética, la potencial y la de rozamiento. Y como no existe energía cinética inical ya que se encuentra en reposo y no existe potencial final debido a que llegamos al suelo, la fórmula queda tal que así:

Ei=Ef; Eci+Epi=Ecf+Epf+W(Fr); mgh=1/2mv^2+xFr; Fr=uN

>> De donde decimos que m es la masa del cubo, g es la gravedad, h la altura a la que se encuentra inicialmente, v la velocidad, Fr la fuerza de rozamiento, u el coeficiente de rozamiento y N la fuerza normal, que es igual a N=cos&P, donde & es el ángulo alfa y P el peso.- Terminé de escribir todo en la pizarra justo al momento en que la campana sonaba. El ruido de cuadernos cerrándose y bolígrafos siendo recogidos invadió el aula, mientras los más lentos terminaban de copiar lo que había escrito.- Bien chicos, con esto damos por finalizada dinámica. El viernes dedicaremos la clase a resolver ejercicios modelo y atenderé las dudas que tengáis. La semana que viene comenzaremos estática. Intentad hacer los ejercicios 20-25. El viernes los corregiremos. ¡Que tengáis un buen día!-

Algunos se despidieron de mí y otros salieron directamente llevándose la mochila al hombro. Madre mía, qué hambre tenía. Qué ganas de llegar a la cafetería y llevarme algo a la boca, lo que fuese. Si había un pincho o algo así mejor. Los chavales se dirigían al exterior a corretear un poco y tomarse un buen recreo. Yo por suerte no tenía más clase hasta la tarde, con el grupo de refuerzo, así que podía dedicarme a corregir algunos exámenes y programarme el siguiente tema. Era mucho más sencillo, sobre todo después de haber estado viendo dinámica. Miré el reloj e hice unos cálculos mentales rápidos. Sonreí para mí mismo. Ya sabía qué iba a hacer. Una visitilla rápida a Sasha para invitarla a comer. Eso seguro que le haría ilusión.

Pasé por delante de una de las salidas al patio, donde estaba la enorme estatua de fénix y vi que Jean estaba con una niña que no reconocí. Seguramente sería nueva. Bueno, niña. No debía ser mucho menor que yo. Parecía la típica alumna por como iba vestida y demás. Me encogí de hombros y me dirigí a ellas. Al estar a su altura les hablé desde atrás con las manos cruzadas en la espalda.

- Me alegro de que estés deseando empezar las clases, sobre todo si te tengo de alumna. Siempre estoy encantado de tener víctimas frescas...- Y sonreí, cláramente bromeando. Ofrecí mi mano a la chica.- Profesor Planaria Glámez. Encantado. Doy matemáticas y física. ¿Qué tal estás Jean? ¿Dando un agradable paseo por la mansión?-

Sonreí a Alice. Sentía que nos llevaríamos bien, y podría ayudarla en todo lo que ella me pidiera, lo que me haría sentir un poco menos inútil. Además, no veo nada mejor que usar mi tiempo para ayudar a mis seres queridos.

-Alice, hazte la asustada en tres... dos...- ya podía escuchar la voz de Planaria, intentando meterle miedo en el cuerpo a la pobre chica. -No te pases con ella, Plana...- le riño en un tono de voz amistoso y guiñándole el ojo a Alice. Estaba bromeando con él, como hacíamos siempre. Desde que llegó a la escuela ésta se había vuelto un poco más alegre, con su picardía de chico joven... era de esperar. Pero el chico lo daba todo cuando había que hacer algo, le gustaba relacionarse con los demás, era divertido... Fue una buena incorporación a la Patrulla, había que reconocerlo. Lo que me recordó que me gustaría volver a la Patrulla y salir un poco de la Mansión. Lo hablaría con Xavier o con Drogo, en su momento.

-Estoy bien, Plana, gracias. ¿Y tú? Le estaba mostrando a Alice la estatua del Fénix, y le estaba contando un poco su historia para hacer tiempo hasta comer. ¿Te apuntas? ¿O irás a ver a Sasha?- le pregunté de forma coloquial.

Después me dirigí a Alice.

-Cuando quieras, te invito a comer- le ofrezco a la chica. -Después podemos seguir viendo la escuela, o puedes ver alguna clase en vivo antes de incorporarte.

Al recibir el mensaje telepático de Jean, Alice inclina levemente la cabeza hacia un costado, sin estar muy segura de a qué se refiere. Antes de poder formular la pregunta en su mente, la voz de un hombre la sorprende por la espalda, y animada por Grey exagera levemente la reacción, dándo media vuelta y retrocediendo hasta descansar la espalda en la estatua del fénix, con una interpretación digna de una actriz. Al escuchar hablar de víctimas frescas, Alice alza ambas manos hasta sus labios entreabiertos en sorpresa a la vez que parpadea con aire inocente, antes de que se le escape la sonrisa y se ría jovialmente, avanzándo nuevamente para encajar la mano del profesor, sin dejar de sonreír.

Fiel a su naturaleza, Alice se mantiene callada durante la presentación, pese a que Planaria es obvio que la ha escuchado hablar. Cuando Jean se dirige a ella, vuelve a comunicarse mediante la lengua de signos, pensando a la vez lo que dice para que Jean pueda "leerla".

"No me gustaría imponerte mi presencia, ya estás haciendo mucho por mí. Si tienes otras cosas que hacer, puedo comer sola, o podemos dejarlo para más adelante." Se le escapa una mirada fugaz a Planaria, la comisura de su labio alzándose en una media sonrisa. "Parece que os conocéis, tampoco quisiera sentir que estoy en medio de dos amigos." Sin tener segundas intenciones en sus palabras, Alice mira a su alrededor una última vez. "Pero si insistes en comer juntas... Creo que optaré por seguir viendo la escuela. No quisiera que mi presencia pudiera distraer a los alumnos."

Con una ultima mirada a Planaria hace el gesto correspondiente a indicar que se lo está pasando bien, cosa ya obvia por la permanente sonrisa de su mirada.

- Gracias por la invitación, pero he quedado con ella para comer, sí. Pero si no os importa me uno a vuestra pequeña clase de historia. Siempre me ha gustado la historia. Después de todo, la veo bastante poco ya que estoy todo el día con los números y demás.- Vi entonces como la chica se dirigía a Jean con lenguaje de signos, lo cual me extrañó, porque habría jurado que la acababa de oir hablar hace unos segundos. ¿Sería muda? No tenía ni idea de lenguaje de signos tampoco, así que no tenía ni idea de qué demonios le estaba diciendo a mi compañera. Me encogí de hombros y fruncí el ceño.- Perdona la indiscreción Alice, pero... Habría jurado que te había oído hablar, y ahora te veo usando lenguaje de signos... ¿Me he perdido algo?-

Su sonrisa en la cara era bastante graciosa. Debía estar riéndose y pasándolo bien con Jean, aunque yo no me estuviese enterando de nada. Ahora que la tenía delante estaba convencido de que, en efecto, no podía ser mucho menor que yo, aunque sí era mayor para ser una estudiante de la mansión, al menos en el ámbito en que se solían impartir las clases, más enfocadas a los alumnos de instituto. Ella debía estar en la universidad, o tal vez estudiase con nosotros para obtener algún título. No sabía si se podrían dar clases con valor universitario en la escuela, aunque tampoco había mirado mucho la verdad. Yo podría haber dado clases de física y matemáticas hasta niveles de último año de ingeniería, de manera que supuse que bien podría haber ayudado o instruído en ello. Hablaría con el profesor Xavier ya que me había dejado con la duda.

Suspiré y sonreí a las dos chicas.

- Bueno, ¿qué plan tenéis? ¿Quieres que te enseñemos la escuela Alice? Hay un montón de cosas que podemos enseñarte, no sé qué habrás visto con Jean... ¿Le has enseñado las instalaciones y demás? ¿Vas a quedarte aquí con nosotros?- No fue un tercer grado ni mucho menos, preguntaba con una sonrisa y claramente ilusionado. Cada vez que un alumno nuevo llegaba a la mansión era divertido ver sus caras al enseñárselo todo. No me extrañaba nada que Sasha hubiese querido acompañarme el día que me enseñaron todo. Debí haber puesto unas caras de lo más gracioso, sobre todo porque esas cosas a mí me encantaban.

-Oh, bueno... No es mucha clase de historia, la verdad. Le contaba un poco por encima el por qué de esta estatua mientras hacíamos un poco de tiempo antes de comer, si le enseño toda la mansión no terminaríamos hasta la semana que viene...- me río alzando los hombros, amable. Dejé que Alice respondiera a Planaria, tanto si lo hacía ella misma como si me pedía que le respondiera yo por ella.

Después, Planaria suspiró e hizo más preguntas. Era encantador.

-Sí, se quedará aquí. Ya le he enseñado el que será su ala de dormitorios y su cuarto en concreto. Ha dejado sus cosas allí. Como te dije, nos dirigíamos a la cafetería, pero Alice prefirió conocer un poco la Escuela...- le expliqué, con la misma sonrisa con la que preguntó él. -La verdad es que hay tantos sitios a los que ir que no sé ni por dónde empezar... ¿Qué tal si vamos al lugar que más te guste, Planaria? Tú eliges nuestro próximo destino- y le guiñé un ojo, amistosa.

Retirando un mechón de su flequilla tras las orejas, Alice mira en la dirección de Planaria inclinando levemente la cabeza a un lado. Tras un instante analizando sus propias palabras, Alice habla de nuevo en voz baja, como es usual en ella.

- Puedo hablar, pero no lo hago a menudo. Mi poder reside en mi voz, y aun estoy aprendiendo a controlarlo. - Dicho esto desvía la mirada a sus manos, mostrando nuevamente el símbolo de "diversión". - Mi madre me enseñó a comunicarme así porque soy muy poco habladora, no pretendía ser descortés. Lamento mucho no haber hablado antes. Mi nombre es Alice Delaney. Plan... - Mira a Jean, encogiéndose de hombros. Cuando Planaria menciona enseñar la escuela, una sonrisa se va tensando en sus labios, sin intentar disimularla en lo más mínimo.

Jean responde a Planaria comentando la gran extensión que supone la mansión y Alice suspira, juntando ambas manos tras de sí con una expresión totalmente serena en el rostro visiblemente feliz de estar ahí. Cuando Grey menciona que el profesor Glámez va a ser quien elija su siguiente destino, ésta se queda observando al hombre con evidente curiosidad.

Sonreí ante las palabras susurradas de Alice y asentí con la cabeza, indicándole que no se preocupase.

- Oh, no. Ni mucho menos has sido descortés. Simplemente me ha llamado la atención, pero debí suponer que tenía algo que ver con tus poderes. Si vas a quedarte aquí eres más que bienvenida. Como ya he dicho, soy profesor de matemátias y física, de manera que estaré encantado de ayudarte con cualquier tema de esos. Pero continuemos con la visita. ¿Qué os parece si vamos a los jardines? En esta época del año, con todas las hojas caídas son muy bonitos. ¿Os importaría pasar primero por mi despacho? Así puedo dejar mis cosas e ir con la calma.- No estaba lejos de allí a decir verdad. Un par de pisos por encima y llegaríamos. Cogería también las llaves de la moto y así ya sólo tendría que ir al garaje cuando fuese a ir a ver a Sasha, y podría quedarme más tiempo con las dos chicas.

Caminamos por los pasillos tranquilamente. Los ruídos de los chavales volviendo a las aulas o saliendo de ellas nos acompañaron durante el trayecto. Saludé a un par y le pedí a uno que no jugase con el balón dentro de los pasillos, siempre con una sonrisa. Echaba de menos jugar al fútbol. Ahí en América apenas se jugaba. Eran mucho más de baloncesto y beisbol. El "soccer" era algo que muy pocos sabían jugar y menos aún conocían las reglas. En la mansión les enseñé a jugarlo, pero no pareció cuajar demasiado. Además, al no tener porterías ni campo les daba pereza poner un par de conos que sirviesen de palos teniendo las canchas en perfecto estado. Tal vez le pidiese al profesor Xavier un campo, pero sería más adelante, cuando tuviese más confianza.

- Bueno, cuéntame Alice. ¿Qué quieres hacer aquí en la escuela? ¿Qué vas a estudiar quiero decir?-

-Me parece estupendo, Planaria- le dije, con una sonrisa. -Estoy segura de que quedarás impresionada, Alice. Bueno, creo que me repito- me reí. Estaba emocionada con su llegada, era refrescante, y desde que volví a la vida me trataban un poco con pinzas hasta saber qué pasaría con Fénix...

-Cuando tengas que irte, no dudes en decirlo, no queremos que llegues tarde- le dije.

El resto del camino hasta el despacho de Planaria y los jardines me quedé en silencio para que Alice respondiera a la pregunta de Plana, aunque como siempre, si ella me lo pedía podía intervenir yo.

La mirada de Alice se posó en Jean un instante, aunque luego sonrió y camino junto a los dos profesores, hablando en voz baja.

- Pues... Principalmente quiero aprender a controlar mi poder. Tras eso, imagino que seguiré los pasos de mi madre e intentaré meterme en el mundo de la medicina. Si no lo consigo, esperaba poder alistarme en algún tipo de cuerpo de seguridad, como escolta. - Alice baja la mirada, un tanto pensativa antes de añadir - A mi madre no le gusta, pero me apasiona bastante la balística. Mi padre me enseñó a disparar y todo el tema de manipulación de armas de fuego me gusta. - cuando se cruzaban con algun alumno, Alice dejaba de hablar un instante hasta que estos estaban suficientemente lejos y entonces seguía hablando, como si les estuviera haciendo partícipes de un secreto.

Sin embargo, dejando eso de lado, no hay otras rasgos llamativos en ella. La actitud corporal es normal, siendo un contrapunto curioso a su tono de voz bajo y suave y los continuos silencios.

- Mi padre me regaló una Beretta 92fs cuando cumplí los 18 años, pero no me pareció prudente traerla en el avión. Él quería que la llevara, por que el reglamento americano es más laxo en la posesión de armas, y se sentía más seguro si sabía que tenía algún modo de defenderme. - Encogiéndose de hombros Alice sonríe abiertamente. - Salta a la vista que no estoy entrenada para el combate, físicamente hablando, aunque solía practicar atletismo y me me disgusta para nada el ejercicio físico. - mira a Planaria, sin dejar de sonreír. - Así que para resumir... ¿Ciencias y deporte? Imagino que tendré mucho tiempo libre, así que igual me apunto a más clases de las que necesito, para ocupar el tiempo libre. Y a todo esto, ¿Cómo enseñan a alguien a controlar su poder? ¿Clase práctica y teórica? - la joven morena ladea la cabeza con curiosidad, tras lo cual se aclara la garganta suavemente, antes de dirigirse a Grey mostrando varias señas en sucesión y riendo. "¿Tu también impartes clases aquí, Jean?"

- Lógico. En general la gente que llega aquí tiene problemas con eso. Con el control de sus poderes y demás. Yo tuve que aprenderlo un poco a la fuerza. A los trece años y a fui capaz de controlar casi perfectamente mis poderes. Pero claro, estuve cuatro años provocando toda clase de accidentes y demás. Por suerte nunca llegué a matar a nadie.- "Al menos no con esa edad...". Eso lo pensé para mis adentros. Tan solo había asesinado dos veces. El 16 de mayo, después de descubrir todo lo de mi pasado. Maté a Zenn y al atracador aquel que quería todas mis cosas. Lo de Zenn incluso podía haber llegado a tener sentido, pero la cara de aquel pobre diablo me perseguía aún algunas noches. No era más que un indefenso hombre comparado conmigo, y a pesar de ello le maté sin piedad. No sabía si algún día conseguiría superar eso, pero prefería pensar que sí.

Escuché las palabras de Alice acerca de su amor por las armas y cómo su padre le había enseñado a disparar. Sonreí y negué con la cabeza.

- La verdad es que yo nunca he disparado con un arma. Nunca me ha hecho falta debido a mis poderes. Podría intentar enseñarte algo de puntería. Tengo una incomparable, pero claro, con mis poderes. Y con respecto al deporte, el mejor en la mansión es Logan, aunque la verdad a mí me encanta hacer algo de ejercicio siempre que pueda. Ya sabes, jugar al fútbol, correr un poco, gimnasia... Menos natación lo que quieras. Sobre las armas no puedo hablarte mucho más, ya te digo. No me gustan y soy incapaz de hacer nada con una la verdad. Bueno, siempre y cuando un arma no sea algo que lanzar con la mano, como una goma o algo por el estilo. En cuyo caso soy el mejor tirador que has conocido en tu vida.- Desde joven me había encantado el deporte. Pero el deporte deporte, no eso de ir a un gimnasio a matarse a levantar pesitas o estar con las máquinas. Eso era todo pura fachada a mi parecer. Demasiado metrosexualismo. Una cosa era querer estar sano, y otra matarse para tener un cuerpo perfecto y escultural. Era mucho más divertido y reconfortante jugar a algo con tus colegas, aunque fuese para reírse un rato. En la universidad busqué varios deportes a los que apuntarme, y me metí en el equipo de fútbol. No era malo, a decir verdad, y mis reflejos aumentados me ayudaban de vez en cuando a llegar un poquito más allá que una persona normal. Eso sí, jamás usé mis poderes para ganar. Habría sido poco deportivo.

Llegamos a los jardines al cabo de un rato, y pudimos ver como muchos chavales praticaban toda clase de deportes y ejercicios. Era divertido verles esforzarse y sobre todo ver como algunos se aprovechaban de distintas cualidades que poseían para aumentar su ritmo o mejorar, como Becky, una chica cuyo poder era la telequinesis y la capacidad de mantener cosas flotando, que lo usaba para hacer malavares con nueve objetos, algo que siempre molaba ver. Me llamó la atención que Alice parecía callarse cada vez que algún alumno se cruzaba con nosotros, como si no quisiese que la oyesen o supiesen cómo hablaba. Ante su pregunta me encogí de hombros sonriéndole.

- Eso depende totalmente del tipo de poder. Las habilidades físicas deben ser entrenadas más con ejercicios al aire libre, mientras que las mentales requieren un esfuerzo del mismo tipo para la persona en cuestión. En tu caso supongo que será mucho ejercicio mental y algo menos físico, pero tendrás que hacer también de ese tipo de actividades, como socializarte con los demás y tal. Lo harás bien, por eso no te preocupes.-

Dejé que Planaria hablara con tranquilidad y que dijera lo que tuviese que decirle a Alice, lo que me dio el tiempo suficiente para observarla con detenimiento.

Era una chica muy adorable a primera vista, normal, joven, sana... Cuando te acercabas más a ella apreciabas mejor el color de su cabello, sus ojos color avellana... Y si conseguías hablar con ella... Era buena chica, eso podía verlo yo y cualquiera que se molestara en prestarle un poco de atención y, con temas de prestar atención, parecía que Alice no quería que los demás alumnos la escucharan hablar pues se callaba o bajaba la voz cuando uno pasaba cerca.

-No te preocupes por tus poderes, aprenderás a usarlos y controlarlos: como yo- le dije, señalándome la cabeza con el dedo índice. -Y sí, como bien ha dicho Planaria: aprenderás de tus poderes aquí, pero por ello necesitarás un refuerzo físico. Está bien usar tus poderes, pero no siempre te servirán para defenderte. Aunque a algunas no nos guste... a veces, hay que saber atacar- le dije guiñándole el ojo.

-Yo misma sigo aprendiendo a controlar mi poder- le confesé a Alice en privado, para que se tranquilizara. Los poderes no son algo que están y ya está, no es como montar en bicicleta. Hay que trabajarlos diariamente y seguir aprendiendo cada día...

¿Socializar? ¿Hacerlo bien? Por toda respuesta, Alice sonrió perezosamente. Le estaba gustando estar ahí. Era acogedor, era tratada la mar de bien y por primera vez, la sensación de ser una más y sentir que estaba rodeada de gente como ella... Más gente que tenía miedo a sus propios poderes y estaban ahí dando su mejor esfuerzo para seguir adelante. Gente que comprendía, por el simple hecho de vivir ahí que podía tener un motivo para quedarse en silencio... Intentó que la sensación de alivio no la desbordara y mantenerse con los pies en el suelo. "Tendrás mucho tiempo para emocionarte una vez llegues a tu cuarto".

El pensamiento de Jean la libera de un peso que ni ella misma sabía que cargaba. ¿Tenía miedo de no aprender? En algún punto de su subconsciente, era obvio que sí. De lo contrario, las palabras de Jean no causarían tal efecto. Sus labios se tensaron en una sonrisa sin que ella se lo propusiera. Tenía paciencia y todo el tiempo del mundo. Su meta cada vez más definida en su mente. Iba a estudiar medicina. Pero también iba a buscar maneras de ayudar a... ¿A quién? A los mutantes. A los humanos. Tanto a aquellas personas que tenían el poder de defenderse como aquellas a quien no. Tal vez hablaría con el profesor X sobre aquello. Pero aquél no era el momento. Entonces reparó en que Jean no le había respondido a su pregunta, pero no le dió más valor.

Volvió a observar su alrededor, buscando alguna pista de dónde se encontraban. Pero de momento, toda la mansión le parecía igual. Si estaban cerca o lejos de llegar al despacho del señor Glámez, era un misterio todavía lejos de su alcance. Siguió caminando paciente, antes de volver la vista hacia Jean, esperando que esta volviera a leerle la mente.

"¿Vosotros también estudiásteis aquí? ¿Lleváis mucho tiempo viviendo en la mansión?"

Ante la pregunta de Alice sonreí, negando con la cabeza.

- Oh, no, para nada. Yo nací en Ginebra, Suiza. Mis padres murieron cuando todavía era un niño y viví hasta los dieciocho años en un orfanato, el Saint Johns. Allí fui a clases y aprendí todo lo que necesitaba. Comencé a salir a la calle a pelearme con los malos a la edad de trece años, después de mucho esfuerzo y conseguir dominar mis poderes. Se me conocía como el "Guardían de Ginebra". Tiempo después descubrí que la física y la ingeniería eran lo mío, y estudié en la universidad de Münich ingeniería industrial, especializada en electricidad y mecánica. Pertenecí durante un tiempo a un grupo de héroes conocidos como los Abyss Knights, parecidos a los X-Men pero no éramos únicamente mutantes. Había magos, tecnópatas... Un poco de todo a decir verdad. Con el paso del tiempo, quise aprender más de mis poderes, así que decidí venir a hablar con el profesor Xavier, una eminencia dentro de los de nuestra especie. Y así, después de algunas aventura sy desventuras, el destino me dejó aquí.- Aún no quería hablarle a Alice de lo que me había pasado con los Abyss. Jean lo sabía porque se lo conté a su debido momento, pero dudaba de si se lo contaría algún día a la alumna. Dependería un poco de cómo funcionase todo y de la confianza que tuviésemos.

Al llegar a la puerta de mi despacho, les sonreí y me volví a ellas.

- Es aquí. Si me dais un par de minutos dejo todo y salgo.- Y me metí. No tenía mucho que hacer. Guardar los apuntes para recogerlos a última hora, coger mi chaqueta para la moto y las llaves, así como apagar el ordenador que no usaría en lo que quedaba de día.

-De acuerdo, Planaria. Aquí te esperaremos- le dije con una sonrisa en la cara. Después me dirigí a Alice y me la quedé mirando.

-Todavía no imparto clases aquí, estoy un poco haciéndome a estar viva de nuevo. Además, tengo unos asuntos en los que trabajar antes de volver a mi vida normal. Pero, con algo de tiempo, ¡me verás dando clases cuando menos te lo esperes!- le dije telepáticamente. No era un secreto, la mayoría especulaba sobre mi llegada pero ignoraba esos pensamientos y, sin embargo, Alice parecía no saber nada de mí.

-Lo harás bien. Yo crecí aquí, prácticamente. El profesor Xavier me ayudó con mis poderes, es el mejor mentor que puedes encontrar. Si eres paciente, cosa que sé que eres, llegarás a ayudar a todas esas personas mutantes o no que quieres ayudar- y le guiñé un ojo, ya sabía que era telépata.

Momentos después Planaria salió de su despacho y parecía listo para marcharse en cualquier momento después de la cafetería, así que nos dirigimos allí.

-Id a sentaros, yo os traigo las bebidas- les dije señalándoles una mesa que estaba vacía pero no muy apartada de las demás, llenas de alumnos bulliciosos. Llegué a mi asiento con un zumo de frutas del bosque para Alice, una Coca-Cola para Planaria y un Earl Grey para mí. -Después podemos ir a la clase que más te guste para que veas cómo se imparten. Mañana será tu primer día oficial y he pensado que te gustaría saber con qué te encontraras, más o menos.

Alice miró lastimera la espalda de Planaria mientras este entraba a su despacho. No le gustaba usar a Jean de portavoz, se sentía como si estuviera apartando al profesor de la conversación, y el profesor de Física se había mostrado de lo más cortés y comprensivo con ella.

Jean le dijo que estaba haciéndose a estar viva de nuevo. ¿Significaba eso que había fallecido? Tal vez era un modo de hablar, tal vez había estado en el hospital recientemente...

Quería preguntar, pero algo la detuvo. Sintió como se le formaba un nudo en la boca del estómago, como instantes antes al sentir que dejaba a Glámez fuera de la conversación. Quería hablar. Pero necesitaba algo más de tiempo para poder hacerlo con tranquilidad. No podía arriesgarse a que su poder se descontrolara. ¿Y si terminaba forzando al señor Glámez a hacer algo que no quería? Y Jean... ¡Jean podía leer su mente! Pero sus pensamientos no tenían poder alguno, ¿No era así? ¿No se trataba únicamente de su voz? De nuevo le venía aquella horrible sensación, el sentimiento de que si hablaba iba a herir a los demás, de que iba a apartar a la gente de su lado, de que...

Sintió que empezaba a ponerse ansiosa, y casi sin darse cuenta empezó de nuevo con sus manias. El flequillo fuera, bien recogido tras las orejas, luego tomó el grueso de su melena y la recogió en una sencilla coleta. Empezó a juguetear con las mangas de su jersey aunque en realidad estuviera estirándolas para taparse el dorso de las manos de manera que sólo sobresaltaran sus dedos. A continuación comprobó los cordones de sus zapatos, todos de la misma longitud, los lazos igual de grandes, ambos perfectamente apretados.

Para ella aquellos pequeños gestos, tan tontos a simple vista, eran casi como un ritual que la ayudaba a mantenerse tranquila cuando su imaginación la llevaba por la peor parte de su mente. Y Jean... Si Jean estaba en su cabeza en aquél momento, a saber qué idea se había llevado de ella. "Algún día te lo contaré... " pensó, aunque ni siquiera sabía si ella lo había escuchado.

- Lo harás bien. Yo crecí aquí, prácticamente. El profesor Xavier me ayudó con mis poderes, es el mejor mentor que puedes encontrar. Si eres paciente, cosa que sé que eres, llegarás a ayudar a todas esas personas mutantes o no que quieres ayudar.

Respiró tranquila. Tanto si Jean había dicho eso por su reacción como si lo había dicho por llenar el silencio, su voz había sido el detalle final para relajarla. El alivio que sintió en aquél momento era palpable. Glámez salió de su despacho, y se apresuró a esgrimir una sonrisa, tratando de ocultar el pequeño arranque obsesivo que había tenido. De camino al bar no hizo falta que le dieran demasiada conversación, pues seguía caminando por aquellos pasillos observando todo su alrededor boquiabierta, y sonriendo de regozijo.
Una vez en la cafetería, Jean les hizo sentarse. Mientras ella iba a por las bebidas. Al quedarse sola con Glámez, Alice buscó en sus bolsillos el teléfono móvil, y escribió una sencilla nota en el mismo, para luego entregarle el aparato al profesor de Física;

"Lamento hablar tan poco. Tengo demasiado miedo a perder el control."

Y antes de que pudiera darle otro ataque, repitió el mismo proceso. Cabello tras la oreja, deshacer y rehacer la coleta, juguetear con las mangas del jersey.

Entonces Jean volvió con su zumo favorito, y abrió los ojos de par en par. Sin pensarlo dos veces, colocó ambas manos alrededor del vaso y se quedó ensimismada contemplando el interior del líquido de color rojizo. Miro a Jean, con una sonrisa de oreja a oreja y deseando que su expresión facial transmitiera el agradecimiento que ella no iba a poner en palabras.

Jugueteando con las llaves de la moto salí, cerrando tras de mí y sonriéndoles. Teníamos un paseito hasta nuestro destino, que aprovecharíamos para enseñar alguna cosilla a nuestra nueva alumna. Una vez en la cafetería Jean se ofreció a ir a por las bebidas y le pedí una coca cola. Al estar en la escuela no podíamos pedir nada con alcohol, y al ser medio alemán, pensar en beber cerveza sin alcohol me daba hasta asco. Qué guarrerías inventaba la gente. Lo próximo sería huevos sin yema o filetes sin carne. Madre mía. El caso es que nos sentamos Alice y yo en una pequeña mesa cuadrada. Dejé la chaqueta apoyada en el respaldo y el casco bajo mis piés. Me dejé caer contra la silla y coloqué uno de los brazos por encima de él.

- Bueno Alice, cuéntame un poco de ti. ¿Te gusta este sitio?- Vi que sacaba el móvil, así que esperé. Tal vez tuviese que hacer alguna llamada o mandar algún mensaje. Pero no. Al cabo de unos segundos me mostró la pantalla. Había escrito un mensaje para mí, lamentando estar tan callada debido a que temía perder el control. Sonreí y negué con la cabeza, acercándome hacia la mesa y apoyándome en ella.- Oye, tranquila Alice. No te culpo. De hecho, yo tenía mucho miedo también cuando aprendí a usar mis poderes. No debes avergonzarte ni nada por el estilo. De hecho, es totalmente lógico que lo hagas, y no te preocupes por eso, ¿vale? Si te sientes más cómoda hablando por pensamientos con Jean hazlo, no te cortes de verdad. Haz lo que creas que es mejor para ti. Podrías intentar hablar conmigo. No creo que me pase nada malo. En cualquier caso, ¿por qué es tan peligroso que hables? Quiero decir, ¿qué hace tu poder? Si no es indiscreción preguntar claro...-

No tenía ni idea de qué podía ser. ¿Tal vez hacía daño con sus palabras? ¿Hacía explotar cosas? Vete tú a saber, podía ser prácticamente cualquier cosa a decir verdad. Jean llegó con las bebidas y se lo agradecí con un asentimiento. Miré de nuevo a Alice con las cejas levantadas, esperando saber si querrría contestar o seguiría callada. Cualquier cosa me parecía comprensible, y tampoco quería agobiarla desde el primer día.

Cuando llegué Alice abrazó el vaso de zumo como si hiciera siglos que no se tomaba uno, pero creo que en realidad fue porque era su favorito. Su rección me hizo sonreír y negué ligeramente la cabeza mientras daba vueltas a mi té.

-Oh, tranquilo, Planaria. Alice sólo... puede ser muy persuasiva cuando habla- dije, tranquilizando a uno con un movimiento de la mano como quitándole importancia, y guiñando el ojo a la otra. El resto que lo contara ella si quería, aunque no debería temer tanto a su poder o su poder acabaría por controlarla.

-Puedes hablar con tranquilidad, Alice. Lo harás bien, no nos harás daño. Sólo nos gustaría saber tu historia- le dije, alargando mi brazo para cogerle de la mano por unos segundos, dejando un pequeño apretón de ánimo. -Aunque, claro está: no lo hagas si no quieres, no te sientas presionada.

OFF:

Ambos la animaban a hablar. Lo que era todavía más chocante para ella, era que la animaran a hablar de su poder. Supuso que una de las ventajas de vivir en una mansión repleta de mutantes es que nadie iba a sorprenderse de que tuvieras un poder sobrenatural.
Vio su propia imagen reflejada en la superficie del zumo. Sus ojos se veían de un tono carmesí, mientras intentaba encontrar la respuesta en su propia mirada. La ansiedad y todos aquellos pensamientos negativos que la asediaban un día tras otro siempre los había atribuido a su poder, y de ahí la obsesión a controlarlo. Y para controlarlo, iba a tener que aprender de él, practicar.

Tomó un sorbo, preparándose para ello. Sí, ellos sólo le habían animado a hablar, no a usarlo, pero... Su poder también podía tener aplicaciones positivas, no todo era malo, ¿verdad? No había nada de dañino en usarlo, tan sólo un poco para demostrar de qué estaba hablando. Jean le apretó la mano con suavidad y cuando hizo ademán de retirarla, muy lentamente tendió su mano hacia ella. Por algún motivo... No quería que la soltara. Tenía la sensación de que eso la ayudaría a mantener el control.

Sus ojos se tornaron de un color ligeramente más verde al hablar, efecto preludio a su poder. Buscó dentro de ella los efectos que quería imprimir en su voz. Tranquilidad. Satisfacción. Tal vez incluso una pizca de la integridad que sentía en esos momentos al ser bienvenida en la mansión.

- Mi voz es capaz de afectar a quienes la escuchan a nivel anímico. De algún modo puedo alterar qué... sentimientos quiero hacer llegar a las personas. - Dejó de usar su poder, consciente de que el efecto duraría todavía unos minutos, cerca de quince, a veces incluso media hora. - Mis padres se pensaron que estaba enferma de pequeña porque no hablaba. Yo creo que de algún modo... Fue por esto. - Alza una mano a su garganta, rozándola con la punta de los dedos. - Mi poder no me afecta mientras lo estoy usando, por lo que ahora yo no siento... nada, aunque probé una vez a grabarme. Si escucho mi propia voz sin... Estar intentando usarlo... Entonces sí que me afecta. A veces me da miedo que pueda quedar grabado en algún lugar y pueda ser usado... Aunque suene paranóico. - Suspira de nuevo, activando su poder una vez más, sus ojos nuevamente adquiriendo la tonalidad hazel verdosa.  - Pero es otra cosa la que verdaderamente me da miedo. Señor Glámez... ¿sería tan amable de levantarse y ponerse la chaqueta?

Una vez formulada la orden Alice se encoje en la silla, con una sombra de culpabilidad en la mirada, sus ojos nuevamente castaños, y una sonrisa de disculpa y acercándose el zumo a los labios para dar un nuevo sorbo, tras lo cual dejó el zumo y repitió las pautas de sus 'compulsiones', jugueteando con las mangas bajo la mesa.

Escuché con atención a la joven mientras bebía un trago de la bebida que mi compañera me había traído. Cuando dijo que su voz podía afectar a los que estaban a su alrededor asentí alzando ligeramente las cejas. No recordaba que hubiese nada en estos momentos en la mansión. Gente como Xavier o Jean que tenían un poder mental inmenso podían obligarte a hacer cosas, por así decirlo. Pero ahí controlaban tu cuerpo con su mente, lo cual distaba bastante de lo que Alice contaba. Sus poderes te ordenaban hacer algo y en teoría debías hacerlo. Esperé a ver si nos hacía una pequeña muestra o algo. Dijo que no era del todo inmune a su poder, lo cual me pareció curioso. En general los mutantes son inmunes a su propio poder, de lo contrario podrían sufrir las consecuencias del mismo en el día a día. Naturalmente, para que su poder se volviese contra ella debía escuchar su propia voz en una grabación o algo por el estilo. Era un poco como yo, que mi poder se volvía contra mí cuando había agua, de ahí que fuese de las pocas cosas a las que temía. Cuando mi cuerpo era sumergido bajo agua, mis poderes eléctricos se descontrolaban, de manera que mi factor de curación, directamente ligado a estos, no actuaba porque se volvía totalmente loco, y mis propios relámpagos me quemaban la piel. No sabía cuánto sería capaz de soportar antes de morir. El tiempo más largo que había estado sumergido habían sido dos segundos y me abrasé vivo. Desde luego no tenía ninguna gana de probar mis límites.

De repente, como por arte de magia, sentí una horrible necesidad de ponerme la chaqueta. No tenía frío ni nada, pero no sé por qué tenía que ponérmela. Me levanté, con el ceño fruncido y me la puse, volviendo a sentarme. ¿Qué demonios? Y entonces, haciendo un pequeño repaso, caí en que Alice me acababa de decir que hiciese justo eso. Levantarme y ponerme la chaqueta. Abrí mucho los ojos y sonreí, aplaudiendo levemente.

- Increíble. Me acabas de dejar de piedra. ¡No entendía nada! De repente he sentido una necesidad imperiosa de levantarme y ponerme la chaqueta. Una necesidad que habría sido incapaz de evitar. ¡Qué fuerte! Ahora entiendo que te de apuro usar tus poderes. Mandar hacer cosas a la gente no es muy agradable. ¿Y puedes hacer lo que quieras? Quiero decir, ¿puedes obligar a alguien a hacer cualquier cosa o tienes algún tipo de limitación?- La verdad es que su poder tenía un potencial verdaderamente catastrófico. Podía cometer los crímenes más atroces sin necesidad de que supiesen que había sido ella. Era tan simple como ordenar a una persona cualquiera que matase al presidente, a un ministro... Se me pusieron los pelos de punta. Afortunadamente ella parecía muy reticente a usar sus poderes, debido sobre todo a que le daba vergüenza o ago así usarlos.- Con respecto a lo de que te graben u lo usen contra ti, no es para nada una locura ni una paranoia. Anda que no han usado nuestros propios poderes contra nosotros veces y veces... Supongo que estos variarán con tu estado de ánimo, ¿no? Generalmente suelen hacerlo.-

Apoyé mi mentón sobre mis manos para ver la acción por parte de Alice y vaya, era mejor de lo que pensaba. Lo que hizo con Planaria fue una nimiedad, algo sin importancia, pero llegaba a explicar por qué tenía tanto miedo de usar su poder. Sonreí mirándola y observé los movimientos de mi compañero, colocándose la chaqueta y sentándose de nuevo, algo contrariado por todo aquello.

-Wow... Y, ¿tienes que decir el nombre de la persona a la que quieres afectar? ¿O puede ser algo generalizado?- le pregunté con mucha curiosidad. Era un poder interesante el suyo, y si aprendía  a utilizarlo... Bueno, podría ser muy buena o muy mala: de ella y sus intereses dependía, aunque bien es cierto que para ser médico le van a venir muy bien para tranquilizar a los pacientes. Tenía futuro. -Puedes estar tranquila, Alice. Aquí aprenderás a controlarlo y a usarlo, conocerás tus límites y lo disfrutarás. Ya verás. Tienes un poder muy interesante, pero es cierto que debes saber cómo, cuándo y con quién lo usas. Si bien me gustaría que algún día lo probaras en mí.

La miré detenidamente y después cambié mi expresión. -¿Te está gustando el zumo? ¿Qué te gustaría hacer después?

No puede evitar sonreír aliviada al ver la reacción de ambos.

- Obviamente tiene sus limitaciones... Creo. No sé si es el poder o es mi própia naturaleza. No puedo ordenar algo que pueda herir directamente a otro ser. - Se gira a observar a Jean, sonriendo con algo de reparo. - En cuanto a quién puede afectar mi poder... La verdad es que no estoy muy segura. A mi, decir el nombre de la persona en cuestión me ayuda a concentrarme, pero no sé si podría enfocar la orden a alguien voluntariamente, o afectaría a todo el que la escuchase como un colectivo, y eso es otro motivo para tener cuidado con él.

Luego se para a observar un instante a Planaria, aunque no tarda en bajar la mirada hasta sus manos, que se detienen al mismo instante. ¿Cuándo había empezado a juguetear con las mangas del jersey? Lo hacía ya de manera inconsciente. Probablemente nerviosa al estar hablando tanto.

- Sí, efectivamente mi poder se ve afectado por mis emociones. Cuando estoy tranquila puedo imbuir el sentimiento que yo quiera, y sin que me afecte a mí misma. Pero cuando... Cuando lo uso sin querer, normalmente transmito mis propias emociones. Y como cuando pierdo el control suele ser por cosas negativas... Miedo, tristeza, angustia, ira... - Suspira. - Puede ser cuanto menos desagradable para quien se vea arrastrado por mi inexperiencia.

Alice se termina el zumo y se le escapa un leve suspiro de alivio. En gran medida, poder hablar de todo aquello era... Era demasiado. Tanto secretismo, durante todos años, era como si poco a poco hubiera acumulado una pequeña bolsa de piedrecitas anudada a su cuello. Cada miedo, cada instante de descontrol, había añadido un guijarro a la bolsa, hasta hacerle andar encorvada, mirandose los pies. Y llegar a la mansión, hablar de su poder, tratarlo como si fuera... Simplemente algo más de lo aprender en lugar de una enfermedad o un defecto, había sido como ir vaciando esa bolsa poco a poco y poder finalmente estirar la espalda.

- El zumo... Me encanta. Es genial. - Alice sonríe, esta vez de verdad, los labios tensados mostrando una fina línea de perfectos dientes blancos. - Y la verdad, empiezo a sentir que podría hacer cualquier cosa. ¿Qué más podéis mostrarme de la mansión? ¿Los profesores también viviis aquí?

- Entiendo... Supongo que no habrás practicado mucho que digamos. Por lo que dices hasta ahora lo habías controlado bastante para no dañar o afectar al resto. Por suerte aquí los alumnos estási obligados, por así decirlo, a aprender a usar vuestros poderes, de manera que tal vez, tras un par de sesiones, aprendas a usarlos mejor, o al menos a saber cuándo son más efectivas tus órdenes. En cuanto a que vaya ligado a tus emociones, creo que eso es lo que se considera una verdadera mutación. Los mutantes tenemos el gen X, como sabrás, y nuestras emociones alteran enormemente nuestros poderes. Bueno, no enormemente siempre. HAy veces donde varían un poco. A mí por ejemplo los relámpagos que disparo me cambian de color. Cuando estoy tranquilo y alegre son azul clarito, mientras que si estoy enfadado o serio son morados.- La realidad era que, desde hacía algún tiempo, y sin saber muy bien por qué, no había vuelto a disparar rayos azules. Desde los eventos de los Abyss, cuando descubrí quién y qué era en realidad. Sabía que tenía que ver con mis emociones, ya que desde entonces había cambiado mi forma de ser notablemente. Tenía menos paciencia con la gente que abusaba de los demás, y notaba que me importaba muy poco lo que pudiese hacer a inocentes con tal de conseguir un objetivo, hecho que me daba bastante miedo. El director tampoco me había sabido explicar del todo por qué no había vuelto a cambiar, pero que el amor y el cariño de Sasha lo reducían bastante. Esa era de las pocas buenas noticias con relación a mis poderes desde que sufrí todo el cambio.

La conversación varió y se centró en saber si la joven Alice estaba a gusto y le había gustado el zumo. La verdad es que Jean era una de esas personas que a día de hoy me seguía pareciendo un misterio. Yo era muy respetuoso con los poderes ajenos, y siempre había acpetado y entendido que fuese más reacia a hablar del suyo, ya que, por cosas que había oído, era muy muy peligroso y poderoso. De hecho, juraría que antes del choque de dimensiones ella estaba muerta, y volvió a la vida con él. Debía ser algo bastante inquietante, y que desde luego te cambiaba por completo la forma de ver la vida. Yo apuré mi refresco y sonreí satisfecho por él. Alice preguntó qué más podíamos enseñarle y si vivíamos ahí.

- Bueno, hay un poco de todo. Algunos viven aquí y otros no. Yo por ejemplo no vivo aquí, pero me paso el día metido en este lugar al final con la tontería, así que casi podría decirse que sí jajaja. Con respecto a otros sitios que podemos enseñarte... ¿Qué me dices de los jardines Jean? En esta época del año están preciosos debido a todas las hojas que lo cubren por completo, como un cuadro de Van Gogh.- Además, teníamos las zonas deportivas y la piscina, la cual ahora sólo era usada por los alumnos con mutaciones acuáticas o capaces de soportar fríos extremos. De haber estado Sasha por allí seguro que se habría dado un baño si se lo hubiésemos propuesto. Yo no podía bañarme, pero sólo de pensar en el frío que te dejaba el agua en el cuerpo... ¡Brrrr! Mejor pensemos en otra cosa.

Escuché la conversación en silencio y atenta, como siempre, observando las reacciones de Alice a las palabras de Planaria, que hablaba sin tapujos sobre sus poderes y cómo eran. Se notaba que la morena no se sentía muy segura de sí misma en cuanto a los poderes que tenía, no los había utilizado mucho y probablemente sentía miedo de utilizarlos. De algún modo me recordó a mí.

-Yo sí vivo aquí. Tengo una habitación en la parte de la Mansión reservada para los profesores, y además pronto empezaré a impartir clases aquí, por lo que quizás pueda ayudarte más de lo que ambas podemos esperar- le dediqué una sonrisa amable y sincera.

-En cuanto a los jardines, me parece una idea fantástica. Son muy bonitos y con el precioso día que hace a pesar del frío, podrás apreciarlos muy bien. Desde esa zona podrás ver zonas deportivas y la piscina, aunque no creo que te apetezca demasiado nadar- dije riendo. -Después te dejaré que vagues por la Mansión tú sola si quieres explorar por tu cuenta, si no: aquí me tendrás a tu disposición.

Dicho eso y cuando nos terminamos todos nuestras bebidas, me levanté y encabecé el recorrido hacia los jardines, seguida de Alice y Planaria, que estaría a punto de irse. Las hojas eran tal y como Planaria las había descrito: parecían pertenecer a un cuadro de Van Gogh. Había mucho verde y algunas motas de color amarillento debido a la llegada del otoño, unas pocas hojas perennes seguían fieles a su verde intenso de todo el año, dando un aspecto a los jardines de haber sido pintados con pinceladas de acrílicos. Una vez allí, di una vuelta sobre mí misma disfrutando del exterior y las vistas.

-Bonito, ¿eh?

Bonito no, precioso, pensó la morena mientras miraba el paisaje que ofrecían los terrenos. Jean y Planaria tenían razón, era algo digno de admirar y era verdaderamente hermoso. Alice sonrió con ternura al ver el gesto jovial de la profesora, mientras giraba sobre sí misma disfrutando del aire libre. La morena a su vez cerró los ojos e inspiró con fuerza para llenarse los pulmones del aire otoñal.

Miró a su alrededor buscando con la mirana la piscina mencionada y el complejo deportivo, y sonrió entreteniendo el pensamiento de bañarse en cuanto empezara el verano.

- ¿Cuantos años hace que se levantó la escuela? Imagino que antes - preguntó a Planaria, alzando la voz sólo lo suficiente para que Jean le escuchara y pudiera unirse a la conversación  - Me preguntaba... Antes de la colisión todo esto debía ser secreto, ¿no? ¿Y hoy en día? ¿Hay humanos que conozcan la mansión y puedan acceder a ella?

Siguió caminando, planteándose lo que debía ser la mansión a ojos de aquellos humanos que tanto les temían. ¿Les gustaba de tener a los mutantes controlados en un punto? ¿Les asustaría la idea de tantos de los suyos entrenándose? Ella que jamás había conocido un mutante malvado, entendía que los demás les pudieran tener miedo, aunque se lamentaba de ello. Se colocó el flequillo tras las orejas, pensativa, aunque finalmente sonrió de nuevo.

- Cada vez me alegro más de estar aquí. - Se giró a observar la mansión, la sonrisa cada vez más pronunciada. - Siento por primera vez que estoy en el lugar adecuado para mí.

La idea pareció gustarles, y en cuanto acabamos las bebidas, me puse la chaqueta de cuero, cogí el casco y me lo colgué del brazo y nos dirigimos a los jardines que había alrededor del enorme edificio central. Las hojas ya habían comenzado a caer, convirtiendo el suelo en una colorida alfombra naranja y rojiza. Todavía quedaban muchas hojas por caer, eso sí. Al fin y al cabo, todavía estábamos a mitad de octubre. Sí que era bonito sí. Entonces Alice me sorprendió con una pregunta que me dejó pensativo un rato. ¿Éramos secretos? LA verdad es que no tenía ni idea. Yo cuando busqué información en internet sin saber nada encontré acerca de Xavier y sus constantes esfuerzos por entablar una sana relación entre los mutantes y los humanos, pero de la mansión no había podido leer nada. Gracias a que Sasha había sido alumna y ella me trajo a este lugar, sino a saber cómo habría encontrado a Xavier. Aunque ahora que le conocía sabía que, de algún modo, habría sido él quien me hubiese localizado.

- Por lo que sé la escuela lleva aquí una barbaridad de años. Y cuando digo una barbaridad hablo de tal vez cuarenta o más incluso... Xavier lleva aquí desde que el tiempo es tiempo. Sobre si es secreto o no este lugar... ¿Lo és Jean? Yo la verdad no tengo ni idea... Yo cuando intenté contactar con Xavier supe de él por que encontré información en internet, pero de la mansión no encontré nada de nada. Yo creo que sí que seguimos siendo un lugar secreto. No suele venir mucha gente, y yo creo que si no fuésemos secretos se habrían intentado colar muchos más. Tal vez Xavier tiene algún tipo de ilusión alrededor de ella o algo así que aleja a los intrusos.- Dije encogiéndome de hombros. Supuse que Jean sabría más que yo, ya que llevaba allí más tiempo, y tenía mayor relación con el director de la escuela que yo.

A nuestro alrededor chavales jugaban y correteaban por los jardines jugando a cualquier cosa, estudiando, leyendo libros o haciendo cualquier cosilla de ocio. Era agradable estar allí. El buen ambiente se respiraba en cada esquina y rincón de la mansión, una de las cosas que más me habían gustado de aquel lugar. La mansión de los Abyss a veces era demasiado silenciosa y el tono era demasiado serio. No me gustó nunca, especialmente teniendo en cuenta mi actitud alegre y jovial... O al menos que solía tener. Sonreí ante las palabras de Alice y asentí.

- Y esto es sólo el principio. Con el tiempo, te darás cuenta de que todos los que estamos aquí somos una gran familia...-

Miré a ambos a los ojos cuando me preguntaron si éramos secretos.

-En realidad, sí y no. Esta Mansión lleva aquí mucho tiempo, fue la casa en la que se crió Charles Xavier, o el Profesor X, Alice. Hace mucho tiempo y de manera resumida, Charles acogió a varios mutantes y formaron así los X-Men. Con el tiempo cada uno se fue por su lado, pero así nació este lugar. Poco a poco esto se fue llenando de mutantes y más mutantes que no encontraban su lugar o a los que no se les permitía encontrar su lugar... Yo fui una de ellos. Charles me encontró y me trajo aquí. Prácticamente me salvó la vida. Ahora la Escuela es una fachada para la gente de a pié: muchos se huelen lo que hacemos aquí, que algo raro pasa, pero lo que saben es que esto es un internado, una Escuela más para chicos y chicas superdotados, por así decirlo- sonreí en una mueca. -Así que, en esencia, la gente sabe que estamos aquí, pero no sabe lo que ocurre realmente aquí. Saben que los X-Men existen, pero no saben que estamos basados aquí.

Miré algo melancólica las hojas doradas que ya habían empezado a caer al suelo y sonreí recordando esos tiempos. Ahora la Mansión había cambiado mucho, había crecido, se había llenado de vida... Sonreí ante el comentario de Alice.

-Me alegra escuchar eso, Alice. En el fondo, esta Escuela reúne bastante bien tus intenciones de ayudar a la gente sea mutante o no. Esta Escuela nació por lo mismo, para ayudar a la gente de un modo u otro, y cuando te quieras dar cuenta te sentirás como en casa, rodeada por los tuyos, que se preocupan por ti y harían cualquier cosa por ti...- hablar de esas cosas me ponía muy sentimental. Había vivido muchas cosas en esta Mansión, había crecido aquí, había aprendido aquí, había amado aquí... Había muerto por los míos... Y ahora había vuelto... Fruncí el ceño notablemente y sacudí la cabeza. -Disculpad, debo irme un momento. De nuevo, Alice: me alegro de que te guste todo esto, estoy segura de que llegarás lejos estando aquí, te veré por los pasillos. Planaria, nos vemos en otro momento- y sin más me fui al Observatorio a pensar.