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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]

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Arturo Lizarraga
Dalae Darkle
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John Constantine
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John Constantine


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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime1st Junio 2018, 20:56

Las experiencias extraterrenales suelen tener los mismos pros y los mismos contras.

Los pros son claros: puedes flotar, ver el mundo como si fueras un pájaro y sin que las leyes de la física te digan lo que puedes y lo que no puedes hacer. Es una gozada cuando te quedas flotando en la nada y observas al mismo tiempo San Francisco y Nápoles. Además tiene su pequeño morbo el ver tu cuerpo desde las alturas como si estuvieras muerto, pero claro, sin estarlo.
De los contras hay uno clave: no controlas tu cuerpo, y John hacía un buen rato que había perdido el control de su cuerpo.

De igual forma aquella no era una proyección controlada ni mucho menos. El hechizo de seducción de Lorelei hizo mella en su psique, tomando total control de su adorado cuerpo lleno de mugre y nicotina. John tan sólo era capaz de ver por sus ojos y fuera de ellos, susurrar dentro de su propia cabeza y tirando de unos hilos que se movían solos. No era la primera ni sería la última vez que alguien lo hechizaba (es una ley fundamental del universo: si ha pasado una vez, volverá a pasar), por lo que tenía experiencia en recuperar lo que era suyo a través del hechizo.
Pero requería tiempo, y de mientras, tan sólo podía ponerse cómodo en su butaca en primera fila y abuchear al nuevo director de su vida.

El "controlado" John apretó los dientes y le echó una mirada llena de rabia y furia contra Dalae, segundos antes de lanzarse contra su espalda para "proteger el honor de su dama". Con los ojos inyectados en sangre y casi babeando, rodeó con uno de sus brazos el cuello de Dalae para estrangularla, romperle el cuello... lo primero que pasara. Pero la bruja también tenía experiencia en lo suyo, y las peleas no le eran para nada desconocidas.
Con una mano cubrió de hielo la mano y la mitad del brazo derecho de John, y con el codo de su otro brazo le golpeó en el estómago para que se apartara. Reaccionando como un neandertal, el inglés se echó para atrás resoplando, gruñendo. "¡GILIPOLLAS! ¡Haz el favor de no destrozarme el cuerpo!" se gritó mentalmente la voz de John mientras seguía tirando de los hilos.
El mago arremetió de nuevo, pateando la arena de la playa para que se metiera en los ojos de Dalae. Ésta se cubrió con una mano los ojos y la mitad de su cara, y no vio el brazo endurecido con hielo que se dirigía directamente a la boca de su estómago. John la golpeó de lleno, el hielo se rompió en mil y una esquirlas, algunas de éstas clavándose en los nudillos del mago haciéndolo sangrar.
Quien gritó de dolor fue John, de nuevo, y no por los nudillos: no se dio cuenta de que Dalae llevaba bajo sus ropas una armadura, y golpear con todas tus fuerzas una pieza como aquella hacía que te temblaran todos los nervios hasta el hombro. No tuvo tiempo a reaccionar mejor cuando la bruja hizo un barrido con su pierna para tirar al inglés contra el suelo. John se golpeó la cabeza contra una piedra oculta bajo la arena, y al hacerlo abrió un breve espacio dentro de su mente donde el verdadero amo y señor de aquel cuerpo consiguió coger unos cuantos hilos para hacer su propio punto de cruz.

John rodó hacia un lado cuando vio que Dalae se preparaba para ensartarlo con una esquirla de hielo de tamaño familiar. Se puso de rodillas y miró directamente a Dalae, con rabia y odio, pero con cierta sensatez que se filtraba por el azul de sus ojos. Echó un vistazo a su dama, cómo estaba, y tosió. Tosió varias veces por la arena que se llevó a los labios de regalo al rodar y gritó.

- ¡LA LLAVE ES UNA TRAMPA! - Gritó. - ¡LA VERDADERA LA TENGO YO! ¡SIEMPRE LA HE TENIDO YO! - Levantó los puños hacia Dalae - ¡Y se la daré a mi señora!

_________________
"La magia es engañar al universo y hacerle creer una mentira increíblemente escandalosa"

Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 11gruj9
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Hailey Sullivan
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Hailey Sullivan


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Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Empty
MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime26th Junio 2018, 00:01

El dolor de aquél tirón de pelo se extendió por toda mi cabeza y de un modo casi involuntario, me dejé llevar por él. Mi cuerpo se dejó llevar por el tirón para minimizar el daño que hacía y a causa de eso, terminé tendida en la arena. El golpe a mi espalda me quitó por un breve instante todo el aire de mis pulmones y aspiré con fuerza entre dientes. Abrí los ojos como platos, intentando ver al que había tenido la mala folla de darme semejante tirada, y vi al peli blanco alzando la katana, sosteniendola por el mango con ambas manos y preparado para ensartarla con decisión en el centro de mi vientre. Y lo hizo. Escuché claramente el sonido de la hoja penetrando y rascando las piedrecillas de mi espalda, y me quedé sin aliento. Dejé caer mis brazos a los lados y suspiré, cerrando los ojos. Eso había estado muy cerca. Muy, muy cerca. Apreté la hoja de la katana entre mi pulgar y el nudillo de mi índice, y dejé que mi poder la hiciera intangible, creando una mueca de sorpresa en el rostro del Dragón del este. Y me levanté, o más bien mi cuerpo se alzó de un modo poco natural, como si hubiera una mano invisible alzándome desde la espalda. Le di un manotazo a la katana y esta giró en el aire, ingrávida, atravesando mi cuerpo.

Aproveché cuando su mirada persiguió la katana voladora para desactivar el poder y abalanzarme sobre él, propinándole un puñetazo en el pómulo. Dos y tres, cuantos pudiera antes de que darle un respiro y la oportunidad a reaccionar. Arturo alzó un brazo para cubrirse el rostro y golpeé con todas mis fuerzas, aunque no fue suficiente para atravesar su guardia. Sostuvo mi muñeca con la mano libre e intenté girar sobre mi misma para zafarme. Sus dedos eran como un grillete sosteniendo con fuerza una barra de hierro, así que opté por algo mucho más sutil, pero igual de útil. Hincar los dedos con fuerza en su mano, sintiéndo los nudillos contra mis dientes, el grito de dolor de mi contrincante, y el amargo sabor a hierro de la sangre. En cuanto aflojó, alcé una rodilla hasta su entrepierna, lo cual para la gran mayoría de los hombres era un gesto demoledor, y con el peliblanco no fue menos. Aproveché esa ventana para poner distancia entre ambos, y tomé del suelo la katana. Embainandola hacia él. Cuando Arturo se repuso brevemente de mi último golpe, vi la ira en su mirada, y miré de nuevo la espada asiática. No sabía blandirla, y sobretodo no sabía hasta qué punto él sabría desenvainarme, y le estaría devolviendo el arma a mi agresor. Así que extendí el brazo y apunté el filo hacia abajo. Al soltarla, la katana se quedó completamente suspendida en el aire, y con un puño golpeé el extremo de su mango. El arma se precipitó hacia el suelo, atravesando la arena sin hacer ruido alguno, y aprovechando que había vuelto a activar mi poder para deshacerme de ella, me alcé en el aire, intentando encontrarle un sentido a todo aquello al ganar una nueva perspectiva.

Anya seguía petrificada, pero Lorelei no estaba a su lado. Había una especie de Lobo monstruoso, pero no parecía interesado en mi o en la rusa, así que, aunque intenté no perderle de vista, intenté no preocuparme por él. A mis pies, Arturo hundía las manos en la arena una y otra vez, intentando sacar la katana de allí... Pero para cuando liberé el poder en ella, probablemente había quedado sepultada un par de metros. Y luego estaban Dalae y John, que parecían tan ocupados como lo había estado yo instantes antes. Escuché la voz de John, afirmando que la llave seguía en nuestro poder, y decidí entonces mi curso de acción. Descendí hasta la estatua de Anya y apoyé en su cabeza mis manos. Lo que sentí, fue una sensación muy desagradable. Como si el calor de mi cuerpo estuviera pasando a Anya. Mis pies se sentían fríos, después las piernas, mi cintura, mi estómago... Pero no me detuve. No importa lo mucho que pese una estatua de piedra, si tu poder era desproveerlo de un cuerpo físico. Y así lo hice, llevandome aquél pedrusco en forma de Anya hacia la casa del Misterio. Decidí confiar en John, y creer que, si la llave estaba con nosotros, podíamos simplemente irnos y dejar a esos dos tirados en la arena. De hecho, por mi podríamos haber dejado a John también, pues ahora mismo se lo merecía.

Tras dejar la Estatuanya dentro de la casa, volví a salir y tomé a John del tobillo usando también en él mi poder. Sentí frío en el pecho, en el cuello y en la cabeza... A excepción de la parte superior de mi labio, en donde ahora se mostraba una pequeña gota de sangre proveniente de la nariz. Iba a intentar detener la batalla entre Dalae y John.

Larg-guemonos de aquí. — Tirité involuntariamente en un hilo de voz.
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Dalae Darkle
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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime23rd Julio 2018, 18:57

Los midgardianos estaban llenos de sorpresas, aunque no lo pareciera. Por ejemplo: Dalae no hubiera dicho ni en un millón de años que alguien con un cuerpo tan maltratado podría dar golpes tan fuertes. En parte era culpa suya, por intentar reducir a Constantine sin hacerle daño y después distraerse, intentando localizar la mil veces maldita llave. Fue eso por lo que intentar atravesarle el pecho con una esquirla de hielo le resultó tan satisfactorio, a pesar de que pudo esquivarla, por suerte tanto para él como para ella. Desde luego, a Constantine no le venía bien morir desangrado sobre la arena. Pero a Dalae le interesaba lo que dijo a continuación.

-¡LA LLAVE ES UNA TRAMPA! ¡LA VERDADERA LA TENGO YO! ¡SIEMPRE LA HE TENIDO YO! ¡Y se la daré a mi señora!-No había terminado de hablar, y la punta de una espada larga arañó la nuez de su cuello. -Eso sí que es caballerosidad inglesa. Dámela a mí, y seguirás vivo para seguir viéndola...-Así que era eso lo que había querido decir antes… ¿Estaría mintiendo? Quizás. La bruja de hielo no estaba segura de si el hechizo de Lorelei le estaba obligando a decir eso o no, y ninguna de las dos opciones garantizaba que esa fuera la verdad. Siempre podía matarlo y buscar la llave entre sus ropas con tranquilidad, después de encargarse de Lorelei. Al fin y al cabo, el demonio ya no estaba a la vista, y una de sus aprendices había sido convertida en piedra… No quedaba casi nadie para vengarlo. Nadie, salvo la chica pelirroja que tan bien parecía haberle caído a Verity. Dalae le dedicó un vistazo, comprobando, con asombro, cómo hacía flotar la pesada estatua y se la llevaba volando. Su forma se había vuelto casi transparente, dejando pasar la luz… Casi como si fuera un fantasma.

¿Y si decidía hacer lo mismo con la llave? No estaba segura de si Raden podría entrar en ese mismo plano de inmaterialidad para recuperarla. Sería mejor no arriesgarse. Dio un golpe pomo de la espada en la cabeza de John, tratando de dejarlo inconsciente para seguir resolviendo el problema. Pero, en lugar de hacer contacto… El arma simplemente lo atravesó, como si ya no estuviera allí. -Larg-guemonos de aquí.-La chica. Por supuesto. Justo a tiempo. -No creo que él se quiera ir de aquí. No hasta que se desvanezca el hechizo de Lorelei, al menos.-No lo había hecho adrede, pero la frase daba a entender una permanencia muy poco tranquilizadora. -Pero antes...-Buscó con la mirada a Verity. Se negaba a perder el tiempo persiguiendo una llave falsa, y arriesgándose a caer en esa supuesta trampa. O, peor aún, perder la verdadera. Quería estar segura, antes de hacer nada. -¡Verity! ¿Dónde está la llave?

La midgardiana no dijo nada… Pero señaló con el dedo a Lorelai y Raden, que continuaban peleando en la orilla del mar. Se había mantenido apartada y observando, una actitud que seguramente le habría ayudado a sobrevivir en más de una situación como esa. Como toda respuesta, la aprendiz le sonrió en agradecimiento y asintió. Se estaba empezando a plantear una pequeña sustitución en el puesto de su acompañante. Caminó tan deprisa como la armadura le permitió hacia la posición del jotun y la asgardiana, dejando tras de sí a Garnet y John. -Podéis iros, si queréis. Un placer hacer negocios con vosotros.-Su voz tenía un deje amargo e irónico, el vivo reflejo de lo que Dalae estaba pensando en ese momento. Si el inglés no hubiera insistido tanto en ponérselo difícil, quizás ya estarían cada uno en su casa.

...

Raden sacudió la cabeza y retrocedió, despejándose. Sus labios, a pesar de no poder formar ninguna expresión de forma natural, parecieron curvarse en una sonrisa ribeteada de dientes afilados. A medida que hablaba, rodeaba a la mujer, de una manera no muy diferente a como haría con cualquier presa. -Para ser un hechizo lanzado a la cabeza y desde tan poca distancia… Ha sido sorprendentemente débil, mi señora. ¿Estáis segura de que no queréis rendiros? La niña no tardará en llegar aquí, y no suele ofrecer esa posibilidad a nadie.-No bromeaba: El antiguo armero sabía que  superaba físicamente a la hechicera, y quizás lo más conveniente sería llevarla viva al Niflheim para interrogarla. Era extraño que Amora y ella hubieran aparecido para reclamar las llaves… Probablemente, ni siquiera sabrían blandir la Espada de la Verdad aunque la tuvieran. Y eso, por no hablar de para qué pretenderían usarla. La única verdad que les interesaba era cuál de las dos era más bella, y si Thor las amaba o no. Algo demasiado banal como para esforzarse tanto, en su opinión. -La rendición no está en el vocabulario de los Asgardianos, perrito.-No sabía por qué se lo esperaba. Ese orgullo rayante en la estupidez era, en parte, una de las razones por las que los asgardianos habían hecho tantos enemigos a lo largo de los siglos. Era su carácter, casi podía comprenderlo. Lo que le molestaba era esa aparente necesidad de insultar a un adversario que, hasta el momento, no lo había hecho. No en voz alta, al menos.

-Muy bien.-Gruñó, antes de abalanzarse sin previo aviso sobre la mujer. Confiaba en que su propio peso y su fuerza bastarían para derribarla, pero no dudó en propinarle un golpe en la cabeza para aturdirla. Ya que se le presentaba la oportunidad… Sería mejor enseñarle cómo se hacía.

Sin embargo, había una cosa que lo preocupaba. No podía detectar por ninguna parte la huella mágica de la llave, a pesar de haber salido de la Casa del Misterio y su atmósfera cargada de energía. -Deshaz el hechizo, Lorelei.-Su pata delantera hizo presión sobre el pecho de la hija de Odín, rasgando con las garras la tela y la carne que había debajo. Raden sabía que podía hundir las costillas de un humano con relativa facilidad… Se preguntaba si también podría con ella. Fuera como fuera, la amenaza para la hermana de Amora no era menos seria.

-¡Verity! ¿Dónde está la llave?-Ah, ahí venía. Se había tomado su tiempo, pensó Raden. A él, John le habría durado poco más que un mordisco. Y lo mismo podría decirse de la mujer de cabello castaño, si no fuera porque tenían preguntas que hacerle. -¿Quién os ha enviado? Me cuesta creer que todo esto haya sido idea vuestra.

_________________
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Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Dalae_darkle_by_liraen-d8nqdxw


Última edición por Dalae Darkle el 19th Enero 2019, 09:40, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime16th Enero 2019, 13:41

Verity se escondió tras una roca de la playa, lo suficientemente apartada del área de combate como para no recibir daño alguno. Cruzo los dedos para que nadie se fijara en ella, puesto que era una negada para la lucha cuerpo a cuerpo, y sería una perfecta rehén si alguien se lo planteaba en algún momento. La pelirroja era una completa humana sin poderes, rodeada de Asgardianos, mutantes y hechiceros poderosos…Todavía, en aquellos momentos, seguía preguntándose. ¿Qué narices hacía allí? ¿Por qué se había vuelto a dejar enredar por Loki?

Sus ojos castaños observaron con amargura la dura batalla de Constantine y Dalae, y se llevó las manos a la boca para ahogar el horror que amenazaba con convertirse en grito, cuando vio que la espada de Arturo atravesaba el vientre de Garnet. No se dio cuenta hasta segundos más tarde, que la otra pelirroja estaba ilesa del ataque gracias a sus extraños poderes. Aquello la alivió, no quería que nadie sufriera ni se hiciera daño en aquella batalla, y menos quería presenciarlo. Después observó cómo Garnet se deshizo de la presa de Arturo, hasta finalmente dejarle distraído buscando la katana bajo la arena. La aprendiz de John aprovechó que nadie la distraía para llevarse la estatua de Anya al interior de la mansión misteriosa.

- ¡LA LLAVE ES UNA TRAMPA! - Gritó el inglés. - ¡LA VERDADERA LA TENGO YO! ¡SIEMPRE LA HE TENIDO YO! - Levantó los puños hacia Dalae y sus ojos solo mostraron locura - ¡Y se la daré a mi señora!

Aquel grito desesperado despertó el interés de Lorelei, que no se esperaba aquel giro de los acontecimientos. La hechicera creyó en las palabras del mago sin dudarlo, puesto que Constantine todavía seguía enamorado perdidamente de la castaña. O eso creía.

— ¡Entregamela! ¡Deprisa!— exclamó, deseosa de tener en sus manos la verdadera pieza que revelaría la ubicación de la espada de la verdad. Dio un paso en dirección a Constantine, pero antes de que pudiera reaccionar, Raden se abalanzó sobre ella, continuando ferozmente con su lucha.

-¿Estáis segura de que no queréis rendiros?

-La rendición no está en el vocabulario de los Asgardianos, perrito.

Pero aquellas palabras casi le costaron la vida a Lorelei. A diferencia de su hermana, la hechicera no poseía tantas habilidades que la protegieran de una criatura como Raden. Tras forcejear unos segundos, la mujer se encontró de pronto tumbada en la arena, sintiendo el frío tacto de la pata del lobo rasgando su pecho. Lorelei lanzó un grito de agonía en el aire, no soportaba el dolor físico, a pesar de que su piel asgardiana era capaz de soportar la fuerza del lobo.

-Larg-guemonos de aquí. - susurró Garnet sintiendo su cuerpo débil y pesado, por el esfuerzo que suponía haber usado sus poderes con intensidad en esos últimos minutos.

Lorelei vio como se acercaba el fin de su misión, si dejaba que el inglés se marchara con la llave en sus manos. Así pues, espero a que Dalae se acercara a ella para lanzar su último conjuro desesperado.

— Pagarás por dañar mi hermosa piel, chucho del demonio...— y acto seguido, la asgardiana lanzó un destello con sus manos que iluminó la playa en un radio de 5 metros, dejando a Raden y a Dalae cegados durante unos segundos. En ese breve lapso de tiempo, se inclinó para besar el brazo del perro, y automáticamente, su pelaje empezó a sustituirse por granito a medida que se expandía al resto del cuerpo. Al no ejercer la misma fuerza sobre su cuerpo, Lorelei pudo quitarse de encima al chucho gracias a su fuerza sobrehumana, y salió volando en dirección a donde se encontraba Constantine.

Garnet estaba a puertas de la mansión cuando la bruja les hubo alcanzado. Lorelei lanzó un hechizo desde la distancia para detener el contacto fantasmal, pero algo hizo que fallara en su ejecución. John Constantine se había liberado de su encantamiento… pero hacía ya bastante rato de eso. En inglés desvió el hechizo de Lorelei y después le dedicó uno de esos gestos desagradables que hacía con las manos. Lo de que él tenía la verdadera llave era una de sus mentiras, había estado jugando con la hechicera durante un buen rato, fingiendo que todavía seguía bajo el conjuro de seducción.

La puerta de la mansión del misterio se cerró en sus narices, y para cuando Lorelei se dio cuenta de que había sido engañada vilmente, se giró a tiempo para ver como Verity cogía la llave invisible que había quedado sepultada bajo la arena. El grupo de Loki desapareció en un parpadeo, y la bruja se quedó sola en la playa desértica sin saber qué hacer, aporreando la puerta de la mansión con desespero mientras ésta se desvanecía lentamente a sus ojos…


—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!


***

Cuando Dalae abrió los ojos, no supo identificar el lugar en el que se encontraba. Raden seguía a su lado, convertido todavía en granito, y no muy lejos de ellos estaba Arturo, inconsciente en el suelo, si aquello podía considerarse suelo, y con el puño derecho cerrado en torno al pomo de su katana.

La aprendiz de Loki estaba rodeada de una profunda e infinita oscuridad. Sentía el frío trepar por sus huesos, y la negrura parecía tratar de devorarles, pues ellos eran los únicos que emanaban una luz en aquel lugar. No había salida, ni se divisaba horizonte alguno. Si miraba en dirección al suelo, sólo era capaz de ver su propio reflejo, una difuminada Dalae que le devolvía su propia mirada.

A medida que avanzaba, sus pasos dejaban marcas de ondas en el suelo, como si estuviera caminando por un estanque de agua. A lo lejos, pudo escuchar claramente los susurros de Verity y la fría voz de su maestro manteniendo una conversación...

— Pensaba que habías muerto…— susurró con tristeza la débil voz de Verity, al encontrarse cara a cara con su amigo de antaño.

— Cómo ves, sigo aquí. —  dijo Loki con una sonrisa pícara en la boca, encogiéndose de hombros.

— Han pasado cinco años y parece que seas otra persona… Has cambiado…— los ojos de la mujer se estrecharon, analizando al embaucador de arriba a bajo. Había crecido, era más alto que antes, y los rasgos de su rostro se habían vuelto más duros y afilados. ¿Cuántos años tendría ahora? Cuando le conoció era un adolescente entrando en la etapa adulta...

— Es cierto. No soy el mismo Loki que tu conociste. — confesó. Sabía perfectamente que no podía arriesgarse a mentir a Verity. Ella era capaz de ver a través de cualquier engaño.

— ¿Por qué? ¿Qué te ha sucedido…? — la tristeza invadió el estado de ánimo de la pelirroja, y sus ojos empezaron a humedecerse.

—  He aceptado mi destino. He aceptado quién soy en realidad…— susurró con dureza y frialdad. Loki volvió a sentir aquel vacío que le llenaba el pecho y le carcomía por dentro. Él era el dios del caos, del mal, el portador de la muerte y el que traería el Ragnarok a los nueve reinos. Nada ni nadie podría impedir ese destino maldito, ni siquiera el dios de dioses. Si los asgardianos querían una cabeza de turco, ahí estaría él, cumpliendo con su papel al pie de la letra.

— No… eso no es lo que quieres. Aún puedo verlo en tus ojos…—  esta vez la expresión de la pelirroja cambió al enfado y a la frustración. Ella era de las pocas personas que le conocían bien gracias a sus poderes de la verdad. Verity había sido capaz de ver al auténtico Loki tras la máscara.

— No busques al otro Loki en mi, porqué no le encontrarás. Él está muerto…— expresó con crueldad, algo que hizo que la pelirroja diera un paso atrás, horrorizada. Era cierto, Kid Loki había muerto, y probablemente todo lo bueno que tenía se había ido con él cuando aceptó volver a ser el villano que la historia necesitaba.

— Aún puedes cambiar, puedes ser lo que quieras. No dejes que su voz envenene tu cabeza… ¡No le escuches! — insistió la mujer, tratando de devolver la esperanza perdida al embaucador. Pero su intento fue en vano, Loki no quería escuchar.

— Ya no hay vuelta atrás, Verity. Ni siquiera puedo viajar a través del tiempo y el espacio para cambiar las cosas. He perdido esos poderes…— ese fue el efecto más devastador que le causó Omega. El día de la colisión, el dios de las mentiras perdió una gran parte de sus poderes, y a día de hoy los seguía buscando. Tenía la esperanza de recuperar su gloria pasada en cuanto encontrara el teseracto perdido de Midgard.

— Loki…— Verity dio un paso adelante, acercándose al hombre que tenía delante, y alzó su mano para poder acariciarle el rostro. Pero el dios se dio cuenta de sus intenciones y la detuvo antes de que sus dedos le rozaran.

— La llave…— exigió, mostrándole la palma enguantada. La pelirroja se mordió el labio, y sacó de su bolsillo la radiante runa de Uruz, pero se detuvo unos instantes, pensativa, antes de colocarla en la mano de Loki.

— ¿Sólo me querías para esto? ¿Ni siquiera me has echado de menos o te has preocupado por mi?— preguntó con tristeza, y sin apartar su mirada de los hermosos ojos esmeralda del embaucador.

—  No…— Dijo con crueldad. Después sonrió al sentir el peso de la llave en la palma de su mano, satisfecho por la misión cumplida.

—  Eres un maldito embustero, Loki Laufeyson.—  las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de la pelirroja, pero a pesar de la dureza de la conversación, la mujer esbozó una ligera sonrisa llena de felicidad. Ahí estaba, aún quedaba algún resquicio del Loki que había conocido.

De pronto, Dalae observó como Verity Willis desaparecía de la escena con el chasquido de dedos de su maestro. El dios se quedó unos segundos más mirando el vacío que la mujer había dejado, y finalmente, giró su cabeza hasta toparse con la mirada de su aprendiz. Volvió a chasquear los dedos, y la asgardiana abrió los ojos en otro lugar, esta vez en el salón de piedra de Niflheim...


FDI: ¡Último turno con las reacciones de vuestros personajes ante la huida y ya cierro el tema! Muchas gracias a todos por participar, espero que os haya gustado Very Happy

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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime19th Enero 2019, 15:41

Dalae ya no escuchaba al mago y la chica fantasma. Se estaban retirando, y aunque su antipatía por el inglés no había hecho más que aumentar, había que priorizar. Verity y la llave eran lo más importante, no necesariamente en ese orden… Y John estaba creando una distracción perfecta, además. Lorelei confiaba demasiado en su propia magia, y desconocía el potencial para joder que se escondía en el cuerpo desaliñado del inglés. El suficiente para sobreponerse al hechizo y mentirle, aunque más por venganza que por el beneficio que los enviados de Loki pudieran sacar. Sólo tenían que entretener a la hermana de Amora lo suficiente como para que Verity encontrara la llave en la arena… Era la única que podía ver dónde estaba realmente.

Hubiera sido mucho más fácil si Lorelei hubiera sabido cuándo darse por vencida.

Dalae estaba haciendo aparecer ataduras de hielo en torno a las manos de Lorelai para impedirle lanzar un nuevo hechizo cuando la luz los envolvió. El gruñido del fantasma y la exclamación de su huésped sonaron a la vez, aunque el primero se extinguió cuando su garganta se convirtió en granito. -No puede ser...-Musitó, mirando la escultura con incredulidad. Estaba tan acostumbrada a que Raden soportara prácticamente todo sin grandes problemas, que verlo convertido en piedra, ver que realmente no era tan intocable… Le resultaba alarmante. No es que estuviera un poco preocupada por él ni nada parecido, simplemente no le gustaba la idea de que su aliado más cercano pudiera quedar fuera de combate con tanta facilidad. Además, de pronto se sentía entumecida, y Lorelei se escapaba volando, aún creyendo que Constantine tenía la llave en su poder. -Pringada.-No pudo evitar sonreír un poco al verla fallando miserablemente. Pero eso significaba que, seguramente, vertería su ira en ellas… Si le daban tiempo. La asgardiana apoyó una mano en la superficie de piedra que momentos antes había sido Raden, y dirigió la mirada hacia la chica tatuada que en ese momento se agachaba en el suelo. ”-Gracias, Verity...”

***

Deberían estar en Niflheim. Normalmente, cuando completaba una misión, Loki la traía de vuelta al salón del trono, no a ese… Lugar, si es que podía llamarse así. Parecía el escenario de una pesadilla.

La joven aprendiz trató de conjurar una esfera de luz en su mano para ampliar su campo de visión, pero sólo consiguió que unas chispas blancas aparecieran en sus dedos. -Supongo que contigo así no puedo hacer gran cosa, ¿no?-Sabía que el lobo no podría escucharla, seguramente, pero no le importaba. En parte, sólo quería romper el silencio que reinaba en ese lugar. Quizás así pudiera distraerse del frío que le calaba los huesos, cuando eso no debería ser posible. -Mmm… ¿Qué es este lugar?-Se agachó para mirar el suelo con más detalle. Parecía cubierto con una especie de líquido, no muy profundo y completamente en calma… No podía ser natural, igual que la oscuridad que los rodeaba no lo era. ¿Y si era eso lo que había entre los mundos del Yggdrasil? Si Loki había interrumpido el hechizo de teletransporte antes de que llegaran al Reino de la Niebla, sería razonable que se hubieran quedado a mitad de camino entre los dos mundos. Pero eso no explicaba por qué Verity no estaba con ellos.
Era ella la que tenía la llave, y por tanto, la que más interesaba traer. Además, habría jurado haberla visto desaparecer justo antes de que todo se volviera negro… Pero si la interrupción había sido accidental, no había razón por la que se hubieran separado.

… Si había sido accidental. Claro. -Ahora vuelvo. No os vayáis muy lejos… Si es que despertáis.-Empezó a andar en cualquier dirección, fruciendo el ceño ligeramente. No se le ocurría ningún motivo por el que Loki pudiera haberles dejado varados allí sin querer. No podría haber ejecutado mal un hechizo que le resultaba tan fácil, y el palacio de Hela carecía de distracciones. Eso sólo podía significar que lo había hecho por un motivo… Y que, por ese motivo, los había separado de Verity. ¿No quería que ella viera algo… O es que prefería lidiar con ella a solas?

Debía de ser lo segundo, podía oír sus voces a lo lejos. Siguiendo el sonido, no tardó en encontrar al dios de las mentiras y su amiga, que hablaban entre sí sin verla aparentemente. ¿Sería ese el motivo por el que estaba allí? No lo tenía del todo claro, pero… Eso no le impidió quedarse a escuchar la preocupación de la midgardiana, y el rechazo de su maestro. Al principio, le había chocado un poco que Loki hubiera podido tener amigos en algún momento de su vida. Normalmente era… Bueno, como estaba siendo con Verity en ese momento. Frío, calculador, cínico. Pero la existencia de la chica tatuada demostraba que esto no había sido siempre así. Que antes de la Colisión, antes de convertirse en rey de Asgard y ser derrocado, Loki había sido alguien distinto.

Dalae no podía ver a través de sus mentiras como hacía ella pero, de vez en cuando, también encontraba cosas que no encajaban con la imagen que todo el mundo (ella incluida) tenía del antiguo dios del mal. Sin embargo, solía dar a entender que cualquier gesto de afecto, por mínimo que fuera, era parte de su actuación. Igual que estaba fingiendo ser amigo de Clint para asegurarse de poder controlarlo, igual que había engañado a Hela para usar su reino y su poder. Pero parecía tan real, que… Ella ya no sabía qué creer, en realidad. Era una suerte que, por una vez, alguien dijera algo que pudiera creer sin reservas. -No… eso no es lo que quieres. Aún puedo verlo en tus ojos…-Dalae sabía que podía confiar en las palabras de Verity. Veía la verdad y la decía, y por un motivo que la bruja de hielo todavía no entendía del todo, ella estaba allí para escucharla. Para tener por fin una prueba de que la parte de ella que veía rastros de bondad en su señor no se estaba engañando. Eso no significaba que Loki no se resistiera a mostrarlo, a pesar de saber que no serviría de nada. No pudo impedir que Verity sonriera, feliz y aliviada al comprobar que no todo estaba perdido. Y que Dalae la imitara, creyendo que ninguno de los dos la veía en ese momento. Era irónico que el mismo que siempre insistía en que no debía acercarse a su hermana, ni a nadie en general, hubiera estado echando de menos a alguien desde hacía cinco años.

Fuera como fuera, eso la… Tranquilizaba un poco. Admiraba a Loki por su manera de pensar y actuar, por la seguridad que destilaba. Pero eso también la inquietaba, un poco. Sabía que gracias a él tenía una red de seguridad cuando enfrentara a cualquiera. Podía cumplir lo que quisiera que le hubiera pedido con la certeza de que él sabía que no era nada que no pudiera soportar, y si algo se complicaba, la mayoría de las veces podría intervenir para ayudarla… Pero, si por cualquier motivo se enfrentaba a él algún día, toda esa seguridad se desvanecería. Estaba a salvo de casi todo, menos de él. Así que era un alivio saber que, a pesar de las apariencias, no estaba sirviendo a un monstruo. Por su propio bien.

Con un chasquido de dedos, Verity desapareció, dejando a Loki solo en la penumbra. Bueno, no completamente. Si en algún momento Dalae había dudado de si su maestro sabía que estaba allí, esas dudas se disiparon en cuanto él se giró, mirándola directamente a los ojos. Y, con la misma facilidad con la que habían acabado en el vacío, ambos aparecieron en el salón del trono de Niflheim, como si nada hubiera pasado. La chica de pelo negro parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la pálida luz que entraba por las ventanas. Le sorprendió que no dijera nada de primeras. ¿Querría ver su reacción antes de empezar a hablar?

-... No tenía intención de...-Claro que no era su intención entrometerse. Pero realmente no estaba espiando… ¿No? No había visto nada que Loki no pudiera haberle ocultado. -... ¿Por qué me has mostrado eso?-Miró alrededor, comprobando que Raden y Arturo estaban a sus espaldas, aún en el suelo. En parte, lo prefería. El par de albinos podía llegar a ser molesto a veces, y no tenía ganas de lidiar con ninguno de ellos. Sin embargo, mentiría si dijera que Raden no empezaba a preocuparla un poco. El entumecimiento que sentía desde que se había convertido en piedra seguía, como recordándole que el acceso a la magia le estaba vetado sin él. -No era necesario, y es imposible que yo acabara viéndoos por accidente. ¿Y cómo es posible que Verity no notara que estaba allí?-A menos que… No tuviera nada que notar, porque no Dalae no estuviera técnicamente allí. Ese suelo líquido… Le recordaba un poco al estanque de adivinación que su maestro usaba tan a menudo. ¿Podía usarse así siquiera?

La aprendiz de maga frunció el ceño, extrañada. Quizás le estaba dando demasiadas vueltas… Y había asuntos mucho más apremiantes que atender. -Siento no haber podido capturar a Lorelei para interrogarla… Pero estoy segura de que hay alguien más grande que Amora y ella detrás de esto. No se me ocurre un buen motivo por el que quieran la Espada de la Verdad ahora, con Asgard bajo llave. Y, además… Saben que sigues vivo, y que fuiste tú quien me envió a buscar las runas. Podemos asumir que saben lo poco que falta para que puedas recuperar la espada… Solo tienen dos oportunidades más para impedirlo, e intervenir con todas sus fuerzas en la Mansión X es arriesgado.

Dalae se detuvo un momento, pensando en algunos de los grandes rivales de Loki. Eran demasiados. Mephisto, Pesadilla… Lo bastante poderosos como para suponer una amenaza muy seria para el dios, y prácticamente imbatibles para la maga de hielo. Sabía que se estaba poniendo en el peor de los casos, pero prefería pecar de cautela antes que de estupidez. Una de las ventajas que veía, sin embargo, era que esa clase de enemigos eran obviamente malvados, por lo que tendrían a todos los mutantes en su contra si se manifestaban en la Mansión. Sería muy fácil hacer enemigo común con ellos, y no sería la primera vez que los XMen vencían en un enfrentamiento así. Por eso mismo, Dalae estaba prácticamente segura de que, fuera quien fuera, no atacaría con todas sus fuerzas. Lo cual era una vez más una ventaja, ya que así el hogar de Sasha no sufriría un ataque a gran escala.

No, eso seguramente sucedería cuando fueran a buscar a Gram. Así, no sólo estarían revelando la posición del cofre, sino también estarían llevando las llaves para abrirlo. Si no podían vencer a quien quería robar la espada, se la estarían dando en bandeja. -Hablando de la Mansión X… Antes de ir, me gustaría ver un poco a través del estanque. No quiero llevarme más sorpresas si puedo evitarlo.-A quién quería engañar. Quería comprobar si Sasha y Planaria estaban allí para evitarlos si era posible. Sabía que el tiempo apremiaba y no podían esperar a que se cogieran vacaciones, precisamente. Pero aún así… No se le ocurrían demasiadas formas de hacer eso que no les fueran a hacer daño. Hacía mucho que no los veía, y reaparecer únicamente porque necesitaba algo que daba la casualidad que estaba escondido en su casa no era de buen gusto. -¿... Realmente tengo que ir yo?-Sabía que Arturo no era una opción viable, y Clint tampoco, porque podrían reconocerlo. Pero aún así… Prefería evitarse ese mal trago. Al fin y al cabo, quería recuperar la relación con su hermana en algún momento, y eso no sería posible si ella la empezaba a odiar ahora. Por supuesto, era posible que nadie notara su presencia, pero una vez más, Dalae prefería ponerse en el peor de los casos.

Y, en ese momento, el peor de los casos involucraba a Sasha teniendo razones para quemarla.

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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime26th Julio 2019, 22:24

Pasó lo que tenía que pasar, o eso me gustaría pensar. Vi a la bruja abalanzarse sobre nosotros, vi a John hacer una de aquellas cosas raras que hacía, y de repente, ya no estábamos en la playa. Asegurándome de que mi poder no dejaba a nadie atrapado dentro de ningún objeto, le solté y mi cuerpo titiritó con un escalofrío que me hizo castañear dolorosamente los dientes. Me froté el rostro con el dorso de la mano, retirando la sangre que goteaba de mi nariz a causa del sobre-esfuerzo, pero en lugar de levantarme, me arrastré junto a John y me senté encima de el, agarrando con ambas manos el cuello de su gabardina, y apretando los puños con toda la fuerza de la que era capaz, con tal de no empezar a golpear su agraciado rostro una y otra vez de puro despecho. Probablemente, él mismo se diera cuenta de ese ejercicio de autocontrol que llevaba a cabo, pues cada fibra de mi ser proyectaba el odio hacia mi mirada, como si quisiera herirle con ella.

Más te vale que no supieras que esto iba a pasar. Como sea otra de tus putas lecciones y nos metas en estas mierdas sin avisar, te van a hacer falta mucho más que trucos de manos y hechizos para apartarte de mí. Y te juro que todos tus fantasmas van a palidecer en comparación. — Por qué. Por qué yo, que siempre había sido tan desprendida de sentimientos y relaciones no me limitaba únicamente a desahogarme a golpes, volver a casa y olvidarme de todo aquello. ¿Tanto valoraba lo que pudiera aprender de él? ¿Era por Ruby...? En cualquier caso, si su respuesta me contentaba, me alzaría de nuevo y le ofrecería una mano para ayudarle a tenerse en pie. Al fin y al cabo, ahora le necesitaba. Así que en cuanto estuviéramos ambos erguidos, iba a girarme hacia Anya, frunciendo el ceño en un intento de disimular lo mucho que me incomodaba verla en aquella situación. — Seguiré cabreada contigo luego. — Musité a desgana, acercándome a la figura petrificada y acariciando su mejilla con sumo cuidado. Sentirla tan fría, me provocaba tal nudo en el estómago que casi me causaba náuseas. No ayudaba el hecho de que me sintiera físicamente agotada del esfuerzo. — Dime por favor que sabes cómo revertir esto...

En cualquier caso y sin importar la respuesta, había una cosa que para mí estaba totalmente clara. La que no podía hacer absolutamente nada en aquella situación, era yo. Tanto si John decía que sí, que podía despetrificar a Anya, como si decía que no, quedarme a su lado mirándola tan sólo me daba una ligera presión en el pecho que no quería. No. Dejarla acercarse tanto a mí, ya había sido una sorpresa. No iba a dejar que encima me doliera de ese modo. Eso era impropio de mí y necesitaba apartarme para recuperar la perspectiva. Así que me arrastré hasta el sofá más cercano que pudiera, y me dejé caer boca arriba, mirando el techo de aquella casa. Toda esa experiencia me había jodido un poco la emoción de estar en un lugar tan mágico y que ofrecía tanto por descubrir. Y aunque parte de mí siguiera deseando enviar a Constantine a tomar por culo, otra estaba esperanzada de que tendríamos una segunda oportunidad para venir aquí, en otras circunstancias. Me llevó una mano al rostro, apoyando el dorso de la misma sobre mis ojos y suspirando.

Y por alguna razón, me acordé de aquella mujer. La que llamaban Verity, la que parecía estar tan perdida y fuera de lugar como yo misma. No entendía por qué, de todos los "personajes" que habían pasado por allí aquella noche, era ella quien había dejado una mayor impresión en mí. ¿Cómo había sabido ella que las galletas estaban encantadas? ¿Cómo podía saber cuál era la verdadera llave? Tenía la sensación, de que esa mujer tenía un don para ver lo que para los demás estaba oculto. Y siendo yo como era, una caja de secretos, tal vez era sensación de opuestos lo que me atraía tanto. En cualquier caso... Esperaba volver a verla. Casi tanto como esperaba poder fumarme un cigarro, beber un trago, y pretender que nada de aquello había pasado. Sobretodo, el decirle a John que había cosas que me gustaban de él.
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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime11th Agosto 2019, 19:08

... No tenía intención de...— se disculpó la hechicera de hielo al notar la mirada inquisidora de Loki.

Claro que no… pero te ha podido más la curiosidad, ¿Verdad? No podías simplemente quedarte al lado de Arturo y Raden...— su maestro acentuó su pícara e irónica sonrisa y cerró los ojos, quedándose unos segundos pensativo. No quiso insistir más en el tema, pues parecía que a Loki no le importaba mucho que la joven se hubiera quedado escuchando una conversación tan privada. Al fin y al cabo, Dalae era una de las pocas personas que habían llegado a conocerle de verdad.

Estabais en el inconsciente.—explicó— Un lugar de paso, una dimensión provisional que se crea entre dos espacios muy separados cuando usas la magia del teletransporte. Si te pierdes durante el viaje, probablemente acabarás perdido en el inconsciente. —mientras recitaba, el maestro paseó tranquilamente alrededor de Dalae, hasta detenerse frente al tablero de ajedrez, donde las piezas estaban dispersas, como si se hubiera estado jugando una partida y la hubieran dejado a medias.— No podía traer a Verity aquí, a Niflheim… así que se me ocurrió que era el mejor lugar para hablar con ella…

Loki acarició con su mano enguantada una de las piezas de ajedrez y la sacó del tablero, para después admirarla con sus intensos ojos verdes.

Es una mujer increíble, ¿verdad? — la aprendiz pudo fijarse entonces, que la estatuilla que sostenía Loki era la de una mujer tatuada de cabellos rojos como el fuego.  

No lo sientas. Sólo te pedí que me trajeras la llave de la casa del Misterio. Lorelei no me interesa, ni tampoco Amora. Ellas…Bueno, antes de la colisión… —dejó escapar un largo suspiro y se llevó la mano a la frente, masajeándose lentamente la sien.— Dejémoslo en que habíamos sido compañeros de fechorías mucho tiempo atrás. Amora y Lorelei siempre estuvieron en contra del régimen de Odín, y vivían en el exilio, en las afueras de Asgard. Cuando obtuve el Teseracto, me ayudaron a subir al trono. Pero nada más llegar al poder, envié al Padre de Todos a recuperarse en su Sueño, y no dudé en traicionarlas...

A Loki le pareció que habían pasado siglos desde entonces, pero se dio cuenta de que hacía exactamente un año de la colisión de los mundos. Y es que para los Asgardianos, el tiempo era muy relativo. Había vivido tanto, que a veces confundía los acontecimientos. Los minutos le parecían siglos, y los años, instantes.

Si trataba de recordar su mandato en Asgard, le vendrían fácilmente a la mente aquellas ejecuciones que realizaba para los que se le oponían y le llamaban rey usurpador. Se acordaría de la frialdad con la que había tratado a su madrastra Frigga, y la crueldad con la que había empujado al niño Thor por el puente del arcoíris. Pero algo había cambiado en él desde entonces. Omega le había cambiado.

Lo sabía, lo supo en el momento en el que intentó asesinar a Thor por última vez. La culpabilidad y la tristeza se habían apoderado de su frío corazón y lo habían ablandado. Estaba seguro de que la próxima vez que se encontrara con su hermano, no tendría la fuerza de voluntad necesaria para acabar con su vida. En el fondo, muy en el fondo, le seguía queriendo. Y le entristecía reconocer que jamás se desprendería del destino que les aguardaba. Estaba cansado de repetir la misma historia una y otra vez. De luchar y perder.

La culpa la tenía el pequeño Loki. Desde el principio, el fantasma del muchacho siempre trataba de recordarle las verdades que jamás saldrían de sus labios. Luchando en silencio contra la influencia del viejo Loki que aún dormía en su subconsciente y trataba de envenenarle con dudosos pensamientos. Pero Ikol no era ni Kid Loki, ni tampoco lo era el Viejo Loki. Él era una mezcla de ambos. Incorregible. Imprevisible. Maldita.

En aquella época, yo era...algo diferente. —estrechó los ojos, recordando la infinita crueldad que había en sus palabras— No me siento realmente orgulloso de lo que hice. Así que es normal que las hermanas sigan sintiendo aversión por mi desde que las expulsé de Asgard. Era el rey, después de todo, y cuando estás en una posición de máximo poder te das cuenta de lo frágil que es mantener esa estabilidad… — Loki era el primero en ser incapaz de fiarse de nada y de nadie. Durante su reinado, la paranoia aumentaba poco a poco, y el soberano veía traición en cada rincón de Asgard. Incluso en la de sus amigas hechiceras. En el fondo, sabía que tarde o temprano conspirarían contra él. Querían quitarle el trono. Lo sabía. Porque él nunca fue un rey deseado. Nunca nadie le dio la oportunidad de demostrarles a todos que podía hacerlo bien. Que podía hacer algo bueno. Y eso fue también un motivo más que le condujo hacia la locura.

Solo se me ocurre una persona que quiera la Espada de la Verdad y que además quiera trabajar junto a Amora y Lorelei.— Lo había sospechado desde el principio, pero cada vez tenía más pruebas que lo demostraban. Era el momento perfecto para compartir sus pensamientos con Dalae — Sigurd, el siempre glorioso. Todavía se cree que esa espada fue suya...—rió, y una carcajada siniestra saltó por los aires— Pobre iluso...

La mirada helada de Loki se posó en la estilizada figura de su aprendiz y finalmente asintió. —Claro, puedes hacer uso del estanque siempre que quieras, querida.

De pronto, se acercó a donde estaban descansando Arturo y Raden, y con un chasquido de dedos, el cuerpo del Dragón del Este desapareció, para aparecer de nuevo en su respectivo dormitorio. Luego se acercó a la estatua de granito que representaba al lobo de hielo, y colocó sus manos en la fría piedra..

Pero antes… habrá que solucionar esto...— el dios de las mentiras susurró palabras incomprensibles en el idioma rúnico de los Aesir, y la magia empezó a penetrar por el cuerpo petrificado de Raden, hasta revertir completamente el hechizo de Lorelei. Pasados unos minutos, la piedra fue sustituida por la carne y el pelaje, hasta que finalmente, el lobo fue capaz de sentir el latido de su propio corazón.

Loki se apartó y observó desde una distancia prudencial el encuentro entre los dos compañeros. Raden y Dalae llevaban mucho tiempo juntos, y aunque a veces no se llevaban demasiado bien, sería de estúpidos no darse cuenta que se respetaban y se defendían mutuamente.

El dios embaucador esbozó una ligera sonrisa, esta vez desprendiendo un leve candor especial. Omega no había sido la única que le había cambiado. También lo había hecho la mujer que tenía delante de él. Y si alguna vez Dalae corría un peligro de muerte, Loki no dudaría ni un segundo en hacer cualquier cosa para salvarla.

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MensajeTema: Re: Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019]   Segunda llave: Sólo la verdad y nada más que la verdad (Dalae, Arturo y Constantine) [13.3.2019] - Página 2 Icon_minitime3rd Octubre 2019, 18:24

La cabeza le estaba dando vueltas. El mundo era un torbellino de colores decidido a practicar el medievo con su cerebro. No tenía claro si eran los efectos secundarios de la magia de aquella hechicera o la autosugestión que estaba practicando consigo mismo, pero saberlo no iba a cambiar la situación: John estaba haciendo un acopio de fuerza de voluntad para no echar la pota y mantenerse erguido con los puños en alto y la mirada al frente. Uno tiene que guardar las apariencias incluso en una situación tan ridícula como aquella.
La hoja de la espada ayudó a espabilarlo. Ligeramente al menos, pero ayudó. Que te rocen la nuez con una hoja afilada al punto te quita el sueño, la fatiga e incluso el peor de los pedos llegado el caso. Y con los pies sosteniendo su cuerpo por primera vez desde que su confusa mente recordaba, plantó cara a Dalae, esperando el momento en que la otra bruja picara el anzuelo y se lanzara a por él para conseguir la falsa llave. Sólo había un problema: Dalae era demasiado para él con una espada en la mano. No vio venir el pomo de la espada como tampoco lo sintió. ¿Un tercer efecto? ¿Estaba perdiendo el sentido del tacto, perdiendo el sistema nervioso?
Nah, aquella era una sensación familiar.
Giró la cabeza y vio y escuchó a Garnet quien la había protegido del ataque de Dalae y se lo estaba llevando a rastras a la Casa del Misterio. Ya estaban frente a sus puertas cuando la hechicera se les echó encima. Trató de agarrar a John y como vio que no pudo debido a los poderes de la pelirroja, trató de atacarles con magia. "Y un huevo". John contraatacó, desviando la magia de la bruja, y cuando ésta se dio cuenta que el inglés se había liberado de su magia, lo último que vio fue una sonrisa perlada y un dedo corazón despidiéndose de ella antes de cerrarse las puertas en sus narices. Jaque mate.

Dentro de la casa no pudieron escuchar el grito de frustración de la bruja, pero tampoco estaban a salvo. Al menos, no John: tirado en el suelo, tratando de recuperar el aliento, se vio asaltado por una pelirroja muy, muy cabreada, quien se le puso encima y lo agarró por el cuello de su gabardina. Lo siguiente que vendrían serían sus puños contra su cara por lo que John casi de forma automática levantó las manos y trató de cubrirse antes de recibir la paliza. Cosas que te enseña la vida y te lo graba en el cuerpo.
Los puños no llegaron, pero si la voz de Garnet. Se estaba conteniendo y Dios sabía que le estaba costando. El inglés se comió las palabras que iban a salir de su boca porque tan sólo conseguirían que le dejara un o dos ojos morados, y en su caso habló, y aunque nadie se lo crea, desde su corazón.

- Te juro que ésto no ha sido cosa mía. Joder, ésta mierda no la he preparado yo.

Garnet lo creyó y, aunque en su mirada y su pose le decían a John que en cualquier momento podría salir el Boing-puño77 sin escala hasta su cara, le tendió la mano para que se levantara. El caso estaba casi cerrado y era buen momento para tratar de relajarse. John se quedó solo en el recibidor, con arena hasta en la raja del culo y con muchas preguntas en su cabeza. Se sacó del bolsillo interior de su gabardina la falsa llave, y con cuidado trató de cerrar el pañuelo para que no hubiera ningún accidente. Se lo guardó en otro bolsillo y le dedicó una mirada a la estatua de Anya. Joder, por eso le gustaba tan poco mezclarse con entidades: de una forma o de otra te jodían. Y luego le preguntarían por qué su primer movimiento siempre era el de joder a los demás.

- N'Aall, prepara las sales del baño de los azulejos morados y verdes. Y llévate a Anya contigo. Enseguida iré.

Con silenciosa diligencia, el demonio apareció sin hacer ningún ruido y cargó con la estatua sobre el hombro para llevársela casa a dentro. John se quitó la gabardina y la colgó en la entrada, se desabrochó los puños de su camisa y siguió pensando. Algo le decía que no sería la última vez que se iba a encontrar con Dalae y sus compañeros, pero a la próxima el inglés estaría mejor preparado. Que te den por culo la primera vez entra dentro de la sorpresa. Que te vayan a dar por segunda vez es porque eres gilipollas. Frunciendo el ceño pasó por detrás del sofá donde reposaba Garnet, se paró... y decidió que ya había tenido juerga suficiente para todo el día.

- Hey cielo, ¿qué opinas de los baños turcos?

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