16 de Mayo del año de nuestro señor de 2018.
Habitualmente paso el día en mi refugio de las alcantarillas.
Pero no hoy.
Hoy tengo trabajo.
Por muy molesto que sea mantenerse activo durante las horas de Sol he de hacer algo que nadie puede hacer por mi.
Hace varias noches que estoy cazando a ese asqueroso parásito.
Pero por desgracia siempre escapa alguna de sus larvas e infecta a algún desgraciado durante el día.
Iniciando de nuevo el ciclo.
Solo quedaban un par de larvas activas y aunque de día me es más difícil seguirlas son más fáciles de encontrar y combatir ya que no pueden cambiar de huésped sin dejar un rastro claro.
La gente normal tiende a gritar cuando ve un gusano de un palmo salir de la cabeza de alguien por la nariz, las orejas o la boca e intentar entrar en la suya.
Por eso el parásito prefiere la noche.
Su olor característico me ha traído al Museo de Historia Natural de Gotham.
Pero mientras permanezca dentro de su anfitrión el rastro será demasiado débil para estar seguro de en quien se esconde.
No puedo coger una a una a todas las personas que hay aquí y oler su aliento sin que el parásito se de cuenta de que le busco y huya.
Lo mejor es intentar no llamar la atención y esperar a que intente cambiar de cuerpo una vez más.
Anoche casi lo atrapo y no pudo obtener un buen anfitrión.
El actual tiene que estar a punto de morir.
Mientras espero no puedo evitar contemplar un cuadro que nunca dejo de apreciar cada vez que paso por aquí.
- Un díptico de Juan de Valdés Leal.:
Una muestra de que la gloria terrenal acaba.
Mientras que la salvación es eterna.
No hay riquezas o poder que puedan detener a la muerte.
Mientras contemplo el cuadro un sonido atrae mi atención.
Un grito interrumpido que posiblemente haya causado mi presa al intentar cambiar de cuerpo.
Demasiado bajo para que otros en la sala lo hayan captado a mi me impulsa a correr a toda velocidad.
En el servicio de mujeres me espera un cascarón vacío.
La larva demoníaca ha abandonado a su anfitriona.
Al menos todo parece indicar que aún sigue aquí dentro.
Ha de estar en uno de esos cubículos y estará demasiado débil durante un rato para usar sus poderes.
Arranco con facilidad todo el frontal de los excusados y lo arrojo tras de mí.
Puedo ver a tres niñas que se encontraban utilizándolos y una de ellas es ahora victima del parásito.
Si actúo rápido aún podré salvar su vida.
El olor del parásito se confunde con el de ellas, con el cadáver y con ese extraño olor siempre presente en este tipo de lugares impidiéndome localizar con seguridad a la larva.
Pero tengo otros sentidos aparte del olfato y puedo ver un pequeño rastro de sangre en una de las chicas.
Un rastro que solo puede haber dejado el parásito al introducirse por su boca o su nariz.
Tomo a la niña del cuello y la levanto acercándomela a la cara.
Ahora no me cabe duda.
Está infectada.
Aprieto impidiéndole respirar.
Solo si el parásito nota como el cuerpo muere lo abandonará.
La manera más efectiva de matarlos es de hecho matar al anfitrión pero si puedo salvar esta vida inocente no dudaré en hacerlo.
Las palabras brotan de mis labios para dar consuelo a la niña que se muere entre mis dedos.
El Señor Cumplirá su propósito en tí.
Porque le has pedido ayuda y ha respondido.
Busqué en el Señor y él me oyó.
Y me libró de todos mis temores.
Los ojos del Señor están sobre los justos.
Y atentos sus oídos al clamor de ellos.