Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)

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Joker
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MensajeTema: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime26th Mayo 2022, 23:26

05 de Mayo 2019, Hora Bruja.

- ¿Es que llevas el chándal lleno de lingotes de oro o algo así?- se quejó mientras se colocaba de espaldas a la silla y empujaba con los brazos y los glúteos, como lo haría un simpático personajillo de dibujos animados tratando de usar todas sus fuerzas y posturas para llevar una carga pesada. - ¿Cómo puede un playboy mimado pesar tanto?- gruñó el payaso mientras la silla de ruedas renqueaba con un estruendo monumental sobre la sección empedrada del paseo de la Milla de la Diversión. Después de unos cuantos metros, se percató de que el freno estaba echado. - ¡Oooopss! HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA- se carcajeó, con la cara cubierta de sudor, cosa que sin embargo no arruinó su maquillaje waterproof. - ¡Fallo mío! Hahaha. - añadió al tiempo que levantaba la pequeña palanca.

Usó la misma cantidad de fuerza que al principio, haciendo que los dos salieran disparados. La silla rodó y Joker calló de plano en el suelo. La silla surcó las piedras de manera errática, haciendo que el hombre semi-inconsciente sobre ella botara y rebotara en el asiento. Algo que seguro que no venía nada bien para su lesión de espalda. Continuó unos pocos metros hasta que se enganchó en un boquete, se ladeó y comenzó a caer de lado. Golpeó el suelo con todo el peso "casi" muerto que llevaba encima.

- ¡Au, au, au, au, au! - gimió al levantarse, mientras se sacudía las muñecas y palmeaba sus manos adoloridas de frenar su aterrizaje. Luego se miró las rodilleras de los pantalones. - ¡OH, ESTUPENDO! ¡ESTE TRAJE ERA A MEDIDA! - exclamó, disgustado, mientras se percataba de que la silla había continuado su camino, y esta encontraba su final de trayecto en el pequeño agujero. Se envolvió la boca con una mano, mientras trataba de contener una risa por el resultado. Había resultado hilarante. Como un buen tartazo en la cara. Acudió a buen paso hasta Wayne, inmóvil y amordazado en la silla, y lo levantó con cierto esfuerzo. - ¡Aaaw! Vamos, vamos. - sacudió parte del polvo de sus piernas inmóviles, le recolocó la sudadera y le propició dos amables cachetes en una de sus mejillas. - ¡Fijate! Como nuevo. - sonrió ampliamente, volviendo a colocarse detrás de los mandos de la silla de ruedas. Se metió en cuanto pudo en la parte alisada, donde en otro tiempo habrían pasado carrozas y bandas musicales.  

Cargarlo por todos esos accidentes de terreno estaba empezando a dejar de ser divertido.

- ¡Bienvenido a la milla de la Diversión, Señor Wayne! Le van a encantar nuestras nuevas atracciones.- EL inmenso rostro de su marca personal les dió la bienvenida, dejando atrás las atracciones envejecidas y fundidas. - y ahora...- murmuró mientras se quitaba la chaqueta y se la arrojaba al multimillonario sobre la cabeza, de manera desordenada. Desprendía un fuerte olor a químicos, almidón y algún tipo de perfume. - ¡Sin mirar! No quisiera arruinarle la sorpresa. - A través de aquella tela opaca, su voz sonaba jovial.

El recorrido duró más de lo necesario. A decir verdad, la milla no resultaba muy amigable para la gente con necesidades especiales, y no pensaba andar lo necesario para llegar a los montacargas. Así que se dirigió hacia uno de los túneles subterráneos que daban al tobogán de caracol. Cuando llegó, asomó a Bruce Wayne al abismo, empujó el respaldo de la silla apoyando uno de sus zapatos de corte italiano en él y arrojó la silla hacia abajo, con una enorme carcajada. Aguardó unos cuantos golpes, y se tiró a continuación. Cuando llegó abajo, la silla volcada le recibió de nuevo. Se golpeó contra ella con un suave grito, que se convirtió en una nueva risa, y volvió a levantar al lastre multimillonario.

- ¡Que divertido! ¿No es lo mejor después de una noche de duro trabajo? - le arrancó la chaqueta de la cara. Su rostro estaba magullado, su ceja derecha abierta, y la nariz dejaba salir un hilo de sangre que empapaba la mordaza y le bajaba hasta el mentón. Sin prestarle más atención, se dirigió a la pared, donde estaba localizada una manivela de la que tiró.

La luz cegó a Bruce hasta que se adaptaron sus ojos. Enseguida pudo darse cuenta de que se encontraba en una nave, o tal vez un almacén. Entre los centenares de artefactos, decoraciones y atrezzo que se apilaban en estanterías y paredes había cosas que reconocía. Objetos que en el pasado le habían estallado en la cara, le habían golpeado, le habían intoxicado, envenenado, acuchillado, matado a inocentes, a sus amigos, e incluso a sus seres queridos. Una cruenta colección, salvaguardada en aquel retorcido museo del crimen.

La imagen de la Batcueva se coló durante un instante en su subconsciente, como el zumbido de un avispero, antes de volver a desvanecerse.

- Bienvenido a sus aposentos, Señor Wayne. Si hay algo que podamos hacer para que su estancia sea mas agradable, no dude en comunicárnoslo. - se agachó y colocó una mano junto a su  oreja, como si esperara una respuesta. Una que no puedo llegar a causa de la mordaza. - ¡Estupendo! ¡Buenas noches! - exclamó empujó la silla, haciendo que recorriera un par de metros, antes de frenarse por sí sola.

La luz se desvaneció cuando el payaso volvió a accionarla. Allí abajo no había nada más allá de la más absoluta oscuridad.

[-------]

05 de Mayo 2019, 6.47 de la Mañana

enor yne...ñor wyne...- una voz lejana se abrió en la sobrepasada neblina de su mente. Había demasiadas cosas enturbiando todo. Restos químicos, dolor, frío. La boca envuelta en la mordaza estaba tan seca que notaba los labios irritados, y la lengua como una suela de zapato. - Señor Wayne... Seeeeñor Waaayneeeee...- aquella voz le atraía como un canto de sirena. - ¡SEÑOR WAYNE!- exclamó por fin, haciéndole volver a la realidad.

El rostro del hombre maquillado se encontró con el suyo a corta distancia. El joker frunció el ceño. Bruce habría jurado que estaba confundido.- ¡Que barbaridad! Está hecho un verdadero asquito. - negó mientras chasqueaba la lengua varias veces. - ¡HARLEY! ¡HARLEYYY! ¡VEN AQUÍ AHORA MISMO, NECESITAMOS DE TUS DOTES DE ENFERMERA! - el silencio hizo que el payaso mirara a derecha e izquierda. - ¿¡HARLEY?!- aguardó otro momento. Ninguna respuesta. Se levantó, exasperado. - ¡ARGH! ¡SIEMPRE TENGO QUE HACERLO YO TODO! - gruñó perdiéndose mas allá de la puerta del decorado, y de la vista de Bruce.

A los pocos minutos, una silueta espigada volvió a entrar en escena.

- ¿Señor Wayne? Soy Doris, su enfermera personal. Le atenderé durante su estancia en nuestro resort paradisíaco. - dijo a través de la mascarilla la supuesta enfermera con un cantarína voz afeminada, usando falsete. Cuando se acercó, abrió un botiquín que, para sorpresa del magnate, tenía verdadero instrumental médico dentro. El payaso se bajó la máscara, cuando se acuclilló a su altura. - No es verdad. ¡Soy yo! - le susurró como si estuviera compartiendo un secreto. - ¡No te haces idea de lo que cuesta encontrar buenos empleados!- le murmuró, volviendo a subirse la mascarilla de nuevo. - A ver, diga ¡AAAAAAH!- pidió, mientras dirigía unas tijeras de enfermería directas a su rostro.

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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"

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MensajeTema: Re: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime23rd Julio 2022, 01:37

¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Tommy

Cuando era pequeño hubo una vez una feria en Gotham y mi amigo Thomas se empeñó en probar juntos una atracción que se llamaba Ruta 666. La recuerdo como si fuera ayer; Básicamente consistía en un trenecito que discurría por unos túneles donde había dispuestos animatrónicos y actores disfrazados y, utilizando efectos visuales y de sonido, se dedicaban a asustar a los despreocupados ingenuos que se sentaban en los vagones.

Como todos los niños que nunca han tenido que afrontar un problema o amenaza real en sus vidas, era bastante asustadizo, pero quería parecer valiente delante de Thomas, así que acepté. No había vuelto a pensar en aquél día desde... Dios... desde hace una eternidad, pero desde mi llegada a Omega mi vida no ha sido más que un eterno circuito por el Ruta 666.

Primero, mi abrupta llegada a un continente infestado de demonios, al otro extremo de las coordenadas establecidas y sin medios pare volver a casa. Esos nueve días me dejaron físicamente agotado, especialmente tras recibir el impacto de la explosión del Buda gigante de Bodh Gaya. Después, nada más llegar a Gotham, Hiedra Venenosa nos encerró a Selina y a mí en su laberinto vegetal, donde no pudimos comer más que frutas, plantas y semillas durante dos semanas. Requiero de una alimentación muy calórica para poder mantener mi nivel de actividad, rica en proteínas y vitaminas. Huevos duros, pescado, carne y una mayor variedad de verduras. Esas dos semanas de abstinencia unidas a la imposibilidad de poner en práctica mi rutina de ejercicios en el gimnasio me debilitaron aún más, pero fueron mis propios sentimientos los que me hicieron actuar con torpeza, ofreciéndole a Dick una oportunidad de oro para atacar. No le culpo; yo habría hecho lo mismo.  

En suma, los acontecimientos del último mes me han conducido hasta ésta situación, impotente e indefenso, incapaz de escapar del vagón de una atracción de pesadilla que no termina, transcurriendo implacable por un camino repleto de accidentes y baches, sin poderme bajar, sin poder defenderme y sin poder hacer absolutamente nada para detenerlo, teniendo que permanecer allí en contra de mi voluntad, como un espectador que se ve obligado a presenciar una película espantosa sin poder salir del cine porque las puertas están bloqueadas... Pero, de la misma manera que no se puede interrumpir la atracción una vez comenzada, sé que no tiene sentido invertir tiempo o recursos en tratar de salir de ésta situación en mis circunstancias actuales, así que, entre bache y bache, entre golpe y golpe, una sóla pregunta se repite de manera incesante en mi cabeza, ignorando su continua cháchara sin sentido: ¿Por qué él?

Parecía inevitable, ¿verdad? Uno pensaría que el Joker tendría que ser parte obligatoria de mi tren de los horrores particular.  

"He estado pensando últimamente, sobre tú y yo. Sobre lo que va a ocurrirnos al final. Nos mataremos el uno al otro, ¿verdad?".

Nunca quise que Clark le asesinara, pero mentiría si no admitiera que una parte de mí, una pequeña parte inquietante y oscura, se sintió aliviada cuando él desapareció. Cuando llegué a éste universo, lo primero que hice fue utilizar los ordenadores de la Atalaya para verificar el estatus de cada héroe y villano y comprobar quiénes estaban vivos, quiénes estaban muertos y quiénes, simplemente, nunca habían llegado a existir. Ésa misma pequeña y retorcida parte de mi ser experimentó decepción al saber que, en éste mundo, él seguía vivo, y no estoy orgulloso de ese sentimiento, porque lo que significa... lo que significa es que no soy un hombre noble como lo fue Clark en su momento. No soy ningún... caballero en la oscuridad. Sólo soy... lo que él ha hecho de mí. En lo que él me ha convertido con el paso de los años.

Desde lo de Jason... Puede que antes.

Pero... ¿cómo podía él saber que yo estaría allí en ése preciso momento? Según la base de datos aquél refugio llevaba abandonado años, y yo no existía en éste universo hasta hace un mes. Si conozco bien a mi otro yo, estoy seguro de que prácticamente nadie conoce sus pisos francos, pero las únicas personas que sabían que yo estaba allí son Selina y Bárbara... No tiene sentido que ninguna de las dos me haya entregado. Si Selina me quisiera muerto, tuvo mil oportunidades de intentarlo cuando estuvimos atrapados juntos, y arriesgó su vida por mí en la pelea contra Ivy. Me llevó hasta el refugio, cuidó de mí... Demasiadas molestias para terminar entregándome. Además, Selina siempre ha despreciado a Joker. No me habría vendido precisamente a él. Y Bárbara... Sé que era ella. Nadie más habría podido echar abajo sistemáticamente todos mis ataques informáticos. Conozco bien a Oráculo y cómo actúa, y sabría reconocer un trabajo digital suyo en cualquier momento. Sé que era ella, y, a menos que en éste universo haya habido un terrible problema con su código moral, no debería haberme traicionado. Pero, aunque realmente aquí fuera una villana y hubiera conseguido ocultárselo a todo el mundo, incluido a mi otro yo, he mirado su expediente. Jamás se habría aliado con él.

Pero entonces... ¿cómo?

¿Y por qué? ¿Qué interés podría tener él en Bruce Wayne? ¿Lo sabe, acaso? Hace muchos años que tengo esa duda... Le quitó el antifaz a Jason antes de matarlo, tenía a su madre trabajando con él, conocía la identidad del muchacho, y cuando en la prensa salió la noticia del funeral me dio a entender que había hecho la conexión. Después de todo, era mi hijo adoptivo. Pero en ése momento no le di importancia. Pensé que con su distorsionada visión de la realidad era imposible que llegara realmente a conectar los puntos incluso aunque tuviera todas las pruebas delante de sus narices. Pero le conozco mejor que nadie, y sé que su locura goza de una claridad mayor que la de muchos supuestos cuerdos. Sin embargo, en todos éstos años jamás intentó nada contra Bruce Wayne, así que dejé de pensar en ello. Tanto si lo sabía como si no (y han sido muchas las ocasiones que han llegado a sugerir que así era) no parecía estar realmente interesado en mi álter ego, así que me centraba en los problemas que de verdad eran importantes. De todas formas, si no lo sabía antes y ha registrado el piso debe saberlo sin dudas, pues seguramente ha debido de encontrar todos mis recambios de piezas de la armadura y armamento, así como los restos del traje que me quitó Selina, aunque desde luego siempre hay maneras de explicar éstas cosas. Después de todo llevo décadas inventándome las excusas más inverosímiles para todo tipo de situaciones, con éxito.

¿Por qué ahora?

En ésta ecuación hay variables que escapan a mi control, y éso no me gusta... Pero tengo otros problemas más acuciantes. Estaba vestido como Alfred... ¿qué le ha hecho? ¿Le ha...? No puedo... no puedo planteármelo siquiera. Ya le he perdido dos veces... No sería capaz de soportar una tercera.

- ¡Bienvenido a la milla de la Diversión, Señor Wayne!

Oh, la conozco, la conozco demasiado bien, de la misma manera que el hedor que se desprende de su ropa lleva décadas impregnado en mi cerebro. Han pasado años desde la última vez que lo olí, y a pesar de todo sé que lo podría reconocer en cualquier circunstancia.  

Su parloteo sigue y sigue, pero pensando como estoy en todas éstas cuestiones, en un esfuerzo inútil por encontrar la solución a éste rompecabezas, apenas le presto atención. Tengo que pensar en la mejor estrategia a seguir para salir de ésta con vida. Bárbara... Bárbara sabe que estoy vivo. Le di mi última localización y posiblemente sea la más inteligente de todos los miembros de mi familia. No sólo fue entrenada por mí, sino que heredó todas las admirables facultades de su padre. Sé que, si se le proporciona suficiente tiempo, puede ser capaz de encontrarme. Si tuviera que confiar en alguien para ésta tarea, sería ella, y, quizá, Tim. Sé que puede hacerlo. Lo único que tengo que hacer es permanecer vivo el tiempo suficiente.

He realizado un viaje muy largo para poder estar de vuelta con mis seres queridos y no pienso morir antes de haberlo conseguido.

El recorrido infernal por la Ruta 666 continúa cuando mi silla se asoma al abismo y noto mis pies colgando en el vacío. Me preparo para la caída que sé que vendrá a continuación, tratando de evitar en la medida de lo posible los golpes en la cabeza, aunque es difícil estando atado a los brazos de la silla y sin poder ver. Hago un chequeo mental de mi estado general, pero, salvo la lesión de la espalda, no tengo nada realmente grave. Eso es positivo. Puedo trabajar con ésto. He salido de situaciones peores.

Enfocado en éste pensamiento, me dedico a analizar minuciosamente su guarida. Sé que cualquier mínimo detalle puede resultar de utilidad llegado el momento. Lo que para él son sin duda recuerdos o trofeos de sus crímenes, para mí no son sino posibles herramientas para mi liberación, pero no puedo evitar apartar la mirada al reparar en una palanca ensangrentada. Me llama la atención el silencio; no es habitual en él, como tampoco lo es el hecho de que no haya matones en el escondrijo. ¿Por qué está solo? ¿Acaso prefiere que no haya nadie que le moleste para lo que quiera que piense hacer conmigo? En cualquier caso, es positivo. Cuanto menos tenga que pelear en mi estado, mejor.

El payaso me deja solo y se marcha, apagando la luz. He memorizado en mi mente la ubicación exacta de cada herramienta que podría resultarme útil para liberarme, pero, por más que lo intento, no consigo avanzar. Tengo las manos atadas fuera del alcance de los aros propulsores, y, en mi debilitado estado, no puedo impulsarme sólo con el tronco. Tardaría toda la noche en llegar hasta una de las paredes, y, aunque lo consiguiera, no tendría manera de alcanzar los cuchillos. Lo único que haría sería agotarme más aún. Debo pensar fríamente y descansar, recuperarme para poder afrontar lo que sea que esté por venir, y ser más inteligente que él.

Muchos se verían incapaces de dormir ante semejante nivel de incomodidad y dolor, pero yo me he entrenado para sacar el máximo partido a mi cuerpo y mis capacidades en cada momento, así que pongo en práctica mi autocontrol para obligar a mi cuerpo a descansar.

Para cuando finalmente me despierta, he resuelto el primero de los dilemas a los que sabía que me enfrentaría cuando nos encontrarámos frente a frente. ¿Debía fingir ser el atemorizado y cobarde Bruce Wayne? Si me encontrara ante otro criminal habría podido ser una solución, esperando que decidiera cobrarse una recompensa conmigo, pero sé que con el Joker ésa no es una opción. Sólo hay dos posibilidades para el hecho de que me haya secuestrado, y una de ellas es que ya sepa quién soy en realidad, en cuyo caso, fingir no tendría sentido. Y si no lo sabe, es indiferente, porque al Joker no le interesa el dinero, y fingir cobardía o temor no va a impedir que me torture ni va a suponer la menor diferencia a la hora de mantenerme vivo o muerto. No... Si quiero sobrevivir a ésto debo afrontar el problema de una forma diferente.

Ignorando tanto las tijeras que se encuentran a pocos centímetros de mi rostro como su esperpéntica exhibición (algo a lo que estoy más que acostumbrado), enfrento su mirada de demente con una expresión de confusión que encajaría perfectamente con la que tendría alguien sometido al nivel de castigo físico que tuve que soportar anoche.

- ¿Q... quién? -inquiero, simulando no reconocerlo con la experiencia de quien lleva toda su vida fingiendo ser alguien que no es-. ¿Harley? -vuelvo a examinar lo que me rodea, como si lo estuviera registrando por primera vez-. ¿Harley... Quinn? El parque de atracciones... La sonrisa gigante... Ah... pero entonces... tú eres... Tú debes de ser... -me permito fingir un rastro de temor en la mirada, muy sutil, lo justo para que no decida matarme en el acto pero lo suficientemente por debajo de la manera en la que he reaccionado ante el nombre de Harley como para apelar a su ego-. Es cierto... No ha estado bien por su parte marcharse así... Oí decir... Se dice en las calles que Hiedra y ella... Es decir... No son precisamente discretas... Si yo fuera usted... -desvío la mirada para aportar verosimilitud a la interpretación. De la misma manera, paso de utilizar una fórmula coloquial al dirigirme a él a otra que expresa respeto, para que se sienta lo suficientemente halagado como para no matarme, pero reforzando la sensación inconsciente de que Harley pueda llegar a parecer más importante que él de cara al público-. Ya sabe... estaría... bastante... molesto... Es decir... Da la sensación de que está deshonrando ése traje que lleva... Deshonrándole a usted... ¿La arlequina y la hiedra? Ya sabe... Tal vez... tal vez debería... cuestionar su lealtad...

No tengo absoluta seguridad de que la relación entre Harley y Pamela sea como en mi universo, pero hasta ahora todo lo que he podido comprobar se asemeja bastante, y de todos modos no necesito que la relación sea real, únicamente sembrar la posibilidad en su cabeza. Joker es violento, actúa por impulsos y es extremadamente posesivo con Harley. Si consigo mi propósito y logro desviar su atención hacia ella ganaré tiempo para que Oráculo me localice, o quizá consiga que se olvide de mí el tiempo necesario como para acceder a alguna de esas armas que cuelgan de las paredes. Lo siento por Harley, pero ahora mismo tengo que pensar con la cabeza y no con el corazón. Ser pragmático, ganar tiempo, mantenerme con vida para poder volver a ver a Alfred y a mis hijos. A Selina...

En cuanto a Pamela... no le debo nada. Si mis enemigos se enfrentan entre sí sólo puedo salir ganando.

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MensajeTema: Re: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime31st Enero 2023, 19:41

La sorpresa que se abre paso en el magullado rostro del Playboy resulta deliciosa, pero acaba por amargársela con el constante palabreo. Habla y habla y habla y habla, y convierte el delicado trabajo que está a punto de realizar en una tarea cada vez más y más ardua. Escucha esa voz como el zumbido de fondo de un televisor, al principio, pero a medida que las palabras borbotean se va convirtiendo en un desagradable zumbido de estática. Lo distrae con cosas que en ese instante, no tienen importancia.

¿Cómo puede CALFUN siquiera pensar que ese chabacano y parlanchín niño mimado pueda siquiera alcanzar la estática grandeza de su némesis?

¡Es absurdo!

¡Es ridículo!

¡ES FALSO!

Una infamia de una proporción que amenaza con hacerle tamblar el pulso, ahora que las tijeras están tan sólo a unos centímetros de su rostro.

- ¡CALLA LA BOCA! - Exclama haciendo un aspaviento, dando un pisotón al suelo y estirando ambos brazos al lado de su cuerpo tenso, elevando el rostro hacia el cielo. - ¡NADA DE CHÁCHARA EN QUIRÓFANO!- añade, volviendo a dirigir las tijeras hacia su rostro con rapidez, donde empieza a recortar el flequillo húmedo pegado a su frente, quitándole los restos con los dedos. Tras unos segundos en los que los trasquilones le dejan ver por completo la frente despejada, sonríe bajo la mascarilla. El modo en que se entrecierran sus ojos le da la pista. - ¡Eso es! ¡Mucho mejor! - arroja las tijeras desde arriba hacia el maletín y vuelve a toquetear, preparando el siguiente instrumental. Una pinza con un algodón que empapa en lo que parece ser algún tipo de yodo, que dirige de nuevo a su rostro. El algodón da un toque directo sobre uno de sus ojos. - ¡Estése quieto, señor Wayne! ¡No me obligue a sedarlo! - le advirtió, levantando un huesudo dedo envuelto en látex frente a sus ojos, antes de intentarlo otra vez. En la primera ocasión, puede estar seguro, aunque hubiera estado más quieto que una gárgola, aquel algodón habría ido a parar en el mismo sitio. Era como ver desarrollarse algún tipo de Sketch retorcido del que sólo el payaso conocía el guión.

Si es que había alguno.

Sintió el punzante escozor dela gasa al pasar sobre sus heridas abiertas, pero para su sorpresa, el Joker llevó a cabo esos movimientos con extrema delicadeza. Su rostro cada vez más y más cerca, hasta que no era capaz de alcanzar nada mas allá en la periferia.

- ¿Sabías que en el cine antiguo los primeros efectos especiales que envolvían la sangre se realizaban colocando un químico en la piel del actor y poniendo otro en el arma? - los ojos verdosos ganaron de pronto una extraña lucidez. Su voz relajada, sin impostas. - Así, cuando en la escena se juntaban ambas cosas, parecía que el corte estaba hecho de verdad. ¿Sabes con qué químico se hacía? - la gota marrón descendió a través de la mejilla, cubriendo la superficie con su aspecto amarillento. - Yodo. - Cuando acabó de aplicarlo, se quedó allí, mirando ese rostro manchado salpicado de amarillo. Su mirada tan intensa que por un instante, juraría que estaba asomándose a su cerebro a través de sus pupilas.

- ¡Aguante un poco más, señor Wayne y ahora mismo...!- volvió a levantarse arrojando las tijeras a su espalda, y frotándose ambas manos después. La frase quedó inacabada, y en su rostro pálido por la base y los polvos se paralizó de pronto la musculatura. Un minuto. Dos. Tres. En el silencio mas absoluto, en el que ni tan siquiera su respiración se escuchaba. - Qué... ¿qué ha dicho? - no hablaba con él, y Wayne lo sabía. - La arlequina... ¿Y la Hiedra?- preguntó, pero en su voz no había celos, ni inquina. Si no una creciente emoción. - Ahahaha...¡HAHAHAHAHA! ¡AHAHAHAHAHAAHAHAHAHAHAHAHAHAHAAAA!- aquel instante dió paso a una intensa carcajada que le obligó a arrancarse la mascarilla de la cara.

Se vió en necesidad de agarrarse el estómago y moverse por el espacio, lo que acabó por mandar el maletín lejos de una patada, mientras aquella idea le retraía a varios instantes pasados, de los que había disfrutado durante su muy significativa relación con la arlequina.

- ¡Imagínese, Wayne! Aquí, en la Milla de la Diversión, donde todos los deseos se hacen realidad y sólo puede preocuparse de lo que ocurre dentro de mis pantalones. - debía reconocer que le resultaba hilarante. - Que muchacho mas travieso debe ser. No por nada se ha hecho con la fama de Playboy ¿verdad? - Sugirió, arrodillándose frente a él y poniéndo ambas manos enguantadas sobre las piernas del hombre, aferrándolas con firmeza. - ¿Acaso se me está ofreciendo el soltero más codiciado de Gotham? ¿A mi, una simple y cándida enfermera? - preguntó llenando su voz de nuevo con el falsete de damisela, mientras hacía descender sus manos hacia sus rodillas. - ¡Querría resistirlo, Señor Wayne! Pero soy joven, inexperta, y la carne es débil. - Teatralizó, echándose una mano sobre los ojos, antes de agarrar con virulencia ambas rodillas, y abrirlas de par en par, exponiéndole por completo a él. - A menos...- Se hizo un pequeño hueco entre ellas, colocando su torso, apoyando el brazo relajado en una de sus piernas, mientras apoyaba el codo a noventa grados en la otra, y reposaba su cabeza ladeada sobre los nudillos de su puño entrecerrado. Sus ojos casi salidos de las órbitas, y en su rostro, una sonrrisa que sólo podría augurar la peor de las ideas. - Que en realidad se refiera a lo que creo que se refiere. - le dió un instante de pausa, pero no permitió que articulara palabra sin enmudecerle él con su propio grito. - ¡NOCHE DE TÍOS!

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MensajeTema: Re: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime15th Febrero 2023, 23:50

He utilizado ésta estrategia en otras ocasiones, con otros rivales como Dos Caras o Carleton LeHah, y, encontrándome en similares situaciones de inferioridad, conseguí darle la vuelta manipulándolos de éste modo. Sin embargo, como me confirman las temblequeantes tijeras que se agitan peligrosamente a escasos palmos de mi cara, lo que funciona con un criminal promedio no tiene por qué funcionar con el hombre que se encuentra ante mí. Joker es totalmente impredecible. Siempre he basado gran parte de mi estrategia en conocer cómo funciona la mente de mis enemigos para poder vencerlos, siendo Joker el único que, hasta ahora, ha conseguido siempre escapar a mi comprensión. Su mente es, para mí, un enigma difícil de desentrañar, porque llegar a entender cómo funciona implicaría renunciar a la propia cordura.

Realmente es difícil para mí adivinar qué va a hacer ahora, aunque probablemente lo último que esperaba era que se pusiera a recortarme el pelo. Mientras lo hace, mi mente trabaja a toda velocidad. ¿Por qué no me mata? ¿Por qué no me ha hecho verdadero daño aún? Intento encontrar un sentido a todo ésto. ¿Por qué Bruce Wayne?

Sin poder evitarlo, la misma pregunta que lleva años atormentándome retorna una vez más: ¿Lo sabe?

No me importa admitir que, en mis primeros años, tendía a infravalorar a Joker, creyéndole demasiado loco como para alcanzar conclusiones coherentes, pero lo cierto es que la magnitud de sus planes y la minuciosa exactitud de los mismos siempre me ha desconcertado, pareciendo desafiar toda lógica.

Tras la... tras la muerte de Jason, me dio a entender que había deducido quién era yo por los titulares de los periódicos, puesto que había llegado a descubrir la identidad del chico. Yo pensé que era imposible que hubiera tenido la claridad mental para hacer la asociación, pero no mucho después se presentó ante mí como Bruce Wayne y me estuvo mirando durante el tiempo suficiente como para hacerme cuestionar todas mis ideas preconcebidas sobre él. Más tarde, encontré una de sus cartas en la batcueva, a la que es imposible acceder sin percatarse de que se encuentra debajo de la mansión, y más de una vez me ha dicho cosas que daban a entender que conocía mi pasado y mis circunstancias, aludiendo a cosas tan significativas como la muerte de mis padres. ¿Pura casualidad de una mente trastornada arrojando palabras al azar? No tengo modo de saberlo, pero la realidad es que, hasta ahora, jamás me había atacado directamente con ésta identidad. ¿Por qué ahora sí?

Acerca su rostro al mío mientras me informa acerca de una anécdota de cine clásico que ya conozco, y después le observo retorcerse de risa como si estuviera a punto de sufrir un ataque. Miro a mi alrededor una vez más aprovechando su momentánea distracción, buscando las tijeras con la mirada, pero están demasiado lejos de mi alcance. Maldigo mi inutilidad y mis lesiones que me impiden levantarme de ésta silla. No me queda otra que continuar esperando, dejar que se confíe pensando que no soy más que un playboy inofensivo y esperar que, en algún momento, pueda alcanzar algo que utilizar para liberarme. Siempre y cuando consiga mantenerme vivo hasta entonces, lo cual, a la vista de los resultados obtenidos hasta ahora, parece cada vez menos probable.

Entonces, se arrodilla ante mí, forzando a abrirse a mis piernas muertas para acercarse más salvando el obstáculo que éstas ofrecían. Está cerca... demasiado cerca. El hedor de los productos químicos me azota, el roce de su cuerpo es como ácido sobre mi piel. En la posición en la que se encuentra podría haberle noqueado de varias maneras si aún conservara la movilidad de mis extremidades inferiores, pero la realidad es... que estoy indefenso.

El mareo y la náusea me embargan al ver la sonrisa desencajada y los ojos casi salidos de las órbitas escrutándome con intensidad.

Intento pensar, pero resulta cada vez más difícil. Noto el sudor corriendo por mi frente, haciendo que se corra el yodo que ha extendido por mi piel.

Al final todo se reduce a la misma única y agónica pregunta... ¿lo sabe?

Resulta irónico, porque, si no lo sabe, jamás podría permitir que se enterara, pues ello significaría poner en peligro a todos mis seres queridos. Pero, por otro lado, si supiera quién soy en realidad podría estar, hasta cierto punto, tranquilo, pues sé que así no es cómo querría derrotarme. Al menos en éso le conozco bien; su obsesión es con Batman, no con Bruce Wayne. Su deseo es derrotarme en pleno uso de mis facultades físicas y mentales. Joker no me mataría así, quebrado, indefenso y derrotado, maniatado en una silla miserable. ¿Dónde estaría la gracia de eso? En cambio, a Bruce Wayne... A Bruce Wayne podría destrozarle de las formas más aberrantes.

Pero no puedo saberlo... su actitud siempre es ambigua. Así que lo único que puedo hacer es atenerme al papel que me ha tocado jugar hasta que se confíe... o me mate. Lo que sea que suceda antes.

Al menos he podido ver a Selina por última vez... Aunque me destroza pensar que voy a morir sin haber tenido la ocasión de volver a reunirme con Alfred, Bárbara y Dick...

- Por favor... -mi voz se ahoga con su grito pero intento continuar una vez cesa-. ¿Qué... qué es lo que quiere de mí? Sé que no le interesa el dinero... Entonces... ¿qué? ¿Por... por qué estoy aquí?

Urge un cambio de estrategia. Enfurecerlo no ha salido bien. Necesito mantenerlo hablando, encontrar la manera de desviar la conversación hacia su egomanía y en las formas en la que Bruce Wayne podría resultarle útil. Mantenerlo, en definitiva, si no controlado, al menos calmado.

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MensajeTema: Re: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime3rd Septiembre 2023, 20:36

Bruce Wayne, presa de un pánico mayor que el que sufren quienes tienen la certeza de que van a danzar con la muerte, hace sus preguntas en un intento por comprender... pero el Príncipe Payaso del Crímen está lejos de ese escenario, que parece encogerse a cada eco de sus propias carcajadas. Su mente se llena de impulsos eléctricos que corren con la aleatoriedad con que dispara las pequeñas briznas brillantes de papel un cañón de confeti. En ese precioso instante de sorpresa, llevado por el caos, los colores, la belleza de algo inesperado y aleatorio, ha encontrado un primer paso.

Sacar al temeroso Playboy de su aburrida miseria.

¿No se hizo para eso la Comedia?

Con virulentos movimientos, se arranca el uniforme de enfermera, dispuesto a ponerse algo más apropiado para la ocasión. Sus rasgadas vestiduras caen sobre las piernas inertes del millonario, permitiendo al hombre inmovilizado observar por un instante su cuerpo.

Batman conoce su estructura de manera íntima. Ambos lo saben. Más de lo que el murciélago estaría dispuesto a reconocer. La conoce por que la ha castigado en una infinidad de ocasiones, en cada uno de sus encuentros. Cada centímetro de él ha sido golpeado, magullado, perforado, aplastado, roto. Cada uno de los relieves, fisuras y marcas de su cuerpo son un constante recordatorio de lo que le ha hecho el murciélago.

Todas salvo una.

Bruce Wayne tiene la oportunidad de verla. Una inmensa cicatriz que recorre su hombro derecho, desciende sobre el homóplato, se eleva por el cuello hasta su oreja. Una cicatriz antinatural, sin marcas de puntos de sutura, tan monstruosa como la psique del "hombre" que la porta.

Una a la que no parece posible que un mero mortal pueda ser capaz de sobrevivir.

Pero contra todo pronóstico, está ahí. Como lo está él, en ese imposible desarrollo de acontecimientos. En ese improbable escenario. Con el único ser en la tierra al que tal vez, ni el mejor detective del mundo sea capaz de desentrañar.

Parece haber ignorado su pregunta, pero se detiene en seco, antes de perderse de nuevo a través de una de las falsas portezuelas de la guarida.

- Está aqui, Wayne, para lo mismo mismíto que estamos todos...- sugiere su voz, dotada de pronto de un escalofriante timbre cantarín. Se gira lo justo para mirar sobre su hombro, mostrando una sonrisa que podría jurar, es la mas grande que nadie le haya visto jamás. - ... Entender el chiste.

La luz se apaga tras su marcha, con un dramático chasquido que lo sume todo en la oscuridad.

[----]

El periodo de tiempo que pasa es indeterminado para el cautivo. Indefinido, sólo calculable a través de la neblina de conciencia y el dolor. Cuando la luz vuelve, tan incisiva que le hace arder la retina, obligándole a cerrar los ojos, su cuerpo cede hacia atrás con violencia. Cae sobre sus brazos al tocar tierra, aquejando sus hombros con un dolor sordo, antes de que su vista pueda adecuarse a la luz que escuece como ascuas.

Cae sobre él, impoluto y fragante con un aroma que para el murciélago es familiar. Los químicos en su piel son difíciles de disimular, incluso bajo el maquillaje, el talco y el perfume. Su maquillaje, su peinado, incluso el traje. Entre toda la confusión percibe el efecto del almidón. Introduce su mano en el interior de la chaqueta, y por un breve instante, tal vez acabe.

Y la perspectiva de la muerte se colorea con un toque extravagante de alivio.

Pero no es una pistola lo que saca del bolsillo interior de su chaqueta, si no un vial de un líquido verdoso y desconocido. Uno que con premura, inyecta en una jeringuilla, antes de perforarle en el cuello con ella, sin ceremonia.

- Coja fuerzas, Señor Wayne. - la risa se golpea contra sus dientes, como si fuese un bien preciado que reservar para el momento oportuno. - Esta será una noche de tíos memorable.

[----]

La sensación de que el cuerpo se aligera, hace que el resto de imágenes se convierta en un espejismo volátil. Fugaz. Recuerda una agradable sensación en la cara. El aroma viciado que en las noches de vigilancia está tan naturalizado para él como el dolor. El hedor de una ciudad podrida. Su ciudad podrida. El aire frío en la cara. Farolas, a toda velocidad. Bocinas, y crujir de ruedas, y luces de colores. Tal vez sirenas de pilicia. Neones de los burdeles, o los clubes más finos de la ciudad. Nada se puede saber con certeza cuando un cuerpo magullado trata de recuperarse de un pacífico abrazo narcótico.

Los pequeños escenarios tienen sus encantos y sus beneficios. Aunque tardara más de lo que había pensado, incluso con las luces encendidas sobre el entarimado, el Payaso es capaz de percibir los cabeceos que desvelan que la droga está dejando de hacer efecto. Pronto su conciencia estará allí de nuevo. El está por completo en su elemento. Ningún artista, por famoso que llegue a ser, olvida jamás sus orígenes. Esos hermosos comienzos que le llevaron a ser quien és.

Las carcajadas siguen sonando con cada remate. Sus hombres mantienen las puertas cerradas y a todos los afortunados en sus respectivos asientos. En algún lugar del local ya se ha vertido la sangre. Todos sus secuaces tienen puestas sus máscaras protectoras. Preferiría no tener que recurrir al gas, pero nunca se sabe cuándo te enfrentarás a un público difícil. A su izquierda, a su derecha, decenas de personas se mantienen espectantes a su siguiente chiste.

Y como un auténtico profesional, Joker se dispone a continuar con esa fantástica rutina improvisada.

- ...así que un murciélago entra en un bar, y el barman le dice "Aquí no servimos a los de tu calaña", "¿Ah, no?", y el barman responde "Na na na na na na na na"

Carcajadas. Resuenan tan alto que le duelen. Le reververan en el interior de su maltrecha cabeza, como si no fueran a acabarse nunca. Entonces se percata de la barra luminiscente que brilla en un lateral del escenario. Su color oscila en el dorado y el azul, pero en un desdichado momento, varias de las personas presentes necesitan detenerse. Retomar el aliento. Respirar por su vidas. Cuando el medidor se acerca al verde, un sutil pitido se extiende por la sala. Las risas retornan. Más salvajes. Mas fuertes. Desquiciadas. Los rostros están desencajados. Cubiertos de lágrimas.

- ¿Os habíais dado cuenta de que Batman dá mucho mas miedo que el espantapájaros, y sin embargo, él siempre está rodeado de "Robins"?-

Las risas no cesan.

Ninguna de ellas es real.

No se debe al gas, de eso está seguro.

Sin embargo, cada vez que un chiste finaliza, otro comienza, y siempre, siempre, está rematado de carcajadas.

El Joker, sobre el escenario, parece resplandecer de pura alegría.

Ninguno de ellos entiende el chiste en ese retorcido club de la comedia...

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"¿No entiendes que la vida no es más que un gran gag? ¿¡Entonces porqué no te ríes?!"

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MensajeTema: Re: ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne)   ¡Silencio! Se rueda...(Bruce Wayne) Icon_minitime10th Septiembre 2023, 03:10

Este Joker no es mi Joker. Nunca he luchado contra él. Por si no fuera poco recordatorio el hecho de que el hombre que tengo ante mí aún respira... para desgracia de muchos... Las heridas y cicatrices que surcan su cuerpo no me son familiares. No he sido yo quien se las ha infringido, y, sin embargo, sé que así ha sido... Porque reconozco mi estilo de lucha, y reconozco los bajos instintos y emociones que éste monstruo provoca en mí. Es el único ser sobre la Tierra que ha conseguido hacer que me cuestione mis principios, mi moralidad. El único ser de la Tierra que ha estado a punto de hacerme caer más veces de las que me gustaría admitir...

Camino permanentemente al borde de una línea... Una línea que no debe ser cruzada.

Porque si lo hiciera... Si me dejara llevar por la corriente... Sé que no podría encontrar el camino de regreso.

Porque... Dios me perdone... Lo deseo tanto que no podría parar...

La espantosa cicatriz que le recorre hombro, cuello y clavícula no genera en mí más que interés científico. No podría importarme menos lo que le suceda a éste monstruo. La gente se esfuerza, día a día, para poder vivir, para darle un futuro a sus hijos. Lo sacrifican todo para construir un santuario, un refugio seguro para sus seres queridos...

...Sólo para que el Diablo aparezca bailando en sus puertas, derribando sus muros...

No, no podría importarme menos lo que le ocurra... salvo porque, con semejante herida, no podría seguir vivo... Si no fuera porque ya le vi morir una vez... Pensaría... pensaría... Es como... Como si una locura de ésta envergadura no pudiera realmente morir... Como si estuviera condenado a continuar volviendo una y otra vez... Para destruir todo cuanto es bueno y decente... Para corromper todo cuanto es inocente...

¿Acaso no es lo que ha pasado? Estaba muerto... Lo estaba... Superman le arrancó el corazón. Y ahora me encuentro prisionero e indefenso en su sótano...

Pero si éso es así... Si su locura... su maldad... Si no puede realmente morir... Tiene que haber un guardián de los lugares seguros... de los lugares sagrados... Para mantenerle a él fuera...

Ése... ése... debería ser yo...

Debería...

He fracasado...

Oscuridad...


Y luego, otra vez luz... y dolor... ¿Cuántas horas han pasado ya? ¿Cuántos días?

Control...

Control...

Lo intento con todas mis fuerzas, pero se vuelve muy difícil cuando le siento sobre mí.

Atado. Impotente. No puedo defenderme. No puedo apartarle.

Me fuerzo a abrir los ojos, afrontar mis miedos.

Ya miré una vez de frente a un rostro como el suyo. Ojos malévolos. Sonrisa arrogante.

Era sólo un niño, y vi cómo ese rostro destruía todo cuanto alguna vez amé.


No te tengo miedo, monstruo.


Guardián de los lugares seguros...

La línea que no debe ser cruzada.

Control...

No puedo perder el control...

De lo contrario... me ahogaré...


Intento pensar... Repaso en mi mente una lista con todas las sustancias de colores similares que conozco.

¿La Toxina? ¿Metadona? ¿Kratom? ¿Arsénico? ¿Veneno?


Estoy demasiado cansado, el dolor me impide pensar, y de todos modos tampoco me concede el tiempo para ello...

Un instante, tan sólo un instante...

Y la oscuridad me lleva de nuevo...


Narcótico. La respuesta me llega más tarde, conforme las confusas imágenes, olores y sonidos van bombardeando desordenadamente mis sentidos adormecidos. No es la primera vez que me drogan de ésta forma, así que estoy familiarizado con los efectos, pero, aún así, no consigo hilar cómo exactamente he llegado hasta aquí. Tampoco reconozco el lugar, pero sí al monstruo que se pavonea sobre el escenario, fingiendo ser humano.

Distingo de inmediato las máscaras de gas, y la sensación de alarma y peligro es tan intensa que se abre paso por entre las brumas del aturdimiento como las luces de un carguero en el puerto londinense.

No, no, no...

Mi mirada, frenética, continúa analizando el escenario y la situación. Descubro la barra medidora de la intensidad de sonido casi al momento y no me cuesta nada entender lo que está ocurriendo.

Lo que va a suceder.

No, no, no...

El guardián... el guardián de los lugares seguros...

¡No!

Sé lo que va a pasar, lo sé, le conozco demasiado bien.

Y, de inmediato, todas las piezas empiezan a encajar en su sitio. Las dudas se disipan.


Debió de ser después de nuestro segundo enfrentamiento, más o menos... Antes de lo de Jason... Encontré una de sus cartas en la batcueva. Asumí que debería de haberse caído del batboat porque la idea de que hubiera podido entrar conmigo, indetectable bajo el agua durante tanto tiempo sin ahogarse me parecía absurda...

Así que quise creerlo y me autoengañé.

Cuando asesinó a Jason me dijo que había podido atar los cabos... Y yo no quise creerlo porque ningún loco podría realizar una deducción coherente.

Incluso seguí autoengañándome cuando me lo encontré en las Naciones Unidas como Bruce Wayne y se me quedó mirando antes de estallar en carcajadas.

No quería creerlo.

Porque la perspectiva, de no ser así, era demasiado aterradora, tanto que me habría sido imposible volver a conciliar el sueño pensando en todas las atrocidades a las que estarían expuestos mis seres queridos.

Pero nunca me atacó o mostró interés alguno en Bruce Wayne, y eso me permitió continuar autoengañándome a pesar de las continuas pistas e indicios que iban sugiriendo lo contrario a lo largo de los años.

Dicen que soy el mejor detective del mundo, pero la pista más evidente pasará inadvertida ante quien se niegue a contemplarla.

Sin embargo, todo ésto, toda ésta pantomima... ha sido cuidadosamente planificada únicamente para mí.


Noche de tíos. Es lo que lleva repitiéndome una y otra vez desde mi secuestro.


Nunca antes había mostrado interés en Bruce Wayne.

Y, sin embargo, de alguna manera, todo ésto parece haber sido dispuesto para mí.

A Joker no le interesa Bruce Wayne. Joker sólo utilizaría a Bruce Wayne para conseguir algo, o para asestarle un golpe a Batman considerando todo el bien que la Fundación Wayne ha hecho por su ciudad. Bruce Wayne estaría sentado con el resto del público, viéndose obligado a reírse como todos los demás para hacer sufrir a Batman.

Bruce Wayne sería la víctima, no el objetivo del juego. No malgastaría su tiempo con alguien tan insulso como él.

Y, sin embargo, estoy esposado a una silla, del tipo que se suele encontrar en los bares, flanqueado por dos matones. Puedo notar que el Joker ha esperado hasta que estaba más o menos consciente antes de comenzar su show.

Éste espectáculo es para mí.

Quiere hacerme sufrir a mí.

Lo sabe. Lo sabe.

Y yo lo sabía también y he escogido no verlo.

Y ahora toda ésta gente va a morir por mi culpa.


No. No.

Hace falta un guardián. Un guardián de los lugares seguros.

Y ése guardián soy yo.


Ideo un plan rápido. Un plan desesperado. No hay mucho que pueda hacer. Estoy paralítico, desarmado, esposado y rodeado. Pero tengo que intentarlo, no puedo sencillamente esperar a que suceda lo que sé que va a suceder. No puedo quedarme de brazos cruzados.

El teatro es un lugar pequeño. Eso quiere decir que con toda probabilidad estará dentro de la ciudad, no en las afueras. ¿Es posible que Joker haya podido tomar el lugar sin llamar la atención de nadie? Se puede decir muchas cosas del Payaso Príncipe del crimen, pero la discreción no es una de ellas. Necesito hacer algo para llamar la atención de fuera. Un ruido lo suficientemente fuerte como para alarmar a los vecinos. Lo único que necesito es que alguien llame a la policía.

Lo único que necesito es control.

Miro fijamente el medidor de sonido que registra el volumen de decibelios en la sala, espero hasta que el color alcanza los patrones cálidos y doy un tirón brusco a las esposas. Conozco éste tipo de sillas, no son particularmente fuertes. Los matones que me vigilan están pendientes del desarrollo de acontecimientos entre el escenario y el público. No piensan que un lisiado esposado pueda suponer ningún problema. No me prestan atención. El color vuelve a rozar los rojos y doy un nuevo tirón a las esposas. Repito el movimiento una y otra vez, ignorando la mordedura del metal sobre la carne y la calidez pegajosa que se extiende por las manos.

Ignorando el dolor.

La fina barra de metal está empezando a deformarse, así que redoblo mis esfuerzos hasta que la noto aflojar y soltarse. Un último tirón... Un último tirón y habré conseguido soltar la mano derecha. La barra izquierda aún resiste. No importa. No necesito más.

Espero al momento adecuado, y, al tiempo que destino las últimas fuerzas que me quedan en separar la barra de la base y liberar la mano diestra, aprovecho el impulso para dejarme caer sobre el secuaz que tengo en ese lado, utilizando la sorpresa para arrebatarle la pistola. Apunto al extintor de incendios y disparo.


Las explosiones se producen por un cambio repentino de presión. Puede suceder por dos razones principales: porque se produzca una reacción físicoquímica que hace que se desprenda una gran cantidad de energía en poco tiempo y esa energía calienta el material circundante creando un aumento brusco en la presión; o porque ya existe esa diferencia de presión pero está mantenida por una barrera que es eliminada.

El anhídrido carbónico es un material inerte que no provoca reacción química exotérmica, pero es un gas a presión, por lo que, si se destruye la envoltura que lo mantiene, puede llegar a explotar, como así sucede.

No puede arder, pero no es lo que busco. No haría nada que pudiera poner a ésta gente en un peligro mayor del que ya están. Lo único que busco es el ruido, un ruido ensordecedor que debe de haberse escuchado fuera. Un ruido que, quizás, alertará a alguien para llamar a la policía. Un ruido que, momentáneamente, provoca el caos y el desconcierto en la sala mientras la gente intenta comprender qué acaba de pasar. Si se ha disparado un arma. Si una bomba ha explotado.

El suficiente caos y desconcierto como para matar a alguien.

Mi pistola se mueve hasta apuntar a Joker.


Camino permanentemente al borde de una línea... Una línea que no debe ser cruzada.


El Joker es el único ser sobre la faz de la Tierra que ha estado a punto de hacerme caer a la corriente, más de una vez.

Y en ésta ocasión no hay nadie que me detenga.


Miro su cara.


La misma cara que Bárbara encontró al abrir la puerta.

La misma cara que la esposa de Jim vio al soltar la pistola para recoger al bebé que caía.

La cara que Jason se vio obligado a contemplar mientras la llave inglesa caía sobre él una... y otra... y otra vez...


La cara que Superman estaba mirando cuando le arrancó el corazón.


Superman. El más humano de todos nosotros. Siempre fue infinitamente mejor que yo. Y se volvió un monstruo.

¿En qué me convertiría yo?


Cuando estaba en la India, combatiendo a los demonios de la invasión, me topé con uno capaz de acceder a los secretos de mi corazón. Nunca olvidaré lo que me dijo:

- Te pareces a nosotros... Caballero Oscuro... ¿Alguna vez te has preguntado por qué vistes como un demonio? ¿Por qué te esfuerzas tanto por asustar a la gente? ¿Por qué sientes ese impulso irrefrenable de hacer daño? Es porque perteneces a la oscuridad. Eres sólo un asesino que se niega a reconocerlo, y lo sabes...

Lo deseaba. Lo deseaba tanto... Y sería increíblemente sencillo empezar por el Joker. Increíblemente justificado hacerlo en aquella situación. Y nadie podría echármelo en cara, ¿verdad? Estaría salvando a toda aquella gente. Pero la corriente me llevaría... Y ya no encontraría el camino de regreso. No sabría... no querría parar. ¿Cuándo dejaría de estar justificado? ¿Cuándo pasaría a convertirme en el hombre que asesinó a mis padres?

Y quienes me conocen sabrían que no está justificado, porque nunca lo está. Puedo imaginar perfectamente la cara de decepción de Dick. Él, que murió por defender mis ideales ante Superman...

En un parpadeo, la pistola ya no apunta al Joker. Me apunta a mí. A la sien, un tiro seguro.

- Si alguien hace el menor movimiento, aprieto el gatillo. Si alguien se mueve o tose tan siquiera en mi dirección, aprieto el gatillo. Si toda ésta gente no empieza a evacuar el local en menos de dos segundos, aprieto el gatillo. Ésto es entre tú y yo. Deja que ésta gente se vaya, sana y salva, y podrás hacer conmigo lo que quieras. Te doy mi palabra.

Mi mirada continúa fija en la del Joker. Con esa mirada le digo que sé que lo sabe, y que no está equivocado. Le hago saber, sin ningún género de duda, que voy completamente en serio porque así es. No tengo opciones. Soy un hombre paralítico, prisionero, desarmado e impotente. La Selina de éste universo no me reconoce. Según me dijo Bárbara, cuando rescataron a Dick de Poison Ivy no me recordaba, y tanto para ella como para Alfred no soy más que una serie de comandos en un ordenador. Clark me dijo una vez que sería capaz de localizar el latido de mi corazón en cualquier parte. Que si alguna vez le necesitaba sólo tenía que llamarle... Pero Superman no existe en éste universo, así que estoy sólo. Si ahora desaparezco no significará nada para nadie, y, en cambio, puedo salvar a decenas de personas sin arriesgar mi alma. Nunca permitiría que les pasara nada, y, si para ello tengo que morir, lo acepto sin dudarlo.

Tengo que creer que tengo razón. Joker es impredecible en prácticamente todo, pero si algo se ha mantenido estable a lo largo de los años ha sido su interés por mantenerme vivo. Si sabe quién soy en realidad... Y no me queda más remedio que creer que así es... No querrá que muera ahora, porque si muero antes de que haya acabado la función le habré arruinado el chiste. Le conozco bien. Joker no mata porque sí, sólo lo hace cuando su mente enferma considera que es divertido. Si le arruino el chiste, si su público desaparece, no tendrá motivos para continuar el espectáculo y hay altas posibilidades de que les permita marchar.  

Empiezo a presionar el gatillo.

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