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 Conversaciones desde el infierno (Joker)

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Bruce Wayne
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MensajeTema: Conversaciones desde el infierno (Joker)   Conversaciones desde el infierno (Joker) Icon_minitime26th Enero 2024, 01:23

En algún momento indeterminado entre el 5 y el 26 de mayo.


He tenido mucho tiempo para pensar últimamente, y no se me escapa la ironía de haber terminado así, precisamente a manos del Joker.

Si Clark estuviera aquí, posiblemente estaría riéndose de mí.

Cuando Lois murió, yo estaba demasiado ocupado interrogando a ese maldito psicópata cuando debería haber estado allí, al lado de Clark. Él solía escucharme. Lo que compartíamos solía significar algo. En cambio, la que se mantuvo a su lado hasta el final fue Diana, apoyando todas y cada una de sus decisiones, cada paso que le hacía descender más y más hacia el infierno, sin cuestionar nunca nada.

Tendría que haber hablado con él después, haberle buscado, pero no lo hice. Durante años me he justificado con la excusa de que él mismo había decidido exiliarse en su fortaleza para estar a solas. Diciéndome a mí mismo que quedaba fuera de mi alcance. Pero no era verdad. De haberlo querido, habría podido perfectamente llegar hasta él. Tenía los medios. Tenía los conocimientos. Pero no lo hice porque estaba demasiado ocupado calculando cuáles iban a ser sus próximos movimientos, estudiando el patrón de sus comportamientos y acciones, evaluando la potencialidad de la amenaza.

Mi amigo, mi hermano, estaba destrozado. Y lo único que yo era capaz de ver eran cálculos y probabilidades.

De haber estado allí, con él, a solas en la Fortaleza, igual que él se tomó varios días para estar conmigo en Smallville cuando perdí a Jason... ¿habrían sido diferentes las cosas?

En ocho años he evitado pensarlo, pero al final... al final he acabado comprendiendo mi parte de culpa.

Él contaba conmigo y yo no estuve a la altura. E, incluso, cuando finalmente fue él quien acudió a buscarme a la cueva, lo único que hice fue reprocharle las medidas drásticas que estaba tomando. En su momento más bajo, lo único que pude ofrecerle fueron reproches.

Tres veces. Tres veces pude haberle ayudado y no lo hice.

- Porque no era yo realmente quien te importaba, ¿verdad, Bruce? Le querías a él.

*     *     *     *

He perdido la noción del tiempo. La noche... y el día... ya no significan nada. Los acontecimientos se suceden de manera aleatoria. Nada es nunca igual que el día anterior. Los horarios jamás son regulares, ni siquiera para las comidas. He probado a contar los minutos, pero no sirvió de nada. No había ningún patrón que pudiera reconocer. No puedo calcular nada, anticipar nada. No puedo tener una idea clara de cuánto tiempo transcurre. No me permiten tener una rutina. No puedo saber qué va a ocurrir después, o cuándo van a venir a por mí. Nunca sé cuándo voy a poder dormir, o por cuánto tiempo. Cuando finalmente me dejan solo, no puedo conciliar el sueño, y las veces que lo consigo no puedo calcular para despertarme antes de que lleguen. Con frecuencia al abrir los ojos le encuentro ya allí, conmigo, observándome. Es lo último que veo antes de ir a dormir y lo primero que veo al despertar, y tampoco me abandona durante mis pesadillas. No puedo confiar ya en mis propias percepciones y ni siquiera estoy seguro de que lo haga con esa finalidad o porque simplemente el caos es el motor que rige su existencia.

Siempre he procurado entrar en la mente de mis enemigos, pensar como ellos para adelantarme a sus acciones, pero Joker es el único al que no he sido capaz de descifrar aún. Y lo he intentado, Dios sabe que lo he intentado hasta el punto de arriesgar mi propia cordura.

No sé cuánto tiempo llevo aquí abajo. Es difícil calcularlo sin amaneceres ni crepúsculos ni ninguna otra señal física más allá de la continua sensación de dolor y ahogo. Al principio intentaba calcularlo midiendo el ritmo al que me iba creciendo la barba, pero no tardaron demasiado en arrebatarme hasta esa minúscula porción de conexión con la realidad.

No siempre me mantienen atado, ni en el mismo lugar. Ésa es otra de las cosas que no se mantienen. A veces me dejan dormir atado en la silla, otras me permiten usar la cama. La vez que intenté escapar tuve que pasar la noche (o el día) en una jaula. Pero cuando toca afeitarme se aseguran de atarme bien primero. Y, entonces, llega él. Siempre se ocupa él. Y tengo que sentir cómo me pasa la cuchilla por la cara sabiendo lo que sé de él. Habiendo visto las cosas que le he visto hacer. Sé que es perfectamente capaz de desollar a una persona con la suficiente habilidad y precisión como para mantenerla viva durante todo el proceso. Pienso en todas y cada una de éstas cosas, repasando en mi mente cada escenario dantesco que ha dejado preparado para mí como un mórbido regalo, cada escena del crimen que he tenido que investigar... mientras siento la hoja de la cuchilla recorrer mi piel con una delicadeza inusitada. Una vez más, la incertidumbre. El no saber cuándo se cansará y la cuchilla dará un giro inesperado.

No sé por qué sigo vivo. No sé qué quiere de mí. No sé si sabe quién soy o no. He intentado sonsacárselo pero sólo obtengo respuestas vagas. Y, cuando se marcha, de nuevo quedo sólo en la oscuridad.

Y, en la oscuridad, veo a Clark. Igual que le vi entonces.

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- Admítelo. No te sientas aquí a oscuras a llorar por Metrópolis, ¿verdad? Lloras por él. Estás enfadado conmigo porque te arrebaté al Joker. Te encantaba tenerle cerca, tu constante Némesis. Los dos jugando a vuestro estúpido juego mientras la gente moría.

- Sabes que no es cierto -musito con un nudo en la garganta, igual que le dije entonces.

Entonces ya traté de no tenérselo en cuenta. Estaba dolido, lo había perdido todo. No podía sentir realmente lo que decía. Era imposible, porque él había estado allí tras el asesinato de Jason. Sabía lo que le había hecho a Bárbara, a Gordon, a su mujer, a nuestros amigos de la Sociedad de la Justicia y a tantas y tantas personas... Por Dios, después de lo de Mr. Mxyzptlk había sido él quien había estado allí para recoger mis pedazos rotos. No podía... no podía pensar que disfruto con ésto. Con ésta continua... pesadilla. Estoy prisionero, Clark... Estoy prisionero y no puedo escapar. Pero el asesinato no puede ser la solución. Me niego a aceptarlo.

Es sólo un hombre... Pero siempre se empieza por uno.

Eso lo sabes tú bien, ¿verdad, Clark?

- Si el Batman de éste universo hubiera tenido el valor de hacer lo que yo hice no estarías aquí ahora. Lo sabes, ¿verdad? Si hubieras apretadp el gatillo la otra noche en el teatro, no estarías aquí ahora -de repente está delante de mí, ojos rojos resplandecientes de furia en la oscuridad, y, mal que me pese, no puedo evitar el temor que me atenaza-. ¿¿Por qué dejaste que me hiciera ésto, Bruce?? Me robó la vida que Lois y yo habríamos compartido. A nuestro hijo. Y más, hubiera habido en el mundo otro kriptoniano. Alguien que me habría hecho sentir menos solo. Y yo hubiera amado a ese niño por encima de todo. Ya lo hacía. Arruinó tantas y tantas vidas, Bruce...

Entonces no fui capaz de responder. No supe qué decirle. ¿Qué podía decirle? La magnitud de lo que le había ocurrido era tan inmensa que, simplemente, no existían palabras de consuelo suficientes en el mundo.

Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces. He tenido numerosas ocasiones para pensar en lo que debería haberle dicho.

- Te comprendo. He soñado con matarle muchas veces. Y, en la misma situación, posiblemente yo habría hecho lo mismo. Dios sabe que lo he intentado. Pero eso no significa que esté bien. Debemos ser mejores. Nuestra fuerza proviene de lo que hacemos después de haber caído. De lo que hacemos cuando nos levantamos. Metrópolis ya no está, pero aún hay mucha gente que depende de ti. Que te necesita. Y las estás asustando. Tú no eres así. Tú nunca has sido así. Debería haber sido yo, debería... El objetivo debería haber sido yo -finalizo, con un hilo de voz-. No quería hacerte creer que me consideraba moralmente superior a ti. No soy mejor que tú... No lo soy... Tú siempre fuiste el mejor de todos nosotros. La única diferencia entre tú y yo es que yo tuve gente a mi lado para impedirme caer. Tú fuiste uno de ellos, y yo debí haber hecho lo mismo contigo. Sería fácil incurrir en la indulgencia de pensar que no habría podido hacer nada, pero tú y yo sabemos que no es cierto. De haberlo previsto... de haberlo calculado... podría haber encontrado mil maneras de impedírtelo. Pero, por alguna razón, no pude anticiparlo. No tengo excusa... Te fallé.

- Eso es lo que haces siempre, ¿verdad? Fallarle a todo el mundo. Como a Dick, y a Damian. Piensan que han perdido a su padre, por el amor de Dios. Tú mismo presenciaste el funeral. Les viste llorar. Pero, ¿qué es lo que hiciste nada más llegar a Gotham? ¿Les has consolado? ¿Les has dado un abrazo?

Tiene razón.

De haber ido en primer lugar a la mansión, nada de ésto habría ocurrido. Porque sabrían que sigo vivo y ahora mismo estarían buscándome. Pero no lo hice. Por la misma razón por la que no fui capaz de estar al lado de Clark cuando me necesitaba: Porque tenía miedo. Porque todo lo que implique mostrar un mínimo de vulnerabilidad emocional me aterroriza. Tenía miedo de cuál iba a ser la reacción de Dick. Miedo de reencontrarme con el hijo que me había dado la espalda en mi universo. Y, por eso, como un cobarde, huí. Preferí correr a los brazos de Poison Ivy que a los de mis hijos.

- Tus padres murieron y te abandonaron, Bruce. ¿Cuál es tu excusa para no ser padre?

Ninguna.

Por eso estoy aquí.

*     *      *     *

La puerta se abre una vez más para dejar pasar al Joker. Me trae la comida en una bandeja cubierta. Éste es, posiblemente, uno de los momentos que más odio. En los que más vulnerable me siento.

Los primeros dos días no me dio nada de comer. Ya estaba débil después de haber pasado dos semanas en el laberinto de Ivy alimentándome a base de frutas y plantas, y después de dos días sin comer ni beber absolutamente nada estaba desfallecido. Pero él simplemente dejó la bandeja en un carrito detrás de sí y me mostró un pañal de bebé gigante. Dijo que sólo me dejaría probar la comida si me lo ponía.

Para ponerme el pañal tendría que desnudarme por completo, pero ése no era el problema. Me he entrenado para soportar todo tipo de torturas y presiones, tanto físicas como psicológicas, y hace mucho que dejé atrás todas las barreras y limitaciones que la cultura nos impone. Me he encontrado totalmente desnudo en situaciones de peligro más veces de las que puedo recordar. Si algo tan insignificante me bloqueara, habría muerto hace mucho.

No, ése no era el problema. El problema es que no puedo moverme de cintura para abajo. No puedo flexionar las piernas, ni hacer los movimientos necesarios para desprenderme de los pantalones.

Necesitaba ayuda. Joker se ofreció a prestármela.

Cuando sentí esos dedos delgados y fríos como las patas de una araña recorriéndome la piel experimenté náuseas y perdí por completo el apetito. Tuve que forzarme a comer porque sabía que necesitaba recuperar las fuerzas, pero no me sentó bien. Me ardía el estómago y el mundo daba vueltas como un caleidoscopio demencial. No conseguía digerirlo y terminé vomitando en un rincón.

Ahora ya me he acostumbrado. Al menos eso sí se ha mantenido como una rutina. Las rutinas son buenas. Me ayudan a saber qué debo esperar. Le gusta tratarme como si fuera un niño, pero de vez en cuando salimos al exterior y entonces me viste con ropa informal de calle. Cuando estamos fuera es casi peor... Aquí dentro sólo corro peligro yo. Ahí fuera nunca sé en qué momento la situación pasará a convertirse en una pesadilla.

- ¡Pero qué niño tan mono! -exclama sonriente pellizcándome la mejilla mientras se sienta a mi lado-. ¡Eres justo mi tipo! -he debido dejar escapar algún gesto de desagrado, o tensarme de algún modo, porque continúa-. ¡Oh, vamos, sabes que no tienes motivos para asustarte del tío Joker! ¡Yo nunca te haría daño! ¡Todo mi objetivo en la vida es pasárnoslo bien juntos! ¿Tienes hambre, Brucie-baby? Alegra esa cara porque hoy te traigo una hermosa y jugosa... granada...

Mis ojos se abren desmesuradamente cuando levanta la tapa de la bandeja y descubre una granada de mano, sacándole la anilla. Lucho por romper mis ataduras, pero sé que no podré hacerlo a tiempo. Aunque no ha vuelto a dejarme pasar hambre, la dieta a la que me somete dista mucho de ser la más adecuada para lo que mi cuerpo requiere. Demasiada comida basura y pocas proteínas y vitaminas.

- ¡No seas tan cagueta, Brucie! -exclama entre risas-. ¡Relájate y disfruta! ¡A todo el mundo le gustan unos buenos fuegos artificiales!

La granada explota, bañándonos a los dos con purpurina y confetti. Joker se está partiendo de la risa a mi costa.

- Oh, chico, ¡tendrías que haberte visto la cara! -me dice jovial, dándome una palmadita amistosa en el hombro-. Ojalá lo hubiera grabado en vídeo. Mmmm... Eso me da una idea... -continúa, con expresión pensativa.

- Basta -le interrumpo en voz baja-. Eres un ser despreciable que destruye todo cuanto toca y corrompe todo lo que hay de bueno y puro en el mundo -los rostros anónimos de todos los que murieron en Metrópolis me asaetean con la crueldad de un enjambre de avispas enfurecidas-. Demasiada gente ha muerto ya por tu culpa. Ya basta. ¡Basta!

- Mátale -me susurra Clark al oído-. Sabes que lo deseas tanto como yo. Y está bien. Es un monstruo y un asesino. Nadie va a juzgarte por ello.

- Dick... Dick murió defendiendo lo que creemos. Él me juzgaría.

- No. No después de todo lo que te ha hecho. A ti, a Jason, a Bárbara... Dick lo entenderá. Todos lo harán. Volveremos a ser una familia...

Sus dedos rozan mis muñecas y de repente ya no hay ataduras y sostengo un hacha entre las manos.

Conversaciones desde el infierno (Joker) Sin-t-tulo

Continúo golpeando hasta que no es más que una masa de sangre y vísceras en el suelo, y me siento muy bien. Me siento muy, muy bien. Mejor de lo que me he sentido en años. ¿Por qué he esperado tanto? ¿Por qué no le maté tras lo de Jason? ¿Tras lo de Bárbara? ¿Tras lo de Clark? Tendría que haberlo hecho hace mucho, mucho tiempo. Si le hubiera partido el cuello aquél mismo día, tras lo de Metrópolis, nada de ésto habría sucedido. Dick, Ollie, Jon, Kate, Billy, Jim, Montoya, Jason, Tim... Alfred... y tantos, tantísimos otros... aún seguirían vivos. Damian seguiría conmigo...

Lástima que sólo sea... un sueño.

El mismo que llevo teniendo desde hace días. No siempre es un hacha. A veces son formas más... creativas. Pero no importa cuánto me esfuerce por mantenerme en el sueño, siempre termino regresando a la realidad.

Y en mi realidad actual, estoy maniatado a una silla llevando pañales de bebé. Y él está a mi lado, dándome de comer. No me he movido en todo éste tiempo. Tampoco he dicho nada en voz alta.

No, mi realidad actual no es bonita. Tiene mucho de agonía y de delirio.

Me pregunto si estoy empezando a tener alucinaciones.

Me pregunto si habrá alguna clase de droga en la comida.

Me pregunto muchas cosas, pero la principal, la que más me atormenta es... ¿lo sabe? ¿Sabe quién soy en realidad o no?

Ese viejo temor lleva rondando en el fondo de mi cabeza desde antes incluso de la muerte de Jason. Desde que encontré su maldita carta en la batcueva luego de uno de nuestros primeros enfrentamientos en la bahía de Gotham. Entonces preferí pensar que simplemente se habría quedado pegada en la parte inferior del bote, desligándose al entrar en la cueva. Tras lo de Jason preferí pensar que estaba demasiado loco como para llegar a conclusiones.

Y ahora, después de ver de cerca todas mis marcas, mis innumerables cicatrices (muchas de las cuales me las ha provocado él mismo)... ¿Sigue estando demasiado loco como para sacar conclusiones? ¿Qué probabilidades hay de que un niño rico pijo y mimado haya podido hacerse tantas lesiones y heridas? Pero nunca hasta ahora había atacado a Bruce Wayne.

No me dice qué es lo que quiere de mí. Hasta cuándo va a durar ésto.

Y yo no sé qué hacer, no sé cómo comportarme. ¿Debo mostrar temor y suplicar por mi vida como haría Bruce Wayne? ¿O debería librarme de mis ligaduras y reducir su cara a una pulpa ensangrentada? Aún sin piernas soy capaz de acabar con éste payaso. No de manera definitva... pero lo suficientemente definitiva. Pero Bruce Wayne no haría eso. Y, aunque lo hiciera, no podría escapar de las pistolas de sus matones. Soy muy consciente de que la presencia de Joker es prácticamente lo único que me mantiene con vida. No tengo más remedio que transigir y aceptar lo que sea que me tenga preparado si quiero tener alguna posibilidad de volver a ver a mis hijos. ¿Pero los hijos de quién? ¿Bruce Wayne.... o Batman?

Noto la mano de Clark sobre mi hombro. Joker ha salido hace un rato. Vuelvo a estar solo.

- Eres Batman.

- No, mi nombre... Mi nombre es Bruce...

- No -me corrige Kal, y noto la tristeza en su mirada-. Bruce es sólo la máscara.

Conversaciones desde el infierno (Joker) Sin-t-tulo2

Soy Batman. Bruce Wayne está muerto. Yo mismo le enterré treinta años atrás en el callejón del crimen.

Y también está muerto en éste universo. Joker se aseguró de que veía la retransmisión del funeral en las noticias. Fue prácticamente al principio de todo. Supongo que quería que entendiera que nadie iba a venir a buscarme.

Pude verlos a todos. Alfred lloraba. Tim lloraba. Incluso Jason estaba allí. Pero el que parecía más devastado era Dick. En cambio... la frialdad que percibí en Damian me preocupó sobremanera. Recordé todo lo que había pasado en mi mundo y sentí el irrefrenable impulso de correr hacia allí. Quería abrazarles a todos. Quería estrechar a Dick contra mi pecho y nunca dejarle ir. Y, por encima de todo, quería asegurarme de que Damian no se convertía en el asesino despiadado que había terminado siendo en mi mundo. Selina llegó la última. Iba prácticamente oculta tras una enorme pamela, gafas de sol y gabardina larga, pero habría podido reconocer su manera de moverse en cualquier lugar. Sentí una punzada en el pecho.

Debería haber ido a verlos nada más llegar, debería... Según me había informado Gordon, la situación en Gotham estaba estable. Ivy no había hecho demandas ni había matado a nadie, simplemente había envuelto la ciudad en un capullo protector. Debería haber informado primero de que no estaba muerto. Debería... debería haber ido a ver a Alfred. Perder a un padre es algo devastador. Perder a un hijo es un millar de veces peor.

¿Qué clase de persona... atraviesa un universo para reencontrarse con los seres queridos que perdió... en un universo donde sus seres queridos le han perdido a él... y lo primero que hace es ir a luchar?

- Te advertí de que la oscuridad que había dentro de ti terminaría matándote. Estás menos conectado a tu humanidad de lo que lo estoy yo a la mía -me reprocha Clark.

- ¿Has venido a salvarme? -musito, agachando la cabeza.

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La respuesta es sencilla y simple:

- No puedo. Estoy encerrado en una prisión bañada con radiación de sol rojo a una dimensión de distancia. Tú me encerraste ahí, ¿recuerdas?

Mi única esperanza es que Oráculo me creyera cuando contacté con ella. Me encontré con Gordon antes de ir al invernadero de Ivy, quizás él le haya contado que Batman está vivo. Pero a medida que pasan los días, siento cómo la esperanza se desvanece.

- Todo es culpa mía -musito en la oscuridad-. Perdóname, Clark... Todo fue culpa mía.

- Sé que quieres adjudicarte toda la culpa... -replica, sentándose a mi lado en el jergón-. Es muy típico de ti. Y de mí, así que lo reconozco bien. Así todo tiene sentido por un segundo, ¿verdad? Todo resulta más sencillo. Pues lamento decirte que las cosas no funcionan así.

Le miro, incrédulo.

- Me dijiste que la culpa era mía. Que las depravaciones del Joker eran mi responsabilidad.

- Quizá haya tenido tiempo para reflexionar en esa celda en donde me metiste... Igual que tú estás teniendo tiempo para darte cuenta de tus propios errores aquí. O, quizás, simplemente soy un producto de tu imaginación y te digo lo que te habría gustado oír... Pero tenías razón en lo que dijiste; Todas las vidas tienen valor. Lo que pasó no fue únicamente culpa tuya, ni únicamente mía. Los dos tuvimos parte de culpa, ¿sabes? Parte de responsabilidad. Incluso Diana. Pero cuando uno de nosotros sufre... el otro siempre está ahí para ayudar. Porque eso es lo que hacen las familias.

Familia. Yo ya no tengo familia.

Niego con la cabeza. Los ojos me arden.

- Yo no estuve ahí para ayudarte a ti.

- No necesitabas estar físicamente. Siempre tuve la absoluta certeza de que podría contar contigo para lo que fuera. Sé que, de haber sabido cómo... habrías hecho lo imposible. En el momento me dolió mucho no contar con tu apoyo. Pero... siempre he sabido lo mucho que lo intentas, Bruce. Sé que desearías haber podido hacerlo mejor.

- No. Eso no puedes saberlo -musito, negando con la cabeza.

- Claro que sí -responde, y, por primera vez en años, vuelvo a verle sonreír-. Eres mi hermano.

Cierro los ojos y me quedo dormido.

*     *     *     *

En mis sueños, regreso al Callejón del Crimen. Me veo a mí mismo allí, un niño pequeño llorando ante los cadáveres de sus padres. Y mi voz se convierte en un eco de la suya: "Estoy solo".

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El niño alza la mirada hacia mí y me pregunta, con ojos llorosos:

- El dolor que siento... ¿mejorará? ¿Desaparecerá? ¿Cada vez que ganes? ¿Cada vez que salves una vida?

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Me habría gustado decirle a ese niño que sí. Que otros le encontrarían en la oscuridad. Amigos capaces de volar y disparar fuego por los ojos, capaces de detener balas con sus brazaletes o de correr tan rápido como para romper la barrera del sonido. Me habría gustado decirle que sería bendecido con hijos maravillosos que le harían convertirse en un hombre mejor.

Quizá otro Batman, en alguna otra realidad, habría podido decirle que sí. Como aquél que vino a ayudarme entonces. Pero ésa no es mi realidad. Mis hijos están muertos o me odian. He perdido a todos mis amigos. Clark ya no es Clark. Tampoco Diana. Alfred está muerto. La única que me quedaba era Selina, y a ella también la he perdido...

Lo único que soy capaz de decirle es...

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Última edición por Bruce Wayne el 15th Febrero 2024, 02:27, editado 4 veces

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MensajeTema: Re: Conversaciones desde el infierno (Joker)   Conversaciones desde el infierno (Joker) Icon_minitime27th Enero 2024, 01:21

Aclaración:

Es un lugar hermoso, tengo que reconocérselo. La presa se ha construido formando una especie de lago que parece natural, encerrado en el centro de una cadena de montañas. No hay por donde salir si no es por vía aérea. En otras palabras... estoy prisionero.

- ¿Y bien? -inquiero, agazapado en una oquedad dentro de la pared de piedra-. ¿No vas a dejarme ir hasta que aprenda la lección que quieras que aprenda, sea cual sea?

Superman niega con la cabeza.

- No. No es eso en absoluto. Si quieres que te lleve de vuelta a Gotham, lo haré de inmediato, pero no es el caso, ¿verdad? Si realmente lo quisieras, estoy seguro de que tendrías formas de marcharte. ¿No tienes un avión controlado de manera remota? Es más, si no quisieras estar aquí conmigo habrías encontrado la forma de detenerme. De no haber querido venir, jamás habríamos salido de la batcueva. Pero a pesar de tus palabras, en tu fuero interno sabías que teníamos que arreglar las cosas. De haber percibido que te estaba llevando en contra de tu voluntad, no lo habría hecho. Yo jamás te forzaría a nada, Bruce.

Visto ahora, en retrospectiva, resultan irónicas sus palabras considerando cuanto ocurrió después. Pero, en ese momento, le creí con todo mi ser. No habría existido fuerza en la tierra capaz de hacerme dudar de él.

- No hay nada que arreglar -musito, desanimado.

- No es verdad. No me siento cómodo dejando las cosas así entre los dos, y sé que tú tampoco.

- No hay nada que arreglar, Clark -repito, obstinado-. El Joker asesinó a Jason. Yo quise vengarme y tú me detuviste. Dijiste que harías cualquier cosa que fuera necesaria para asegurarte de que no le hacía daño. Y después me entero de que justo antes habías ejecutado a tres kriptonianos.

- No lo entiendes, no quería...

- No querías que nadie excepto tú decidiera quién puede vivir o morir. Eso al menos lo veo claro.

- No -me corrige, con calma-. No quería que pasaras por lo mismo que yo. Lo que hice... no fue sencillo. Pesó sobre mi conciencia... Me desgarró. Hizo que me exiliara de la Tierra durante un tiempo.

- No -replico yo-. Huiste de las consecuencias de tus actos y de tus responsabilidades.

- Dime la verdad, Bruce... Ahora que ha pasado un tiempo... Más en frío... Ahora que has tenido la ocasión de pensar y reflexionar de manera objetiva... ¿No estás agradecido de que te impidiera hacerlo?

No respondo.

- Te conozco, Bruce. Creo de hecho poder afirmar que estoy entre las dos o tres personas que mejor te conocen. Sé que matar al Joker no te habría hecho sentir mejor. Tienes que afrontar lo que pasó, y quiero ayudarte. Yo mismo he pasado por algo muy parecido.

Le doy la espalda. No estoy preparado para mirarle a la cara.

- Yo no le maté... Ni apreté el gatillo contra Bárbara... Pero es como si lo hubiera hecho. Yo les entrené... Les dejé llevar los trajes que les convirtieron en objetivos. Da igual que el Joker disparara a Bárbara Gordon y no a Batgirl. Sólo era cuestión de tiempo. Yo tengo la culpa, Clark...

- Si hubieras impedido que vistieran los trajes que llevaban habrían llevado otros diferentes. Y sin tu entrenamiento, Robin podría haber muerto hace mucho... y Bárbara podría estar peor que lisiada. Eso es lo que tienes que recordar... Por eso te he traído aquí. Lo que hacemos no es por muerte; Es por la vida.

- No puede haber una sin la otra -musito, sombrío-. El mundo sería un sitio mejor sin el Joker, Clark... Nunca podrás convencerme de lo contrario.

Me acerco más a la orilla del lago improvisado. Las olas se acercan hasta casi lamer mis botas. Superman me sigue.

- Después de que el Joker asesinara a Robin y de que los dos luchárais en aquél helicóptero... Tú saltaste antes de que se estrellara, pero no te lo llevaste contigo. Querías que el accidente lo matara, ¿verdad?

Siento el peso de sus palabras en mi alma.

- Yo mismo salté en el último momento. Si hubiera intentado salvar a ese demonio habríamos muerto los dos.

- De acuerdo -Clark cierra los ojos, pensativo-. ¿Y si hubiera sido completamente al revés? ¿Y si hubieras estado seguro de que ibas a morir? Con una mano encadenada a una bomba a punto de explotar, sin escapatoria posible... y en la otra mano, sujetando al Joker. ¿Le dejas escapar para que viva y pueda volver a matar...? ¿...o lo mantienes sujeto?

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Durante un par de segundos, nadie dice nada. Me mantengo impertérrito, inmóvil. La apariencia perfecta de una estatua impasible. Pero estoy convencido de que los latidos de mi corazon resuenan con tanta fuerza como para opacar el rugir de las olas. ¿Por qué hay olas siquiera? No debería haber olas en una presa, pero empiezo a notar la humedad en las botas.

- Eso no pasaría -consigo decir al fin, tratando de convencerme a mí mismo de que realmente tengo esa seguridad-. Siempre hay otro modo. Alguna forma de escapar. ¿Qué hay de ti? -le dirijo una mirada penetrante-. Si estuvieras en una situación similar... enfrentado a una fuerza destructiva imparable que aniquila todo y a todos en su camino, incluyéndote a ti. La única forma de detenerlo es matarlo. ¿Lo harías?

- ¿Si fuera la única manera? -Clark mira al horizonte, hacia el sol que empieza a alzarse por encima de las montañas-. Sí. Lo tumbaría con mi último aliento.

- Pero no es lo que pasó, ¿verdad? -no puedo evitar que el resentimiento vuelva a asomarse a mi voz-. Esos tres kriptonianos a los que asesinaste ya estaban vencidos. Derrotados.

Clark suspira y agacha la mirada.

- No me siento orgulloso de eso. No es como me criaron mis padres. Siempre me he impuesto límites que no me había permitido cruzar. Hasta ahora. Pero esas personas... habían cometido genocidio a escala planetaria. ¿Y sabes qué es lo que no paro de pensar? ¿Lo que realmente hizo que me marchara al espacio profundo?

No respondo. Ninguno de los dos dice nada durante al menos cinco segundos.

- Que lo volvería hacer. Sin dudarlo un segundo, si la situación lo requiriera. Si así pudiera salvar vidas... Evitar que volviera a suceder algo semejante.

Estúpido, estúpido, estúpido...

Aquello había sucedido hacía mucho tiempo... Al principio del séptimo año de conocernos. Pero, aún así... ¿cómo pude haberlo olvidado? Prácticamente me confesó lo que haría en el futuro. ¿Cómo pude...? ¿Cómo pude no preveerlo?

- Es una pena que los humanos no podáis ver el sol directamente cuando sale -comenta, con la mirada perdida en el horizonte-. Es un espectáculo realmente hermoso.

Es cierto, no puedo mirar al sol directamente, pero puedo ver cómo se refleja en sus ojos. Nunca pensé que podría añorar tanto una sonrisa.

- La luz te sienta bien, Clark. La oscuridad... es una carga pesada. Mi carga, mi regalo hacia ti; la sombra que hacía brillar aún más tu luz. Se suponía que tú tenías que traer la luz a la humanidad. Nunca debiste... Nunca debiste pasarte a la oscuridad. Esa debería haber sido mi carga, Clark... Mi carga, no la tuya...

Me mira, con genuina sorpresa.

- ¿Qué? ¿Qué dices?

Intento responder, pero no puedo. El agua ya me cubre la cabeza y lo único que sale de entre mis labios es un barboteo ahogado.

- ¿Qué? ¿Qué dices? -repite la pregunta el Joker.

Estoy maniatado en la orilla de la playa desierta, a aproximadamente media hora de camino en coche desde Gotham, incapaz de moverme sobre la tierra húmeda sin el uso de mis piernas, y la marea ha ido subiendo lentamente mientras que el Joker se dedicaba a hablar sin parar y a hacer castillos de arena con un ridículo set infantil. Lleva un bañador negro de cuerpo entero que no hace más que resaltar la lividez enfermiza de su piel.

Las olas me sacuden, me inundan, me entierran en la arena, y apenas se retiran el tiempo suficiente para permitirme dar una bocanada desesperada de aire antes de volver a sumergirme otra vez. La sensación de ahogo es espantosa. Probablemente una de las peores formas de morir. Mi cuerpo se agita y se sacude descontroladamente y no tengo forma de evitarlo. Es una reacción totalmente instintiva y primaria sobre la que el cerebro consciente tiene muy poco que decir.

Finalmente, después de un tiempo que se me antoja eterno, el Joker decide tirarme del pelo para levantarme la cabeza del agua.

- ¿Te han dicho alguna vez que eres una compañía de lo más aburrida, Brucie? -inquiere, con esa sempiterna sonrisa burlona estampada en el rostro-. Me he tomado la molestia de traerte hasta la playa para jugar con la arena y no sólo no me das las gracias sino que ni siquiera eres capaz de ofrecer una conversación decente. ¿Es que tus padres no te enseñaron modales? Oh, espera... Supongo que no les dio tiempo, ¿verdad?

Quiero matarlo. Quiero matarlo con tanta intensidad que duele. Quiero cerrar las manos en torno a ese cuello tan delgado y frágil y mantenerlo debajo del agua hasta que los ojos se le salgan de las órbitas. Quiero...

- Bueno, no te preocupes, cariño... Para eso está aquí papi Joker... Para enseñarte modales -me suelta el pelo y el agua me engulle de nuevo-. ¿Cómo dices? No puedo escucharte bien... Avísame cuando estés dispuesto a pedir perdón y cambiar de actitud, y, entonces, nos volveremos a casa. ¡Nada de playa o juegos para los niños malos!  
*     *     *     *


- Huye conmigo -dice una voz de mujer tras de mí.

Selina está tumbada a mi lado en el camastro. Reconocería su voz en cualquier parte.

- Tú me salvaste de Bane... Yo puedo salvarte de él.

- No puedo -musito, con el corazón en un puño-. No puedo marcharme. No ahora.

La otra noche vino a visitarme llevando la máscara de Crane... Debo de estar más confundido de lo que pensaba, porque, por un instante, casi llegué a creer que era realmente él. A la mañana siguiente, el Joker había programado una de sus "excursiones". Sus hombres me llevaban en la silla de ruedas y le vi salir de una puerta que conducía a un laboratorio. En los breves segundos que permaneció abierta, pude ver el instrumental, así como diferentes neveras. El olor a químicos pesaba, denso, en el ambiente. El Joker llevaba una máscara de gas, y pude reconocer la característica tonalidad verdosa en los residuos que flotaban en el ambiente del laboratorio antes de que la puerta se cerrase.

Creo... Creo que está experimentando con el gas del miedo, y no puedo evitar que las implicaciones me aterroricen. Es como revivirlo todo de nuevo. En ésta dimensión no existe Superman, pero sí otros metahumanos muy poderosos, como Wonder Woman, o Jon. Me estremezco al pensar en los horrores que el gas del miedo podría recrear en sus mentes. Si Jon imaginase que la Tierra está siendo invadida por los mismos seres que causaron la destrucción de su planeta, el caos sería terrible.  

Mientras sólo se divierta conmigo está bien. Es lo que me digo una y otra vez para intentar sobrellevar ésta locura sin perder por completo la cordura. Es como debería haber sido. Nunca debió haber ido a por Superman, ni a por Gordon, ni a por Bárbara... Él es mi cruz. Mi penitencia. Sólo yo debo cargar con ella. Nadie más.

Al principio albergaba esperanzas de que Diana viniera a buscarme. Ella me encontró en la India. Sabe que estoy vivo y podría descubrir que nunca llegué a reencontrarme con los míos. Pero ahora lo último que deseo es que Diana se acerque a él. No puedo condenar éste mundo también. Necesito encontrar la manera de destruir sus fórmulas, sus depósitos... No puedo permitir que experimente en nadie que no sea yo. No puede volver a repetirse lo de Metrópolis.

- Bruce... -noto la mano femenina en mi espalda-. Tienes que dejar de pensar que cada cosa mala que ha ocurrido desde la destrucción de Metrópolis es por tu culpa, por algo que hiciste mal.

- Cometí muchos errores -contesto, con un nudo en la garganta-. Que Damian se fuera... fue culpa mía. Toda la ira y el resentimiento de Clark... eso también fue culpa mía. Le fallé a mi amigo y ahora ya no está. Debería haber sido capaz de descifrar el plan del Joker. Debería haber sabido cómo reaccionaría Clark. Cada mala decisión estratégica... La muerte de Ollie, la...

- Todos cometemos errores, Bruce. El Joker no es culpa tuya. Superman no es culpa tuya. La muerte de Dick no es culpa tuya. Ni la de Ollie, ni la de Kate...

- No... -aprieto los puños-. La muerte de Kate fue culpa tuya. Si no le hubieras revelado mi posición a Superman... Si no le hubieras dicho dónde me ocultaba...

Wow. Jamás tuve ésta conversación con ella. Cuando derrotamos a Clark también la arrestamos a ella, y, cuando, tiempo después, nos volvimos a encontrar, no llegamos a hablar nada. Sencillamente continuamos como si nada hubiera ocurrido. El viejo baile comenzó de nuevo como si ninguno de los dos hubiera olvidado los pasos. Creí que estaba todo olvidado. Estuvimos viviendo juntos, íbamos a casarnos... No pensaba que aún tuviera ésto dentro de mí. Siempre es el mismo problema conmigo, ¿verdad? El no hablar las cosas. Lo mismo que siempre me reprochaban Dick, Alfred, Clark...

- Siento lo de Kate -musita ella con la voz rota-. Pero en ése momento no se me ocurría otra manera de mantenerte con vida. Él me juró que no te haría daño... No podías ganar, Bruce... Sólo quería ayudar.

- No. Querías huir. Así que huiste en lugar de seguir luchando.

- ¿Sabes, Bruce? Tu eterno problema es pensar que tienes que salvar a todo el mundo, y si para ello tienes que morir, lo aceptas con los brazos abiertos. Pero yo no necesitaba un salvador, Bruce, ni tampoco un mártir. ¿Es que no lo entiendes? Te quería a ti. Sólo a ti. Vivo. Y bien.

Trago saliva.

- Y yo te quería a ti y sólo a ti. Por eso estoy aquí. Quizá no debería haber venido a buscarte. Quizá fue un error pensar que podríamos tener una vida juntos. Siempre fuiste un alma libre, Selina... Quizá debería simplemente haberte dejado ir. Tendría que haberlo aceptado como una señal de que, quizás, no estábamos hechos para estar juntos. Después de todo, nunca he creído en el destino. Desde que te conozco, siempre has querido huir, Selina. Huías, y yo te perseguía, año tras año, siempre el mismo baile eterno en los tejados, pero yo no dejaba nunca de perseguirte. Y después, en la insurgencia, quisiste huir, y me entregaste a Superman, y aún así, volvimos a bailar. Y la noche de la boda desapareciste otra vez. Debería haberte dejado huir, pero no, te perseguí una vez más, y, ¿para qué? La Selina que yo conocía ya no existe, igual que dejó de existir el Clark que una vez conocí. Debería haberme quedado en mi mundo. Debería haberte dejado huir.

>>Pero, entonces... ¿quién impediría lo que quiera que el Joker pretende hacer con el gas del Espantapájaros? Si Batman no está... ¿a quién escogerá para jugar? Sé dónde debo estar. Y ése lugar, ahora mismo... es aquí. Hasta que encuentre la forma de detenerle. Aunque me cueste la vida. El Joker es mi responsabilidad. Siempre lo ha sido, y siempre lo será. Hasta que uno de los dos muera.

No hay respuesta. Ella ya no está, y yo lucho por contener el dolor que desgarra mi pecho.


*     *     *     *


17/05/2019


Tiene que ser hoy. No puedo demorarlo más. Ayer, Joker tuvo un encontronazo con un vigilante que portaba el manto de Batman, posiblemente Dick, o Tim. Damian es aún demasiado pequeño en ésta dimensión para llevar el traje, y si hubiera sido Jason, Joker no seguiría vivo. Ese payaso psicótico estuvo probando el gas del miedo con él. Ha estado alardeando hoy de eso. Ésto no puede continuar, no puedo permitirle ir a más. Si llegar a emplear ese gas sobre individuos más peligrosos, con un mayor potencial destructivo, los daños pueden ser abrumadores, y no habría nadie ahí fuera para pararlo. De la manera que sea, ésto termina hoy.

Sigo sin saber qué es lo que Joker conoce con exactitud. Él sabe que tengo hijos, conoce a mi familia y no se ha dejado engañar otras veces cuando otros llevaban mi traje, pero una vez más, con él es imposible saber lo que hay en su cabeza. Por fortuna, no pasa lo mismo con sus hombres. Bruce Wayne es, en apariencia, un tipo inofensivo, tanto que por lo general, salvo él, nadie me presta atención cuando me mueven de aquí para allá, por lo que he podido memorizar los puestos y turnos de vigilancia. Sin tener conocimiento de las horas es difícil ser preciso, pero creo que me he hecho una idea bastante aproximada.

El Joker estaba ansioso por volver a trabajar en el laboratorio, así que uno de sus matones se ha ocupado de darme de cenar. Le ataqué, pillándole de improviso, y conseguí que los cubiertos cayeran al suelo. El gesto me valió unos cuantos puñetazos; la silla se volcó y no se molestaron en enderezarme de nuevo ni en soltarme las ligaduras antes de salir, pero no importa. Se llevaron el cuchillo, pero se olvidaron el tenedor. No necesito más.

Una vez me hube desatado, me arrastré hasta la puerta y forcé la cerradura utilizando las púas del tenedor. Apoyándome en la silla a modo de soporte, me incorporo, abriendo con lentitud. Al otro lado hay un guardia, pero casi siempre está leyendo. ¿Y por qué no? Un playboy millonario lisiado no debería suponer ningún problema serio, ¿verdad?

Con rapidez, le agarro la cabeza y le golpeo contra la pared con toda la fuerza que soy capaz de reunir, pero no es suficiente. Estoy débil, y el ángulo al que me fuerza mi precario equilibrio no es el idóneo. El hombre grita de dolor, aunque el sonido llega ahogado por la mano que le cubre la boca, pero se las arregla para arrojarme un puñetazo. Me agacho por un instinto reflejo desarrollado en centenares de peleas, hundo el hombro en la espalda del hombre y le doblo la mano derecha trás él, dejándome caer sobre él para tirarlo al suelo. El hombre es claramente un luchador; rueda sobre sí mismo, forcejea y lanza patadas para tratar de quitarme de encima, pero yo soy mejor. Le doy un rápido puñetazo para atontarlo y rodeo su cuello con el antebrazo, apretando hasta dejarle sin oxígeno. Es fuerte y bastante resistente; se retuerce y patea, estirando furiosamente los brazos hacia atrás para tratar de agarrarme, pero no cedo en mi presa, y, al cabo de un rato, queda inerte. Mantengo la presa veinte segundos más para asegurarne antes de dejarle caer descuidadamente al suelo.

Me arrastro por el pasillo. No sé dónde han dejado la silla de ruedas, pero no importa. No creo que consiguiera escapar ni siquiera con ella, y no es lo que pretendo. Recorro de memoria el camino hasta el laboratorio. La puerta está cerrada con llave pero la fuerzo sin problemas y entro al interior. Analizo rápidamente el instrumental, tomando nota de todo cuanto observo, y me dirijo directamente hacia la nevera. Dentro hay multitud de pequeños frascos y viales con una sustancia que se parece demasiado a la toxina de Crane. Desenchufo la nevera y vuelvo hasta el escritorio. Cojo todos los papeles y documentos repletos de fórmulas y los arrojo a la papelera, encendiendo uno de ellos en el crisol y utilizándolo después para prender fuego a todos los demás.

Escucho gritos fuera. Alguien ha debido encontrar al guardia y están dando la alarma. Lo más probable es que piensen que he intentado escapar, así que mirarán primero los terrenos próximos a la salida. Eso me da unos minutos de margen, pero no es mucho tiempo. No tardarán en mirar aquí, y no puedo jugármelo todo a una hipotética estupidez que les impida darse cuenta del cable desenchufado. En cuanto vean el pequeño incendio de la papelera será fácil deducir lo que estoy haciendo, y no ha transcurrido el tiempo suficiente como para echar a perder las muestras. Tendré que recurrir a medidas más... extremas.

Tengo que actuar con rapidez. De todo lo que hay en el laboratorio, lo menos mortal es un pequeño frasco de agua oxigenada. Rasgo una tira de mis vestiduras, la empapo con el peróxido de hidrógeno, me cubro con ella la nariz y la boca tratando de inhalar lo menos posible y procedo a destrozar lo más rápidamente que puedo los frascos de la nevera. Estoy paralítico, no podré apartarme con la suficiente rapidez como para que no me afecten los vapores, así que lo único que puedo hacer es tratar de minimizar los daños en la medida de lo posible.

El peróxido de hidrógeno me irrita la garganta y me provoca dolor de cabeza. Siento una oleada de náuseas crecer en la base del estómago. Me aparto de la nevera lo más rápidamente posible, arrastrándome como buenamente puedo en direccción a la puerta. Siento la humareda verde que me persigue, pero no puedo hacer nada. Me desplomo al otro lado del laboratorio apartando la tela mojada con un violento acceso de tos y vómitos. La puerta se cierra a mi espalda. Estoy muy mareado y me noto ardiendo de fiebre. No sé cuánto gas del miedo he llegado a inhalar.

- Brucie-baby, ¿qué haces fuera de la cama a éstas horas? -mareado, muy mareado. No consigo enfocar bien la vista. Hay un hombre... se inclina hacia mí. Parece... parece...

- ¿Papá? -musito, febril.

- Oh, has sido un niño muy, muy, pero que muy malo, Brucie... No paras de portarte mal, vamos a tener que hacer algo al respecto...

Noto que me levantan en volandas, me arrastran por un pasillo tan inmenso y lóbrego como los de la mansión. ¿He vuelto a casa? ¿Estoy en... casa? Pero la mansión... la mansión se destruyó...

Se abre la puerta de mi habitación, pero hay sonido de cerrojos y cadenas, y lo que hay al otro lado es una camilla de hospital con correas de cuero para mantener inmovilizado al paciente. El joker está al lado, dando suaves palmaditas sobre el colchón.

- Ya has escuchado a papi y mami, Brucie... Has sido un niño muy, muy malo... ¿Cómo deberíamos castigarte?

Sonríe. Y la sonrisa de su rostro se desencaja de manera monstruosa. La habitación entera se deforma, y él parece crecer hasta tocar el techo, la sonrisa más grande que todo su rostro y sus ojos rojos e inyectados en sangre, repletos de maldad. Extiende hacia mí las manos, esas manos de dedos largos, pálidos y afilados.

- No -musito, tratando de liberarme, pero no puedo. Papá es demasiado fuerte, y está demasiado enfadado-. ¡Papá, no, por favor!

- Oh, ¿qué pasa? -pregunta el payaso, y su sonrisa se deforma en una mueca que pretende resultar compungida-. ¿Es por algo que he dicho?

Se echa a reír, y la risa retumba en mis oídos. El suelo se resquebraja bajo mis pies y caigo.

Caigo... en la oscuridad

*     *     *     *

Es curiosa la claridad que te da la oscuridad.

Estoy de nuevo en una habitación, cara a cara con el Joker. Salvo porque ésto es un recuerdo, y, en el recuerdo, las tornas están invertidas.

No consigo olvidar la conversación. Esa... maldita... conversación.

- ¿Por qué? -le increpo, furioso, cerniéndome sobre él.

- ¿Por qué? -se sorprende él, impávido-. ¿Necesitas un motivo? Seguramente fue el mismo por el que la semana pasada maté a aquél perrito de una paliza con un gatito. Cuando los ladridos y los maullidos paran, y todo lo que te queda es un amasijo de pelo, sangre y sesos... Bueno, es una sensación de calidez difícil de superar.

- Ésto siempre se ha reducido a nosotros -exclamo, agarrándole violentamente por las solapas-. ¿Por qué le has hecho ésto a él?

¿Por qué? Repito como un eco en mi mente. ¿Por qué? La respuesta es devastadora, totalmente desprovista de emoción o significado. Como quien se limita a leer la predicción del tiempo.

- Todas las veces que nosotros dos jugamos, yo pierdo. Ya empezaba a aburrirme de perder siempre. Pensé que podía probar con el "modo fácil" por una vez. Y ha sido fácil -constata, con esa espantosa sonrisa marcada con sangre en la cara-. Tan fácil como matar de una paliza a un perrito con un gatito.

>>Alguien te lo arrebató todo a ti también, ¿verdad, Bats? Y mira en qué te has convertido... En una pequeña bola de furia que no deja de dar puñetazos y patadas. ¿En qué crees que se convertirá Superman? Es un Dios que se ha engañado a sí mismo para creer que es un hombre. ¿En qué irá a transformarse?

- Hay cosas que ni siquiera tú puedes corromper, Joker.

Entonces lo creía. Estaba convencido de cada palabra. Ahora me resulta inconcebible, pero entonces... Él representaba todas y cada una de las cosas en las que deseaba creer. Era mi héroe. ¿Y cómo no iba a serlo? Era Superman.

Joker se echó a reír.

- Oh, Batsy. Eres tan mono... ¿De verdad piensas que seguirá siendo divertido jugar con tu amigo?

- Llorará por su pérdida, pero continuará siendo uno de los mejores hombres que conozco.

Estúpido. Tan... estúpido... Bruce Wayne murió aquella noche en el Callejón del Crimen. ¿Por qué era incapaz de concebir que Clark Kent pudiera correr el mismo destino?

Siempre fue mucho mejor que yo... Todos lo eran.

- No -la pared de la sala de interrogatorios acababa de reventar por los aires y Joker miró en su dirección con una amplia sonrisa en el rostro-. Creo que será mucho más divertido que eso.

Lo que ocurrió después está grabado en mi mente como si hubiera sucedido a súper velocidad. Mi recuerdo es el de no haber podido moverme. Clark me había lanzado violentamente hacia atrás, y mi sensación fue de absoluta impotencia.

Pero quizás no fue así. Quizá simplemente me quedé bloqueado. Quizá simplemente no podía creer lo que estaba sucediendo. O no quería.

Conversaciones desde el infierno (Joker) Turning-superman-2

Ésta vez no me quedo quieto. Con la mano izquierda le tiene cogido del cuello. La derecha retrocede para tomar impulso. No intento pararla, sé que no tendría la menor posibilidad. En lugar de eso me sitúo rápidamente entre él y su presa. Superman se detiene. Me mira con ojos inyectados en sangre.

- ¿Qué diablos estás haciendo? -me grita.

- Te impido hacer algo de lo que te vas a arrepentir -respondo con firmeza. Él aprieta los labios.

- Pues llegas tarde... porque ya lo he hecho -musita, y veo las lágrimas en sus ojos. Lágrimas de furia y dolor-. Joker debe ser castigado. Tú, más que nadie, deberías entenderlo.

- Y estoy de acuerdo... pero no así.

- Díselo a todos los que han muerto en Metrópolis -susurra, conteniendo apenas la ira-. Piensa en todos los que han muerto por su culpa. Piensa en todos los que se salvarán cuando él ya no esté.

Me quito la máscara para mirarle a los ojos. Sé que Clark prefiere que le mire a la cara cuando hablamos, y es lo mínimo que le debo.

- La muerte de mis padres... y cómo me sentí después... tomó posesión de mí -musito, sintiendo un nudo en la garganta-. Me llevó por un camino muy oscuro. De no haber sido por vosotros... Diana, Barry, los chicos, tú... Vosotros me encontrásteis en la oscuridad. Me llevásteis hacia la luz. Tras la muerte de Jason, tú estabas ahí, impidiendo que volviera a internarme en ese camino. Es un camino que no te conviene seguir. Créeme -busco sus ojos con la mirada, tratando de encontrar algo de aquella vieja luz-. No quiero que recorras ese camino -extiendo la mano para apoyarla sobre el brazo que sostiene en el aire al Joker-. Ahora, déjalo ir. Suéltalo. Deja que la justicia se encargue. Por favor.

Por favor. Es increíble el poder que pueden llegar a tener dos palabras tan pequeñas. Son tan cortas que parecen fáciles de decir. Pero no lo son. No lo son en absoluto.

Desearía haberlas dicho entonces.

Si lo hubiera hecho, quizás... quizás todo habría sido diferente.

Quizá todos seguirían vivos. Clark seguiría siendo Clark. Y aunque posiblemente habría viajado igual hasta ésta dimensión buscando a Selina, no estaría parapléjico y éste Joker jamás habría podido capturarme.

Dos simples palabras, tan pequeñas, habrían podido cambiar el curso de todo.

Pero no sucedió así, y ahora vuelvo a estar en una habitación encerrado frente al Joker, como en un espantoso déjà vu. Sólo que ahora las tornas están invertidas.

*     *     *     *

Intento calcular la estación del año. No sé cuánto tiempo ha transcurrido... Cuando la pesadilla empezó era primeros de mayo. Por lógica deberíamos haber avanzado más hacia el verano, pero por alguna razón, cada vez siento más frío cuando debería ser al contrario. Ya no sé si puedo fiarme de mis sentidos.

Paso mucho tiempo a solas, pero casi nunca estoy en silencio. Mucha gente me visita cuando se apagan las luces. Clark, Alfred, Dick, Selina... Cuando ellos no me hablan, es el leve sonido del corretear de las ratas lo que perturba el silencio. Albergo demasiados demonios, y los demonios no me permiten descansar.

Pero no importa. Ya estoy acostumbrado a la oscuridad. Querría hundirme en ella, pero el Joker no me lo permite.

- ¡Es la hora del baño, chiquitín! -proclama su voz cuando se encienden las luces-. Hoy es un día especial, tenemos que dejarte guapo, guapo.

Al principio, yo mismo procuraba desvestirme hasta donde podía permitirmélo sin ayuda en cuanto entendí que éstos episodios tendrían lugar con o sin mi colaboración. Era preferible conservar las fuerzas para cuando fuera realmente necesario, y, además, así evitaba que me tocara más de lo imprescindible. Pero ahora estoy demasiado débil como para que me importe.

30% carbohidratos, 30% grasas, 40% proteínas, era la proporción nutricional que solía consumir, cuidadosamente medida y estudiada para mantenerme con energía durante las largas horas de patrulla. La comida que el Joker me ha estado proporcionando ha estado compuesta, siendo generosos, por un 60% de carbohidratos, 20% de grasas y 20% de proteínas, siendo las proteínas de la peor calidad posible y las grasas saturadas, básicamente azucar, conservantes y aditivos artificiales sin ninguna clase de valor nutritivo. La clase de alimento que provoca más perjuicio que beneficio al organismo. La única razón por la que accedía a comerla era porque sabía que no hacerlo sería peor. Tenía que intentar conservar las energías, fuera como fuese, pero no ha servido de nada porque tampoco he sido capaz de entrenar. Incluso aunque no pasara la mayor parte del tiempo atado, la pérdida de movilidad de cintura para abajo me dificulta mucho la tarea.

Así que permito que las manos pálidas me despojen una a una de cada prenda de ropa sucia y maloliente, tratando de conservar los pocos remanentes que aún me quedan de energía. Los hombres del Joker accionan entonces la manguera, y tengo que morderme la lengua para no gritar ante el súbito dolor que ejerce sobre mi cuerpo la presión del agua contra la piel desnuda.

Cuando el particular tormento termina, manos fuertes me levantan por debajo de los brazos y me arrastran hasta un rincón seco de la habitación para secarme y vestirme.

- Vamos, anímate -me dice el Joker antes de marcharse-. Hoy es tu gran día.

Trato de responder a la pregunta de a qué se referirá con eso. ¿Ha llegado al fin el momento de matarme? Pensé que había llegado el día de la grabación en el circo, pero me equivoqué. Quizás ésta vez sea la definitiva.

Y pienso... pienso...

Pienso en todas y cada una de las veces en las que estuve a punto de morir. Todas y cada una de las veces en las que Clark pudo haberme matado. Nunca lo hizo. Pero mató a todos los demás.

Era una pesadilla. Permanecer vivo mientras todos los demás morían a mi alrededor.

Aquí, en Omega, es como... como si el universo hubiera decidido arreglar las cosas. Enmendarlo todo.

Dick está vivo. Jason pelea en el bando correcto. Tim está vivo. Alfred está vivo. Damian no se ha convertido en un asesino repleto de ira y rabia. Y Diana es la persona que siempre debió haber sido.

Si en éste universo yo muero y ellos viven, entonces todo se habrá arreglado para mejor. Es como debería haber sido.

Clark no debería haber sufrido lo que sufrió a manos del Joker. Ni Jason. Ni Bárbara. Siempre debí haber sido yo.

Quizás ésta sea la forma que tiene el universo de hacer que todo sea como debiera de ser. Matar a Batman para que todos los demás puedan vivir. Puedo aceptar eso. De hecho, la idea me resulta agradablemente reconfortante. Y que sea Joker quien lo haga... Bueno... Siempre supe que al final terminaría así. Con uno de los dos matando al otro.

Así es como debe de ser. Así es como termina.

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