Me encontraba en los Ángeles, era una noche oscura, sin estrellas, tan sólo la luna iluminaba las calles de la ciudad mientras olia el aire, mi presa no estaba lejos, la caceria siempre era estimulante, mi salvaje instinto asesino se hizo patente en mi rostro al sonreir de forma siniestra dejando al descubierto mis colmillos afilados mientras saltaba ágilmente de tejado en tejado, mis ojos ámbar brillaron al descubrir a mi presa cuando la brisa nocturna me trajo su aroma, iba dentro de una lujosa limusina, era una mutante hija de unos nobles acaudalados, pero no iba sola luego me llegó otro olor humanos-gruñi amenazador de forma fiera mientras de un salto potente aterrizaba en el techo del coche y arrancaba parte de la chapa el techo de metal.
El conductor asustado por aquel repentino ataque derrapó mientras los guardaespaldas, dos humanos fornidos sacaban sus pistolas pesadas, rugí de nuevo de forma salvaje, sanguinarios mis ojos ámbar brillaron de nuevo mientras una de mis garras atravesaba brutalmente el pecho de uno de aquellos guardaespaldas atravesando hueso y músculo cayendo este sobre el asiento cuando mi garra alcanzó su corazón brotando la sangre profusamente de su pecho mientras se desplomaba entre una terrible agonía muriendo poco después en un charco de sangre.
La chica a la que buscaba se hallaba en el asiento trasero, se habia quitado los cascos que llevaba puestos, y su walkman estaba caido en el suelo del coche, me contemplaba con los ojos vidriosos de terror.
Un disparo falló pues el guardaespaldas al que habia atacado cayó en el asiento delantero y la bala impactó contra el hombro del chófer mientras el otro disparo alcanzaba mi pecho, sin embargo la herida se cerró enseguida gracias a mi factor curativo.
El coche se estrelloel guardaespaldas y la chica pudieron salir, mientras ella corria el humano tuvo que hacerse el heroe, un rugido salvaje brotío de mi garganta mientras aquel guardaespaldas volvia a apuntarme, mi garra atrapó su cabeza y lo lancé con brutalidad contra un muro y se oia el horrible sonido de su craneo al quebrarse.
Olia a miedo, si con un saltó salí corriendo tras mi presa y la alcancé en un callejón, me lancé sobre ella mientras mis garras despedazaron su cuerpo un terrible grito de agonia se oyó en los Angeles seguido de un terrible rugido salvaje....