Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 Tierra S (Una historia del multiverso DC)

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Dr Stephen Strange

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MensajeTema: Tierra S (Una historia del multiverso DC)   Tierra S (Una historia del multiverso DC) Icon_minitime29th Agosto 2022, 20:29



TIERRA S


Ho… hola. Espero que esto esté encendido. Sí, parece que sí, ya veo la lucecita. O está grabando o estoy sin batería… Es curioso lo rápido que se olvida uno de manejar la tecnología antigua ¿Eh? En fin ¿Cómo empiezo? Ah, sí… vale… Si estás viendo esto es que estoy muer… No, no… Eso es muy cliché y muy tétrico. Además, no tiene por qué ser así necesariamente ¿No? Dios, esto es más difícil de lo que pensaba. El caso es que, aunque ahora no lo parezca, siempre se me ha dado bien lo de hablar. Tengo facilidad de palabra, o eso dicen. Pero supongo que todo es más complicado cuando… bueno, se habla de cosas importantes. Voy a empezar otra vez ¿Vale? Y lo mejor será, por estúpido que suene, empezar por el principio…

Hace miles… ¡¡No!! ¡¡Millones de años!! Toda la materia se condensó en un solo punto hasta que, incapaz de contenerse más, hubo una giganteeeeesca explosión a escala… ¿No tan atrás? Ya… Vale, esto no funciona. Hacer chistes no sirve de nada cuando no puedo ver si te estás riendo. Vamos a intentarlo una última vez.

Podríamos decir que todo empezó cuando vimos aparecer las naves en el cielo. De la noche a la mañana, sin previo aviso, sin que nadie hubiese advertido su llegada. De repente… ¡Bam! Un día abrimos los ojos y estaban allí. Y, cuando digo “abrimos”, me refiero a todo el mundo. En cada una de las principales ciudades: Washington, Londres, París, Nueva York, Nueva Dehli, Nueva Orleans… Todas las “nuevas”, en realidad, y también parte de las más viejas ¿Ha entrado bien ese? A lo que iba… Roma, Berlín, Madrid, Tokio, Hong Kong, Buenos Aires… Cuando quiero decir “todas” son TODAS. Pero, por supuesto, ninguno de esos cacharros era tan grande y aterrador como el que apareció en Metrópolis. Era tan enorme que casi parecía que se hubiese vuelto a hacer de noche en un instante. Había uno bastante parecido en Gotham pero, la verdad, allí no notamos mucho la diferencia. El hecho, es que no sólo aparecieron en “nuestras” ciudades. No sabemos cómo coñ… como diantres se las arreglaron, pero también apareció uno sobre Themyscira. Incluso tenían un armatoste sumergible apuntando a Atlantis.

Todas las alarmas sonaron como locas durante horas: En el Salón de la Justicia, en la Atalaya, en la Batcueva, la torre de los Titanes… Todos nos pusimos en marcha sin dudarlo. Invasión extraterrestre. Los héroes más poderosos de la tierra acudiendo a la llamada en desesperada batalla… Sé que suena bastante dramático. Pero, por aquel entonces, nosotros lo llamábamos miércoles.

No tardamos en identificar al responsable de todo aquel embrollo: Brainiac ¿Sabes quién es? Bah… Pero… ¿Qué digo? Todo el mundo ha oído hablar de Brainiac hoy en día, por desgracia. También era bastante popular en aquella época. Aunque sólo sabíamos lo básico. Que era una inteligencia artificial extraterrestre capaz de poseer cuerpos orgánicos, que había sido el responsable de embotellar la ciudad kriptoniana de Kandor, que tenía cierto gusto por el coleccionismo, que nos la tenía jurada a todos y… por encima de todos… a Superman ¿Has oído hablar de Superman? Espero de corazón que sí.

Más o menos ya conocíamos su “modus operandi”. Al tipo le gustaba coleccionar cosas, como ya he dicho. Así que, por lo general, se plantaba con su flota en algún mundo habitado, encogía una ciudad como muestra del desarrollo de su civilización y después… Bueno, después volaba el planeta. Salvo en el caso de Kripton, claro. Ahí se ahorró un paso porque el planeta ya se estaba volando él solo. La cuestión es que sabíamos de qué iba Brainiac, ya lo había intentado antes, ya lo habíamos detenido antes. Así que luchamos… Quiero pensar que luchamos bien. Todos unidos. Por aquel entonces éramos decenas. Dios… me encantaría que nos hubieses visto. Estábamos acostumbrados a ello. A las amenazas, a los peligros, a las situaciones imposibles. Estábamos acostumbrados a todo… menos a perder. Creo que, en el fondo, siempre supimos que llegaría un día como aquel. Pero nunca nos esperábamos que ESE fuese el día.

De hecho, en aquel momento ni siquiera éramos conscientes de haber perdido. “Era solo un asalto”, nos decíamos. Siempre había una forma de ganar. Eso pensábamos, claro. Pero había gente que no estaba muy de acuerdo. Así que se planteó una solución alternativa; Negociar. Y, de entre todos los que propusieron dicha vía, existía uno con muchas más ganas que nadie de negociar: Lex Luthor. Puede que de este no hayas oído hablar tanto pero, para que lo ubiques, era algo así como el tipo más listo de la Tierra. Eso se creía él, al menos y, por lo visto, también lo creyeron los gobiernos del mundo. Y a su petición, Lex se plantó allí, con su habitual expresión de superioridad, esperando a tener, como él mismo lo definió: “La primera conversación inteligente que habré tenido en años”. Dicha conversación duró poco y estoy seguro de que el rayo desintegrador que se lo llevó por delante tampoco lo vio venir. No quiero sonar morboso… pero me habría encantado ver su cara antes de convertirse en polvo cósmico. Hay dos teorías acerca de por qué Brainiac decidió quitarse a Luthor de en medio. Unos opinan que lo veía como una amenaza potencial para sus planes futuros. Otros que el mero hecho de intercambiar dos frases con un simio de intelecto tan inferior al suyo asqueaba al androide. Estoy seguro de que Lex se sentiría mucho más reconfortado con la primera opción.

Pese a todo, Brainiac si parecía tener interés real en negociar. Y era extraño, pues estoy convencido de que el trato que ofreció habría sido muy del agrado de Lex. Brainiac tenía intención de continuar con su colecta universal. Seguiría por toda la eternidad si, como dicen, el universo es infinito, arrasando mundos y sumándolos a su sala de trofeos. Pero a nosotros nos ofrecía un trato distinto. Dejaría en paz la Tierra a cambio de una sola condición; la rendición incondicional de Kal-El de Kripton. Superman.

Como te imaginarás, la oferta no cayó muy bien entre los miembros de la Liga. He estado en debates acalorados pero ese... Lo cierto es que nuestras opciones eran pocas. Brainiac tenía potencia de fuego suficiente como para penetrar en el núcleo del planeta y hacerlo añicos. Pero no íbamos a entregarle a nuestro héroe, a nuestro compañero… a nuestro amigo, sin pensar una alternativa. Hubo opiniones de todo tipo, por supuesto, pero la más popular era proteger a Superman a toda costa. No íbamos a acceder a los chantajes de ese monstruo. Encontraríamos otra forma de solucionar las cosas, siempre lo hacíamos. La más vehemente, como no podía ser de otra forma, fue Diana. Nuestra princesa guerrera. Nuestra Wonder Woman. Ella estaba dispuesta a luchar hasta haber derramado la última lágrima, la última gota de sudor y de sangre. Y, si crees que yo tengo facilidad de palabra, es porque no la has visto hablar a ella. Nos convenció a todos. O la victoria o la muerte. Fin. La victoria era preferible, claro está. Y, en momentos como aquel, nuestros ojos siempre se posaban en la misma persona. El caballero silencioso. El genio estratega. El guardián vigilante… Batman. Bruce… Porque siempre tenía un plan. Y un plan por si fallaba el plan original... y planes de contingencia por si fallaba el plan previsto por si fallaba el plan. Y cuando todos los planes fallaban, improvisaba. Todos esperamos a que tomara la palabra. Pero, aquella vez, el Caballero Oscuro estaba en completo silencio. Un silencio ensordecedor… Yo lo conocía muy bien. Y eso era lo peor. Porque sabía que si Batman no comunicaba en aquel instante sus planes… era porque no tenía ninguno.

Así que terminó la votación. Lucharíamos, como siempre hacíamos y Diana le hizo jurar a Superman que no se entregaría. Y Superman, por supuesto, juró. Y ni siquiera nos planteamos la posibilidad de obligarle a hacerlo sobre el “Lazo de la Verdad” porque… bueno… porque era Superman. Era su palabra. Superman NUNCA rompía su palabra. Pero yo supe que algo fallaba en el instante en que volví la vista de nuevo a Bruce, aún enfundado en su inquietante silencio. Intercambió una mirada con su amigo y abandonó la sala. Yo adiviné en ese instante que Bruce sabía algo que los demás no. Algo extraño, algo inaudito. Porque… para sorpresa de todos, puede que por primera y única vez en su vida…

Superman mintió.

¿Qué empujó al Hombre de Acero a tomar esa decisión? La situación era realmente dramática, eso es innegable. Brainiac se había hecho casi con la totalidad del planeta en un tiempo record y ninguno de nuestros ataques parecían siquiera una molestia para sus objetivos. Podía destruirnos a todos con solo desearlo. Y Superman… bueno… Creo que puedo intentar ponerme en su cabeza. No debe ser fácil que tu planeta adoptivo se vea amenazado por un antiguo fantasma kriptoniano. Nadie lo culpaba, pero estoy seguro de que él si lo hacía. No quería pasar de nuevo por lo mismo. No quería que la tierra compartiese el destino de Kripton. Y menos por su culpa.

Por muy bien que intente describirlo, jamás podré hacer justicia a aquella imagen. Allí, frente al edificio del Planet, con la mayor concurrencia de público que recuerda la ciudad de Metrópolis, todos vimos descender al Hombre de Acero hacia su final. La mayoría de los presentes, quienes no habían tenido la suerte de encontrarse con él, tan sólo lo habían visto volar por los cielos. Un borrón pasando a toda velocidad. Un dios de capa roja, un ángel de la guarda que siempre aparecía donde más se le necesitaba. Uno al que apenas podías mirar directamente sin quedar deslumbrado por el sol. Y estaba allí, de pié. Tranquilo, pero nunca sumiso. Rendido, pero jamás vencido. El propio Brainiac en persona, o al menos uno de sus cuerpos, bajó de la nave para anclarle personalmente dos pesados grilletes de kriptonita. Pero ni aún así dobló la rodilla. Simplemente se giró hacia una persona muy especial entre la multitud. Imposible para nadie distinguir a quién dedicó esa última mirada. Pero, quienes mejor lo conocíamos lo sabíamos muy bien. Ninguna cámara registró sus últimas palabras. Pero no me cuesta imaginar cuáles fueron. Dos palabras. Simples y arrolladoras. Palabras que han supuesto el nacimiento de naciones, la caída de imperios. Dos palabras que han impulsado lo poco bueno que aún queda en este mundo.

“Te quiero”

Brainiac siempre ha intentado venderse como una inteligencia superior. Como un ser por encima de la moral y las convenciones de aquellas criaturas que considera inferiores. Un actor desapasionado y ajeno a elementos tan pueriles como la emoción. Y, con todo, se ensañó. Atravesó el cuerpo de Superman con esa especie de tentáculos suyos más veces de las que he tenido estómago para contar. Dice ser una máquina, pero yo no lo creo. Una máquina no busca humillación. Una máquina no busca venganza. Yo tengo una definición mejor… Es un hijo de la gran puta.

Pe… perdón. Se me ha escapado…

Como ya te he dicho, Superman mintió. Pero no fue el único. Brainiac cumplió su promesa solo a medias. No volatilizó la Tierra, pero decidió quedarse. El mundo adoptivo de Kal-El, aquél que había sido su hogar durante toda su vida era un premio demasiado importante como para irse sin más. Lo convirtió en su base de operaciones, en su propia morada. Y ¿Nosotros? Bueno, estábamos poco acostumbrados a perder, pero mucho menos a rendirnos. Diana reunió a lo que quedaba de amazonas, atlantes y los pocos humanos que no se habían sometido ya voluntariamente a la bota de Brainiac. Suena épico ¿A que sí? Una Última Alianza en batalla final contra las fuerzas del mal. Es como de novela de fantasía. Ojalá… De ser así, en el último momento, en nuestra hora más desesperada, el más humilde de nosotros habría puesto fin a la guerra y restaurado la paz en esta bella tierra. Pero no fue así. Nos barrieron. Los que no pudieron huir cayeron en la batalla. Muchos… Demasiados como para mencionarlos a todos. Amigos. Familia… La reina Hipólita entre ellos. Y la carnicería se sucedió hasta que sólo quedo una mujer en pié en el campo de batalla. La nueva reina de las amazonas. Nuestra Diana. Negándose a la retirada. Por mucho que se le ofreciera huir.”Vivir hoy para luchar mañana” y todo eso. Por mucho que Bruce le suplicara que se retirara. Que se retirara… ¿Para qué? Ni el mismo Bruce podría haber respondido a esa pregunta en aquel momento.

No, Diana se quedó. Luchando. Y pasó una hora. Luego dos. Tres. Cuatro… Y tras quince horas, nuestra reina guerrera, nuestra Wonder Woman… cayó. Pero no sin antes haber luchado hasta derramar la última lágrima, la última gota de sudor y de sangre.

Muchos la siguieron en los años posteriores. Cayeron los velocistas; Barry, Wally, Bart… Los magos; Fate, Constantine…; Los Linternas: Hal, Kyle, John… Brainiac fue eliminando una a una a las que consideró las amenazas más importantes contra su dominio. Quedamos… quedamos ya muy pocos. Y… ¿Qué fue del resto de la humanidad? Te preguntarás. Me gustaría decirte que nuestro indómito espíritu de lucha nos hizo seguir adelante, combatiendo al invasor, resistiendo hasta que no quedó más remedio que volar el planeta entero o someternos con una lobotomía espacial. Esto último podría hacerlo Brainiac fácilmente. De hecho, me consta que lo hace con alguno de los sujetos más “problemáticos” en sus campos de trabajo. Pero si lo hiciera con todos nosotros ¿Qué gracia tendría? ¿Qué importa someter a quien no goza de libre albedrío? Como ya he dicho… un auténtico hijo de la gran puta.

No… con nosotros ha usado un arma distinta. Antigua como la propia humanidad, puede que como el universo mismo. Una que es capaz de someter hasta los corazones más duros; el miedo.

Pero… ¿Sabes? Brainiac olvidó tachar de su lista a una persona.

Una que sabe mucho de esconderse entre las sombras.

Una que lo sabe todo sobre el miedo.


...



El extraño cielo rojizo bañaba la mansión con su pesada luz. Aquel cielo frío, aquel cielo enfermo bajo el que vivían desde la llegada de Brainiac. Con éste de fondo, la antaño imponente morada ancestral de la casa Wayne se erguía a duras penas en el yermo como si de los restos de una civilización extinta se tratara. Medio derruida, por la violencia y el tiempo, daba la impresión de ser una auténtica casa encantada. Y, para Dick Grayson, lo era en cierta medida. Sin Alfred, sin Tim, sin ninguna de las personas que habían dado vida a sus muros, en la mansión Wayne no quedaban más que fantasmas.

La motocicleta de Bárbara se detuvo al mismo tiempo que la del ya no tan joven ex pupilo de Bruce Wayne. Hincaron a la vez sus botas en el polvo y Dick no pudo evitar echar un vistazo a la pierna de su esposa. Los arneses metálicos ascendían desde el pié hasta el cuello. En su espalda, el acero se doblaba como una suerte de exoesqueleto insectoide. Arrugó el gesto sólo de imaginar el dolor por el que debía estar pasando. Algunos dirían que una bala en la columna era excusa suficiente como para plantearse el retiro. No lo había sido para la hija de Jim Gordon. No lo fue como Oráculo ni lo había sido cuando se presentó en lo que quedaba de los laboratorios S.T.A.R para someterse al procedimiento. Tecnología alienígena. Extraña, compleja… y muy, muy dolorosa. “Ahora necesitamos guerreros” era lo único que había dicho, y Dick sabía muy bien que, cuando a Bárbara Gordon se le metía una idea en la cabeza, era casi imposible hacerla cambiar de opinión.

- Somos los primeros- suspiró ella.

- Eso parece…- susurró Dick, esta vez, con la vista fija en la mansión-… esperemos no ser los únicos.

- Se hace raro ¿Verdad? Regresar.

- Babs...-sonrió Dick, pero ya no se trataba de su sonrisa de siempre. Aquella que era capaz de iluminar hasta el callejón más oscuro de Gotham City- A estas alturas ya nada me parece raro…

El sonido de los neumáticos sobre el asfalto mató aquella lacónica conversación. Una furgoneta destartalada se detuvo tras ellos. Al poco, un hombre robusto y una mujer atlética descendieron de la misma. Él lucía su entrecano cabello rubio recogido en una nada discreta coleta, a juego con su bigote y su perilla. Le faltaba un brazo, hecho que no parecía restarle agilidad. La mujer, de aproximadamente la misma edad, llevaba suelta su larga cabellera rubia, también algo teñida de plata. Llevaba un polvoriento tres cuartos negro que, sin embargo, la dotaba de una elegancia poco frecuente esos días.

- Ollie… Dinah…- les saludó Dick con la cabeza.

- Muchachos…- respondió Oliver Queen con una sonrisa que sí se asemejaba mucho a las pasadas. Al parecer, hacía falta bastante más que un brazo perdido para romper el ánimo de Green Arrow. Dinah sonrió con la misma calidez y saludó a la pareja haciendo uso del lenguaje de signos- No sabéis lo que me alegra veros. Y a Dinah también, ella…

- La entendemos Ollie- le cortó Bárbara al tiempo que se fundía en un largo abrazo con su amiga- Bruce nos hizo aprenderlo.

- Y hablando del viejo roedor volador ¿Sabéis qué se trae entre manos?

- ¿Lo hemos sabido alguna vez?

- Buena respuesta…

Dinah cerró los ojos divertida hasta que fueron dos pequeñas ranuritas sobre sus mejillas, emitiendo una risa sorda.

- Pues espero que sea importante- tronó una metálica voz cuyo origen fue imposible determinar hasta que el portal mágico se hizo visible- Nos arriesgamos mucho viniendo hasta aquí- concluyó Victor Stone, Cyborg, acompañado de la artífice del portal, Zatanna.

- ¿Ah sí? Chaval, según mi punto de vista, hay poco ya que no valga el riesgo- Dinah apretó afectuosa el hombro de Oliver y él correspondió con una media sonrisa. Nadie se atrevió a replicar. Ollie y Dinah sabían perfectamente lo que era la pérdida. Todos allí lo sabían. No había nada que reprochar y, por desgracia, tampoco mucho perder- Espero que no seamos todos…

No lo sois…

La voz parecía provenir de uno de los árboles muertos entorno a la mansión. Todos los presentes se giraron de inmediato en dirección a la misma, observando con cierta inquietud como las ramas y raíces se retorcían, dejando ver en su interior a una mujer pelirroja de piel verduzca.

- No me jodas…-susurró Oliver para, después, percatarse de que Dinah estaba pronunciando la misma expresión con sus manos.

- Parece evidente que nadie se ocupa de estos terrenos desde que murió vuestro viejo mayordomo. Una auténtica lástima- contestó burlona Ivy sin perder de vista a Dick y Bárbara.

- ¿Qué coño haces tú aquí?- gruñó Dick.

- La he llamado yo.

En lo alto de la colina, Batman observaba al grupo. La figura del Caballero Oscuro seguía siendo tan imponente como todos la recordaban. Sin embargo, su aspecto evidenciaba el paso de los años y las penurias vividas. La capa raída ondeaba al viento, irregular, cubriendo parcialmente una armadura llena de arañazos y remiendos y aún con la máscara puesta podían adivinarse los rasguños y heridas en el rostro de Bruce Wayne. Tras aquella breve sentencia, el detective se giró y el resto del grupo lo acompañó en lenta procesión. Cruzaron los terrenos de la mansión en silencio, escuchando el viento ulular, transportando ese aire plomizo y enrarecido que acompañaba todos sus días desde hacía años. No tardaron demasiado en cruzar el pasadizo del reloj para así iniciar con la misma parsimonia de cortejo fúnebre el descenso a la Batcueva. Dinah hizo una serie de gestos con las manos que Oliver se apresuró a traducir.

- Bats… Dinah dice que, “sin ánimo de ofender al Mejor Detective del Mundo… No cree que la Batcueva sea el lugar más discreto para esconderse”.

- Al contrario- le cortó Bruce- Hace mucho que no vengo aquí. Este lugar ya ha sido saqueado y bombardeado hace años por la fuerzas de Brainiac. Estoy convencido de que lo cree abandonado. Es el último lugar en el que miraría. Al fin y al cabo ¿Cómo íbamos a ser tan tontos de volver? Desafía toda lógica y eso es lo único de lo que él entiende. De lógica.

- ¿No crees que lo estás subestimando un poco?

- Créeme, Oliver. Dejé de subestimarlo cuando lo vi atravesar el pecho del hombre más poderoso del mundo- concluyó al tiempo que se abrían las puertas de la cueva.

El tenso silencio regresó tras la breve conversación y, poco a poco, cada integrante del grupo fue tomando asiento en una improvisada mesa de mando. Bruce se colocó a la cabeza y, tras echar un vistazo largo a los demás, comenzó a hablar.

- Supongo que os preguntaréis por qué os he hecho llamar. Hace años que no nos vemos y todos sabemos que con Brainiac ahí fuera no es fácil contactar. No sé cuántos de nosotros quedamos con vida ni cuántos de los que aún resistimos estamos en condiciones de pelear, así que tendremos que apañarnos con lo que tenemos. Bien. La razón por la que he asumido el riesgo es que tengo un plan. Uno que podría inclinar la balanza a nuestro favor en la guerra contra Brainiac. Pero necesito toda la ayuda posible para ponerlo en marcha. Bajo vuestras mesas encontraréis una serie de sobres cerrados con vuestro nombre escrito en ellos. Sé que sobran, pero no sabía de antemano con cuánta gente podía contar, así que tuve que elaborar distintos planes alternativos. Somos ocho. Tened la bondad de quedaros con el sobre que tiene escrita la letra “S”.

Dinah barajó los sobres que se hallaban bajo la mesa y su rostro se encogió en una mueca de dolor al leer uno de ellos. Uno de los destinados a los ausentes: “Selina”. Intercambió una mirada rápida con Bruce, quien se limitó a bajar la cabeza durante unos instantes. Pero había trabajo que hacer y ya había pasado demasiado tiempo lamentándose.

- Cuanto secretismo…- se rió Oliver- Y dime… ¿Por qué sobres?

- Porque hace años que no me fío de ningún ordenador. Podréis leerlo todo con detalle después, por el momento os daré una idea general del plan- Bruce extendió un rollo de planos sobre la gran mesa- He encontrado al fin la nave nodriza de Brainiac. El centro neurálgico de sus operaciones. Como acabo de decir, me sirvo muy poco de la informática últimamente así que no ha sido una tarea fácil. Se supone que nos enfrentamos a una inteligencia artificial del más alto nivel. Su pensamiento debería ser frío y desapasionado. No debería guiarse por otra cosa que la lógica. Y así es la mayor parte del tiempo. Eso lo convierte en un enemigo peligroso y letal. Es poco frecuente que quien desaproveche una oportunidad con Brainiac viva para tener una segunda, como bien sabemos todos los presentes. Decidme entonces qué opináis de esto- Bruce señaló una fotografía ampliada. De mala calidad, pero plenamente reconocible.

- Eso es…

- En efecto. La Fortaleza de la Soledad.

- ¿Por qué?

- Porque sigue obsesionado con él. Por eso ha plantado su megacomplejo encima de la fortaleza y por eso no ha volatilizado aún la Tierra. Quiere seguir humillando a Superman aún después de muerto. Este planeta es su trofeo y piensa sinceramente que no hay nadie que pueda reclamárselo. Nosotros vamos a demostrarle lo contrario.

- Muy bien, has localizado dónde duerme Brainiac por las noches, si es que hace algo parecido…- replicó Zatanna- Pero eso no implica que podamos acabar con él.

- Yo jamás he dicho que vayamos a acabar con él. He dicho que estoy en posesión de algo que podría inclinar la balanza a nuestro favor en la guerra contra Brainiac.

- Bien… ¿Cómo?

Bruce continuó moviendo papeles. Decenas de ellos. Planos, mapas, informes… Un volumen de información extraordinario. Uno que indicaba una única cosa: Obsesión.

- Vamos a hacer un ataque coordinado. Simultáneo. Mismo día, misma hora, mismo segundo a ser posible. Atacaremos a Brainiac al mismo tiempo y desde distintas partes del mundo. Quiero sus fuerzas dividas. Lo quiero ocupado y desorientado. Bárbara- dirigió sus gélidos ojos grises a la, ahora, única de los Gordon- Tú te quedarás aquí, en la cueva. Pondremos el ordenador de nuevo en marcha y organizarás un asalto informático a gran escala.

- Bruce… te agradezco la confianza en mis capacidades como hacker, pero no creo que pueda hacer daño a una IA extraterrestre con este trasto ¿No sería Vic el más adecuado para el trabajo? Va a ser un poco más complicado que colarle un par de troyanos.

- Necesito a Cyborg en otro lugar. Hay una versión de “Hermano Ojo” cargada en este ordenador desde hace años, lo que nos dará una oportunidad.

- ¿No se supone que te habías librado de esa cosa?- le reprochó Dick algo picado.

- Parece evidente que no.

- Vale… Calma… Creo entender lo que pretendes, Bruce, pero estamos hablando de un sintelecto de nivel doce No se trata únicamente de un gran sistema de telecomunicaciones. Brainiac es toda la red y toda la red es Brainiac. Aún con Hermano Ojo va a ser casi imposible de neutralizar. Es como… como un cerebro gigante y cada uno de sus robots, de sus bases, de sus cámaras… son terminaciones nerviosas. Sus órdenes viajan más rápido que la propia velocidad del pensamiento.

- Precisamente. Quiero que sobrecargues el sistema. Quiero dolor en cada una de esas terminaciones nerviosas. Quiero hacerlo sufrir. Lo quiero distraído.

- Es…- la expresión de Bárbara mudó del hastío a un interés genuino-… es un comienzo.

- Ivy, tú te desplazarás a lo que queda de la selva amazónica. Quiero un ataque vegetal a gran escala. Planetaria, a ser posible.

- Por pedir…-bufó- ¿Te crees que si mis poderes tuvieran ese alcance me habría pasado tantos años a puñetazos contigo?

- No. Por eso quiero que contactes con la Cosa del Pantano.

- ¿No responde a tus cartitas?

- Me vale con que responda a las tuyas. La Cosa del Pantano está conectada al Verde de tal forma que podría decirse que es el Verde mismo. Mientras este exista existirá él, y no creo que le guste especialmente lo que Brainiac le está haciendo al planeta. Se ha dedicado durante años a recoger muestras de vida vegetal, las almacena y luego arrasa la tierra plantando todo tipo de estructuras, incluidos sus campos de trabajo para “disidentes”. La guerra de Brainiac no se limita solo a nuestro mundo. Necesita de sus recursos y no está precisamente concienciado con un desarrollo sostenible. Los dioses no han hecho nada. Los humanos no han hecho nada. Es hora de que el propio planeta le devuelva los golpes. Y creo que con vuestros poderes combinados podríais hacerlo ¿Y bien?

- No… no es ninguna tontería- se limitó a apuntar Ivy para después guardar silencio pensativa. Para la mayoría de presentes era imposible adivinar qué pasaba por su cabeza. Para Dick y Barbara era evidente. Tenían historia, mucha historia. Años de luchas continuas, de odio. Sólo ellos podían imaginar lo que suponía para Ivy dejar aquello que más amaba en manos del hombre a quien más detestaba en el mundo.

- Oliver, Dinah, es probable que vosotros tengáis el trabajo más difícil de todos.

- Como de costumbre ¿Qué quieres que hagamos?

- Quiero que propaguéis el caos allá donde estéis. Campos de trabajo, estaciones de comunicación, fábricas. Necesito un ataque en toda estructura de Brainiac que sea posible. Cuanto mayores los daños, mejor.

- No te voy a mentir, la idea de tocarle las narices al monstruito verde me tiene enamorado pero… Sólo somos dos y tampoco estamos precisamente en nuestro mejor momento.

- Zatanna irá con vosotros. Con sus habilidades de teletransporte podréis moveros de un sitio a otro continuamente antes de que Brainiac pueda responder adecuadamente a los ataques. Además, todos sabemos que la magia y la tecnología no se llevan especialmente bien.

- ¿Cuánto tiempo tendremos que estar haciendo eso?

- Bastante. Todo el que podáis, de hecho. No os preocupéis, si todo va como debería sabréis inmediatamente cuándo terminar ¿Está todo claro?

- Cristalino, jefe- concluyó Oliver al tiempo que saludaba militarmente con la mano que le quedaba. Por su parte, Dinah mostró su conformidad chocando puño con palma mientras en su rostro se dibujaba una pícara sonrisa. Zatanna parecía la menos convencida de los tres pero, por el momento, no dio muestra de disconformidad.

- Por último, Cyborg, Nightwing y yo nos dirigiremos a la nave nodriza de Brainiac. Victor, tu cometido será anular los sistemas de defensa del complejo. Contra unos tan avanzados sólo tu tecnología de Nueva Génesis puede darnos una oportunidad. Una vez hecho esto, me infiltraré con Nightwing en la base.

- ¿Y qué haréis una vez allí?

- Eso… no puedo decíroslo.

- ¿Perdón?- fue Zatanna quien tomó ahora la palabra. Su expresión perpleja era un reflejo de los pensamientos de todos los presentes- ¿Y puede saberse por qué?

- Porque si os lo digo, puede que no queráis participar en la operación.

Un tenso silencio sucedió a las últimas palabras de Batman. Todos los integrantes de aquel improvisado comando se miraron con urgencia. Era mera cuestión de tiempo que alguien diera voz a lo que todos pensaban y, de nuevo, volvió a ser Zatanna quien lo hizo.

- Esto… esto es increíble. Diez, Bruce… Diez años sin tener noticias tuyas. Diez años de pérdidas, de muertes de… de esta puta pesadilla. Viendo caer uno a uno a todos nuestros amigos; Clark, Diana, Barry… John- el rostro de Zatanna se contrajo inmediatamente al pronunciar ese último nombre- Cualquiera pensaría que toda esta mierda habría servido para cambiarte aunque fuese un poco, pero no. Sigues exactamente igual que siempre. Con esa puta condescendencia tuya que te empuja a tratarnos como niños… El gran murciélago siempre lo sabe todo, siempre lo calcula todo… Dime ¿Bruce? ¿Dónde estaban esos brillantes planes tuyos cuando Brainiac descuartizó a Superman?

- Zatanna…- trató de cortarla Dick.

- No, Nightwing, déjala. Es comprensible que esté enfadada.

- ¿Ah sí? ¿Crees que me comprendes? Dime una cosa… ¿Tú lo sabías?

- No entiendo a qué te refieres.

- Y una mierda… ¡¡Lo entiendes perfectamente Bruce!! Pero aún así, voy a decirlo en alto para que todos puedan mandarte a paseo con conocimiento de causa cuando la respuesta salga de tus labios ¿Tú sabías que Superman iba a entregarse?

- Zatanna, ahora sí te has pasado de la raya…-intervino Barbara- ¿Cómo demonios iba a saber eso Bruce?

- Piensa Bárbara. Era su mejor amigo, probablemente la persona que mejor lo conocía aparte de Lois y, como a todo el mundo le encanta recordarnos continuamente, es el puto mejor detective del mundo. La pregunta no es cómo demonios iba a saberlo. Es cómo coño no iba a saberlo. Yo lo tengo claro, pero quiero escuchárselo decir. Así que sólo lo preguntaré una vez más, Bruce, y más te vale contestar o te juro por Dios que me largo de aquí inmediatamente ¿Sabías que Superman iba a entregarse?

El silencio… Dick y Barbara lo conocían muy bien. En ese instante la cabeza de Bruce tenía que estar funcionando a mil por hora, sopesando las posibles repercusiones de su respuesta. Y eso… eso sólo podía significar una cosa.

- - respondió finalmente- Lo sabía.

- ¿Qué co…?- ahora fue Oliver quien tomó la palabra- No puedes estar hablando en serio… Bruce, habíamos tomado una decisión ¡¡Pero si votamos y todo!!

- Era su decisión.

- ¡¡Y una mierda!! Era el destino del puñetero planeta lo que estaba en juego. No, no era su decisión ¡¡No era su decisión para nada!! Y… me dices… ¿Me dices que tú lo sabías? ¡¿Que no hiciste nada para detenerlo?!

- Eso es exactamente lo que estoy diciendo.

- ¿Lo ves…? Siempre, Bruce. Siempre haces lo mismo. Siempre callándote información, siempre con tus malditos secretos. Superman está muerto y… ¿Sabes qué? Está muerto por tu culpa. Y Diana le siguió después ¿Crees que se habría lanzado a aquella maldita guerra suicida si Clark hubiese seguido vivo? No… Habríamos buscado otra solución. Juntos, como hacíamos siempre.

- No había otra solución.

- ¡¡NO!! ¡¡Tú pensabas que no había otra solución!! ¡¡A ti no se te ocurrió otra y si el GRAN BATMAN no daba con ello era imposible que a los demás, simples mortales, se nos ocurriera!! Y ahora nos pides que nos expongamos, que nos lo juguemos todo por ti sin darnos una maldita explicación. Diría que no sé cómo puedes tener tan poca vergüenza, pero lo cierto es que no me sorprende. No me sorprende para nada.

- Lo siento Bruce…- Oliver estaba visiblemente abatido- Pero Zatanna tiene razón. Y no es por el peligro, a estas alturas a Dinah y a mí poco nos importa eso. La cosa está difícil, sí. Peor que nunca, de hecho. Pero eso no nos detuvo antes ni nos detendría ahora. Ya hemos pasado por situaciones jodidas antes pero… ¿Sabes qué era lo mejor de aquellos tiempos? ¿Lo que nos hacía perder el miedo? La confianza, Bruce… No seguíamos a Clark porque fuese un dios en la Tierra, a Diana por ser la mejor guerrera de… probablemente de la historia o a ti por esa mente afilada de la que siempre has dado muestra. No… Os seguíamos porque eráis nuestros amigos. Os seguíamos porque confiábamos en vosotros. Pero, después de esto… Lo lamento mucho, lo lamento de veras. Pero yo ya no confío en ti.

Dinah confirmó con sus manos que compartía los sentimientos de Oliver. Los demás no dijeron una sola palabra, pero sólo era necesario echarles un vistazo para comprender que eran de la misma opinión. Sin duda, aquella estaba siendo una conversación en que los silencios decían mucho más que las palabras. Cada vez que éste se adueñaba de la sala, la posibilidad de que el plan llegase a ejecutarse estaba cada vez más lejana. Todos esperaban que Bruce tomase ahora la palabra. Escuchar sus disculpas o excusas. Pero no fue eso lo que salió de sus labios, sino una misteriosa pregunta.

- ¿Y qué hay de Dick?

- ¿Eh…?- balbuceó el aludido- Eso digo yo ¿Qué hay de mí?

- ¿Confiaríais en él? Si yo le enseñara a él y sólo a él lo que tengo preparado, si él estuviera conforme ¿Os fiaríais de su palabra aún si haberlo visto vosotros?

- Yo…- masculló Oliver- Sí… supongo que sí…

- Claaaro…-bufó Ivy- Como si el pajarito fuese a ir en contra de las órdenes de su Bat-papi. Puede que el mundo haya cambiado, pero aún está por crearse un universo en el que Robin le lleve la contraria a Batman. De hecho ¿Cómo sabemos que no teníais todo este numerito preparado de antemano entre los dos para convencernos?

- Hace muchos años que Dick no es Robin.

- Tanto me da. Mismo pajarito, distinto plumaje. Para mí va a ser toda la vida ese mocoso que llevabas pegado a los bajos de la capa.

- Él no es así…

- Ah, claro… Me has convencido totalmente con eso Bat-niñata. Tú no eres mucho mejor ¿Sabes? No te apartaste de su sombra ni cuando dejó que el Joker te descerrejara…

- ¡Ya está bien!- saltó Dick dando un golpe en la mesa- Sabía que contar con esta pirada no era buena idea…

- No Dick…- lo interrumpió Barbara al tiempo que hacía algo que muy pocos de los presentas la habían visto hacer en años. Levantarse- ¿Sabes Ivy? Puedes soltar todos los comentarios hirientes que te plazca. Sigue insultándonos hasta quedarte sin saliva. Nos conocemos desde hace muchos años y, sinceramente, ya estamos acostumbrados. Y, precisamente por esa historia que nos une, aunque haya sido en bandos opuestos… en el fondo, sabes la verdad.

- ¿Qué verdad es esa?

- Que Dick no es como yo- concluyó Batman.

Ivy se mordió el labio. Seguramente se le ocurrieron cientos de réplicas mordaces contra aquella afirmación, pero decidió callárselas. Porque, tal y como Barbara había dicho… en el fondo sabía la verdad.

- Haced lo que queráis. A mí me trae sin cuidado Superman, quién sabía y quién no sabía qué. Lo único que me interesa es impedir que Brainiac destruya lo último que queda de valor en este planeta y pienso hacerlo con o sin vosotros. Así que poneos de acuerdo de una vez.

- ¿Estáis todos conformes?

No era una decisión fácil. Todos nadaban en un mar de dudas, uno en el que hacía ya mucho tiempo que habían dejado de hacer pié. Entre ellos, el propio Dick Grayson. De su juicio dependía que el plan siguiera o no adelante y no podía dejarse llevar por su lealtad hacia Bruce. Había demasiado en juego, de hecho, mucho más que nunca. Al final, todos asintieron conformes, y un manojo de nervios se alojó en el estómago de Dick. Con un gesto de cabeza, Batman le indicó que le acompañase y él así lo hizo. Avanzaron por las galerías hasta una sala abovedada fuertemente blindada. Fuera lo que fuese aquello que Bruce tenía preparado, lo consideraba de vital importancia. En la sala principal, los demás se impacientaban cada vez más. Pasaron diez minutos. Luego veinte. Media hora… A los tres cuartos de hora, el murciélago y su antiguo pupilo regresaron. Dick tenía el rostro desencajado, mas no parecía turbado, tan solo… sorprendido. Nadie pronunció una sola palabra. Todos estaban expectantes, a la espera del veredicto de Dick. Habían convenido que aceptarían su decisión sin rechistar. Sólo dos de los presentes sabían qué demonios había en aquella sala. El antiguo Robin había prometido guardar el secreto y, aunque tenía experiencia en ello, jamás le había gustado lo más mínimo. Finalmente dedicó una mirada a todos, deteniéndose especialmente en Barbara.

- Vamos a hacerlo.


...



Una vez se acordó la fecha en que la operación sería puesta en práctica, todo el grupo de disipó. Era de vital importancia mantener un perfil bajo hasta que llegara el momento de la acción. Las despedidas fueron breves pero sentidas. Ninguno sabía si sería la última vez que se vieran. Dick y Bárbara montaron cada uno de ellos en su moto pero una imagen familiar los abstuvo de iniciar la marcha. En lo alto de una pequeña loma, la figura del señor de la noche se inclinaba sobre una larga hilera de lápidas. Demasiado larga.

- Deberías ir a hablar con él. Merece saberlo- apuntó Barbara.

- Y qué… ¿Qué le digo?

- Oh, sabrás qué decir. Siempre has tenido un piquito de oro, Robin.

- En momentos como este me pregunto por qué me casé contigo…

- No, pajarillo. No lo haces- ambos se inclinaron para un breve beso en los labios- Ve a hacer lo que se te da mejor.

- ¿Cagarla?

- Sostenerlo.

Dick emitió un suspiro lastimero y emprendió la marcha. Tardó bastante más de lo estrictamente necesario en llegar, temiendo romper la solemnidad del momento o interrumpir un instante privado. Una vez llegó junto a Bruce se colocó a su lado, observando los distintos nombres grabados en la piedra; Los padres de Bruce, Jason, Tim, Selina, Alfred… Dos lápidas llamaron la atención de Grayson, unas que parecían mucho más recientes que las demás. Los nombres grabados en ellas le hicieron imposible contener una expresión de sorpresa.

Clark Joseph Kent

Diana de Themyscira

- ¿E… están?

- No- le cortó Bruce rápidamente- No quedó nada de Clark que enterrar y las pocas amazonas supervivientes se llevaron el cuerpo de Diana para rendirle los honores que corresponden a una reina.

- Entonces ¿Para qué las lápidas?

- Porque aquí es donde rendimos homenaje a la familia.

- Claro…- Dick balbuceó un instante. Se rascó la nuca lentamente, jugando con el pelo en el nacimiento del cabello, un tic que había luchado mucho por abandonar cuando se había convertido en Robin. Según Bruce, no era conveniente que sus enemigos pudieran detectar cuándo estaba nervioso- Hablando de familia… Bruce yo…

- Enhorabuena- se limitó a responder el Caballero Oscuro.

- Tú… ¿Tú lo sabías?- Dick se echó a reír- Pues claro… Claro que lo sabías. Pensarás que estamos locos ¿Verdad? Quiero decir… con todo lo que está pasando… Yo, bueno… Pensaba que te ibas a tomar la noticia bastante peor. No es precisamente el mejor momento para traer una nueva vida a este mundo… Y más cuando tenemos planeado hacer…

- Creo que noticias como la que acabas de darme son precisamente por lo que vamos a hacer esto.

- Sí… Sí, eso es verdad… Bruce, escucha. Yo sólo quiero decirte que ahora… Ahora lo entiendo todo mucho mejor. Te entiendo mucho mejor. Y… da igual lo que hayas tenido que escuchar antes en la cueva. Estoy seguro de que ellos están muy orgullosos de ti.

- ¿Mis padres?

- Todos, Bruce… Todos lo están…

El silencio regresó al lugar, pero no uno incómodo como los de la cueva. Un silencio para el recuerdo, para la comprensión, puede incluso que para la oración. Un silencio cómplice. Uno en el que los antiguos compañeros casi parecían esperar escuchar las voces de todos aquellos que habían perdido.

- Es posible que pueda preguntárselo en persona muy pronto…

- Dios Bruce… Siempre el optimista ¿Eh?

- No. Ese ha sido siempre tu trabajo.

- Ya…

- Si eso ocurriera. Quiero que sepas que estoy seguro de que algún día tu hijo se sentirá también muy orgulloso de su padre. Y tú lo estarás de él. Lo sé… Porque yo lo estoy.

- Yo… Tengo, tengo mucho miedo de no estar a la altura.

- Lo estarás. Siempre lo has estado.

- Bruce yo… Bueno, Barbara y yo hemos pensado que, si es niño…

- Ni se os ocurra.

- Vale- rió Dick de nuevo- En fin… Creo que debería irme. Hay mucho en lo que pensar y no es conveniente pasar tanto tiempo en el mismo sitio.

- Está bien.

Dick inició la marcha con la misma parsimonia con la que había llegado. Observando con detenimiento el lugar que durante muchos años había sido su hogar. Los pensamientos discurrieron por su mente como un río de corriente invencible hasta que uno en concreto le hizo detenerse a mitad de trayecto.

- Bruce… ¿No habrás dejado a Bárbara en la Batcueva por… ya sabes… por el embarazo? No creo que le haga demasiada gracia si se entera.

- No podía saber de él hasta que os vi hoy, Dick. Le he dado a Oráculo la misión que más se adecúa a sus habilidades en atención a las necesidades de la operación, como he hecho siempre. Hace mucho tiempo ya que dejé por imposible tratar de protegeros de todo.

- Vale… Voy a hacer un esfuerzo por creerte.


...



Bruce mintió, por supuesto. Sobres cerrados, cada uno con instrucciones específicas que no debían conocer el resto de miembros. Por eso se aseguró de que Vic y yo estuviésemos en el mismo grupo. Mi amigo, uno de los mejores, mi antiguo compañero de los Titanes. Uno que no cuestionaría la orden de ponerme a salvo. Perdí el conocimiento en cuanto terminó de desactivar las defensas de la nave de Brainiac. Me desperté horas después, en la Batcueva, junto a él y a Barbara. Y me enfadé mucho, por supuesto. Me revolví, grité, maldije a Bruce de todas las formas imaginables. Pero ahora… ahora lo comprendo. Al fin y al cabo, de eso iba el plan. Siempre trató sobre lo mismo. Futuro. Legado…

En cuanto a Batman, bueno… Él sí que entró en la nave de Brainiac. Solo. Nosotros no pudimos más que ver el resultado. Lo que ocurrió allí dentro… sólo los implicados lo saben. Y, por desgracia, Bruce ya no está aquí para preguntárselo…


...



Los enormes tubos fueron explotando uno a uno. Como un espectáculo de fuegos artificiales, perfectamente coordinado. El viscoso líquido verde se derraba en el suelo, junto a los restos de cristal, con su repugnante olor incrementado por la acción de las llamas. Éste se mezclaba con el no menos desagradable aroma de la carne quemada. Una mezcla al tiempo orgánica y sintética. Un hedor distinto, un hedor que no era de este mundo.

El último tubo reventó al fin, pero esta vez no por acción de los explosivos. No, aquella última vaina había estallado desde dentro. A pocos metros, acuclillado, rodilla en tierra, el último cuerpo sintético de Brainiac tomaba conciencia de sí. Batman lo observaba en la distancia, junto a los mandos de la consola principal. El bio-androide giró la cabeza de inmediato hacia el intruso. Tan inexpresivo como siempre, salvo por las dos luces moradas en que se convirtieron sus iris. Al poco comenzó a hablar, con su voz mecánica y monocorde. Batman se limitó a escuchar.

- Esperaba mucho más de ti, Batman.

- A veces, las expectativas son nuestro peor enemigo.

De la espalda de Brainiac no tardaron en surgir ocho larguísimos tentáculos bio-mecánicos. Bruce fue capaz de esquivar los dos primeros ataques, lanzando a su vez un par de batarangs explosivos que no supusieron más molestia para aquel monstruo que dos picaduras de mosquito.

- Esto, viejo enemigo, debe ser eso que los de tu especie entendéis por una broma. Diez años. Diez años escondiéndote de mí, como una rata, correteando sin parar por las cloacas de mi imperio ¿Es esto todo lo que has podido conjurar? ¿Crees que me importan lo más mínimo los pueriles ataques que has organizado con esos simios ignorantes a los que llamas amigos? ¿Que conseguirías algo viniendo aquí y destruyendo un par de mis recipientes? Soy mucho más que estas insignificantes cáscaras. Soy una conciencia perfecta, una inteligencia sublime. Soy el cerebro viviente de tu ridículo planeta, Batman. Así que te aplastaré como el insecto que eres y luego me encargaré de los demás. Y no me llevará más esfuerzo que un simple pensamiento.

- Si piensas eso, es que no eres tan listo como te crees.

- ¿Y tú sí?- dijo al tiempo que agarraba a Bruce con uno de sus tentáculos- Es inútil. Todo lo que hagas será inútil. Da igual qué supuesto plan maestro creas tener entre manos. Estarás muerto antes de ponerlo en práctica.

- Brainiac ¿Te crees que soy un villano de uno de esos viejos seriales de Republic? ¿Que mostraría mi as en la manga si tuvieras alguna posibilidad de afectar a su resultado? Lo he hecho hace treinta y cinco minutos.

El rostro del bio-androide se contrajo mínimamente. Un gesto apenas perceptible. Pero… para Bruce, era como si estuviese gritando. Un rápido movimiento de uno de sus tentáculos despidió al Caballero Oscuro al menos cinco metros y Brainiac optó por darle la espalda con indiferencia.

- No importa. Nada de lo que hagas importa- su voz se mantenía casi inalterada, pero había pequeños quiebros de los que Bruce, tirado en el suelo, se dedicó a disfrutar- ¿Sabes? Aún existe quien te considera el hombre más inteligente del mundo. Pero estoy decepcionado, Batman. Muy decepcionado. Yo soy Brainiac. Yo maté al último hijo de Kripton. He vivido durante cientos de años en este Universo y así seguirá siendo hasta la muerte de la última estrella. He caminado por la superficie del sol. He presenciado eventos tan pequeños y rápidos que ni siquiera puede decirse que hayan ocurrido. Y el hombre más inteligente del mundo no supone más amenaza para mí, que la más inteligente de las termitas- Bruce introdujo la mano en su cinturón. Extrajo de él una especie de control remoto y lo alzó, procurando que Brainiac pudiera verlo- ¿Qué es eso? ¿Otra arma secreta?

- Sí.

Y Batman hizo algo muy poco frecuente en él.

Batman sonrió.

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Dr Stephen Strange

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MensajeTema: Re: Tierra S (Una historia del multiverso DC)   Tierra S (Una historia del multiverso DC) Icon_minitime29th Agosto 2022, 20:30



El rostro enmascarado de Bruce Wayne apareció en todas las pantallas del planeta. En las grandes cartelas ya abandonadas de Times Square, en cada dejada tienda de electrodomésticos, en cada monitor de los campos de trabajo de Brainiac… En cada móvil, televisor o tablet. Sólo Brainiac podía enviar un mensaje a tal escala, y Bruce decidió usar esa capacidad en su contra. Diez años aprendiendo, conociendo su tecnología, sus protocolos. Mucho tiempo. Demasiado para un plan que, según muchos, incluido el propio Bruce, llegaba tarde. Uno sin ninguna garantía. Uno que ni siquiera era un plan.

- Habitantes de la tierra. Me llamo Bruce Wayne, aunque ha sido otro nombre por el que se me ha conocido durante la mayor parte de mi vida adulta. Pero no es Batman quien quiere hablaros hoy- Bruce se quitó la capucha, dejando al descubierto su rostro lleno de cicatrices- Hoy no es día de máscaras. No es día de dobles identidades o secretos. Hoy es un día para la verdad. Pero antes, debo hablaros de otro.

Debo hablaros del día en que ellos se mostraron al mundo. Cuando comenzamos a verlos volar, levantar coches sobre sus cabezas y lanzar rayos por los ojos. Recuerdo perfectamente ese día, el día en que descubrimos que los dioses caminaban entre nosotros. Y tuvimos miedo ¿No es cierto? ¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no temer a esas criaturas? ¿Cómo no perder el sueño pensando en lo que podrían hacernos aquellos que creíamos relegados a las leyendas si quisieran? ¿Y si algún día se volvían contra nosotros? ¿Cómo dormir tranquilos sólo con la promesa de que, por lo visto, estaban de nuestra parte? Pero ¿Sabéis qué? Era así. Lo estaban.

Y pasamos de temerlos a admirarlos. De poner todos nuestros sueños y anhelos en sus manos. A mirar al cielo cada vez que la vida se volvía demasiado compleja. Les dejamos luchar nuestras batallas y ellos lo hicieron con gusto. De hecho, aún siguen haciéndolo. Sin pedir nada a cambio, sin quejarse. Yo los conocí bien y fue entonces cuando descubrí la verdad. Esa de la que he venido a hablaros hoy.

Que no eran dioses.

Nunca lo fueron.

Pues para mí no eran Superman, Wonder Woman, Flash, Aquaman o Linterna Verde. Eran Clark, Diana, Barry, Arthur, Hal… Y no eran otra cosa que mujeres y hombres, como todos nosotros. Mujeres y hombres que, un buen día, decidieron dar un paso al frente y luchar por lo que creían correcto. Y mientras para la mayor parte del mundo eran objeto de admiración, para otros eran algo aún más importante. Eran padres y madres. Hijos e hijas. Hermanos y hermanas. Amigos y amigas… Eran humanos.

Como vosotros.

El rostro de Bruce Wayne desapareció de la pantalla para dar paso a las imágenes. Fotografías de un tiempo más sencillo. Del mejor de los tiempos.

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- Es cierto que no podéis surcar los cielos. Puede que no seáis más fuertes que una locomotora o más rápidos que una bala. Pero tenéis un poder aún más grande. El poder de vencer vuestros temores. Y sé que es difícil. Conozco bien el miedo. Me he servido de él toda la vida. El que he provocado en otros y el que siempre ha impulsado mis propias acciones. El miedo al dolor, a la pérdida, a la derrota. Pero yo he sabido sobreponerme a él. Y, si yo he podido… yo, que era el peor de todos ellos… vosotros también podéis hacerlo.

Brainiac nos ha quitado mucho, pero hay algo que jamás podrá quitarnos. Nuestro pasado. El hecho de que nos levantamos sobre hombros de gigantes. Superman se sacrificó por darnos una oportunidad. No la desaprovechemos. No seamos tan desagradecidos. Levantémonos. Honremos su legado. El de todos ellos.

Honremos a aquellos que nos hicieron creer que un hombre podía volar.

Tanto la voz de Bruce como las imágenes desaparecieron. En su lugar, un video casero, de calidad deficiente pero, por suerte, lo bastante nítido como para que se pudiera distinguir qué estaba ocurriendo, tomó el relevo. Planos de una casa humilde. La cámara se encontraba fija, apuntando a una puerta abierta.

- ¡¡Vamos Clark!! ¡¡Sal de una vez!!

- No… no lo tengo muy claro…

- Vamos hijo. Seguro que estás guapísimo.

Un jovencísimo Superman se asomó por la puerta, con su icónico traje rojiazul y, al ver la cámara, resopló angustiado.

- Pa ¿De verdad estás grabando esto?

- ¡Pues claro! Va a ser un momento para la historia.

- Y una prueba…

- Venga ya… Hemos escondido un crío extraterrestre durante veinticinco años ¿Crees que no podremos ocultar una cinta de video? Anda, sal del todo y deja que te veamos bien.

- Perdona Ma…-sonrió Clark- Has hecho un gran trabajo, en realidad. Es perfecto. De verdad.

- Oye, si tanto te preocupa el secreto ¿No deberías llevar una máscara?

- No puedo, ese es el problema. Si quiero que la gente confíe en mí tienen que poder verme la cara.

- A mí lo que no me convence es lo de la capa.

- Es… la manta con la que me encontrasteis. Ya sabes… en la nave.

- ¡Anda! Es verdad… Dios, ha pasado tanto tiempo ya… Martha ¿Recuerdas la de noches que le dimos vueltas a qué podía ser esa “S”?

- No es una “S”. En el ártico descubrí que es un emblema. El escudo de armas de la Casa de El. Ya sabes… mi otra familia.

- ¿Y tiene algún significado?

- Sí. En Kripton, significaba esperanza. Por eso te pedí que me lo bordases también en el pecho. Espero que aquí termine por simbolizar lo mismo.

- Bueno Clark, lo veo un poco difícil. Ese era su significado en tu mundo.

- No, Ma. Este es mi mundo.


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...


Y bueno… de momento creo que esa es toda la historia ¿Entiendes ahora por qué Bruce no quería enseñar su “arma secreta” a los demás? Porque… ¿Quién iba a prestarse voluntario para esto? En un mundo como el nuestro… ¿Quién iba a confiarlo todo en algo tan frágil, tan ingenuo…? Por eso tan sólo me lo mostró a mí. Porque yo, si quería entenderlo. Y ¿Sabes lo mejor de todo? Que funcionó.

Los primeros días no se notó mucho. Nos mantuvimos atentos, a la espera de una señal, de cualquier pista, del más mínimo atisbo de rebelión. Pero no había nada. Nada en absoluto. Llegamos… llegamos a perder la fe. A asumir que seguíamos estando solos. Que Batman, al igual que Clark y Diana había muerto para nada. Pero no fue así.

Cada vez más se están levantando. Pequeños grupos, al principio. Sabotaje, guerrillas… Pero ahora… Dios… somos muchos. Muchos más de los que creíamos.

Los más cínicos pensarán que Batman tan sólo hizo lo que mejor se le daba. Un último acto de manipulación. Convencer a un planeta entero para luchar. Pero no… Yo lo conocía mejor que nadie. No… Este era el plan final de Bruce Wayne, no de Batman. El plan del hombre, no de la leyenda. El hombre que me adoptó y me crió. Que luchó su última batalla para darnos a todos lo mismo que me dio a mí en su día. Una razón para vivir. Un futuro. El Caballero Oscuro descubrió que había algo más poderoso que el miedo. La esperanza.

Pero… Hay algo que no encaja en esta historia ¿Verdad? ¿Dónde está? Ya sabes, esa persona especial. Esa a la que Superman dedicó sus últimas palabras antes de ir al cadalso ¿Y si te digo que no era una sola persona, sino dos? ¿Qué te había dicho? Batman siempre tiene un plan. Y un plan por si falla el plan original... y planes de contingencia por si falla el plan previsto por si falla el plan. Ella está oculta. Cuidando, también, de otra persona muy especial. A día de hoy, tendrá ya unos once años. Es un poco mayor que tú, pero espero que os llevéis muy bien. Se llama Diana Kent-Laine y, de momento, tiene mucho que aprender. Por lo visto, su madre está haciendo un gran trabajo, y también sus abuelos. Al fin y al cabo, los Kent tienen ya mucha experiencia ocultando críos extraterrestres.

Pero Bruce tenía razón. No podemos esperar a que un nuevo Superman baje del cielo a solucionar todos nuestros problemas… Superwoman, en este caso. Porque, si no nos responsabilizamos de nuestros propios problemas, puede que cuando ella esté preparada ya no quede nada que salvar.

No, tenemos que luchar. Tenemos que dejaros algo mejor. Un futuro en el que podáis elegir. En el que podáis ser lo que queráis. Y, si lo que quieres es dedicarte al negocio familiar, también te apoyaremos. Porque, si hay algo que este mundo siempre va a necesitar, eso son héroes. Y tú vas a llevar el nombre de uno de los más grandes, Bruce…

Sí, al final no le hicimos caso. Ya me disculparé con él cuando volvamos a vernos. Espero que sea tarde. Y, de no serlo, quedará esto. Para que conozcas a quienes vinieron antes que tú.

Te quiero.

- ¿Has terminado?- preguntó Victor Stone.

- Sí… creo que sí.

- Perfecto. Nos están esperando ahí fuera.

- ¿Cuántos?

- Muchos. Muchos más que la última vez.

- Bien- Dick desconectó la cámara y se dedicó a buscar algo de entre todos los bártulos que descansaban sobre su mesa.

- ¿Qué demonios buscas?- rió Vic.

- Esto.

- Oh… claro…

- Vamos a la guerra ¿No? Pues este es mi estandarte.

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