Prueba de Rol: Felicia Hardy

Queens, NY.
21.00 h

Un taxi transporta a una hermosa mujer de pelo blanco, vestida con un elegante traje de color negro y un collar de diamantes que conjunta a la perfección con unos labios rojos que esbozan una sonrisa confiada.

— Aquí es. Muchas gracias.

El vehículo frena y la joven aprovecha para buscar en su clutch un fajo de dólares que tenía enrollados con una goma para dárselos al conductor.

— Aquí tiene, quédese con el cambio.

Antes de que el chófer pueda responder dándole las gracias, la joven ya se ha bajado del coche y observa la magnitud del edificio frente al que se encuentra. En la fachada del grisáceo edificio de cristaleras, se puede observar un cartel que muestra el nombre del museo, en él se pueden leer las siglas MoMA (Museum of Modern Art). Tras las cristaleras de la primera planta se pueden observar a los invitados vestidos con sus mejores galas.

Ella se acerca confiada la entrada del museo, donde la esperan unos guardias trajeados. Son altos y fornidos. Llevan gafas de sol para intimidar. Un pinganillo en su oído derecho con el que poder comunicarse con el interior, tras su americana se intuye el bulto de lo que podría ser una pistola y en sus manos una lista con el nombre de los invitados.

— Felicia Hardy —responde en tono claro dibujando una sonrisa socarrona.
El guardia revisa la lista y la deja entrar. Ya en el interior todas las miradas se vuelven hacia ella. Su glamour y su magnetismo llaman la atención. Las cámaras de vigilancia parecen centrarse en la joven. Desde la sala de vigilancia el guardia observa exaltado, todos y cada uno de los movimientos de Felicia.

— ¡Black Cat!
— ¿Cómo dices Dave?
— ¡Black Cat, Felicia Hardy... Está en la fiesta!
— ¿Y qué pasa?
— ¿Que qué pasa? Es una de las mejores ladronas de guante blanco Frank, ¡eso es lo que pasa!

Frank, que hasta el momento no estaba prestando atención a las pantallas que mostraban las cámaras, se acerca para observar la imagen de Felicia con detenimiento.

—¿Y de verdad crees que va a robar algo con ése ajustado vestido largo?
— Felicia es capaz de conseguir cualquier cosa... ¡Que el resto de seguridad no le quiten el ojo de encima! Necesitamos tenerla vigilada...

En el interior de la fiesta la gata observa cómo de pronto los guardias empiezan a recibir mensajes a través de su pinganillo. Ella sonríe satisfecha. Ahora todos están pendiente de sus movimientos. Decide aceptar una copa de champagne que se le ofrece y relacionarse con algunos de los invitados de la fiesta. De vez en cuando aprovecha para pasearse frente a diversas obras de gran valor siempre a la vista de todos. Mientras tanto, en otra sala cerrada al público dos hombres vestidos de metre portan un carro con bebidas tapado con un largo mantel de color blanco. Lo que nadie sabe es que bajo ese mantel se oculta un valioso cuadro. Y que esos hombres no son realmente camareros sinó unos secuaces de Felicia Hardy, contratados para llevar a cabo el robo de ese cuadro. De nuevo en el interior de la fiesta, Felicia camina hasta la salida del museo, donde Dave la detiene cogiéndola por el brazo.

— Disculpe señorita, ¿sería tan amable de mostrarme su bolso...?
— ¡Claro encanto! —Felicia abre su bolso mostrando al guardia el contenido de éste.
— Todo en orden...—comenta a través del pinganillo a regañadientes— Que tenga una feliz noche señorita Hardy.
— Descuide ¿señor...?
— Garamond, Dave Garamond.
— Garamond, claro.

Las luces de un cadillac de color negro se abren camino a través de la calle del museo.

— La cosa es que, la gata, verá...—el coche frena y se sitúa frente a Felicia, quien abre la puerta mientras se despide del guardia—...nunca se va con las manos vacías.

En ese mismo instante Dave recibe un mensaje a través del pinganillo. Su compañero Frank le informa que una obra había sido robada. Para cuando Dave quiere darse cuenta, el cadillac ya se está marchando por el final de la calle y tan sólo alcanza a observar el rostro de Felicia Hardy quien parece estar lanzándole un beso por la ventanilla.

— ¡FELICIA!

Dave decide tomar prestada la moto de un repartidor para seguir el coche de los ladrones en lo que será una intensa persecución por las calles de Nueva York. Justo en el momento en el que parece que Dave consigue alcanzarlos, la rueda de su moto cae de lleno en un bache que había en el asfalto y Dave acaba saltando por los aires hasta caer al río.

— ¡Mala suerte esta vez Dave! ¡La gata siempre consigue lo que quiere!