La crisis de los cartones (Libre)

Un brutal relámpago pareció partir el cielo como si de una flecha azul se tratase, atravesándolo en su totalidad y rajandolo de manera estrepitosa, en un terrible estruendo pronto las calles parecieron comenzar a vaciarse... al menos las mas transcurridas.

Algernon, el viejo bibliotecario, cerró las puertas de la librería, pues ya anochecía y su horario de trabajo había acabado, se introdujo en su coche y en el repentino arranque del motor una estrepitosa lluvia comenzó a caer, giro un poco con el mismo, pasando muy cerca del cordón de la acera. Accidentalmente bañando con agua a la joven Lydia, que procedió a insultarle de una manera muy poco cristiana, apresurándose luego a adentrarse en un edificio cercano, tomando el elevador y perdiéndose entre los numerosos pisos de la gran torre.

Si, todos se refugiaban de la lluvia que parecía comenzar y aumentar de una forma exponencial, todos menos las ratas de los callejones superpoblados de la ciudad de Nueva York, los numerosos mendigos sin hogar que la colisión había dejado regados en cada rincón oscuro de esa metrópoli.

Los barrios bajos sin duda eran un lugar duro para todos, peligrosos, tristes, lastimosos. La miseria humana representada en un solo lugar, en una sola imagen, edificios derruidos y olvidados, casas tomadas por la fuerza, callejones laberínticos que parecían tener puertas a improvisados conventillos en los que la gente vivía hacinada y mugrosa...

Y claro, por último en este nuevo ecosistema nos quedan los mendigos, los vagabundos, los perdidos, los errantes, los olvidados por la sociedad. "Los invisibles", como ratas buscan huir de un lado a otro cubriéndose del agua, y como típicamente sucede, los cartones desaparecen en apenas minutos de la faz de aquellos negros pasadizos...

Es en esta curiosa escena solo un joven rubio de imponente esencia parece resaltar entre toda esa miseria humana, mojado, de ropas gastadas pero no necesariamente destrozadas... de apariencia bien alimentada y mirada férrea. Aún asi, de nada le sirve todo eso, pues como buen mortal se moja igual que todos los demás. Aeneas observó a los lados, ya no había cartones y su bolso, el cual contenía sus libros de la escuela, comenzaba a mojarse...

Suspiro pesadamente, supo que no tendría otra opción que quitarle su improvisado refugio a otra persona... ¿Pero a quién?

Allí me encontraba yo, el, nosotros, en pleno caos temporal buscando un refugio decente donde no mojarse, bueno, hay que admitir que esa maldita capa que me había conseguido cuando se mojaba pesaba una tonelada, por lo que lo esencial era evitar que se moje.

Últimamente gracias a las tormentas lluviosas de final de verano, practicaba más seguido mi poder con el agua, los barrios bajos, los callejones, los lugares donde solo los pobres Vivian eran completamente ignorados, por lo que no me importaba si alguien me llegaba a ver moviendo un poco de agua, principalmente lo hacía para secar los pocos cartones que lograba conseguir, la gente abandonaba los que ya estaban demasiado mojados, pero yo podía quitarles el agua tras un rato de prueba y fallo.

Debo admitir que esta vez me había lucido, había encontrado un basurero abandonado en un callejón, lleno hasta tope de basura, pesaba una maldita tonelada, pero el día… el viento corría con una fuerza sorprendente, asombrosa, fue solo cosa de desearlo, de pensarlo, era algo que necesitaba, un pequeño desvió de una fuerte corriente de aire, y cuando menos me di cuenta el basurero salió volando, quedando de costado contra una pared que freno su viaje.

Bien, misión cumplida, ahora tocaba el trabajo sucio, daba gracias que siempre tuve un olfato horrible y además sobradamente acostumbrado a ese tipo de olores, es más mi antigua casa de cuando aún vivía como un ser humano normal olía mas o menos igual, o peor a veces, en fin, empecé a meter mano y a vaciar la basura lo mejor que pude, fui usando otras basuras que encontraba para no clavarme ninguna aguja rara para excavar y empujar hacia afuera toda esa basura, luego era cosa de otra pequeña corriente, y adiós basura, volaba contra otra pared cercana.

Ahora tocaba lo difícil, había que secar el basurero, eso podía tomar un buen rato, pero la lluvia no parecía tener ninguna intención de parar, ya había secado un par de cartones para poner de fondo, solo me faltaba eso, y hay que admitirlo, no tenía nada mejor que hacer, para cuando termine ya tenía mi propio basurero refugio que me protegía de la lluvia, era toda una belleza… bueno para estar hecha de un basurero al menos lo era.

En fin, debo admitir que me agrada hacer este tipo de cosas a veces, bueno siempre lo dije, usar mi poder es tranquilizante ,pero más allá de eso, es el estar aquí, las calles, la infinita libertad que hay aquí, aquí mis acciones no importan, aquí a nadie le importa lo que haga, nadie me pelea por nada, y solo un idiota intentaría robarme o molestarme, después de todo no tengo dinero, solo un basurero volteado con cartones dentro para sentarme y refugiarme de la tormentosa lluvia, bueno… al menos espero que a nadie se le ocurra molestarme, después de todo… detesto tratar con otros humanos.

La lluvia comenzó a caer todavía con mas fuerza sobre la ciudad de Nueva York, Aeneas observó a su alrededor con la mirada, todavía sin encontrar refugio alguno para su persona y sus cosas.

Comenzó a caminar con rapidez, casi al borde del trote. Analizaba las zonas y a las personas que encontraba, vio mendigas y niños, claramente no quería arrebatarles nada a ellos, siguió su peregrinación entre sombrías callejuelas y oscuros pasadizos... hasta que por fin le vió.

Un hombre yacía cubierto con un manto marrón, gran barba... delgado y de apariencia sucia. Se defendía de la lluvia con un gran contenedor de basura que yacía dado vuelta, dispuesto con cartones en su interior.

Era un buen refugio, y cabía mas de una persona. Trago en parte su orgullo y se acerco, manteniendo una mirada seria. Por fin se detuvo frente a el y con ojos que parecían esbozar por algún motivo furia le preguntó.

-¿Molesta hacerte a un lado?

La tranquilidad de la soledad, incluso la lluvia era tranquilizante, el ruido constante de esta usualmente me dormía, aún recuerdo tiempos pasados donde era diferente, donde temía, donde aborrecía este simple acto tan natural y normal, supongo que mi poder me abrió una visión distinta, antes estaba demasiado atado a mi vida encerrado, y la lluvia era un problema, inundaciones, caídas de la luz, en aquellos tiempos dependía por completo de estas cosas.

Pero ahora todo es diferente, ahora no importa nada, estoy a punto de dormirme en un basurero de costado, no podría estar más tranquilo, nadie cerca, solo, mis ojos se cierran, estoy por dormirme…

-¿Molesta hacerte a un lado?

Hey… espera… ¿Desde cuando escucho voces? Creí que esto solo se limitaba a ver cosas raras de vez en cuando, entreabro los ojos con una pereza inigualable, y veo un tipo rubio alto y fuerte parado frente a mí, o más precisamente frente al basurero donde me encontraba, yo todo despatarrado a lo largo de este, mas cómodo no podría llegar a estar, hasta que este tipo que parece más un matón que otra cosa, me pregunta, pide, no diré amablemente, pero de por si el hecho de que pregunte ya es raro con ese aspecto, que yo, un simple vagabundo, me haga a un lado para… ¿Qué? ¿Dejarlo entrar al basurero?

-eh… esto… claro… Me moví a un lado, sentándome normal, y lo mire de reojo un poco, intentaba evitar mirarlo, después de todo, no me agrada mirar a las personas, pienso demasiado cuando lo hago, en demasiadas cosas que prefiero evitar, más fácil ignorar, supongo que el basurero alcanzaba para ambos, pero por qué el querría estar en un basurero junto a mí era lo que me causaba curiosidad.

-Ehh… Hola… horrible clima… ¿No? Si bueno… no era la mejor pregunta que podría llegar a hacer, y su respuesta podía ser obvio ,pero… como era que le decían en ingles a esto… ah romper el hielo, eso, bueno era un buen intento, era la primera persona con la que hablaba en al menos un mes, por lo que era más que raro, nervios, mi mente empieza a pensar de mas, busco cosas en las que distraerme, en las que concentrarme, contar, sacar cálculos, cualquier cosa que me quitase un poco de mi mente, además si tenía intenciones de hablar o contestar algo… bueno ,tenía que estar atento con mi oído obviamente, así que también tenía que hacer eso, en fin, al mundo le gusta arruinarme mi tranquilidad una vez cada tanto, indudablemente.

Se adentró en el basurero con cuidado de no desparramar ningún objeto, sentándose en un rincón y mirando hacia adelante en silencio, casi como si ignorase por completo a su nuevo compañero. Se sumergió por unos instantes en sus pensamientos, quedando su mente en la nada...

-Ehh... Hola... horrible clima... ¿No?- Preguntó el hombre que acababa de olvidar, francamente, llegando incluso a sorprenderle. Lo observo de reojo por unos segundos, mirándole por encima del hombro en total silencio. Ocasionando sin intención, un momento bastante perturbador.

-Francamente, no. La lluvia es de mi gusto... aún en esta... situación....- Se limitó a contestar con cierta lentitud, dejando en claro que aún seguía bastante pensativo. Centrado mas en otra cosa que en las propias palabras que intercambia con aquel vagabundo.

Dirigió otra vez sus ojos hacia la lluvia, quedándose silente una vez mas. Sin duda, el no era un hombre con el que la calma pareciese pegar. Un aura de conflicto parecía rodearle de manera todavía mas intensa en esos momentos, la esencia de un perro que observa previo a arrojarse sobre su presa y morder, la tranquilidad antes de la tempestad, los segundos sin ruido previos a la furia del trueno.

Finalmente, devolvió sus ojos a Cane, el vagabundo. -¿Supongo que me dirás que eventualmente cambiaré de opinión, verdad?- Preguntó, probablemente considerando que el ya llevaba años en las calles, si no décadas.

El joven de cabellos rubios se limitó a observarle por unos instantes, manteniendo ese profundo silencio que solo se veía acompañado por una mirada de antinatural intensidad. No respondió, lentamente llevo la mano hacia el bolsillo en un gesto mas propio de alguien que esta al borde de desenfundar un arma antes que alguien que busca sacar algún cachivache.
Tras unos segundos rebuscando en el pantalón se dejo ver un viejo mechero descartable de color rojo, trasparente, prácticamente mostrando en todo su esplendor que no había tenido ni el mas mínimo uso.

Extendió la mano hacia el aparente extranjero, manteniendo en ella el artefacto, tendiéndoselo con una impasible tranquilidad, sin desprender la mirada apática de este, mas pronto fueron claros los ojos de desconfianza, y sin dudarlo no pareció ya dispuesto a dárselo.

Puso una rodilla en el suelo para ganar mas altura, incorporándose apenas mientras apoyó con algo de cuidado una mano en la improvisada pared plástica del contenedor verde que servía como refugio, apretando el pulgar dejó que la rueda girase con rapidez, encendiendo el elemento y dejando a una tenue llama salir hacia arriba... no se molestó en ganar mas altura ni extender mas el brazo, dejando en claro que si quería el fuego, el hombre tendría que acercarse mas por su propia cuenta.

Solo el repiqueteo de la lluvia mantuvo algún sonido en todo el accionar, el repiqueteo y los chillidos de una rata moribunda ahogándose en un charco cerca de la rejilla que conducía al desaguadero. Otro relámpago intenso, casi similar a una enorme y quebradiza flecha azul volvió a mostrarse... dejando sentir el imponente sonido de un trueno a lo lejos e iluminando tenuemente la oscuridad de los alrededores, permitiendo ver a las numerosas siluetas de mendigos en cada esquina posible de la sombría callejuela, claramente, observando con curiosidad al hombre bien vestido que en una escena extravagante parecía pedir algo a los dos vagabundos dentro del gran contenedor de basura.

Okey… me está hablando, me contesto… espera ¿Me está hablando? ¿De verdad? Bueno no me esperaba eso, en fin, por lo que puedo observar muy apenas con la puntita de mis ojos girados hacia donde él está sin girar la cabeza al completo… me está hablando a mí, eso o estoy alucinando de nuevo, no debería descartar fácilmente esa opción.

Si me está hablando debería considerar contestar, creo que eso es lo normal en una situación social ¿No? Bien, piensa Cane, calma, paciencia, piensa bien tus palabras… hay algo en este tipo que me pone muy intranquilo, demasiado más de lo normal frente a extraños, usualmente no me llevo mal con otros vagabundos, es como una sensación extraña de hermandad, pero este tipo parece que quiere matarme si hablo de más.

-Pues… podría ser peor supongo… a mí también me gusta la lluvia, es tranquilizante. Desvió mi vista un centímetro para observar su reacción… nada, este tipo es raro, bueno quizá simplemente no le interesa hablar, tampoco lo culpo, si yo mismo me viese no me hablaría, si lo sé es una ironía, pero es la verdad, es más, la mitad del tiempo no quiero hablarme en mi propia mente, aunque claro, lo hago igual, no es que tenga muchas otras que hacer así que…

-¿Supongo que me dirás que eventualmente cambiaré de opinión, verdad?

¿Eh? ¿Qué cuándo donde por qué? ¿Realmente cree que me interesaba la idea de decirle algo sobre eso? Lo observe un poco más… es raro, muy raro, y no sé si quiero contestarle, pero si no le contesto puede que lo tome igualmente como una ofensa y violencia y… no quiero eso, pero si le contesto las palabras equivocadas puede que lo considere un insulto y todo se vuelva peor, tampoco quiero eso… bien Cane, piensa, paciencia, tranquilo…

-eh… Estaba por decir algo, pero la verdad tampoco tenía idea de que contestarle, cuando repentinamente veo un hombre acercarse, bien vestido, tapado por un paraguas, se acerca al basurero… nos mira… yo lo observo de lado, sin llegar a mirarlo del todo más que por un instante.

-eh… ¿Qué? Eso fue… ¿Ingles? Por un instante no lo pareció… lo admito, no le entendí nada, de en serio, nada de nada, ni media palabra, bueno, no a primera, estuve al menos medio minuto pensando que fue lo que dijo, tan distraído que, para cuando me di cuenta que lo que pedía era fuego para encender su cigarro, y claro, para ese entonces mi reciente y nuevo extraño compañero con cara de problemático ya le estaba encendiendo el puro, era extraño, el encendedor parecía nuevo y sin uso.

Negué con mi cabeza para dar a entender que no tenía fuego, pero ya para ese entonces era medio inútil porque su cigarro ya estaba encendido, finalmente desvié mi vista para observar por apenas un instante a ambas personas, era extraño que de la nada de estar en una tranquilidad casi infinita, pase a estar rodeado de dos personas, una que apenas entendía cuando hablaba, y la otra que daba la sensación de querer matarme cada vez que lo miraba… no me gusta para nada la situación está.

-esto… hola, hay lugar para otro más si quieres refugiarte de la lluvia. Si tuviera brazos en mi propia mente en estos momentos uno de estos estaría golpeando mi frente, pero bueno… no puedo decir que se me ocurría algo mejor que decir en esa situación.

Observo al hombre acercándose. Apagó el encendedor, lo giro entre sus dedos y con cuidado lo condujo nuevamente hacia el bolsillo. Se limitó a mirarlo unos instantes de reojo, conforme el también volvía a recostarse hacia el fondo del basural, suspirando lentamente.

Repentinamente, el extraño habló, rompiendo un escaso silencio que ya había perdurado unos segundos.

- Adoro estas lluvias, me recuerdan a la vieja Irlanda... Pero no son tan agradables cuando viene uno con ganas de pararse en la acera a fumar un cigarro y ver tranquilo la gente pasar.

Realmente, solo se limitó a asentirle con la cabeza, casi sin prestarle atención con un total gesto de indiferencia a sus palabras. Intentó retomar sus pensamientos, algo que siempre le costaba en momentos de paz. Suspiró una vez mas, por fin casi llegaba a concentrarse cuando repentinamente...

- No sé si debería estar aquí... ¿No tendréis la hora también, de casualidad?

Otra vez habló, solo miró su muñeca, observando el reloj por unos instantes. Luego devolviendo la vista al frente, finalmente hablando.

-Ocho en punto.

Y entonces retomó otra vez el trayecto por su mente. Cerró los ojos un instante, aumentando una notoria intranquilidad, volvió a suspirar. Realmente parecía al borde de quedarse dormido... repentinamente frunció el ceño por algún motivo extraño, volviendo a "despertar", casi tensando los músculos por algún motivo, el ambiente se notó tenso por un instante.

Realmente acepto pasar… acepto pasar a sentarse… dentro de un basurero… bien, definitivamente hoy no es mi día de suerte, esto de encontrar dos tipos raros en un mismo día, uno que da la sensación de querer matarme cada vez que me mira, y el otro un irlandés raro que acepto entrar a un basurero para cubrirse de la lluvia.

Ahora que lo pienso, su procedencia explica porque no le pude entender inicialmente, no podía haber acento tan inentendible como aquel, por suerte no se le nota tanto como para que sea inentendible por completo, de todos modos será bastante molesto conversar con él, de en serio, era sorprendente como un simple acento podía volver tan difícil de entender a un idioma al que me había acostumbrado ya bastante.

En fin, se estaba haciendo tarde, estaba rodeado de dos extraños, hacía mucho tiempo que no trataba con otros seres vivos, y no puedo decir que era lo más agradable de todo, y aquel extraño no paraba de irradiar intranquilidad, lo que menos quiero y necesito es alguien problemático a mi lado, lo lamento por el irlandés, que podría haber sido interesante conversar con uno, más uno capaz de meterse en un basurero a descansar, pero en este momento lo mejor sería partir, además se supone que debo seguir buscando aquel lugar del que me hablaron.

-Eh… yo debo irme. Dije con tono nervioso, ya estaba empezando a tartamudear un poco y todo, debía alejarme de allí y volver a mi viaje, a mi búsqueda, el destino, el mundo o la suerte, depende de cómo quieras llamarles, tenían una facilidad increíble para arruinar mis pocos momentos de tranquilidad, pero de cierta manera yo me las arreglo siempre para tomarlo como un mensaje para seguir.

Me levante rápido de aquel lugar, reacomodándome mi bolso en la espalda donde llevaba algunas pocas cosas, nada de valor claramente, me gire a observar al extraño par, incline levemente mi cabeza a modo de saludo hacia ambos, me gire, y comencé a caminar para alejarme, tranquilidad al fin… de por si detesto esa sensación que me da estar cerca de otros… pero con ese tipo era aún peor.

-¡Les regalo el refugio! Exclame ya algo alejado, bueno me lo había inventado en un pequeño ratito, tampoco era algo del otro mundo, pero sentí que debía decirlo, eventualmente me tendré que armar otro a mitad de esta noche, si es que encuentro donde caer muerto cuando me canse de caminar, en fin, me subí la capucha, cubriéndome la cabeza, y me aleje a paso rápido al principio, para luego volver a caminar con tranquilidad.

offrol: