Una visita inesperada (Pamela L. Isley) [14/10/2018]

Estaba sentada en la mesa que utilizaba como laboratorio. Sorprendentemente era el único rincón que no parecía abandonado ni invadido de vida de todo el recinto. Y no se veía a simple vista sino que estaba oculto en una de las esquinas del hall principal del edificio. Estaba desarrollando la cepa principal que daría lugar al gas de Crane, concentrada, introduciendo en un capullo de flor unas gotas de néctar que resbalaban entre mis dedos cuando de repente todo vibró. Mis pequeñas se estremecieron e hicieron que mi piel se erizase. Me levanté súbitamente y me infiltré entre las ramas que escalaban hasta el techo, quedando totalmente desapercibida.
No... ¿Por qué él?

Cuando la puerta se abrió le miré desde la oscuridad... su traje, su voz, su sola presencia me provocaba náuseas y en un lugar muy muy muy lejano de mi corazón un ápice de placer. El de saber que él siempre sentiría debilidad por mí y que tenía la mayoría de las batallas ganadas.

No supe ni cómo ni por qué le habrían sacado de la prisión, aparte de por los contactos que tendría.

- Salida de incendios...- dije apareciendo de entre la maleza con el contoneo tan característico de mi innegable movimiento al andar - Las hay, querido, es sólo que tú tienes mala experiencia encontrándolas. - dije posando mis pies descalzos de manera elegante frente a él, permaneciendo a dos metros. Las pequeñas me chivaron que no llevaba armas, al menos que ellas pudieran percibir. -Felicidades por tu libertad- eso sí sonó bastante sincero. Nadie, absolutamente nadie que hubiese estado en Arkham le deseaba eso a nadie salvo seguramente a Batman. Y ahí estaba de nuevo ese rincón de placer... Saber que él había estado encerrado por su culpa. - ¿Qué quieres, Harvey? Estoy ocupada- dije mirándole a los ojos directa y con una sonrisa neutra. Tenía los brazos cruzados y la pose relajada, al fin y al cabo yo sí estaba en casa.

El cambio de tonalidad en su voz no paraba de ponerme de los nervios. Era un papel absurdo, un desorden mental que él era incapaz de reconocer... Había salido de Arkham antes de tiempo. La molestia apareció en mi rostro como quien soporta una manía que no aguanta. Ogh, de nuevo la monedita... ¿De verdad? Lejos de sentirme intimidada le observé de arriba a abajo con una ceja levantada y el resto del rostro neutro. Cuando la lanzó apareció debajo de mí rápidamente lo que parecía un trono de ramas y me senté para observarle, cruzando las piernas sugerente mente despacio.

-Oh, en serio...? De eso va esto- dije llevándome una mano al pecho y sonando ofendida - Mira Harv... intentaste jugármela y te salió mal. Si no hubieses venido a regodearte de tu libertad, no la hubieses perdido. Si no me hubieses estorbado con tus patochadas de niño pequeño solo para incordiar no te hubiese hecho lo que te hice.- pero qué... ¿Por qué le estaba dando explicaciones? - Además no te debo una explicación. Pero te lo ganaste tú solo- concluyo rotunda y con el ceño fruncido. Era una guerra que había empezado él y no tenía derecho a decirme ni recriminarme absolutamente nada.

- ¿Por qué no dejas de hacer el patético y te marchas? Ve, disfruta de tu libertad, yo tengo cosas que hacer...- dije mirándole directamente a los ojos y cambiando el cruce de las piernas.

- Planes, Harv... Siempre fui una mujer ocupada, bien lo sabes.- dije con calma, sin despegar la espalda si quiera del respaldo. - Tengo una cosa de miedo entre manos- dije sutil, pero suficientemente hábil para que cuando pasase, él pudiese relacionarme con el evento que tendría lugar gracias al gas de Crane. Estoy convencida de que esa era una de las cosas que me había hecho no echarle de mis dominios todavía... Imaginarle retorcido en el suelo, agarrándose la carne putrefacta mientras llora entre visiones de terror..

Con esa visión me dio un escalofrío que no pude contener mientras me mordía el labio. -Por cierto, qué bien curado - dije señalándome el fragmento de labio donde él se había arrancado un trozo cuando le proporcioné la droga caníbal. Apenas se notaba la diferencia entre un mordisco y una malformación normal de lo amorfo que era su rostro.

La poca calma que conservaba se escapó cuando habló de Rebecca. Me levanté firme, irguiendo una postura de poder y acercándome a él firme y decidida. - Acércate a ella... Comparte siquiera el mismo oxígeno que ella y juro por todo cuanto tengo que haré que todo lo que te he hecho hasta ahora te parezca un paraíso..- dije acercándome peligrosamente a su cuerpo y a su rostro, mirando de cerca esos ojos asquerosos y muertos en luz. Nadie se tomaba en broma las amenazas de Hiedra, nadie. Y el rostro de furia calmada, la tensión de mi cuerpo, el tono que salió por mi garganta... Todo indicaba que estaba dispuesto a asesinarle ahí y en ese instante si era necesario.

Su sonrisa definitivamente me repugna, no sé si más por el hecho de verle feliz o porque su rostro es más asqueroso cuanto más tiempo lo miro. -No me importa lo que se cuenten los rumores, Harv, nunca lo han hecho y no van a empezar a hacerlo ahora. - comenté con los ojos ligeramente entornados, clavados en los suyos como dos flechas en el centro de la diana.

Sus bromas son tan patéticas que ni me molesté en seguirlas. Preferí mantener la mirada y la pose en silencio hasta que cambió de cuarto. Eso sí resultaba más interesante. Rompí el contacto visual con él para mirar al bolsillo izquierdo de su camisa, lugar donde fui directa a posar la palma de mi diestra. - Tú siempre has tenido ojos para mí y boca para otras- comenté dejando clara que esa fase de mi vida estaba más que superada. Acerqué mi cuerpo más al suyo aproximando mis labios a su mejilla sana, sin tocarla - ¿Y qué es lo que quieren tus ojos de mí ahora, Harvey?- sabía que estaba interesado en algo, y fuera lo que fuese, quería averiguarlo.

Estaba convencida de que el Harvey Dent que conocía no querría una visita por cariño, por compasión o por simple interés emocional... Y mucho menos después de la encerrona de Arkham. Así que esperé tranquila, dejando que esa debilidad que siempre tuvo por mí actuase por sí sola. Fuera lo que fuese que planeaba contra mí acabaría sabiéndolo.

Cuando escuché ese patético intento de sonar erótico no pude evitar alzar una ceja a modo de total sinceridad, luego la voz repugnante otra vez le contradijo, cosa que me hizo sonreír bastante, soportando la tentación de hacerme sonreír.

Su estupidez me hace suspirar -Mira, Harv...- dije dirigiendo mis labios a los suyos, aun sin rozarle pero haciendo que mi aliento rebosase el aroma a flores y feromonas. Tenía intención de interrumpirle, pero luego dijo que quería pacificar nuestra relación y no pude evitar reírme a carcajada suelta. Me alejé de él haciendo surgir un trono de raíces frente a él, en el que me senté con las piernas cruzadas y los brazos descansados en los laterales. - Así que ahora pretendes que te diga que sí, que no ha pasado nada y que todo está bien entre nosotros... ¿Es eso?- dije encogiéndome de hombros. - Te conozco... Os conozco a todos. Tengo dos opciones: O tienes algo entre manos para lo que me necesitas...- dije alargando esa pausa dramática mientras hacía una caída de ojos para contemplar su cuerpo al completo - O bien tengo que suponer que tu estancia en el asilo te ha sentado mejor de lo que querría y han conseguido que absorbas parte de su redención... cosa que ambos sabemos que no es así.- dije mirándole al ojo vivo y sonriendo de medio lado - Está bien, te propongo una cosa... Si eres sincero conmigo, comportándote como antaño, siendo sinceros como cuando nos acostábamos juntos cada noche, me plantearé la posibilidad de enterrar ese hacha - dije con una inclinación hacia delante, hundiendo mis brazos en mi abdomen. - Mientras tanto lo tienes complicado... Me cuesta mucho creer que quieres trabajar conmigo si pienso que en cuanto tuviste la oportunidad me dejaste tirada- dije con sinceridad y orgullo, con las cejas alzadas y una sonrisa de superioridad en el rostro.

Desconfianza se queda corto en comparación a lo que sentía hacia el abogado de doble faceta. Sabía que había algo detrás... El nunca se dignaría a dejar plasmado ante las cámaras del botánico que me propone una tregua por pura amistad... Siguiendo sus palabras, es abogado. Nunca se arrastran.

"Tarde, perdiste tu oportunidad" fue lo que casi se me escapa de entre mis labios cuando dijo que me necesitaba. - Supongo...- dije entrecerrando los ojos cuando dijo que nos necesitábamos los unos a los otros. -¿Qué momento?- cuestioné con una ceja alzada.

Definitivamente estaba buscando algo de mí, y no me gustaba un pelo... Me gustaba casi menos que lo de Crane, quien no había sido capaz de paliar mi sensación de recelo aun cuando ya estaba trabajando con él. Aunque Dent tenía un punto, y era que los nuevos héroes resultaban molestos.

De nuevo, con el rostro sereno pero curioso y defensivo, levanté la ceja que había relajado cuando dejó sobre mi mesa de laboratorio ambos objetos. Contemplé el tubo con el químico, más tarde lo examinaría con muchísima calma. De todos modos intentar estafarme a mí con sustancias era un error de ser demasiado novato para ser él. Le seguí con la mirada, dejándola paralizada un segundo en el tubo y luego en su ojo vivo de nuevo. Cuando extendió el papel me quedé atónita, mirando las letras de tinta impresas sobre el papel. - ¿Qué...?- dije relajando el gesto, pareciendo humana por un momento. Alargué la mano sin levantarme y lo cogí con ambas manos. Parecía totalmente sorprendida, por un segundo me recordé a mi misma siendo Pamela, a quien había abandonado por estéril, y la furia volvieron a mi rostro.
- Antes de firmarlo o comprometerme a nada quiero poder rescindir este contrato en el momento en el que yo lo dijese, sin esperas ni repercusiones y en el acto. En caso de que firme esto...- Le había traído un contrato de verdad... ¿Acaso valía algo la firma de dos criminales en esa maldita ciudad?
Bajé la vista para empezar a leer. Harv... ¿Qué mal bicho te ha picado?

Asentí con firmeza ante la afirmativa de Harvey. - Bien entonces... Si puedo cancelarlo en cualquier momento bajo las condiciones que he mencionado no tengo inconveniente- dije mientras mi vista se paseaba sobre las letras una vez más, y otra detrás de esta. Apoyé la hoja en la mesa de laboratorio que tenía cerca y alargué la mano, obteniendo de un arbusto cercano esencia de henna que empecé a moler entre mis dedos para poder hacer tinta. Del mismo arbusto recibí, cayendo sobre mi mano una ramita fina que impregné en el líquido negro. Apoyé el inicio de la rama pero antes de que cayera la primera gota me detuve al escuchar lo de la tarifa elevada. Harvey sabía que podía obtener cuanto dinero quisiera y que yo no lo utilizaba, no me supondría algo "elevado" solucionarle el mes. Sabía que quería algo más.

Aparté la rama negra, haciendo que gotease varias veces en la mesa mientras le miraba al ojo. - Por fin hemos llegado al centro de la cuestión...- dije sonriendo sarcásica - Claro, cómo no- suspiré mientras mis pupilas daban una vuelta por el borde de los ojos - ¿Qué quieres de mí, Harv...? Sin rodeos. Qué te interesa.- dije clavando mis luceros verdes de manera instintiva y con firmeza. Estaba empezando a cansarme de juegos previos, papeleo, reputaciones... Cuando todo era un simple trato. Quería ser mi abogado, cosa que yo no necesitaba. Lo quería a cambio de algo, cosa que con casi total seguridad, tampoco necesitaba. - Y ya que estamos... explícame qué saco yo con todo esto - dije con la voz más grave, empezando a amargarme. El propio ambiente empezó a liberar feromonas. Sí, le necesitaba activo, interesado pero sobretodo sincero.

Puedo notar cómo su mirada dispar se clava sobre mi piel, inquieta y ansiosa esperando la respuesta que no salía de mis labios. Mis ojos de nuevo se encontraron con los suyos después de que alegase que ningún abogado estaría dispuesto a trabajar para mí. Arqueé una ceja, mezcla del impulso de echarme a reír y mezcla de un gesto de superioridad que quedó amagado hasta quedar sólo en esa ceja alzada. A pesar de que cuando la usaba solía significar algo malo, sonreí con sinceridad, y él era una de las pocas personas que podían conocer mi rostro en ese instante. Si había alguien que podía notar que era una buena expresión, era él, ya que en cuanto a gestos no había cambiado demasiado desde nuestra "relación".

Y me levanté escuchando las últimas palabras antes de su pequeña traba. "Por esta vez..." era la frase favorita y constante de la mayoría de villanos que residíamos en Gotham. Nunca se cumplía y siempre volvía a los labios del orador, pero era como un truco clásico. Muy de la vieja escuela, pero solía funcionar. Empezó a reaccionar acalorado y volví a acercarme a él como hice con anterioridad, apoyando esta vez ambas manos en su pecho y dejando mis labios a una distancia mínima de los suyos, sabiendo que si avanzaba le escocería demasiado.

- Ibas explicándome qué querías de mí...- dije en un susurro grave - Yo podría conseguir un abogado gratis que estuviese entregado a la causa- dije colocando una de mis piernas entre las suyas, con tacto y suavidad - Dime lo que quieres de mí y luego por qué te habría de escoger a ti... haz que me crea que eres el mejor- dije mirándole a los ojos y volviendo a sonreír. Era sencillo de entender. Quería saber qué precio tenía que pagar yo, y por qué de verdad estaba interesado cuando, haciendo lo que estaba haciendo en ese momento, podría conseguir a un abogado que me defendiese por "amor" y luego abandonarle. Además...seguramente me defendiese mejor uno de oficio cuya felicidad sexual dependiese de mi libertad que uno que quería verme encerrada.

El dichoso Dent... Era buen abogado, desde luego, sabía esquivar los temas principales y desviar la atención a temas que no importaban. Después de insistirle en que lo primordial, lo que más quería saber era qué quería de mí, consiguió seguir el hilo por la otra cuestión... ¿A qué vienen tantos rodeos, Harv?

- Bien... a fin de cuentas supongo que podría convencerte de cubrirme como me merezco- dije apoyando mis manos sobre los laterales de su cadera. - Oh cariño... me evitas...- dije siguiendo el movimiento de sus labios con los míos, como si le buscase constantemente. Y así hice cuando saqué la lengua, repasando de comisura a comisura los rojizos labios que me mordí después de eso, terminando con una sonrisa de medio lado. - ¿Qué precio tengo que pagar para tenerte?- como abogado, evidentemente...
Mis manos se deslizaron desde sus caderas hasta su espalda, oprimiendo sus lumbares contra mí. No me gustaba en absoluto tener que estar haciendo eso, pero es a lo que estaba acostumbrada, me salía sólo y era más útil de lo que estaba dispuesta a reconocer. Además de que nadie había sospechado del desagrado que sentía al contacto con los hombres... Digamos que aunque Harvey no lo sabía, siempre se me había dado bien fingir.
Mi mirada se intercalaba entre sus ojos y sus labios, esperando que de ellos saliese lo que llevaba queriendo oír desde el principio.
Sólo se me ocurrían dos motivos por los que ocultarme el precio. O bien pensaba que era desorbitado e injusto y lo estaba dejando para el final con el clásico truco de vendedor inmobiliario de enseñarme la mansión antes de mostrarme el precio... O sabía que estaría muy poco dispuesta a hacerlo, fuera lo que fuese. De cualquier modo era lo que nos faltaba por cerrar del caso, y esperé resolverlo pronto para poder echarle de allí y seguir con el gas de Crane.

OOC: He dado por hecho cosas en este post, si no quieres, edito o cualquier otra cosa sin problema, sólo dime.

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Cuando le veo deslizar sus dedos entre la chaqueta y la camisa me pongo a la defensiva. Puede tener un arma, otro químico, o peor... una oferta que me comprometiera a hacer algo que no quería. Pero al ver el papel me relajé de nuevo, suspirando. Se alejó de mí y me extendió otro papel... ¿Lo estaría haciendo para ponerme de los nervios a propósito? Si había algo de odio que conservase de mi parte puramente humana era el odio por la burocracia. Y estaba demasiado insistente como para conocerme previamente.

El sueldo era razonable, demasiado razonable, así que aproveché esa distancia entre los dos y detuve las feromonas, con eso tenía para un buen rato de asegurarme su atención. - Harvey...- dije intercalando la mirada entre el precio y sus ojos - Sabes de sobra que conseguir dinero no me cuesta en absoluto. Podría pagarte esto a la semana y no me costaría. No utilizo el dinero, y ahora no tengo el problema de encontrar abogado- agarré el papel que me extendió, así como el que ya había firmado y después de romperlos juntos en cuatro pedazos mientras contemplaba su expresión, yo sonriendo, por supuesto, los introduje entre las fauces de mi Cephalotus, dejando que comiera tranquila.

- Harv. Hablemos.- ahora el rostro ya no pertenecía a Hiedra sino a Pamela. Él mejor que nadie lo sabría... conocía la dualidad de rostros, y la conocía a ella. - Ven aquí..- dije acomodando una zona cercana para tumbarnos cómodamente los dos. Las plantas se retiraban a medida que me tumbaba en uno de los terrenos del jardin, preparando junto a mi un hueco para él. Me tumbé colocándome el pelo una vez tumbada, echando la melena roja por encima de mi nuca y esperándole desde el suelo. - Quiero hablar con Harvey. De tú a mí... ¿Qué quieres?- dije mirándole con curiosidad, con el rostro girado, buscando su mirada. - Sabes que puedo conseguir todo ese dinero sin problema. Pero de verdad que no necesito abogados y si los necesitase tendría cuantos quisiera- dije pensando en el hecho, no la posibilidad, el hecho de que así serían las cosas si le comentase a Rebecca cualquier problema legal. Estiré una mano y le agarré de la muñeca, tocando su camisa sin tocar su piel. - ¿Qué buscabas con este contrato? Sé sincero... ¿Tregua? ¿Impresionarme? ¿Una trampa...?- esperé una respuesta sincera. Al fin y al cabo no eran tiempos para matarnos entre nosotros. Supongo que en eso sí tenía razón.

-Pamela...-

Se me hiela el corazón. Hacía AÑOS que no me llamaba por mi nombre. No así. Siempre tenía ese deje de ególatra asqueroso. Parece que remarcaba mi nombre para decir "sí, te conozco". Y porque sabía que viniendo de él me molestaba. Pero ese tono en su voz que mostraba al Harvey Dent que me pidió salir. Al hombre con esa inseguridad detrás del traje impoluto recién estrenado de fiscal. Las tardes de campus y biblioteca, el primer beso, los polvos en su cama...
¿En qué momento había conseguido romper el cascarón de ese valiente hijo de puta? ¿Me necesitas...? TARDE DE NUEVO.

Sonreí. Por dentro, por fuera, con malicia y satisfacción. Me relamí hasta que noté el sabor de mis propios labios, incorporándome y soltándole la muñeca. La piel se me erizó y casi sentí que rejuvenecía. Me encontraba más viva y mejor. Potente y poderosa, como cuando salí de la jaula de locos.

-Oh, Harv...- sólo con la voz ya se notaba que estaba sonriendo. Esa voz sería nueva para él. No era la dulce Pamela ni la cruel Hiedra... Sino Pamela siendo despiadada. - Podríamos haber sido tan felices...- me puse frente a él, doblando mis rodillas para dejar mi cara a la altura de las suyas. - Una pena que sea un... ¿cómo dijiste? - dije mirándole a los ojos, obligándole a mirarle levantándole el rostro, tocando directamente con mi mano urticante su barbilla. Finjo estar pensativa un buen rato antes de volver a clavar mi mirada en la suya. Recitando con el mismo tono que utilizó él para dejarme tirada sola y romper conmigo cuando se enteró de que la mutación me había hecho estéril -ah, sí... un huerto vacío y estéril- dije sonriendo con superioridad y odio. Le solté la cara sólo entonces, comprobando la reacción de piel roja en su mandíbula de piel perfecta. Síntoma del veneno pasajero. Le miré a los ojos como Pamela, con un odio que ni si quiera Hiedra podría sentir. - No soy tu aliada. No soy tu amiga, estás sólo, Harv... Sólo como me dejaste a mí. Pobre, triste y sin herederos de tu falsa fortuna- dije haciendo alusión al fracaso económico que me había comentado. Me levanté del todo entonces mirando iracunda desde arriba. -Tú y yo no vamos a volver a ser nada jamás- dije sonriendo nerviosa, como una niña que recibe el regalo más grande de navidad, intercalado por una mirada de asco y odio profundo, demasiado arraigado como para eliminarlo. - Y te duele más a ti que a mí. Estás sólo. ¿Sabes por qué sé que te duele más que a mí?- dije de nuevo obligándole a mirarme desde abajo, agarrándole del pelo esta vez - Porque tú me necesitas... Y yo soy inmune. No te necesito ni voy a necesitarte...- me incliné sobre él ligeramente para susurrarle cerca de sus labios - Nunca más...- y me levanté con una carcajada que el jardín parecía vitorearme con sus movimientos.

De nuevo el rostro de asco y furia - Recoge tus cosas y lárgate. Al menos tú nunca estás sólo...- dije dándome la vuelta, empezando a alejarme de él.