SECRET SANTA 2020

Gwen se despertó con el ruido irritante de la alarma del despertador, con un suave manotazo la apagó. Extrañada se giró hacia el otro lado de su cama de matrimonio para ver como su marido había desaparecido sin decirle nada, era bastante inusual contando con que era el más dormilón de los dos y al que más le gustaba darle “mimos”, el instinto de alerta que había desarrollado años atrás en su época como vigilante le decían que no bajase la guardia.

El olor tostado de galletas hizo que se dirigiese hacia la acogedora cocina de su casa de dos plantas, no pudiendo suspirar aliviada al ver la figura de su esposo en pijama a juego con un delantal de “Kiss the cook” sacaba del horno una remesa de galletas recién hechas.

-Buenos días dormilona, acabamos de hacer tus favoritas-le sonrió el moreno mientras dejaba reposar la bandeja en la mesa y se acercaba a su esposa dándole un suave beso en los labios. Su gesto afectivo fue interrumpido por la rápida embestida de sus dos pequeños hijos que casi la tumban.

-Sarah, Peter, ¿qué os dije sobre correr por todos lados?-les intentó regañar su padre sin poder ocultar la sonrisa mientras les revolvía su cabello rubio y moreno. Sarah era la mayor de los dos, teniendo 5 años y una cabellera morena heredada de su padre pero con el azul característico de su madre; mientras que Peter tan solo tenía 3 años, siendo un calco a Sahwn de niño quitando su revoltoso pelo rubio.

-No es justo que solo tu tengas premio papá, nosotros también ayudamos con las galletas-dijo la mayor haciendo un puchero mientras Peter cabeceaba mostrando su apoyo.

Gwen cortó a los dos dándoles un fuerte abrazo que culminó con un ataque de cosquillas que dejó muertos de risa a sus retoños. La mujer aún no creía la suerte que ha tenido con su familia: después de salir durante un par de años con Shawn, decidieron casarse y fundar su propia empresa de bioquímica que actualmente era puntera en la industria, consiguiendo importantes logros como la cura al cáncer de su parej, lo que implicó apartar por fin a Savage de sus vidas. Poco tiempo después fueron bendecidos con el nacimiento de sus dos hijos, los cuales eran los soles que alegraban sus días.

-¿Podemos abrir ya los regalos?-rogó Peter echando una mirada desesperada mientras se agarraba al pantalón del pijama de su madre.

-Aún falta el abuelo-recordó Shawn para ser interrumpido por el timbre de la puerta. -Hablando del demonio-se rió mientras abría la puerta para dejar pasar a la envejecida figura del capitán Stacy, ya bastante canoso y un poco enchepado.

-Aún no entiendo como seguís viviendo en una casa tan a las afueras teniendo el dinero para pillaros un apartamento en el centro-comenzó a quejarse a su yerno. Aunque su relación había mejorado con los años, aún seguía habiendo una tensión latente desde que Shawn le pidió la mano de su hija. Pero rápidamente su ceño fruncido fue sustituido por una sonrisa de oreja al ver como sus nietos iban corriendo a abrazarle, gesto que recibió con los brazos abiertos, dándoles un fuerte apretón para elevarlos y dar un par de vueltas con ellos por el aire.

-Abuelo mira cuantos regalos nos ha traído Santa Klaus-ambos niños lo arrastraron por las mangas hacia el gran árbol de navidad repleto de regalos que coronaba el centro del salón.

Gwen no sabía porqué, pero un par de lágrimas se le escaparon al ver la bonita estampa familiar, siendo rápidamente secadas por el pulgar de Shawn mientras la abrazaba por detrás.

-Una pena lo de Savage eh-soltó a su oído provocando que la mujer se girase extrañada mirando a los ojos a su esposo. ¿Qué le pasaba a Savage? De repente su cabeza hizo un “click”, ¿cómo demonios su padre seguía vivo? Desesperada comenzó a mirar alrededor para ver como poco a poco todo iba desapareciendo en un densa niebla roja. Gwen iba a saltar hacia sus hijos cuando un fuerte agarre en su brazo la detuvo, girándose a tiempo para ver como la figura de Shawn era cubierta por el simbionte, el cual con una sonrisa ladina abrió su descomunal boca y lanzó un gran mordisco en su dirección.

-AHHH-gritó Gwen levantándose bruscamente de la cama mientras un gran sudor frío recorría todo su cuerpo.

-Otra jodida pesadilla-suspiró mientras se levantaba con una gran camiseta de su banda que le cubría hasta casi las rodillas. Casi se había olvidado de su vida de mierda.

Abriendo la puerta de su nuevo y lujoso apartamento, rodó los ojos al ver el pobre intento de decoración cutre que su obligado compañero de piso había montado.

-Em...buenos días y feliz navidad-se escuchó la vacilante voz de Shawn desde la cocina, yendo en su dirección con un plato de tortitas un poco quemadas.

-Te hice esto aunque no sé si serán muy comestibles-se rascó la nuca con nerviosismo para recibir otra mirada fría por parte de la rubia que apartó el plato de su vista con un mano, abriendo la nevera para comenzar a beber de un cartón de leche directamente.

Esa “guerra fría” de palabras había sido el pan de cada día desde que el Gobierno había obligado a la pareja a vivir juntos para tener un control estable del simbionte que Gwen había recibido hace poco.

Un poco decepcionado por seguir así, Shawn se fue del apartamentopara despejarse, dejando a la rubia sola. Aburrida y hambrienta, finalmente se aseguró de que el moreno se había ido para comer un par de sus tortitas. Tenía que reconocer que no eran tan malas.

Siguiendo su recorrido por el salón, notó un pequeño regalo envuelto en papel rosa que ponía: “Para Gwen”. Extrañada, lo abrió sin mucho decoro para quedarse atónita al ver los dos pases para el congreso de Bioquímica convertidos en una especie de collar con tapa, estando una foto de cada uno en cada lado. A su vez, dentro del envoltorio del regalo había una pequeña foto enmarcada de ella de joven posando feliz con su padre.

No pudiendo evitar soltar una lágrima, Gwen notó como se caía un mechero de lo que quedaba del maltratado envoltorio junto a una notita:

-”Feliz navidad, te quiero, Shawn” PD: El mechero es por si acaso se te va de madre en mi ausencia. Se le escapó una risita con esto último.

-Quizás tenga que comenzar a hablarle-pensó mientras cogía la foto de su padre y ella y la colocaba en la mesilla de su habitación y veía por la ventana como la nieve comenzaba a inundar las ajetreadas calles de Nueva York.

Bruce siempre hacía lo mismo ¿Cuántas veces se había lanzado al peligro sin dudarlo? Sólo por protegerme del peligro, cómo un muro infranqueable que podía aguantar golpes, disparos y cuchilladas con tal de impedir que una vida más se perdiera por su culpa, el muy cabrón me había vuelto a engañar, me había dejado de lado de nuevo para lanzarse él sólo al peligro ¿Para que quería un compañero si no era capaz de confiar en mí?

El pequeño helicóptero iba a marchas forzadas, lo estaba poniendo a máxima potencia pero ese vehículo no estaba hecho para desplazarse a grandes velocidades, y ahora eso era justo lo que necesitaba…Unos cuantos kilómetros de terreno desértico me separaban del almacén en el que Bruce y yo habíamos localizado el centro de operaciones del Joker en Etiopía, después de dejar al comisario Gordon en silla de ruedas y torturar a Barbara durante horas el payaso había perdido gran parte de sus ingresos después de ser encerrado en Arkham y se estaba lucrando traficando con medicamentos.

Después de un arduo trabajo de investigación habíamos logrado localizar su centro de operaciones y…Un disparo, otro disparo, esta vez en la hélice del vehículo que empezó a descender y perder altura, conseguí hacerlo aterrizar a marchas forzadas, abajo me esperaban dos camiones y 4 tipos armados, por desgracia para ellos estaba de muy mala leche y no tenía tiempo, no tuve miramientos, a los dos minutos estaban inconsciente en el suelo sangrando y yo me llevaba uno de los camiones a toda velocidad.

Ya empezaba a vislumbrar el almacén a lo lejos, pude ver en la distancia un Jeep que abandonaba el lugar, me fijé en quienes ocupaban el vehículo, uno de ellos lo habría reconocido en cualquier lugar, riendo cómo un loco, ahí estaba, el Joker…Por un momento mi mente pensó en seguirle, darle caza y detenerlo, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo, si el Joker se estaba marchando ¿Dónde estaba Batman? El motor rugió cuando pulsé el acelerador a fondo, el cuentarrevoluciones estaba a 5000 RPM, bajé del vehículo cuando estaba a unos 100 metros y empecé a correr.

Por un segundo el tiempo (y mi corazón) se detuvieron cuando el almacén se iluminó en llamas anaranjadas y saltó por los aires, la fuerza de la explosión me arrojó contra la arena del desierto, por unos segundos me quedé embobado sin saber bien que ocurría mientras un pitido me cruzaba del oído izquierdo al derecho, estaba desubicado…Miré el camión y luego el amasijo de hierro y trozos de cemento que ardía delante de mí: - Bruce…- Murmuré mientras miraba a mi alrededor, me puse en pie y empecé a correr desesperadamente: - ¡BRUCE! – Notaba el calor en mi cuerpo, mi uniforme de Robin tenía muchas virtudes, pero cubrir mi cuerpo no era precisamente una de ellas, notaba el ardor, el fuego, mi piel se enrojecía, pero nada de eso importaba, solo importaba…Dios, esperaba equivocarme.

Avancé rápidamente por el lugar en llamas, apartando escombros mientras gritaba su nombre: - ¡BRUCE! ¡BRUCE! ¿ME OYES? Por favor responde…Por f…- Un ruido a un par de metros de mí me puso en alerta, era una especie de jadeo, ahogado y débil, sonaba debajo de una plancha metálica que había tirada en el suelo, estaba chamuscada y negruzca: - No…Por Dios no… - Corrí hacia el lugar y levanté la plancha sin dudarlo, las manos me quemaban, el metal estaba ardiendo, noté cómo mi piel bajo los guantes se irritaba y dolía, sentía la sangre fresca empapando mis palmas mientras usaba todas mis fuerzas para levantar la plancha y desplazarla.

Cuando lo hice vi con horror cómo Batman, el héroe invencible que tantas veces había engañado a la muerto y derrotado a enemigos de todo tipo, yacía en el suelo boca arriba, a duras penas respirando con todas sus fuerzas por la boca, su traje estaba destrozado, tenía media cara al descubierto, aunque estaba quemada y manchada de sangre: - J-J-Jassss…- Apenas podía hablar, yo por mi lado notaba un nudo en el estómago que se retorcía y se apretaba con violencia, luche por contener las lágrimas mientras hacía lo que podía para arrastrar sus más de cien kilogramos fuera del lugar, intentando encontrar un lugar que estuviera más despejado para intentar que respirara mejor, caí de rodillas en la arena a su lado: - Bruce…- Él estiró su mano hacía mí, su enorme y poderosa mano que ahora temblaba para mantenerse levantada, se la cogí entre las mías y le apreté, le miré a los ojos mientras notaba humedecerse los míos:

-H-Hijjjjoooo…- Me sonrió, yo le devolví la sonrisa y rompí a llorar mientras su mano se ponía rígida y cerraba los ojos, aún con una sonrisa en los labios, abracé su cuerpo que empezaba a enfriarse, mi pecho se manchó de su sangre: - No…No, no, no, no…Bruce por favor…- Me costaba respirar, me costaba pensar, en esos momentos no era Robin, no era Jason Todd, sólo un niño asustado, un niño que no sabía que tenía que hacer, un niño que lo había perdido todo otra vez, hoy había muerto un hombre bueno, se había producido una muerte en la familia.

Me puse en pie cargando a duras penas el cuerpo de Bruce entre mis brazos, sus cien kilogramos eran difíciles de mover, pero eso no era lo más pesado que cargaba ahora mismo, aún no lo sabía, pero la culpa me acompañaría hasta el último de mis días…Caminé torpemente por la arena mientras mi cuerpo temblaba debido al esfuerzo y a la tensión, mi cara, húmeda de las lágrimas y sucias se mantenía mirando al frente, no quería observar al hombre que cargaba entre brazos…Mi padre estaba muerto.

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-¡Eh Robin! ¿Te he contado este? Un murciélago va volando y…- El Joker no pudo continuar su chiste, un puñetazo directo a la mandíbula le hizo callar, el tipo aguantaba bien el dolor,eso se lo tenía que conceder, llevaba dos horas maniatado a una silla recibiendo golpes y su única respuesta a mi tortura eran sus estúpidos chistes: - Oh ¿Ya lo sabías? – Rompió a reír, pero yo le ignoré, después de tantos días rastreando a ese ser asqueroso…Mis manos repasaron los instrumentos que había traído para mi tarea, unos alicates, unas agujas quirúrgicas, una palanca de hierro y un pequeño puñal:

-Oye ¿Saben tus padres que estás aquí? HA HA HA – Otra vez…Golpeé la mesa con el puño: - Cállate. – Cogí la palanca de hierro y me giré hacia él, me quité mi máscara de Robin, esto necesitaba hacerlo sin máscaras, mirando a ese ser miserable a los ojos:

-Me llamo Jason Todd… - Le lancé un golpe con la barra directo a las costillas, pude oír cómo alguna se fracturaba, pero el muy desgraciado me respondió riendo fuerte ¿De verdad estaba disfrutando con la situación? - …Tú mataste a mi padre…- Dos golpes más, uno en el hombro izquierdo y otro en la rodilla, el payaso tenía el rostro amoratado de los puñetazos que le había dado, levanté la barra para asestar el último golpe, directo en la cabeza:

- ¡E-Espera! ¡Espera! Por favor ¿Quieres saber cuáles fueron las últimas palabras de Batman…? – El Joker me miró, con su estúpida sonrisa, me quedé quieto, dándole margen de tiempo para responder, el despegó los labios mientras me miraba a los ojos: - ¡BOOM!  HA HA HA HA H…- Su risa se vio interrumpida por el impacto del metal incrustándose en su cráneo, pero no me bastó con eso, lo golpeé una, y otra, y otra, y otra vez, destrocé sin piedad la cabeza del payaso hasta que no fue más que un amasijo de sangre y carne aplastada y deforme, y aún así, esa estúpida sonrisa…Miré mi obra y luego el arma con la que la había perpetrado, había roto la norma más sagrada de Bruce, todo lo que su legado significaba ¿Me sentía mal por ello? Miré de nuevo el cadáver del Joker (Aunque el muy desgraciado ya no era reconocible), con este acto acababa de salvar incontables vidas, futuras víctimas…La respuesta era no, no me arrepentía.

¿Y por qué parar ahí? El Joker solo era el principio…Si quería salvar esta ciudad, si de verdad quería que la muerte de Bruce sirviera de algo…Debía convertirme en algo más, en algo diferente, Robin moriría esta noche junto con el Joker, tomaría una nueva identidad, un nuevo rostro con el que castigar a los criminales…Miré el cadáver del Joker, su rostro destrozado y empapado en sangre y sonreí: - Capucha roja…- Murmuré mientras empezaba a quitarme mi uniforme de Robin, admirando fijamente mi obra.