Aunque parezca mentira existen los días tranquilos (Wiccan)

Hoy tenía uno de esos días que por alguna razón van muy bien desde que te levantas, extrañamente bien.... son raros y escasos pero sorprendentemente existen. Y tras el tiempo que llevaban ejerciendo de héroes por el mundo llega un momento que todo lo que esperas es que algo salga mal en cualquier momento, que aparezca algún bicho enorme salido de algún planeta perdido del universo a la vuelta de la esquina que intente cargarse la mitad de la ciudad, o algún científico loco y con demasiado tiempo libre y ansias de poder que intente dominar el mundo por enésima vez con resultados especialmente catastróficos. Pero no.... era un día normal, normal dentro de la normalidad de su vida, por decirlo de algún modo. Teniendo en cuenta que podía adoptar la apariencia de cualquier persona, que estaba en contacto con los Vengadores y que bueno… eran los Jóvenes Vengadores en resumen.

Las clases fueron bien, tanto que habían podido salir antes de hora y todo, incluso había tenido tiempo de poder pasarse por las pistas de baloncesto a recordar viejos tiempos. Hacía tanto tiempo desde la última vez que había tenido la oportunidad de tener una pelota en sus manos que se sintió incluso perdido en el centro del campo. La sensación de correr por otra cosa que no fuera algún ataque fue maravillosa y le lleno de energía. Y aún tras todo el entrenamiento que había hecho tenía algo de tiempo extra todavía. Así que se ducho con calma en los vestuarios del gimnasio para relajarse pensando en que podría aprovechar un poco la tarde ya que la tenía libre.

Y que nada mejor para aprovechar la tarde que darle una pequeña sorpresa a Billy. Desde el gimnasio a la biblioteca no tenía un camino muy largo, además de paso le pillaba una de las pastelerías que tenían los mejores donuts que había probado hasta el momento, eran la perfección hecho donut de chocolate. Ya que estaba de paso compro unos cuantos y llegó a las escaleras de entrada de la biblioteca con el tiempo suficiente para poder cazar a Billy cuando saliera del sitio.

Se acercaban por estas fechas los exámenes parciales y Billy estaba, como de costumbre, agobiado. A diferencia del resto de sus compañeros, él tenía que compaginar los estudios con la responsabilidad de los Jóvenes Vengadores. Esto hacía que algunas veces tuviera que faltar a clases presenciales y debiera buscarse y prepararse las sesiones que perdía por su cuenta. La universidad estaba ya a la vuelta de la esquina y sus padres insistían bastante con la importancia de la nota media para que te admitieran en una universidad "decente". Por otra parte, ellos eran bastante comprensivos y le dejaban bastante libertad sobre su futuro académico. Le habían enseñado que ante todo debía hacer aquello que realmente le entusiasmara.

De esta forma, de la semana pasada a esta Billy había dedicado al menos un par de horas después de las clases a estudiar en la biblioteca, antes de volver a casa. En ese sentido, Teddy era mucho más confiado que él, y no se tomaba tan a pecho los exámenes, aunque luego sus notas eran bastante buenas. Quizá Billy necesitaba un poco de su confianza en sí mismo.

Siendo ya casi la hora de volver, el joven hechicero comenzó a recoger en silencio sus cosas y a devolver a los estantes los libros que había tomado prestados. Se colgó del hombro su mochila y se dirigió hacia la salida, donde una de sus compañeras de clase le esperaba sujetándole la puerta. -Gracias, Claire. ¿Nos vemos mañana a la misma hora? -Le preguntó mientras cruzaba la puerta.

-Claro, Billy. Y relájate un poquito. ¡Aún queda un mes para el primer parcial! -Le aconsejó la joven de cabellos dorados mientras le sonreía y salía tras de él cerrando la puerta. Tras esto se despidieron con un abrazo y se dispusieron a tomar pasillos diferentes.

Pero cuando Billy alzó la mirada hacia el frente se topó de pronto contra alguien. -¡Teddy! ¿Qué haces aquí? -Preguntó, entre sorprendido y aliviado. Acto seguido sonrió y observó que llevaba una bolsa de papel marrón en una mano. El joven hechicero alzó una ceja, mirando entonces otra vez a los ojos de Teddy. Algo le decía que aquel encuentro fortuito no había sido del todo casual.