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 ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]

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Sasha Triger
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Sasha Triger


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Empleo /Ocio : Repostera en pausa y aprendiz de medicina
Humor : Últimamente me cuesta encontrarlo...

Ficha de Personaje
Alias: Celsit
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Universo: Marvel

¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Empty
MensajeTema: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime11th Diciembre 2017, 02:32

Llevaba semanas con nervios, con náuseas, estrés… Y había llegado el día finalmente. Era todo tan extraño… Mi mundo estaba cambiando, y no sólo el externo, la gente nueva, los cambios espaciales… Mi vida y mi entorno ahora eran completamente diferentes. Mi pasado y mi presente convergían en un agujero negro del que no era capaz de salir. La visita de Loki… me dio perspectivas de libertad y a la vez me hacía cuestionar la capacidad de tolerancia que había tenido con todo el mundo. Sí, era cierto que quería pensar más en mí y algo me lo impedía…

Por eso, decidí marcharme. Por eso y por Elsa. Cuando me enteré de que tenía una de las cartas… Tenía que sacarla de allí. Aunque ella volase tres días después y en vuelo directo, yo no me lo podía permitir. Sus padres siempre habían tenido la situación económica bien acomodada, pero por juegos del destino, nunca había sido mi situación. Además era abismal la diferencia de precios entre un vuelo directo y uno con escala. Rondando 2000$ los directos y 200$ los que tenían una escala, no me lo pensé dos veces. Incluso con el segundo billete de París a Berlín, me salía más rentable… y bastante desglose económico había tenido contratando a un profesional para dirigir la pastelería. Mi segundo hogar… Era la primera vez que la dejaba sola tanto tiempo…

Agité la cabeza. Últimamente me perdía más en mi mente de lo normal. Terminé de revisar las últimas cosas que tenía que guardar en el equipaje de mano, que jugaba con los límites de lo permitido por la aerolínea y aparte mi pequeña mochila de siempre. Cargador, con adaptador europeo, pasaporte, mi adaptación volumen III de las Eddas…

Eché un vistazo a la habitación antes de irme. No me había dejado nada enchufado. Las cosas de Planaria ya estaban con su dueño y lo que era mío, guardado por si algún día recibía invitados en la casa. Negué con la cabeza dejando que mis pensamientos tomasen el control de mi cuello un instante y cerré el broche de mi mochila antes de salir con los tres bultos. Era la madrugada de un jueves, así que el trayecto en taxi sería más fácil hasta el aeropuerto. Bajé los plomos de mi piso, me cargué la mochila grande a la espalda y la pequeña por delante, agarré mi maleta… Y cerré la puerta con varias vueltas de llave, entre lágrimas. Apoyé la frente en la puerta luchando por controlar la respiración… Dalae, Planaria… Las dos personas más importantes en mi vida ya no eran nada… Un eco que no dejaría de escuchar pero que no podía llamarse voz. Con esta escapada no podía evitar pensar que lo que estaba haciendo era rogar la compañía a la tercera persona que para mí había sido un pilar. Y eso destrozaba mi orgullo, viejo perro ya desgastado.

Bajé por el ascensor, nunca me había parecido tan diminuto, y el taxi ya estaba en la puerta. Guardó mi equipaje en el maletero mientras yo tomaba asiento - Al JFK, la ruta más rápida…- Mientras se ponía en marcha las luces de los neones bailaba por mi piel a través de la ventanilla. ¿Qué hay que hacer cuando sientes que parte de tu alma se desgarra en dos…? Quería quedarme, decir que soy más fuerte que mis problemas, luchar para poder seguir una vida normal. Pero no podía. Con el recuerdo de Planaria en la mansión, con el de Dalae en mi casa, Elsa en la pastelería… Mi vida “normal” se había convertido en una vorágine de recordarme los puñales que el destino me clavaba por la espalda y no podía soportarlo.

Llegué con media hora de margen. Un descafeinado rápido antes del embarque y ya estaba rumbo a Francia. Fue un viaje de casi 12 horas, contando la escala en Lisboa. Recuerdo que irónicamente dormí más de lo que acostumbraba a dormir hace unos meses. La mitad del viaje fui durmiendo en negro y sin sueños y la otra mitad soñando despierta entre las páginas de los libros y las gestiones de la tienda. Llegué a Lisboa, para mí eran las 10:00 de la mañana y allí la gente ya estaba almorzando fui a la primera cafetería que encontré a ver si podía pedir algo de desayuno y conseguí que me pusiesen un café con una tostada. No pensaba salir del aeropuerto durante la escala así que no tenía prisa. Al abrir la cartera e ir a pagar -¿¡PERO QUÉ COÑO!?- me llevé una mano a la frente y me agarré del pelo. No me podía creer lo gilipollas que había sido -Disculpe… se me ha olvidado cambiar el dinero..Voy a una de las oficinas de ahí enfrente, ¿puede apartarlo y se lo pago ahora en cuanto vuelva?- dije hablando inglés algo más despacio tratando de facilitar que me comprendiesen. Tengo entendido que la gente de Europa aprende el inglés británico y dicen que los Neoyorkinos tenemos un acento terrible.

Me giré cargando con todos mis bultos que ya me resultaban más molestos que míos. Fui a la primera oficina de cambio de dinero que vi, teniendo en cuenta que la que le hacía competencia dos stands a su derecha era más cara. -Hola… Eh…¿A partir de qué cambio hacen rebaja?- No me lo podía creer. Había hecho el cambio telefónico con roaming internacional, había arreglado los asuntos con mi banco para poder sacar dinero allí, lo tenía todo, salvo llevar puto dinero encima que pudiese usar. Al final, por mi suerte, llevaba trescientos dólares encima, por si hubiese tenido que comprarme otro billete de urgencia, y el descuento era a partir de doscientos, así que cambié todo lo que llevaba encima y dando las gracias mientras me cagaba en las tasas de cambio de dinero, putos ladrones, volví al mostrador de la cafetería para sobrevivir a la escala.

Otro vuelo de un par de horas y al fin estaba en el París Orly. Nada más poner pies en tierra y ver el primer reloj sabía que el Jet Lag iba a joderme viva. Si tuviese hambre estaría almorzando y las primeras agujas que vi marcaban las cinco de la tarde. Eso iba a estar divertido… Mientras pasaba las inmensas colas de aduanas, extranjería y las maletas aproveché para quitarle el modo avión al teléfono y darle unos minutos para que se encontrase, deshacer el moño de viaje y cepillarme el pelo y por último, maquillarme los ojos con una raya básica y ponerme granate los labios. Sabía que Drago solía estar atento a los detalles y no le iba a hacer gracia encontrarme tan delgada… Pero al menos no quería que se fijase en los rasgos de cansancio y mal dormir.Si ya de por sí llevaba un outfit muy cómodo para el viaje…
Acabé y me desvié un momento hacia una de las tiendas, compré un champín sin alcohol, sabor manzana carbonatada y para mí una botella de whisky cualquiera. Los guardé en la mochila de mano y busqué la salida.

Por fin después de la odisea atravesé las puertas automáticas de mi terminal en “llegadas” y allí estaba él. Fui corriendo con todo mi equipaje que acabó tirado en el suelo para poder abrazarle como correspondía. Fue el abrazo más intenso que me había dado con él… Di un salto y me quedé con los brazos sobre sus hombros y la cara encogida en su cuello. -Hola…- dije con la voz temblorosa. Notaba las lágrimas tratando de salir, pero conseguí hacerme un nudo en la garganta y ahogar el dolor para poder estar con él con relativa normalidad. Le di un beso en la mejilla al bajarme del abrazo y luego le limpié el carmín con el pulgar. -Te he echado de menos…- dije desde el corazón, sonriendo con los ojos algo húmedos.

Tomamos rumbo hacia los taxis que había esperando en el aeropuerto, la primera cosa que me sorprendió de París fue que los taxis eran coches cualquiera, grises o negros normalmente, que tenían el distintivo arriba. En Nueva York eran amarillo chillón y si no los distinguías era porque estabas ciego. - Quiero que me cuentes tú primero. Cómo te va por aquí?- No quería tocar ningún tema de conversación importante. No hasta estar a solas. Si hay algo que compartía con Drago era el inmenso mundo interior que nos componía y el esfuerzo que atravesábamos cuando nos abríamos a alguien.

Durante el trayecto en taxi tuvimos una charla… diría que superficial por el nivel de cosas pendientes que teníamos que hablar. Curiosidades de París, le conté qué tal el viaje… Muy típico. Cuando al fin llegamos, me bajé del taxi y volví a cargar mis cosas -Tranquilo, puedo sola…- No sé por qué motivo, pero al llegar… Sentí como si una mano me oprimiese el estómago desde dentro. Sería el momento previo a hablar o la sensación de que le molestaría en su apartamento… -Oye, Drago… Sé que eres muy amable, no quiero resultarte una molestia. Si en cualquier momento necesitas intimidad, yo… Me marcho sin problema. Puedo costearme un hotel- Aunque no con tanta ligereza como querría.

Caminamos por la parte interior de unos edificios, que daba a un patio blanco con varias entradas. Había algunas plantas decorativas en las esquinas y un par de hiedras disfrutaban su libertad trepando las paredes. Llegamos a una vidriera enorme, era su piso. Tenía un ambiente bohemio y minimalista, aunque no le faltaba de nada. Intenté apartar las cosas para que molestasen lo menos posible. -Wow, es increíble- Me encantaba de forma genuina, me hizo sonreír. Mi piso era muy típico dentro del estándar de Nueva York y ese piso era muy diferente.

Dejé la mochila pequeña colgando de una silla y luego me giré para sacar las dos botellas. -Sé que es casi la hora de cenar pero… - Seguía sin hambre- ¿Un pequeño brindis de celebración?

_________________
I´ve battled demons that won´t let me sleep...
¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Firma_Sasha

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime14th Diciembre 2017, 22:58

Sasha había sido la primera amiga que había hecho en 8 años. Sí, estaban Logan y Sam, pero a ellos no los había buscado; sencillamente no se habían visto afectados o intimidados por su reputación y habían sabido ver más allá, pero su amistad no correspondía a una necesidad real de compañía. Durante muchos años se las había apañado bien solo. Es más, deseaba estarlo. Sasha había reaparecido en su vida en un momento en el que se encontraba muy mal; tras el fenómeno Omega las voces habían vuelto con más fuerza que nunca, y ella estaba allí en el momento más oportuno. A pesar de haber sido antigua alumna suya, de conocer su reputación y lo distante y frío que se mostraba siempre ante los demás, no había vacilado a la hora de ofrecerle su ayuda y su amistad cuando más la necesitaba. Y, por primera vez en años, había sentido la necesidad de aceptar. Y lo había hecho. A pesar de sus miedos absurdos, de sus inseguridades... Por aquél entonces aún pensaba que podía absorber sin pretenderlo la luz de los demás, lo cual suponía una de las principales razones por las que evitaba relacionarse con nadie, pero había decidido que, por una vez, no sería él el que tomara la decisión por ella. Había advertido a Sasha y ella había decidido aceptar el riesgo. Nunca podría dejar de estarle agradecido por ello. En cierto sentido, Sasha había supuesto el primer paso en el camino que le había llevado a convertirse en el hombre que ahora era, un hombre muy diferente del que le dio clase hacía tantos años.

Por eso, y aunque no le apetecía dar explicaciones a nadie acerca de por qué su viaje de fin de semana se había convertido en una baja sin fecha prevista de alta, cuando había recibido su llamada por Skype hacía unos días no había podido más que cogerla. Pero no tuvo que darle ninguna explicación, gracias al cielo. Resultaba que Sasha llamaba porque se encontraba mal desde hacía algún tiempo y necesitaba hablar con él. Le había preguntado que dónde se encontraba, ya que en la mansión no se lo habían sabido decir, y al decirle que estaba en París, ella le había comentado que precisamente llevaba semanas con la idea de hacer un viaje por Europa y había salido de él invitarla a su pequeño apartamento de la Rue Moret.

Había sido impulsivo y precipitado, e inicialmente había temido que ella ya tuviera todo organizado y no pudiera permitirse el desvío, pero resultó no ser así. Llevaba varios días con un extraño... vacío emocional. Lo que había ocurrido era muy diferente a sus anteriores discusiones con Cassandra. Los dos eran pasionales, y habían llegado incluso a romper brevemente con anterioridad, pero siempre habían sido situaciones vivas e intensas, con vehementes intercambios de argumentos y reconciliaciones igualmente apasionadas. Pero lo de la otra noche... Había sido tan brusco y repentino, a tan sólo unos días de haberla pedido en matrimonio y de haber recuperado la vista, cuando todo iba tan bien... Y sobretodo después de recordar los terribles acontecimientos que habían marcado su infancia... y la manera en la que Elissa había jugado con él...

Habían sido tantas cosas duras de golpe que era como si su mente aún no hubiera sido capaz de procesarlo, como si estuviera en una especie de sueño terrible y una parte de él pensara que algún día despertaría y Cassandra volvería a estar a su lado, sonriéndole en la cama.

Tendría que estar devastado por dentro, y posiblemente lo estuviese, sólo que aún no había llegado a darse cuenta. Había seguido su día a día en París como si no hubiese ocurrido nada, saliendo a pasear y haciendo las tareas de la casa como un autómata, como si no pensar en lo ocurrido pudiese evitar que se volviese realidad.

No fue hasta que habló con Sasha y le propuso de repente, sin pensar, que viniera a visitarle, y, sobretodo, con la alegría que experimentó cuando ella le dijo que sí, que comprendió lo verdaderamente mal que se encontraba. Porque se dio cuenta entonces de que aquella alegría era la primera emoción que experimentaba su embotado corazón desde que Cassandra le había abandonado. Y la segunda... bueno... es curioso como seis sencillas palabras pueden llegar a transmitir tanto:

"Hola... Te he echado de menos..."

Tan sencillo... y a la vez encerrando todo un mundo de significados. Le había echado de menos. Nunca nadie se lo había dicho antes. No había llegado a separarse de su familia el tiempo suficiente durante su infancia, y no había hecho verdaderas amistades ni en el orfanato ni mientras estuvo en el ejército. Cassandra y él habían estado tan poco tiempo juntos que tampoco había dado lugar a una separación prolongada.

No, nunca antes se lo habían dicho. Y sentía... joder, se sentía increíblemente bien. Significaba que alguien le apreciaba lo suficiente como para echarle de menos.

Drago no era un hombre propenso  a expresar sus emociones. De hecho, en la cultura y en la religión en la que había crecido estaba bastante mal visto que un hombre llorara, y más aún en el ejército. Podría contar con los dedos de una mano las veces en las que había derramado lágrimas en el transcurso de su vida adulta. Pero Drago era también humano, y en los últimos días había recuperado el recuerdo de haber sido violado cuando era un niño durante la guerra, había descubierto que Elissa, la primera mujer de la que se había enamorado, había borrado de su mente cualquier rastro de lo que habían vivido juntos, manipulándole sin su consentimiento, y había tenido que ver cómo la mujer con la que había previsto pasar el resto de su vida le abandonaba de repente sin dar ninguna explicación.

En los últimos diez días no había mostrado la más mínima reacción exterior, pero los sentimientos existían, estaban ahí, esperando algo, cualquier mínimo estímulo, para salir a flote y manifestarse.

Pese a todo, era algo que le avergonzaba, así que, mientras correspondía al abrazo que Sasha le daba, apretó con fuerza los párpados y se mordió el labio inferior hasta cortar las lágrimas lo más rápido que pudo. Había acudido a recogerla en forma humana, por lo que no podía crear una ilusión que lo disimulara, y si adoptaba su forma mutante en mitad del aeropuerto iba a llamar muchísimo la atención, así que sólo podía rezar para que ella no lo notara.

- Yo también... -te he echado de menos. ¿Tanto costaba decirlo, abrirse?-. Me alegró mucho recibir tu llamada -dijo con sinceridad, manteniendo la mirada gacha para que no se notara el brillo de sus ojos-. Y aún más que hayas podido venir. No sabes lo que me hacía falta esto.

Una cara amiga. Alguien con quien hablar, aunque sólo fuese de cosas intrascendentes para pasar el rato y desconectar de las terribles imágenes que pasaban sin descanso por su mente una y otra vez. Del recuerdo de Cassandra...

Sasha se negó a que la ayudara con el equipaje de mano, así que la acompañó hasta la parada de taxis y le indicó al taxista la dirección a la que debía conducirlos.

- Uf, no quieres saber cómo me va, créeme -le dijo volviendo a pasar al inglés de forma automática.

Ella tampoco parecía querer tratar el tema que la había llevado a salir de Estados Unidos de manera tan precipitada (y sin Planaria), así que Drago le estuvo explicando un poco acerca de algunas cosas básicas de la ciudad, como los horarios en los que se acostumbraba a desayunar, comer y cenar, y los diferentes distritos en los que se estructuraba. Su pequeño apartamento se encontraba en el distrito 11, una zona eminentemente residencial que no tenía nada turístico, pero precisamente por ser un barrio que los turistas evitaban, contaba con algunos de los mejores restaurantes, bares y discotecas de la ciudad, y era también de los lugares más baratos para comer y hospedarse. Además, no estaba demasiado lejos del centro, a unos 20 minutos en coche, por lo que la opción de ir a conocer los lugares emblemáticos de la urbe seguía disponible para el día siguiente, cuando Sasha estuviera más descansada.

El apartamento era bastante modesto, y pasaba desapercibido desde el exterior, ya que daba a un patio interior conformado por tres edificios. Sin embargo el interior, aunque pequeño, no estaba mal y aprovechaba bastante bien el espacio del que disponía.  

Nada más entrar a la casa tenías a la derecha un pequeño aseo, un sofá enfrente y una diminuta cocina integrada en el salón al final de la habitación donde también estaba la lavadora.A la izquierda estaba la mesa que hacía las veces de comedor y un sofá cama.

- Es... tranquilo -le explicó Drago mientras le iba indicando todo-. Sé que es pequeño pero he vivido solo toda mi vida, y para mí me sobraba.

-Oye, Drago… Sé que eres muy amable, no quiero resultarte una molestia. Si en cualquier momento necesitas intimidad, yo… Me marcho sin problema. Puedo costearme un hotel.

- No, no, no digas tonterías, no quería decir eso -se apresuró a responder, temiendo haber dado la impresión equivocada con sus palabras-. Está separado en dos plantas y mi dormitorio está arriba, así que creo que tendremos intimidad suficiente -añadió con una sonrisa algo avergonzada. Podía parecer una tontería, pero nunca antes había vivido con una mujer bajo el mismo techo, ni siquiera con Cassandra, pues se habían separado antes de llegar a mudarse juntos-. El sofá de la funda de colores es un sofá cama, te explicaré luego como se abre y te traeré un juego de cama de arriba. En la mesita de al lado tienes el teléfono y en aquella estantería está el televisor y el equipo de música. Puedes escuchar cualquiera de los CD, si te gusta alguno. Creo recordar que teníamos algunos gustos parecidos, al menos en cuanto al jazz. Por supuesto también puedes encender la calefacción. En ésta época refresca bastante durante la noche. Y bueno... la cocina -dijo avanzando hasta apoyarse en la diminuta encimera que había sobre la lavadora-. Imagino que una cocina tan ridícula te resultará un crimen, pero yo nunca he sido de cocinar mucho. La mayoría de las veces termino comiendo platos precocinados del supermercado o a base de bocadillos, sandwiches, o en restaurantes de autoservicio o comida rápida, así que tampoco la usaba más que para tomarme algún café. Si te va a apetecer cocinar algo elaborado un día podríamos ver cómo apañarnos, y si no, como te comenté en el taxi hay muy buenos restaurantes por la zona, y están muy bien de precio. Como tú prefieras.

La llevó a la planta superior por las escaleras de caracol y lo primero con lo que se toparon fue con un gimnasio también diminuto a mano derecha. Tenía lo básico: pesas sujetas en ganchos a las paredes, un saco de boxeo, una máquina de correr y una barra en el techo para hacer dominadas.

El dormitorio principal se encontraba justo enfrente de la escalera. Drago la hizo pasar para enseñarle dónde estaba el baño, pequeño pero elegante y contrastando con la sobriedad extrema del dormitorio.

- Sólo hay una ducha, así que tendremos que turnarnos -la informó antes de regresar a la planta baja-. Por favor, ponte cómoda -le dijo señalando el sofá mientras él se dirigía al frigorífico-. Con todo el jet-lag que llevas encima me imaginé que tendrías hambre, así que he comprado algunas cosillas. La hora de la cena no es hasta las ocho, pero por aquí es costumbre tomar un aperitivo previo en torno a las siete. Y adivina en qué consiste el aperitif en Francia...

Cuando se dio la vuelta llevaba en las manos una bandeja con un surtido de varios quesos, uvas e higos para acompañar y una botella de Oporto.

- El vino es para ti. Recuerdo que te gustaba de cuando fuimos a cenar al club de jazz.

Entonces fue cuando reparó en las dos botellas que ella había traído.

- Vaya... por lo que veo parece que te apetece algo más fuerte que el vino dulce -dijo refiriéndose al whisky. Se sentó a su lado dejando las cosas sobre la mesa y la miró con preocupación-. ¿Qué ha pasado, Sasha? Estás... muy delgada. ¿Has discutido con Planaria?

Desde luego explicaría por qué no había venido con él.

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime7th Marzo 2018, 00:56

Reencontrarme con él fue como la botella de agua en medio de una maratón. Estaba jodida, muy jodida, pero tenerle entre mis brazos hizo que me relajase por un instante de los pensamientos, recuerdos y putadas que me atormentaban desde hacía meses. Fue un alivio, un momento de pausa en medio de la tormenta y aunque sabía que era temporal, quería sacarle el máximo partido a los pocos días que pasaría junto a él.


Cuando me separé del abrazo y sólo por un instante me dio la sensación de que se le habían humedecido los ojos. Quizá fuese el frío, el aire, el polvo… Para mí, verle llorar era inviable. Sabía que era una persona humana y como todos, lloraría en algún momento, pero… Primero fue mi profesor y luego se convirtió en el amigo más entero que he tenido nunca. No sé por qué la idea de verle llorar se me hacía tan disparatada pero de cualquier modo, pasé mi pulgar por su pómulo como si secase una lágrima imaginaria.

Me sorprendió cuando habló en francés súbitamente en el taxi. Parece que aún no sabía muy bien dónde me encontraba. A fin de cuentas era la primera vez que salía de Estados Unidos… sola...iba a costar que me acostumbrase - Claro que quiero saber cómo te va… ¡Para eso he venido! -Comenté con una risa suave mientras hablaba y carraspeando para añadir con la voz más grave- Y…¿sabes? Te queda muy bien el francés - dije como broma, aunque lo decía en serio. Con la voz que tenía el acento francés resultaba muy sexy.

Ofrecerme su casa fue una de las cosas más bonitas que ha hecho nadie por mí, y a supe que estaba con los nervios a flor de piel cuando tuve que aguantar las ganas de llorar sólo por el gesto de abrirme la puerta. Para mi suerte, la distracción de la decoración del piso fue suficiente para dejar de pensar en ello -No es pequeño… es perfecto- Sonreí dando vueltas sobre mí misma mirando alrededor.

Una vez conseguí expresar mi incomodidad con sentir que me aprovechaba de él, conseguí tranquilizarme hasta -Está separado en dos plantas y mi dormitorio está arriba, así que creo que tendremos intimidad suficiente- ...espera… ¿Estaba insinuando que íbamos a dormir juntos? - El sofá de la funda de colores es un sofá cama, te explicaré luego como se abre y te traeré un juego de cama de arriba -Ah..- Se me escapó, pensando en alto. Luego agité la cabeza para quitarle importancia. Caminé hacia los CDs, muchos de ellos los conocía, aunque no los tenía. Frente a la estantería fui rozando con la yema de los dedos el lomo de las cajas de los discos y justo antes de desviar mi atención a la cocina encontré el disco que contenía la canción que sonaba la primera vez que salimos al local de Jazz. Me detuve un instante y lo saqué de la colección, abriéndolo y colocándolo en el equipo de musica, cuidando de no tocarlo directamente con los dedos. Cerré la tapa y empezó a sonar. Sonreí nostálgica pensando en aquella noche… -Fue una buena época…- susurré casi para mí. Bajé el volumen para dejarlo de fondo y caminé hasta la cocina.

Casi parecía que yo sola me dificultaba la tarea de no llorar, pero de momento lo estaba consiguiendo a pesar del dolor de garganta que contenía las lágrimas.

-Je… Se nota que no viste mi cocina en Nueva York…- Y hasta ese momento no me había dado cuenta… Drago nunca había estado en mi casa. Abrí mucho los ojos cuando me di cuenta de ese detalle. -¿Y si te cocino yo estos días? Como agradecimiento al menos…- me encogí de hombros. Iba a costar mucho que aceptase un no por respuesta.

Le seguí hacia arriba y mis ojos repasaron el gimnasio. Hace mucho que no entrenaba, mi cuerpo se había debilitado y no poder mantener el entrenamiento que hacía antes me ahogaba en ansiedad y prefería no enfrentarme a esa dificultad. -Oh, el baño es precioso- dije mirando el techo y volvimos para abajo.

Antes de ponerme cómoda como él me había indicado, saqué las botellas. Recordaba que no bebía así que el champán sin alcohol lo dejé en la mesa, más cerca de él para que lo viera. Volví a dejar el whisky en la mochila y sonreí cuando vi su vino - Creo que acompañaré el aperitif con el vino oportuno- dije clavando la mirada en la tabla de quesos. En otro momento me habría muerto de ganas de probarlos todos, fundirlos en mi boca, comer algo crujiente o dulce para acompañar… pero…

Le sonreí, tomando la botella en mis manos y pidiéndole dos copas con un gesto de la mano y lo llevé todo al sofá. Su champán sin alcohol, mi vino y las dos copas. Serví con calma primero a él y luego mi copa, más llena de lo que debería para la medida idónea de una copa. Le di unos tres tragos rápidos pero grandes, casi acabándomela y sirviendo otra al momento. - Tenía más sed de la que creía…-dije suspirando una sonrisa y dando otro trago a mi copa nueva.

Me senté en el sofá, algo girada para parecer que estábamos más cara a cara y apoyé el brazo en el respaldo y la sien en mi puño sosteniendo la copa con mi zurda, mirando el líquido oscuro. -Estás... muy delgada. ¿Has discutido con Planaria?- Mis ojos se abrieron como platos y me quedé en silencio unos segundos. Por lo visto, íbamos a ser directos. Evité su mirada a toda costa. El vino, el equipo de música que aún sonaba, el suelo, la ventana… Y mis ojos se inundaron de lágrimas que aún no salían, emborronándome la vista. -Planaria y yo hemos roto- Pero me negaba a que él fuese el protagonista de la noche. No hoy, no ahora - Pero en realidad mi caída empezó hace casi un año.. -Me recompuse poco a poco. -Estoy dispuesta a contártelo todo… si tú haces lo mismo conmigo. Sabes que no confío en nadie y.. necesito saber que estoy en plena confianza con alguien. Poder soltarlo todo y saber que no me quedaré sola en esta… vulnerabilidad de mierda- Sonó más a súplica de lo que yo me esperaba. Quería que de verdad lo aceptase y se quedase conmigo hasta las tantas, hablando de lo que nos había pasado, de lo rotos que estábamos, de las vidas que habíamos tenido desde la colisión y... a un nivel mucho más interno del que habíamos hablado nunca. Necesitaba saber que era mi amigo de verdad, lejos de la mansión… Saber.. que estaría para él, y él para mí en cualquier parte del mundo.

Esperé unos instantes y no fue hasta que supe que accedió, que escupí toda mi vida. Me acabé la copa de un trago, me serví otra y repetí el gesto hasta dejar la copa vacía en la mesa. La botella estaba cerca de acabarse. Tomé aire con los ojos cerrados y… hablé -Tengo traumas y pesadillas desde que sufrí repetidas violaciones cuando apenas tuve que dejar la mansión por primera vez. Estuve una etapa de mi vida viviendo en la calle y haciendo cosas por las que me cortarían las manos en algunos países. En abril me encontré con un demonio, que hizo que me cuestionase todas mis creencias y me hizo sentir como la persona más despreciable del mundo… y aún creo que lo soy. Me reencontré con mi amiga, Lilith, quien volvió a dejarme tirada meses más tarde y no sé nada de ella desde hace tiempo ya. Demasiado incluso para que me importe, creo-entorné la mirada un instante, ponderándolo. Todo el discurso lo escupí mirando al suelo, incapaz de sostener la mirada que notaba que mi amigo tenía sobre mí - Planaria poco a poco me fue demostrando que era un gilipollas a quien yo importaba más bien poco y ¿Sabes qué? Lo di todo por él. Su trabajo en la mansión, mi piso, la ciudad, el aeropuerto, incluso toda jodida Europa. No puedo escapar de su recuerdo en ningún sitio. A principios de verano descubrí que tengo una hermanastra o media hermana, no sé cómo llamarla a quien también importo una mierda y por quien también di todo y ayer mismo me traicionó de la manera más ruin que existe. - Consideré por unos minutos contar los detalles de esto, pero agité la cabeza y seguí, sin permitir una interrupción- Oh, descubrí que soy medio asgardiana, sí, esos nórdicos que viven en un mundo alternativo al que se accede por el arcoiris. Pues soy una bastarda y mestiza de ese maldito planeta, mundo, plano, dimensión o lo que...coño sea…- dije mirando el libro de mitología nórdica que asomaba por mi mochila- Pedí a Charles que me devolviera mis recuerdos, porque descubrí que los había bloqueado él… -bufé una risa irónica, el alcohol empezaba a afectarme quitando los pocos filtros que me quedaban- Y sigo sin saber nada de mi infancia. Así que no accedió. Como al parecer a mí me estaban pasando pocas cosas, empezaron a pasarle a mis seres queridos. Elsa tiene una carta de las del Joker, por eso me la traigo aquí, y aparte de volverme un poco paranoica, siento una impotencia horrible al no poder ayudarla ni protegerla como quisiera…. Y… Todo esto me ha convertido en una anoréxica ansiosa insomne que no puede parar de tener conductas autodestructivas y que -Me ahogué al notar una lágrima en el cuello. Todo este tiempo habían estado rodando las lágrimas por mis mejillas y no me había dado cuenta. Sin mirarle, extendí la mano para la botella y la incliné decidida a acabármela. Podía quemar el alcohol de mi estómago, incluso de mi sangre… Pero hacía tiempo que prefería sentir la embriaguez liberadora y feliz a vivir en el mundo real. -Y ya sabes más de mí de lo que nadie en este jodido planeta… -Le clavé la mirada- Nadie- La respiración empezaba a entrecortarse, fruto de la ansiedad- Te toca- Dije sin más. No pensaba ahondar en lo mío hasta no saber qué le había pasado a él. Mi expresión estaba muerta, gris, inerte… Como la de una persona que se despierta un día más, sin opción al suicidio.

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime17th Marzo 2018, 00:24


Los tranquilos acordes del piano y el saxo comenzaron a flotar por la habitación inundándolo todo con el aroma de la nostalgia. Drago asintió en silencio. Sasha había sido la primera persona con la que se había atrevido a abrirse, la primera que le había ofrecido su amistad sin reservas. ¿Cómo olvidarlo? Había recorrido un largo camino desde entonces, pero la primera piedra se había asentado allí, en el Blue Note, aquella noche de abril de hacía casi un año.

- Es increíble cómo pasa el tiempo -musitó, asintiendo, y después señaló al equipo de música con la cabeza-. Aún te acuerdas -sonrió.

No podía evitar sentirse agradecido con Sasha. Después de Sam y Logan había sido la primera que le había ofrecido su amistad sin reservas y sin que le importara la imagen oscura y hosca que había trabajado durante años para mantener a la gente alejada de él. A Sasha eso no le había importado; había sabido ir más allá.

Hizo un gesto de invitación cuando ella se ofreció a cocinar para él esos días.

- La verdad es que yo nunca me molesté demasiado por aprender a cocinar, tenía otras cosas en la cabeza -a veces literalmente, como cuando las sombras le hablaban-. Al final casi siempre termino comiendo cualquier cosa de los platos precocinados del supermercado o de los locales de comida rápida. Si me dejas cocinar a mí posiblemente termine incendiando la cocina, así que, claro, siéntete como en tu casa. Pero porque prefieras hacerlo así, no porque tengas que agradecerme nada. Ya sabes que esto lo hago encantado.

Se dirigió hacia un abridor de vino de pared y descorchó la botella antes de volver junto a ella. Simplemente la observó mientras daba cuenta de la primera copa con tanta rapidez. El vino que se tomaba con los aperitivos estaba dulce, y seguramente no era lo más indicado para calmar la sed.

- ¿Quieres que te traiga la botella de agua? -inquirió en tono neutro. Sabía perfectamente lo tentador que era ahogar las penas en alcohol, y aunque su religión no hacía más que advertir acerca de los peligros que tenía el hacerlo, no sería él quien la juzgara.

La pregunta que le lanzó suscitó en ella una reacción que a aquellas alturas ya no le tomó por sorpresa. Siempre había sido buen observador, pero no había que ser muy listo para sumar dos más dos.

- Planaria y yo hemos roto.

También él desvió la mirada al notar el brillo acuoso de sus ojos para no hacerla sentir incómoda. Sabía lo mal que podía hacer sentir que te pillaran en un momento de debilidad; era algo que él evitaba siempre a toda costa.

- Pero en realidad mi caída empezó hace casi un año...

Volvió a mirarla, sorprendido. ¿Un año? Ése era el tiempo que llevaban saliendo como amigos y él nunca había detectado nada. Joder, iba a ser que no era tan buen observador después de todo...

- Estoy dispuesta a contártelo todo… si tú haces lo mismo conmigo. Sabes que no confío en nadie y.. necesito saber que estoy en plena confianza con alguien. Poder soltarlo todo y saber que no me quedaré sola en esta… vulnerabilidad de mierda.

Aquella era una pregunta complicada, y Drago no respondió de inmediato, limitándose a observar su copa intacta mientras meditaba acerca de la respuesta. Él siempre había sido un hombre muy celoso de su intimidad. Había conocido a Cassandra en octubre, habían empezado a salir en diciembre y no le había hablado a nadie de ella hasta que la había presentado en el grupo un mes y medio después.

Sasha era su amiga, era alguien en quien confiaba, y antes o después habría terminado contándole todo, pero no hacía ni diez días desde que Cassandra le había abandonado sin dar ninguna explicación y la herida estaba aún demasiado fresca. Para ser sinceros, no le apetecía hablar del tema, y menos aún le apetecía hablar de lo que le había hecho Elissa, pero el tono con el que se lo pedía... Parecía que le faltaba muy poco para echarse a llorar, y, a juzgar por sus palabras, tenía la impresión de que le haría bien poder desahogarse con alguien. En esas circunstancias, suponía que podía hacer de tripas corazón y pasar un mal trago por ella. Además, ¿qué era lo peor que podía pasar? Le había preguntado por la ruptura con Planaria, así que sólo tendría que contarle lo que había pasado con Cassandra. No tendría que remontarse a...

A...

- Ya-Allah*... -musitó, impactado y horrorizado.

Habría querido pedirle que parase, que se detuviese. Desde que habló de las violaciones empezó a sentir que le faltaba el aire y que el corazón le latía de una manera tan fuerte que parecía que fuera a estallar de un momento a otro. Palideció de manera ostensible recordando el momento de la película El Piano en el que el personaje de George Baines había intentado forzar a Ada Mcgrath en presencia de su hija y él había tenido que salirse del cine sin poder soportarlo.

Inicialmente había pensado que había sido porque, siendo un niño, había tenido que ver cómo violaban a su madre durante la guerra, pero resultó que había más detrás, mucho más. Él mismo había sido forzado entonces, sólo que durante años el recuerdo había permanecido bloqueado en su psique hasta que Elissa lo había sacado a la luz y después lo había vuelto a ocultar. El mago Arión había desbloqueado de nuevo aquellos terribles recuerdos el mismo día del abandono de Cassandra y había intentado por todos los medios focalizarse en ella, en la ruptura, para no tener que pensar en... lo otro. Para no tener que recordarlo otra vez.

La copa que hasta entonces había sostenido entre las manos se deslizó hasta el suelo, donde se hizo pedazos que se esparcieron sin orden ni concierto por el entarimado de madera. El mutante estaba lívido, pero las terribles revelaciones de su antigua alumna y compañera no habían hecho más que empezar... y él estaba demasiado en shock como para decir nada o pedirle que se detuviese.

Pero hubo algo que, finalmente, le sacó de su estupor. Una palabra que activó la parte de él que había quedado embotada ante su discurso: anorexia nerviosa. En ese momento, su expresión entera cambió volviéndose sombría y dura. Transcurrieron algunos tensos segundos hasta que ella le indicó que había llegado su turno, y, en ese momento, el bosnio salvó la distancia que la separaba de ella para apartar de un manotazo la copa de alcohol que estaba rellenando, que se estrelló contra el suelo. La botella también se la arrebató, con una violencia que hasta ahora nunca había llegado a mostrar ante sus seres queridos, y, con gesto de desprecio infinito la arrojó por los aires hasta que terminó reventando contra la pared de ladrillo de enfrente. Sin detenerse ahí, la agarró con brusquedad por la pechera del jersey negro que llevaba y la sacudió para devolver la vida a aquellos ojos muertos.

- ¡Reacciona! -exclamó, fuera de sí-. ¡Eres más fuerte que ésto, maldita sea! Eres... eres... demasiado fuerte como para... hundirte así...

Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y la soltó, impactado. Se apartó de ella y retrocedió. Estaba temblando, y terminó por darse la vuelta y apoyarse en la mesa del comedor, intentando tranquilizarse. Cuando logró serenarse se volvió hacia ella, pero se le seguía notando tenso.

- No tienes anorexia -manifestó, con una calma fría que contrastaba notablemente con su agitación anterior-. Llevamos todo éste tiempo hablando de lo que vamos a comer y cómo y los anoréxicos evitan todo lo que tiene que ver con la comida. No te he visto poner mala cara precisamente ante esos quesos, y cuando te he dicho que te veía muy delgada no lo has negado en ningún momento, cuando la distorsión de la percepción corporal es uno de los síntomas más claros de ese trastorno.

Drago no era psicólogo, pero durante los años que pasó en el orfanato y en el ejército se había dedicado a estudiar psicología por cuenta propia para poder profundizar en la psique de sus víctimas, entenderlas y encontrar la mejor manera de atormentarlas. Puede que no fuera un experto, y a buen seguro no sabría tratar a un enfermo, pero la anorexia era un trastorno común, y no hacían falta grandes conocimientos para saber lo más básico.

- Si no has dejado de comer por enfermedad mental, significa que lo haces por elección propia. Por razones que tú crees justificadas a causa de tus padecimientos. ¿Crees que has sufrido, Sasha? ¿Alguna vez has vivido una guerra? -su tono volvió a tensarse de repente y las lágrimas comenzaron a aflorar a sus ojos. Lágrimas de dolor, impotencia y rabia-. Mi hermana murió de hambre durante el asedio de Srebrenica -quizás se tratara de un efecto óptico, pero comenzó a dar la impresión de que las sombras de la habitación se condensaban de manera inquietante tras él-. Los serbios impidieron el acceso a los convoys de ayuda internacional que traían medicinas, comida y combustible. También destruyeron los depósitos de agua, interrumpiendo el suministro de agua corriente -a aquellas alturas de la narración las lágrimas fluían ya libremente por sus mejillas-. Mi hermana siempre fue de salud frágil... La debilidad por la falta de comida y agua la postró en la cama y ya no volvió a levantarse. A mi madre la violaron los soldados serbios. A mi padre lo fusilaron y a mí me enterraron vivo con sus cadáveres. ¿Crees que eres la única que tiene problemas? Puede que tu hermana no sea lo que habrías querido, pero al menos tienes una hermana. A mí me llevaron a un orfanato donde nadie quiso adoptarme porque era "demasiado mayor" y tenía trastorno de estrés postraumático. He pasado solo toda mi vida, sin amigos ni nadie que me quisiera, y la única persona que lo hizo, la mujer con la que me iba a casar, me abandonó hace diez días sin dar ninguna explicación. Ah, y por cierto, yo también tengo una de esas puñeteras cartas del Joker. Estoy jodido, tan jodido que durante mucho tiempo pensaba que las sombras me hablaban, y me dediqué a matar criminales de guerra y a tomarme la venganza por mi mano. Pero nunca he dejado de comer porque sé que cada día hay personas que mueren de hambre en el mundo, personas que matarían por tener acceso a los recursos que nosotros despreciamos o ignoramos frívolamente porque los damos por sentado -su tono se dulcificó al mirarla-. Tú eres fuerte, Sasha, una de las personas más fuertes que conozco. No puedes dejarte derrotar así. No puedes... Tienes que luchar y salir del pozo. Nadie puede hacerlo por ti y desde luego no vas a encontrar la solución en el fondo de una condenada botella.

Cuando finalmente terminó, no parecía ya enfadado, simplemente... descorazonado. Y profundamente abatido.

Nadie dijo que sincerarse fuera a ser algo sencillo.

*"Oh, Alá", en árabe.

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime19th Abril 2018, 16:10

Drago se mostró amable desde el principio, demostrando sus buenos modales, su cordialidad y su buen corazón. Su torpeza en la cocina se me hacía encantadora y su refinería era toda elegancia. Juraría que era la primera persona que conocía con un abridor de pared. También era observador y estaba convencida de que mi aspecto no le había pasado desapercibido. Cuidaba los detalles, como cuando me ofreció el agua junto con el alcohol -No, gracias, estoy bien- Negué amable con una sonrisa, confirmando mis recuerdos de su capacidad de observación.

Cada trago de vino me hacía más fácil enfrentarme a esa situación. Iba notando como poco a poco se deshinibían mis sentidos y sonreír era más fácil que con la realidad a cuestas. Siempre había vivido sola salvo cuando estuve con Planaria. Que bueno, se pasaba fuera más de la mitad del tiempo en mierdas en las que yo ni sabía que estaba metido. Así que sí, prácticamente viví toda mi vida sola. No tenía que darle explicaciones a nadie, me emborrachaba si quería, me desnudaba si quería, lloraba si quería. No tenía que dar explicaciones ni responder ante casi nadie.

Noté que su mirada se clavaba en mí cuando le confesé que llevaba un año así… Fue un puñal de color azul que sentí como si me atravesara, como si le estuviese traicionando al no habérselo contado en todo este tiempo. Cada palabra era como apretar una brida que se ceñía a mi cuello por instantes más tensa. A cada segundo que pasaba me costaba más hablar y respirar, pero no me detuve.

Lo único que veía delante de mí eran mis manos derrotadas sobre mis rodillas, hacia arriba. Y de refilón, las suyas. Todo cuanto conocía había conocido había muerto para mí o se había extinguido. Mi vista se empañaba en lágrimas alejándome de la visión de la realidad y difuminando todo lo que filtraban mis pupilas. No pude impedir que el llanto y la ansiedad me asfixiaran de nuevo y cuando noté mi copa volar me encogí como un perro maltratado cuando ve una mano hacerle sombra. Volví a hacerlo cuando me quitó la botella y por último lo repetí cuando la estalló contra la pared, alzando las manos para cubrirme la cara, asustada. Era la primera vez que veía a mi amigo así.. y… por un momento creía que cargaría contra mí.

Y ojalá lo hubiese hecho así y no como lo hizo.

Le miré confusa, con los ojos llenos de lágrimas que arrastraban el maquillaje hasta la comisura de mis labios. Me sostuvo de la ropa, zarandeándome y me quedé en shock. Sólo le miré, asustada… suplicándole en mis pensamientos que no me hiciera más daño. Agarré sus manos con las mías, sin apenas fuerza. Debió parecer una caricia. No le detuve… Tampoco podría. ¿Había...sido demasiado? Tal vez… Tal vez tenía que haberme callado.
Sí. No tendría que haber ido nunca.

Se alejó de mí, temblaba. Conocía esas reacciones muy bien… Algo de lo que yo había dicho le había tocado dentro sus esquemas. No sabía qué y mi vulnerabilidad no me permitiría sacar fuerzas de flaqueza para averiguarlo. No me quedaban más. Quería levantarme, pero las piernas no me respondieron presas del pánico. Quería hablar, pero las lágrimas me asfixiaban la voz con su mano invisible. Quería decirle tanto… e hice tan poco.

Estaba paralizada. Las lágrimas seguían brotando mientras él luchaba por calmarse. No fue hasta que me habló que reaccioné, encogiéndome de nuevo, esperando más puñales para mi corazón. -Me la diagnosticó un psiquiatra…- murmuré como excusa sin apenas mover los labios. Me sentí la persona más miserable del mundo. En otra circunstancia habría saltado y sentía la rabia en su corazón, esa llamarada de ira que la instaba a defender su infierno personal. ¿No podía estar mal una persona si no había vivido una guerra? ¿¡NO HABÍA PASADO POR SUFICIENTE!? -No.. no la he vivido…- repetí en el mismo tono de voz, dejando la vista perdida en la nada. Fue cuando me di cuenta.. Mi carácter fue lo último que perdí antes de estar muerta en vida.

Podía estar de acuerdo o no con su razonamiento. Y que cuestionase mi dolor han sido una de las cosas más dolorosas del mundo… Pero él empezó su discurso y no pude hacer otra cosa salvo escucharle. Por primera vez en la vida sentí tener a Dragoslav desnudo delante de mí. Se había introducido los dedos a través de su propio pecho y los había hundido en la carne hasta desgarrarla y mostrar el puro hueso que era. Toda su vida había sido un infierno y quería hacer que el dolor desapareciese de la vida de mi amigo. Pero apenas tenía fuerzas para mirarle a la cara mientras hablaba...

Su confesión no fue sólo su confesión. Me recriminaba mientras hablaba sobre sus dolores más íntimos. Quería discutirle. Gritarle lo equivocado que estaba. Enseñarle que vivía bajo un engaño respecto a mi vida… Todo este tiempo he estado mostrando sólo lo que quería y nunca lo que era real… No podía exigir que me conociera como quería que lo hiciera en realidad si nunca dejé que accediera a la peor parte de mí.

Cuanto más le escuchaba más se me encogía el estómago en náuseas, más hiperventilaba y más lágrimas caían imparables por mi rostro. Noté cómo suavizaba la voz para repetirme el mensaje de que tenía que resistir. Pero yo no podía escucharlo otra vez. No estaba dispuesta a recibir al Dragoslav dulce después de que me destrozase el alma como lo había hecho. Miré mis maletas, con la idea de levantarme, cogerlas, reconocer que había sido una mala idea, disculparme y seguir huyendo de mi desastre... Pero todo mi cuerpo se movió violento hacia delante, en una arcada que detuve, poniéndome ambas manos sobre la boca y me lancé corriendo al baño del piso de abajo, cerrando con pestillo al entrar. Caí sobre mis rodillas y vomité toda la bilis y el agua que tenía en el estómago, con arcadas violentas. Debido al llanto tenía la nariz taponada y entre arcada y vómito luchaba por intentar respirar lo mejor posible. Ni siquiera así pude parar la tristeza y seguí llorando, como una niña pequeña, quejidos incluídos.

No sé cuánto tiempo debí estar en el baño, para mí fue una eternidad. Eché todo lo que tenía que echar y cuando estaba segura de haber terminado, tiré de la cadena, me enjuagué bien la boca con agua, robando un poco de colutorio también y me vi en el espejo. Me lavé la cara hasta que eliminé todo rastro de maquillaje y vómito de mi cara. Agradecí el agua fría y me sequé usando mi poder hasta que las gotas desaparecieron en un instante, evaporadas. Me soné la nariz con papel higiénico que tiré a la basura más tarde, me recoloqué el jersey que seguía arrugado de su apretón y respiré hondo, mirando por un instante una de las cuchillas de afeitar de Drago. Si Elsa no estuviera con vida, seguramente ya lo habría hecho.
Corrí el pestillo y abrí la puerta. Seguía siendo ese cadáver andante que era hace unos instantes, sin ganas, sin brillo en la mirada o en la piel, pero al menos estaba limpia y el ataque de ansiedad había pasado. El camino al sofá/cama donde estábamos sentados y donde se supone que yo dormiría se me hizo eterno. Pensé de camino mis posibles palabras. Qué iba a decirle… ¿Discutir todo lo que había dicho? ¿Demostrarle que no era así? Acaso… ¿Merecía la pena el esfuerzo en que empatizase con mi dolor cuando su vida ya estaba impregnada de él?-Tú ya has pasado por mucho...Demasiado... No...te pido que me entiendas…- empecé hablando con una suavidad y una calma que correspondía a lo agotada que me encontraba anímicamente. -Sólo… que lo respetes…- dije respirando todo lo hondo que pude. -Mi vida no ha sido como la tuya, pero tampoco ha sido fácil… - acuñé pensando en contarle más, pero como si fuese con un resorte, me saltó el pensamiento de que dar más información iba a ser mala idea y negué con la cabeza -No tiene importancia…- Suspiré- Dragoslav… Si hay algo que necesito de ti es… - me detuve en ese pensamiento. Realmente no lo tenía tan claro.-Que no me culpabilices por quien soy. Te explicaré todo lo que quieras… te daré detalles… Haré lo que sea si te aclara que sepas a quién tienes delante… Pero no pienses así de mi…- Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas y mi voz temblaba-Porque eres lo único que tengo junto a Elsa…. Eres… Lo único que me queda…- mi voz se fue volviendo cada vez más y más aguda- Y no… No puedo pertderte… ¡¡Por favor!!- Sin pensarlo apreté los ojos y me coloqué a horcajadas sobre él, abrazándole por el cuello y hundiéndome en su hombro, gritando en llanto sin poder parar- ¡NO QUIERO PERDERTE! , ¡NO QUIERO QUE NADIE MÁS ME ABANDONE!- hipé un instante- ¡POR FAVOR, NO ME ODIES! NO LO SOPORTARÍA, TE QUIERO… NO PUEDO PENSAR QUE NO ESTÉS EN MI VIDA- Patética, idiota, frágil, blanda, débil… Son cosas que me decía a mí misma en la cabeza… Pero lo único que me importaba en ese momento era hacer lo que fuese para que se quedase conmigo.

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime30th Abril 2018, 01:05

Habría esperado cualquier reacción por su parte: ira, rabia, resentimiento... Cualquiera menos la imagen de absoluto desamparo con la que se encontró. El mundo se le vino encima cuando la vio así, repentinamente pequeña y vulnerable, tan diferente de la Sasha llena de fuerza y vida que él había conocido.

- Eso ha estado genial -dijo una voz desde la oscuridad.
- Sí, muy empático por tu parte, señor ejemplo de estabilidad mental -se burló otra.
- Se la diagnosticó un psiquiatra -repitió otra, haciéndose eco de la sensación de culpabilidad que martilleaba en su mente.
- Cualquiera habría podido pensar que precisamente tú mostrarías un poquito más de comprensión...

No, otra vez no... No las escuchaba desde que había empezado su relación con Cassandra, ni siquiera después de la ruptura. Sabía que no estaba loco, que las voces no eran más que una representación de los temores y preocupaciones que se agitaban en su interior, que cobraban una forma física a causa de su poder (terriblemente influido por su subconsciente) y sus fobias. Las voces no aparecían cuando estaba tranquilo, relajado y feliz. Sólo cuando se alteraba demasiado. Sólo en ocasiones como aquella.

Quería gritar de pura frustración. Se consideraba a sí mismo una persona empática, pero no había sido capaz de proporcionar a su amiga el consuelo que necesitaba a causa de sus propias mierdas internas, mierdas que la terapia con Elissa no había sido capaz de solucionar y que le dejaban claro una vez más lo terriblemente inestable que era, una realidad que ya había quedado dolorosamente patente durante el incidente de Halloween, cuando sus fobias le habían dejado bloqueado ante Nox sin poder actuar o reaccionar.

Quiso hablar, decir algo, pero entonces a ella le sobrevino una arcada y fue corriendo a encerrarse en el baño. La escuchó vomitar desde donde estaba, y fue a sentarse de vuelta en el sofá sintiéndose patético y miserable, y toda la tristeza que le había estado evitando desde la ruptura con Cassandra le invadió de repente. Miró los trozos rotos de la botella de alcohol en el suelo y se alegró de haberla arrojado contra la pared porque así no tendría que luchar contra la familiar tentación de ahogar las voces en el fondo.

- Deberías aprender a controlar tu temperamento -susurraron las sombras.

- Iros al infierno -replicó él en voz muy baja mientras se cubría el rostro con el brazo. De repente se sentía muy cansado. La escuchaba llorar en el baño. ¿Qué clase de hombre hacía llorar a una mujer? ¿Qué clase de hombre era él?

Al fin, la puerta se abrió y la vio avanzar hacia él, expectante.

- Tú ya has pasado por mucho...Demasiado... -empezó, despacio- No...te pido que me entiendas… Sólo… que lo respetes…

- Sasha, lo entiendo y lo respeto, yo...

- Mi vida no ha sido como la tuya, pero tampoco ha sido fácil…

- No quise decir...

- No tiene importancia… -dijo con un suspiro- Dragoslav… Si hay algo que necesito de ti es… -se detuvo en ese instante, y él también, ansioso-. Que no me culpabilices por quien soy. Te explicaré todo lo que quieras… te daré detalles… Haré lo que sea si te aclara que sepas a quién tienes delante… Pero no pienses así de mi…

- Sasha, te equivocas, yo no...

Pero sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas, como un dique a punto de derrumbarse.

- Porque eres lo único que tengo junto a Elsa…. Eres… Lo único que me queda… Y no… No puedo pertderte… ¡¡Por favor!!

De manera inesperada se subió a horcajadas sobre él, dejándole con los ojos abiertos como platos mientras le abrazaba y le hundía el rostro en el hombro, llorando.

- ¡Sasha! -exclamó, totalmente desarmado y descolocado.

Aunque era cierto que procedía de una cultura europea en la que las distancias físicas no eran tan marcadas como en América, también era musulmán, y en su religión no estaba bien visto tomarse tantas confianzas con una persona del sexo opuesto con la que no estabas comprometido. La postura que ella había adoptado sin pensar tenía connotaciones sexuales que le ponían nervioso, especialmente siendo ella una antigua alumna que, hasta hacía muy poco, había sido la novia de un amigo suyo.

- Vale... wow, Sasha...

Con cierta torpeza le pasó el brazo derecho por los hombros, acariciándole la espalda con el izquierdo para tranquilizarla y dejándole tiempo para que se desahogara, pero en cuanto notó que los temblores de su cuerpo se mitigaban la separó con delicadeza de sí y, levantándola con cuidado la depositó suavemente en el sofá junto a él. Sacando un pañuelo de papel del bolsillo del pantalón le limpió las mejillas y los ojos y le ofreció el paquete por si quería sonarse la nariz. Aguardó con paciencia hasta que se hubo serenado del todo, mirándola con sus ahora límpidos y prístinos ojos azules.

- Sasha... yo no te odio. No podría odiarte -le dijo una vez ella se hubo calmado-. Eres mi amiga. La primera que hice en Nueva York. Fuiste la primera persona que se arriesgó conmigo. La primera que supo ver más allá de la apariencia de sombras que mantenía a todo el mundo apartado. Gracias a ti supe lo que era la amistad -su mano buscó la de ella y la apretó suavemente buscando reconfortarla-. No voy a abandonarte.

¿Debía matizar que también la quería, pero sólo como amigo? No, no creía que fuera necesario, no era tan arrogante como para pensar que ella lo pudiera haber dicho en ese sentido. La conocía desde hacía ya tiempo y sabía que Sasha era pasional en todo cuanto hacía, también en su forma de querer, en general.

Aparte, se le daba mal decir "te quiero". A diferencia de ella, no era muy bueno en eso. Era más de expresar las cosas a través de los actos más que por medio de las palabras. Las palabras nunca se le habían dado demasiado bien, al menos hasta no hacía mucho.

- Sasha, escúchame. Me he portado como un animal y lo siento, es sólo... que no me esperaba ésto y no he sabido estar a la altura. Perdóname. No he dicho que no te entienda ni que no te comprenda, y tampoco pretendía iniciar una competición de desgracias. Pero... tus revelaciones han... despertado recuerdos muy desagradables, recuerdos que ni yo mismo he llegado a asimilar todavía y que tampoco estoy preparado para compartir con nadie. Cosas que me ocurrieron durante la guerra... -la presión sobre la mano de Sasha se intensificó ligerísimamente-. Cosas de las que no quiero hablar. Eso ya me ha puesto nervioso y he perdido los papeles. También me has hecho recordar a mi hermana... -dándose cuenta de que estaba apretando demasiado la mano morena aflojó la presión y acarició levemente sus nudillos con el pulgar-. Lo siento, de veras. Sé que tu vida no ha sido fácil, sólo... no sabía hasta qué punto. Siempre me he considerado buen observador, pero en todo éste tiempo no he estado ni remotamente cerca de poder adivinar una mínima parte de lo que me has contado. Lo siento mucho, Sasha. Si quieres puedes contarme lo que sea. Prometo no romper nada más -dijo, con una sonrisa de disculpa-. Y después te contaré por qué estoy en París.

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime8th Mayo 2018, 11:21

Nunca. Jamás en la vida pensé que un viaje sería tan caro. Sólo quería ver a mi amigo, divertirme con él o al menos… poder ahogar penas y llorar hombro con hombro. ¿Qué mierda había pasado? ¿Cómo habíamos llegado a esa situación de tensión? Nunca había visto a mi amigo sentir cosas tan dispares en tan poco tiempo. Tenía llanto, ira, dolor, frustración, bloqueo, tristeza, aturdimiento… Y para mí, él era un referente de maravilloso liderazgo. Un estandarte cuando todo caía…
Escuché, sin embargo, ese “iros al infierno” aún desde el cuarto de baño en un instante de silencio entre arcada y arcada. No… No quería que mi amigo se sintiese así. Seguramente pensase que estaba loco la mitad del tiempo y la otra mitad… se convenciera de que no era real. Yo había pasado por un instante de locura parecido… Y sólo ese momento ya había sido un infierno en vida.

Por eso… y por todo lo demás, me rompí delante de él, abrazándole como si al relajarme fuese a desvanecerse entre mis brazos y fuese a encontrarme sola de nuevo, mirando a mis manos y a la inmensa soledad. Notaba la presión de la ansiedad sobre mi cabeza, cada vez más y más estrecha, apretándose unas tuercas invisibles en mis sienes que no paraban de generarme un pálpito constante por la taquicardia. Todo mi cuerpo había empezado a enfriarse, como cada vez que perdía el control y a cada segundo que pasaba sobre él bajaba grado a grado la temperatura mientras mis temblores nerviosos iban cesando poco a poco. Por eso, cuando me apartó no pude reaccionar de otro modo que habiéndomelo esperado. Primero porque quién querría tenerme a mí así de cerca… Y segundo, por el frío.

Me volcó en el sofá con delicadeza, aunque el gesto doliese como una puñalada directa. Me quedé de lado, con la cara apoyada en el respaldo y los brazos extendidos hacia él sobre mis muslos, como si me aferrase al recuerdo del recorrido que había hecho, deseando volver a sentirle cerca. Apenas me moví desde que me soltó… Le miraba, pero la pupila y las lágrimas era lo único que se movía en mí. Sentí su tacto en mi cara y reprimí las ganas de apretar la caricia, moviendo la cara hacia su mano hasta que conseguí reprimir la voluntad de hacerlo y me limité a sonarme la nariz hasta quedar completamente despejada. Doblé el pañuelo varias veces hasta poder dejarlo en la mesa para luego tirarlo.

También noté los dedos ciñéndose en torno a mi mano, pero miré esa escena, memorizando su mano y la mía juntas… Mi pupila descansó en mis ojos hinchados de llorar, cerrados durante un suspiro.

-Yo...tampoco he compartido esto con nadie- fue lo único que conseguí decir, demostrándole que la confianza estaba siendo mutua. Llegado a un punto… Volvió a ser lo que más me importaba. Que él estuviera bien, independientemente de mi estado de ánimo. Mi mirada seguía perdida en cualquier parte y seguí sin moverme. Mi voz sonaba monótona y empañada por el llanto, algo ronca -Sólo...quiero que estés bien. Todo lo demás me da igual- Me percaté entonces de que todo este tiempo el corte vertical que descansaba cerca de mi muñeca, había quedado expuesto y di la vuelta al agarre de mi mano, rezando a todos los dioses esperando que no lo hubiese visto. De no ser por él y por Elsa…no seguiría aquí.

Y entonces reaccioné, separando la cara del sofá, mirando a las gotas de vino que rodaban por la pared de ladrillo después del estallido -¿Sabes…? Siempre te he percibido como una canción preciosa. Eres… esa melodía que suena tan triste y aun así no sabes por qué te hace sentir tan bien.- sonreí mirando a la nada- Desde que te vi aquella noche en el local…  Siempre has sido una historia de las sinfonías más bonitas que han tenido el valor de conocerme y de las que he podido disfrutar- Acaricié su mano con mis dedos, correspondiendo por primera vez al gesto, ampliando la sonrisa.

-Creo… que… hay que dejar mi historia de lado por un momento… Si no lo has visto a pesar de lo intuitivo que eres es...porque no he querido que lo vieras. Pero ahora… me da igual desnudarme frente a ti. Si alguien tiene que matarme, prefiero que seas tú- terminé antes de respirar hondo, llevándome la mano libre al pecho.-Así que… más tarde, en la cena si quieres, podemos resolvernos preguntas el uno del otro… Pero ahora, cuéntame- ¿Por qué estás en París…?

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime24th Mayo 2018, 01:00

Le partía el corazón verla tan destrozada y no sabía qué hacer... ¿Cómo podía ser tan bueno leyendo a la gente y a la vez tan inútil actuando en consecuencia? No podía evitarlo, todos esos años de completo aislamiento habían provocado que le costara muchísimo romper las barreras emocionales que su propio inconsciente había erigido. Algo tan simple como un gesto afectuoso, como la inocente caricia sobre la mano de Sasha, se le hacía muy difícil, pero se esforzaba porque sabía que tenía que hacerlo porque ella le necesitaba. Y era... agradable pensar que, por una vez, era a él al que necesitaban, y no al tenebroso álter ego superheroico que se dedicaba a dar palizas a los malos.

- Sasha... yo estoy bien -era mentira pero qué más daba-. Eres tú la que me preocupa -confesó apretando ligeramente su mano.

Ella entonces hizo un gesto brusco para voltear el agarre. El movimiento le llamó la atención porque hasta hacía un segundo había estado relajada y laxa, como sin ganas, y en esas circunstancias la aparición inesperada de un movimiento repentino había, por fuerza, de atraer su mirada. Pudo ver la marca de refilón antes de que la peligris la hiciera desaparecer, y lo que creyó intuir le dejó en shock. ¿Había visto lo que creía que había visto? ¿Significaba lo que creía que significaba? Él no era nadie para criticar una decisión así, por más que su religión lo prohibiera específicamente. También él había pasado por mucho, y, aunque en su caso no se mató físicamente, sí que lo hizo psicológicamente, anulando a Dragoslav Katich para reemplazarlo por el Ángel de la Venganza, y eso lo hizo porque no fue capaz en su momento de asimilar todo cuanto le había ocurrido en su vida. ¿Por qué iba a ser lo suyo mejor que lo que había intentado hacer Sasha? La única diferencia es que en su caso había sido de manera totalmente inintencionada e inconsciente, pero a la hora de la verdad lo que importaba era el resultado.

No le sacó el tema, no obstante. Drago siempre había sido una persona celosa de su intimidad, poco dispuesto a compartir con los demás los detalles más desagradables de su vida; Era por eso que entendía perfectamente que Sasha decidiera ocultar según qué cosas, y no sería él quien la presionara para hablar de lo que no deseara hablar, no cuando él mismo tenía tantas cosas que prefería olvidar.

- Oh, no soy una sinfonía, Sasha -dijo negando con la cabeza con pesar, con la mirada perdida en la pared manchada-. Una sinfonía se compone de Allegro, Scherzo y rondó. Dudo mucho que cualquiera de esos movimientos pudiera definirme, si acaso lo que más se acercaría serían algunas composiciones del siglo XX, como la música oscura y melancólica de Dmitri Shostakovich, superviviente de los horrores de la dictadura de Stalin, o quizá Wagner. ¿Conoces la ópera de Tristán e Isolda? -inquirió volviéndose de nuevo a mirarla, con el codo apoyado en el respaldo del sofá-. El tercer acto termina con lo que en alemán se traduce como “muerte de amor”, o Liebestod, en la que los protagonistas de la obra, incapaces de contemplar la realidad tal y como les es dada, se dirigen a un destino fatal pero a la vez violento e intenso -más o menos lo que había sido su vida-. Algo parecido al "Tormenta y Drama" del barroco oscuro europeo. Aún así, te lo agradezco -dijo con una sonrisa triste-. Yo a ti siempre te vi como una pieza de Jazz: étnica, abierta, tolerante, indómita, rompedora, audaz, espontánea, vibrante, fuerte y evocadora. Por eso te llevé al Blue Note la primera vez que salimos.

-Creo… que… hay que dejar mi historia de lado por un momento… Si no lo has visto a pesar de lo intuitivo que eres es...porque no he querido que lo vieras. Pero ahora… me da igual desnudarme frente a ti. Si alguien tiene que matarme, prefiero que seas tú.

Drago suspiró, volviendo a apoyarse en el respaldo para mirar al techo.

- ¿Sabes, Sasha? La vida es una sucesión interminable de momentos, tanto alegres como oscuros. Entre cada uno de esos extremos hay momentos que hacen saltar a nuestros corazones, y otros que nos hunden en la tristeza, la preocupación o incluso la desesperación más absolutas. La alegría y la tristeza son una parte inevitable de la condición humana; sin embargo, cuando perdemos control sobre nuestras emociones, podemos caer fácilmente en la desesperación, y esa es una situación muy peligrosa -estaba pensando en las marcas que había distinguido de soslayo en sus muñecas, pero no quería decirle de manera clara que las había visto-. Nunca se debe perder la esperanza, Sasha. Nosotros somos más fuertes que eso.

Y, entonces, llegó la temida pregunta. ¿Qué estaba haciendo en París y cómo explicarlo sin revelar las partes más escabrosas de su pasado recién descubierto?

- Creo que te conté... que le tenía fobia a la oscuridad, ¿no es cierto? -dijo, agachando la mirada-. A causa de los fusilamientos de Srebrenica... cuando me enterraron vivo en la fosa común junto al cadáver de mi madre -genial, ya empezaba a tener la garganta reseca y apenas había empezado a narrar su historia-. Y también sabes que estoy... estaba ciego... y que por eso siempre tenía que mantener activo mi poder, para absorber luz... Pero la noche de Halloween, la diosa Nox absorbió toda fuente de luz durante su ataque a Nueva York. No podía ver nada... y tuve un ataque de pánico. Precioso, ¿verdad? El líder de los X-Men aterrorizado -dijo con sorna-. Al menos me sirvió para descubrir que podía generar mi propia luz, no sólo absorberla... Pero no quita que fue un momento muy... vergonzoso que no podía permitir que se repitiera de nuevo, así que empecé a acudir a terapia psicológica. Mi terapeuta y yo... resultó que nos enamoramos en el transcurso de las sesiones, pero ella, por alguna razón, decidió borrar el recuerdo de lo que habíamos compartido haciendo uso de una magia que no sabía que tenía, creo que a causa del código deontólogico, ya sabes. Quería mantener la relación estrictamente... profesional -no pudo evitar cierta amargura en la voz al decirlo-. Eso fue antes de conocer a Cassandra. Entonces, ella y yo empezamos a salir y todo iba bien... Hasta le había pedido que se casara conmigo. Pero hace no mucho me sometí a un tratamiento experimental en Industrias Stark para recuperar la visión... Un Suero que hacía que tu ADN se volviera a reescribir exactamente cómo estaba en el momento de nacer. Yo no nací ciego, ¿sabes? Mis ojos... me los arrancaron cuando era cazarrecompensas. Los miembros de un cártel de droga y trata de blancas que intentaba desmantelar en Colombia. Eso tampoco te lo conté, perdona. Nunca me ha gustado que la gente se apiadara de mí, por eso evitaba revelar según que detalles.

Creía que Sasha lo comprendería, especialmente después de ver que ella también había estado ocultando las partes más escabrosas de su pasado.

- Existía una probabilidad de perder mis poderes mutantes, pero no me importó... Me sometí a la prueba sin decírselo a nadie, porque lo más importante para mí era recuperar mis ojos.

Posiblemente ahora Sasha entendería por qué los ojos del mutante eran de un límpido azul cuando antaño habían sido tan negros como la oscuridad de la que siempre se rodeaba.

- Y los recuperé... pero no fue lo único. Empecé a vislumbrar flashes... memorias reprimidas e incompletas. El Profesor me dijo que no podía ayudarme, pues la manipulación que habían hecho en mi mente no era obra de un telépata, y me aconsejó que fuera a visitar a un mago. Y eso hice. Resultó que en París habitaba uno de fama reconocida, miembro de la Liga de la Justicia. Me restituyó mis recuerdos y Cassandra me abandonó... Aún no entiendo muy bien por qué, si todo sucedió antes de que nos conociéramos. No lo sé... Todo está siendo muy complejo para mí, y llevo tratando de entender cómo mi vida ha podido pasar de estar comprometido y feliz, a punto de mudarme con la persona a la que amaba, a estar... bueno... en ésta situación. Un montón de planes de futuro tirados a la basura. Cassandra no me habla, no me coge el teléfono y no me responde a los mails.

Había omitido algunos detalles, como la identidad de Lissa, pero no había necesidad de poner su licencia en riesgo, no le deseaba ningún mal, y tampoco creía necesario mencionar su nombre. En realidad, para ser él, había compartido más de lo que esperaba en una sola noche. Era para estar orgulloso.

- ¿Y tú? ¿Qué te hizo exactamente Planaria? Parecía muy enamorado de tí...

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MensajeTema: Re: ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019]   ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Icon_minitime5th Junio 2018, 10:43

Drago había sido muy importante en mi vida. Era sin fallo de cálculo la amistad más antigua que conservaba y había pasado de ser profesor a amigo y luego a mejor amigo. Sin lugar a dudas era un pilar fundamental en mi vida y que me viese así… Por un lado me sirvió de alivio y desahogo. Siempre había mirado por los demás, toda mi vida y hasta ahora nunca había decidido romperme ni quebrarme así delante de nadie, sólo por pensar en el dolor que podría causarle y porque no me gusta contar las negruras de mi vida. Mi paciencia se vio muy cuestionada desde hacía ya un tiempo. No podía aguantar más por los demás.

Pero por otro lado, que fuese precisamente Drago quien tuviese que tragarse todo esto, y más después de acogerme y haberme cuidado durante tanto tiempo… me revolvió el estómago y me ahogó las ganas de llorar. Sabía que era mentira cuando dijo que él estaba bien. Nadie podría estarlo después de lo que había vivido -Y a mí me preocupas tú…- confesé tomando aire.

Por un instante mi mente se detuvo en considerar la situación de Drago al completo. Le abres tu casa a una amiga y ella te recibe con todo este problema, casi te obliga a contar tu historia, te somete a tanta ansiedad…
Y para colmo, noté el hormigueo en mi abdomen de que el alcohol empezaba a hacerme efecto. Sólo la idea de emborracharme en esa situación, sumado a todo lo que ya le había hecho pasar, era más de lo que estaba dispuesta a tolerar. Me llevé una mano al abdomen, sobre el estómago y frunciendo el ceño con concentración y los ojos cerrados empecé a evaporar el alcohol de mi estómago, que subía en forma de humo por mi esófago y se concentró en mi garganta, haciendo que soltara un suspiro de vapor denso con aroma a alcohol. Ya no podía consumir más. No así.

Escuché su discrepancia en la sinfonía y no pude evitar soltar una sonrisa, echando aire por la nariz. Una pieza de Jazz… Era el mejor halago que nunca nadie podría haberme dicho. Sin embargo a él le tocaba una pieza en solitario y eso no era algo con lo que estuviese de acuerdo. Le miré con ternura y con algo de tristeza, buscando sus ojos. -Nunca… voy a poder convencerte de que eres un ser de luz…¿verdad?- Pensar que no podía hacer nada más por él me hizo sentir inútil, perdida… y me hizo pensar para qué me querría tener Drago en su vida.

Pero preferí dejar esa sensación de lado y centrarme en lo que me contaba. En su historia, qué hacía allí y por qué tenía el corazón roto. Ya desde el comienzo de su historia.. estar enterrado entre otros cuerpos junto con el cadáver de tu madre… Apenas se me ocurría cómo mi mejor amigo tenía fuerzas para sonreír. Escuché con atención cada palabra y no pude evitar fijarme en que tragaba con dificultad, supongo que de ahogar sensaciones. Apoyé una mano en su muslo y dije breve, intentando no interrumpir -Sigue hablando- dije poniéndome en pie y acercándome a la nevera, sacando una botella de agua y un vaso que estaba secándose en el fregadero. Me volví a sentar a su lado, serví el vaso y se lo dejé en su lado más cercano de la mesa mientras me seguía contando su historia. -Oye, el miedo es instinto de supervivencia. Si alguien lo tiene que tener, prefiero que sea el líder- dije como apunte, sonriendo de un modo calmado. No quería ofenderle si me veía feliz ante su trágica historia, pero quería ofrecerle una mano amiga calmada, así que procuré mantener la sonrisa como un gesto amable ofrecida para él.

El romance con su terapeuta…me dio pavor. No por él ni por la situación en si… Sino porque la realidad de que entrasen en mi mente y toqueteasen lo que formaba mi vida era algo que me aterrorizaba. Siempre desconfiaba de las personas con capacidades mentales por eso. Con muchos de ellos ni siquiera te das cuenta de que están toqueteando tu identidad más íntima… Y me hizo recordar en como Xavier aún seguía reteniendo mis recuerdos. -Sí, te entiendo… Lamento que pasaras por eso- Dije dejando un ligero apretón en su hombro, permitiéndole continuar con su historia.


Al escuchar la proposición alcé las cejas y abrí los ojos más que de costumbre. No pude controlar mi gesto. Nos la presentó en… ¿Enero? ¿Cuánto llevaban juntos como para pedirle matrimonio? En los Estados Unidos la gente se casa por lo menos con un par de años de relación. -Estate tranquilo, Drago… Todos tenemos secretos… Te estoy profundamente agradecida de que me cuentes todo lo que me estás contando…- Remató con el abandono de Cassandra. Incomprensible por completo. -Has pasado por mucho Drago...Pero… Lo de Cassandra no es lo peor- era algo que él ya sabía, pero estaba tratando de organizar mis ideas mientras hablaba -Me refiero a que… Has vivido mucho y como tú bien has dicho, somos más fuertes que eso… Estabas comprometido y a punto de mudarte pero…. Si te soy sincera creo que también fuisteis muy rápido y… No va a venirte mal un tiempo para ti. Acostúmbrate al nuevo Dragoslav. Has estado viviendo muchos cambios repentinos desde finales del año pasado...y… Creo que te haría bien tener unos meses al menos donde te dediques a averiguar quién eres, qué quiere hacer Eclipse y cómo reencontrar tu camino a la felicidad- dije con sencillez. Siempre dar consejos era más fácil que cumplirlos pero esperaba que una opinión externa le sirviese de algo.

Entonces me preguntó por Planaria. Me quedé en segundo unos instantes con la mirada perdida en una costura del sofá-Ahm…- era la primera vez que lo explicaba. Sabía lo que había pasado pero nunca lo había puesto en palabras. Oía pasar los segundos en mi cabeza sin abrir la boca, así que lo dije tal cual lo sentí, con rabia en mis palabras -¡Que es gilipollas!- alcé las manos y las dejé caer sobre mis muslos-No soporto que se me trate como a una niña y él no paraba de hacerlo constantemente. Se jugaba el pellejo constantemente para “protegerme”. Se interponía entre mis objetivos, ¡llegó a ocultarme misiones de la patrulla sólo para que me quedase en casa!. A veces llegaba a casa malherido o tenía que salir a buscarle porque le habían reventado la cabeza. Tampoco es fácil ver a tu pareja constantemente en situaciones en las que una persona sin esa capacidad moriría. Le he visto desangrado, con medio cráneo, ensartado, casi desmembrado… Y a él le daba igual mi dolor. Siempre le dio igual-bufé. Ver la ira que tenía hacia él era algo fácil incluso aunque siguiese ciego -Me ha pasado todo lo que me ha pasado y más cosas en las que tampoco hace falta entrar y él nunca pudo estar para mí. Era yo siempre la que tenía que estar ofrecida a escucharle. Una y otra vez. No basta con haberle abierto mi casa, mi mundo, la mansión, el trabajo… ¡No!, tenía que escucharle cada, maldita, noche. Que si los Abyss, porque la traición, porque su mundo en Europa…- me di cuenta de que podía estar sonando poco empática-Entiendo que para él supuso un golpe muy jodido, pero tío, ¿En serio? Tengo pesadillas todas las noches, he dejado de comer, de dormir, mi cuerpo ha colapsado un par de veces, descubro que toda mi vida era una mentira y un sin parar de problemas y como en tu puta vida te han traicionado UNA VEZ y tienes que corregir exámenes, eres la persona más desgraciada del mundo? ¡Vete a la mierda!- Me apoyé en el respaldo del sofá y me agarré a un cojín. -No podía más, Drago… No me gusta comparar problemas, lo acabas de comprobar… Pero mi vida se consumía trago a trago y él se seguía quejando porque un día era de lluvia y por un pelo enquistado… Y yo me ahogaba. No tenía fuerza para tirar de mí… y mucho menos para tirar de él- Bufé, con una sonrisa negando con la cabeza.

Tomé aire, tratando de controlar la respiración -Perdón… tengo mucha rabia aún. Encima se quedó de profesor en la mansión y como miembro de la patrulla, no te creas que respetó mis espacios o lo que era mío. Y porque le eché de mi piso que si no quizá seguiría allí, el parásito- escupí. Mi ruptura no había sido triste como la de mi amigo. Había sido rabiosa. Me había hartado de mediar, de hablar las cosas, de poner de mi parte para que funcionase… Y desde luego no podía hacer más.

Agité la cabeza y miré a Drago. Entonces sonreí de verdad. Verle y tenerle cerca me tranquilizaba y recargaba las energías. -Dicho esto… Me alegro muchísimo de que te hayas construido así. Eres la persona más fuerte que conozco y te admiro cada vez más. Me hace muy feliz pensar que has recuperado la visión, que has dejado un mundo tan difícil atrás y que has podido experimentar el amor en este mundo. Teniendo en cuenta lo íntimo que eres, seguro que no se te hizo fácil… Para algunos, amar es un acto de valentía- Terminé buscando con la mirada el instrumento que había visualizado al entrar.

Me levanté dirigiéndome a la guitarra española que descansaba sobre la pared. -¿Sabes? Ya que no puedo convencerte de que eres luz... - Agarré la guitarra y recuperé mi sitio, algo más distanciada para darle espacio al mástil que pronto descansaría en las manos del mutante. -Puedo intentar demostrarte que sí eres música- le ofrecí el instrumento, con ruego en la mirada sintiendo nervios y emoción cuando la cogió entre sus brazos. -Sol, Re, Mi menor y Do. Todo el rato, es una canción de cuatro acordes- Tenía la manía de componer o adaptar poemas para la gente que quería. Por vergüenza, nunca lo expuse… pero si ese no era un momento para sacarlo a la luz, no sabría cuándo. En el caso de Drago tenía varias canciones y esta me pareció la más adecuada para el momento. Era una readaptación del poema My Shadow por Robert Louis Stevenson. Y esperé a que la afinase y empezase hasta completar un ciclo para empezar a cantar.

I have a little shadow that goes in and out with me,  
And what can be the use of him is more than I can see.  
He is very, very like me from the heels up to the head;  
And I see him jump before me, when I jump into my bed.  
 
The funniest thing about him is the way he likes to grow—
Not at all like proper children, which is always very slow;  
For he sometimes shoots up taller like an India-rubber ball,  
And he sometimes gets so little that there’s none of him at all.  
 
He hasn’t got a notion of how children ought to play,  
And can only make a fool of me in every sort of way.
He stays so close beside me, he’s a coward you can see;  
I’d think shame to stick to nursie as that shadow sticks to me!  
 
One morning, very early, before the sun was up,  
I rose and found the shining dew on every buttercup;  
But my lazy little shadow, like an arrant sleepy-head,
Had stayed at home behind me and was fast asleep in bed.

Le indiqué con el dedo que siguiese, dando un par de vueltas en el aire con la mano. Me puse a improvisar manteniendo el ritmo, con los ojos cerrados.

-La gente cree que la oscuridad es la muerte y no es así. La oscuridad es pecado dulce, picante, encuentros de amantes. En la noche se encuentran las sábanas desnudas contra pieles vestidas en saliva, el amor. Se engendra vida y locura, no se pide perdón. En la oscuridad se siente el tacto, esa chispa… Se generan amistades, en un pub, en un club de Jazz o en la vida misma. Si te empeñas en creer que eres oscuro no me importa, me quedaré a tu lado descubriendo los secretos de la sombra. Sueño, maravilla, fuerza fiera y valor… Contaremos estrellas hasta que se te pase el pavor….- Respiré hondo, abrí los ojos y le miré.
Por muy mal que estuviera. Por mucha distancia que nos separase, iba a estar para él. Para hacerle la compra o darle un riñón si le hacía falta. No pensaba perderle.

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¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir...? (Dragoslav y Sasha) [15 de Marzo de 2019] Firma_Sasha

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Le pasó el brazo por encima de los hombros cuando admitió sentirse preocupada por él, estrechándola contra sí como haría un padre con un hijo o un hermano con su hermana, reconfortándola. No dijo nada en respuesta; a veces los gestos son mejores que las palabras. Permanecieron así varios minutos, hasta que ella desintegró los restos de alcohol que quedaban en su organismo. Él la observó, con curiosidad y perplejidad al principio, hasta que entendió lo que estaba haciendo, momento en el que una suave sonrisa se dibujó en su semblante.

- Nunca he intentado impedir a nadie que bebiera, pero te prefiero así -confesó en voz baja-. No voy a decir que el alcohol es el diablo encarnado como defienden algunos de mis compatriotas, pero sí que te hace a menudo hacer y decir cosas de las que luego te arrepientes... Te ciega con un velo que te impide ver la realidad y ser consciente de tus actos.

Pensó en todas las veces que se había dejado llevar por sus compañeros del ejército cuando aún buscaba ser aceptado e integrado dentro de un grupo. Después de todos aquellos años en el orfanato, solo, mientras veía cómo los pocos niños que se acercaban a él terminaban siendo adoptados, la necesidad de aprobación se había vuelto una debilidad. Había ido con ellos a los bares y había hecho muchas estupideces cuando estaba borracho, como acostarse con prostitutas. Le había costado mucho tiempo expiar aquellos pecados, y a pesar de todo había vuelto a beber cuando había cortado con Cassandra. Suponía que, en ese sentido, sí podría decirse que el alcohol era como el diablo encarnado: Tentador y apetecible como vía de escape cuando el dolor te desgarraba por dentro.

La miró cuando volvió a hablar, pensativo, y negó con la cabeza.

- Soy un mutante que controla la luz -la corrigió-. Eso no me convierte en un ser de luz.

Su percepción de las cosas había cambiado mucho desde su encuentro con el Ghost Rider hacía dos meses. Ya no intentaba justificar según que partes de su pasado.

- Se agradece el intento -dijo tomando el vaso de agua cuando ella trató de excusar su fracaso en Halloween-, pero no me sirve de consuelo. Los dos sabemos que si se hubiera tratado de una misión de grupo podría haber terminado muy mal. Precisamente el líder no puede permitirse el bloquearse ante una situación problemática cuando su grupo depende de él. Tuve la suerte de que los compañeros con los que me encontraba en aquél momento eran adultos, estaban bien entrenados y poseían habilidades que igualaban o superaban las mías. Fue una completa irresponsabilidad por mi parte no haber tratado antes aquél problema cuando sabía perfectamente que lo tenía, pero es muy fácil autoconvencerte de que nunca llegará el momento en el que tengas que enfrentarte a él para así continuar evitándolo -volvió a negar una vez más, consternado-. Tendría que haber dejado de ser el líder en ese mismo momento, pero tampoco hay demasiadas opciones. Entre la Colisión y que Cíclope se marchó a Utopía llevándose a la mitad de los nuestros consigo... Fue la razón por la que acepté en primer lugar; No quería dejar tirado al Profesor, hizo mucho por mí.

>>¿Sabes? Iba a dejarlo -una vez abierto el caudal de las confesiones parecía imposible parar-. Cuando me casara con ella iba a irme a vivir a Gotham y me iba a ser imposible asistir diariamente a Nueva York. Ya había hablado con el chico que me sustituyó durante mi baja de Halloween para que me reemplazara en las clases de música. No sé a quién elegirían como líder para el grupo, y no me importaba. Incluso antes, cuando me sometí al Extremis... sabía que había una mínima posibilidad de perder mis poderes mutantes y tampoco lo consulté con nadie ni me importó -se encogió de hombros-. No lo sé, Sasha... Creo que últimamente he sido irresponsable y egoísta. Incluso ahora, quedándome aquí en París sin importarme si se me necesita en Nueva York... Toda mi vida lo único que he querido era ser feliz, y cuando las oportunidades han surgido me he abalanzado sobre ellas sin preguntar a nadie más. Creo... que tal vez no merezca ser el líder de nada, ni que se me considere un héroe. He hecho muchas cosas cuestionables en mi vida. Cuando despertó mi gen mutante me dediqué a matar a los responsables de la masacre de mi pueblo, y antes de eso, cuando ingresé en el ejército y me hice cazarrecompensas... todo fue con el mismo fin, un fin egoísta. Nunca me movieron fines nobles o desinteresados. No merezco llevar la X en el pecho. -sentenció con amargura.

-Has pasado por mucho Drago...Pero… Lo de Cassandra no es lo peor -agachó la mirada hacia el vaso, mirando más allá del cristal. De alguna manera le daba pavor lo que ella pudiera decir a continuación-. Me refiero a que… Has vivido mucho y como tú bien has dicho, somos más fuertes que eso… Estabas comprometido y a punto de mudarte pero…. Si te soy sincera creo que también fuisteis muy rápido y… No va a venirte mal un tiempo para ti. Acostúmbrate al nuevo Dragoslav. Has estado viviendo muchos cambios repentinos desde finales del año pasado...y… Creo que te haría bien tener unos meses al menos donde te dediques a averiguar quién eres, qué quiere hacer Eclipse y cómo reencontrar tu camino a la felicidad.

- Tienes razón -admitió-. Fuimos muy rápido. Qué puedo decir... Ya no tengo veinte años y siempre quise fundar una familia. Simplemente con el paso del tiempo me autoconvencí de que nunca sucedería, y, cuando apareció Cassandra... -se encogió de hombros una vez más-. Parecía totalmente hecha para mí. Era... sensible, con afinidad hacia la música, valiente, decidida, inteligente... Podíamos compartir tanto... Ella también tenía un pasado tortuoso, nos entendíamos -por primera vez en algún tiempo, alzó la mirada hacia Sasha-. Sentí que ella era la mujer que había estado esperando todo éste tiempo. La definitiva. Estaba tan convencido... ¿Qué sentido tenía esperar? Verás... en mi religión... no está bien visto mantener relaciones con otra persona si no estás casado con ella. Me he criado en París y he pasado ocho años en América, sé que vosotros hacéis las cosas de otra manera, y siempre lo he respetado, así que me amoldé, como siempre hago, pero... no estaba completamente a gusto con la situación. Le pedí que se casara conmigo, no porque quisiera hacerlo ya... Desde el principio le dejé claro que no había prisa alguna. Podían pasar años si ella así lo decidía, yo no quería agobiarla ni presionarla. Lo único que quería era la tranquilidad de ver el anillo en su dedo, para sentirlo como más... "oficial". ¿Sabes lo que quiero decir? Para no sentir que estaba... pecando de alguna manera -dejó el vaso de agua, ya vacío, sobre la mesa, y se pasó la mano por el cabello para apartárselo de la cara-. Perdona... Imagino que todo ésto debe de resultarte muy ajeno. Ya has convivido con una persona religiosa, pero el catolicismo y el islam son bastante diferentes en muchas cosas, aunque en otras sean parecidos. Sé que en algunos aspectos podemos parecer más... estrictos. Yo siempre he procurado ser flexible y no imponer a nadie mis creencias, por eso casi nadie sabe que soy musulmán. Tampoco le impuse nada a ella, sólo era una manera de estar en paz conmigo mismo. Debe de parecerte una estupidez, en fin... -con un suspiro, alzó la mirada al techo-. Tomarme un tiempo para mí mismo... sí, creo que es lo que voy a hacer. Es el mejor consejo que podían darme, gracias.

Ahora le tocaba el turno a ella de desahogarse, y él la escuchó en silencio sin interrumpirla ni una vez. Planaria había sido un buen compañero, pero jamás había alcanzado con él el nivel de intimidad y complicidad que tenía con Sasha, porque, a diferencia de ella, nunca se había molestado en tratar de ir más allá de lo que Drago mostraba. Planaria era un buen tipo, una compañía agradable para pasar un rato sin preocupaciones en el pub, pero siempre había sido demasiado simple, y esa simplicidad se traducía en un obstáculo cuando debía afrontar situaciones (o personas) un poquito más complejas, cosa que no ocurría con Sasha, cuya intuición y percepción resultaban a menudo sorprendentes.

- Wow -fue cuanto pudo decir cuando ella acabó-. Wow.

A menudo se decía que la religión musulmana tendía a despreciar, sobreproteger y minusvalorar a las mujeres; por eso resultaba tan irónico que el católico del grupo fuese el que había mostrado un comportamiento más primitivo en ese aspecto. Puede que Drago fuese bastante clásico en muchas cosas y que tendiera a mostrarse protector con las mujeres, pero eso era sólo con las que no tenían la fuerza o las habilidades para protegerse contra adversarios más poderosos por sus propios medios. Para Drago no era tanto una cuestión de género como de capacidad, de la misma manera que protegía niños u hombres que no tenían el entrenamiento o las aptitudes para defenderse por sí mismos. Después de ocho años trabajando junto a mujeres mutantes que podrían darle una paliza si quisieran, a Drago nunca se le habría ocurrido asumir que una mujer era más débil que un hombre por el simple hecho de ser mujer, y que Planaria pudiese considerarse más fuerte que Sasha no decía mucho de su buen juicio.

- Jamás habría sospechado esas actitudes de él -comentó cuando fue capaz de asimilarlo-. Si yo estuviera casado con una mutante entrenada como tú nunca le ocultaría misiones ni le diría que se quedara en casa.

De hecho ni siquiera lo había intentado con Cassandra, que era una humana sin poderes, y había estado yendo de patrulla y de misiones con ella. Era verdad que había estado a punto de verla morir a manos de Ultrón, pero por más que le preocupara eso no le daba el derecho a prohibirle hacer nada que ella quisiera hacer, porque, y eso era algo que tenía muy claro, ella no le pertenecía y era totalmente libre para tomar sus propias decisiones. Lo único que él podía hacer era aconsejarla, pero estaba en su juicio el desestimar o no su criterio.

- Me parece una actitud tan... arcaica. De verdad que jamás lo habría sospechado. Me sorprende que teniendo el carácter y las ideas tan claras que tú tienes hayas aguantado tanto tiempo esa situación. Por otra parte, puedo entender que, teniendo la capacidad de regenerarse, decidiera correr por su cuenta algunos riesgos, y también puedo entender que lo hiciera para protegerte, pero no es excusa. No tenía derecho a tomar esas decisiones por ti -de nuevo el recuerdo de lo que había hecho Elissa le llenó de amargura.

>>Lo demás sí que no me sorprende. Siempre me dio la impresión de que era un tipo débil de carácter, la clase de tipo que se derrumba por cualquier nimiedad. No me extraña que, siendo así, se focalizara tanto en sus pequeños problemas que no fuera capaz de ver los tuyos. Una vez más, no creo que lo hiciera a mala fe, realmente pienso que no era capaz de ir más allá. Siempre me pareció un tipo simple, pero entiendo que no fuera la clase de persona que necesitabas en tu situación actual. De hecho en realidad nunca he creído que pegárais demasiado, aunque él parecía quererte de veras y por eso nunca dije nada, pero ahora parece claro que no podía darte lo que tú necesitabas. Lo siento mucho, Sasha -dijo, volviéndola a abrazar de manera serena en el sofá-. Pero no te preocupes; tú vales mucho y estoy seguro de que terminarás encontrando quien te merezca.

Intrigado, vio como se levantaba y se dirigía hacia la guitarra que descansaba en la pared, preguntándose qué haría. Sabía que ella tocaba, así que le sorprendió cuando se la ofreció a él. Había pensado que la tocaría ella. Inicialmente vaciló; Drago era un enamorado de la música y coleccionaba instrumentos típicos de otros países, pero nunca había recibido lecciones formales para interpretar ninguno, ni siquiera con el piano. El bosnio era autodidacta. Según se decía, los músicos profesionales eran capaces de analizar la música al escucharla, percibiéndola como una secuencia de notas organizadas en compases de una duración determinada, mientras que los demás sólo podían distinguir la melodía en su globalidad. Algo así como el lenguaje hablado, que se componía de una secuenciación de fonemas, asignando palabras a conceptos, aunque la gente lo procesaba como un todo. En el caso de Drago, además de contar con un oído y una vista entrenados para reconocer e interpretar las sutilezas de la música, se trataba de un hombre muy perceptivo y observador, y todo ello, unido al profundo interés que la música le suscitaba, le hacía capaz de más o menos defenderse con la mayoría de instrumentos que poseía, pues éstos se clasificaban en tres categorías, cuerda, viento y percusión, y una vez que conocías las claves generales de uno, podías ser capaz de extrapolar el funcionamiento de otro si eras lo suficientemente diestro. Y Drago lo era, así que la recogió al ver su ruego.

- Sol, Re, Mi menor y Do -asintió colocándosela en el regazo y comenzando a manipular las clavijas para afinarla-. Debería ser capaz.

La letra de aquél poema se aproximaba tanto a su realidad que, de habérselo contado, Sasha no se lo habría creído. Pero lo más hermoso fue lo que dijo después. Drago guardó silencio unos instantes con los ojos cerrados una vez terminada la canción. Después, se levantó, dejando la guitarra sobre el sofá.

- Es lo más bonito que me han dicho nunca, Sasha -le dijo de corazón-. Por desgracia la poesía no es mi fuerte, pero espero encontrar algún día la manera de hacerte saber lo maravillosa que eres, porque sólo las palabras no bastarían -yendo hacia ella depositó un suave beso sobre su frente y la abrazó-. Gracias. Llegados a éste punto deberíamos salir a tomar algo, ¿qué dices? -propuso con una sonrisa-. Vamos, yo invito.

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