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You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019]
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Kim HwaJae
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Aidan Doyle
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Aidan Doyle Marvel Universe
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Tema: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 2nd Marzo 2020, 16:58
Aidan no había visto una ciudad como aquella en todos los días de su vida. Era una de las que habían aparecido de repente tras la Colisión de los Mundos, y a pesar de que le pillaba muy cerca de casa, en California, nunca se le había ocurrido ir a visitarla. Su característica más sorprendente era que había sido construida en torno a un gigantesco bosque siguiendo la forma de una estrella. Él siempre había sido más de océano que de bosque, pero no podía negar que resultaba original, y, sobretodo, conveniente para los propósitos que le habían llevado hasta allí.
En un merendero dentro del bosque, en un extremo, había hecho instalar un castillo inflable que había alquilado para todo el día. Para la decoración había contratado a una empresa que se ocupaba de llevar eventos infantiles, y, tras plantearle varias opciones al final se había decantado por un almuerzo y merienda de estilo picnic y decoración ambientada en el cuento de Blancanieves:
La empresa había dispuesto varias alfombras acolchadas de color rosa con confortables cojines a modo de asiento, una para cada una de las familias con niños invitada, y en cada una había una muñeca de trapo de Blancanieves, una jaulita con un canario de peluche, cestas con sándwiches, pastelitos y batidos, varios globos de colores y un carrito con flores. En otro lado había hecho colocar una manta más grande para sentar a todos los amigos de Roy, que, según le había dicho, eran bastantes.
En ésta alfombra la decoración era diferente, con los cojines para sentarse en un color un poco más neutro, bandejas de galletas, batidos, zumos y botellas decoradas a modo de jarroncitos artesanales con margaritas y otras flores silvestres.
Sobraba decir que no había reparado en gastos. Decir que sentía mal después de la WWD habría sido decir poco. Sí, había contribuido a su final, pero también había sido el responsable directo de su comienzo, y no había día que no se levantara pensando en los miles (posiblemente millones) de muertos que había provocado con su cobardía. El papel que había jugado ayudando a Belial a provocar la masacre de Metrópolis le atormentaba especialmente, porque lo había vivido más de cerca. No creía que hubiera alcohol en el mundo, ni droga lo suficientemente poderosa como para hacerle olvidar algún día lo sucedido. Y si lo único que podía hacer para intentar compensar algo, aunque fuese mínimamente, todo el dolor que había causado era pintar una sonrisa en el rostro de una niña pequeña, por Dios que movería cielo y tierra para asegurarse de que así fuera. Había más motivos para hacerlo, además. Y es que el novio de Dinah había sido uno de los que habían fallecido a causa de la invasión. Ella era una de las mujeres más maravillosas que había conocido, y su vida se había vuelto un infierno por culpa suya. Aidan sabía bien lo que era perder a alguien tan cercano, y había sido todo culpa suya. Necesitaba... necesitaba compensarla de algún modo, como fuera. Respecto al padre de la criatura, no sabía exactamente lo que le había pasado durante el tiempo que Dinah había tenido que estar cuidando de Liam, pero Aidan sospechaba que también había tenido que ver con la WWD, y que, por tanto, también él era, indirectamente, responsable. El peso de la culpa era tan aplastante que podría haberse hundido en el suelo en aquél mismo instante.
No conocía a Roy y no podía saber si le gustaría aquello. La única referencia que tenía era Dinah, y como la rubia era florista se había asegurado de que hubiera el mayor número posible de flores. Diablos, las habría hecho encargar en su tienda si Seattle no estuviera tan lejos de allí. Realmente no les había dicho mucho a ninguno de los dos, tan sólo que quería darle una sorpresa a Liam para su cumpleaños y que avisaran a todos sus amigos y a los de la pequeña.
Estaba incomprensiblemente nervioso y no hacía más que encender un cigarrillo tras otro mientras la empresa de decoración terminaba con los últimos detalles. Sabía que Roy era importante para Dinah así que la ansiedad podría haberse debido a que quería caerle bien, pero sería absurdo engañarse; Al ser una fiesta para niños se había asegurado de que no hubiera alcohol cerca, y hacía mucho tiempo que no pasaba tantas horas sin beber. Y aún le faltaba aguantar el día entero, Dios... No sabía si sería capaz. Cada minuto que permanecía sobrio era un minuto escuchando los gritos de terror y agonía de las víctimas de Belial, o una mirada a los ojos sin vida de su mujer, o el crepitar de las llamas devorando la carne de su hijo, o... Joder, maldita sea. Los dedos le temblaban tanto que le costó una eternidad encender el nuevo cigarrillo. Alzó la mirada hacia el cielo, sujetando el canuto humeante entre los labios. Hacía una preciosa mañana primaveral y el tiempo acompañaba, así que iba en mangas de camiseta, con el tatuaje perfectamente visible en el brazo izquierdo. No sabía si daría mala impresión a los padres de los niños, pero tampoco le importaba. Jamás le había importado su aspecto físico ni las apariencias, y eso ya era algo que no pensaba cambiar.
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Última edición por Aidan Doyle el 24th Agosto 2020, 16:44, editado 1 vez
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 9th Marzo 2020, 13:42
Roy estaba muy ilusionado con el cumpleaños de su hija. Lian era su rayo de esperanza. Por ella, se había convertido en alguien más responsable y mejor. Adoraba a su hija. Era la persona que más quería en su vida y quería darle la mejor infancia posible. El arquero sabía que aún era muy pequeña para comprender muchas cosas y que quizá en esa edad los eventos sociales no fueran tan importantes con esa edad tan temprana, pero a él le hacía mucha ilusión celebrar por todo lo alto aquel maravilloso día en que si tesorito apareció en el mundo.
Era el primer cumpleaños que iba a celebrar con su calabacita. Por azares del universo, Lian no llegó a su vida como en la mayoría de ocasiones ocurre con los hijos. Ella era parte de su ADN pero no de forma tan directa como un hijo biológico. Aquella Lian era hija de un clon suyo, lo que la había biológicamente su sobrina. No obstante, la sangre ni el material genético hace una familia. Lo que construye una familia y a un padre es el amor. El esfuerzo y el hacer por hacer lo mejor para la niña era lo que realmente importaba. Ser consecuente de los fallos en tu crianza y no querer transmitir esos errores en tu cuidado.
La fecha de la celebración no era quizá la más propicia. No hacía ni un mes que acababan de salir de la llamada Guerra Mundial de los demonios. La entidades demoníacas se habían repartido el mundo humano y habían lanzado a sus facciones a conquistar y sembrar el caos en cada territorio del globo. En el mundo se había pintado un nuevo lienzo de guerra. Las víctimas se contaban por millones y los vivos daban gracias por estar un día más en la tierra. No sólo los ciudadanos de a pie también los héroes se habían visto mermados, rotos y traumatizados en esta encarnizada lucha por la supervivencia y control del mundo. Pero si algo le había enseñado el universo a Roy es que no puedes dejar pasar el tiempo esperando tiempos mejores. Esos momentos de alegría tienes que crearlos y alcanzarlos tú. Nadie va a llamar a tu puerta con una rica bandeja de felicidad a la carta. Por eso, Roy pensaba que aunque no era el momento más indicado, había que celebrar esa pequeña alegría. Un día en el que vivir con su pequeña y sus amigos las cosas buenas que tiene la vida. habían perdido mucho y el dolor estaba muy presente pero el mundo no para, sigue girando a un vertiginoso ritmo y hay que ir sobrellevando las pérdidas con entereza y sin privarnos de las alegrías, aunque sean prematuras, que se nos brindan.
El pelirrojo había invitado a sus compañeros héroes del grupo de los Titanes. Algunos habían estado con él cuando el grupo se formó y otros era de una generación nueva. También había invitado a sus compañeros del trabajo y a sus familias. El arquero era una persona muy sociable, rasgo que había heredado su pequeña. Por lo que, había invitado a toda la clase de la pequeña al evento cumpleañero.
En un principio Roy pensó en organizar una sencilla merienda en alguno de los emblemáticos entornos naturales de la ciudad. Aunque el padre justiciero tenía un trabajo que le permitía vivir desahogadamente, no podía permitirse una gran fiesta costosa y multitudinaria. Al final el pelirrojo no tuvo que preocuparse ni del dinero ni de la organización. Un anónimo amigo de Dinah se había ocupado de preparar y costear el cumpleaños de su hija. Si hubiera sido la recomendación de otra persona hubiera mirada con mil ojos. Pero al ser alguien referenciado por su “madre” postiza le daba confianza. Dinah era la única figura materna que había conocido Roy. La tenía en gran estima y esperaba que fuera para su hija también una figura de apego como lo había sido para él. Canario Negro y Arsenal estaban muy unidos. Casi se podría decir que el pelirrojo estaba más unido a la rubia que al que fue su tutor legal, Oliver Queen.
Según rezaba la invitación del caballero desconocido, Roy llegó un poco antes al lugar del bosque Estrella donde iba a llevarse a cabo la celebración del cumpleaños infantil. El arquero había vestido a su hija con un vestido de tonos rosáceos y rojos con bordados de flores. El pelo de la castaña estaba amarrado con un coletero rojo. Lian hablaba sin parar mientras se acercaban más y más a las mesas. Roy iba con un conjunto más informal; unos pantalones vaqueros de un azul medio y una camisa verde oscuro.
El arquero se quedó impresionado con el lugar. Él no se había imaginado algo tan organizado y planificado sino algo más simple y modesto. Lian miró las cositas que había en los merenderos infantiles y enseguida se puso a reír y jugar con las decoraciones. El pelirrojo suponía que su pequeña debía conocerla historia de Blancanieves, él no era mucho de contar cuentos de hadas. Solía narrarle a su hija los míticos cuentos navajos de su cultura. Pero Lian era una niña escolarizada y socializada. La sociedad transmitía tanto en sus centros educativos a las edades infantiles como en los medios historias y versiones de los cuentos de hadas populares.
Roy sabía que aquellas decoración y la suculenta comida debían de haberle costado a su benefactor una buena cantidad de billetes y se sentía en cierta manera avergonzado. pero con la determinación que le caracterizaba, avanzó hacia el lugar donde se encontraba el hombre que había preparado semejante festín para su pequeña.
- Hola, yo soy Roy - le tendió la mano a Aidan.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 19th Agosto 2020, 21:25
Nervioso le di una última calada a mi cigarrillo para dejarlo caer al suelo y apagarlo con el pie, habitualmente no fumaba excepto en ocasiones donde los nervios me podían, irónicamente no lo hice en medio de una jodida invasión infernal; pero si en el cumpleaños de la hija de mi mejor amigo.
Tras este breve tiempo, parecía que poco a poco me estaba adaptando a que este Roy no era del todo mi compinche, pero enterarme gracias a una invitación elegante que era padre fue tal bombazo que hasta el estoico Bruce hubiese abierto levemente las cosas. Para mi fue como un mazazo de realidad, este no era mi amigo y no podía pretender hacer como si lo conociese de toda la vida, pero al menos estaba aquí, ¿Por algo se empieza no?
Dejando el casco en la parte de atrás de la moto me dirigí al claro en el bosque donde ya se podía distinguir a lo lejos las numerosas decoraciones de la fiesta, sin duda el organizador no escatimó en gastos; la verdad era que prefería este ambiente a las recatadas fiestas de pijos a las que me había acostumbrado en mi infancia; dios mío parecía que todos los asistentes se habían metido un palo por el culo.
Nervioso eché una ojeada al terreno hasta localizar a Roy estrechando la mano de un tío tatuado que no conocía, supongo que otro colega que hizo en esta locura de mundo y del cual no tenía ni idea. Al instante mi mente pensó en Elysia, esa atracción hacia ella no se me podía pasar de la noche a la mañana, pero quien no viese que entre ella y Roy había algo era gilipollas. Claramente con todo ese asunto de salvar el mundo no es que tuviese mucho tiempo para descubrir si solo era un coqueteo entre amigos o había algo más, aunque la culpa ya me estaba empezando a corroer por dentro.
-Genial, me conoce y ya le intentó quitar a la novia. Que gran amigo eres Jason Todd-- pensé con amargura mientras intentaba forzar una sonrisa y me acercaba a la pareja.
-No había visto tanto rosa en mi vida, seguro que a la pequeña diabla le va a encantar. ¿Dónde anda?-bromeé mientras le daba un suave golpecito en el hombro a Roy a modo de saludo. Posteriormente me giré hacia el desconocido:
-Jason Todd, encantado-dije imitando a Roy y tendiéndole la mano.
Aidan Doyle Marvel Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 24th Agosto 2020, 18:06
Al fin se encontraban cara a cara. Aquél hombre era el padre de Lian... El padre que había estado a punto de morir porque él había desatado el apocalipsis en la tierra. Resultaba extraño estrechar su mano sabiendo que hacía menos de un mes había luchado en el bando de los mismos demonios que le habían aprisionado. El vídeo de youtube donde se veía cómo le capturaban había viajado por medio mundo... Cuando trató de responder a su saludo fue como si la maldita bruja del mar le hubiera robado la voz inicialmente, pero le bastó un leve carraspeo para volver a recuperar la presencia de ánimo y la sonrisa.
- Encantado de conocerte al fin, Roy... Yo soy Aidan.
No creyó necesario decir nada más; asumía que ya Dinah le habría hablado de él. Al otro hombre que llegó justo después no le conocía, pero resultaba evidente que se trataba de un amigo de Roy.
- Aidan Doyle -respondió correspondiendo a su saludo.
No sabía si le sonaría el nombre; últimamente se había hecho bastante famoso como el vocalista de Deamhan (especialmente desde que había irrumpido en el O2 de Londres y había provocado la aparición de una jodida diosa), pero realmente esperaba que no. Lo último que Aidan deseaba en aquellos momentos era hablar de eso. Gracias al cielo aquella mierda había terminado, y era libre, o eso quería creer. Lo único que deseaba era poder mirar hacia adelante y dejar todo lo vivido atrás, como una espantosa pesadilla.
- La pequeña está por allí.
Señaló hacia una de las alfombras, donde Lian estaba sentada jugando a darle de comer a una de las muñecas.
- Ya que habéis venido pronto, si uno de vosotros pudiera ocuparse de vigilar a Lian y el otro ayudarme con los últimos preparativos... Los de la empresa de eventos lo han dejado casi todo listo, pero faltan algunas cosillas por preparar, las bebidas frías, emplatar los pasteles...
Poco tiempo después ya estaba todo listo y dispuesto para recibir a los invitados, que se fueron colocando en sus sitios mientras los niños corrían, jugaban y se abalanzaban sobre el castillo inflable. Como algunos de los niños eran muy pequeños, Aidan trepó por la blanda escalera y, una vez arriba, se dedicó a ir ayudando a subir a los de menor edad y les ayudaba a situarse en el tobogán para que cayeran bien. Ya abajo sus padres les recogían.
Al estar en lo más alto fue el primero en ver llegar a Dinah y se quedó paralizado, sin saber bien cómo reaccionar. Las dos últimas veces que se habían visto había sido como enemigos en bandos enfrentados, y, aunque en teoría ya no tendría por qué ser así, él había sido el responsable de la muerte de Green Arrow, de que casi mataran a Roy y, básicamente, de todas las desgracias que le habían acontecido en el último mes. Aidan no estaba acostumbrado al engaño, pero no sabía cómo arreglar aquéllo, cómo decirle que había ayudado a Belial a masacrar una ciudad, o a Raven a luchar contra ella y sus amigos, o que había mantenido secuestrada a una persona y había estado protagonizando diversos robos en las últimas semanas. Ella era una superheroína, una de los buenos. ¿Cómo podría perdonarle?
Absorto en sus pensamientos, no se dio cuenta de que se había ido formando cola en el tobogán y, de repente, un grupo de niños ansiosos por tirarle le empujó pendiente abajo, haciéndole rodar y rebotar en el acolchado del fondo de una manera muy poco digna, provocando las carcajadas de todos los niños y niñas presentes. Al cantante se le escapó una sonrisa. Tenía que resultar particularmente ridículo, allí, con su aspecto agresivo, los tatuajes, la ropa negra, los brazaletes de pinchos y las cadenas sobresaliendo del bolsillo de los pantalones tirado en un castillo inflable infantil mientras un montón de niños y niñas saltaban y reían a su alrededor. Se rascó la nuca, algo abochornado, buscó a Dinah con la mirada y se encogió de hombros con una expresión que quería decir claramente: "he sido derrotado por un puñado de críos de educación infantil".
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Wally West DC Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 31st Agosto 2020, 14:40
Los tres hombres estaban hablando animadamente, cuando de pronto, una cabeza pelirroja y despeinada, se asomó por detrás de Arsenal y le cogió cariñosamente por el pecho, en un medio-abrazo. Sin duda, se trataba del joven Wally West, que había salido de la nada. Había sido un poco raro, porque ninguno de los presentes le había escuchado acercarse hasta allí...
— Roy, cariño… Ya nos ha contado Dinah que estás hecho todo un Don Juan, ¿eh? Te lo tenías bien calladito… — el velocista esbozó una sonrisa traviesa, y le dedicó una mirada a su amigo bastante juguetona. De pronto, empezó a hacerle cosquillas en el la cintura, para hacerle saltar.
— Déjale tranquilo, Wallace… — sonrió un hombre de cabello oscuro que acababa de llegar al claro. Seguramente ambos amigos habían venido juntos a la fiesta, pero sin poder evitarlo, Wally había usado su supervelocidad en cuanto vio de lejos al pelirrojo. Era demasiado impaciente y se sentía muy emocionado de ver al arquero.
— No le hagas ni caso, Roy… — la sonrisa del moreno llegó hasta sus ojos azules mientras saludaba a su amigo. Su mirada se desvió entonces hacia Aidan — Yo soy Richard, pero puedes llamarme Dick. Y este de aquí es Wally…— el pelirrojo seguía chinchando al arquero, pero en ese momento le devolvió el saludo desde su posición.
Después de presentarse al desconocido, ambos chicos saludaron también a Jason con un choque de manos. Wally apenas conocía al segundo Robin así que prefirió colocarse entre Roy y Aidan, donde podía participar mejor en la conversación. Richard, en cambio, desvió la mirada hacia su familiar y esbozó una pequeña sonrisa.
— ¿Quieres que vayamos a preparar las bebidas? — le preguntó el moreno, esperando que Jason no estuviera molesto con él. Habían tenido algunos roces desde el entierro de Bruce, pero las cosas se habían suavizado los últimos días. Habían hecho un buen trabajo salvando al mundo de la invasión demoníaca.
Tras un breve intercambio de palabras, el velocista y el ex-líder de la Young Justice se dedicaron a ayudar al organizador y a terminar los preparativos, mientras el resto de invitados iban llegando tranquilamente a la fiesta.
***
Elysia se encontraba mirando sospechosamente el color de las alfombras dispuestas sobre la hierba. Se estaba preguntando si es que lo habían hecho para que el color de la tela contrastara con mayor intensidad sobre el verde del césped, o si la verdadera razón de que hubieran usado el rosa era por qué se trataba del cumpleaños de una niña.
La artista dejó escapar un breve suspiro y trató de buscar a alguien conocido de entre toda aquella gente. La fiesta había empezado, y a la peliazul no le entusiasmaban demasiado los eventos sociales. Se abrumaba con mucha facilidad cuando estaba rodeada de tanta gente desconocida, ya que era una persona muy tímida e introvertida, pero lo había hecho para contentar a Roy, ya que él le había insistido en que quería presentarle a sus amigos.
Tras dar un breve paseo en busca del pelirrojo, se topó con la pequeña Liam, que se encontraba sola jugando con una muñeca de Blancanieves en una de las alfombras de color rosa. La mujer esbozó una sonrisa amable y se agachó a donde se encontraba la pequeña.
— ¡Hola Lian! ¿Los mayores te han dejado jugando aquí sola? — se fijó entonces en que Lian le estaba dando de beber una taza de té a su muñeca, y Elysia la acompañó, ofreciéndole una galleta de chocolate que había en su lado del picnic.— Y... ¿Cuántos años cumples hoy?
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163ConnerKent DC Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 7th Septiembre 2020, 16:43
Conner aterrizo cerca de la fiesta gracias a que esfera podría transformarse en un súper ciclo volador, siendo la manera más rápida y cómoda de llegar a la fiesta. Una vez en tierra se encogió para transformarse en un pequeño bolinche y meterse en el bolsillo de sus tejanos. Desde que se había rencontrado con esfera y Lobo después de liberarse de la posesión decidieron quedarse al lado de su amigo, seguramente notando que necesitaba su apoyo. Lobo se quedó con sus tíos como un buen perro guardián. El súper chico se acercó a la fiesta con dos cestas: una para el padre y el otro para la cumpleañera. Sus tíos le habían dicho que era de buena educación traer algo cuando le invitaban a casa de alguien así que les hizo caso. Para Roy había seleccionado productos de su pequeño pueblo; mermelada, quesos y pan artesanos 100% ecológicos. Vio como sus amigos hablaban de forma animada mientras preparaban la bebida, así que decidió ir primero a por la niña para dejarles un rato a solas pero cuando se fue a acerca a la niña se le adelanto una mujer de pelo azulado. Conner se quedó un poco cortado ante la parecían de esa desconocida pero al ver que la niña estaba tan a gusto con ella decidió que era una buena manera de presentarse.
Buenos días, soy Conner Kent, amigo de Roy, encantado de conocerlas
Se presentó una vez se sentó junto a ellas, dejando el cesto de comida atrás de él y colocando un hermoso cesto de mimbre enfrente de la cumpleañera.
Espero que te guste, cuando los del pueblo se enteraron que iba a un cumpleaños todos ayudaron para elegir el mejor regalo.
Sonrió de forma dulce y del cesto saco una manta que envolvía el regalo que era un bonito tren de madera. Eran regalos muy rústicos pero a la vez elegantes, todos hechos a mano por los del pueblo. Conner no iba a negar que estaba algo nervioso de saber si a la niña le gustaría tales regalos, el colaboro en la elaboración de los panecillos.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 30th Septiembre 2020, 19:14
El impulsivo joven había recibido una invitación de parte del aprendiz de Green Arrow para acudir a la fiesta de cumpleaños de su pequeña hija. Todos los integrantes de los titanes habían recibido esas invitaciones. Bart y Roy no eran amigos íntimos pero se apreciaban el uno al otro. Por temas de heroísmo y familia solían coincidir a menudo. Ambos eran sociables y se llevaban bien. A veces Bart podía cansar al pelirrojo siendo particularmente insistente y un poco molesto. Bart había conocido en su mundo al pelirrojo en su universo al formar parte de su equipo cuando el pelirrojo fue líder de los titanes en su mundo. En esa formación había coincidido con Rose, que había sido niñera de Lian y muy buena amiga del arquero. El pelirrojo había considerado a la joven como una especie de hermana menor. Bart apreciaba ese vínculo. Así que como su crush peliblanca no estaba para festejar con Roy y su hija, había decidido ir en su lugar. También porque Roy había sido para él como una especie de tutor en una de las primeras etapas de héroe y le guardaba un cariño especial. A pesar de no ser el hombre que conocía, sabía por Wally y demás personas que eran allegados tanto del arquero como suyos que estaba intentando criar a su hija y ser un gran padre, justo como el hombre al que recordaba. Por ello, había decidido darle una oportunidad al pelirrojo e intentar tener esa relación un tanto de adulto joven que aconseja a un perdido joven aún en la recta final de la adolescencia.
El velocista había llegado un poco tarde porque se le había pasado por completo la fecha del día especial de Liam y se acordó en el último instante. Así que no había ni hecho nada para regalar a la infante ni había comprado nada. El castaño tiró de sus ahorros y se dirigió a todo velocidad a una juguetería donde compró un adorable leoncito que cantaba el abecedario. Una vez con el regalo, corrió hasta Star City. Bart era un chico de ciudad pero se dejó embargar por la belleza natural del bosque de la urbe.
Cuando llegó al lugar parecía que todos estaban reunidos. Parecía que era el último en llegar y se rió. Los velocistas aún siendo muy rápidos siempre tenían una relación particular con el tiempo. Era usual que llegasen un pelín tarde a todos los eventos y situaciones.
- Hola- saludó alegremente a todos. Roy estaba cerca de Jason Tood. Hombre al que apenas conocía y si bien había intentado matar a uno de sus mejores amigos reiteradas veces, ¿Quién era Bart para negar una oportunidad de cambio a nadie? Sonrió a su primo y a Dick. Luego miró a Kon. El moreno estaba con la bebé de Roy y junto a una chica castaña que no conocía de nada. Iba a ver a la bebé, presentarse a la mujer desconocida y molestar un poco a su bestie cuando sus ojos se toparon con el cantante. Bart se impresionó al ver a Aidan. El castaño estaba muy enterado de todos los grupos en alza. además. había ocurrido un incidente en el que se vio inmerso en uan firma de discos. Se acercó al castaño y le habló- Anda si eres Aidan Doyle. Un placer soy Bart. estuve eb una forma de discos tuyos. Seguro que no te acuerdas porque hay mucha gente en ellas. ¿No? Y de qué conoces a Roy. ¿Es porque él estaba antes en un grupo? Esto … Great Frog.- habló como siempre apresuradamente el velocista.
Última edición por Bart Allen el 5th Noviembre 2020, 16:33, editado 1 vez
Kim HwaJae Marvel Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 22nd Octubre 2020, 23:52
El tiempo había empezado a pasar de un modo distorsionado para mí en los últimos tres meses. Tenía la sensación de haber vivido tantas cosas que en algún momento, al abrir los ojos, me encontraría con canas en la cabeza, verrugas en la cara, y un gotero enganchado al brazo por el que me entraría la sobredosis de morfina que acabaría de una puta vez con el sufrimiento de existencia que llevaba. No hacía tanto tiempo que había tomado la decisión de aceptar que tal vez todos estos años de resistencia habían sido contraproducentes. Siempre me había negado a mantener el contacto con cualquier persona, primero porque la incapacidad de crecer no me permitía hacer otra cosa; cualquiera se habría preguntado después de un par de años porque no crecía ni una micra; en segundo lugar porque Mephisto me había acosado hasta dejarme claro que no había donde esconderse ni con quien estar segura. Bastante era haberme jodido la vida como para tener que traer la miseria a todo el que se cruzaba conmigo. Aún no se me olvidaba lo que ese desgraciado le había hecho a Sasha, la pastelera. Aún me lamentaba por todo eso. Cuando pensaba que la situación estaba empezando a mejorar, habían hundido la poca esperanza que tenía en el fango.
Había gente que lo llamaba el fin del mundo, otros lo llamaban el Armagedon. La mayoría de los medios se referían al suceso como “El Apocalipsis” o “La gran guerra demoníaca”. La realidad era que de un modo imprevisible y sin precedentes, los demonios habían sido capaces de organizarse. Nadie que hubiera tenido contactos con ellos habría apostado por algo así jamás. Tenían la mala costumbre de ser orgullosos, sanguinarios, competitivos y tener un ego que les impedía pedir ayuda, mucho menos entre los suyos. Cómo habían conseguido llegar a un entendimiento se escapaba al entendimiento de todos. Eso era lo que nos había condenado.
El encontronazo con él en la Meca me había traído la peor experiencia de mi vida. Después de enfrentarnos con las rémoras y sus reinas, de haber extendido su sombra a través de los cielos, no había sido capaz de volver a mi propio ser. Siempre había creído que el GhostRider era una entidad aterradora y poderosa. En todos mis años con él no había encontrado muchas criaturas capaces de hacerle frente. La situación había cambiado mucho, y me había permitido aprender dos cosas claves sobre él. La primera, que no importaba lo mucho que la regeneración hiciera efecto, siempre parecía escaso cuando a tus enemigos les alimentaba el odio de haberlos mandado al infierno. La segunda, el motivo por el que había preferido quedarse en un cuerpo que lo había repudiado durante veinte años, antes que volver allí. Había experimentado recuerdos vívidos, la repulsa, las agresiones, la soledad, y el terror. Por primera vez en todos estos años, había sido capaz de empatizar con el ser que siempre había sido para mí una condena y una carga. Mientras sufríamos en carne propia lo que la guerra significaba, mis sentimientos de repulsa se transformaron en otra cosa, y mientras huíamos juntos buscando dónde guarecernos de las criaturas a las que atraíamos como la luz a una polilla, me di cuenta de qué era. Por primera vez en mi vida, sentí lástima por él.
Nunca creí que conseguiríamos ver el final, aunque decir que había terminado era romantizar el abismo que habíamos vivido. Aún quedaban los destrozos, los traumas, los millones de muertos. Quedaban pequeñas localizaciones plagadas de criaturas avernales aún sin desalojar, un dolor intenso y un vacío desgarrador.
Quise creer con todas mis fuerzas que no volvería a contactarme. Que la derrota también le habría afectado a él, pero no pareció hacerlo en absoluto. Aunque la verdad, no esperaba que fuese a darme trabajo tan pronto, ni sentir de nuevo la imperiosa necesidad de hacer lo que me ordenaba.
Por mucho que queramos, algunas cosas tienen un orden natural que nunca cambia...
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La mayoría de los padres no tienen idea de con quién juegan sus hijos. Luego están los hipocondriacos que se niegan a dejar que toquen las barras de los columpios por estar muy sucias, y entre ellos hay toda una escala de grises que es difícil de matizar de primeras. El cumpleaños era inmenso, lleno de decoraciones, dulces y un palacio hinchable enorme con muñecacos pintados que enseguida me llamó la atención. Habría sido capaz de esperar si no fuera porque aquello era como las luces de una casa de apuestas en los ojos de un ludópata, solo que a mí la escena me berreaba a gritos “comida gratis”.
Lo más posible es que consiguiera pasar desapercibida entre la vorágine de críos. Sólo tenía que integrarme, y con suerte, nadie repararía en mí si mantenía el perfil bajo.
Me mezclé con sutileza entre los niños, y me acerqué hacia el castillo, mientras jóvenes y adultos charlaban alrededor del lugar de la fiesta. El tipo que me interesaba estaba justo ahí. Había sido sencillo de encontrar, era un famoso cantante de una banda conocidísima, y de hecho no me extrañaba que así fuera. No eran los primeros ni los últimos que conseguían el éxito firmando un contrato, y no me refería al de la discográfica. No sabía bien qué había hecho para tener a Mephisto encabronado como una mona, pero se había convertido en mi puto ídolo solo por eso. La vehemencia con la que había insistido en que tenía que dejarle claro el “mensaje” no dejaba lugar a dudas. De no ser porque me habría jodido la tapadera, le habría pedido que me firmara un autógrafo aunque no tendría nada que ver con la música. Me acerqué a él y le tiré del bolsillo de forma adorable, mientras le dedicaba la mejor de mis sonrisas.
- ¿Me aúpas? - pestañeé un par de veces con los ojos brillantes de emoción. El tipo me levantó como si pesara lo mismo que una pluma. Siempre me daban unas cosquillitas cuando los tíos buenos me levantaban de esa manera. Aunque más me valía que me encariñara poco con ese tipo duro chulillo caraguapa. Aún no estaba segura de qué iba todo ese rollo, pero ya había decidido hacer mis propias averiguaciones al respecto. Si conseguía cogerle desprevenido, tal vez pudiera enterarme de qué había pasado y usarlo en nuestro beneficio.
Me subí y comencé a dar saltos por el sitio, sintiendo un maravilloso vértigo que sólo solía sentir cuando íbamos a toda velocidad...
Después de un rato, volví a bajar del castillo, me puse las deportivas con ruedas, una adquisición de última hora que había comprado con todos mis ahorros cuando había creído que todo lo de los demonios acabaría por llevarme por delante. Ahora parecía bastante absurdo, pero en el momento me había parecido que merecía la pena tener algo bonito que me gustara, y que no fuera una porción de pizza caliente o un par de guantes.
Me di cuenta de que una mujer se acercaba a uno de los tapetes y se agachaba para jugar con una niña que estaba dándole de beber a su muñeca. Igual podía acercarme a comer algo.
-¡Hola! ¿Me dejáis jugar? - pregunté agarrando con un perfecto nerviosismo fingido la parte baja de mi sudadera, retorciéndola entre mis pequeñas manos. Ahora sólo tenía que esperar, y no perder de vista al monstruito tatuado.
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Viviendo un infierno en la tierra
Dinah Lance DC Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 25th Octubre 2020, 13:23
Artemis se sentía un poco perdida entre tantos globos, manteles y flores. Sus padres no las habían acostumbrado a fiestas de cumpleaños, y menos a una tan espléndida como aquella. Comida, bebidas, juguetes… Aquello era un paraíso para cualquier niño pequeño.
Arty había llegado con Wally y había saludado a todos, para después separarse del grupo que habían formado los chicos, decidida a dejar un poco de espacio a Roy y Bart y… ¿por qué no?, a echar un vistazo de cerca a toda aquella diversión. Su sobrinita jugaba un poco más lejos con una de sus muñecas, acompañada por Conner y Lyz. Así que, tras decidir que no le disgustaban las fiestas infantiles de cumpleaños, Artemis se aproximó al grupo.
- ¡Hola, Kon! - saludó a su compañero de equipo. El Súper Chico traía un regalo made in Kansas para Lian. - Hola, Elysia - continuó, dirigiéndose a ella por su nombre de pila. Era un poco raro, ya que hasta aquel momento Lyz y Artemis sólo habían coincidido con sus identidades superheroicas, aunque ambas supieran, gracias a Dinah, quién era la otra. - ¿Cómo estás? - continuó - Espero que Roy se esté portando bien contigo…
No era la más sociable de las superheroínas, pero siempre que conocía a alguien nuevo recordaba cómo era sentirse la desconocida del grupo… como le había ocurrido a ella cuando entró en el equipo, y todos querían que fuera Roy.
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La mañana se había complicado para Dinah y ahora, en su mejor imitación de Oliver Queen, llegaba tarde.
¿Qué excusa podía dar? ¿”Se me han pegado las sábanas”? Bastante cierta, teniendo en cuenta la hora a la que se había acostado. Pero entonces vendría la siguiente pregunta: ¿por qué tan tarde? “Bueno, verás, decidieron estrellar un coche contra el escaparate de una joyería de Sacramento, y…”.
Suspiró. Aquello sólo le valdría con Roy y los chicos.
A aquellas alturas de su vida, Dinah sabía que ser justiciero y ser millonario eran las dos ocupaciones más incompatibles con el horario infantil. ¿Y si eras ambas cosas, como Ollie o Bruce? ¿Cómo hacías para compaginarlo?
Bueno, en el caso de Ollie, conocía la respuesta y el resultado: un desastre. El rubio había sido idealista, y valiente, y divertido, y encantador… pero no puntual, ni un buen padre. Bruce… era un caso aparte. Dinah había hecho sus cálculos, y estaba convencida de que no dormía más de cuatro horas del tirón. La ventaja de ser famoso y adinerado era que podías justificar el dormir de día con alguna supuesta noche de juerga… una noche cuajada de patadas y puñetazos, como la que Dinah acababa de clausurar.
Cuando al fin llegó al parque donde se celebraba el cumpleaños, la rubia consultó el reloj, aliviada de ver que no era tan tarde como ella pensaba. Buscó aparcamiento para su deportivo, se puso la cazadora y cruzó la calle.
Divisó a lo lejos el pequeño grupo que se había formado alrededor del castillo inflable y los cojines de alegres colores, y sonrió. Reconoció las cabezas pelirrojas de Wally y Roy, y también vio a Bart, Dick y Jason. Un poco más lejos, cerca de la cumpleañera, reconoció a Elysia, a Conner y a Artemis. Había también un puñado de niños que corrían por todas partes, chillando alegremente mientras se daban caza unos a otros y escalaban las colchonetas. El castillo había sido cosa de Aidan, y tenía que reconocer que el irlandés tenía buen gusto. Las alfombras, los globos y las flores llenaban el parque con sus brillantes rojos, bancos y amarillos. Y en cuanto al alma de la fiesta... Lian parecía encantada, sentada en el centro de su pequeño mundo y dando de comer a su muñeca favorita.
Por cierto, hablando de Danny Boy, ¿dónde estaba?
La respuesta le llegó en forma de una algarabía de risas al pie del tobogán. Ahí tenía al irlandés, en una postura de lo más indigna que revelaba un descenso accidentado por la atracción. Los niños rodeaban a Aidan, quien tenía una cara de circunstancias que no pudo menos que arrancar una carcajada a Dinah.
- USA uno, Irlanda cero - bromeó, acercándose al castaño para tenderle una mano y tirando con facilidad de él para ayudarlo a levantarse - Sabes que no deberías subir a las colchonetas con eso, ¿verdad? - añadió, alzando las cejas y señalando los pinchos que el cantante lucía con orgullo - … a no ser que quieras un castillo en el cielo, claro.
Como ya había notado en el hotel de Seattle, Aidan tenía un don para los niños. Y aquella cuadrilla estaba poco dispuesta a cedérselo. Los niños empezaron a tirar del irlandés, tratando de arrastrarlo de nuevo al juego.
- Está bien, está bien… - dijo a los niños, alzando los brazos en señal de derrota - Luego vengo a rescatarte - le prometió a Aidan en voz baja, guiñándole el ojo.
Dicho esto, se aproximó al padre de la cumpleañera y el grupo que se había reunido en torno a él.
- Siento llegar tarde - se disculpó con Roy - Ya sabes… trabajo. Oye… ¿cómo lo habéis hecho para juntar a toda mi gente favorita en tan poco espacio? - continuó, dándole un abrazo al pelirrojo y repitiendo el saludo con Wally, Bart, Jason y Dick.
Le gustaba verlos así: vestidos de civil, despreocupados, en un cumpleaños… y no en medio de una lucha a muerte, para variar un poco. Charló animadamente con ellos unos minutos, y después se dirigió a la pequeña delegación que se había concentrado en torno a Lian.
- ¿Quién es la reina de la fiesta? - le preguntó a la pequeña, que enseguida le echó los brazos al cuello y se embarcó en una curiosa explicación acerca de lo que daba de comer a su muñeca. - Hola, Elysia - dijo, dejando de nuevo a Lian en el suelo. Era la joven a la que había conocido como Chroma, y a quien había preparado aquella romántica sorpresa por petición de Roy. Le sonrió y le dio un beso en la mejilla - ¡Conner! - dejó que el kriptoniano la envolviera en uno de sus abrazos de oso - Hey, Arty - concluyó, mientras la otra rubia devolvía el saludo.
Había otra niña en el grupo, una a la que no conocía, de cabellos negros y ojos rasgados.
- ¡Hola! - dijo, amable, suponiendo que se trataba de una amiga de Lian - Soy Dinah - añadió, tendiéndole la mano.
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Aidan Doyle Marvel Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 11th Noviembre 2020, 01:31
La repentina aparición del pelirrojo le sorprendió incluso a él. ¿De dónde narices había salido? No entendió la referencia pero estaba claro que se trataba de asuntos personales entre ellos dos. Estaba a punto de alejarse cuando apareció un chico moreno bastante atractivo y sus ojos azules se centraron en los suyos. ¿Qué te parece? Aquél colega habría causado furor en un escenario.
- Hmmm... Aidan -dijo, extendiéndole la mano para corresponder a su saludo. Con Jason había dicho su apellido por inercia porque venía con Roy, y Roy ya sabía quién era él porque se lo había contado Dinah, pero prefería mencionarlo lo menos posible. Estaba claro que no le habían reconocido del numerito en televisión del mes pasado y prefería no tentar a la suerte. Tal vez no cayeran al verle, pero quizás sí que asociarían su nombre con el grupo Deamhan. Explicar lo que había ocurrido sin desvelar sus poderes resultaba complicado cada vez-. Encantado de conocer a dos amigos más de Dinah...
Los dos compañeros resultaron ser extraordinariamente amigables, para sorpresa de Aidan, que ya no recordaba cuándo había sido la última vez que alguien se había dirigido a él con un propósito que no fuera amenazarle, despreciarle o coaccionarle, con la excepción de Dinah y su grupo, claro. Bueno, y últimamente también Edward. Pero aún así, había esperado la ayuda del padre de la criatura, pero aquellos dos chicos no le conocían de nada y aún así se ofrecían a ayudar con toda la cordialidad del mundo... Aunque claro... de haber sabido que aquellos mismos chicos habían luchado contra él el día del ataque a Nueva York no habría estado tan complacido...
- Gracias, sois muy amables -les dijo cuando se hubieron repartido las tareas-. ¿Sois muy amigos de Roy y Dinah?
Cuando ya la fiesta había empezado se les acercó el joven castaño, presentándose como Bart. Aidan le miró, haciendo su mejor esfuerzo por acordarse de su cara. La última firma de discos que había tenido había sido...
- Pfffff... Eso fue... al principio de abril, ¿no? -justo después de haber abierto los portales... Una obvia incomodidad se extendió por todo su cuerpo, que empezó a acusar los efectos de la falta de alcohol con mayor intensidad-. Yo... Lo siento mucho, chico, esos fueron... días muy complicados para mí, con todo lo de la invasión y... lo de mi familia...
Sus ojos azules buscaron los ambarinos del más joven, como el náufrago que busca un salvavidas para no morir ahogado. Porque la verdad, lo que no le estaba contando, era que se había pasado tanto tiempo borracho que tenía suerte de recordar los nombres de los miembros de su banda.
- Lo siento -dijo al fin con voz ahogada-. No conozco ese grupo -continuó, esforzándose en sonreír para mantener una conversación normal con el joven-. Pero es que no hace mucho que llegué a Estados Unidos. A Roy le conozco a través de Dinah. Espero tener luego ocasión de hablar más con él y de paso le preguntaré por ese grupo. Bueno, Richard, Wally... Os agradezco mucho vuestra ayuda. Bart... ha sido un placer conocerte de nuevo. Espero que lo paséis bien, hay comida y bebida en las cestas junto a las mantas. Yo... voy a ir a ayudar a los niños con el castillo hinchable. Os veré más tarde.
Les dedicó una sonrisa que no llegó a sus ojos y le dio un leve apretón amistoso en el hombro a Bart antes de despedirse de él y de los otros dos jóvenes para tratar de ahogar sus problemas en las risas de los niños en lugar de en la botella de bourbon que le aguardaba en el coche. Porque los niños eran así, tenían algo mágico. La sonrisa de un niño tenía el poder de hacerte olvidar cualquier mierda, aunque fuera por unos minutos.
Y había otra persona que también tenía el poder de hacerle olvidar casi cualquier cosa últimamente...
- USA uno, Irlanda cero.
Aceptó sin vacilar la ayuda que le brindaban, y la mujer tiró de él para ayudarle a levantarle con una facilidad que ya no le sorprendía. No después de haber averiguado su secreto. Se encontró a sí mismo perdiéndose en aquellos ojos del color del mar pensando en el momento que podría haber sido pero nunca podría ser.
- Sabes que no deberías subir a las colchonetas con eso, ¿verdad?
- Bueno... -se pasó una mano por la nuca, nervioso-. No es que tuviera planeado tirarme por el maldito tobogán... -respondió, tratando de corresponder a la broma.
Podría haber añadido más cosas, como que ella había sido la causa de que se cayera, en primer lugar, pero era preferible guardar lo poco que le quedaba ya de orgullo. Una niña asiática le tiró en ese momento de la chaqueta, reclamando su atención, a lo que la rubia respondió alzando las manos al cielo en señal de derrota.
- Luego vengo a rescatarte -le prometió. Él asintió, distraído, antes de inclinarse para recoger a la niña y subirla a lo alto del castillo hinchable.
Entonces fue cuando le vio, y de la impresión estuvo a punto de volver a caerse en la inestable superficie. Su palidez se acentuó al reconocer a Conner Kent, el chico que había conocido hacía más de un año en un concierto y que después había intentado desgarrarle la garganta en el pub de Morgan y que había sido capaz de arrancar la puerta de su jaula como si fuera mantequilla...
Conner Kent era Superboy, y después había averiguado que en aquél momento se había encontrado poseído por uno de los hermanos demoníacos de la bruja demonio que había tratado de arrasar Nueva York.
No...
La presencia de Superboy desató recuerdos de los acontecimientos que había vivido aquella noche.
Aquellos ojos azul grisáceo clavados en él con codicia y deseo... Dolor, angustia, miedo... Una reacción irrefrenable... La mirada en los ojos de Dinah... Su grito...
Superboy era el recuerdo viviente de por qué él no merecía estar allí. No merecía estar con ninguno de ellos, especialmente con Dinah...
Porque todos los poseídos habían vuelto a ser ellos mismos tras la muerte de Raven. Todos... todos excepto una...
Un violento temblor empezó a extenderse por todo su cuerpo, aunque afortunadamente el hecho de encontrarse en el castillo hinchable en permanente movimiento logró disimularlo. Aidan se deslizó fuera y pidió ayuda a un grupo de padres para que tomaran el relevo antes de desaparecer del escenario del cumpleaños en dirección a donde tenía aparcado el coche. Las manos le temblaban tanto que las llaves se le cayeron varias veces al suelo y le llevó un tiempo considerable conseguir acertar en la cerradura hasta que finalmente logró abrirla. Dedos temblorosos accionaron el cierre de la guantera para sacar la botella de bourbon que guardaba allí y darle un largo trago. Las piernas aún le temblaban, así que se sentó en el asiento del copiloto sintiéndose una vez más como la persona más despreciable del planeta entero. Probablemente sería mejor si se quedaba emborrachándose allí. Nadie iba a notar su ausencia, de todos modos. Todos se lo pasarían mejor sin él.
Salvo, quizás, la persona que habían enviado para matarle...
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Dick Grayson DC Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 14th Abril 2021, 00:21
Off Rol: Este post se ha hecho en conjunto con la user de Aidan Doyle.
Dick esbozó una sonrisa divertida mientras observaba al resto de sus amigos charlar animadamente entre ellos. Hasta ese momento, no se dio cuenta del alivio que le producía que volvieran a tener momentos así... tan tranquilos. No se habían permitido la diversión hasta ver expulsados a todos los demonios del mundo, y aquella presión todavía se notaba en todos ellos. Richard era el primero en no poder perdonarse sus fallos como líder. Haber perdido a su mentor y a su amiga Raven en el proceso todavía le resultaba algo durísimo de asimilar, pero no podía permitir hundirse de nuevo en ese pozo. Acababa de salir, y necesitaba estar bien para continuar protegiendo a los demás desde las sombras.
Richard siempre había sido el tipo de amigo que durante las fiestas, se dedicaba a observar a todo el mundo, vigilando que todos estuvieran bien y se lo pasaran bien por igual. Era el soporte, el pilar de los Titanes, y el que se aseguraba de que los cimientos continuaran manteniéndose erguidos.
Sus ojos pasaron por cada uno de sus amigos, deteniéndose a mirar con cierta perspectiva el estado de la fiesta de cumpleaños. Ya estaba todo montado y preparado, ya sólo faltaba que... un momento. ¿Dónde se había metido Aidan?
Dick arrugó la nariz mientras buscaba con la mirada por todo el recinto, sin toparse en ningún momento con la figura del conocido de Dinah. Era extraño, pues la última vez que le había visto, estaba cerca de los castillos hinchables, ayudando a subir a los niños.
El moreno se dio un buen paseo por la zona, hasta que divisó a su objetivo en la zona del aparcamiento. Sin más dilación, se presentó al lado del coche de Aidan y le picó a la ventanilla.
—Ey, amigo. ¿Estás bien? — preguntó, agachándose hasta tener una clara visión del cantante.
El inesperado toque en la ventanilla le sobresaltó hasta el punto de hacerle dar un respingo en el asiento. La botella de Bourbon se le resbaló de entre los dedos como si fuese una pastilla de jabón humedecida, y por más que intento frenar la inevitable caída pegando manotazos al aire para tratar de atraparla no consiguió evitar que terminara derramándose en el suelo del vehículo después de salpicarle la camiseta y el salpicadero del coche.
— ¡No, no, no! Joder —exclamo, recogiendo la botella en cuanto tocó el suelo para evitar que siguiera ensuciándole las alfombrillas del coche—. Joder.... —musito despues de volver a ponerle el tapón, pensando en el espectáculo tan lamentable que acababa de dar ante uno de los amigos de Dinah, pasándose una mano por la cara antes de volverse hacia el.— Te pido mil disculpas... Dick era, ¿verdad? Joder, lo siento mucho... No esperaba que nadie me siguiera y me has pillado desprevenido. Ha sido muy estúpido, no le digas nada a Dinah — pidió forzando una sonrisa para disimular mientras volvía a guardar la botella de licor en la guantera y salía del vehículo. Aquél era uno de los dos chicos tan agradables que habían estado ayudándole con la organización de la fiesta, pero a veces el exceso de amabilidad podía llegar a convertirse en una molestia. Realmente habría preferido estar solo en ese momento.— Estoy bien, solo necesitaba... Un momento para desconectar. Gracias por preocuparte, pero estoy bien. ¿Cómo está yendo todo? ¿Roy y la pequeña se están divirtiendo?
Dick no esperaba encontrarse al moreno en una situación tan comprometida, hasta que vio el alcohol resbalarse y volar por todo el interior del coche hasta desparramarse por el suelo, no sin antes pringar al mismo Aidan con su contenido. El ex-Robin se mantuvo en silencio, esperando a que el moreno terminara de limpiar el desastre y se encontrara en condiciones de hablar. Ese tipo de reacción... le recordó bastante alguien que presidia ahora mismo la fiesta.
— Sí, todos se están divirtiendo, y por eso me ha extrañado no verte en la fiesta... — comentó, cruzándose de brazos mientras se apoyaba en la parte trasera del coche del cantante. Esperó a que Aidan saliera del vehículo, y tras respirar algo de aire fresco, le comentó:— ¿Quieres hablar sobre tu problema? Sé que casi no nos conocemos, pero eso a veces ayuda a uno a poder desahogarse tranquilamente, sin que nadie le juzgue. Además, se me da bien guardar secretos... Te prometo que no le diré nada a Dinah... — le dijo, guiñándole el ojo de forma cómplice.
Aidan suspiró, mirando a Dick y evaluando que le podía contar y que no. De no ser porque era evidente que él y Conner eran amigos no le habría dicho nada en absoluto, pero aquello hacía que pudiera confesarle una parte del problema. Solo era la punta del iceberg, pero sería algo fácil de creer y comprender.
— Estuve en Nueva York... Cuando la invasión —dijo pasándose las manos por los pantalones para limpiarse la humedad del alcohol— Y vi a tu amigo... El grande, Conner —tomo aire—. Le vi en el aire, luchando con aquellos héroes... Vi como cogió a aquel chico joven y lo aplastó contra el suelo. Yo estaba lejos... No estaba en la isla —mintió— pero no es difícil imaginar que posiblemente acabó muerto. Y sé que estaban poseídos... Se que todo acabo cuando derrotaron a Raven... Pero al verle... No se... Ha sido como volver a revivirlo todo de nuevo, ¿Sabes? Solo necesitaba tranquilizarme un poco.
No le contó que además Conner había estado a punto de matarle en el pub de Morgan, ni que ver a Conner le había recordado a como había tenido que matar a Dolphin en defensa propia, pero esperaba que fuese lo suficientemente creíble para ser comprensible su reacción.
— Solo quería... Pasar un rato agradable con gente normal después de ese infierno, ¿sabes?
Los ojos del hijo de Bruce se abrieron ante la sorpresa de aquella confesión. Aidan había presenciado de primera mano el ataque a la isla de la libertad y no podía culparle por que sintiera un tremendo terror por lo que había hecho uno de sus grandes amigos. Mientras confesaba la pesadilla que había vivido durante la invasión demoníaca, Dick colocó una de sus manos en el hombro del moreno, a modo de apoyo emocional. Podía entenderle perfectamente, veía el miedo en sus ojos, y a pesar de todo, el aprendiz del mejor detective del mundo sabía que había presenciado más horrores que jamás pronunciaría en voz alta. Y respetaría su silencio.
—Lo entiendo, sé que requiere tiempo asimilar todo lo que ha pasado. Pero no tienes nada de lo que preocuparte ahora. Conner es un buen chico, a veces un poco impulsivo pero siempre trata de hacer lo correcto y de ayudar a los demás. Siento mucho que hayas tenido que ver su lado más oscuro, pero no era él. — explicó, mientras su mirada se perdía en el horizonte, probablemente buscando con los ojos al superchico, y rezando para que nada de aquella conversación llegara a su superoído.— Pero todas estas cosas... los problemas, las pesadillas... el alcohol no las va a solucionar, porqué están todas aquí... — dijo señalándose de pronto la sien.— en tu cabeza...
Dick esbozó una sonrisa amable y después le dio una palmadita en el hombro a Aidan.
— Voy a contarte una cosa, ¿pero no se lo digas a nadie, me lo prometes?— sonrió, divertido.— Ya conoces a Roy, el padre de Lian. Él también ha pasado por momentos durísimos en su vida. Cuando era adolescente se metió en el mundo de las drogas y el alcohol, pensando que esas sustancias le ayudarían a sobrevivir a los problemas. Pero no fue así, y estuvimos a punto de perderle... en varias ocasiones.— miró de pronto al suelo, chutando con la bamba una de las piedrecitas que había incrustadas en el asfalto.— ¿Y sabes qué pasó? Encontró a alguien que le cambió la vida. Alguien por quién decidió luchar, por quién seguir adelante... Fue su hija, Lian. —ésta vez, Richard miró directamente a los ojos de Aidan, analizando la tensión de sus músculos y sus reacciones, deseando enviarle el mensaje adecuado.— A veces... solo necesitamos un empujoncito de la gente adecuada para poder continuar..
Aidan se pasó una mano por el pelo con nerviosismo.
— Si... Ya sé que no hay nada de lo que preocuparse... En realidad ya conocía a Conner. Le conocí el año pasado en el Wacken Metal Battle de Los Ángeles, y me pareció muy buen chaval. Pero los miedos son irracionales, ¿no? Uno no puede controlar sus emociones.
Cuando le dijo que sus problemas solo estaban en si cabeza, hizo un gesto de negación para si, pero no dijo nada. No podía decirle que los demonios que le perseguían no estaban en su cabeza, sino que eran muy reales.
Se tensó involuntariamente cuando le escuchó hablar de Roy y sus problemas con el alcohol. ¿Cuándo habían empezado sus propios problemas con el alcohol? Todo había sido tan gradual y paulatino que no había llegado a darse cuenta. Normalmente siempre bebían después de los ensayos, y cuando salían de fiesta, pero tras la muerte de su familia empezó a beber más y más, y pasaba cada vez más tiempo en el bar conforme sus problemas aumentaban. Se dio cuenta de que buscaba activamente perder el conocimiento, desconectarse aunque sólo fuera por unas horas de todo el horror en que se había convertido su vida. Después de lo de Metrópolis, ni siquiera el alcohol fue suficiente y empezó a consumir marihuana para adormecer sus recuerdos, ahogar los gritos de la gente que había muerto aquella noche y acallar su conciencia. A la marihuana la habían seguido otras drogas... Había sido una escalada muy rápida de manera muy súbita, propiciada por la cantidad de trauma que le había sobrevenido de golpe, y, sin embargo, hasta hacía un mes aún habría negado tener ningún problema. No fue realmente consciente de que tenía un problema hasta que se había presentado completamente borracho a aquel programa en directo que había visto medio EEUU. Y después, durante el viaje con Dinah, al ver las jeringas debajo del puente de Kurt Cobain. Ahora era consciente de que tenía un problema pero no se le ocurría como remediarlo, porque el miedo que le había llevado a consumir esas sustancias en primer lugar aún seguía ahí. La culpabilidad por lo que había hecho, por los miles de personas que habían muerto por su culpa, no se iría nunca.
Cuando Richard le miro a los ojos le devolvió la mirada sin vacilar.
— Roy encontró su salvación en su hija. Mi hijo murió hace menos de dos meses —sintió las lágrimas agolparse en sus ojos y de nuevo la irresistible compulsión de alcanzar el olvido embotellado que le aguardaba en la guantera de su coche.— Junto con mi mujer y todo por lo que merecía la pena luchar —apartó la mirada un instante, pensando en Lian y Dinah, las dos únicas personas que le habían aportado algo de felicidad los dos últimos meses—. Creí haber encontrado un ángel... Pero ningún ángel podría sacarme del pozo donde me encuentro ahora mismo. Y créeme si te digo que tampoco lo merezco.
Dicen que los ojos son el espejo del alma, y Richard era una de las pocas personas capaces de interpretar las más pequeñas señales del cuerpo de alguien. A veces, cuando las palabras no decían la verdad, el detective obtenía más información de una persona observando la manera que tenían de hablar o de moverse. Un pequeño truco de Bruce, sin duda y que muchas veces le servía para dar lo mejor de si mismo. Sobre todo para poder consolar a los que lo necesitaban con sus mejores palabras. A diferencia de su maestro, Dick siempre había sido más de usar el diálogo y menos de usar el puño.
— Lo entiendo... —dijo completamente apenado, tras escuchar la tragedia de la mujer y el hijo de Aidan.— Es una pérdida reciente, y todavía tienes mucho con lo que lidiar. ¿Vas al psicólogo? Porqué no es fácil enfrentarse al duelo solo. Yo podría presentarte a alguien si lo necesitas... — se ofreció.— Sé que no todos podemos afrontar los problemas de la misma manera. Para Roy fue su hija Lian. Para ti... puede que aún tengas que reflexionar sobre ello. Quizás ese ángel del que hablas sea una buena opción para empezar a levantar cabeza... ¿y quién sabe? — Richard se despegó del coche y le ofreció su mano de forma amistosa. Si Aidan se la cogía, el moreno le estiraría hasta obligarle a andar y volver a la fiesta junto a él— Yo confío en que todo el mundo merece una segunda oportunidad.
El cantante casi se echó a reír ante la pregunta del moreno. ¿Ir al psicólogo? ¿Y que iba a decirle? "Si, mire, es que le vendí mi alma al demonio y provoque la muerte de mi familia y una invasión demoníaca a escala mundial, por eso estoy así de jodido, ¿sabe?" Era ridículo. No... aquello no era algo que pudiera compartir con nadie para encontrar alivio o consuelo, era algo con lo que tendría que lidiar hasta el momento de su muerte, pero no podía decirle eso a Richard, así que se limitó a asentir.
— Si, vale, gracias... Si conoces a alguien... Pensaré sobre ello.
Tampoco podía decirle a Dinah que había provocado la muerte de su amiga, así que su ángel, por desgracia, volaba demasiado lejos de él... Pero el chico era un optimista y Aidan valoraba lo que estaba intentando hacer, así que aceptó su mano para regresar con él a la fiesta.
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Elysia Stavridis Marvel Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 21st Abril 2021, 00:44
Off Rol: Disculpad el doble post. Voy a transcribir lo roleado por Whatsapp para ver si podemos avanzar este tema hasta el momento de la acción.
Tras dar un breve paseo en busca del pelirrojo, Elysia se topó con la pequeña Liam, que se encontraba sola jugando con una muñeca de Blancanieves en una de las alfombras de color rosa. La mujer esbozó una sonrisa amable y se agachó a donde se encontraba la pequeña.
— ¡Hola Lian! ¿Los mayores te han dejado jugando aquí sola? — se fijó entonces en que Lian le estaba dando de beber una taza de té a su muñeca, y Elysia la acompañó, ofreciéndole una galleta de chocolate que había en su lado del picnic.— Y... ¿Cuántos años cumples hoy?
La niña se quedó algo cortada, mirando a la desconocida con sus ojos de profundo negro azabache, muy abiertos. Después cogió la galleta con entusiasmo y le dio un buen mordisco mientras buscaba hacer el número tres con los dedos.
—¿Tres añitos? Qué mayor... — sonrió la dibujante. El trueque de galleta por información había resultado ampliamente satisfactorio. De pronto, alguien se agachó junto a ellos y se presentó. Era otro de los amigos ultra-musculados de Roy. ¿Es que acaso los conocía a todos del gimnasio o qué?
— Yo soy Elysia... encantado de conocerte, Conner. — contestó la dibujante con timidez. El cesto de mimbre había atraído la atención de la pequeña Lian, que rápidamente se lanzó a buscar su regalo como si de un tesoro enterrado se tratara.
—¡Es un tren! ¡Es un tren! ¡Chuuu-chuuuu!— sonrió con toda la inocencia del mundo en sus labios. Agarró el tren con fuerza y lo agitó duramente hasta empezar a pasearlo por el aire, como si en realidad no necesitara vías ni alas para poder volar. Los niños de aquella edad no conocían límites cuando se trataba de usar la imaginación.
Entonces entró en escena otra niña, de rasgos asiáticos, que parecía algo más mayor que Lian, preguntándonos si podía unirse a jugar. Bueno, en realidad Elysia no estaba allí para jugar con los niños, pero sin duda era mejor que unirse a los adultos. Al menos con ellos no sentiría tanta ansiedad social.
— Claro, seguro que a Lian le encantará jugar con una amiguita nueva... — y acto seguido, la hija de Roy sacó del tren al conejito y el osito de madera y se los entregó a Kim, para que pudieran jugar juntas. Pero cuando Elysia creía que no tendrían más interrupciones, Artemis entró en escena, seguida de Dinah.
Tras los variados saludos y presentaciones, Dick volvió a enfrascarse en el tema de la preparación de bebidas junto con Jason, mientras que Wallace parecía ir a toda prisa de aquí para allá (pero sin usar su supervelocidad) transportando los últimos suministros que faltaban, para que la fiesta del cumpleaños de Lian se celebrara a lo grande. Después Jason se acercó a Elysia desde atrás, con una sonrisa socarrona.
—No eres un poco mayor para seguir jugando con muñequitos—se burló antes de reírse suavemente y alzar la mano en señal de saludo. Prefería guardar distancia para no complicar aún más las cosas entre los dos... Y más con Roy y su hija ahí al lado, sobre todo sabiendo lo delicado que era el asunto para una Elysia que hasta escasas semanas atrás desconocía de su existencia.
La dibujante dio un respingo al reconocer la voz grave de Jason, su compañero de armas. Hacía muy poco tiempo que se conocían, pero habían arriesgado su vida juntos para salvar a Roy y a sus amigos, y eso les había unido mucho. Tanto, que no había podido evitar sonrojarse ligeramente cuando apareció para recalcarle que ya no era una niña.
— Y yo que te iba a prestar al conejito para que te unieras a nosotras...— sonrió divertida, devolviéndole el saludo al moreno para después recogerse un mechón de pelo detrás de la oreja. — ¿Cómo estás? — Elysia se levantó para hablar con Jason a una altura decente y después le susurró— ¿Y tus heridas?
La pareja se puso a charlar de sus cosas, mientras que por su parte, Artemis mantuvo una charla formal con su sobrina. Le pidió que le presentara al conejito (Orejotas) y al osito (Teodora). Después, se aseguró de repetir mal los nombres, para que la niña pudiera corregirla entre risas. Finalmente, le devolvió los juguetes a las dos pequeñas, y se dispuso a ayudar a su inquieto marido a organizar los tentempiés y a servir las bebidas.
Artemis le dio un suave cachete en la mano a Wally cuando lo pilló robando un par de patatas fritas, y se las requisó para poder comérselas ella misma. Después, se sirvió un vaso de coca cola lleno hasta los topes, y se colocó junto a Dick para bebérselo.
Conner suspiro aliviado al ver que le había encantado el regalo que le había traído a la pequeña, sabía que había sido buena idea preguntarle a los vecinos que habían tenido hijos que le haría ilusión a un niño de tres años. Al saber que la niña estaba bien acompañada se levantó y le dio uno de sus abrazos de osos a Dinah, a la que la quería como si fuera su madre, quedándose con ella y Roy charlando de lo animada que estaba la fiesta. Cuando la rubia se fue apareció un matrimonio y se pusieron hablar con Roy, al ver que era una conversación de padres decidió irse lentamente. Bart estaba jugando con unos niños al pilla pilla en el cual se dejaba pillar fácilmente, Conner sonrió ante eso y se volvió dónde estaba la cumpleañera que jugaba con otra niña, la cual de golpe miro a todos lados como si buscara a alguien, el moreno pensó que buscaba a sus amigos. Al no conocer a ese par decidió ir a buscar a sus amigos recién casados para charlar con ellos.
Tras charlar animadamente con Conner y con Roy, Dinah decidió que el tiempo que tardaba en terminarse su bebida era un margen más que generoso para que los niños que habían "secuestrado" a Aidan disfrutaran de su compañía.
Por mucho que sospechara que el irlandés disfrutaba en secreto de los toboganes hinchables, Canario había hecho una promesa, y ella era, ante todo, una mujer de honor.
- Si me disculpáis... - dijo a sus compañeros - Tengo que ir a salvar a una doncella en apuros. Vuelvo enseguida.
La rubia dejó a un lado su vaso vacío y regresó al castillo inflable en busca del irlandés. Le sorprendió no encontrarlo allí.
- ¿Habéis visto a Aidan? - le preguntó a uno de los chicos, un niño pecoso al que había visto pedir al irlandés que lo aupara.
- ¿Quién? - preguntó el niño, perplejo.
- El señor del brazo tatuado y los pinchos en la ropa.
- ¡Aaaaaahhhh! - la mirada del niño se iluminó - Ha dicho que ahora volvía.
Dinah parpadeó y echó un vistazo a su alrededor. Lo cierto era que Aidan no estaba a la vista.
¿Habría ido al lavabo? ¿O a atender una llamada de teléfono?
- ¿Habéis visto a Aidan? - preguntó con curiosidad, al volver junto al grupo. Todos negaron con la cabeza.
A Dinah le extrañó y, cuando hubieron pasado los quince minutos de cortesía, decidió llamarlo al móvil para asegurarse de que estaba bien. Pero no contestaba. Por suerte, al poco tiempo le llegó un mensaje de Whatsapp que decía "Milady, estoy con Dick. Hemos ido a recoger unas cosas al coche, ahora volvemos".
***
Es una cosa curiosa como los adultos toman a los niños por tontos. Igual es una de esas cosas de construirles autoconfianza o mierda parecida, pero eso de llamar a un conejo orejotas y a un oso Teodora, y repetirlo luego como si fueras medio sordo a mi lo único que me dejaba era el regusto rabioso de que cuando medias menos del metro lo de escucharte era opcional. La rubia nos devolvió los muñecos, y yo cogí uno que resultó ser orejotas. De pronto todo aquello se me junto en la tripa y me hizo un nudo en la garganta. El tiempo justo para que el tipo que tenía que tener controlado se hiciera el mutis por el foro de los tiempos.
- Orejotas es el jefe de la estación, y Teodora es jefe del tren. ¿Vale?- le dije a la pequeña rechoncha fingiendo una actitud que tenía ensayada de sobra. - y, ¿y a donde vas a ir?- pregunté meneando el muñeco de un lado a otro, mientras los supuestos adultos adulteaban llenándose los vasos de refresco y llenándose las bocas de snacks baratos de a 20 centavos el kilo.
Fue después de que la niña me arrebatara los dos muñecos en uno de esos episodios de "miscosasmiscosasmiscosas" en el que me di cuenta de que el rockero había desaparecido. Lo busque un poco con la mirada sin ubicarlo.
"Ay mierda"
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 1st Mayo 2021, 02:02
Aidan regresó al terreno de la fiesta en compañía de Dick. Avanzaba un par de pasos por detrás de él, con las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero y mirando a su alrededor con nerviosismo. Dinah estaba en un grupo numeroso junto a una llamativa chica con las puntas del pelo azuladas, el chico moreno que había venido con Roy, Lian y otros niños. Por su parte, el padre de la criatura estaba hablando con otros padres y el chico que le había reconocido estaba jugando con otros niños, pero Dick se estaba dirigiendo directamente hacia donde estaban el chico pelirrojo, la mujer que había venido con él y Conner. Aidan se fue quedando disimuladamente atrás y cuando Dick se volvió a mirar si le seguía dijo:
- Humm... Si no te importa... Dinah me escribió antes preguntándome que dónde estaba y debería... -empezo, señalando hacia el otro grupo, pero Dick le cogió del brazo y tiro de él, empujándole hacia el grupo donde estaba Conner.
- Anda, no seas tímido... -replicó guiñándole un ojo con aire divertido. Aidan le siguió a regañadientes, deteniéndose ante el súper chico.
- Humm... Hola, Conner, ¿qué tal estás? -empezó, ofreciéndole la mano y tratando de no pensar en aquellos letales ojos rojos cuando había estado a punto de arrancarle la garganta-. No sé si te acuerdas de mí... Nos conocimos hace un año, en el Wacken... Te pasé una copia de mi disco e intercambiamos algunos e-mails.... No sabía que eras amigo de Roy...
El moreno sonrió al ver otra cara conocida; más que el cumpleaños de una niña pequeña parecía una reunión de amigos. Muy animado le tomó de la mano, correspondiéndole el saludo.
- Claro que me acuerdo, fue una de mis noches favoritas. Aún conservo el CD, está en casa de mis tíos para escucharlo cuando me quedo con ellos un fin de semana.
Por eso había sido una de las pocas pertenencias del kryptoniano que se salvó de la destrucción del Monte Justicia. Ese hecho le hizo recordar que no todo estaba perdido.
- Yo tampoco sabía que fueras su amigo; qué grata coincidencia. Al parecer, el mundo es un pañuelo.
Aidan dejó escapar el aire que había estado conteniendo casi sin darse cuenta. Aunque sabía por las noticias que los afectados por las semillas de Trigón no recordaban nada de lo que había sucedido mientras estaban poseídos, una parte de él había albergado el secreto temor a que el kryptoniano le reconociera.
- Bueno, no soy exactamente su amigo... Digamos que conocí a Roy a través de Dinah... Entré de casualidad en su floristería cuando estaba de gira en Seattle y rápidamente conectamos. Ella estuvo cuidando de Lian mientras su padre estaba... hum... ausente, así que quedé con ellas varias veces y le cogí cariño a la niña. Dinah me dijo que hoy era su cumpleaños y decidí hacerle algo especial. Lian se merecía algo bonito despues de todo lo que ha tenido que pasar...
— Espera un momento... -intervino una voz de mujer. Elysia se había puesto ligeramente más tensa cuando había empezado a llegar todavía más gente a felicitar a la pequeña. Se había presentado con timidez mientras escuchaba el resto de conversaciones de su alrededor, y fue entonces cuando habia reparado en el moreno de los tatuajes. Había dicho no se qué de un concierto y de que le había regalado uno de sus discos al tal Conner... Y ahora que le miraba desde más de cerca se daba cuenta por fin de quién era— ¿Eres el cantante de Deamhan, verdad? Tengo una amiga mía que es muy fan tuya... tiene toda su habitación forrada con tus posters —confesó riendo.
Aidan nunca pensó que se alegraría tanto de que alguien le reconociera despues de todo cuanto había sucedido, pero la interrupción de Elysia ayudaba a diversificar la conversación entre más gente, diluyendo el foco de atención sobre su persona.
- ¿Cómo se llama tu amiga? -inquirió con una genuina y aliviada sonrisa-. Puedo firmarle un autógrafo si quieres.
- Oh, seguro que le hace un montón de ilusión -Lyz siempre llevaba consigo papel y lápiz, así que rebuscó en su bolso hasta sacar la libreta de dibujo y se la entregó a Aidan-. Se llama Erin.
- Vaya, qué casualidad -Aidan levantó un momento la cabeza de la libreta para mirar a la mujer mientras escribía la dedicatoria-. Es un nombre poco común aquí, irlandés. Es curioso que en el poco tiempo que llevo en América ya haya conocido a dos fans con el mismo nombre...
- Umh... bueno... es probable que sean la misma persona -dijo la dibujante, encogiéndose de hombros- ¿Es una niña pelirroja con muchas pecas a la que le encanta hablar de cosas frikis? -inquirió sonriendo.
- ¿Erin Gallagher? -Aidan se echó a reír, sorprendido-. No me puedo creer que estemos hablando de la misma persona, si llego a saber que os conocíais te habría dicho que la invitaras. Bueno, esa pequeña lianta y yo ya nos conocemos, pero te firmaré el autógrafo de todas maneras.
Con rápidos trazos escribió en la libreta: "To Erin, with all my love; Remember your star!". Después se la devolvió a Elysia con una amplia sonrisa en el rostro.
- Va a ser verdad lo que dice Conner de que el mundo es un pañuelo...
Dinah esperó a que terminara la conversación entre Aidan y Elysia para intervenir, aunque sus ojos azules habían tomado nota de algunas cosas. Por ejemplo, que la chica de mechas turquesa se sentía incómoda a ratos. Y que Aidan no tenía del todo buena cara.
- Hey - los saludó, aproximándose - ¿Queréis beber algo más? -dijo, señalando sus vasos de plástico-. Roy dice que enseguida sale la tarta.
Aidan asintió ante la propuesta de Dinah y se dirigió a los demás.
- Si, venga, vamos a acercarnos a las alfombras que ya mismo sale la tarta. En las cestas tenéis batidos, y vasos, y.... -continuo enumerando mientras se alejaban.
La coreana se quedó obsevándoles durante un tiempo, desde la perfecta tapadera que le proporcionaba el grupo de niños pequeños, justo hasta que a la protagonista del cumpleaños le dio por lanzar a a Orejotas y Teodora a tomar viento sacudiendo los brazos como una fan loca en un concierto de K-pop. Se levantó de inmediato para volver a llevarle los dos juguetes, porque se le estaba poniendo esa cara extraña de viejo que se le pone a los niños cuando están a punto de romper a llorar.
- No, no. No llores -pidió mientras le alargaba los muñecos. Odiaba con todas sus fuerzas el sonido de llanto de los niños, pero no habría sabido decir por qué-. ¿Quién es ese señor malo de los tatuajes? -le preguntó al primer adulto accesible cuando Lian empezó a jugar a insertar los muñecos en el tren como si fuera la tarea más ardua que podía conseguir un genio, dándole tantas vueltas al trenecito que no paraban de abrirse y cerrarse las pequeñas portezuelas mientras lo inspeccionaba.
El hombre, uno de los padres de los niños del cumpleaños, miró hacia abajo cuando Kim le hizo la pregunta y se echó a reír, acuclillándose a su lado amigablemente mientras le revolvía el cabello.
- ¿Y tú quién eres? No me suenas de la guardería. ¿Eres vecina de Roy? -se giró para mirar a Aidan, aún riéndose por lo bajo-. No es un hombre malo, pequeña, es un cantante muy famoso, se llama Aidan Doyle, y según tengo entendido es quien ha organizado el cumpleaños.
Así que quien lo había organizado... Aquello no paraba de volverse interesante por minutos...
* * * *
Las horas pasaron rápidamente entre gritos y risas infantiles, algarabía de regalos, dulces y golosinas, hasta que, finalmente, el día dio paso al atardecer y las familias comenzaron a marcharse. Roy fue de los primeros en irse para duchar a Lian, darle la cena y acostarse. Los demás se quedaron para ayudar a recoger, pero una vez estuvo todo limpio, no tardaron en despedirse a su vez. Al final, los únicos que quedaron fueron Elysia, Dinah y Aidan. Había tenido ocasión de charlar bastante con la peliazul y lo cierto era que le había resultado bastante maja. Ahora, con la fiesta terminada, se quedó contemplando cómo los últimos invitados se alejaban, con las manos en los bolsillos. La mayoría de ellos tenía un hogar al que regresar, pero lo único que le aguardaba a él cuando llegara a la habitación del hotel que había reservado para la noche sería una botella de whiskey. Curiosamente, a pesar de llevar toda la tarde pensando en lo mucho que deseaba reunirse con su secreta e incondicional amante, ahora que se habían marchado todos y el único sonido que llevaba el aire eran los suspiros del bosque... Ahora que la noche al fin había quedado en paz en aquél claro iluminado por una luna gris... Ahora que por fin tenía la oportunidad de hablar con Dinah... de repente la idea de emborracharse resultaba menos atrayente.
Aquella era la primera vez que se veían desde que habían estado a punto de besarse en Washington como Aidan y Dinah.
La primera vez que se veían desde que habían vuelto a enfrentarse como Canario Negro y Wraith.
Sabía que no debería estar allí, con ella, pero no podía evitarlo. Por alguna razón incomprensible se sentía atraído hacia ella, como si se tratara de un imán. Había algo en ella que le llamaba, y sentía que no tenía más remedio que responder a su llamada, aunque todavía no terminaba de entender por qué. Así pues, se volvió a las dos mujeres y se encogió de hombros.
- No tengo nada que hacer... ¿quéreis quedaros un rato más? -inquirió, tumbándose en la hierba a contemplar el cielo-. Sirona -pronunció en voz baja, casi para sí-. Significa "estrella" en celta. Era la diosa de la luz lunar, y se dice que tenía el poder de sanar cualquier mal...
Cualquier mal... ¿habría podido curarle a él... o estaba irremediablemente roto?
Cerrando los ojos, comenzó a cantar en voz muy baja:
Tabhair dom Fuaim do mo spiorad Sirona Tabhair dom leigheas do mo spiorad, do mo chroí Tabhair dom Fuaim do mo spiorad mo chara Deisiúcháin ceoil i mo anam i mo chroi
-------
*Give me sound for my spirit, Sirona Give me healing for my spirit, my heart Give me sound for my spirit my friend Music repairs my soul, my heart
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Dinah Lance DC Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 12th Junio 2021, 12:53
La cabeza de Lian colgaba sobre el hombro de Roy. Había sido un día de emociones fuertes para la pequeña, que había gastado hasta la última gota de energía corriendo de un lado a otro, jugando con sus regalos, comiendo dulces y subiéndose a todas partes.
-No te preocupes, nosotros nos encargamos de recoger lo que queda -dijo Dinah a Roy. En realidad, no quedaba mucho que hacer, ya que los operarios se habían encargado de lo más difícil, incluyendo desmontar el castillo hinchable - Tú llévala a casa.
El pelirrojo sonrió, agradecido. Él también parecía cansado.
-Hora de acostarse, entonces -anunció, mirando a su pequeña con cariño.
-Tened cuidado -pidió Dinah, dando un beso en la mejilla a su ahijado- Buenas noches, Speedy Junior -musitó, depositando otro beso en la frente de la niña.
Cuando Roy se hubo marchado, Dinah regresó al lugar donde los rezagados terminaban de recoger platos, vasos y papel de regalo. Mientras mantenía abierta una bolsa de basura para que Lyz echara los últimos cartones de zumo, la rubia echó un vistazo al irlandés.
Tenía que reconocer que estaba preocupada por él. Durante toda la fiesta, Aidan se había mostrado… ¿huidizo? No tenía mejor forma de describirlo. Estaba allí físicamente, sí, pero su mente parecía vagar muy, muy, muy lejos. ¿Era por ella? ¿Por lo que había estado a punto de pasar entre ellos en Washington? Sí que era cierto que la estaba evitando, en cierto modo.
Por eso, a Dinah le sorprendió que se quedara hasta el final.
- No tengo nada que hacer... ¿queréis quedaros un rato más? -les preguntó a Lyz y a ella, mientras se tumbaba sobre la hierba.
Dinah, que acababa de regresar después de tirar la última bolsa de basura, se aproximó a Elysia y a Aidan.
- Yo tampoco tengo hora -dijo, y se volvió a Lyz para escuchar su respuesta.
Aidan se quedó mirando el cielo y habló en voz baja, casi para sí mismo.
- Sirona. Significa "estrella" en celta. Era la diosa de la luz lunar, y se dice que tenía el poder de sanar cualquier mal...
Casi al momento, la voz del irlandés se elevó en una plegaria que era canción.
Tabhair dom Fuaim do mo spiorad Sirona Tabhair dom leigheas do mo spiorad, do mo chroí Tabhair dom Fuaim do mo spiorad mo chara Deisiúcháin ceoil i mo anam i mo chroi
Dinah no entendía el gaélico, pero le resultaba una lengua dulce al oído. Agradecida por la paz después de un día de preparativos y ruido, se sentó en el césped, cerca de Aidan. Apoyó la barbilla en las rodillas y cerró los ojos, escuchando.
- Tendrás que explicarnos qué quiere decir eso, Danny Boy -señaló, cuando el irlandés terminó de cantar. Apoyó ligeramente la mano en su hombro. Estar tan silencioso y melancólico no era propio de él.
La voz de Aidan había conjurado una especie de serenidad que se había asentado en ella con la suavidad de una caricia. Se sentía cómoda en presencia de ambos, de su amigo y de su compañera de armas.
Dinah miró a Elysia y sonrió.
- ¿Por qué no dibujas algo? -le pidió.
Sabía por Roy y por su experiencia compartida en la Iglesia de Sangre que Elysia era buena con los lápices. Y, aunque el sol se había puesto hacía rato, la luz de una farola trazaba un círculo cerca de la peliazul, brindando iluminación suficiente para su bloc.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 15th Junio 2021, 23:14
Necesitaba respirar después de tanto jolgorio. No estaba acostumbrada a fiestas tan masificadas y el ruido excesivo me ponía de mal humor, así que salí por mi cuenta a dar un paseo con la intención de despejarme un poco y rebajar esa ansiedad social que florecía por momentos. Todos estaban demasiado ocupados con sus cosas para siquiera prestarme atención, así que no me preocupé demasiado por avisar a nadie.
Agradecí con un largo suspiro el silencio y el canto de los pájaros en la zona más apartada de aquel gigantesco parque. Star City parecía una ciudad bosque, y la naturaleza de aquella urbe y su arquitectura orgánica siempre me dejaban fascinada. No había ciudad como aquella que se complementara tan bien con los árboles y las plantas.
No pasaron ni veinte minutos cuando el sol empezó a descender del cielo y regresé a la fiesta. Ya era tarde y la gente se había reducido en número. Los padres y sus hijos volvían a sus casas y no encontraba a Roy por ninguna parte. Lo más probable es que se hubiera ido antes del atardecer para poder acostar a la pequeña Lian.
Chasqueé la lengua al darme cuenta de mi metedura de pata. Tan sólo esperaba no haberle preocupado demasiado por haber desconectado de la fiesta un rato, y esperaba no haber parecido una borde o una aguafiestas para el resto de sus amigos...
—Ey, guapa. ¿Dónde te habías metido? — sonrió con socarronería el moreno con la motocicleta aparcada. Sonreí en cuanto supe quién era.
—He ido a dar una vuelta. Ya sabes… necesitaba desconectar un poco. Demasiadas emociones estos días...— me disculpé, mientras él se colocaba el casco y hacía rugir los motores con un giro de muñeca.
—¿Quieres que te lleve a casa?
— Vas a tener que dar mucha vuelta si piensas llevarme hasta Nueva York— bromeé.— Pero no te preocupes, no hace falta… Además, tengo que ayudar a recoger un poco esto. No quiero que se piensen que me he estado escaqueando del trabajo...— me excusé, y Jason pareció entenderlo porqué no dijo nada más. Se despidió con una inclinación de cabeza y esperé a que su moto se perdiera entre calles nocturnas de Star City.
Algo no estaba bien. Me lo decía el corazón, esa sensación de vacío al ver cuando se aleja una persona querida. Y aunque por un instante hubiera deseado abrazar esa chaqueta de cuero marrón contra mi pecho, en un viaje frenético por la carretera... sabía que eso aumentaría los malentendidos que habían sucedido entre nosotros estos últimos días. Detestaría perder nuestra bonita relación por culpa de mis sentimientos contradictorios.
Dejé escapar un leve suspiro y me puse en modo automático mientras ayudaba a recoger los últimos restos de la grandiosa fiesta de cumpleaños. Al final, sólo quedábamos tres de los amigos de Roy. La increíble y empoderada Dinah Lance, el famoso cantante de Deamhan y yo. Un grupito bastante peculiar, he de decir. Y aunque apenas conocía a ambos, el hecho de tener que interactuar con menos personas se me hacía más soportable.
—¿No hay una canción que se llama Sirona?— pregunté, tras la educativa lección de lengua celta by Aidan Doyle.
Yo tampoco tenía prisa por volver a casa. No había bus, ni tren, ni metro que perder. Con tan solo abrir uno de mis portales, podría llegar a mi bullicioso piso en un santiamén. Y la soledad de la noche y la fría luz de la luna bañando mi rostro hacían que me sintiera todavía más cómoda entre la pareja de amigos.
Me senté junto a mi compañera de batallas y me di cuenta de que los tres llevábamos cansancio acumulado a nuestras espaldas. Asentí a la sugerencia de la rubia, y saqué de mi bandolera el pequeño bloc que llevaba siempre conmigo, el de las emergencias como superheroína. Me salté las primeras páginas, consciente de haber visto por un instante el boceto del traje de superheroína, y me detuve a observar el primer folio que apareciera totalmente en blanco, listo para manchar.
De pronto, el vacío del papel me atrapó en un bucle de pensamientos negativos, y rompí esa pureza dibujando sin sentido una raya negra y gruesa con en 2B.
Aquella seguía siendo la libreta de Chroma. Y Chroma había muerto.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 1st Julio 2021, 14:48
Cada día, al despertar, miraba mis manos por compulsión. Encontrarlas envuelta en suave piel siempre me aliviaba un peso en el corazón que había arrastrado desde que eso no se había convertido en algo opcional. Cuando su presencia nos obligaba a estar despiertos y pendientes de nuestro entorno constantemente. Desde el día en que había recuperado la capacidad de cambiar, las pesadillas, de alguna manera, quedaban en algún lugar en el que mi psique no las alcanzaba. Puede que se tratara de cansancio acumulado, pero agradecía profundamente que por el momento mis noches fuesen solo un vacío negro en el que al despertar mi cuerpo estaba descansado, aunque mi mente aún temiera estar atrapada en esa vorágine de llamas que nos consumía el cuerpo. Mi manos se dirigieron a mi rostro y lo acariciaron, haciéndome cosquillas en la yema de los dedos con mis pestañas, sintiendo la calidez de mis mejillas al deformarse por la presión de mis pequeños dedos.
Nunca había estado mas agradecida de vivir en mi cuerpo que en esos momentos.
Hasta me solté la melena y me la cepillé, haciendo caer todas esas cosas que se enmarañaban en mi pelo. No me hice coleta. Dejé que el viento me diera con ella en la cara descubriendo que lo que antes me sacaba de quicio ahora se había convertido en una sensación genial y refrescante. Porque podía notar la molestia en mi piel. Porque estaba allí.
El día pasó entre medios tubos, sándwiches de pastrami cambiados por un repuesto para ruedas, y un par de bricks de zumo que alguien había traído de más.
Fué de camino al refugio cuando todo se torció.
Al pasar frente al callejón, una silueta sinuosa, como una inmensa sombra apareció frente a mí. Me detuve en seco al contemplarla. No podía ser. Todos habían sido destruídos o desterrados. La familiaridad con la que observé esa densa sombra que cambiaba de forma, con la hipnótica fluctuación con la que puedes pasarte horas mirando el mar sin darte cuenta, me paralizó al instante. Era un recurso que conocía bien, y que siempre que era utilizado, era sinónimo de tarea pendiente.
- ¿Cómo...?- alcancé a susurrar para mi en voz alta en un jadeo, mientras notaba el corazón latiéndome en el interior de los oídos, como poseído por la energía de un caballo a pleno galope.
- Eso no importa. - su voz sonó atronadora, aunque sabía de sobra que sólo yo la oía.
Pestañeé al tiempo que una ráfaga de aire caliente me golpeaba la cara. Por instinto, cogí el coletero que había reposado durante todo el día en mi muñeca y comencé a anudarme la coleta bien alta y apretada a la parte de atrás de mi cabeza. Un silencio denso se instauró entre nosotros mientras me aproximaba a la sombra, tratando de encontrar el cuerpo desde el que se proyectaba. Mis pasos eran dubitativos, tal vez deseando de alguna manera interna que se tratara de un truco.
- Hay alguien que ha tomado una muy mala decisión. Ha cabreado a más de los que puedas imaginar. - su voz renqueó como si respirar el mismo aire le asqueara. Pocas veces le había notado esas notas de repugnancia en el tono. - y tú vas a ir a explicárselo...
Tragué saliva, pero me costó como si estuviera hecha de cemento.
[----]
Me comí la tarta con tal ansiedad que el hombre que me la tendió alzó una ceja con incredulidad. Era normal que en ese tipo de eventos los niños se pusieran como cerdos, pero lo mío fue digno de mención. Yo comí como si me la fueran a arrebatar de las manos o como si el plato me quemara. Pronto el sol descendería, y quería que me diera tiempo al menos a digerirla. Estaba harta de quemar cada pedacito de buena comida que me tocaba el estómago. Toda la pasta, pizza, dumplings, fideos y otras cosas que adoraba, que habían acabado convertidas en carbonilla cuando el Ghost Rider aparecía. Esa tarta no.
Disfruté como pude del esponjoso bizcocho, la cobertura de puro azúcar fondant, y la crema de mantequilla rezumando en cada capa. Chupé los pedazos que quedaron desmigajados en el plato y después, tiré el plato en una de las papeleras que había cerca. Luego, me escabullí, procurando encontrar a mi objetivo, que se había escapado. En cierto modo, tenía la esperanza de que lo hubiera hecho de verdad y me ahorrara tener que perseguirlo. Dejarlo para otro día.
El hombre de la chupa de cuero entró en mi rango de visión y yo cerré los párpados, procurando respirar profundamente, mientras trataba de hacerme dueña de mis nervios.
Esa sería la primera vez que me convertiría tras los acontecimientos de la meca. Parte de mi nerviosismo procedía de que no estaba segura de que no me la estuviera jugando. Que volviera a condenarme a ese cuerpo envuelto en llamas, sin importar la hora o si yo quería cambiar. La perspectiva me aterraba. Antes de darme cuenta, las lágrimas me caían sobre las mejillas. Fue una sensación agridulce, y me metí entre los árboles donde no pudieran verme para desahogarme tranquila, procurando calmar los pinchazos que sentía en el pecho. Luego miré al cielo entre las copas de los árboles. La luz comenzó a volverse fría. Del anaranjado al rosa, del rosa al violáceo.
El sol desaparecería en pocos minutos más.
[----]
La noche había quedado limpia y despejada. La típica frescura que sobrevenía a un día de clima perfecto. Tres siluetas tendidas en el césped contemplaban el cielo salpicado de estrellas mientras un suave arrullo masculino aderezaba el ambiente propiciando una situación relajante. Flotaba entre ellos la promesa de un momento en el que las preocupaciones estaban a punto de desprenderse de sus hombros. Los sucesos ocurridos durante la guerra demoníaca habían destrozado a las personas en cuerpo, mente y alma. Quien no arrastraba trastornos de estrés post-traumático, había perdido a personas queridas o había desarrollado problemas mentales, había sufrido lesiones irreparables o perdido miembros, tenido crisis de fe, o incluso abandonado toda esperanza.
Por un instante esa calma que parecía irreconciliable con el último periodo en sus vidas se posó sobre ellos como un bendición...
Una bendición que les duró poco.
En un lugar próximo una intensa explosión de luz les hizo levantarse, asustados por un posible peligro inminente. Una columna de humo se expandía en la arboleda que tenían justo enfrente. Ahí, en medio de los árboles, parecía haberse iniciado algún tipo de fogata, que titilaba haciendo que su luz rojiza danzara sobre las cortezas de los árboles. La bola ígnea comenzó a moverse. ¿Acaso se estaba expandiendo entre los árboles? ¿Había llegado el momento de llamar a los bomberos?
Las llamas se movían, y sin embargo no se alargaban hacia arriba, como habría sucedido en un incendio común. Era como si estuvieran concentradas en la parte baja. Controladas de algún modo antinatural. En ese momento, su silueta de hueso lamida por las llamas salió del interior de los arbustos que había impedido que la vieran hasta entonces. No era grande, pero no le era necesario para despertar en los tres el primigenio terror de un reo ante su verdugo. Sus ojos de tinieblas, tan huecos como su misericordia, los localizaron con aquel brillo de punta de aguja desnudando sus pecados en el fondo de su dañado cráneo quebrado.
Su aliento rojizo salió a través del agujero de la nariz de la calavera, dibujando dos nubes rojas de temperatura que se deshicieron en el aire. A su alrededor, el humo negro hacía destacar aún más el fuego que se condensaba en torno a su esqueleto. Comenzó a andar sin prisa, dejando en cada huella un resquicio ardiente en el césped, y después, en el camino de adoquines que les separaba. Elevó una mano apuntando al cantante con un dedo mas acusador que el que había obligado a Juan a negar tres veces.
- AIDAN DOYLE...- su nombre entre nuestros dientes era como una condena de muerte.- CULPABLE.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 18th Julio 2021, 16:32
Allí tumbado, observando las estrellas en buena compañía, se permitió a sí mismo disfrutar de un instante de paz. La World War D había terminado, ¿verdad? Y él había ayudado a ello. Gracias a que había sacado a la diosa Kali del infierno, Loki había había podido rescatar al mago que había puesto fin a todo. Habían sido días muy estresantes, en los que había estado a punto de morir varias veces, pero... había funcionado... ¿no? ¿Podía... podía servir lo que había hecho en Londres para redimir todo el mal que había causado? Era bonito pensarlo, pero en el fondo, sabía que no. Lo único que había hecho era contribuir a que se arreglara el mal que él mismo había provocado. Pero nada de lo que hiciera jamás podría obviar el hecho de que él había debilitado las barreras que habían permitido a los demonios invadir la Tierra para empezar. Los miles de muertos... las ciudades arrasadas... Todo el horror que habían experimentado... Situaciones que nadie tendría que haber vivido nunca, imágenes que ya nadie podría quitar jamás de sus mentes... Todo eso había sido por su culpa. Ayudar a Loki a arreglarlo era lo mínimo que podía hacer, pero ninguna acción heróica podría compensar nunca lo sucedido. Si se supiera cuál había sido su implicación en todo aquello, nadie podría perdonarle, ni siquiera Edward. Ni siquiera Dinah. Era demasiado grave. Estaba más allá de cualquier perdón, o de cualquier redención. Y de hecho, aunque hubiera ayudado a expulsar a los demonios, el contrato sobre su alma aún existía, lo que significaba que, cuando muriera, igualmente acabaría en el infierno, hiciera lo que hiciera. Había regresado una vez más a la casilla de salida, sólo que la carga de dolor ahora no se limitaba a su familia, sino que soportaba el peso de las incontables víctimas que habían perecido por su culpa, y era un peso insoportable. Con lágrimas en los ojos se preguntó cómo iba a ser capaz de cargar con él. En su día, el alcohol apenas le había ayudado... Después de lo de Metrópolis probó con otro tipo de drogas más fuertes... Pero ahora no estaba seguro de que existiera en el mundo ninguna sustancia capaz de obliterar el vórtice de voces aullando en su mente. Los años que quedaran hasta su muerte iban a ser de por sí un infierno... Quizás... quizás sería mejor si acortara el camino. Tomar la salida fácil... Saltar al infierno directamente.
Su mente empezó a nublarse con pensamientos turbios que ocultaron la luz de las estrellas tras un tamiz rojo... hasta que sintió el tacto de su mano sobre su hombro, como un ancla que se entierra firmemente en el lecho marino, impidiendo que el barco se vaya a la deriva. La mano amiga que se ofrece al náufrago para impedir que se ahogue en la corriente de sus pensamientos. Se giró levemente para mirarla. ¿Seguirían siendo aquellos ojos el faro que alumbra el camino en la tormenta si alguna vez averiguaba quién era él en realidad? ¿O se apagarían para siempre, dejándole perdido en la oscuridad?
- Es... una oración en gaélico -respondió, mirándola a los ojos-. Significa... "Dale voz a mi espíritu, Sirona. Proporcióname una cura para mi espíritu, Sirona. Dale voz a mi espíritu, amiga mía. La música enmienda mi alma... mi corazón" -finalizó, apoyando la mano diestra sobre el lado izquierdo de su pecho.
—¿No hay una canción que se llama Sirona? —preguntó la amiga de Dinah.
- Sí, en efecto; el fragmento que he cantado es de esa canción -asintió el irlandés-. Es una canción celtic metal de Miracle Of Sound -ladeó la cabeza para mirar mejor a la peliazul-. Tienes buen gusto en cuestiones de música, creo que me vas a caer muy bien -añadió, esbozando una de sus características sonrisas.
Escuchó la petición de la rubia y observó como Elysia sacaba un pequeño bloc de bocetos.
- Oh, ¿eres dibujante? -inquirió, interesado. Siempre era bueno contar con uno para ilustrar las portadas de los discos, y, puestos a elegir, prefería darle el trabajo a una amiga antes que a un desconocido.
Tanto Dinah como él se quedaron mirándola con atención, expectantes, pero lo único que rompió la blancura del papel fue una única línea negra y gruesa que parecía una fractura en el hielo. El irlandés aguardó unos segundos, y, al ver que la muchacha parecía bloqueada, decidió interrumpir el repentino silencio instaurado, que había pasado de ser agradable y cómodo a ser inexplicablemente tenso.
- Bueno, no pasa nada, estamos todos cansados, no hace falta que dibujes si no estás inspirada, ya...
Una repentina explosión de luz les hizo levantarse al instante, sobresaltados. Podría haber sido cualquier cosa, cualquiera... Los demonios no estaban. Los demonios se habían ido. Él había ayudado a expulsarlos. Eso le decía su cerebro, pero la parte más intuitiva y atávica en su interior hizo que sus músculos se tensaran de manera automática, y que el vello de la nuca se le erizara mientras sentía el nacimiento de la angustia atenazándole la boca del estómago.
El humo se estaba expandiendo por la arboleda, acompañado del conocido crepitar del fuego.
El mismo que había devorado a su hijo mientras aún seguía vivo.
Entonces, las hojas de los arbustos se apartaron para dar forma a la recreación de sus pesadillas. Un esqueleto en llamas. Pequeño. Del tamaño de un niño.
La abrumadora sensación de culpabilidad que llevaba devorándole por dentro desde el día del accidente salió a flote como una inundación, impidiéndole pensar con claridad, de lo contrario, quizá habría sido capaz de ver que el esqueleto era demasiado grande para ser el de Keegan, y que las ropas no encajaban, pero la parte de su cerebro que debería haberse dado cuenta de eso acababa de extinguirse como la luz de una habitación al fundirse la bombilla de la lámpara. Lo único que pudo hacer fue quedarse mirando aquellos vacíos pozos sin fondo que parecían devolverle un océano de reproches, y, sin poder contener las lágrimas que brotaban sin freno de sus propios ojos, cayó de rodillas al suelo, estremeciéndose sin control.
- Keegan... -sollozó, agachando la cabeza hasta la tierra, incapaz de soportar contemplar la encarnación de sus peores pecados-. Lo siento... lo siento tanto... Sé que soy culpable... Sé que moriste por mi culpa... Te he fallado... Lo único que tenía que haber hecho como padre era protegerte... Oh, Dios mío... Pensé que te estaba protegiendo... De verdad lo creía... Pero sólo estaba siendo egoísta... Un maldito egoísta... No merezco nada... No merezco tu perdón... Keegan... Lo siento tanto...
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 21st Julio 2021, 12:12
El sonido del lápiz al trazar aquella única y tensa línea cambió algo en el ambiente. O tal vez había sido ya el ligero temblor del hombro de Aidan, bajo su mano. Si miraba hacia atrás, el estallido de luz parecía haber seguido a una serie de presagios.
Dinah no era supersticiosa, pero sí observadora... ambas cosas una herencia de las artes marciales en las que tanto tiempo se había formado. Regla número uno: no hay casualidades. Regla número dos: siempre tienes que estar preparado.
Estuvo en pie y en posición de combate antes incluso de que fuera capaz de percibir racionalmente el olor del humo. Fue testigo de la llegada del esqueleto en llamas mientras, a su lado, Aidan colapsaba y caía al suelo, sacudido por la angustia y algo que era...
- AIDAN DOYLE... CULPABLE.
Dinah intentó ponerse frente a Elysia y Aidan, aunque el corazón le latía furiosamente en los oídos. Su cuerpo le pedía que se apartara del camino de aquel ser que avanzaba hacia ellos, inexorable.
- Keegan... -oyó balbucear a Aidan-. Lo siento... lo siento tanto... Sé que soy culpable... Sé que moriste por mi culpa... Te he fallado... Lo único que tenía que haber hecho como padre era protegerte... Oh, Dios mío... Pensé que te estaba protegiendo... De verdad lo creía... Pero sólo estaba siendo egoísta... Un maldito egoísta... No merezco nada... No merezco tu perdón... Keegan... Lo siento tanto...
- Aidan... Levántate - le pidió, sintiendo que se le erizaba el cabello de la nuca. ¿De qué diablos estaba hablando? El hijo de su amigo había muerto en un accidente de tráfico. Eso no era...
No era culpa de nadie.
- Aidan, por favor - insistió, angustiada por la reacción del irlandés. - ¡Espera! - exclamó, volviendo a mirar hacia el frente, hacia la criatura que se aproximaba. ¿Cómo te dirigías a un ser así, qué le decías? - ¡No te acerques! - continuó, cada vez más tensa.
Tenía la sensación, cada vez más acuciante, de que se estaba perdiendo algo.
La criatura continuó avanzando. El asfalto se fundía a su paso.
Dinah dio un paso atrás.
- Lyz... Lyz, tenemos que irnos - dijo, con urgencia. Se arrodilló junto a Aidan y trató de levantarlo del suelo - ¿Has oído, Doyle? Nos largamos. - dijo, y su voz tembló un poco.
El calor empezaba a ser sofocante, y aquello sólo quería decir que las llamas avanzaban... y se quedaban sin tiempo.
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Elysia Stavridis Marvel Universe
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 1st Agosto 2021, 22:46
No era la canción que esperaba, pero sonaba demasiado bien. Se podría decir que era un lujo tener al cantante de Deamhan a tu disposición en mitad de la noche para que te cante algo bonito. Estaba segura de que muchas de sus fans (porque seguro que tiene montones de fans), se hubiesen vuelto locas de ver al moreno derrochar ese talento en un parque perdido por Star City.
—Oh, sí, bueno, soy dibujante de cómics — dije con cierta timidez, arrastrando de nuevo uno de mis mechones rebeldes por detrás de la oreja. — Aunque ahora trabajo para una empresa de publicidad. Se llama Dreamcatcher ¿La conocéis?
Tras los breves segundos en los que me quedé bloqueada con el lápiz en la mano, traté de disculparme con la excusa de estar pensando en mis cosas… hasta que de pronto, una inmensa explosión de luz iluminó nuestro claro del parque. El estruendoso sonido nos alarmó, y rápidamente abandonamos nuestra cómoda posición en el césped. No había guardado lápiz y papel, pues probablemente los necesitaría para enfrentarnos a lo que fuera aquella cosa.
De la arboleda que teníamos en frente, surgió una llamarada azul lo bastante grande como para prender la hilera de arbustos que tenía a ambos lados. Pero el fuego, aunque vivo, no se expandió en ningún momento. De entre los brotes y hojas, surgió de los arbustos un esqueleto del tamaño de un niño, que proclamaba con voz rugiente el nombre de Aidan Doyle.
Palidecí en cuanto vi a mi compañero convulsionar en el suelo mientras balbuceaba cosas sin sentido y sus lágrimas corrían furiosas por su rostro, con una angustia y desesperación que me dejaron sin aliento.
Miré a mi compañera, sin saber que hacer ante la inesperada situación, pero la rubia parecía que había reaccionado a todo esto mucho antes de que me diera cuenta, posicionándose entre lo que fuera esa cosa y nosotros.
Me agaché junto a Aidan y le sostuve por los hombros, sacudiéndole ligeramente para despertarle de aquel desesperante bucle en el que se había metido, y recé para que me prestara su atención.
—Aidan… ¿Aidan, me oyes? — pero el chico parecía estar absorto en su propia realidad. Volvía a mirar a Dinah. Ahora la mujer se mostraba algo más angustiada y menos firme que antes. No la culpaba, aquel ser demoníaco parecía estar dispuesto a calcinarnos con un solo chasquido de sus diminutas falanges.
—¡Puedo sacarnos de aquí! ¡Pero necesito una superficie donde dibujar! ¡Rápido! — exclamé, mientras mi compañera se agachaba al otro lado de Aidan y entre las dos le levantamos del suelo para después echar a correr como si nos persiguiera, literalmente, el maldito diablo. Pero algo me decía que darle la espalda a esa criatura del demonio no era una buena idea...
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 9th Septiembre 2021, 03:29
Tal vez de ser otro tipo de criaturas, haber coincidido con otro portador del Ghostrider diferente, o si las circunstancias no hubieran sido las que eran, se habría tomado esa huida como un juego que le diera la oportunidad de utilizar alguna de las muchas cualidades que el fantasma de la venganza proporcionaba a su portador. Era bastante seguro que podría sobrepasarles en velocidad. Lo conseguía con la mayoría de seres con los que se había cruzado. Habría resultado tan sencillo como dar un pequeño rodeo para colocarse al otro lado antes siquiera de que consiguieran empezar a coger velocidad.
Pero ni ellos eran pequeños seres demoníacos...
Ni nosotros eramos otros.
Casi no éramos capaces de articular palabra a causa de la ira. Podíamos verlo ahora, con tal claridad que nos quemaba como brasas que estaban siendo atizadas en el interior de nuestro cráneo, haciéndonos arder hasta el último de nuestros pensamientos. Ahora comprendíamos porqué Mephisto nos había enviado a por él. Porqué se había ganado algo mas que el merecido castigo de la muerte. Había jugado un papel imprescindible para la guerra demoníaca, permitiendo que los demonios entraran en la tierra. Había hecho un trato por su alma, para conseguir triunfar en la música, y a partir de entonces su vida era como un descenso vertiginoso a peor. El ser capaces de ver todas esas cosas nos arrastró a un estado mental furibundo. Esa energía nos descendía a través de cada uno de nuestros huesos, y una deflagración se sucedió en el mismo momento en que las dos mujeres agarraban el cuerpo del torturado músico y trataban de alejarse de nosotros. Era meritorio que se hubiesen recompuesto lo bastante como para tratar de escapar. Muchos ni siquiera eran capaces de moverse a causa del miedo.
Hoy todo nos había negado las pocas ganas que tuviéramos de seguir cumpliendo mandatos para él. Si teníamos que hacerlo de manera indiscutible lo haríamos tajante y rápido. Por extraño que parezca, esta vez en algún rincón retorcido de ese pequeño acuerdo mutuo que habíamos adquirido el GhostRider y yo SÍ existía el deseo de hacer lo que nos habían encomendado. Habíamos vivido un puto infierno de la manera mas literal que se podía interpretar, y uno de los responsables directos estaba allí, al alcance de mi...
de sus..
de nuestras manos.
Llegaron a dar tan sólo unos pocos pasos, antes de que las cadenas ardientes salieran despedidas de nuestra mano dirigiéndose directas a sus piernas, donde se enroscaron con rapidez. A pesar de que estaban envueltas en flamas, estas sólo les proporcionaron un creciente calor, pero no ardían contra sus pieles. No todavía.
La propia inercia que llevaban les obligó a caer hacia delante a causa del repentino frenazo que supuso el amarre. Se giraron sobre sí mismas y encontraron, tal vez, una escena aún peor. Una cosa es confrontar la amenaza de la muerte y huir de ella. Al final era lo que todos los vivos trataban de hacer. Rehuírla.
Y otra distinta, ver esa posibilidad de escape no sólo interrumpida, si no inutilizada por una fuerza inexorable.
La criatura ardiente les observó desde su posición. Cerró las falanges en torno a las cadenas que habían aparecido de la nada de su descarnada mano derecha. Como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, elevó el codo describiendo una leve curva interna para pasar el brazo sobre la cadena rodeándola hacia fuera, lo que le permitió afianzarla en torno a su hombro y bajo su axila, apretándola contra su torso para permitirse soltarla y agarrarla de nuevo mas adelante. Le bastó una mano para comenzar a tirar, con lo que parecía nulo esfuerzo, de los tres cuerpos adultos. La mano izquierda se unió a la horrenda tarea de recortar la distancia que los separaba. Lo hacía con tanta fluidez y lentitud que no eran capaces de notar cuándo intercambiaba una mano por la otra. Sólo les arrastraba, atrayéndoles más y más hacia ella, creándoles una sensación de indefensión tal que despertaría hasta el último instinto de supervivencia que les quedara.
Sólo sabían que el susto producido por su encuentro había empezado a dejar paso a otra sensación muy distinta que en nada tenía que ver con el lapso pasajero del miedo. No. habían dejado atrás esa primera impresión. Lo que les sobrevenía ahora era algo mas ancestral y primigenio, enroscado en el fondo de las conciencias de todo ser vivo. Algo que ninguno estaba preparado para afrontar.
En los ojos negros de la calavera danzaban las llamas del día del juicio.
Y ninguno de los tres estaría seguro de poder pasar la prueba.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 27th Septiembre 2021, 16:41
De 0 a 3: salva a una persona De 4 a 6: salva a dos personas De 7 a 10: se salvan todos
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 27th Septiembre 2021, 16:41
El miembro 'Aidan Doyle' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados
'Dado de 10' : 5
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 27th Septiembre 2021, 20:11
Desde muy lejos, le pareció notar que alguien tiraba de él pronunciando su nombre, pero Aidan sólo tenía ojos para la encarnación flameante de sus pecados. Fue vagamente consciente de que Dinah se ponía delante y le gritaba algo a la criatura, pero era como si el propio sonido de sus latidos ensordeciera sus oídos. Alguien le zarandeó entonces, pero, aunque desvió por reflejo la mirada hacia la responsable, era como si un velo rojo de sangre y llamas nublara su visión, impidiéndole ver nada más allá de la densa capa de fuego que había devorado su coche la noche del accidente.
- Sangre... -musitó, contemplando algo que estaba mucho más allá de Elysia con los ojos totalmente desorbitados-. Llueve sangre desde el cielo...
La sangre de la cabeza decapitada de su mujer...
Un segundo par de manos se unió al primero, y, entre las dos, lograron incorporarlo.
- No, no lo entendéis... -balbuceó, sintiendo cómo le empujaban-. Marchaos, es a mí a quien quiere. Tengo... tengo que arreglar ésto...
Su mirada vacía volvió a desplazarse hacia el esqueleto que una vez había sido un niño vivo... Un niño que había ardido hasta que la carne se había desprendido carbonizada de sus huesos entre gritos que permanecerían para siempre clavados en su cerebro... Fue así cómo pudo ver las cadenas que, como por arte de magia, habían aparecido entre sus falanges desnudas, proyectándose en su dirección como látigos de fuego que se enroscaron en torno a sus piernas, haciéndoles caer y arrastrándoles hacia su destino con una fuerza inexorable...
¿Arrastrándoles? ¿A los tres?
Una nueva sensación de pánico infinitamente más angustiosa que la inevitable aceptación de su destino se apoderó de él. La criatura de ultratumba los estaba arrastrando a los tres, atrayéndolos hacia las llamas del infierno con una velocidad cada vez mayor, ¡pero aquello estaba mal! ¡Elysia y Dinah eran inocentes! ¡Ellas no merecían enfrentarse al castigo a su lado! El que había vendido su alma al diablo era él, ¡él! Y entendió que, una vez más, todo estaba sucediendo por su culpa. De la misma manera que la WWD había estallado por su culpa y los habitantes de Metrópolis habían sido masacrados porque él los había atraído hacia aquél maldito parque, ahora Elysia y Dinah se encontraban en esa situación porque habían intentado ayudarle en lugar de abandonarle a su suerte.
Una nueva emoción se unió al miedo: rabia, una rabia intensa fruto de la desesperación más angustiosa, y un latido de poder candente nunca antes explorado pulsó en sus venas. Antes de que pudiera saber lo que estaba haciendo, tenía la boca abierta y el mismísimo infierno emergía al encuentro de las cadenas en la forma de un fuego tan ardiente que, por primera vez, las llamas eran de color blanco, brillantes e inmensas. El grito sónico segó las cadenas que atrapaban las piernas de las dos mujeres con la facilidad con la que un cuchillo rebanaría mantequilla medio fundida, dejándolas libres, pero justo cuando iba a hacer lo mismo con la suyas, el espectro le dio un tirón brusco para que no llegara a conseguirlo, haciendo que la chaqueta y la camisa se levantaran con el roce y abrasándole la piel con la gravilla. Aidan dio un nuevo grito, ésta vez de dolor cuando una sensación ardiente le subió desde el gemelo de la pierna castigada por la súbita sacudida, pero el dolor fue rápidamente reemplazado de nuevo por el pavor cuando vio cómo el ser infernal se impulsaba rápidamente hacia adelante para atraparle antes de que pudiera recuperarse. Con absoluta desesperación hincó los dedos en la tierra, sin importarle lo más mínimo si se dejaba las uñas en el proceso, en un inútil intento por aminorar en algo su vertiginoso encuentro con la muerte. Sus ojos se cruzaron por un instante con los de Dinah.
- ¡Vete! ¡Largáos de aquí! ¡Rápido! ¡¡Aaaaaaaahhh!!
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Ficha de Personaje Alias: Canario Negro Nombre real: Dinah Laurel Lance Universo: DC Universe
Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 30th Diciembre 2021, 11:38
El miedo podría haber paralizado las piernas de Dinah, impidiéndole la huida.
Pero lo que se enroscó alrededor de sus gemelos no fue miedo, no, fue algo mucho más literal. Acero. Una cadena cuyos eslabones relucían con un fuego sulfuroso que hablaba a gritos del Infierno.
Y parecía que el Infierno había abierto una enorme boca bostezante, aspirándolos, dispuesto a tragarlos a los tres.
Dinah apretó los dientes al golpear el suelo. El abrazo de la cadena era inexorable. Trató de aferrarse a algo, pero la fuerza de aquella figura terrorífica la arrastraba sin piedad, haciendo que su cuerpo abriera un surco en el césped; un amasijo de codos arañados, uñas partidas y medias destrozadas.
Pensaba... pensaba que la Guerra había terminado. Pensaba que la puerta se había cerrado para los demonios. Que no tendría que volver a ver como alguien importante era...
Elysia. Aidan. No podía dejarlos morir.
No podía. No quería... Que sus figuras pálidas se unieran a la colección de personas a las que ya había perdido. A la colección de personas a las que había fallado.
Oliver. Zatanna. Bruce. Kyle. Raven. Dolphin...
No terminó la lista. No podía. Cada nombre que se añadía a ella la hacía más pesada. Y, lejos de frenar el arrastre de la cadena, su culpa parecía regalarle más fuerza.
Trató de agarrar los eslabones y retiró la mano con un siseo, casi de inmediato. El siguiente tirón hizo que su rostro golpeara el suelo y tragara tierra y hierba.
Un tirón más cerca del Abismo.
Se obligó a ladear la cabeza y, por un momento, creyó ver a Aidan abrir la boca para gritar.
Una voz sobrenatural rompió el escenario en mil pedazos. Había fuego, fuego en todas partes. Una sacudida brusca, y la cadena que aferraba a Dinah se partió, dejando una muda de serpiente de eslabones enroscada bajo sus rodillas...
Boca abajo contra el suelo, la justiciera empezó a temblar descontroladamente.
El miedo.
La adrenalina.
O tal vez... El dejà vu.
¿No podemos empezar este duelo en otro momento?
Una máscara de cuero oscuro.
¿¡No te dijeron que el grito ya estaba pillado!?
Un hombre que apenas despegaba los labios, salvo para gritar.
Un grito sobrenatural... con una estela de llamas.
Idénticas a las que crepitaban cerca de sus botas, donde el último eslabón de la cadena se había fundido.
Para.
Dos sílabas pronunciadas entre dientes. Lo único que le había dicho, junto al embarcadero. Habían estado a apenas unos centímetros de distancia, y aún así, ella...
Ella no lo había reconocido.
Su amigo. Su enemigo. Lo había abrazado. Lo había golpeado. Había visto el océano cerrarse sobre su cabeza, lo había creído muerto, y aún así... había reaparecido en Washington, la noche en que ella frustró el robo en el museo...
Y, maldita sea, ahora que sabía que era Aidan, se alegraba... se alegraba de que hubiera sobrevivido.
Qué estupidez.
¿Acaso él no había intentado matarla a ella?
No.
En ningún momento había dirigido aquel maldito grito hacia ella. Nunca lo bastante cerca para herirla... ¿cierto?
Cierto. Porque, si hubiera querido matarla... Hubiera muerto. Igual que Dolphin.
Igual que Dolphin.
Con la carne calcinada. Los ojos fundidos. El...
Dinah se sacudió las cadenas de los tobillos. Cerca de ella, Elysia se incorporaba, libre también. Canario Negro sintió una oleada de alivio.
Y sintió cómo sus hombros se tensaban al volverse en la dirección opuesta.
No quería mirarlo a la cara, pero... Se obligó a hacerlo.
Y entonces lo vio. Él... Él las había soltado, pero las cadenas que lo ataban seguían intactas. El demonio lo acercaba más y más con cada tirón.
La mirada de Aidan se ancló en la de Dinah.
En los ojos de ella podía leerse, sin dificultad, que lo había comprendido todo. Lo sabía. Sabía que él era el hombre al que se había enfrentado en el embarcadero y en el museo. Sabía que trabajaba con los demonios.
La duda la paralizaba con la misma eficiencia que las cadenas del Ghost Rider.
¿Amigo o enemigo?
Había demasiadas implicaciones. Él tenía que haber sabido que ella era Canario Negro. ¿Todo el tiempo?. El suficiente. Había sido consciente de ello durante su duelo. Había sido consciente de ello en Washington. ¿Por eso no la había matado? Y, si sabía quién era ella, si sabía que eran enemigos, ¿por qué habían seguido viéndose? ¿Por qué celebrar una fiesta para Lian? ¿Qué significaban sus momentos compartidos? ¿Las canciones inconclusas? ¿Aquel instante en que había creído que él acortaría la distancia para...?
¿Por qué había un demonio atacándolo? ¿No se suponía que estaban en el mismo bando?
Aidan gritó. Esta vez un grito demasiado humano. Lleno de terror.
- ¡Vete! ¡Largáos de aquí! ¡Rápido! ¡¡Aaaaaaaahhh!!
¿Por qué intentas salvarme?
Las emociones se dibujaban con tanta claridad sobre el rostro de Dinah que parecía que la misma Elysia estuviera trazándolas con su lápiz.
Sorpresa. Rabia. Miedo. Dolor. Resolución.
Nadie se queda atrás.
Ya habría tiempo para las preguntas.
- Lyz, ¿estás bien? Necesito... necesito que me ayudes.
Era tan absurdo como enfrentarse al propio Trigon. No podía... no podía mirar al esqueleto sin sentir un terror absoluto, atenazante, primigenio. Pero no quería... no debía...
Clavó los ojos en Lyz.
- No podemos dejar que se lo lleve - dijo.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 8th Enero 2022, 15:58
Huimos como alma que llevaba el diablo, la diferencia estaba en que, claramente, teníamos un diablo pisándonos los talones.
El cuerpo de nuestro compañero era más pesado de lo que me esperaba, y me sentía como arrastrando un cadáver. Un hombre que ya se creía muerto, completamente paralizado por el miedo e incapaz de darse cuenta de la realidad. De que Dinah y yo estábamos tratando de ayudarlo.
La tarea fue tan difícil que apenas avanzamos. De pronto, sentí un tirón en mis piernas y caímos todos al suelo de boca. Cenar la hierba del parque no era mi idea principal para aquella tranquila velada. ¿Por qué narices nos tenía que pasar esto ahora?
Los gemelos empezaban a picarme por los arañazos de las cadenas, que ardían con un fuego infernal que alarmaba más que otra cosa. Asustada, zarandeé en el suelo como si pudiera deshacerme tan fácilmente de aquel lazo del diablo, que nos arrastraba lenta y agónicamente hacia la boca del infierno. Dios santo, ¿es que no habíamos cerrado ya todos los portales al mundo demoníaco?
Me pareció ver como la criatura en llamas se deleitaba ante nuestro sufrimiento. Sus ojos huecos me devolvieron la mirada del abismo, y volví a sentir la putrefacción del Rojo consumiendo mi alma. Lenta y dolorosamente. Quise detener el avance arañando la hierba, pero tan solo conseguí hacerme más daño en las articulaciones. Las lágrimas resbalaban desesperadas por mis mejillas. Tragué saliva, pero mi garganta se había secado, y era incapaz de articular sonido alguno. Las farolas del parque empezaron a estallar una por una debido a mi magia, salvaje y descontrolada. No podía apartar la mirada de aquella criatura, ni siquiera podía concentrarme en imaginar ningún hechizo. Me sentía completamente atrapada. Tan solo me estaba dejando consumir lentamente por ella…
La dulce venganza de los demonios. Ella estaba aquí para llevar consigo a aquellos que impidieron triunfar a Trigon y al Hermano Sangre. Para vengarse de todos aquellos sectarios que habían caído bajo el peso de mis espadas. Las espadas de Chroma, la heroína que proclamaba justicia y rescataba a inocentes. La hechicera que había manchado sus manos de sangre para sobrevivir en aquel infierno. Me lo merecía, me lo merecía por haber matado a toda esa gente…
Tú los liberaste de una eternidad sirviendo a un demonio devoraalmas; actuaste como una heroína y da igual cuán mal pienses de ti ahora mismo. Ninguno de nosotros estaría hoy vivo si no fuese por tu ayuda.
— ¿Jason? ¡JASON!— fue lo único que salió de mi boca mientras el demonio nos arrastraba consigo al mismísimo infierno. Tenía miedo. Tenía tantísimo miedo…
Le necesitaba. Tenía que haber montado en aquella moto. Tenía que haber dejado que me llevara a casa.
Otro gemido se unió al mío. A mi izquierda, Aidan dejó escapar un grito tan potente, seguido de un rastro llameante, que fue capaz de quebrar las cadenas de un solo golpe. Mi instinto de supervivencia se activó de pronto, e hizo que me levantara del suelo lo más rápido posible y que saliera corriendo sin mirar atrás. En cuanto creí estar lo suficientemente lejos del demonio, me giré, esperando que la pequeña calavera llameante estuviera detrás nuestro, persiguiéndonos incansablemente. Pero no había movido ni un solo de sus huesos, pues tenía a su presa favorita bajo su merced.
Aidan había sido el único que no se había liberado todavía. ¿Por qué? Acaso no había sido su grito el que las había salvado. Un grito igual de potente y rabioso como el mismo enemigo al que nos enfrentábamos.
Mis ojos impregnados de urgencia, buscaban a la escultora de héroes, que también había quedado libre. Nos miramos durante un instante, sin saber qué debíamos hacer. Pero lo que estaba claro, es que no podíamos dejar a Aidan tirado. A pesar de que el miedo había bloqueado mis poderes, y me sentía incapaz de susurrar ni un mísero conjuro... yo...
—Lyz, ¿estás bien? Necesito... Necesito que me ayudes. No podemos dejar que se lo lleve.
Asentí, con el miedo todavía impregnado en todo el cuerpo. No me había sentido así desde el Rojo. Pensaba que la pesadilla había terminado, pero en realidad había vuelto como un pequeño recordatorio de lo que habíamos vivido bajo el abismo.
No podía volver a quebrarme, o estaríamos muertos. Tampoco podía volver a ser Chroma. Entonces… ¿Qué me quedaba?
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 13th Mayo 2022, 16:29
Fue inesperado y violento. Algo que el portador no habría podido prever, pero el GhostRider había valorado acorde a la información proporcionada por su amo. No era una cuestión de su timbre o el vibrato de aquel grito desgarrador, si no de aquello que venía acompañándolo. El trato le había facilitado, lo mismo que a él, el dominio y poder del fuego demoníaco. El mismo que imbuía sus cadenas y que las hacía resistentes a ataques terrenales que habrían puesto en problemas a cualquier pecador reacio a afrontar su destino. Incluso aquellos que se llamaban a sí mismo “héroes” o cuya genética les había permitido estar por encima de lo humano se habrían encontrado en dificultades. Aquel hombre había conseguido que sus dos acompañantes se liberaran de sus cadenas, fundiéndolas en el proceso. No sólo eso. Algo había hecho estallar las farolas. Solía tener un efecto similar, fundiendo todo a su paso, pero sabía que no se trataba de eso. Algo estaba afectando al entorno. Algo externo que no podía controlar.
La captura acababa de complicarse.
Matarlo habría sido más sencillo. Ni siquiera necesitaría usar la mirada de castigo. Un solo golpe bien dado habría convertido su cráneo en polvo. En algún turbio lugar de su mente entremezclada aquella imagen resultó pacificadora, pero el más neutral de los dos la eliminó sin miramiento. Ningún retorcido impulso humano intercedería en su cometido.
Esa noche, más que ninguna otra, debía estar presente para evitar dejarse llevar por la ira que no hizo sino acrecentarse ante la resistencia que el condenado estaba ejerciendo. Las dos mujeres corrieron, presas del terror, alejándose unos pocos metros del Jinete. Sin embargo, no huyeron. Se detuvieron, la una poyada contra la otra, volviendo sus miradas de nuevo al hombre que quedaba cautivo.
Su mano de hueso apretó la cadena, se elevó y descendió con violencia, haciendo que cada uno de los eslabones se doblara con fuerza creando un efecto curvatura que elevó a Aidan del suelo con la misma facilidad con que una brisa sofocante habría hecho planear una hoja. Tiró con rapidez hacia sí de la cadena, acortando en un solo instante toda la distancia que les separaba. Su cuerpo rodó por el suelo hasta que llegó a su altura, donde detuvo el movimiento en seco con una de sus piernas. Pisoteó su espalda, haciendo que el distintivo aroma del cuero quemado ascendiese en una irritante voluta de humo. Aquel pequeño pie resultaba sin embargo tan pesado que ni ejerciendo toda su fuerza podría haberlo levantado.
Lo supo en el instante en que su mirada hueca encontró la de las dos heroínas. Las dos carcomidas por sus propias culpas. Las dos dispuestas a sacrificar lo que les quedara en una batalla que ya habían perdido contra sus propios demonios. Contraatacarían.
A menos que el peso del abismo en el que estaban a punto de sumirse las arrastrara por completo. Cuando el abismo les devolviera la mirada, depositaría en ellas la más pesada de las cargas... y eso las haría libres.
- Escuchad su sentencia ahora...- su voz de ultratumba rebotó en sus tuétanos, haciendo que su piel se erizara como si quisiera despegarse de los músculos que cubría. - y él vivirá... Su pie se deslizó de su espalda. Agarró el cuello de cuero e hizo que se elevara de rodillas. Lo sostuvo, por si acaso las fuerzas acababan por abandonarle dispuesto a exponer la verdad frente a aquellas que estaban dispuestas a arriesgar la vida por él.
- Hoy no seré tu verdugo. Sólo el mensajero.- el espectro gruñó, aclarándose la garganta a medida que aproximaba su rostro al de Aidan.- Los demonios te envían recuerdos. - La voz de ultratumba se transmitía con claridad en la frescura de una noche llena de estrellas, opacada por el anaranjado resplandor fantasmagórico del espectro de la venganza. - Quieren que sepas que conocen tu nombre. Que no olvidarán tu rostro. La deuda que has contraído jamás estará saldada. Tu, Aidan Doyle, abriste el infierno para ellos. - aquellas palabras le aprisionaron mucho más que aquel pie que le había detenido, que las cadenas que lo retenían. Una verdad que oprimía más aún que el dolor de la propia culpa de su alma ya atormentada en extremo. En el interior de aquellos ojos negros latía el impulsivo deseo de utilizar la mirada de castigo. Ardía palpitando en los recovecos de su cráneo, con la mismísima fuerza de un sol enano. Incluso sin haberla convocado, Aidan podría notar el calor abrasador que desprendían las almas en agonía arrastradas en un bucle de infinito de dolor. Trataban de reptar hacia él, escapando de aquella jaula de hueso que era la calavera, deseando cumplir lo que era justo. Que él sintiese todo su dolor. Fue consciente de una manera visceral y violenta de que el propio GhostRider era lo único que lo impedía. - No fuiste más que una herramienta y te quebraste. Las consecuencias te perseguirán de ahora en adelante. Saben dónde encontrarte. Saben cómo. Saben cuándo, pero tú no lo sabrás. - sin esfuerzo, obligó al hombre a mirar hacia las dos mujeres que lo contemplaban desde la distancia. Aquellos metros se convirtieron en una sima insalvable a medida que el peso de la verdad aplastaba sus espíritus. - Mira sus rostros. Ellas lo saben. - dejó que aquella realidad golpeara su frágil psique. - LO SABEN.- estaba llevándole hasta el límite. La orden había sido clara. Eso era lo único que podía permitirse. Tiró hacia atrás con una lentitud agónica, haciendo más accesible su rostro para verter en su oído, con un susurro que habría aterrorizado a la parca, el resto de su condena. - El resto también lo sabrán. Se asegurarán de ello. Traidor entre demonios. Por eso serás perseguido. Monstruo entre los tuyos. Por eso serás exiliado. Aidan Doyle...- el modo de pronunciar aquel nombre lo marcaba con más fuerza que las cadenas en la carne. - Acabas de quedarte solo en el mundo.
Cuando dijo eso su mandíbula se apretó de tal modo que pensó que se partiría.
Ellos... eran los únicos que habían experimentado en su propia carne el significado de aquella condena.
Y ni a él se la habrían deseado.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 22nd Mayo 2022, 01:56
Desde que había pasado a servir a los demonios, Aidan se había sentido continuamente como una marioneta incapaz de manejar sus propios hilos, viéndose obligado a soportar, impotente, cómo le utilizaban y manejaban según sus motivaciones.
Le habían obligado a cantar el ritual que había derribado las barreras entre mundos; por un capricho de uno de ellos (que nunca llegó a saber que realmente era Gob disfrazado) había terminado en una jaula para divertimento de un montón de monstruos; su amo le había ofrecido como regalo a Belial para "entretenerle" y éste le había utilizado para provocar una Masacre en Metrópolis en contra de su voluntad, forzándole después a hacer lo mismo en Nueva York atentando contra su propia especie. Sin embargo, todas y cada una de aquellas veces la presión ejercida sobre él había sido psicológica, basada en amenazas de lo que pasaría si no obedecía. Aquella era la primera vez que sentía cómo literalmente lo manejaban como si se tratara de un muñeco roto. Por primera vez se veía físicamente zarandeado y maltratado, y, paradójicamente, fue la única vez en la que la frustración y la ira se antepusieron al miedo.
Porque desde aquella posición, aplastado en el suelo como el gusano que era, con lágrimas en los ojos provocadas por el humo del fuego y el dolor, pudo ver perfectamente cómo le miraba ella. Pudo leer la amalgama de emociones que cruzó por su semblante cuando por fin entendió quién era él. Reconoció la sorpresa. Reconoció la rabia. Reconoció el miedo. Reconoció el dolor. Y cada una de ellas fue como un eslabón más en la cadena ardiente que ahora atenazaba su corazón.
Quería matar al Ghost Rider. Quería que el Ghost Rider le matara a él. Porque acababa de arrancar el último asidero que había estado evitando que se desplomara por el acantilado desde hacía semanas.
Parecía que no tendría tanta suerte.
El esqueleto le alzó por el cuello de su chaqueta chamuscada como si no fuera el doble de grande que él, y su presa era tan fuerte que se sintió como tenazas de acero cercando su piel.
- Hoy no seré tu verdugo. Sólo el mensajero -dijo, y acercó tanto su rostro al suyo que pudo sentir perfectamente el calor del fuego que ardía en su interior. El mismo calor que había sentido Dolphin cuando la había matado-. Los demonios te envían recuerdos.
Lo sabía, siempre supo que no estaba realmente a salvo, que quizá nunca lo estaría, y las siguientes palabras de la criatura no hicieron sino confirmarlo. Estaba condenado, y ahora además sabían que les había traicionado. Y podían llegar hasta él, de algún modo. Si aquél anillo hubiera sido el verdadero... Si tan sólo hubiera conseguido algo... cualquier cosa que le sirviera de ayuda...
Aquella mirada candente resultaba tan hipnótica como contemplar tu propia muerte, y, en cierto sentido así era... La notaba reptar y tirar hacia él, clamando por su alma, y, de alguna manera que no supo comprender, entendió que era la propia criatura la que la contenía a pesar de la clara amenaza que suponía. A pesar de que su deseo de matarle y su desprecio eran evidentes en sus palabras y su conducta.
- Saben dónde encontrarte. Saben cómo. Saben cuándo -afirmó, de manera lapidaria, y, entonces, constató lo que resultaba obvio: Ellas lo saben.
Lo saben.
Y, pronto, lo sabrían todos los demás, como se aseguró de dejarle claro a continuación, condenándole al mismo destino que había mantenido a Caín sólo y apartado de todos.
Estaba maldito. Condenado. Perseguido. Monstruo entre los suyos.
Sólo.
Habría preferido la muerte porque ya no le quedaba nada.
Sintió en su corazón un deseo intenso de gritarle a aquél ser de ultratumba que acabara el trabajo y le matara, pero supo que sería en vano, pues había sido muy claro a la hora de decirle que había acudido a él en calidad de mensajero, no de ejecutor. Rogarle que le matara no habría servido más que para añadir aún más humillación a todo lo que ya cargaba sobre sus hombros, así que apretó los labios y se obligó a callar.
Pero aquella ira que había germinado en su interior se incrementó más y más, azuzada por la impotencia y la desesperación, y, cuando el fantasma le soltó, la dejó salir de la única manera que sabía.
Gritó.
Gritó toda su rabia. Gritó.
Gritó al cielo, al viento, al mundo.
Y su ira arrancó las raíces de los árboles de la tierra, partió troncos por la mitad, levantando un tornado de tierra, hojas y fuego a su alrededor.
Ya no le importaba nada. Estaba solo.
Se volvió hacia las dos heroínas, que no habían podido hacer más que resistirse contra el repentino huracán que había provocado, y gritó de nuevo, dibujando una línea de llamas ante ellas, tan altas como poderoso era su grito, hasta generar una cortina de fuego que se extendió rápidamente por el bosque.
Ahora tendrían que elegir entre salvar el bosque o capturarle a él. Y debían ser conscientes de que si escogían la segunda opción, las llamas podrían terminar por llegar hasta la ciudad... Así que corrió.
Y no miró atrás porque ya no le quedaba nada que mirar.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 29th Mayo 2022, 10:05
- Escuchad su sentencia ahora...-la voz del demonio en llamas sonó con claridad, revestida de una autoridad que secuestró toda la atención de Dinah- y él vivirá...
Canario se quedó completamente inmóvil. Sin darse cuenta siquiera, contuvo la respiración. ¿Viviría? ¿Cómo era posible? Después de sentir la mordedura de las cadenas en su piel, después de contemplar las órbitas encendidas del monstruo, Dinah no concebía que pudiera albergar clemencia.
Aunque, tal vez, permitir a Aidan conservar la vida no fuera un gesto de clemencia.
- Hoy no seré tu verdugo. Sólo el mensajero. Los demonios te envían recuerdos.
Dinah, paralizada por el terror, escuchaba. Sólo era capaz de hacer eso. Escuchar. Sus oídos permanecían atentos a cada palabra, atrapándola con avidez, grabándola a fuego en su memoria.
Quería saber. Entender.
Y, al mismo tiempo, hubiera dado lo que fuera por no tener que oír ni una sola de aquellas verdades.
- Quieren que sepas que conocen tu nombre. Que no olvidarán tu rostro. La deuda que has contraído jamás estará saldada. Tu, Aidan Doyle, abriste el infierno para ellos. No fuiste más que una herramienta y te quebraste. Las consecuencias te perseguirán de ahora en adelante. Saben dónde encontrarte. Saben cómo. Saben cuándo, pero tú no lo sabrás.
¿Aidan había abierto el infierno?
- Mira sus rostros. Ellas lo saben. LO SABEN.
Dinah no pudo saber si el irlandés obedecía o no a la orden del esqueleto en llamas. Su propia mirada se había desenfocado, como si se hubiera vuelto hacia el pasado y se hubiera anclado en los rostros que nunca más contemplaría.
Ollie. Dolphin. Batman..., empezaba la letanía en su cabeza.
- ...traidor entre demonios. Por eso serás perseguido. Monstruo entre los tuyos. Por eso serás exiliado.
Traidor. ¿Por qué? ¿Qué había hecho el irlandés para enfurecer a sus señores? Hasta donde Dinah sabía, había vestido sus colores hasta el último momento. En Manhattan, cuando se habían enfrentado en el embarcadero, él estaba en el bando de Trigon, ¿verdad? ¿O se equivocaba? ¿Le faltaba alguna pieza del puzzle...?
Aidan Doyle... Acabas de quedarte solo en el mundo.
Entonces llegó el grito.
Un grito que podría haber sido de rabia. De dolor. De agonía. De miedo.
Un grito que destrozó todo a su alrededor.
El cuerpo de Dinah actuó casi por inercia, cubriendo a Elysia, protegiéndola. Recordó el pensamiento que la había asaltado en la Iglesia de Sangre. No perdería a nadie más.
Aún ensordecida, Canario Negro vio como el irlandés se volvía hacia ellas, sus ojos los de un animal acorralado. Trató de despegar los labios para decir algo, aún no sabía qué…
Pero él gritó de nuevo, y Dinah se preguntó si las llamas estaban destinadas a carbonizarlas o no.
Lo siguiente que vio fue un muro de llamas que las separaba de Aidan. Y el irlandés echó a correr, como si lo persiguiera el mismo Diablo… y tal vez así fuera.
Dinah dio un paso en su dirección. Y una bocanada de aire caliente le recordó que el fuego empezaba a devorar el parque a su alrededor.
El Ghost Rider había desaparecido.
La ciudad estaba en peligro. Elysia estaba en peligro.
Esta vez, Dinah dio un paso hacia atrás.
Se dijo a sí misma que escogía proteger la ciudad. Que los civiles eran la prioridad. Que no quería que nadie más muriera por culpa de Aidan. Que el irlandés estaba lo bastante lejos como para que no lograra alcanzarlo. Que resultaría herida si cruzaba el fuego.
Pero sólo eran medias verdades.
Excusas.
Lo cierto era que no sabía qué sentir. No sabía qué decirle si lo alcanzaba. No sabía si sería capaz de enfrentarse a él. No sabía qué hacer con él si lo vencía. No quería saber qué haría él si se alzaba con la victoria.
- Lyz, ¿puedes hacer algo con el fuego? -se oyó preguntar, como si su voz viniera de muy lejos. Sus manos ya buscaban en los bolsillos de la chaqueta de cuero el comunicador que siempre llevaba consigo- ¿Oráculo? Necesito a los bomberos en mi localización. Ya -dijo, a través del aparato-. Me aseguraré de que no queden civiles cerca -añadió, volviéndose de nuevo a Lyz.
Su voz sonaba firme. En control. La Canario Negro que había mantenido la calma en centenares de emergencias. Necesitaba que Elysia percibiera esa confianza. Tenía que transmitirle que todo estaría bien.
Pero, por dentro, Dinah Lance no hacía otra cosa que gritar.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 14th Junio 2022, 19:22
El miedo parecía haber convertido mis pies en raíces que ahora se hundían en el suelo, manteniéndome clavada en el sitio. Las palabras del esqueleto resonaban en mi cabeza. ¿Qué estaba diciendo? ¿Era Aidan el responsable de la llegada de los Demonios? ¿Todas aquellas muertes habían sido por culpa suya? No podía creerlo.
Cuando el esqueleto lo dejó ir, el cantante se volvió en nuestra dirección y gritó, prendiendo fuego a la vegetación que nos rodeaba. Cuando quise darme cuenta, Dinah se había interpuesto entre las llamas y yo, protegiéndome con su cuerpo mientras Aidan huía a la carrera.
— Lyz, ¿puedes hacer algo con el fuego? —la oí preguntar.
Me impactó lo tranquila que parecía. Al fin y al cabo, pensé, ella era una superheroína que seguramente se enfrentara a crisis como aquella a diario. Di un paso hacia adelante. No quería quedarme mirando... quería ayudar.
— Yo detendré el fuego —le dije, con determinación—. Tú corre a por él. No dejes que escape…
Me concentré en las llamas que rugían a mi alrededor y traté de imaginarme el fuego cambiando de forma. Las chispas revolotearon, cambiando de color, hasta convertirse en docenas de mariposas de un tono turquesa intenso. Los insectos alzaron el vuelo hacia el cielo como si fueran fuegos artificiales, llenando la noche de un espectáculo de luz y color que hubiera impresionado por igual a niños y adultos.
Mis rodillas flaquearon y me dejé caer hasta el suelo. Estaba mareada, y un hilo de sangre había empezado a resbalar desde mi nariz debido al esfuerzo. Pero había valido la pena; la ciudad y los civiles estaban a salvo.
El resto ya no dependía de mí.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019] 20th Junio 2022, 08:45
— Tu corre a por él. No dejes que escape…
Dinah buscó su determinación bajo capas y capas de duda, de miedo, de dolor sordo. No quería correr tras él. No quería hacerle daño, ni entregarlo a la justicia. Pero tampoco debía permitir que siguiera matando. Que siguiera...
Elysia le consiguió una apertura en el fuego. Sintiéndose como si corriera a cámara lenta, Dinah atravesó la nube de mariposas. Era uno de los umbrales más bellos que había cruzado jamás y, sin embargo...
Era incapaz de apreciarlo.
Ya está lejos.
Al otro lado, la silueta de Aidan ya se adentraba entre los árboles.
Corre, Danny Boy, maldita sea.
Dinah tomó esa dirección, sintiendo cómo sus piernas se iban volviendo de plomo a cada paso.
Vete de una maldita vez...
La parte de ella que no se sentía como una traidora se alegró de perderlo de vista.
Detrás de ella, oyó a Lyz caer sentada sobre la hierba.
No vuelvas. Nunca.
Algo más cayó pesadamente al suelo entre los árboles.
Dinah Lance, agotada, se había dejado caer de rodillas, con las lágrimas silenciosas resbalando por su rostro.
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Tema: Re: You are my Sunshine (Roy Harper y amigos de Lian) [24/05/2019]
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