[Minievento WWD] The Mothman Prophecies (Bart Allen) [10/04/2019)

Era la noche de la inauguración del "Reflejos", la discoteca más moderna y atractiva de Central City, y en la entrada se apiñaban decenas de jóvenes y adolescentes deseosos de atravesar sus puertas. Entre ellos se encontraban Bart Allen y su querida amiga Carol Bucklen.

- ¡Qué ganas tenía de venir! -le dijo ella en confidencia-. ¿Conseguiré que bailes conmigo hoy, Bart? -añadió en tono de broma poniéndole la mano en el brazo-. ¡Hey, ya han abierto las puertas! ¡Vamos!


Por fuera tenía un aspecto muy cool, imitando la arquitectura de una vieja catedral de nave rectangular, pero por dentro era una verdadera pasada, ya que todo, desde las vidrieras que componían el techo y las paredes, hasta los resplandecientes suelos e incluso las mesas, estaba hecho de espejos multifacetados sobre los que resplandecían los focos creando un verdadero espectáculo multicolor y psicodélico acompañando los ritmos tecno punk que vibraban a través de los altavoces.

La gente bailaba totalmente enfervorecida, como si estuvieran sumidos en alguna especie de delirio fruto de las drogas. Era vigorizante, embriagador, y pronto Bart notó que sus pies se movían solos hacia la pista de baile. Conforme iba aumentando el ritmo, más y más rápido, los demás bailarines a su alrededor parecían aminorar el suyo, hasta dar la impresión que se movían a cámara lenta. Desde más allá de la pista, Carol se llevó dos dedos a los labios y emitió un silbido de admiración, agitando los brazos para llamar su atención.

- ¡Yuhuuuuu! ¡Bravo, Bart! ¡Eres un bailarín fantástico! ¡Sigue así!

Y Bart siguió... pero no por deseo propio, sino porque no era capaz de parar; sus pies no le obedecían. Repentinamente, el ritmo a su alrededor se reanudó, y la gente volvió a moverse a velocidad normal al son de la música, pero nadie parecía notar el vertiginoso ritmo que llevaba el castaño, imposible de seguir a simple vista. Los frenéticos pasos de baile le iban acercando cada vez más a la inmensa bola de espejos que había en el centro de la sala. Con horror, Bart pudo notar cómo la gran esfera le llamaba, atrayéndole, arrastrándole hacia sí sin que pudiera hacer nada para evitarlo... Una fuerza más poderosa que cualquier ley natural, le atrajo, haciéndole volar por los aires en dirección a la esfera hasta que fue, literalmente, absorbido en su interior con un desagradable sonido de succión.

Inicialmente no pasó nada... Hasta que Bart se puso de pie en aquella especie de limbo plateado y, al girarse, comprobó que se encontraba prisionero dentro de la gran bola de espejos. Se asomó a una de sus múltiples facetas y pudo ver a Carol bailando junto con el resto de la multitud, ajena a todo, como si no se hubiera dado cuenta de su desaparición. Desesperado, Bart aporreó el cristal y su reflejo se repitió en todas y cada una de las facetas, mas era en vano... Nadie podría verle... ni oírle.... nunca jamás....

Bart se incorporó de un salto en su cama y pronto reconoció el interior de su habitación en el Monte Justicia. Una pesadilla...

Todavía agitado y sudoroso se dirigió hacia el baño para refrescarse un poco. Abrió el grifo de agua, agradablemente fría, y se inclinó para echarse un poco en la cara. Después se incorporó, tanteando para encontrar la toalla, y, al ir a secarse se encontró con una aterradora imagen que le devolvía la mirada a través del espejo; la de una criatura humanoide negra como la noche, con una especie de pico por nariz, alas y enormes ojos rojos como rubíes... El muchacho se volvió en un flash, pero la criatura, si es que alguna vez había estado allí, se había esfumado...

El velocista intentó calmarse. Hacía mucho que no vibraba nerviosamente. El sueño que había tenido le había dejado una sensación de padecimiento. No le agradaba la sensación de estar fuera de control. Que tu cuerpo no te obedezca no es algo que produzca satisfacción. Es una sensación desagradable que desencadena agobio y frustración. No ser capaz de frenarte y estar descontrolado era algo horrible y desesperante. Una sensación muy angustiosa recorría su cuerpo como resultado de recordar no ser capaz de detener su movimiento. La parte final del sueño también era algo que le generaba padecimiento. Estar encerrado sin poder salir era algo desagradable. Pero además, estar mirando sin poder hacer nada. Que los demás no te escuchen pedir ayuda y tener que esperar. Era algo que le generaba al velocista mucho estrés.

Fue al baño, para lavarse la cara y serenarse. Simplemente había sido un sueño. No había nada por lo que sentir temor o preocupación. Bart era despreocupado. Más despreocupado de lo que entraría dentro de la curva denominada normal. Pensaba en tantas cosas a la vez que no tenía tiempo para centrarse en peligros potenciales. Además, tenía una concepción de la existencia que se derivaba de su crianza en un programa perfecto donde él siempre ganaba. Aunque la vida real le había demostrado por activa y por pasiva que unas veces se gana y otras se pierde, él seguía siendo un optimista sin remedio y tremendamente descuidado.

Se lavó la cara y se miró al espejo. No obstante, no fue su rostro él que le devolvió la mirada. Una extraña figura negruzca con unos intensos y penetrantes ojos rojos le miraba desde la superficie reflectante. Eso captó poderosamente su atención rápidamente intentó tocar el inquietante reflejo pero no lo alcanzó. Volvió rápidamente a su cuarto y como hacía frecuentemente para no olvidar, trató de plasmar a aquel ser en un trozo de papel. Usó su carboncillo esbozando un cuidadoso y detallado boceto.

Pero repasando mentalmente el sueño se perdió en los ingentes detalles, en las luces y los brillos. Recordaba el rostro agradable, amable y sonriente de su amiga Carol. Como las luces de colores y la música la hacían parecer indiscutiblemente hermosa. El velocista sacó sus pinturas y empezó a hacer un retrato de la morena bañado en los deslumbrantes colores. El talentoso castaño intentó plasmar las risa, la alegría y las entrañables sensaciones de alegría y diversión que tuvo al inicio de la ensoñada fantasía. Muchos detalles del sueño habían captado su atención. La discoteca con la que soñó era particularmente magnífica. La mezcla entre modernidad y arquitectura neoclásica. Las cristaleras, vidrieras y los espejos que hacían refulgir las luces con una verdadera grandiosidad, haciendo la conjunción una obra de arte. Mientras dibujaba iba tarareando esas canciones que habían sonado en el sueño.