Prueba rol: P. Maximoff -Quicksilver-

Sonrió sarcástico y soltó una ronca carcajada mientras "andaba" -mas bien trotaba, él dejó de andar hace mucho- de espaldas dejando su vista en la larga, oscura, fría calle cubierta de nieve, se escuchaban las sirenas fuertes, cercanas y amenazantes, pero él simplemente reía porque la situación en sí le hacía cierta gracia. Siempre le gustó el juego del Gato y el Ratón.

Se paró cuando vio las luces rojas asomarse por el final de la calle, rió más fuerte e hizo señas, como diciendo "Aquí, estoy aquí". Esperó, impaciente, a que los coches y camiones estuvieran más cerca para guiñarles el ojo y comenzar de nuevo a correr. Nunca, nunca nadie le iba a atrapar.

Corrió sin mirar pensando que todo era un divertido juego, corrió en cualquier dirección lejos de ellos pero no por huir, más bien por molestar, por burlarse de ellos y gritarles "¿Ahora quién es el inútil sin futuro?" llegó un punto que de nuevo comenzó a llover, una tormenta fría que a veces se cambiaba a puro granizo, pero a él le daba igual, estaba eufórico por la emoción del momento y actuaba sin pensar creyendo que su cuerpo no tenía límites. Llegando ya casi a las últimas casas, dejando las farolas decaídas y tristes atrás y pasando el cartel de "¡Hasta luego! Vuelva a... " bajó la velocidad un poco con la idea de esperar a que las patrullas le alcanzaran de nuevo pero algo comenzó a ir mal, sintió el frío de forma punzante, su cabeza comenzó a palpitar y por un momento juró que la iba a explotar, se sentía vibrar, temblar, como si cada parte de él se moviera por si sola y notó como su vista se volvió notablemente borrosa, una simple advertencia, pero él, lejos de comprender que seguía siendo mortal, frunció el ceño y volvió al límite de su velocidad.

El sonido de las ruedas, sirenas y las voces de personas hablando por megáfonos se volvieron lejanas, pasó de correr entre granjas depresivas en llanos de nieve a desplazarse centímetros del profundo bosque, claras señales de que el juego había finalizado y que él resultó, como siempre, victorioso pero el dolor no se iba, es más, el dolor se hizo más intenso y le comenzó a recordar a los primeros meses con sus "poderes". Pietro no era el más inteligente pero tampoco era un completo idiota y pudo imaginar que si seguía así iba a caer desmayado, por ello y bastante inseguro cedió al dolor y aprovechó para resolver sus dudas, en otras palabras: Paró a la entrada de lo que parecía el típico bar de moteros a las afuera de la ciudad pero teniendo en cuenta que 1) Tenía cierta pinta de cabaña-peña de caza y 2) El lugar estaba lejos de ser una ciudad, bueno, estaba lejos de ser incluso un pueblo, pero en realidad el edificio le daba igual, lo que realmente le hizo desviar su vista hacia allá fue el tablón de madera donde había un pequeño mapa de la zona además de un poco de información y un termómetro, el típico cartel de "Usted está aquí". La lluvia mojaba el cristal que cubría el mapa así pues se tuvo que casi pegar a la estructura y cada poco pasar sus mangas por la zona que quería leer. Forzó la vista en la oscuridad y llegó a distinguir

-¿ Верхоянск? - Lanzó la pregunta al aire y rió, solo por el nombre y el tipo de alfabeto dedujo que estaba lejos de casa, de todos modos eso no le sirvió para responder a su pregunta - Верхоянск Почетный город Сибири - A medida que iba leyendo esa corta oración su sonrisa se fue desvaneciendo mientras una expresión de pura desesperación la sustituía. No, simplemente no podía estar ahí. Siberia, la misma Siberia, esa Siberia de Rusia ¡Rusia! ¿Es que nadie le comprende? En Rusia, estaba en un maldito rincón perdido de la mano de Dios en Rusia y la gente le seguía viendo como un fugitivo -Bueno, lo era ¿Para qué mentir?-. Una pregunta le vino a la cabeza y desató el miedo en todo su cuerpo "¿Qué le está pasando a Wanda?"
Pietro, repito, no era el más inteligente y sabía perfectamente que debido a su estupidez ahora estaba a miles de kilómetros de su querida hermana pero él podía deducir que ella, lo único que le quedaba en la vida, estaba en su misma situación o peor. Se arrepentía, como siempre, se preguntaba otra vez por qué no luchó por estar ahora con ella y simplemente se vuelve débil ante el pensamiento de que su hermana está sufriendo.

En ese momento su cabeza no funcionaba bien, aún sentía algún que otro pinchazo y se encontraba paranoico, no pudo evitar jadear y volver a correr de allí cuando escuchó un continuo ruido en el bosque que se encontraba envolviendo la zona. No se paró a usar la lógica, tenía miedo y sólo quería huir de ahí, corrió por barro, por asfalto, por nieve e incluso sin querer se metió en el bosque, estaba en total oscuridad y se sentía vulnerable a todo.

Paró derrapando en la nieve y levantando ésta misma alrededor de sus manos y pies, se encontraba agachado con la mirada fija a un punto, la tenue luz del sol de medianoche le daba un poco de visión clara entre la lluvia que caía sin cesar pero no era por ello por lo cual detuvo su carrera, se sentía observado desde hace poco y justo en ese punto era donde la incomodidad en su nuca crecía. Sin previo aviso se giró sin apenas levantarse para enfrentar a alguien que le apuntaba con un arma de fuego, más sorprendido que asustado se cubrió la cabeza con los brazos y se encogió esperando a que el sujeto le disparara pero eso nunca pasó, en cambio, escuchó como su gruesa voz le demandaba.

- ¡Identifícate como es debido! - Gritó el señor, su acento era bruto y tajante aunque pronunciara perfectamente cada palabra. Pietro quitó lentamente su "escudo" y se levantó alzando los brazos como si el sujeto desconocido fuera un policía - No me seas crío, no estoy como para matar a un niñato... - Declaró el ruso, el hombre era borde pero no parecía tener malas intenciones. Bajó su arma a la par que Pietro bajaba sus brazos y se le quedaba mirando con algo de temor en sus ojos. El hombre de forma impaciente hizo un sonido que casi parecía un gruñido y el joven reaccionó.

- Tranquilidad, eh. Mykhailo, llámame Misha si te apetece - Le regaló una media sonrisa, prefirió mentir descaradamente con el primer nombre eslavo que se le ocurrió antes que rebelar información, acababa de descubrir que era buscado incluso allí y no iba a arriesgarse a recibir un disparo entre ceja y ceja.

- Bien, Misha... - Dijo en un suspiro mientras se colgaba el arma del hombro. Pateó un par de ramas tiradas por el suelo y se acercó al alterado, analizándolo de arriba a abajo - ¿Se puede saber que hace un extranjero a las 4 de la madrugada en medio de un bosque? - Preguntó con aquel tono tajante resaltando la palabra "extranjero" y la hora.

- ¿Y tú qué? - Desvió la mirada un momento y soltó un bufido, parodió al mayor y le revisó con la mirada, exagerando cada movimiento y deteniéndose a mirar en ciertos puntos. Ronroneó sugestivo alzando ambas cejas y soltó una sonora carcajada al deleitarse con la expresión de desaprobación del desconocido,

- Estás en mi terreno. Yo vivo aquí cerca, tú no corres la misma suerte ¿No?

Pietro cruzó los brazos sobre su pecho y frunció el ceño, esa pregunta lo hizo a propósito para callarle la boca, además de que ya demostró saber la respuesta a eso. El hombre le agarró de un brazo como si fuera a castigarle y comenzó a arrastrarle en lo que supuso que era la dirección a su cabaña. Caminaron minutos saltando arbustos hasta llegar a la escondida construcción. Una vez allí Pietro se soltó del agarre de manera hostil y se giró sobre si mismo para tener una visión completa de la sala donde se encontraba, todo era marrón, estaba lleno de diferentes armas de caza, pieles y animales disecados, el alterado puso una mueca de asco al ver la cabeza de un jabalí colgando de la pared, le resultó algo impactante que de verdad gente pudiera convivir con eso en casa, incluso se puede decir que le intimidó ver al animal ahí, muerto y con la boca abierta, pero, por mala suerte de él, no era capaz de apartar la mirada de... de... de ¿Eso?

- ¿Qué haces por Верхоянск? -Escuchó la pregunta pero ni siquiera se molestó en girarse para ver al desconocido. Pensó apenas segundo qué podía contestar: Otra mentira. Se encogió de hombros y siguió contemplando el animal - Turismo extremo. - Respondió como si fuera lo más evidente del mundo, sacudió la cabeza y apartó la vista del jabalí sintiendo como un escalofrío recorría su espalda. Se tomó unos segundos para olvidarse de que eso estaba colgando en la pared, mirándole, y se quedó frente al dueño de la casa.

- Para eso vete a Chernóbil.

- Gracias. - Respondiendo casi en un tono de pregunta alzando levemente los hombros y elevando las comisuras de los labios hasta formar una sonrisa burlona.
El silencio cayó mientras ambos cruzaban sus miradas, la conversación fue corta para el propietario de la casa y extraña para Pietro pero era de esperar que la cosa no acabara allí.

- ¿Qué haces por Верхоянск? - Suspiró conteniéndose otra carcajada al escuchar la misma pregunta, más que la situación lo que le hacía gracia era el hombre.

- Te dije que turismo. Visito la ciudad más fría del mundo. - Pretendió que sonar fluido y sincera, pero esa sonrisa de mentiroso y sus constantes movimientos impacientes le hacían ver muy falso.

- Esa es Nuuk. Y Верхоянск no es ni una ciudad.
De nuevo, silencio, ninguno de los dos ponía de su parte. Pietro respondía mentiras y comentarios ingeniosos, y el cazador le cortaba el rollo con aquel extraño acento. Se demoró algo más que la anterior vez en comenzar a hablar pero estaba vez no fue exactamente una pregunta.

- Sokovian.

- ¿Eh? - Arqueó la ceja, confundido y echándose levemente hacia atrás, eso ya no fue tan gracioso.
Ese fue el turno del mayor para reírse en la cara del alterado.

- Que eres de Sokovia.

- ...No - Hizo un par de ademanes antes de dar su respuesta definitiva. Ese "No" sonó forzado y se lucía dudoso.

- No es una pregunta. - No recibió ninguna respuesta esta vez, Pietro suspiró y pasó sus manos por su cabello, despejándose la cara - Tú no eres humano, Misha... - Soltó una leve carcajada similar a un silbido, se encorvó un poco apoyando sus brazos en sus propios muslos y miró desafiante a Pietro, quien por un momento hizo un ademán de querer huir pero pensó en la situación, en parte ya había sido descubierto y el hombre sospechaba de quien podría ser, aunque lo intentara era más que imposible que el ruso lo viera como un pobre extranjero perdido en un bosque cual Caperuza.

- Alterado... - Confirmó, en un tono serio que contrastaba bastante con su anterior actitud mas ese tono sólo duró segundo, en seguida ya estaba relajando su postura, encogiéndose de hombros y sonriendo - Para ser concretos - Añadió.

- Como ella... - Susurró después de minutos y minutos en vacío silencio entrecerrando sus ojos y ciertamente sorprendido por la inmediata reacción del joven. Por parte de Pietro, era evidente que relacionó ese "Ella" con su melliza, sería bastante raro si no lo hubiera hecho. Se asaltó y ladeó la cabeza con una ceja alzada en una clara expresión de duda.  

- ¿Qué...Qué ella? - Preguntó lentamente, como si no se creyera que estaba escuchando. Su mueca comenzaba a parecer más de enfado que de duda.

- La chica... - Alzó la ceja y volvió a su postura inicial ya algo más prudente.
Pietro perdió la paciencia rápido, él piensa tan rápido como actual y en seguida localizó su objetivo: Una de las armas de caza del hombre. En menos de un abrir de ojos corrió hacia esa misma dejando un estela azul tras de sí, la tomó y la dejó en el cuello del mayor, apretando brutalmente contra la Yugular.

- Dime dónde está Wanda si realmente aprecias tu vida...




Pasaron un par de horas hasta que llegaron la Milítsiya, los Spetsnaz y algún que otro miembro de la GROM, todos ellos rodeaban la cabaña y bloquearon todas las salidas exceptuando la entrada principal, la cual estaba literalmente hecha pedazos. Se escuchaba hablar por un megáfono a aquel miembro del Grupo Alfa tan conocido por Pietro.
-Este hombre se repite mucho - Susurró el alterado mientras casi perezosamente salía a la entrada con las manos en alto. No entendió qué le estaba demandando el ruso, sólo esperó que ese condenado hombre acabara de hablar para sonreír y echar a correr entre los policías -además de aprovechar el tiempo y empujar a alguno que otro-.

Dejando su estela azul por cada rincón se giró a ver por un momento, contemplando su obra maestra.