Una tarde de biblioteca (Lia Somerset)

Nueva York, EEUU
Biblioteca Pública
Medio día

Me encuentro sentado en la mesa de recepción, ojeando uno de los libros del lugar; el día se avecina bastante tranquilo, por lo que apenas me molesto en levantar la vista de este para observar el local. Un rápido vistazo me ha servido para saber que hoy no será un día atareado; pues solo una pareja y un par de tipos solitarios enfrascados en sus, seguramente, aburridos libros son los que "decoran" la sala.

Días así, aunque a simple vista parezcan aburridos, son los que me hicieron aceptar este trabajo; y es que no hay nada como la tranquilidad, acompañada de una placentera lectura. Y más cuando esta es de un tema tan interesante como la cultura mística.

En la portada del oscuro libro, decorado con extrañas tonalidades de color violeta, puede leerse " El arte de la magia enoquiana: ángeles, invocaciones y otros secretos de John Dee "; donde se habla de los mensajes recibidos por los "magos" isabelinos John Dee y Edward Kelley en el extraño lenguaje de los ángeles, el Enoquiano. Sin duda una lectura interesante; aunque, como era de esperar, no del todo verídica.

Había sido una mañana apacible y tranquila. Se había despertado realmente temprano y había dedicado tiempo al estudio. Su carrera era exigente, después de todo. Aún así le apasionaba y a decir verdad, la lectura de textos teóricos- políticos era un de sus grandes hobbies. Sin embargo, el día estaba tan hermoso afuera, que incluso parecía completamente un desperdicio gastarlo todo el día encerrada en su hogar.

Decidió salir y pasear un rato, pero sus pasos la llevaron a un lugar que era ya conocido para ella. La biblioteca pública. Recordó,entonces, que había un libro que había intentado comprar y no había podido encontrarlo por ningún lado. Se preguntó si lograría encontrarlo allí.

Se adentró a la biblioteca y empezó a buscar entre las góndolas del lugar, pero no estaba teniendo resultados fructíferos en ello. Suspiró con gran resignación, fue allí cuando notó la figura del bibliotecario a los lejos. Probablemente si le preguntaba a él encontraría el libro más rápido, en caso de estar.

Se acercó a él, pero su curiosidad innata la llevó a contemplar la portada del libro que estaba sosteniendo, incluso inclinando la cabeza para poder leerlo mejor. " El arte de la magia enoquiana: ángeles, invocaciones y otros secretos de John Dee" Había leído respecto a eso. De hecho, había pasado buena parte de su vida leyendo diferentes clases de libros que hablaban de elementos sobrenaturales, había sido su manera de buscar y comprender que pasaba consigo misma, pero jamás había dado con una respuesta que la satisfaga completamente.

Sin darse cuenta se había quedado allí, parada, intentando evocar en su mente los recuerdos de todo lo que había leído respecto a la magia enoquiana.

Enfrascado en mis pensamientos, y absorto en la lectura, me mantengo con la vista centrada plenamente sobre las lineas dibujadas en el papel; hasta que un extraño sentimiento me hace levantar la vista del envolvente libro, una sensación de que me están observando. Y no podría estar más en lo cierto; pues, frente a mi, una joven de nívea piel y blancos cabellos, me observa en silencio.

Sus grandes y hermosos ojos, de un suave tono azulado, parecen vagamente clavados en el título del ejemplar que sujeto entre mis manos; el cual cierro y dejo sobre la mesa, rápidamente. Como cuando uno es sorprendido por alguien, con algo entre las manos, y rápidamente lo esconde como si no lo hubieran visto.

- ¿Puedo ayudarla, señorita? - le pregunto con una voz suave, e incluso algo temblorosa; denotando la evidente falta de seguridad personal que tengo cuando no me encuentro portando mi "uniforme"

Y es que, completamente opuesto a lo que representa The Rookie Sorcerer, Robert Ramírez es un joven tímido y algo introvertido; que apenas es capaz de relacionarse con aquellos que le rodean.

Se sobresaltó al ver como el bibliotecario notaba su presencia y cerraba rápidamente el libro, como intentando ocultarlo. ¡Qué verguenza! Se había quedado allí parada sin decir una palabra. Probablemente había sido extraño para el otro, estaba incómodo y podía notarlo. Lo mejor sería que explicase la situación, sin revelar ningún aspecto importante de su vida, especialmente de la no tan conocida por las personas que la rodeaban.

-Lo siento, estaba viendo la portada del libro que estabas leyendo. He escuchado sobre él, pero jamás lo había visto antes- admitió con total naturalidad y sinceridad - De hecho, estoy buscando otro libro, tal vez puedas ayudarme. ¿De casualidad tienen disponible "Juventud" de Leon Tolstoi? De alguna manera he conseguido los otros dos, pero no he podido terminar la trilogía

Suspiró, sintiéndose algo frustrada por aquello último. Realmente se sentiría desilusionada de no poder conseguirlo allí. Es cierto que el libro era originariamente ruso, pero el autor era mundialmente conocido, por lo que no debería tener realmente esos problemas para conseguirlo.

La joven se disculpa ante lo sucedido; alegando que, aunque le suena el título de mi libro, no lo había visto hasta ahora. Ante lo cual, simplemente le dedico una tímida sonrisa; dando a entender que no pasa nada.

Tras esto, la joven me comenta que es lo que anda buscando en este hermoso lugar; resulta que su interés es una novela autobiográfica del conocido autor ruso, Leon Tolstoi. Concretamente, el libro que busca se llama " Juventud "; siendo esta la tercera, y la conclusión, de una trilogía de ejemplares.

- Así que "Juventud", ¿No? - le comento, mientras hecho un vistazo a los archivos de la biblioteca; donde están registrados todos los libros que hay en ella - Sí, nos quedan un par de volumenes - continúo con una sonrisa

Tras estas palabras, me levanto de mi asiento y, acercándome a ella, le insto a que me acompañe; emprendiendo una tranquila caminata hacia la sección de novelas autobiográficas. Y seguidamente, a la parte de autores rusos.

- Supongo que preferirás la edición sin censurar de 1928 - comento en voz alta mientras paseo mis dedos sobre los libros en busca del indicado - ¡Aquí está! - digo agarrando uno de estos, y entregándoselo a la joven - Acompáñame hasta el mostrador, y procederemos a registrar tus datos - concluyo, con un tono suave y amable; sin perder la sonrisa amistosa y algo tímida de mis labios

Se alegró y emocionó al escuchar que aún tenían algunos volúmenes disponibles ¡Al fin! Había querido terminar con aquella lectura desde hace algún tiempo pero no había dado con el tercer libro. Se golpeó mentalmente al no haber pensado en la biblioteca de Nueva York con anterioridad, se hubiese ahorrado muchos días de caminata y hasta algunos dolores de cabeza. Definitivamente aquél día y aquél paseo que había decidido dar, habían terminado siendo más productivos de lo que había esperado.

Acompañó al joven a buscar el libro que había solicitado y asintió al escuchar que le ofrecía la versión sin censurar. Definitivamente no podía pedir más. Parecía una niña a la que le compraban un nuevo y espectacular juguete. No podía evitarlo, era una terrible amante de los libros, especialmente de aquellos que se dedicasen a la filosofía de vida, a la política, economía o estrategias de guerra. Gracias a ello y a los horrores que había vivido de jóven, que había decidido seguir el camino de la política. El tener a una familia estrechamente vinculada a ese ámbito parecía ser el perfecto indicio que le daba el destino para que eligiese su vocación.

Tomó el libro que le extendía, rozando la mano contraria. Sin realmente querer pretenderlo, sus poderes se activaron, aquellos que nunca podía controlar y que poco entendía. Esta vez la visión era un tanto extraña. Parecía el mismo joven usando...

-¿Magia?...- murmuró en voz baja, pero rápidamente la visión desapareció sin dejarle pistas de qué significaba lo que acababa de ver. Intentó regresar en sí y volver a la normalidad - Lo siento, ¿Qué me decí...? Ah si, los datos para el libro

La joven parece bastante contenta ante mi respuesta, lo cual me hace sonreír ligeramente; siempre es agradable ver a alguien tan interesado por la lectura, y poder ayudarle a satisfacer ese interés. Y es que la albina parece disfrutar como un niño, en una tienda de juguetes, en el día de su cumpleaños; deseoso de coger entre sus manos el muñeco adecuado.

Cuando le ofrezco el ejemplar, lo coge con tal presteza que nuestras manos toman contacto durante unos instantes; produciéndose en mí una extraña sensación, como si en ese breve periodo de tiempo acabase de suceder algo poco común. Sentimiento que se acrecienta cuando escucho murmurar a la joven; aunque no logro entender del todo lo que dice.

Decido disimular un poco y encaminarme hasta recepción, mientras mi mente no para de darle vueltas al asunto. Quizás la joven sea mucho más de lo que aparenta.

Ya en dicho lugar, tomo asiento y comienzo a abrir la base de archivos de registro; para así registrar los datos pertinentes, y que quede constancia de quien se ha llevado dicho volumen. Al fin y al cabo se trata de un préstamo, y como encargado debo asegurarme de que dicho libro retornará a su sitio tarde o temprano.

- Necesitaré tu nombre completo, y un teléfono de contacto - le comento en un tono amable y calmado - Además del número de tu Tarjeta de Identificación*



* DNI américano